Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


Abajo

Blaise Cendrars y la erudición

Ricardo Gullón





Con magnifico brío, en sucesivos impulsos de entusiasmo, ha creado Cendrars su obra, corriendo el globo, viviendo y muriendo por los siete mares y los cinco continentes, ciudadano del mundo de la poesía. Pero no de una poesía velada de brumas, tejida con sueños y divagaciones, sino turbia y desgarrada como la vida, hecha con todo lo malo y lo bueno que ésta le deparó a lo largo de una existencia agitada, aventurera, de una existencia cargada hasta los bordes de riquezas y penurias, de dulzuras y dolores.

Un editor le encargó una biografía de François Villón, tal vez pensando en el parentesco espiritual entre los dos poetas que permitiría al contemporáneo explicar -explicándose- el espíritu del medieval Y. Cendrars, sin ignorar las dificultades de la tarea, aceptó la propuesta y comenzó a trabajar. En tal momento aconteció el choque con la erudición que ha dado lugar a las páginas de introducción a su libro, ahora publicadas en forma de carta al editor, por La Table Ronde (marzo 1952).

Cendrars se revela contra la asfixia de la poesía entre la balumba de documentos, datos y disputas eruditas que la sepultan. Y más que contra los eruditos propiamente dichos, su protesta va dirigida a los poetas mismos, a los poetas de hoy, que ceden a esos juegos y se obstinan en escribir historias literarias comparadas, crítica analítica, estilística y otros excesos más o menos científicos en torno o sobre la poesía.

Contra los poetas que acuden a la Sorbona a discutir sus tesis, tesis sobre Rimbaud, por ejemplo, a quiera cada cual trata como ascua buena para arrimada a su sardina. Burócratas de la poesía, poetas conformistas, aunque algunos se digan revolucionarios. Contra esos poetas, de Claudel a Aragón, lanza Cendrars la palabra de Cambronne, conforme ya hiciera precavida y anticipadamente el mismo Rimbaud. Esta imprecación se hace desdeñosa y burlona cuando Cendrars alude a los trabajos, también sorbonáticos, de los rebeldes surrealistas de uno y otro sexo, que pretenden «iluminar» la poesía de Nerval, como si ésta no fuera ya de por sí bastante resplandeciente.





Indice