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ArribaAbajoActo cuarto

 

Un salón con dos tronos, varios caballeros armados.

 

Escena I

PRIMER CABALLERO
Mano y guante te doy.
SEGUNDO CABALLERO
Yo lo recibo
Y a fe de noble por mi honor te ofrezco
Salvar a Blanca o perecer.
HERNANDO
¿Y Castro?
SEGUNDO CABALLERO
Aguarda sólo la señal.
HERNANDO
Silencio.
Aquí se acerca el suspicaz García.
La cólera ocultad; sus pasos siento.


Escena II

 

Dichos y GARCÍA.

 
GARCÍA
¿De guerra armados, y en la corte ahora?
¡Brillante es el arnés! ¡Cuánto es más bello
Vestido un noble de lucientes armas
Que no de sedas y perfumes lleno!
¿Y qué intento traéis?
PRIMER CABALLERO
Contra Granada
El rey se apresta a desnudar su acero,
Y contra el moro; cual vasallos fieles,
Venimos a ofrecerle nuestro esfuerzo.
GARCÍA
Y el rey lo aceptará; firme está el trono
Que se apoya en tan sólidos cimientos.
Vuestra noble lealtad, vuestra bravura
Harán el cetro de Castilla eterno.
SEGUNDO CABALLERO

  (Mirando fijamente a GARCÍA.)  

Más brilla el noble en la sangrienta lucha,
Defendiendo su patria y sus derechos,
Que el cortesano vil que torpe emplea
En intrigar y en adular su tiempo.
GARCÍA

 (Como enajenado de gozo.) 

¡Cuál me palpita el corazón brioso
Al contemplar vuestro valor!
SEGUNDO CABALLERO

 (Aparte.) 

El miedo
Es quien le hace latir.
HERNANDO
El rey se acerca.

 (Aparte a los otros caballeros.) 

Vamos lejos de aquí.
PRIMER CABALLERO

  (Irónicamente a GARCÍA.)  

Pronto volvemos.
GARCÍA
Id, oh, nobles, con Dios.
SEGUNDO CABALLERO

 (Con el mismo tono irónico.) 

Adiós, García.
 

(Vanse.)

 
GARCÍA

 (Solo.) 

Pronto, bien pronto nos veremos, necios.
El volcán va a tronar; yo haré que estalle
Y allá os sepulte en su profundo seno.


Escena III

 

LA PADILLA, EL REY, GARCÍA y acompañamiento

 
LA PADILLA

 (Muy agitada, aparte, a su hermano.) 

¿Y viene hermosa, di?
GARCÍA
Sí, pero pronto
Allá en la tumba dejará de serlo.
LA PADILLA
¿Y los que intentan libertarla?
GARCÍA
Apenas
Alcen la voz serán presos o muertos.
 

(EL REY sube al trono y hace subir a LA PADILLA en el otro.)

 
EL REY
He aquí, Padilla, el esplendente trono
Donde a la par de mí te doy asiento.
Hoy a tus pies tributará homenaje
Rendido todo el castellano imperio;
Y hoy prosternada mirará tu brillo
La que perdió por crímenes el cetro,
Y aún trama en su prisión. ¡Perezca Blanca!
¡Guardias! Hacedla entrar.


Escena IV

 

Dichos y BLANCA, trémula y temerosa.-LA PADILLA, muy agitada.-Un momento de silencio

 
EL REY
Todos atentos
A escucharos están, hablad, si el crimen,
¡Oh Blanca de Borbón!, no os turba el pecho.
 

(BLANCA alza la vista, la fija en el trono en que está LA PADILLA y vuelve a bajarla.)

 
BLANCA
¿Qué he de decirte yo?
EL REY
¡Basta de llanto!
Si con fingidas lágrimas tu intento
Es ablandar mi corazón, te engañas.
Yo sé que, a tu placer, cambias de aspecto
Sé que sabes mentir.
BLANCA
Y yo te adoro...
Y yo del pecho disipar no puedo
Tan funesta pasión.
EL REY
Blanca, es inútil
Que me finjas amor; yo lo desdeño.
BLANCA
¿Fingirte amor? ¿Por qué? ¿Por qué fingirlo
Cuando por ti y a mi pesar lo siento?
¿Por qué hablarte de amor, cuando a tu lado
Brillante en gloria a mi enemiga veo?
¿Qué he de decirte yo? Yo, aquí traída
Como cautiva mísera entre hierros,
Para adornar con mi humildad su triunfo
Y escarnio ser de su esplendor soberbio.
EL REY
A ti mi justa indignación castiga;
Mi amor a tu rival concede el cetro.
BLANCA
Tú eres rey de la tierra; tú, orgulloso,
Das a tu voluntad castigo y premio.
Y tú, Padilla, a tu placer te entregas
Al verme ahora ante tus pies gimiendo:
Mas hay un Dios, que a los monarcas juzga;
Omnipotente rey, señor del trueno,
Preside en su alto asiento a la justicia,
Y venga siempre al inocente opreso.
El me protegerá; mas no, Dios mío.
Si vibras, ¡ay!, tu rayo justiciero,
¡Víbralo contra mí! Perezca el justo,
Si así se salva el delincuente reo.
EL REY
¡Hipócrita infernal! ¿Y tú inocente
Osas llamarte, ante el monarca mesmo,
Cuyo poder arrebatar pretendes?
¿Tú, que presumes elevar al reino
Tu amante Enrique, y en viciosa liga
La alta cerviz del castellano pueblo
Doblar so el yugo del francés indigno...?
¡Huye de aquí, mujer, yo te detesto!
BLANCA
¡Triste de mí, que en mi ilusión creía
Que al fin triunfaran de tu altivo pecho
La inocencia y verdad! ¡Ah! La esperanza
Era el único bien que en tanto duelo
Yo conservaba aún; era la rosa
Que derramaba aroma en el desierto
¡Voló cual humo la esperanza mía!
Tú, que me robas mi postrer consuelo,
No me maltrates más, dame la muerte:
Yo no veré mi desventura al menos,
Y ella será feliz; dame la muerte!

 (Mirando a LA PADILLA.) 

EL REY
En vano son, ¡oh, Blanca!, tus lamentos.
Si aquí viniste a demandar justicia,
Enjuga el llanto y abandona el miedo;
Habla y no tardes más.
BLANCA
¡Ah! Yo venía
A implorar tu bondad, testigo el cielo
De que siempre te amé; mas, ¡ah!, ¿qué digo?
¡Miserable de mí! Brillante veo
La cólera en tus ojos; no, la muerte,
La muerte sola a demandarte vengo.
Si te irritan mis lágrimas, no tardes;
Ellas brotan de aquí: hiéreme el pecho.
EL REY

 (Con ironía.) 

Tal vez a Enrique ablandará tu llanto,
Y acaso por tu amor perderá el miedo.
BLANCA
Al mundo todo enternecer pudiera
viéndome así infeliz sin merecerlo.
¿Qué te hice yo nunca? Por ventura,
¿No es mi crimen amarte?
EL REY
El fingimiento
Pudo nunca ser más, Blanca, tu amante
No alcanza tu valor. Con torpe miedo,
Te ha abandonado ya. Basta, y no finjas;
Tu astucia en vano ayudará su esfuerzo:
Ya Enrique te olvidó.
BLANCA
Tú te deleitas
En verme padecer, ¡verdugo fiero!
Si está tu gozo en amargar mi muerte,
Ceba en mí tu furor, rásgame el pecho
Y muéstrate cruel; mas nunca dudes
De que siempre te amé. ¡Ah!, no hay tormento,
No hay injuria mayor; toda mi alma,
Todo mi corazón arde a despecho
De mi propia razón. ¡Ah!, yo te adoro,
La muerte sólo a demandarte vengo.
LA PADILLA
Es insufrible ya.
BLANCA
Mujer, ¡oh!, nunca
A verte llegues como yo me veo,
Sin encontrar piedad; nunca mi nombre
Te traiga un día tan fatal recuerdo.
LA PADILLA
¿Y osas tú maldecirme?
BLANCA
¿Maldecirte?
Muéstrame cómo, y te maldigo luego.
Yo lo oso todo, sí; yo ansío la muerte,
La busco y llamo, por la muerte anhelo:
Ella es mi único bien, ella es el árbol
A cuya sombra reposarme quiero.
Débil mujer cual soy, ¡ah!, me alimenta
La desesperación; ya nada temo,
Yo no sé maldecir, mas si me enseñas,
También maldeciré.  (Al REY.)  Mas tú que el fuego
Arder hiciste que me abrasa el alma,

 (Se va acercando al trono en actitud suplicante.) 

Apiádate de mí. Yo te deseo
Siempre felicidad. ¡Ah!, sí, perdona,
Perdóname, ¡infeliz!, sí, yo detesto,
Si ofendo a esta mujer. ¡Ah, tú la adoras!
Benigno quiera perdonarla el cielo,
Cual la perdono yo.

 (Se abraza a sus rodillas.) 

Dame la muerte
Y a Dios por ti le rogaré muriendo.
EL REY
Déjame ya, mujer. ¡Guardias! ¡Llevadla!
BLANCA
No me arrojes de ti. Aquí primero
Yo moriré que separarme; hiere...
Sé piadoso una vez...

 (EL REY echa mano al puñal; ella le mira con alegría y dice.) 

Hiéreme luego.

 (EL REY deja caer el puñal de la mano.) 

EL REY
¡Arrancadla de aquí guardias!
 

(Los guardias la separan, y cae desmayada.)

 
BLANCA
¡Dios mío!
 

(La levantan del suelo y GARCÍA sale con ellos, dándoles prisa por señas.)

 


Escena V

 

Dichos, menos BLANCA y GARCÍA

 
EL REY

 (Muy disgustado.) 

No sé qué pena a mi despecho siento.
Si ella fuera inocente... ¡Ella inocente!
jamás sentí tan agitado el pecho...
Es imposible, no.
LA PADILLA
¿Te compadecen
Su llanto y su beldad? ¿Serás tan ciego
Que acaso dudes que su llanto es falso?
EL REY
Es falso, sí, Padilla...

 (Levantándose.) 

Mas ¿qué estruendo
De voces altas y crujir de espadas
Y sediciosos gritos aquí siento?
 

(Dentro, ruido de voces y de cuchilladas.)

 
UNA VOZ

 (Dentro.) 

¡Al arma! ¡Una traición!
OTRAS VOCES
¡Muera el tirano!
EL REY

 (Saltando del trono.) 

Es Enrique tal vez. ¡Al arma! ¡A ellos!
 

(El ruido de armas se acerca.)

 
DENTRO
¡Muera el tirano y que la reina viva!
EL REY
Dadme mis armas y mi espada presto.
¡Dadme luego mis armas!
 

(Un escudero le trae el casco y la espada; EL REY arroja el manto, se cala el yelmo y desnuda la espada, tirando la vaina, para no tardar en ceñírsela.)

 
¡A encontrarlos!
 

(Va a salir y entra CASTRO, herido, luchando con los guardias.)

 
CASTRO
Tirano, ¿dónde estás?
UN GUARDIA
¡Rinde tu acero!
CASTRO
Cuando atraviese el corazón del tigre,
Allí lo rendiré. Sal ya, perverso:
¡Castro, Castro te llama!
EL REY

 (Presentándose delante de él.) 

¡Tú, villano!
CASTRO

 (Se arroja a matarle con tal precipitación que falla el golpe.) 

¡Muere, monstruo feroz!
EL REY

 (Clavándole una estocada.) 

Vano es tu intento.

 (Tírale otro golpe.) 

¡Muere tú, miserable! Así perezcan
Mis enemigos todos a mi acero
Y hollados como tú.
 

(Cae CASTRO y EL REY le pone el pie encima.)

 
CASTRO

 (Moribundo.) 

¡Venganza, amigos!
La fortuna es del déspota... yo muero.

 (Muere.) 

EL REY
Ve a acompañar tus viles partidarios.
Ahí tenéis vuestro jefe: yo os lo vuelvo.
 

(Cogiendo el cuerpo y asomándose a una ventana. Se oyen mueras y voces en la calle.)

 


Escena VI

 

Dichos y GARCÍA, que entra precipitadamente.

 
EL REY
Salgamos a encontrarlos.
GARCÍA
Fugitivo
Corre a salvarse, amedrentado el pueblo
Que a Hernán Castro siguió; los otros nobles
Exhalaron, luchando, sus alientos
Sin querer someterse.
EL REY

  (Encendido en cólera.) 

Y bien: perezcan.
LA PADILLA
¿Y Blanca? ¿Blanca se salvó? ¿Pudieron
Libertarla tal vez?
GARCÍA

 (Con su acostumbrada frialdad.) 

Blanca, en su cárcel,
Lamenta ahora sus amigos muertos.
Ella los vio luchar, y en vano, en vano,
Tendió los brazos, su favor pidiendo.
Los vio también morir.
EL REY
¡Mujer malvada!
LA PADILLA
Ella es, señor, la que alborota el pueblo.
GARCÍA
Su nombre al menos los disturbios mueve,
Y aparente razón da a los intentos
Del astuto traidor.
EL REY

 (Como reflexivo.) 

Si ella es culpable...
GARCÍA
Ella es culpable del tumulto mesmo,
Que acaba de estallar; Blanca y Enrique
Hoy tramaron romper; hoy presumieron
Con engaños y lágrimas moverte,
Para clavarte su puñal sin riesgo.
La noche, sí, que perdonaste a Enrique
Castro y los suyos contra ti se unieron,
Por consejo del pérfido y de Blanca;
He aquí, señor, de tu bondad el premio.
EL REY

 (Como fastidiado y distraído el resto de la escena, pregunta con indiferencia:) 

¿Y Enrique?
GARCÍA
Se salvó.
EL REY
¡Cobarde, al cabo!
GARCÍA
No fue la causa de su fuga el miedo.
LA PADILLA

 (Con ironía.) 

Fue por volver a su adorada Blanca
Y consolarla, y suplicar de nuevo
Tu clemencia y perdón; fue porque saben
Que siempre tu furor calman sus ruegos.
GARCÍA
Aun ellos guardan la esperanza ahora
De volver a la lid. Oculto hierro
Tal vez con risa la traición prepara,
O la dorada copa del veneno
Acechándote ya.
LA PADILLA
Lo has visto hoy mismo;
Tu vida sólo libertó tu esfuerzo.
GARCÍA
Sólo su muerte libertar pudiera
De la guerra civil que amaga al reino,
Y volvemos la paz; sólo su muerte
Puede calmar la tempestad que siento.
Prudencia en tanto; publicarla ahora
También pudiera apresurar el riesgo
Que yo intento alejar.
EL REY
¡No más, García!
LA PADILLA
¿Dejas a Blanca así?
EL REY
Yo te la entrego.

 (Vase.) 

GARCÍA
Hoy mismo morirá.
LA PADILLA
Vuelve al castillo.
¡Manda que muera! ¡Ve!
GARCÍA
Calma y secreto.


Escena VII

 

Prisión de BLANCA.

 
 

BLANCA y LEONOR.

 
BLANCA

 (Como enajenada.) 

¡La Padilla y el rey! ¡Y ella en el trono!
Era un sueño, Leonor, todo era un sueno.
Dime que no es verdad... ¡Ah!, yo la he visto
Y el rey, feroz, sin escuchar mis ruegos
Me ha arrojado de sí. Voces, espadas...
¿Era un sueño, Leonor? Dímelo al menos.
LEONOR
Sosiega, ¡oh reina!, tu dolor.
BLANCA
¿Yo reina?
Para siempre, Leonor, dejé de serlo.
Brillante, altiva, en mi dolor triunfando,
Me vio bañada en lágrimas. Yo sólo
Pedí la muerte, por consuelo mío,
Y él me negó la muerte con desprecio.
LEONOR
¡Cálmate, por piedad! ¡Ah!, la esperanza
No así abandone tu afligido pecho.
BLANCA
No me abandona, no; la muerte al cabo
Es también esperanza. Tú en mi acerbo
Pesar no puedes consolarme; todos
Me abandonaron ya: ya no hay remedio.
Deja que yo desesperada muera
Y se harte en hiel mi corazón sediento;
No me consueles más. Pedro la adora,
La eleva al trono que ocupé yo un tiempo
Bebe el placer en sus impuros labios,
Y de mi pena y de mi amor riendo,
De sí me arroja y mi dolor burlando,
Calma mi sed con copas de veneno.

 (Se arroja al suelo.) 

He aquí, Leonor, el trono de una reina,
Que ajada, opresa por su esposo mesmo,
Sólo en la paz de la callada tumba
Puede esperar a su dolor remedio.
LEONOR
Alguien se acerca; sosegaos.
BLANCA
¡Huyamos!
Los tigres a gozar vienen hambrientos
En su presa infeliz. ¡Leonor, huyamos!
Tintas sus manos en la sangre veo
De sus hermanos mismos.
 

(Huye precipitadamente, llevándose a LEONOR por la puerta de la derecha.)

 


Escena VIII

 

GARCÍA, EL ALCAIDE

 
GARCÍA
Sí, Don Tello;
Hoy intentaba libertarla Enrique;
Hoy el bando rebelde, osado y fiero,
Violó el palacio del monarca augusto,
Y alguno hubo que hasta el trono mesmo
Osándose lanzar, midió su espada
Con la espada del rey, y cuerpo a cuerpo.
DON TELLO
¿Con la espada del rey? Decid, García,
Y ¿cómo aún el merecido premio
No han recibido ya crímenes tantos?
GARCÍA
El rey los perdonó; la paz del reino
Sólo exige una víctima; los otros
Son de sus artes instrumentos ciegos.
Blanca...
DON TELLO
¿La reina?
GARCÍA
Sí, Blanca es culpable.
Obedeced del rey el mandamiento.
DON TELLO
¿La condena a morir?
GARCÍA
Y ejecutada
Ha de ser aquí mismo y en secreto.
El rey lo manda.
DON TELLO
Obedecer es fuerza.
GARCÍA
Esta noche a las doce, con silencio
En un sitio apartado en el castillo,
Debe morir, por que lo ignore el pueblo.
Abenfarax, el hijo de la Maga,
Vendrá a cumplir el mandamiento regio.
DON TELLO
¿A las doce, decís?
GARCÍA
Sí; a media noche:
Disponedla a morir. Adiós, Don Tello.

 (Vase.) 



Escena IX

 

DON TELLO, solo

 
Es mandado del rey; fuerza es que muera:
Yo cumplo mi deber cuando obedezco.