Escena II
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Dichos y GARCÍA.
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GARCÍA | ¿De guerra armados, y en la corte ahora? | |
¡Brillante es el arnés! ¡Cuánto es más
bello | | Vestido un noble de lucientes armas | | Que no de sedas
y perfumes lleno! | | ¿Y qué intento traéis?
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PRIMER CABALLERO | Contra
Granada | | El rey se apresta a desnudar su acero, | | Y contra
el moro; cual vasallos fieles, | | Venimos a ofrecerle nuestro
esfuerzo. | |
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GARCÍA | Y el rey lo aceptará; firme
está el trono | | Que se apoya en tan sólidos
cimientos. | | Vuestra noble lealtad, vuestra bravura | | Harán
el cetro de Castilla eterno. | |
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SEGUNDO CABALLERO | (Mirando
fijamente a GARCÍA.) | Más brilla el noble
en la sangrienta lucha, | | Defendiendo su patria y sus derechos,
| | Que el cortesano vil que torpe emplea | | En intrigar y en
adular su tiempo. | |
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GARCÍA | (Como enajenado de gozo.) | ¡Cuál me palpita el corazón brioso | | Al contemplar
vuestro valor! |
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SEGUNDO CABALLERO | (Aparte.) | El
miedo | | Es quien le hace latir. |
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HERNANDO | El
rey se acerca. | | (Aparte a los otros caballeros.) | Vamos lejos
de aquí. |
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PRIMER CABALLERO | (Irónicamente
a GARCÍA.) | Pronto
volvemos. | |
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GARCÍA | Id, oh, nobles, con Dios. |
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SEGUNDO CABALLERO | (Con el mismo tono irónico.) | Adiós,
García. | |
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(Vanse.)
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GARCÍA | (Solo.) | Pronto, bien
pronto nos veremos, necios. | | El volcán va a tronar;
yo haré que estalle | | Y allá os sepulte en
su profundo seno. | |
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Escena IV
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Dichos y
BLANCA, trémula y temerosa.-LA PADILLA, muy agitada.-Un
momento de silencio
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EL REY | Todos
atentos | | A escucharos están, hablad, si el crimen,
| | ¡Oh Blanca de Borbón!, no os turba el pecho. | |
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(BLANCA
alza la vista, la fija en el trono en que está LA PADILLA
y vuelve a bajarla.)
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EL REY | ¡Basta
de llanto! | | Si con fingidas lágrimas tu intento | | Es ablandar mi corazón, te engañas. | | Yo sé
que, a tu placer, cambias de aspecto | | Sé que sabes
mentir. |
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BLANCA | Y
yo te adoro... | | Y yo del pecho disipar no puedo | | Tan funesta
pasión. |
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EL REY | Blanca,
es inútil | | Que me finjas amor; yo lo desdeño.
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BLANCA | ¿Fingirte amor? ¿Por qué? ¿Por qué
fingirlo | | Cuando por ti y a mi pesar lo siento? | | ¿Por qué
hablarte de amor, cuando a tu lado | | Brillante en gloria
a mi enemiga veo? | | ¿Qué he de decirte yo? Yo, aquí
traída | | Como cautiva mísera entre hierros,
| | Para adornar con mi humildad su triunfo | | Y escarnio ser
de su esplendor soberbio. | |
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EL REY | A ti mi justa indignación
castiga; | | Mi amor a tu rival concede el cetro. | |
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BLANCA | Tú
eres rey de la tierra; tú, orgulloso, | | Das a tu voluntad
castigo y premio. | | Y tú, Padilla, a tu placer te
entregas | | Al verme ahora ante tus pies gimiendo: | | Mas hay
un Dios, que a los monarcas juzga; | | Omnipotente rey, señor
del trueno, | | Preside en su alto asiento a la justicia, | | Y venga siempre al inocente opreso. | | El me protegerá;
mas no, Dios mío. | | Si vibras, ¡ay!, tu rayo justiciero,
| | ¡Víbralo contra mí! Perezca el justo, | | Si
así se salva el delincuente reo. | |
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EL REY | ¡Hipócrita
infernal! ¿Y tú inocente | | Osas llamarte, ante el
monarca mesmo, | | Cuyo poder arrebatar pretendes? | | ¿Tú,
que presumes elevar al reino | | Tu amante Enrique, y en viciosa
liga | | La alta cerviz del castellano pueblo | | Doblar so el
yugo del francés indigno...? | | ¡Huye de aquí,
mujer, yo te detesto! | |
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BLANCA | ¡Triste de mí, que en
mi ilusión creía | | Que al fin triunfaran de
tu altivo pecho | | La inocencia y verdad! ¡Ah! La esperanza
| | Era el único bien que en tanto duelo | | Yo conservaba
aún; era la rosa | | Que derramaba aroma en el desierto
| | ¡Voló cual humo la esperanza mía! | | Tú,
que me robas mi postrer consuelo, | | No me maltrates más,
dame la muerte: | | Yo no veré mi desventura al menos,
| | Y ella será feliz; dame la muerte! | | (Mirando a LA PADILLA.) |
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EL REY | En vano son, ¡oh, Blanca!, tus lamentos. | | Si
aquí viniste a demandar justicia, | | Enjuga el llanto
y abandona el miedo; | | Habla y no tardes más. |
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BLANCA |
¡Ah!
Yo venía | | A implorar tu bondad, testigo el cielo
| | De que siempre te amé; mas, ¡ah!, ¿qué digo?
| | ¡Miserable de mí! Brillante veo | | La cólera
en tus ojos; no, la muerte, | | La muerte sola a demandarte
vengo. | | Si te irritan mis lágrimas, no tardes; | |
Ellas brotan de aquí: hiéreme el pecho. | |
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EL REY | (Con ironía.) | Tal vez a Enrique ablandará
tu llanto, | | Y acaso por tu amor perderá el miedo.
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BLANCA | Al mundo todo enternecer pudiera | | viéndome
así infeliz sin merecerlo. | | ¿Qué te hice yo
nunca? Por ventura, | | ¿No es mi crimen amarte? |
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EL REY |
El
fingimiento | | Pudo nunca ser más, Blanca, tu amante
| | No alcanza tu valor. Con torpe miedo, | | Te ha abandonado
ya. Basta, y no finjas; | | Tu astucia en vano ayudará
su esfuerzo: | | Ya Enrique te olvidó. |
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BLANCA | Tú
te deleitas | | En verme padecer, ¡verdugo fiero! | | Si está
tu gozo en amargar mi muerte, | | Ceba en mí tu furor,
rásgame el pecho | | Y muéstrate cruel; mas nunca
dudes | | De que siempre te amé. ¡Ah!, no hay tormento,
| | No hay injuria mayor; toda mi alma, | | Todo mi corazón
arde a despecho | | De mi propia razón. ¡Ah!, yo te
adoro, | | La muerte sólo a demandarte vengo. | |
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BLANCA | Mujer,
¡oh!, nunca | | A verte llegues como yo me veo, | | Sin encontrar
piedad; nunca mi nombre | | Te traiga un día tan fatal
recuerdo. | |
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BLANCA | ¿Maldecirte?
| | Muéstrame cómo, y te maldigo luego. | | Yo
lo oso todo, sí; yo ansío la muerte, | | La busco
y llamo, por la muerte anhelo: | | Ella es mi único
bien, ella es el árbol | | A cuya sombra reposarme quiero.
| | Débil mujer cual soy, ¡ah!, me alimenta | | La desesperación;
ya nada temo, | | Yo no sé maldecir, mas si me enseñas,
| | También maldeciré. (Al REY.) Mas tú
que el fuego | | Arder hiciste que me abrasa el alma, | | (Se
va acercando al trono en actitud suplicante.) | Apiádate
de mí. Yo te deseo | | Siempre felicidad. ¡Ah!, sí,
perdona, | | Perdóname, ¡infeliz!, sí, yo detesto,
| | Si ofendo a esta mujer. ¡Ah, tú la adoras! | | Benigno
quiera perdonarla el cielo, | | Cual la perdono yo. | (Se abraza
a sus rodillas.) | Dame
la muerte | | Y a Dios por ti le rogaré muriendo. | |
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EL REY |
Déjame ya, mujer. ¡Guardias! ¡Llevadla! | |
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BLANCA | No
me arrojes de ti. Aquí primero | | Yo moriré
que separarme; hiere... | | Sé piadoso una vez... | (EL REY echa mano al puñal; ella le mira con alegría
y dice.) | Hiéreme
luego. | | (EL REY deja caer el puñal de la mano.) |
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EL REY |
¡Arrancadla de aquí guardias! |
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(Los guardias la separan,
y cae desmayada.)
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(La levantan del suelo y GARCÍA sale
con ellos, dándoles prisa por señas.)
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Escena
V
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Dichos, menos BLANCA y GARCÍA
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EL REY | (Muy disgustado.) | No sé qué pena a mi despecho siento. | | Si
ella fuera inocente... ¡Ella inocente! | | jamás sentí
tan agitado el pecho... | | Es imposible, no. |
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LA PADILLA |
¿Te
compadecen | | Su llanto y su beldad? ¿Serás tan ciego
| | Que acaso dudes que su llanto es falso? | |
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EL REY | Es
falso, sí, Padilla...
| (Levantándose.) | Mas
¿qué estruendo | | De voces altas y crujir de espadas
| | Y sediciosos gritos aquí siento? | |
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(Dentro, ruido
de voces y de cuchilladas.)
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UNA VOZ | (Dentro.) | ¡Al
arma! ¡Una traición! |
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EL REY | (Saltando del trono.) | Es Enrique
tal vez. ¡Al arma! ¡A ellos! | |
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(El ruido de armas se acerca.)
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DENTRO | ¡Muera el tirano y que la reina viva! | |
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EL REY |
Dadme mis armas y mi espada presto. | | ¡Dadme luego mis armas!
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(Un escudero le trae el casco y la espada; EL REY arroja
el manto, se cala el yelmo y desnuda la espada, tirando la
vaina, para no tardar en ceñírsela.)
| ¡A
encontrarlos! | |
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(Va a salir y entra CASTRO, herido, luchando
con los guardias.)
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CASTRO | Cuando atraviese el corazón del
tigre, | | Allí lo rendiré. Sal ya, perverso:
| | ¡Castro, Castro te llama! |
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EL REY | (Presentándose
delante de él.) | ¡Tú,
villano! | |
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CASTRO | (Se arroja a matarle con tal precipitación
que falla el golpe.) | ¡Muere, monstruo feroz! |
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EL REY | (Clavándole una estocada.) | Vano
es tu intento. | | (Tírale otro golpe.) | ¡Muere tú,
miserable! Así perezcan | | Mis enemigos todos a mi
acero | | Y hollados como tú. |
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(Cae CASTRO y EL REY
le pone el pie encima.)
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CASTRO | (Moribundo.) | ¡Venganza,
amigos! | | La fortuna es del déspota... yo muero. | | (Muere.) |
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EL REY | Ve a acompañar tus viles partidarios.
| | Ahí tenéis vuestro jefe: yo os lo vuelvo.
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(Cogiendo el cuerpo y asomándose a una ventana. Se
oyen mueras y voces en la calle.)
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Escena VI
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Dichos y GARCÍA,
que entra precipitadamente.
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GARCÍA | Fugitivo
| | Corre a salvarse, amedrentado el pueblo | | Que a Hernán
Castro siguió; los otros nobles | | Exhalaron, luchando,
sus alientos | | Sin querer someterse. |
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EL REY | (Encendido
en cólera.) | Y
bien: perezcan. | |
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LA PADILLA | ¿Y Blanca? ¿Blanca se salvó?
¿Pudieron | | Libertarla tal vez? |
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GARCÍA | (Con su acostumbrada
frialdad.) | Blanca,
en su cárcel, | | Lamenta ahora sus amigos muertos.
| | Ella los vio luchar, y en vano, en vano, | | Tendió
los brazos, su favor pidiendo. | | Los vio también morir.
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LA PADILLA | Ella es, señor, la que alborota
el pueblo. | |
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GARCÍA | Su nombre al menos los disturbios
mueve, | | Y aparente razón da a los intentos | | Del
astuto traidor. |
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EL REY | (Como reflexivo.) | Si
ella es culpable... | |
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GARCÍA | Ella es culpable del tumulto
mesmo, | | Que acaba de estallar; Blanca y Enrique | | Hoy tramaron
romper; hoy presumieron | | Con engaños y lágrimas
moverte, | | Para clavarte su puñal sin riesgo. | | La
noche, sí, que perdonaste a Enrique | | Castro y los
suyos contra ti se unieron, | | Por consejo del pérfido
y de Blanca; | | He aquí, señor, de tu bondad
el premio. | |
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EL REY | (Como fastidiado y distraído
el resto de la escena, pregunta con indiferencia:) | ¿Y Enrique?
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GARCÍA | No fue la causa de su fuga el miedo.
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LA PADILLA | (Con ironía.) | Fue por volver a
su adorada Blanca | | Y consolarla, y suplicar de nuevo | | Tu
clemencia y perdón; fue porque saben | | Que siempre
tu furor calman sus ruegos. | |
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GARCÍA | Aun ellos guardan
la esperanza ahora | | De volver a la lid. Oculto hierro | |
Tal vez con risa la traición prepara, | | O la dorada
copa del veneno | | Acechándote ya. |
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LA PADILLA |
Lo
has visto hoy mismo; | | Tu vida sólo libertó
tu esfuerzo. | |
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GARCÍA | Sólo su muerte libertar
pudiera | | De la guerra civil que amaga al reino, | | Y volvemos
la paz; sólo su muerte | | Puede calmar la tempestad
que siento. | | Prudencia en tanto; publicarla ahora | | También
pudiera apresurar el riesgo | | Que yo intento alejar. |
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EL REY | Yo
te la entrego. | | (Vase.) |
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LA PADILLA | Vuelve
al castillo. | | ¡Manda que muera! ¡Ve! |
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Escena VII
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Prisión de BLANCA.
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BLANCA y
LEONOR.
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BLANCA | (Como enajenada.) | ¡La Padilla y el rey! ¡Y
ella en el trono! | | Era un sueño, Leonor, todo era
un sueno. | | Dime que no es verdad... ¡Ah!, yo la he visto
| | Y el rey, feroz, sin escuchar mis ruegos | | Me ha arrojado
de sí. Voces, espadas... | | ¿Era un sueño, Leonor?
Dímelo al menos. | |
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LEONOR | Sosiega, ¡oh reina!, tu dolor.
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BLANCA | ¿Yo
reina? | | Para siempre, Leonor, dejé de serlo. | | Brillante,
altiva, en mi dolor triunfando, | | Me vio bañada en
lágrimas. Yo sólo | | Pedí la muerte,
por consuelo mío, | | Y él me negó la
muerte con desprecio. | |
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LEONOR | ¡Cálmate, por piedad!
¡Ah!, la esperanza | | No así abandone tu afligido pecho.
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BLANCA | No me abandona, no; la muerte al cabo | | Es también
esperanza. Tú en mi acerbo | | Pesar no puedes consolarme;
todos | | Me abandonaron ya: ya no hay remedio. | | Deja que
yo desesperada muera | | Y se harte en hiel mi corazón
sediento; | | No me consueles más. Pedro la adora, | | La eleva al trono que ocupé yo un tiempo | | Bebe el
placer en sus impuros labios, | | Y de mi pena y de mi amor
riendo, | | De sí me arroja y mi dolor burlando, | | Calma
mi sed con copas de veneno. | | (Se arroja al suelo.) | He aquí,
Leonor, el trono de una reina, | | Que ajada, opresa por su
esposo mesmo, | | Sólo en la paz de la callada tumba
| | Puede esperar a su dolor remedio. | |
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LEONOR | Alguien se acerca;
sosegaos. |
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BLANCA | ¡Huyamos!
| | Los tigres a gozar vienen hambrientos | | En su presa infeliz.
¡Leonor, huyamos! | | Tintas sus manos en la sangre veo | | De
sus hermanos mismos. |
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(Huye precipitadamente, llevándose
a LEONOR por la puerta de la derecha.)
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Escena VIII
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GARCÍA,
EL ALCAIDE
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GARCÍA | Sí,
Don Tello; | | Hoy intentaba libertarla Enrique; | | Hoy el bando
rebelde, osado y fiero, | | Violó el palacio del monarca
augusto, | | Y alguno hubo que hasta el trono mesmo | | Osándose
lanzar, midió su espada | | Con la espada del rey, y
cuerpo a cuerpo. | |
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DON TELLO | ¿Con la espada del rey?
Decid, García, | | Y ¿cómo aún el merecido
premio | | No han recibido ya crímenes tantos? | |
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GARCÍA |
El rey los perdonó; la paz del reino | | Sólo
exige una víctima; los otros | | Son de sus artes instrumentos
ciegos. | | Blanca... |
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GARCÍA | Sí,
Blanca es culpable. | | Obedeced del rey el mandamiento. | |
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GARCÍA | Y
ejecutada | | Ha de ser aquí mismo y en secreto. | | El
rey lo manda. |
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GARCÍA | Esta noche a las doce, con silencio
| | En un sitio apartado en el castillo, | | Debe morir, por
que lo ignore el pueblo. | | Abenfarax, el hijo de la Maga,
| | Vendrá a cumplir el mandamiento regio. | |
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GARCÍA | Sí;
a media noche: | | Disponedla a morir. Adiós, Don Tello.
| | (Vase.) |
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