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ArribaAbajoII. D. Lázaro Díaz del Valle y de la Puerta

Apena verdaderamente el ánimo la consideración de que se halle completamente preterida la memoria de varones ilustres que consagraron su vida entera al engrandecimiento y esplendor de la patria. Los servicios merecen siempre recompensa; ¿y qué otra puede otorgarse á los que han dejado ya de existir en pago de los suyos que la publicidad? El olvido arguye indiferencia, tal vez desprecio; y tanto lo uno como lo otro es altamente censurable y hasta punible en aquel á quien con razón pueda imputarse. Y cuenta que el reo de esta falta ó delito no es la colectividad que, no siendo persona jurídica, no es susceptible de responsabilidad alguna, sino el individuo ó individuos que de intento ó al acaso han logrado adquirir noticias que honran el nombre de los que fueron; porque debe tenerse entendido que la publicidad   —472→   es pensión que grava á todo conocimiento útil. El que posea, pues, noticias que sirvan para desagraviar la memoria de alguno con quien se haya cometido la iniquidad denunciada, tiene el deber ineludible de publicarlas, y al cumplirlo, sin perder la propia personalidad, asume la de la patria, cuyo mandatario se constituye; pues, á la patria, dueña como es del alto dominio, corresponden aquellas de pleno derecho. Hé aquí cómo la sociedad paga la deuda de gratitud y justicia que tiene para con sus hijos beneméritos. No queriendo nosotros hacernos solidarios de la falta que reprendemos, ya que hemos podido reunir algunos datos, honrosos por extremo, al insigne patricio cuyo nombre sirve de epígrafe, evoquemos, siquiera sea por breves momentos, su grato recuerdo.

D. Lázaro Díaz del Valle y de la Puerta, hijo legítimo de los Sres. D. Bartolomé el Viejo y doña María, nació en la ciudad de León, en uno de los primeros días de Abril del año 1606, pues del acta de su bautismo resulta haber recibido este sacramento en la parroquia de San Martín, de mano del rector de la misma, maestro Rojas Serrano, el día 3 de dicho mes. Fué D. Bartolomé mayordomo de propios de la ciudad511, destino que, según los estatutos municipales, no podía conferirse si no á persona que reuniese las condiciones de honradez y arraigo indispensables en todo aquel que haya de manejar los caudales de la República. Tuvo D. Lázaro tres hermanas, doña Melchora, de estado honesto, que falleció antes que él; doña Jacinta, religiosa en el monasterio de Santa María de Carvajal de León, y doña Paula, viuda, vecina de León, madre de doña Paula Fernández del Valle, casada con D. Fernando de Olivera Madrid y Santistevan, señor del mayorazgo de Quintana de Raneros y vecino de León. Gerardo Ernesto de Franckenau (D. Juan Lúcas Cortés), en su Bibliotheca Hispánica Histórico-Genealógica Heráldica, le da el apellido Quiñones, quizá engañado por relaciones de afinidad que pudiera tener con esta renombrada familia; porque parece indudable   —473→   que por consanguinidad no le correspondía; pero aun sin esto, á juzgar por la ascendencia y entronques de los Valle, por el título honorífico Doña que se da á su madre y hermanas en documentos oficiales, y por el enlace de su sobrina con persona de distinción, la familia de D. Lázaro era de las que constituían la primera nobleza de la ciudad512.

Del destino que tuvo, del estado que tomó, y de la índole de los escritos en que ejercitó su pluma, se deduce fácilmente cuáles fueron los estudios científicos, literarios y artísticos en que hubo de ocuparse D. Lázaro desde los primeros años de su juventud. Siendo de tierna edad pasó á la corte, al amparo y bajo la protección de dos tíos que desempeñaban oficios de la mayor confianza en el palacio de los Reyes, pues era el uno tesorero general de su majestad Felipe IV y contador de resultas, y el otro sumiller de la cava (hoy gentil hombre de la boca) de la infanta María Teresa, después reina de Francia. A este favor, y á la excelente voz con que le había dotado la naturaleza, pues él mismo dice en la dedicatoria de una de sus obras que «era caponcillo513 y tenía buena voz», debió ser admitido de alumno en el Colegio de la Real Capilla, donde estudió música, con tal aprovechamiento, que no tardó en obtener plaza de cantor, siendo después promovido al magisterio de la Real Capilla. La noticia de este último cargo no la debemos á D. Lázaro, que en su modestia jamás se tituló otra cosa que criado de su majestad en su Real Capilla y cronista general de estos reinos, como se lee en su testamento, sino al libro de Acuerdos del Monasterio de monjas de Santa María de Carvajal de León, del cual fué insigne bienhechor, donde se le llama expresamente cronista de su majestad y maestro de su Real Capilla.

En su juventud sirvió de paje á D. Diego de Guzmán; y después, de familiar á D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, uno y   —474→   otro patriarcas de las Indias, habiendo debido al último especial protección, que no otra cosa significa la expresión de gratitud usada por D. Lázaro, llamándose hechura de este alto dignatario eclesiástico. Franckenau dice que fué clérigo y capellán de altar del real convento de monjas descalzas de Madrid, y en el libro de Acuerdos del monasterio de Carbajal de León, poco há citado, se le da el título de licenciado, título con que en aquella época solían ser designados los clérigos. En su edad viril se consagró con ardor á lecturas históricas, estudio tan diferente, como él mismo dice, de la nobilísima y liberal arte de la cristiana música, su primera profesión; pero en el que, merced á su especial aptitud y continua aplicación, hizo notables progresos, atesorando rico caudal de noticias de toda especie. Las Cortes de Castilla y de León, que se celebraron desde 15 de Febrero de 1655 á 23 de Diciembre de 1658, proveyeron en D. Lázaro el cargo de cronista general de estos reinos, que á la sazón se hallaba vacante, movidas del ventajoso concepto que el público formara de los vastos conocimientos del insigne leonés en este ramo del saber.

No defraudó las esperanzas de los que le honraron con destino de tanto empeño, pues «escribió para el rey y otras personas obras genealógicas, políticas é históricas de gran estudio, adornadas del dibujo y divina poesía en romance y latín, y de otras nobles y liberales artes é ilustres ciencias de mucha curiosidad é importancia.» D. Luís de Salazar y Castro, en su Historia genealógica de la Casa de Lara, juzga ventajosamente á Díaz del Valle como genealogista, diciendo de sus obras que están «escritas con exactitud é inspiradas en el amor á la verdad.» No es menos favorable el juicio que acerca del mismo emite D. Gaspar Melchor de Jovellanos en carta á D. Juan Agustín Cean Bermúdez, fecha 2 de Agosto de 1795514, considerándole como aficionado al trato de las musas, pues le llama decente poeta; y con efecto, cantó en regulares sonetos la pericia de algunos pintores españoles, de los cuales trató íntimamente á todos los coetáneos con residencia en la corte, llevado de su natural inclinación á   —475→   esta bella arte, que bien puede asegurarse no tuvo en su tiempo más entusiasta apasionado; tanto, que se dedicó á su cultivo con no escaso éxito. Hé aquí lo que á este propósito dice D. Juan Agustín Cean Bermúdez en la siguiente nota al Prólogo de su Diccionario de los profesores de las bellas artes en España: «Este escritor, son sus palabras, fué cronista de los reinos de León y Castilla, y de muy extendidos conocimientos según el gusto de su tiempo: muy buen dibujante, pues se conservan de su mano un correcto dibujo á la pluma del rey D. Pelayo, muchos y buenos escudos de armas y adornos que hacía para sus empresas y árboles genealógicos: decente poeta, pues componía sonetos en loor de los artistas; y amigo de los que vivían entonces en el reino.» Estas noticias están tomadas casi á la letra de una carta, antes citada, de las que dirigió á Cean Bermúdez su amigo Jovellanos, siendo de sentir que este ilustrado hombre público no llegase á formar el artículo biográfico de D. Lázaro Díaz del Valle y de la Puerta, que ofrece al citado Cean para su Diccionario, en el cual cree tiene derecho á figurar el ilustre leonés, bien como pintor, pues dibujaba é iluminaba con perfección y hacía retratos á la pluma tan buenos que no sería justo negarle el nombre de artista, bien como colector de noticias para la historia de la pintura en España. Quiso llevar más allá de la tumba el aprecio y estimación que hacía de las artes del diseño, pues en su testamento dispone que se coloquen sobre su epitafio sepulcral, que debia estar en la pared, dos bellos cuadros, á saber: la Virgen María con el cadáver de su hijo Jesús en el regazo, y San Juan arrodillado, original de Antonio Arias Fernández, pintado en 1658, y la Resurrección de Lázaro, que lo es de D. Juan Antonio Escalante, en 1669.

Hasta qué punto amó á su patria, lo dice elocuentemente la siguiente cláusula de su testamento: «A la dicha ciudad de Leon, por el mucho amor y voluntad que la tengo y ser hijo della, la mando dos Libros que tengo escritos en pergamino y otro que es tercera parte que está empezado de la Historia de la Nobleza del reino de Leon y principado de Asturias ¿Se cumplió esta disposición testamentaria? Los libros legados aparecen en otras manos que las de la corporación municipal de León, y por eso   —476→   entendemos que no, sin que nos sea dado adivinar la causa de que haya quedado sin efecto en esta parte la última voluntad del testador.

Es autor, como ya dijimos, de varias obras históricas y genealógicas, de las cuales, por desgracia, ninguna hasta ahora ha visto la luz pública, y algunas quizá hayan perecido, siendo irreparable el daño que en la república de las letras ocasiona su pérdida. Las de que tenemos noticia son las siguientes:

1 Historia y nobleza del reino de León y principado de Asturias, tres partes, la última solo empezada, 3 volúmenes en vitela, folio, 1657-1669. El primero, que se compone de 229 hojas, con un mapa, árboles genealógicos, retratos, empresas y escudos de armas, perteneció á D. Luís de Paz Nieto y Silva, vecino de Salamanca, quien le vendió al colegio mayor de San Bartolomé de aquella Universidad; de aquí pasó á ser propiedad de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, siendo en la actualidad una de las más preciadas joyas que se guardan en la selecta biblioteca fundada por este distinguido repúblico en la villa de Gijón, su patria. El segundo le poseía doña María de los Remedios, viuda de D. Domingo de Guzmán; y después obraba en poder de D. Juan de Guzmán, hijo del marqués de Almarza, de la misma vecindad, sin que se sepa cuál haya sido su suerte. Del tercero no se tiene más noticia que la que da su autor en la preinserta cláusula de su testamento515.

2 Nobleza en sangre y heróicas virtudes del rey nuestro señor Felipe IV, con iluminaciones, 1 vol. Estaba en poder de D. Pedro   —477→   Fernández del Campo, secretario de Estado de su Majestad, y encarga el autor en su testamento que se recoja y venda, invirtiendo su precio en obras pias.

3 Genealogía de la Casa de Toral, ó comentario de la ilustre familia de Guzmán, y principalmente de la rama de los marqueses de Toral, de donde derivan su origen los duques de Medina de las Torres. 1 vol. Le cita Franckenau.

4 Ilustración genealógica de D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, patriarca de las Indias, con un catálogo de los patriarcas que ha habido, el origen de esta dignidad y de los Capellanes mayores de los Reyes de España, el nombre de capellán y de capilla, y un índice de los Sumilleres de cortina con las genealogías de los capellanes de honor y predicadores de su majestad del tiempo del Sr. Pérez de Guzmán. 1 vol. fol., 1656, con escudos de armas, árboles genealógicos y retrato á la pluma del patriarca D. Alonso Pérez de Guzmán. Esta es la obra que menciona Franckenau con el título: Tratado de la Capilla real de los señores Reyes de España, con las genealogías de muchos patriarcas de las Indias, capellanes de honor y predicadores de su Majestad. D. Pedro Portocarrero, patriarca que fué de las Indias (1691-1701), conservaba en su copiosa y escogida biblioteca el autógrafo. Al presente se halla en la biblioteca de la Academia de la Historia, colección de Salazar.

5 Memoria de algunos hombres excelentes que ha habido en España en las artes del dibujo. 1 vol., 1657-1659. En 1795 existía en poder del abogado D. José Reunes516, secretario del duque de Alba y académico de la Historia. De este manuscrito hizo sacar copia Jovellanos, y se la envió á Cean Bermúdez. Esta obra en su forma actual no fué dispuesta por Díaz del Valle, pero le pertenece; porque no es más que una compilación de noticias de pintores españoles entresacadas de sus escritos, verosímilmente   —478→   de la segunda parte de su Historia, que comprende desde don Juan II de Castilla hasta el rey de España Carlos II.

El testamento bajo que falleció, le otorgó D. Lázaro en Madrid á 26 de Febrero de 1669, hallándose á la sazón enfermo de tal gravedad que no le fué posible firmar. En él dispone sea depositado su cadáver en el convento real de los Angeles de la villa de Madrid, y después trasladado á la ciudad de León y sepultado en la iglesia de religiosas benedictinas de Santa María de Carbajal, en lugar decente según su calidad, colocando en la pared una lápida de alabastro con el siguiente epitafio: «Aquí yace D. Lázaro Díaz del Valle y de la Puerta, natural desta ciudad de León, y criado del rey nuestro señor Felipe IV en su real Capilla, y su coronista general en estos reinos de España, el qual por grande devoción que tuvo á nuestro padre San Benito y á este santo convento se mandó trasladar á él desde el real de los Angeles de Madrid, donde fué depositado en... y aquí fué trasladado en... Dejó una memoria de una misa perpetua cada día, que se ha de decir en este santo convento á las doce dadas. Rueguen á Dios por él.»

Poco debió sobrevivir D. Lázaro al otorgamiento de su testamento, pues en el libro de acuerdos del monasterio de monjas de Santa María de Carbajal de León, antes citado, se le supone ya muerto en el mismo año 1669; y no mucho tiempo después hubo de hacerse la traslación de sus restos á la iglesia de dicho monasterio, siendo decorosamente colocados bajo lápida, con inscripción en el área del templo, no lejos de la reja del coro, al pie del altar á que sirve de ornato el precioso cuadro de María con el cadáver de Jesús y el discípulo predilecto de rodillas, legado del piadoso difunto. Cerca en el muro se halla colgado el otro cuadro que representa la resurrección de Lázaro, destinado, como el anterior, para este objeto por el finado en su última voluntad.

Al escribir estos ligeros apuntes acerca de Díaz del Valle, no llevamos otro propósito que llamar la atención de biógrafos y bibliófilos sobre este olvidado escritor, estimulando á los unos á que emprendan un estudio completo del laborioso cronista, y á los otros á que den á conocer las obras citadas, cuyo paradero se ignora, si por dicha se conservan, y las demás que hayan salido   —479→   de su fecunda pluma, si no fueron aquellas las únicas, como no sin fundamento se presume. Si alcanzásemos estos fines, no habría sido enteramente infecundo nuestro modesto trabajo517.

León Setiembre de 1887.

Juan L. Castrillón,

Presbítero
Correspondiente de la Real Academia de la Historia