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ArribaAbajoIII. Carta apócrifa de Napoleón I

José Gómez de Arteche


Los periódicos de Madrid, en los días 1 y 2 de Mayo actual, han publicado la traducción de una carta que se atribuye al Emperador Napoleón I, como dirigida el 9 de Setiembre de 1808 á su hermano José y suponiéndola autógrafa y digna de llamar la atención de los españoles por los conceptos que encierra.

Esa traducción, tal como se lee en los periódicos y en una hoja volante que se vendió por las calles el segundo de aquellos días, estampada junto al facsímile del pretendido autógrafo, dice así:

«París, Setiembre 9 de 1808.

Mi querido hermano José Napoleón, Rey de España:

Comprendí que andando el tiempo, los sucesos que ocurrieron sucesivamente desde que Dupont tomó la resolución de abandonar Andújar, y que las tropas españolas pasaron el Guadalquivir, vendrían á echar por tierra todos los adelantos de vuestro reinado; así sucedió, coronando mis temores los acontecimientos de Bailén.

Nada se ha perdido; desde la estrategia de Bayona tengo en mi poder al imbécil Rey Fernando VII, y á eso deberemos el   —467→   éxito de vuestro reinado en el Trono de España; pero necesario se hace que escuchéis y observéis las instrucciones que os mando con mi leal general Savary, sin olvidar que se hace preciso más de una gran energía con esa raza española tan inflexible é indomable y que, en el mundo, es la única que llegaría á temer, porque vendría á ser un obstáculo invencible para mis proyectos continentales.

Os lo repito: observad mis instrucciones y contad con el afecto de vuestro hermano

BUONAPARTE.»



Pues bien; esa carta es apócrifa y está, además, confeccionada con una torpeza incalificable:

1.º Porque Napoleón fechaba sus despachos y cartas de aquellos días en Saint-Cloud y no en París.

2.º Porque sus cartas al rey José comienzan invariablemente con esta frase tan seca como lacónica: Mon frère.

3.º Porque desde fines de Marzo de 1796, Napoleón dejó de firmarse «Buonaparte» para afrancesar su apellido, y desde Mayo de 1804, en que fué proclamado Emperador, nunca firmó sino con su nombre. ¿Cómo; de todos modos, había de hacerlo para con sus hermanos mas que con el nombre de pila? Le llamaban Buonaparte sus enemigos, los legitimistas y los republicanos, en son de desprecio y como echándole en cara su origen italiano. ¿Había, pues, de firmarse Buonaparte en el apogeo de su fortuna y de su gloria?

4.º Porque esa carta no se halla en la correspondencia de Napoleón ni en la del rey José, en la que, cabalmente, se puede leer otra de la misma fecha, escrita, por supuesto, en Saint-Cloud y firmada, como todas, «Napoleón»; muy distinta en sus conceptos de la que es objeto de este escrito.

5.º Porque el primer párrafo de esa carta no tiene sentido para quien sepa que del abandono de Andújar por Dupont á la batalla de Bailén, no pasó más tiempo que el de algunas horas de la noche del 18 de Julio.

6.º Porque el segundo párrafo no está de acuerdo con las anteriores correspondencias ni con las opiniones de Napoleón   —468→   en aquella época; y, por eso, se ha creído también apócrifa la carta de 29 de Marzo á Murat, que el conde de las Cases inserta en el Memorial de Santa Elena, muy debatida por todos los historiadores de la guerra de la Independencia, que, en su mayor número, la niegan la autenticidad que el conde la atribuye.

7.º y último. Porque los autógrafos de Napoleón no se descifran lo fácilmente que el facsímile que se ha vendido por las calles de Madrid y de que ofrezco un ejemplar á la Academia; en una palabra, porque no es esa la letra de Napoleón.

Y como haya dicho un périódico que el Gobierno español se proponía comprar ese papel, á fin de que no saliera ya de nuestro país un documento que tanto honra á sus habitantes, y sería vergonzoso se creyera á esta Real Academia y á los demás españoles en el estado de inocencia en que, por lo sucedido con esos diarios, lo supondrán los que, fingiendo esa carta, han logrado seducir á sus actuales poseedores y á cuantos la han creído autógrafa, me he tomado la libertad de presentar á nuestra docta Corporación las preinsertas consideraciones que espero acogerá con su acostumbrada benevolencia.

Madrid, 4 de Mayo de 1886.

JOSÉ GÓMEZ DE ARTECHE.