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Excmo. Sr. D. Fernando Corradi


La Real Academia de la Historia tiene hoy que dedicar nuevamente triste recuerdo á otro de sus dignos individuos, y al hacerlo consigna en las páginas de su BOLETÍN los siguientes datos biográficos del distinguido individuo de su seno que llora perdido datos de tan auténtico origen, como que, á pesar del inmenso dolor que la oprime, accediendo á nuestra súplica, nos han sido facilitados por la ilustrada viuda de nuestro compañero.

D. Fernando de Corradi era hijo de D. Juan Corradi, natural de Corte Maggiore, ducado de Parma. D. Juan Corradi, de la familia de los marqueses de Corradi, vino á España como guardia de Corps, de la Compañía Italiana, recomendado á la reina doña María-Luisa por el duque de Parma. Hacía muy poco tiempo que había ascendido á cadete de guardias, empleo equivalente á capitán de caballería, y había dejado el cuerpo para ingresar en el Estado Mayor, cuando fué complicado en la causa del Escorial, por su amistad íntima con el duque de San Carlos, y encerrado en la carcel de la Corona con su mujer y cinco hijos en la infancia. Por esta causa D. Fernando Corradi nació en la cárcel de la Corona.

D. Juan Corradi, que desde su llegada á España se dedicó con grande empeño al estudio de la lengua y de la literatura española, fué uno de los hombres más entusiastas del levantamiento y de la guerra de la Independencia. Escribió en los periódicos más   —155→   importantes de aquella época, y fué muy querido de Argüelles, Muñoz Torrero, y muy especialmente por el conde de Toreno.

Al inaugurarse las Cortes de Cádiz en 1810, fué nombrado director del Diario de las Sesiones de las mismas, y se puede decir que creó esta publicación, desconocida hasta entonces en España, lo que es muy notable tratándose de un extranjero, aunque hubiese obtenido ya carta de naturaleza.

Obligado á emigrar en 1814, era tal el afecto que el conde de Toreno le profesaba, que partió con él el poco dinero que tenía en su poder, para que se embarcara en Cádiz con toda su familia.

Pasó D. Juan Corradi en Francia del año 14 al 20, y cuando regresó á España, dejó á su hijo Fernando en Paris en un colegio, para terminar su educación.

Volvió D. Fernando á España en 1830, y empezó á darse á conocer por varias obras en prosa y verso, entre las cuales recordamos á Zora ó amor y heroismo, y otras varias, que se publicaron en los periódicos de entonces.

Cuando se anunció el certamen para el premio ofrecido por el Comisario general de Cruzada, Sr. Varela, gran protector de las letras, al que compusiese el mejor poema sobre el Cerco de Zamora, D. Fernando Corradi se presentó en el concurso, y su obra fué premiada. El Comisario de Cruzada, además de darle el premio ofrecido, le señaló una pensión de 6.000 rs anuales, que en aquella época equivalía al doble de 12.000 ahora, y no contento con esto, le hizo venir á la corte, le hospedó en su casa y lo nombró su secretario particular.

Desde entonces son numerosas las obras escritas por Corradi, ya en verso, ya en prosa. Torrijos ó las víctimas de Málaga, Don García, drama en verso, Lecciones de elocuencia forense y parlamentaria, Lecciones de literatura extranjera, la Monarquía visigoda, y otras muchas que seria prolijo enumerar, y que se conservan así impresas como manuscritas, mereciendo especial mención entre las primeras, un opúsculo sobre el poder temporal del Papa. También ensayó su pluma en el difícil género de la novela, escribiendo una con el título de Historia que parece novela.

En 1836 fué nombrado oficial del Ministerio de la Gobernación, dimitiendo en 1837 á consecuencia de la caída del Ministerio   —156→   progresista, y pocos meses después fué elegido por una gran mayoría concejal del Ayuntamiento de Madrid, en unas elecciones eminentemente políticas, que fueron muy combatidas por el Gobierno, designándole desde luego sus compañeros de Ayuntamiento para el cargo de procurador síndico. En esta situación se encontraba en 1840, cuando estalló la revolución de 1.º de Setiembre, y fué nombrado individuo de la Junta Suprema revolucionaria con el cargo de secretario general, que asumió durante algunos días las funciones que debían ejercer todos los Ministerios. Nombrada la regencia de Espartero, Corradi volvió á su casa sin querer recibir cargo alguno oficial; «No quiero, decía, puedan creer que he trabajado por ambición.» Cediendo después á las instancias del Gobierno, aceptó el gobierno civil de la provincia de la Coruña. Allí luchó con los demagogos de entonces; para contener sus exigencias, se atrajo á los que por sus ideas retrógradas eran una rémora de los primeros; fundó una Sociedad económica; calmó á unos; alentó á otros; y consiguió que se uniera los ánimos, y que se creasen vínculos de sociedad entre los que se consideraban como enemigos mortales.

La muerte de su buen padre le hizo abandonar el gobierno, y volvió á Madrid.

Ocurrió el pronunciamiento de 1843, y en el primer Ministerio que se constituyó fué nombrado oficial mayor en Gobernación, destino que en aquella época correspondía al puesto de Director en la actual.

Volvieron los moderados, y Corradi hizo dimisión, fundando en 1844 El Clamor Público, que fué hasta la revolución de 1854 uno de los más importantes periódicos de España.

La historia de aquellos once años es tan conocida, así como la influencia que en la dirección de su partido ejerció Corradi, que excusado sería entrar en ella, cuando la saben todos nuestros lectores.

Durante el bienio de 1854 á 1856, cediendo Corradi á las instancias del duque de la Victoria, fué á Lisboa de ministro plenipotenciario cerca del rey de Portugal.

Disueltas las Cortes, y habiendo caído aquel Gobierno, hizo dimisión y se retiró á la vida privada por pocos meses, pues sus   —157→   ideas y sus amigos le hicieron volver á la lucha, escribiendo aquel fatídico artículo, intitulado Para Espartero el olvido, para O'donell la expiación.

Diputado por Cuenca en 1843 y por Burgos en 1854, fué senador vitalicio en 1865, nombrado por S. M. la Reina Doña Isabel II, y propuesto por un Gabinete presidido por el general Narvaez.

Al levantarse el general Prim, Corradi presentó en el Senado una proposición ofreciendo apoyo á la Reina, que fué votada por unanimidad. Allí anunció la caída de Napoleón III, y al Ministerio O'donell que sus siete autorizaciones serían la red que fabricaba para su propia muerte. Trabajó con ahinco para que los partidos adoptasen una legalidad común, que pusiese á la Nación al abrigo de cambios constitucionales.

Llegó la revolución del 68, y Corradi empezó á trabajar desde luego por la restauración, levantando en El Clamor Público la bandera de Alfonso XII, cuando el hacerlo era un peligro, cuando los amigos de la Reina y del Príncipe estaban en el extranjero, llegando hasta formar un partido popular alfonsino, cuyo núcleo era el círculo así llamado, que también formó.

En 1881 se presentó candidato á la senaduría por Alicante, y fué elegido senador por esta ciudad en aquellas elecciones generales.

Estuvo una temporada en Alicante y fué nombrado socio honorario de la Sociedad literaria. También dió allí varias conferencias y conserva en la población muchos amigos que le lloran.

Fué fundador del Ateneo de Madrid. Dió en él lecciones de literatura extranjera y de derecho público y de filosofía de la historia. Fué socio honorario del Círculo de la Unión Mercantil, donde dió varias conferencias, y en su juventud perteneció á la sociedad Económica Matritense.

Amigo íntimo de Nicasio Gallego, Quintana, Martínez de la Rosa, sólo la muerte los separó. Argüelles, Gil de la Cuadra, Don Martín de los Heros y Calatrava, fueron también sus amigos: los s primeros vivieron y murieron en la casa que ha habitado Corradi durante veinticinco años, y donde también ha muerto. ¡Extraña coincidencia! ¡Su cama ha ocupado el mismo sitio que   —158→   ocupó la de Argüelles! -Corradi, aunque muy liberal, era esencialmente cristiano y religioso. Siempre decía: «Tengo en mi alma un templo, donde doy culto á Dios y á la justicia.»

En el seno de nuestra Academia, donde pronunció un notable discurso de recepción, siendo apadrinado en tan solemne acto por el inolvidable D. Cayetano Rosell, ha desempeñado comisiones y emitido informes de importancia, en los que justificó la acertada elección de este cuerpo científico al llamarle á compartir sus tareas.

Estaba condecorado con grandes cruces nacionales y extranjeras, figurando entre las primeras la de Carlos III, pero siempre miró como la mayor y más alta distinción que pudiera llevar en su pecho, la medalla de nuestra Academia, á la que profesaba especial amor.

D. Fernando Corradi había nacido en 10 de Diciembre de 1808 y murió en 26 de Febrero del presente año. ¡Dios le haya acogido en su seno, y consuele á su afligida y digna esposa!

R.