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ArribaAbajoVIII. La iglesia de Sancti-Spíritus en Salamanca

Vicente de la Fuente


Con fecha 26 de Mayo tuvo á bien nuestro digno señor Director encargar al que suscribe informase acerca de una solicitud del muy ilustrado señor obispo de Salamanca, á fin de que la iglesia, en otro tiempo regular exenta, de Sancti-Spíritus, hoy parroquial, sea declarada monumento nacional. Al expediente incoado al efecto acompaña el informe razonado emitido ya por nuestra hermana la Academia de San Fernando, describiendo el valor artístico de aquel edificio, y aun algo de su mérito bajo el punto de vista histórico, con lo que se aminora ya anticipadamente el trabajo de nuestro informe. En efecto, menciona éste los sepulcros de D. Martín Alfonso, hijo natural de Alfonso IX, y el de su tercera mujer doña María Méndez, la Portuguesa, que en su presbiterio fueron enterrados.

Estos sepulcros también pasaron á la historia. El edificio padeció mucho en la guerra de la Independencia, y aun se conjetura que la iglesia había sufrido varias transformaciones, como también los sepulcros, con motivo de restauraciones poco afortunadas.

El origen del convento de Comendadoras es distinto del de la iglesia de Sancti-Spíritus. Esta era una de las muchas parroquias, tan pobres como mezquinas, que se hallaban á cada paso en Salamanca en el siglo XII. Aquel pueblo, formado de aluvión, adolecía de un individualismo antagónico y casi anárquico á veces. Cada barrio tenía una procedencia distinta, y su fuero particular de población. Francos, portugueses, gallegos, bragancinos, toreses, aragoneses y navarros, habían llevado allí su contingente, y las parroquias guardaban como apelativo el recuerdo de su origen y procedencia. Las Órdenes militares, tanto de Palestina como de Castilla, establecieron allí sus reales: tuvieron los templarios á Santo Tomás, los hospitalarios de San Juan la iglesia y territorio de San Juan de Barbalos, á San Cristóbal los del Santo Sepulcro,   —176→   la Magdalena era de los calatravos; y aún había otras órdenes militares, y llegaron á ser más de 30 las parroquias, míseras todas ellas, repartidos los diezmos, cultos y ofrendas entre tantas á la vez. Una de ellas era la de Sancti-Spíritus.

Cerca de ella vivían unas religiosas en un asilo llamado de Santa Ana. Según la tradición, se albergaban allí algunas señoras mientras sus maridos estaban en campaña, cosa muy usual en aquel tiempo, y que dió origen á más de un monasterio de esta clase, y cuyas religiosas tomaron más adelante el nombre de Comendadoras, pues no pocas veces lo habían sido de la Orden de Santiago sus maridos.

Tenía esta Orden sobre las otras la diferencia, no pequeña, de que sus caballeros podían ser casados, pues lo eran algunos de los trece primeros que habían instituído aquella célebre Milicia, al paso que los de Calatrava y Alcántara, como los Templarios, eran monjes cistercienses y profesos, y por tanto, célibes, aunque legos ó laicos, como dan en decir ahora.

Como estos caballeros y Comendadores casados, al dejar en aquellos asilos sus mujeres ó hijas, se despedían, quizá para la eternidad, al llegar la noticia de haber sucumbido aquellos en campaña, sus esposas, ya viudas, seguían ocultando su dolor en el albergue donde habían buscado pasajero acogimiento.

Una inscripción descabellada y ferozmente apócrifa, llena de anacronismos, que está en una enorme lápida sobre la puerta de la iglesia, supone que el rey D. Fernando I de Castilla dió en 1030 bienes á la iglesia de Sancti-Spíritus y mandó que la Superiora se llamase Comendadora, suponiendo existente la Orden de Santiago ya en tiempo de aquel monarca. Algún bellaco mal entretenido, por adular á la Comunidad y su Comendadora, debió fingir aquel descabellado privilegio, pues ni reinaba todavía Fernando I en 1030, ni la caballería de Santiago se instituyó hasta más de un siglo después, ni el falsario conocía el lenguaje ni las fórmulas cancillerescas del siglo XI.

Descubierto y desacreditado el fraude, alguna vez se ha pensado en picar la piedra y hacer desaparecer la inscripción; pero vale más dejarla, una vez conocido el yerro. Cometióse este para acreditar la tradición de como el beaterio de Santa Ana de piadosas   —177→   señoras de caballeros se convirtió en opulento monasterio de Comendadoras de Santiago. Nobles señoras de Castilla la Vieja eran las que allí aportaban sus cuantiosos dotes y legados de los caballeros sus parientes. A instancia de una de ellas, doña Isabel Osorio, escribió Fr. Luís de León los comentarios sobre el «Libro de los Cantares,» que tan caros le costaron. Aún aparecen en sus muros los nombres de algunas personas ilustres y Comendadoras, que costearon obras de construcción ó reparo. Sobre la puerta de la sacristía se lee: «Esta puerta y sacristía se hizo siendo Comendadora doña Juana de Figueroa, año de 1703.» El retablo principal lleva en una imposta otro rótulo que dice: «Se hizo siendo doña María de Bracamonte Comendadora, año de 1659.» Por renovación de escudos y blanqueo de iglesia se puso en 1768 otra inscripción, nombrando á doña Petronila Ignacia Pizarro de Cabeza de Baca.

Como iglesia exenta y dependiente de la jurisdicción maestral de Santiago, y en primera instancia de la Comendadora, consta que servía ya de parroquia en el siglo XIV, por la inscripción sepulcral del Licenciado Pedro Vidal, presbítero, quien fundó la primera capellanía en aquella iglesia, el año de 1363, de la cual eran patronos «los hombres buenos de esta parroquia.» Pero la parroquialidad databa del siglo XII y probablemente de los tiempos de D. Ramón de Borgoña ó del segundo marido de su viuda doña Urraca, D. Alfonso de Aragón, llamado el Batallador, que fué por algún tiempo muy bien quisto en Salamanca. La parroquialidad continuaba el año de 1222, en que la cedió el Cabildo á las religiosas de Santa Ana, si bien con sumisión á la jurisdicción ordinaria. La exención se cree que principió en tiempo de D. Alfonso el Sabio, que ya las llamó Comendadoras de Santiago, y se sabe que de entonces usaban la cruz de esta Orden y manto capitular.

La obra de la iglesia y su lindo coro, como hace notar la Academia de San Fernando, es de fines del siglo XV, y su portada plateresca de principios del XVI, como la de San Justo y otras varias de aquel tiempo, bastante parecidas en aquella ciudad.

Por desgracia, á fines del siglo pasado hicieron demoler su antiguo convento, que de seguro sería monumental, para construir   —178→   un enorme caserón, rudis indigestaque moles, que ha venido á parar en cárcel, para lo cual es más á propósito que hubiera sido para convento.

Con respecto á la iglesia, cuya declaración de monumento nacional pide justamente el prelado, el informe de la Academia de San Fernando prueba que merece esta recomendación por sus bellezas artísticas, y creo suficiente lo ya expuesto para acreditar que no es menor su mérito por la parte arqueológica é histórica, y por tanto, que conviene informar al Gobierno tenga á bien declarar monumento nacional, digno de conservación y gran aprecio por su mérito histórico y artístico la iglesia parroquial de Sancti-Spíritus en Salamanca.

La Academia, sin embargo, acordará como siempre lo más acertado.

Madrid 9 de Junio de 1885.

VICENTE DE LA FUENTE.