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«Bosquejo histórico de la dominación islamita en las Islas Baleares», por D. Álvaro Campaner

Francisco Codera y Zaidín





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Si la historia general de la dominación de los árabes en España está por escribir, dada la índole especial de tales estudios y los pocos cultivadores que hasta ahora han tenido, nadie extrañará que la historia particular de cada región esté aún más atrasada, aunque en el orden natural debiera suceder lo contrario; pues en tanto que no se llegue á tener historias parciales, difícil, por no decir imposible, será haya quien pueda escribir una historia general árabe, tanto más cuanto que los trabajos de investigación que es preciso ir acumulando, tienen, si no más aliciente, más estímulo para sostenerse, cuando se refieran á la historia de la provincia ó ciudad, que por lo mismo que es patria de menos individuos, es más patria de cada uno de nosotros, que la patria común.

Si este espíritu regional en buen sentido, que ha producido la obra de nuestro Correspondiente D. Álvaro Campaner, moviera á muchos con la fuerza que ha impulsado á nuestro amigo, tendríamos bosquejos de la dominación islamita en las diferentes   —474→   provincias, y con ello sería relativamente fácil hacer el general de la dominación de los árabes en España; pues aunque el señor Campaner no haya podido trazar la historia árabe de las Baleares, y así lo reconoce, ha reunido cuantos datos podía acumular quien no fuera arabista, aprovechando con diligente esmero cuantos libros creyó que podían serle útiles, fueran crónicas latinas ó italianas, ó árabes traducidas á lenguas vulgares.

En el certamen celebrado en Mallorca con motivo del quincuagésimo aniversario de la fundación del Instituto Balear de SEGUNDA ENSEÑANZA, el trabajo de que debo informar á la Academia obtuvo el premio ofrecido por su A. I. y R. el Archiduque de Austria Luís Salvador para el tema: Reseña histórico-crítica de la dominación de los Árabes y de los Moros en las islas Baleares desde sus primeras incursiones y definitivo establecimiento hasta su total expulsión de ellos en el año 1286 de la Era Cristiana.

Publicado este trabajo en 1888 en un elegante tomo en 8.º de XV y 321 páginas de esmerada impresión, hube de presentarlo á la Academia en nombre del autor, y encargado de informar acerca del mismo, casi me felicito de no haber cumplido á tiempo mi compromiso, pues accediendo á los deseos del Sr. Campaner, podré hoy añadir noticias de algún interés, desconocidas hace dos años, y aducir y rectificar otras, que, si conocidas por algunos, y aun vistas por mí en el tomo V de la Bibliotheca Arabico-hispana, que estaba publicando, no era fácil aprovechar, por no estar hechos los índices.

Para juzgar la obra del Sr. Campaner es preciso tener en cuenta el objeto que se propuso, que, como dice en la introducción, página X, se reduce «á presentar en forma compendiosa, y alguna vez razonada y crítica, cuanto halla relativo á los islamitas baleares en los textos arábigos desconocidos por los escritores mallorquines, sin perder de vista, por ningún concepto, la congruencia ó contradicción de dichas noticias con las de las crónicas ó historias cristianas, si acaso existen y merecen fijar la atención.»

Cómo haya desempeñado el autor su cometido, vamos á indicarlo, examinando el contenido de los siete capítulos de la obra, haciendo las observaciones que nos parezcan oportunas; pues el Sr. Campaner, prescindiendo de su amor de autor, nos rogaba   —475→   pusiésemos de manifiesto, sin compasión alguna, los errores en que hubiera podido incurrir.

En el Capítulo I, que dice: PRIMERAS INCURSIONES DE LOS ÁRABES EN LAS ISLAS BALEARES, como cuestión preliminar, trata de investigar quiénes dominaban en las Baleares en los últimos tiempos de la dominación visigoda en la Península, cosa no fácil de determinar por falta de datos, aunque se decide por la opinión de que las Baleares formaban parte del Imperio de Bizancio, cuya idea puede quizá robustecerse con la consideración de que Muza hizo una incursión en Mallorca, mandada por uno de sus hijos, antes de pensar en acometer á España; y, sin embargo, los visigodos nada hicieron por defender las Baleares, cuya suerte poco les importaba, si efectivamente pertenecían al Imperio de Oriente.

Viniendo á la invasión árabe, se fija en esta primera y pasajera incursión; llevada á cabo por Abdalá, hijo del futuro conquistador de España, el cual regresó á Africa con gran botín; pero, al parecer, sin que pretendiera fijar el dominio del islam en las Baleares: los autores árabes fijan estos datos, y aun alguno añade que Muza llevó prisionero á Oriente al rey ó gobernador de Mallorca.

Capítulo II. DOMINACIÓN OMEYYA DE LAS ISLAS BALEARES (de 290 á 405 de la hégira).

Después de una ligera reseña de la dominación árabe en España hasta el tiempo de Abdalá, en que fueron conquistadas las Baleares, entra á dar cuantas noticias se conocen de esta conquista, que en su mayor parte están tomadas de Abén Jaldun.

Como hemos estudiado la obra con interés, y debemos señalar lo bueno y malo de la misma, nos permitimos, como primera observación, indicar que nos parecen injustas las apreciaciones respecto á la conducta de los judíos, de quienes se dice que «con indigna traición no vacilaron en unirse á los musulmanes y entregarles poblaciones de tanta importancia como Toledo.»

Después de habernos fijado desde hace mucho tiempo en los textos primitivos referentes á la parte que tomaran los judíos en la conquista árabe, no encontramos ninguno que para nosotros pruebe culpabilidad alguna de esta raza en el asunto de que se trata: es verdad que pronto fraternizaron, como hoy se dice, con   —476→   los árabes, y lo mismo se admite de muchos cristianos, al menos de los amigos y parciales de los hijos de Witiza, y el mismo señor Campaner admite que muchos españoles, y quizá fué la inmensa mayoría, se sometieron voluntariamente, ó al menos sin resistencia, después de las primeras derrotas. ¿Tenían los judíos motivos para sentir mucho la caída del Imperio visigodo, y para odiar la dominación de un pueblo como el árabe, tan afin bajo todos conceptos al suyo? Poco iban á perder, si no ganaban con el cambio de dominador.

Hubiéramos podido hacer caso omiso de las pequeñas inexactitudes, ó ideas erróneas en nuestro sentir, que pululando en casi todos los autores que tratan de nuestra historia árabe, son aceptadas aun por los que conocen á fondo los textos árabes traducidos y las obras del Sr. Dozy; pero casi no es posible, y sobre todo, creemos que conviene á los progresos de la historia el que se vaya purgando esta de pequeños errores que puedan fomentar ideas falsas.

El Sr. Campaner, exagerando la importancia de las discordias intestinas entre árabes y bereberes (y no eran por cierto muy simpáticas sus relaciones en los últimos tiempos del emirato de pendiente de Damasco), al llegar á la venida de Abderrahmán I, le supone llamado «por algunos jeques, que cansados de aquel estado permanente de desorden ó intranquilidad, y deseosos además de separarse del Califato de Damasco... ofrecen el gobierno de la España islamita al joven príncipe Abderrahmán.»

Si el fugitivo Omeyya pareció llamado por algunos españoles, fué porque él había enviado un emisario á gestionar en su favor con todas las maquinaciones de que pudiera servirse Maquiavelo; y si fué tan fácil á su agente Béder hacer partido por su señor, se debió en gran parte á una idea político-religiosa, que no se ha tenido bastante en cuenta: los jefes que eran clientes, es decir, libertos ó descendientes de libertos de los Omeyyas, tenían como obligación de conciencia de ponerse incondicionalmente al servicio de Abderrahmán, y así lo hicieron en general, de modo que el emisario Béder solo necesitó de habilidad para comprometer á los que no eran clientes de la familia destronada en Oriente: por tanto, la tan célebre y simpática reunión de los   —477→   jeques para poner fin á la anarquía será muy poética, pero es falsa.

Quizá no fuera inoportuno rectificar las apreciaciones de adelantos que se atribuyen á los árabes, y de un modo concreto á Abderrahmán I, como el sistema de riegos, que probablemente poco debe á los árabes, si no es su conservación, y el nombre de los medios de elevar y conducir las aguas; pero esto nos haría interminables y parecería que teníamos empeño en rebajar el mérito de la obra que analizamos.

El autor, después de dar una rápida reseña de la dominación árabe hasta la extinción del califato, vuelve pasos atrás para narrar la conquista de Mallorca en tiempo del emir Abdalá (de 275 á 300 de la hégira) según la refiere Abén Jaldun, quizá el único autor que nos conserva datos algún tanto detallados y concretos, datos por ningún otro autor confirmados ni contradichos; pero en libro desconocido hasta hace poco, adquirido por esta Academia, encuentro noticias, ó más bien indicaciones, que si son ciertas, destruyen lo dicho por Abén Jaldun, sin que nos den bastante luz acerca de las varias veces que Mallorca fué conquistada por los musulmanes antes de la conquista, que pasa como primera, al menos definitiva.

Abén Aljathib1, hablando del reinado de Abderramán II (de 206 á 238 de la hégira, ó sea 821 á 852 de J. C.) dice estas pocas palabras: «en sus días se rompió el pacto en la isla de Mallorca, á la cual hizo una expedición (en persona ó no) con trescientas naves, conquistándola por segunda vez.»

Como se comprende, esta noticia es de importancia para la historia de las Baleares; pues supondría que estas habían entrado en poder del islamismo bastante antes de lo que creíamos y podría indicar que los isleños habían sacudido varias veces el yugo musulmán.

Referente á este período otro solo dato podemos añadir á lo expuesto por el Sr. Campaner, dato de alguna importancia local, pues se refiere al primer nombramiento de kadhí, y por tanto á   —478→   la organización del Gobierno en las Baleares: copiaremos la biografía, ya que solo tiene cinco líneas en el texto de Abén Alabbar; es la 1.204 de la Tecmila, dice así:

«Nafi ben Mohámmed ben Rahik ben Harits ben Jálaf ben Raxid el Çomati, bereber, fué kadhí de las Islas orientales de parte de Abderrahmán Annásir y él fué el primero que obtuvo en ellas el kahdiazgo el miércoles á siete por andar del mes de ramadhán2 del año 325: no dejó de ser kadhí en ellas, hasta que fue reemplazado por su tío Ahmed ben Rahik en el año 333: tomado de Aben Harits.»

Capítulo III. DOMINACIÓN DE LOS RÉGULOS O AMIRES DE DENIA EN LAS ISLAS BALEARES (de 405 á 468 de la hégira.)

En este período es cuando de hecho comienza la historia de los musulmanes en las Baleares, pues del período anterior sabemos poco y no muy claro; el autor, antes de entrar en el objeto especial de este capítulo, pretende dar una idea de las causas de la decadencia del poder de los Omeyyas, en las que habría algo que corregir ó restringir, como lo de los alzamientos de los mozárabes, los tratos de Abén Hafsun con los rebeldes alzados en Toledo, Mérida y Zaragoza, lo de que Abderramán III gobernara sin háchib por odio a la aristocracia árabe, lo de Hixem II fanatizado é intencionadamente embrutecido por Almanzor y la sultana Aurora, los feudos dados por los Amiries á los bereberes, y los partidarios de los Hammudies formando principados independientes en Granada, Carmona, Morón y Ronda, cuyas apreciaciones no creemos exactas, y acerca de las cuales llamamos la atención de nuestro amigo por si llega el caso de hacer una segunda edición de su obra.

No es mucho lo que podemos añadir á lo que el Sr. Campaner dice del reinado de Mochehid y de Almohaithí, rey, ó mejor dicho, pretendido califa, á pesar de que hemos encontrado biografías de ambos.

En primer lugar, hay que fijar bien el papel desempeñado por Abdalá ben Obaidalá ben Alwalid Almoaithí, á quien Mochehid   —479→   reconoció como califa3, según Aben Ayyadh y lo mismo dice Abén Pascual, que también le dedica una biografía. Almoaithí fué reconocido como califa en la parte de Oriente de Alandalus, sin duda en los dominios de Mochehid; pero los demás emires ó reyes independientes ni siquiera contestaron á la invitación hecha por el de Denia.

Según Abén Alatsir (t. IX, pág. 205), á fines de chumada postrero del año 4054, Almoaithí fué proclamado como califa (en Denia?) por Mochehid, y cerca de cinco meses después, ambos se fueron á Mallorca: parece que el poder conferido á Almoaithí era solo el espiritual, y que después de la expedición de Cerdeña conquistada por Mochehid en rebia 1.º del año 4065, trató de apropiarse el poder civil; pero Mochehid tuvo noticia de sus intentos y le desterró de Alandalus á la costa de África, hacia la parte de Bugía, donde hubo de dedicarse á la enseñanza de niños, hasta que murió en el año 432, según aseguran sus biógrafos Abén Pascual y Abén Ayyadh; aunque Abén Alatsir admite que Almoaithí había muerto al regresar Mochehid de Cerdeña, parece debemos seguir á sus biógrafos, tanto más, cuanto en el texto de Abén Alatsir hay indicios de que falta algo en la frase.

En cuanto á la desgraciada expedición de Cerdeña, llevada á cabo por Mochehid, el difunto senador italiano, Sr. Amari, publicó poco antes de su muerte dos documentos, tomado el uno de Abén Bassam y de Adhdhabbí el otro; este último había sido publicado por nosotros6, pero el texto del senador Amari está más completo7; poco aluden estos documentos, pero Adhdhabbí nos   —480→   da el nombre del almirante de la escuadra balear, Aben Jarrub, que no aprobó que la escuadra entrase en el puerto, y desairado por su señor, después del desastre sufrido por el ejército, se vengó del desaire con un picante verso dicho á Abén Alfotuh Tsabit ben Mohámmed que iba en la expedición8.

De la historia del reinado de Alí, hijo de Mochehid, poco ó nada tenemos que añadir ni rectificar; nos permitimos dudar, aunque algún autor lo diga, que Alí Ikbaloddaula llevase nunca el título de Almowaffak, que fué uno de los títulos de Mochehid.

Hacia el año 452 á 456 encontramos indicaciones de algo grave ocurrido en Mallorca, cuyo walí Abu Alabbaç Ahmed ben Raxik parece que debía de ser partidario de las doctrinas propaladas por Abu Mohámmed ben Hazam, á quien quizá llamó á Mallórca, donde propagó sus ideas que no pasaron desapercibidas de los celosos muslimes, alguno de los cuales llamó de Alandalus, á uno de los mayores doctores de su tiempo, á Abu Alwalid el Bechí, con quien Abén Hazam debió de disputar largamente, y á pesar de la parcialidad probable del walí en su favor, consiguió que le expulsara de Mallorca, ó hubo de abandonarla, por evitar quizá las iras populares.

Pudiera dudarse quién sea el Abu Mohámmed ben Hazam, que hizo propaganda en Mallorca, pues conocemos cuatro individuos de estos mismos nombres; pero tanto por el tiempo en que figuran como por las circunstancias personales de uno de ellos, no cabe dudar de que estos acontecimientos se refieren al más conocido de todos ellos, Abu Mohámmed Alí ben Ahmed ben Çaid ben Hazam, el de Persia, por más que en las biografías de este   —481→   personaje escritas por Abén Pascual y Adhdhabbí, ni la más ligera indicación encontramos de estas cuestiones: algo se vislumbra en la biografía publicada por Abén Jalicán, quien da indicaciones más concretas de sus estudios, sus cambios filosófico-religiosos y sus disputas, acres por su parte, con los mayores sabios de su tiempo.

«Nacido Abu Mohámmed Alí ben Hazam en Córdoba en el año 384, aunque oriundo de Persia, versado en toda clase de conocimientos de que dan testimonio las muchas obras que escribió en cerca de 400 volúmenes, de cuyas obras se conservan pocas, profesó primero las doctrinas de Xafiya, pero luego se pasó á la secta de los thahiries9, y estas doctrinas serían las que propagara en Mallorca: por lo que dice Abén Jalicán, resulta que era de muy mal carácter, y los faquihes y sabios trabajaron con los príncipes para que le echasen de sus estados; sus disputas y cosas que pasaron con Abu Alwalid Çuleiman Albechi serían largas de contar, dice Abén Jalicán.»

Lo que referente á estos sucesos hemos encontrado, consta en la Tecmila de Abén Alabbar, biografías 443, 1.467 y 2.027.

«Mohámmed ben Çaid, natural de Mallorca, que había hecho la peregrinación á la Meca en el año 452, y daba un curso de derecho y de principios, cuando Abu Mohámmed ben Hazam entró en Mallorca, escribió á Abu Alwalid Albechi, quien desde la costa se fué á las islas, y en unión de su amigo, disputaron con Abén Hazam, sofocándole y haciéndole salir de Mallorca; esta fué la causa de la enemistad entre ambos.»

En la biografía 1.467, hablando de Abu Abdalá ben Auf, faquí de la secta de Málic, dice que «después de él, entró en Mallorca Abu Mohámmed ben Hazam, por el interés de Abu Alabbaç ben Raxik en esto y que se extendió su secta.»

Hablando de Abu Alwalid ben Alberia, faquí también de la secta de Málic, en Mallorca, dice «que cuando se divulgó allí la ciencia de Abu Mohámmed ben Hazam hubo discusión entre ambos en la cual erró Abu Alwalid, y habiéndole hecho ver Abén Hazam la   —482→   gravedad de su dicho, Abu Alabbaç Ahmed ben Raxik, en cuya presencia tenía lugar la controversia, le encarceló; pero habiendo testificado su arrepentimiento después de algunos días, fué puesto en libertad y emprendió la peregrinación á la Meca.»

Abu Alabbaç Ahmed ben Raxik, que en estos sucesos interviene como walí de Mallorca, favorable á las predicaciones de Abu Mohámmed ben Hazam, «se crió en Murcia y trasladado á Córdoba, se dedicó al estudio, llegando á sobresalir en la redacción y escritura de cartas literarias; Abu Alchaix Mochehid lo nombró walí de Mallorca, donde además de tener cuidado de la justicia y administración civil, se ocupaba en el estudio del derecho y de la tradición; reunía á los sabios y virtuosos, á los cuales honraba, y en el arreglo de los negocios procedía con mucho cuidado; hospedó al faquí Abu Mohámmed ben Hazam cuando en Córdoba y otros puntos fué acusado de oposición á la secta de Málic y en su presencia disputaron (en Mallorca) Abu Mohálnmed ben Hazam y el khadí Abu Alwalid Albechi; murió de edad avanzada poco después del año 44010

Que las predicaciones de Abén Hazam en Mallorca tuvieron aceptación durante algún tiempo, se infiere de lo que dice Abén Pascual (pág. 415) del mallorquín Alí ben Çaid el Abdari, «el cual abjuró en Bagdad de la secta de Abén Hazam» de cuyas doctrinas también debió de participar el conocido historiador mallorquín Alhomaidi, discípulo y amigo de Abén Hazam11.

Aunque Abén Alabbar indica de un modo muy vago la fecha de estancia de Abén Hazam en Mallorca, diciendo por dos veces que fué después del año 430, parece que indirectamente la concreta mucho más en la biografía, de Mohámmed ben Çaid, quien después de haber hecho la peregrinación á la Meca en 452, intervino en las disputas de Abén Hazam, y como este murió en 456, á estos cuatro años quedaría limitada la duda.

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Capítulo IV. RÉGULOS INDEPENDIENTES DE LAS ISLAS BALEARES (de 468 á 509 de la hégira.)

En este capítulo trata el autor de los régulos Almortada y Mobaxer, reyes independientes de las Baleares, desde que Almoktádir de Zaragoza se apodera de Denia, destronando á su yerno Alí, á quien lleva preso á Zaragoza: entonces las islas se separan de la metrópoli Denia, declarándose independiente Abdalá Almortada, sin que tengamos noticias concretas de los reinados de este régulo, ni de su confidente y sucesor Mobaxer, que puede decirse fué el último dedos reyes de Taifa; pues si los mallorquines, después de la gloriosa muerte de Mobaxer, le dieron sucesor, lo fué por poco tiempo, y su nombre apenas es conocido.

En el año 569 de la hégira, las armas de Pisa, unidas á las de Cataluña, arrancan á las Baleares del poder musulmán; pero estas no habían de entrar aún de un modo definitivo en el dominio cristiano; pues llamado á Cataluña el Conde D. Ramón Berenguer III, los pisanos abandonaron la conquista al acercarse la escuadra almoravide, que iba en auxilio del desgraciado Mobaxer; de este modo Mallorca entró en el dominio de Ali ben Yuçuf, príncipe almoravide, dueño entonces de la España musulmana y de una buena parte del Africa.

D. Ramón Berenguer III, que una parte tan principal tomara en la conquista de Mallorca, iniciada por los pisanos, al regresar á Cataluña adonde le llamaba una invasión almoravid, consiguió nuevos laureles, derrotando á los invasores en la batalla del Puerto (Congost de Martorell), derrota que confiesan los autores árabes, y á la cual los autores catalanes modernos no dan tanta importancia como los mismos vencidos12.

Capítulo V. DOMINACIÓN ALMORAVIDE EN LAS ISLAS BALEARES (de 509 á 599).

Después de una ligera reseña de la dominación de los almoravides en España, el autor investiga la historia balear de este período, que puede decirse el más glorioso de la historia balear árabe.

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Sometidas las Baleares al dominio almoravide, en ellas se sostiene, si no pujante, con independencia respetada, por muchos allos después de haber desaparecido de la Península el poder de los descendientes de Yúcuf ben Texufin: las noticias referentes á este período se encuentran en varios autores, que de algunos sucesos las dan muy detalladas, por más que no sean de las que directamente atañen á las Baleares, sino á las proezas que las armas mallorquinas llevan á cabo en Africa por espacio de cincuenta años.

La historia de este período es relativamente clara después de las noticias reunidas por el Sr. Campaner, y poco es lo que podemos añadir que sea de algún interés.

Al extinguirse en España el poder de los almoravides, Mallorca sirvió de cárcel por largos años á uno de los personajes, que, ó por su valer, ó más bien por su posición, había contribuido de un modo al parecer directo á la caída del poder almoravide en España.

Era este personaje Merwan ben Abdalá ben Abdelaziz, kadhi de Valencia poco antes de estallar la rebelión general contra los almoravides: en Safar del año 54013, fué proclamado rey ó jefe independiente en Valencia; pero echado luego del trono, y cogido por los agonizantes almoravides, hubo de pagar en doce años de encierro en Mallorca, quizá el delito de acceder á los deseos del pueblo valenciano de que se pusiese al frente de la sublevación: cómo escapó de la prisión para marcharse á Marruecos, donde murió bastantes años después, en 578, no lo cuenta Abén Alabbar, pues dice sería cosa muy larga14.

Falto de documentos, ó más bien, embarazado por una pequeña equivocación de uno de ellos, el Sr. Campaner ha retrasado la muerte del príncipe Abu Ibrahim Içhak ben Mollámmad ben Ganiya, que habiéndose apoderado del mando en 546, murió en 580; si bien el autor ha creído, al parecer con sobrado fundamento, que no murió hasta el año 581.

En virtud de datos, que no pudimos comunicar al Sr. Campaner,   —485→   por constar en obras publicadas con posterioridad, ó de las que no habíamos tomado notas, se puede hoy fijar el año de la muerte de Abu Ibrahim Içhak, y quizá alguna circunstancia muy especial de su muerte.

Abén Dinar15 dice: «Murió Içhak ben Hamuya el Sanhachi, señor de Mallorca, Menorca é Ibiza, en el año 580, dejando varios hijos: éste (Alí el Mallorquí, de quien venía hablando), y Yahya, su hermano, salieron para Ifriquiya (regencia de Túnez), donde hicieron maravillas; su hermano Mohámmed sirvió á los almohades, y Abdalá, que era el menor, reinó en Mallorca (el texto dice Ifriquiya), rebelándose contra Annasir ben Almanzor, que se dirigió contra él cuando entró en Ifriquiya en el año 602 (debió de ser antes del 599), y sitió á Mallorca; en estas guerras murió Abdalá ben Içhak, siendo su cabeza llevada á Marruecos, y su cadáver colgado sobre el muro de Mallorca, la cual no cesó de estar en poder de los muslimes hasta el año 627.»

Abén Jalicán, en la extensa biografía que dedica al tercero de los califas almohades Abu Yúçuf16 Yakub, con motivo de hablar de Alí, el conocido por el Mallorquí, da noticias de algún interés para fijar la fecha de la muerte de Abu Ibrahim Içhak y las de sus hijos, dice así:

«En cuanto á Alí ben Içhak el Mallorquí, varias veces se ha hecho ya mención de él en esta biografía; su padre Abu Ibrahim Içhak ben Hamum (el autor fija la escritura de este nombre) ben Alí, conocido por Abén Ganiyah, el Sanhachí, señor de las tres islas contiguas, Mallorca, Menorca é Ibiza, murió en el año 580, dejando cuatro hijos, á saber: Abu Abdalá Mohámmed, que después de la muerte de su padre se dirigió á los almohades en Alandalus, quienes le dieron la ciudad de Denia, colmándole de favores. Abu Alhaçán Alí y Abu Zacariya Yahya, que salieron para el país de Ifriquiyah, donde llevaron á cabo empresas admirables y célebres entre las gentes de guerra y destrucción del país; Alí murió sin que yo sepa la fecha de su muerte; en el año 591 vivía aún; quedó en su lugar su hermano Yahya, cuyo reinado   —486→   se prolongó, y le menciona Zaqueddin Abdelathim, el Mondzirí, en su libro Alwafyât (las muertes), diciendo que salió de Mallorca en xaabán del año 580 y se hizo dueño de muchos países; era célebre por su valor y adelantamiento, y murió á fines de xawal del año 633 en Albaria de la región de Telmeçen: el menor de los hermanos, llamado Abu Mohámmed Abdalá, reinó en Mallorca hasta el año 599, en que habiendo preparado contra él una escuadra, Annasir Mohámmed ben Yakub (califa almohade), desembarcó en la costa de Mallorca; Abu Mohámmed Abdalá, que era valiente y generoso, se dirigió contra los enemigos, quienes, habiendo tropezado su caballo y caído al suelo, le mataron, llevando su cabeza á Marruecos, y colgando su cadáver de los muros de la ciudad, de la cual se apoderaron, permaneciendo Mallorca en su poder hasta la conquista de los francos en el año 627, quienes hicieron en ella cosas grandes de muerte, apresamiento y otras cosas.»

Alguna circunstancia de la muerte de Abu Ibrahim Içhak, emir de Mallorca, puede quizá determinarse por otro texto árabe: cree el Sr. Campaner que murió á consecuencia de heridas recibidas en una expedición contra las cristianos; Abén Alabbar17 nos da indirectamente otra versión bien diferente, que debe relacionarse con un testimonio latino, que el Sr. Campaner, por la autoridad de datos aducidos por el Sr. Dozy, aplica al reinado siguiente.

Hablando de Abdalá ben Mohámmed ben Wakaas el Lathí, natural de Mallorca, dice Abén Alabbar que «murió mártir en el accidente del alcázar de Mallorca, al tiempo de la muerte del emir Içhak ben Mohámmed en el año 580».

Qué accidente fuera este, parece decirlo un Chronicon de San Salvador de Marsella, con estas palabras: Anno MCLXXXV Christiani ceperunt Palatium civitatis Majoricarum et fuerunt liberati a captivitate.

Aunque parece fijada la fecha de la muerte de Abu Ibrahim Içhak, para lo cual no hemos hecho más que añadir nuevos testimonios   —487→   á los aducidos por el Sr. Campaner; falta resolver la dificultad que le llevó á retrasar su muerte: procede de un tratado de paz hecho por Abu Ibrabim Içhac con la república de Pisa; el Sr. Campaner copia el documento, y resulta con la fecha 19 desafar del año de Mahoma DLXXXI, MCLXXXV de la Encarnación, indicción II, kalendas de Junio; este mismo tratado consta con la fecha: «Anno a praedicatione Macumet quingenteno octuagesimo, anno vero Dominicae Incarnationis MCLXXXV, indictione secunda, ipso die kalendarum Iunii18». Ahora bien, como la fecha 19 de salar de 581 no corresponde al 1.º de Junio de 1185, sino al 22 de Mayo, resulta que hay error. La otra correspondencia es exacta, pues el 19 de safar del 580 corresponde á 1.º de Junio de 1185 según el cómputo Pisano prepositivo de nueve meses, pero de 1184 según el nuestro; y á esta fecha lo atribuyen Mas Latrie y el senador Amari.

La indicción II corresponde efectivamente al año 1184, no al 1185; por tanto, no cabe duda de que hay que admitir una pequeña equivocación en el original ó en las copias del documento.

¿Quién sucedió en el trono á Abu Ibrahim Tçhak? En realidad, cada uno de los autores que tratan de esto, parece contestar de diferente modo, aunque en definitiva convienen en que el rey fué Abdalá, sean verdad ó no los efímeros reinados de Mohámmed, Alí, Talha, Mohámmed (segunda vez) y Texufin.

Según la versión admitida por el Sr. Campaner, al reinado de Mohámmed, ó más bien, al destronamiento de Talha, debe referirse el hecho de la sublevación y libertad de los cristianos en el alcázar, hechos que con datos nuevos, aunque no completamente satisfactorios, hemos referido al reinado de Ibrahim.

Capítulo VI. DOMINACIÓN ALMOHADE EN LAS ISLAS BALEARES. CONQUISTAS SUCESIVAS DE ELLAS POR LAS ARMAS CRISTIANAS (de 599 á 685 de la hégira).

En la reseña de la dominación almohade, el Sr. Campaner hace   —488→   apreciaciones acerca del carácter de almoravides y almohades, sobre las cuales nos permitimos alguna observación: de los príncipes almoravides Yuçuf, Alí y Texufin dice el autor que «fueron exageradamente fanáticos y que tuvieron por los alfaquíes ó sacerdotes de sus creencias los mayores respetos y consideraciones, y nunca resolvieron ninguna cuestión importante en la gestión de los negocios públicos sin obtener la aprobación previa del clero musulmán». Si esto es verdad hasta cierto punto, necesita una rectificación, y es que entre los musulmanes no hay clero: los alfaquíes (jurisconsultos) encargados del escaso culto que exige la religión musulmana, no constituyen clase, y si hoy son imames y predicadores de una mezquita, mañana serán kadhies, tesoreros, consejeros ó simples particulares: adviértase además, que apenas había individuos que fuesen solo faquíes; eran literatos, poetas, médicos, filósofos, y todo al mismo tiempo, y no vemos motivo para que se haga un cargo á los príncipes almoravides por seguir en la administración del Estado las inspiraciones de la gente más ilustrada: que aun así, las cosas fueron muy mal, y los moros españoles estaban muy descontentos; convenido, como que eran españoles; pero luego hubieron de convencerse de que no mejoraban de condición con el cambio de gobierno: algo especial debió ocurrir poco tiempo después, cuando Córdoba y Granada, de las primeras ciudades en sublevarse contra los almoravides, acuñaron de nuevo moneda á nombre de la extinguida dinastía, invocando sobre ella la misericordia de Alá con las palabras Grafía árabePerdona, oh Alá, á los príncipes de los muslimes, los Banu Texufin19.

No sabemos si la pintura que de las relaciones de Abdelmumen con los cristianos españoles de sus Estados nos hace el Sr. Campaner, copiando lo dicho por el Sr. Dozy, está muy recargada: es lo cierto que de un modo más auténtico consta que en Marruecos la suerte religiosa de los cristianos bajo la dominación almohade era bien diferente, como lo prueban las relaciones diplomáticas   —489→   de los papas Inocencio III, 1198; Honorio III, 1226; Gregorio IX, 1233; el mismo, 1237, con los sultanes de Marruecos, ya intercediendo, ya dando las gracias por la benevolencia con los Frailes Menores y Redentoristas, en cuyos documentos se hace mención de obispos de Fez y Marruecos con residencia en estos puntos20.

Acerca de la historia externa del último período de la dominación árabe en Mallorca nada podemos añadir á los detalles que el Sr. Campaner ha podido allegar, tanto referentes á las varias expediciones intentadas, ó mejor dicho, proyectadas por los catalanes, como acerca de la conquista llevada á cabo por las armas de D. Jáime el Conquistador; solo respecto á la fecha se nos ocurre algo, de poca importancia en verdad.

Los autores árabes, ó más bien Abén Alabbar, en varios puntos de la Tecmila, dice que fué tomada Mallorca el lunes 14 de safar del año 627; pero como el 14 de safar no fué lunes, sino miércoles, resulta evidente que hay alguna equivocación: los cristianos, casi unánimemente, fijan la fecha últimos de Diciembre de 1129, y esta misma correspondencia es fijada por el autor del Karthás, aunque incurriendo también en error; pues dice que era lunes, 23 de safar del año 626, correspondiente al último día de Diciembre; para mí es casi seguro que Abén Alabbar leyó en alguna parte 14 de safar por 12, pues de este modo es exacta la circunstancia de ser lunes, y de corresponder al 31 de Diciembre (del año 1129).

Conquistada Mallorca por los cristianos, no llegaron estos por entonces á conquistar las otras islas, y de Menorca se sabe que hubo de someterse á pagar tributo, que no resulta definido por los documentos citados por el Sr. Campaner: por fortuna podemos proporcionar uno, que aclara los puntos dudosos.

El documento contiene un tratado, en virtud del cual los árabes de Menorca se someten al dominio de D. Jáime; el documento original, pues lo que se conserva es un traslado auténtico, fué firmado en el Cabo de Pera el 17 de Junio de 123121.

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El documento es largo, por lo que nos limitamos á dar la sustancia de su contenido, que es el siguiente.

1. Abu Abdalá Mohámmed, hijo del alfaqui Abu ¿Alhaçan? Ali ben Hixem22, como kadhi y kaid de la isla de Menorca, por sí y por todos los ancianos y sabios y por todo el pueblo y habitantes de dicha isla, habido consejo, y con voluntad de todos, presentes varios de ellos, que se citan, recibe como señor natural y propio á D. Jáime, rey de Aragón y Mallorca, conde de Barcelona y señor de Monpeller, y en reconocimiento del dominio, le hace entrega del castillo de Mallorca para que por mano de cinco personas de su confianza se enarbole en él el pendón de D. Jáime y se proclame en alta voz su señorío, y después se entregue de nuevo al alfaquí que estaba en el castillo ó al que fuere puesto en su lugar: esta toma de posesión se había de repetir una vez cada año á voluntad del rey; pero la persona encargada debía regresar de la isla.

2. Para mayor reconocimiento del dominio, prometen entregar todos los años 900 almudinos de cebada y 100 de trigo, de modo que en cada almudino se contengan 100 almudinos de mut aboaç: esto se había de pagar el día de San Juan de Junio.- 100 cabezas de bueyes y vacas de 2 á 6 años.- 300 cabezas entre cabras y machos cabríos (capronos).- 200 cabezas entre carneros (moltones) y obejas y 2 quintales de manteca.

3. Prometen los de Menorca defender al rey y á sus vasallos.

4. Si alguna nave de cristianos se perdiese en su costa, prometen recogerlo todo y entregarlo á su dueño, ó al rey si no pareciese su dueño: lo mismo deberá hacerse si alguna nave de Menorca naufragase en costa de los dominios de Aragón.

5. Si algún cautivo de Mallorca huyese á Menorca, prometen entregarlo, excepto si fuese de Menorca.

6. Conceden al rey los quintos de los leños de tierra del rey; los de otros puntos sean la mitad para el rey y la otra mitad para la obra del castillo; la recaudación debería hacerse por el alfaquí del castillo.

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7. D. Jáime promete defenderlos y salvarlos por mar y tierra, y como gracia especial concede que ningún cristiano ni judío pueda habitar de un modo permanente en la isla, á no ser por voluntad del alfaquí: confirma por toda su vida como alfaquí en lugar del rey al venerable y legal alfaquí actual Abu Abdalá ben Hixem: después de su muerte podrán elegir alfaquí de entre ellos á quien quieran; el alfaquí, el alcayd, el alcad y el almoxariff serán siempre de entre los naturales: al elegir alfaquí, lo comunicarán al rey para que este lo confirme, prestando juramento; si no se pusiesen de acuerdo, el rey puede elegir alcady de entre ellos, y constituirlo con consejo de los ancianos.

8. Los de Menorca podrán negociar en tierras del rey, estando exentos de pedático, lezda y toda demanda por causa de comercio.

9. Las naves de sarracenos, que fueren á comerciar á Menorca, no podrán ser apresadas por los vasallos del rey en tierra ó puerto de Menorca; sí, fuera de allí.

10. Los habitantes de Menorca pueden trasladar su domicilio á donde quieran con voluntad del alfaquí; si van á Mallorca, estarán sujetos al fuero de los sarracenos de la partida donde se establezcan.

11. El rey promete auxiliar á los de Menorca en el momento en que le avisen, defendiéndoles como á propios vasallos; el gobernador de Mallorca se encargará en todo caso de conducir ante el rey al mensajero que vaya á pedir auxilio.

12. Promete por fin el rey que si alguno de los suyos hiciese prisionero á algún habitante de Menorca, ó fuese hecho cautivo en algún punto del dominio del rey, lo devolverá libre con todas sus cosas.

El documento termina con las palabras: Datum apud Caput Petre, XV kalendas Julii, anno Domini millesimo cc.º tricesimo primo, firmado por el Rey y testigos: sigue después la legalización de la copia ó traslado, por Poncio, Obispo de Mallorca, anno millesimo CC.º LXXX.º primo.

La importancia de este documento es grande para la historia de Menorca, pues pone en claro la naturaleza del tributo á que quedaron sometidos los menorquines, la naturaleza especial de la toma de posesión y otros puntos que la diligencia de los modernos   —492→   historiadores de las Baleares no había podido resolver, y nos da idea de lo que debiera haber sido el gobierno de la isla, si no hubieran sobrevenido los cambios de que vamos á tener ocasión de tratar.

Entre los 16 personajes menorquines que se presentaron á D. Jáime en el Cabo de Pera para prestarle juramento, acompañando al que por su calidad de kadhí y alcaide asumía la representación de la isla, menciona en segundo lugar al alfaquí Abcaçmen Abenhacam, quien, sin que sepamos cómo, llegó pronto á ser el verdadero rey de Menorca, aunque sin duda, reconociendo vasallaje á D. Jáime y sucesores.

Este personaje es el llamado almojarife Abu Otsman Çaid ben Hacam, de quien el Sr. Campaner ha podido dar algunas interesantes noticias, desconocidas de los no arabistas, tomadas de la biografía que de Abu Otsman Çaid escribió Abén Alabbar, y publicó el Sr. Dozy23: hoy podemos añadir bastantes más datos, tomados, unos de libro desconocido hasta hace poco, y otros de un códice del Escorial, que no habíamos leído.

En el autor conocido por el Marrecosi, códice del Escorial24, se conserva una larga biografía de Abu Otsman Çaid, en la que sí constan de un modo minucioso el año, mes, día y hora del nacimiento y muerte del arraez (jefe) de Menorca, y lo referente á sus estudios, poco encontramos de lo que para nuestro objeto sería más importante.

«Abu Otsman Çaid ben Hacam ben Omar el de Tavira, estudió en Sevilla con muchos maestros, que le dieron la ichaza (licencia para enseñar): en el año 624 debió de trasladarse á Ifriquiya, pues en este año encontró allí á uno que le enseñó sus obras: muchos sabios españoles, de la parte opuesta y de Oriente, le dieron la ichaza: fueron discípulos suyos su hijo Hacam,   —493→   su cliente Abu Mohámmed Abdalá el rumí y otros, á todos los cuales á su vez dió la ichaza: fué gramático, literato, gran escritor en prosa y verso, inteligente en el derecho, en la tradición y en el conocimiento de los hombres dedicados á ella: tenía también buenos conocimientos en medicina: en Ifriquiya fué katib (secretario) de algunos emires: luego entró en Mallorca en tiempo de Abu Yahya ben Abu Imran, y desde allí fué nombrado perceptor de tributos en Menorca, mandando también las milicias: entró en ella (en Menorca) en el mes de ramadhan del año 62425, permaneciendo en estos cargos hasta que los cristianos se apoderaron de Mallorca: él fué quien procuró el tratado de paz entre los de Menorca y el vencedor de Mallorca, á quien se dirigió, y hecho el tratado, volvió á Menorca y el mando volvió á él: luego hizo un nuevo tratado con el vencedor, en nombre de los de Menorca26, hasta que sobrevino la discordia, que se manifestó con motivo de haberse él apoderado de la frontera de Menorca: esto fué á tres de xawal del año 63127 . Gobernó con gran tino y justicia, siendo reverenciado de los cristianos que de todas partes estaban presentes y corriendo muy bien las cosas de los muslimes: de Alandalus y de la parte opuesta iban a él los sabios y talebs, á quienes trataba muy bien, y los que no podían ir á Menorca, le escribían, contestándoles él con las mejores palabras: de sus cartas se reunió un Diwan en tres grandes tomos: tenía muy buena letra y de formas variadas: reunió muchos catálogos de ciencia y libros preciosos, como no hubo otra colección por el número y bondad, de modo que por verla, era visitado por muslimes y cristianos: estos ¿le servían? en ella, como los muslimes pretendían entrar: era también buen poeta, «y el autor dice haber visto un tomo que ¿gozaba de más consideración? que el Diwan de Almotanebi ó de tanta,» y de él cita varios versos.

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»Nació Abu Oisman Çaid hacia el primer tercio de la hora segunda de la noche del sábado, á seis de chumada postrero del año 60128, y murió al terminar la hora cuarta del sábado á tres por andar de ramadhán del año 68029

Noticias más interesantes bajo el concepto de señor de Menorca encontramos en Abén Aljathib, quien en la obra citada anteriormente le dedica un capítulo y otro á su hijo, de quien apenas teníamos más que ligeras indicaciones: nos permitimos insertar la traducción de estos capítulos, aunque algún tanto abreviada, hecha sobre el texto por el Correspondiente de esta Real Academia, Sr. D. Julián Ribera, querido discípulo nuestro:

«Días (reinado) del arraez Abu Otsman Çaid ben Hacam el Omeyya en Menorca.

»Este hombre era de Talavera, de la parte occidental de España: su vida fué muy accidentada, anduvo vagando largo tiempo por España é lfriquiya, hasta que vino á parar á Menorca, donde ejerció el cargo de almosarife: después, al declararse la discordia y deshacerse el imperio de los almohades, erigióse jefe de la isla, dándose muy buena traza para arreglar su gobierno. Su poder se aumentó y los reyes le dispensaron consideraciones. Hombre de altos designios, atrajo á su alrededor á los hombres de ciencia, á quienes colmaba de beneficios, y hasta los rescataba si caían en poder del enemigo. Gozaba fama por su saber en referir tradiciones mahométicas, en recitar versos y escribir con hermosa letra; pero en cambio era duro de corazón, gustaba de emplear tormentos y se le figuraba cosa leve el derramamiento de sangre.»

«El magnánimo faquí Abu Alhaçan el de Tlemecen, sobrino de Abu Abdalá el Barí, el que fué secretario de Abén Hacam en Menorca, me contó que tenia este la costumbre de castigar con la muerte á los bebedores de vino, y me dijo que Abén Hacam había hecho ir (á Menorca) á Aben Mofawaz, el maestro de tradiciones, para que le enseñase y le leyese el libro de Albojari, aprovechando   —495→   la ocasión para que aprendieran también sus hijos, y que (en una ocasión) mientras el secretario leía, le trajeron un hombre que había bebido vino y mandó que le decapitaran. Abén Mofawaz cerró el libro y juró que no le había de enseñar ninguna tradición, diciéndole: Dios te libre de exigir que te explique la Çuna y lo que sea digno de crédito en ella, si al propio tiempo infringes de ese modo los preceptos de Alá: te juro que jamás te enseñaré una sola palabra; á lo que Abén Hacam contestó: Oh faquí, pues si en esta isla, donde abundan las viñas, la gente bebe vino y se embriaga, es imposible que la sepan guardar; los enemigos nos vencerán: esto es cosa que Alá no aprueba, contestó el faquí; tú no dejes de seguir la ley en esta materia pecaminosa, creyendo arreglar lo temporal y lo eterno, cuando el derecho no lo consiente, y se marchó, separándose de él.»

«Su gobierno en Menorca duró cerca de cincuenta años, siendo visitado por los hombres más distinguidos y literatos según se desprende de referencias de Abu Almotarif, Aben Alchanan y otros.»

»Murió hacia el año 680, heredando la jefatura su hijo Abu Omar.

»Reinado (días) de Abu Omar Hacam ben Çaid el Omeyya en Menorca.

»Abu Omar aventajaba á su padre en suavidad de carácter, en evitar la efusión de sangre y el uso de tormentos y cuidaba de librarse de cometer grandes pecados. Como su padre, escribía con hermosa letra, refería tradiciones y recitaba versos; pero no tenía la capacidad para gobernar y el celo que distinguía á su padre.

»Al Barcelonés, que en sus vecindades tenía, se le movieron deseos de hacerse su señor, y lo consiguió, cumpliéndose la voluntad de Alá, en el año 86, en que se apoderó de la isla arrojando de ella á los musulmanes: Abén Hacam se dirigió á Ceuta donde había trasladado los restos mortales de su padre después de desembarcar en Almería: luego se fué a Granada, donde permaneció algún tiempo recibiendo pensión del Emir.

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»Algunos de mis maestros que le vieron y aprendieron tradiciones de él, me contaron que era hombre tímido en todo lo que hacia, hermoso de cara y de gran modestia y ¿humildad? Sus hijos eran guapos, hermosos como estrellas y sus mujeres y servidumbre vestían unas capas hermosas y flotantes de aspecto peregrino.

»Él y sus hijos, así varones como hembras y su servidumbre se embarcaron para Túnez, donde su padre había tenido buenos amigos y disfrutado de gran consideración; pero al llegar á las partes de Argel, naufragó y murieron él y su familia; esto fue á fines del año mencionado ó un año después.»

De lo consignado por Abén Aljathib se infiere que el gobierno de Menorca, según parecía organizarse por el documento de su misión y vasallaje á D. Jáime, debió de cambiar profundamente, convirtiéndose en verdadera monarquía y aun pudiera sospecharse que el mismo D. Jáime no fuera completamente ajeno á este cambio, según se entiendan las palabras copiadas anteriormente.

Capítulo VII. APUNTES Y CONJETURAS ACERCA DE LA CULTURA GENERAL DE LOS MUSLIMES BALEARES.

En esta última parte de su obra ha reunido el autor cuanto le ha sido posible allegar referente á la historia interna del pueblo Balear durante la dominación muslímica, siendo poco lo que puede decirse de alguna importancia: nombres de literatos ó de personas que sabían algo más que leer y escribir, podríamos añadir bastantes; pero de escritores buenos ó malos muy poco: casi solo es conocido el historiador Alhomaidí, de quien el autor da noticias muy detalladas.

Del estado de la agricultura, industria y comercio sabemos muy poco: de lo dicho anteriormente podría inferirse que la vid se cultivaba en Menorca para la exportación del vino, que pocos musulmanes se atreverían á beber durante el largo reinado del arraez Abu Otsman, tan rigorista en este punto.

De las relaciones internacionales de los árabes de Menorca con las Repúblicas de Pisa y Génova, nos dan idea bastante clara los tratados de los años 1173 ó 1177, 1181, 1184 y 1188, que pueden verse en las obras citadas de Mas Latrie y Amari, en las que se encuentran datos muy curiosos y nada sospechados por la generalidad   —497→   de nuestros historiadores, respecto á las relaciones entre cristianos y musulmanes desde el siglo XII al XVI.

Nada debemos decir ya de los numerosos apéndices de documentos poco conocidos, con que el Sr. Campaner ilustra su obra, pues este informe ha resultado sobradamente largo y pesado, y ahora caigo en la cuenta de que estoy ocupando la atención de los Sres. Académicos, más que con la noticia de lo contenido en la obra, que debia examinar, dando á conocer lo que en ella no se contiene, no por culpa del autor, sino por la fatalidad de nuestra historia árabe, cuyos documentos están por publicar.

No sé si he acertado, reuniendo aquí cuantos datos referentes á la historia de las Baleares he podido encontrar y echo de menos en la obra de nuestro ilustrado Correspondiente: si no he acertado á interpretar los propósitos de la Academia en trabajos, de esta índole, sírvame de disculpa, el que no teniendo ocasión apropiada de publicar las noticias que voy reuniendo de los autores árabes, me pareció oportuno reunirlas al hablar de una obra donde se hubieran insertado si el autor hubiera podido conocerlas, y aunque el informe resulta largo y mal ordenado, no sabiendo yo hacerlo mejor, aun así y todo me hago la ilusión, no de que sea leído por muchos, pero sí de que lo lean con interés nuestros ilustrados Correspondientes de Mallorca.





Madrid 5 de Abril de 1890.



 
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