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Frase que parece tomada de Facundo. Al referirse al hombre de campo Sarmiento dice que «es preciso ver estas caras cerradas de barba, estos semblantes graves y serios, como los de los árabes asiáticos, para juzgar del compasivo desdén que les inspira la vista del hombre sedentario de las ciudades, que puede haber leído muchos libros, pero que no sabe aterrar un toro bravío y darle muerte, que no sabrá proveerse de caballo a campo abierto, a pie y sin el auxilio de nadie; que nunca ha parado un tigre y recibídolo con el puñal en una mano y el poncho envuelto en la otra para meterle en la boca mientras le traspasa el corazón y lo deja tendido a sus pies» (F, 86-87). Sin embargo, Sarmiento, a diferencia de Mármol, establece un punto de contacto entre la cultura urbana y la del campo: la música y la poesía, «dos artes que embellecen la vida civilizada y dan desahogo a tantas pasiones generosas están honradas y favorecidas por las masas mismas que ensayan su áspera musa en composiciones líricas y poéticas» (F, 95). Y agrega, «El joven Echeverría residió algunos meses en la campaña en 1840 y la fama de sus versos sobre la pampa le había precedido ya; los gauchos lo rodeaban con respeto y afición, y cuando un recién venido mostraba señales de desdén hacia el cajetilla, alguno le insinuaba al oído: "Es poeta" y toda prevención hostil cesaba al oír este título privilegiado» (F, 95).

 

12

Véase de T. Lewis, «Notes toward a Theory of the Referent», en PMLA, vol. 94, n.º 3, 1979, pp. 459-475. Lewis trata de vincular el concepto semiótico de referente definido por U. Eco, con la noción marxista (althusseriana) del mismo. Observa que el concepto de «unidad cultural» de la semiótica, es vinculable al de «unidad ideológica» del marxismo. El referente literario resulta así una construcción dialéctica determinada por la relación entre la unidad cultural-ideológica, considerada como el «producto bruto» y una nueva unidad producida por el trabajo textual.

 

13

G. Bachelard ha señalado «la maison est une des plus grandes puissances d'integration pour les pensées, les souvenirs et les rêves de l'homme», en La poétique de l'espace, Paris, Presses Universitaires, 1958, p. 26.

 

14

H. Vidal, «Amalia: Melodrama y dependencia», en Ideologies and Literatures, n.º 2, 1977, p. 64. Los corchetes son míos.

 

15

Véase de J. Epple, «Notas sobre la estructura del Folletín», en Cuadernos Hispanoamericanos, n.º 358, 1980, pp. 147-156.

 

16

Cfr. con la descripción del mismo lugar que hace otro enemigo de Rosas, el general J. M. Paz: «¿Qué diré de la casa? No había guardia, no había aparato militar alguno, un zaguán alumbrado con un farol y un hombre que desempeñaba las funciones del portero; un gran patio sombrío y desierto en el que reinaba el más profundo silencio es lo único que vi. Todas las puertas que caían a él estaban cerradas a excepción de una en que se divisaba una débil luz», en AA. VV., Buenos Aires. De la fundación a la angustia, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1967, p. 36.

 

17

D. Viñas, «Mármol, los dos ojos del romanticismo», en AA. VV., Recopilación de textos sobre la novela romántica latinoamericana, La Habana, Casa de las Américas, 1978, p. 284.

 

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P. Henríquez Ureña observa que el desarrollo de las artes latinoamericanas, durante los años postindependentistas, se contrajo debido a la disminución de la riqueza, y esto se vio particularmente en la arquitectura -con la excepción de Río de Janeiro. («Romanticismo y anarquía, 1830-1860», en AA. VV., Recopilación de textos sobre la novela romántica..., cit., p. 41). En Amalia la ciudad, desde un punto de vista arquitectónico, es modesta; sólo a fines de siglo, con la afluencia de capitales, la arquitectura porteña unirá a la función utilitaria, la estética, y funcionará como propaganda indirecta del nuevo régimen económico.

 

19

Residencia también de otra célebre protagonista de la literatura urbana argentina: Alejandra, en Sobre héroes y tumbas (Buenos Aires, Sudamericana, 1974), pertenece a una familia de raigambre decimonónica, pero su casa en Barracas constituye, hacía 1955, un anacronismo, está «fuera de lugar»: «decime, ¿sabés de alguien que tenga apellido en este país y que viva en Barracas, entre conventillos y fábricas?» (p. 45).

 

20

Análoga es la descripción de J. M. Paz: «La fisonomía del pueblo de Buenos Aires había cambiado enteramente. Sus calles estaban desiertas; los semblantes no indicaban sino duelo y malestar; las damas mismas parecían haber depuesto sus gracias. El comercio había caído en completa inactividad; la elegancia de los trajes había desaparecido y todo se resentía del acerbo pesar que devoraba la mayor parte de aquel pueblo que yo había conocido tan risueño, tan activo, tan feliz en otra época» (en AA. VV., Buenos Aires. De la fundación..., cit., p. 43). Como vemos los textos de los enemigos de Rosas terminan por transformarse en un Texto.