1
Sarmiento, D. F., Mi defensa, p. 9.
2
Sarmiento, D. F., Las ciento y una, p. 10.
3
Sin embargo la vanidad suele ser nombrada como característica definitoria de Sarmiento y definitiva para juzgar las páginas de Campaña... Así lo hizo su primer y más relevante contradictor, Juan Bautista Alberdi en la segunda carta del conjunto que forman las Cartas sobre la prensa y la política militante de la República Argentina, (1853), ahí Alberdi consideró que el testimonio de Sarmiento no era digno de crédito por estar guiado por ambiciones personalistas no satisfechas y por la vanidad herida de su autor. Adolfo Prieto, en su análisis de la refutación que Sarmiento hizo a los cargos de Alberdi en Las ciento y una, sobre el valor de la escritura en la lucha política, incide en «la legendaria vanidad de Sarmiento»
(«Las ciento y una: el escritor como mito político», p. 483). Por su parte, Adriana Amante, en tono coloquial, fija una imagen de Sarmiento en la que el componente principal sería el egocentrismo: «Pero para quien Sarmiento nunca ahorra elogios es -como todos sabemos- para sí mismo»
(«Sarmiento el boletinero», p. 114). En el excelente prólogo que Tulio Halperín Donghi le dedicó a Campaña... alude a la vanidad que para muchos guía los planteamientos de Sarmiento, pero no la tiene demasiado en cuenta para valorar los alcances y las carencias, desde el punto de vista del discurso histórico, del relato realizado a partir de lo vivido en las filas urquizistas, «He aquí, se nos dice, el resultado lamentable de un egotismo que no encontraba ya freno...»
(prólogo a Campaña...., p. XLV). Emil Volek ha centrado las características del discurso sarmientino en un flanco más favorable para el autor y más justo con lo expresado en su obra, en el orgullo («From Argirópolis to Macondo: Latin American Intellectuals and the tasks of modernization», pp. 5-10).
4
Halperín Donghi, T., Prólogo a Campaña en el Ejército Grande..., p. XLIII.
5
Sarmiento, D. F., Campaña..., p. 41.
6
Id.
7
Id.
8
Ibíd., p. 43.
9
Ibíd., p. 45.
10
Ibíd., p. 4.