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Cara de Plata. Comedia bárbara1

Ramón del Valle-Inclán



[1]

COSTE

VEINTE

REALES



[2]

RENACIMIENTO. -MADRID



[3]

CARA DE PLATA



[5]

CARA DE PLATA

COMEDIA BARBARA

LA ESCRIBIO DON RAMON

DEL VALLE- INCLAN



OPERA OMNIA



VOL XIII



[7]

OPERA OMNIA



CARA DE

PLATA

COMEDIA

BARBARA

DIVIDIDA EN

TRES

JORNADAS



VOL XIII



[9]

DRAMATIS PERSONÆ
 

 
EL CABALLERO DON JUAN MANUEL MONTENEGRO
SUS HIJOS CARA DE PLATA, DON PEDRITO, DON ROSENDO, DON MAURO, DON GONZALITO Y DON FARRUQUIÑO
SABELITA, AHIJADA DEL CABALLERO
EL ABAD DE LANTAÑÓN Y SU HERMANA DOÑA JEROMITA
EL SACRISTAN
LA SACRISTANA
LA HIJA BIGARDONA Y EL CORO DE CRIANZAS
FUSO NEGRO, LOCO
DON GALAN, CRIADO DEL CABALLERO
UNA TROPA DE CINCO CHALANES: PEDRO ABUIN, RAMIRO DE BEALO, MANUEL TOVIO, MANUEL FONSECA Y SEBASTIAN DE XOGAS
EL VIEJO DE CURES Y UN PASTOR
PICHONA LA BISBISERA
LUDOVINA LA BENTORRILLERA Y LA COIMA DE OTRO MESÓN
UN MARAGATO
UN PENITENTE
EL CIEGO DE GONDAR
UN INDIANO
EL DIACONO DE LESÓN
UNA VIEJA COTILLONA
VOZ EN UNA CHIMENEA
OTRAS VIEJAS
GRITOS Y DENUESTOS
PREGONES
CLAMOR DE MUJERUCAS
SALMODIA DE BEATAS
RENIEGOS Y ESPANTOS
LAS LUCES DEL SANTO VIATICO

[11]






JORNADA PRIMERA

[13]


CARA DE PLATA


JORNADA PRIMERA

ESCENA PRIMERA


 

(ALEGRES ALBORES, LUENGAS BRAÑAS COMUNALES, EN LOS MONTES DE LANTAÑO. Sobre el roquedo la ruina de un castillo, y en el verde regazo, las Arcas de Bradomín. Acampa una tropa de chalanes, al abrigo de aquellas piedras insignes -Manuel Tovio, Manuel Fonseca, Pedro Abuin, Ramiro de Bealo y Sebastián de Xogas-. A la redonda, los caballos se esparcen mordiendo la yerba sagrada de las célticas mámoas. En la altura una vaca montesa embravecida, muje *muge* por el vítelo que se lleva a la feria un rabadán.)

 

[14]

PEDRO ABUIN.-  Ganados de Lantaño, siempre tuvieron paso por Lantañón.

RAMIRO DE BEALO.-  Hoy se lo niegan. Perdieron el pleito los alcaldes y no vale contraponerse.

PEDRO ABUIN.-  Eso aún hemos de ventilarlo.

RAMIRO DE BEALO.-  No te metas a pleito, con hombre de almenas.

PEDRO ABUIN.-  ¡Casta de soberbios! El fuero que tienen, pronto lo perdían si todos nos juntásemos. ¡No es más tirano el fuero del Rey!

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Ya hubo reyes que acabaron ahorcados.

[15]

RAMIRO DE BEALO.-  En otras tierras.

MANUEL FONSECA.-  ¡Montenegros! ¡Negros de corazón!

PEDRO ABUIN.-  A esa casta de renegados la hemos de ver sin pan y sin tejas. ¡Más altos adarves se hundieron!

MANUEL TOVIO.-  Pero en el ínterin se nos priva el paso por el dominio de Lantañón. ¡Tanto son parciales los días presentes!

 

(POR LOS caminos del monte van chalanes y feriantes, en desgranadas hileras. Los de Cures y Tras-Cures, los de Taveirós y los de Nigrán. Trasponiendo las célticas lomas entre picas y gritos, cornea [16] abravada una punta de vacas. Las voces de los chalanes y el ladrido de los perros prolongan un épico verso, en los cristales matinales.)

 

PEDRO ABUIN.-  ¡Alto, compañeros!

VOCES LEJANAS.-  ¿Qué se ofrece?

PEDRO ABUIN.-  En Lantañón parece ser que ahora sacan el fuero de negar el paso a los que transitan para la feria de Viana. ¿Estáis conformes en ello?

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Si hay ley!

PEDRO ABUIN.-  ¡No la hay! Ni ley ni poder para negarnos camino, tiene el Vinculero.

[17]

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Mucho aventuras!

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Tanto no juego, pero habría que deliberarlo. Conforme al texto de los pasados, nos debe servidumbre el dominio de Lantañón. Eso conforme al texto de nuestros mayores.

RAMIRO DE BEALO.-  No vale contraponerse. El Vinculero ganó el pleito que tenía con los alcaldes.

PEDRO ABUIN.-  ¡Fué mal sentenciado! Y todos a una puestos en la de pasar, nos reímos de papeles.

EL VIEJO DE CURES.-  Donde hay sentencia de juez, mala o buena, tuerta o derecha, le toca perder al rebelde. ¡Siempre lo he visto en los años que tengo!

[18]

PEDRO ABUIN.-  Con sentencia o sin sentencia, no tiene poder contra todos el Montenegro. ¡Esa es la mía!

EL VIEJO DE CURES.-  Arrogancias, nunca ganaron pleitos.

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  ¡Qué cuentas son las vuestras? ¿Llevar el ganado por la barca?

EL VIEJO DE CURES.-  Acercarnos a las puertas del pazo, y pedirle su venia al Vinculero.

PEDRO ABUIN.-  ¡Es mucha la soberbia que tiene!

EL VIEJO DE CURES.-  Pues nos, allá vamos con ese concierto, y a ser vos conformes, podemos ir todos, que más fuerza hacemos.

[19]

PEDRO ABUIN.-  ¿Y si se niega, qué procede?

EL VIEJO DE CURES.-  Esperar una mudanza de su genio. Tú propones juntarnos para la rebeldía. ¡Así es! Yo para las mediaciones que transigen guerras. ¡Quién tuvo razón, lo diga el tiempo!

RAMIRO DE BEALO.-  Con ir allá, nada se nos pierde.

MANUEL TOVIO.-  Si lo atrapamos en la hora renegada, nos echa con rayos y centellas.

PEDRO ABUIN.-  Si mala palabra me dice, mala palabra le respondo.

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Con ese dictamen no vengas allá!

[20]

 

(UN PASTOR, escotero y remoto sobre una peña, asiste al concilio haciendo círculos con el regatón del cayado en los líquenes milenos del roquedo.)

 

EL PASTOR.-  La idea vuestra, ya otros la pusieron en obra. ¿Y qué sacaron? ¡Oir malos textos! Yo fui con buenas palabras. ¿Y qué saqué? ¡Escarnios! Me oyó tirándose de las barbas, y acabó con que fuese a pedírselo la mi parienta.

MANUEL FONSECA.-  ¡Con ella en la cama sentenciaba el pleito!

EL PASTOR.-  ¡No sentenciase su fin!

RAMIRO DE BEALO.-  Es el fuero que tiene.

[21]

EL PASTOR.-  Pues llévale la vaca de tu corte.

PEDRO ABUIN.-  Ya se la habrá llevado.

RAMIRO DE BEALO.-  Un rayo que os parta.

PEDRO ABUIN.-  ¿Qué resolución tomamos, compañeros? La mía es meter el ganado por las Arcas. Pero habíamos de ser todos a una. Si como dicen, hubo ya tiempos donde fueron quemadas las casas de torre, pudieran volver tales tiempos.

EL PASTOR.-  Vamos y no lo demoremos, que está solo en la cueva el lobo cano.

PEDRO ABUIN.-  ¿Qué respondéis los feriantes? ¿Nos juntamos para hacer valer nuestro derecho?

[22]

EL VIEJO DE CURES.-  Tengo una carga de años, y os confirmo que más ganaremos con palabras de política que con acciones rebeldes.

PEDRO ABUIN.-  Los de ese dictamen que vayan delante y hablen primero.

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Amén! Sin concordia entre altos y bajos, el mundo no se gobierna.

VOCES DE FERIANTES.-  ¡Too! ¡Marela! ¡Tooo! ¡Bermella!

MANUEL FONSECA.-  Esperemos a ver lo que saca Quinto de Cures.

RAMIRO DE BEALO.-  El nó, ya lo lleva.

[23]

EL PASTOR.-  Sacará lo que otros sacaron.

PEDRO ABUIN.-  ¡Sacará voces y denuestos!

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  ¡Atención pido! De ir a un levante tiempo tenemos. Y para mi discurso, nos cuadra dejar cualquier querella hasta pasado el Corpus de Viana. Busquemos ahora la vida en la feria, sin contratiempos, que a la vuelta lugar hay de abanderarnos contra la sentencia del Vinculero.

PEDRO ABUIN.-  ¡Montenegro, emplazado quedas!

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  ¡Ya te llegará tu malaventura, Montenegro!

EL PASTOR.-  ¡No hay otra salvación que quemarle los campos!

[24]

 

(EL TROPEL de chalanes parte en cabalgada, y el pastor en lo alto de la peña, siluetado sobre el cielo, los despide con un grito, agitando los brazos. A lo lejos, en el cristal de la mañana, un vuelo de palomas abre sus círculos sobre la Torre de Lantañón.)

 

[25]



JORNADA PRIMERA

ESCENA SEGVNDA


 

(LUCES MATINALES EN EL PAZO DE LANTAÑON.- Sobre el atrio de limoneros, la arcada de una solana, con escalera de piedra. Sabelita está en lo alto, de pechos al arambol, rubia de mieles, el cabello en dos trenzas, la frente bombeada y pulida, el hábito Nazareno. En el lindero del atrio clamorea una ringla de mujerucas con frutos y tenderetes.)

 

CLAMOR DE LAS MUJERUCAS.-  ¿Es verdad que se quitó el paso? ¡Miren que es mucho el arrodeo! ¡Madre de Dios! ¡Madre de Dios! ¡Con el camino tan largo que traemos! ¡Madre Bendita! ¡Que venimos de muy distante! ¡Más arriba de San Quinto de Cures!

[26]

 

(LAS MUJERUCAS se apartan para dejar paso a un jinete, mancebo muy gentil, que, cercado de galgos y perdigueros, entra al galope. -Basculada con gritos y espantos, cestos torcidos sobre las cofias, manos aspadas protegiendo los tenderetes. -Don Miguel Montenegro, el hermoso segundón, salta de la silla y ata el caballo a una argolla empotrada en el muro. Por su buena gracia, los suyos y los ajenos le dicen Cara de Plata.)

 

CLAMOR DE LAS MUJERUCAS.-  ¡Don Miguelito, déjenos pasar! ¡Tenga compasión, Señor Carita de Plata! ¡Que venimos de la fin del mundo! ¡Tenga buen corazón!

PICHONA LA BIRIBISERA.-  ¡Téngalo de plata como la cara hermosa, Señor Don Miguelito!

[27]

CARA DE PLATA.-  ¡Pasad con mil demonios!

PICHONA LA BIRIBISERA.-  ¡Viva el Señor Carita de Plata!

CARA DE PLATA.-  ¿Cuándo me lo das, Pichona?

PICHONA LA BIRIBISERA.-  ¡Ay, qué trueno!

CLAMOR DE LAS MUJERUCAS.-  ¡Dios le florezca! ¡Dios le florezca!

 

(LA RINGLA de mujerucas penetra en el atrio por el gran arco con escudo y cadenas. Sabelita deja oir el ceceo cantarín de su voz, y sobre las piedras viejas de la solana, entre el verde de los limoneros se enciende la nota morada y dramática del hábito Nazareno.)

 

[28]

SABELITA.-  ¡Cómo queda la madrina?

CARA DE PLATA.-  Rezando el trisagio. ¿Y tú, cuándo vuelves allá?

SABELITA.-  Cuando el padrino lo ordene.

CARA DE PLATA.-  Mi madre te espera.

SABELITA.-  ¿Por qué no me manda ir? Yo bien lo deseo.

CARA DE PLATA.-  ¿Ahora que yo he venido?

SABELITA.-  No comiences.

[29]

CARA DE PLATA.-  Ayúdame a ver qué tiene este maldito cadelo, pues viene cojo.

SABELITA.-  Si entró por las tojeras, será alguna espina.

CARA DE PLATA.-  ¡Ven aquí, Carabel!

 

(EL CAN se acerca con un brazuelo en el aire, y el hermoso segundón le vuelca mirándole las pezuñas. Sabelita está a su vera, arrodillada sobre las losas, risueña y atenta.)

 

SABELITA.-  ¡No te clave los dientes!

CARA DE PLATA.-  Ya verías tú de curarme.

[30]

SABELITA.-  No soy cirujana.

 

(CARA DE PLATA mete el puño en la boca del alano, que gime ostigado *hostigado*, pero sin morderle. Sabelita le mira fijamente, los ojos ingenuos y francos como los de una niña.)

 

SABELITA.-  ¡No tienes los cabales!

CARA DE PLATA.-  ¡Muerde, Carabel!

SABELITA.-  ¡El animal, discierne más que tú!

CARA DE PLATA.-  ¡Pues que siga con la espina!

[31]

 

(CARA DE PLATA salta en pie, con gentil y violento alarde. Tiene el cabello de oro, los ojos de alegre verde, la nariz de águila imperial. Sabelita, arrodillada al pie del can, sobre el suelo de piedra, se afana por sacarle la espina que tiene clavada en el brazuelo. El hermoso segundón vuelve a su lado.)

 

SABELITA.-  ¡Loco!

CARA DE PLATA.-  Ponme tú cuerdo.

SABELITA.-  ¿Con qué yerbas?

CARA DE PLATA.-  Con palabras.

SABELITA.-  No soy saludadora.

[32]

CARA DE PLATA.-  Esta noche tengo que hablarte, Isabel.

SABELITA.-  ¿Y no es hablar lo que estamos haciendo?

CARA DE PLATA.-  Será otro hablar, a la luz de la luna.

SABELITA.-  ¡Eres tú muy lunático!

CARA DE PLATA.-  ¿No me quieres, Isabel?

SABELITA.-  Al modo tuyo, no.

CARA DE PLATA.-  Pues no me quieres.

SABELITA.-  Eso será.

[33]

CARA DE PLATA.-  Esta noche te deshago la cama.

SABELITA.-  ¡Qué falto estás de sentido!

CARA DE PLATA.-  ¿Me abrirás la puerta?

SABELITA.-  ¡No seas pirata!

CARA DE PLATA.-  Si la encuentro cerrada, cuenta que la derribo.

SABELITA.-  ¡Bárbaro!

CARA DE PLATA.-  ¡Cuando me veas aparecer, no grites!

SABELITA.-  ¡Pero para ti no hay honestidad!

[34]

CARA DE PLATA.-  ¡Y qué sucedería, si esta noche entrase en tu alcoba?

SABELITA.-  ¡Cómo te gusta cavilar en el pecado! Y no me das miedo, Carita de Plata... Pero si me quieres, quiéreme honesta.

 

(DON Juan Manuel Montenegro, con la escopeta y el galgo, rufo y madrugador, aparece por el huerto de frutales, y se detiene en la cancela. Es un hidalgo mujeriego y despótico, hospitalario y violento, rey suevo en su pazo de Lantañón.)

 

EL CABALLERO.-  Cara de Plata, deja la buena compañía, y ven a rendir tu cuenta. Ayer te esperaba. ¡Muy largo se ha vuelto el camino de Viana!

[35]

CARA DE PLATA.-  Tuve el caballo con un torzón.

EL CABALLERO.-  Mandé en tu busca, para hacer en el monte recuento del ganado, y poner el hierro a los novillos del año. Tus hermanos allá están. El ganado más lucido hay que bajarlo a la feria de Viana. Irás con tus hermanos mayores, que ellos están caídos en picardías de chalanes... Pero el dinero lo guardas tú. Espero que no te lo juegues como suelen hacer los otros Barrabases.

CARA DE PLATA.-  Nadie está libre de una tentación.

EL CABALLERO.-  Pues si eres tentado, procura ganar, y si pierdes, no te aparezcas ante mis ojos.

[36]

CARA DE PLATA.-  Lo tendré presente.

 

(DON JUAN MANUEL le mira con enojo risueño: Siente por aquel hijo una afección indulgente y ruda. El gentil mancebo está en pie delante de su padre, la boca seria y un alegre ímpetu en el verde cristal de los ojos.)

 

EL CABALLERO.-  ¿Queda en buena salud tu madre?

CARA DE PLATA.-  Sí, señor.

EL CABALLERO.-  ¿Qué hace?

CARA DE PLATA.-  Lo de siempre: Novenas.

[37]

EL CABALLERO.-  ¡Aquí me tiene abandonado!

CARA DE PLATA.-  De algo parecido se duele mi madre allá en Viana.

EL CABALLERO.-  Son sus romances. ¿Y ahora sepamos qué historia es esa con que me ha venido Pedro Rey?

CARA DE PLATA.-  Se le fué al río una vaca brava, y me tiré a salvársela.

EL CABALLERO.-  No son esas mis noticias. Parece ser que tú has montado sobre la vaca, y que contigo encima se sumergió y tragó tanta agua, que ha muerto bajo el puente.

[38]

CARA DE PLATA.-  No ha muerto. Está para morir.

EL CABALLERO.-  Pedro Rey pretende que yo le pague la res. Ya le he dicho que me la traiga viva o muerta. Quiero proponerle un cambio.

CARA DE PLATA.-  Le roba a usted el dinero. Cuando yo me tiré al río, la vaca estaba ahogándose. No se la pague usted.

EL CABALLERO.-  No hablé de pagársela. Quiero proponerle un cambio: Que me deje la res, y cargue contigo. ¿Te parece bien?

CARA DE PLATA.-  Yo soy un hijo obediente.

[39]

EL CABALLERO.-  Hablemos en veras. ¡Yo querría que tú fueses un caballero que respondiese en todo a las obligaciones de su sangre!

CARA DE PLATA.-  Ya correspondo, padre.

EL CABALLERO.-  Tus hermanos te pervierten con sus malos ejemplos. Escúchame. No te pido que seas un santo, cada edad reclama lo suyo, pero no olvides las obligaciones de tu sangre, como hacen los otros perversos.

 

(EL LINAJUDO acabó de hablar con un gran suspiro, los brazos sobre los hombros del mancebo, que pronto y liberal se arranca y besa la mano del viejo.)

 

[40]

CARA DE PLATA.-  Padre, yo aquello que hago, bueno o malo, lo hago sin consejo.

EL CABALLERO.-  Pues ahora, sube al monte, y cumple con arreglo a mis órdenes.

CARA DE PLATA.-  Amén. ¿A qué hora se fueron mis hermanos?

EL CABALLERO.-  Con el alba.

 

(EL hermoso segundón desata el caballo, que piafa atado en la sombra del rudo arco de piedra, cabalga de un salto y sale al galope, bajo la mirada orgullosa del viejo genitor. En lo alto de la solana, rubia como una espiga, infantil y risueña, está la ahijada del vinculero.)

 

[41]

SABELITA.-  ¡Que tengas sentido, Carita de Plata!

CARA DE PLATA.-  Por ti lo pierdo.

EL CABALLERO.-  ¿Te enamora mi rapaz?

SABELITA.-  Son ventoleras.

EL CABALLERO.-  ¿De qué te hablaba?

SABELITA.-  ¿Cuándo?

EL CABALLERO.-  Hace un momento.

SABELITA.-  ¡Ya ni recuerdo de qué me hablaba!

[42]

EL CABALLERO.-  ¿Y lo que tú le respondistes, tampoco?

SABELITA.-  Yo no le escuché.

EL CABALLERO.-  No eres tú para él.

SABELITA.-  Tampoco lo pretendo.

EL CABALLERO.-  Tú eres para más.

SABELITA.-  Yo soy para llorar muchas penas.

EL CABALLERO.-  ¿Quién puede dártelas?

SABELITA.-  Quien lo da todo.

[43]

EL CABALLERO.-  Cuando se es joven, no hay penas. A mí todas me acudieron de viejo... ¡Y no caigas con mi rapaz!

SABELITA.-  Si no le escucho, padrino.

EL CABALLERO.-  ¡Como yo tuviese diez años menos!

SABELITA.-  Yo no los quería, diez años menos.

EL CABALLERO.-  ¡Yo sí! Para hacerte levantar los ojos. ¡Maldita costumbre de monja, tenerlos siempre por tierra!

 

(EN el lindero del atrio, aulla con tuertos visajes, un mendigo alunado. -Aquel Fuso Negro, roto, greñudo y cismático, que lleno de guijarros el bonete, [44] corría los caminos entre Lugar de Condes y Lugar de Freyres.)

 

FUSO NEGRO.-  ¡Touporroutón! ¡Se juntó una tropa de hirmandiños! ¡Touporroutóu! ¡Para acá viene! ¡La torre entre todos nos han de quemar! ¡Touporroutóu!

 

(FUSO NEGRO se esguinza con una espantada, sacando la lengua. Una nalga negruzca le palpita entre girones de remiendos. ¡Touporroutóu! De pronto se vuelve, y comienza a bailar, trenzando las piernas. ¡Touporroutóu!)

 

[45]



JORNADA PRIMERA

ESCENA TERCERA


 

(ENTRE LUGAR DE CONDES Y LUGAR DE FREYRES, EL PAZO DE LANTAÑÓN. -Brañas, castañares, agros de pan. -Lugar de Condes en el abrigo de la iglesia, y cavado en el monte Lugar de Freyres. La Puente de Lantañón, reina en medio: A uno y otro lado son orgullosas entradas, arcos barrocos con escudos y cadenas. Por los pretiles, en los claros ojos de la mañana, se estrecha una punta de vacas, con el sol en las astas. Y contra el sol, rostro al monte, viene al galope Cara de Plata. Le saluda placentera la voz del viejo de Cures.)

 

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Galán Vinculero! ¿Es verdad que al presente está privado el tránsito?

[46]

CARA DE PLATA.-  Es verdad.

EL VIEJO DE CURES.-  ¿Y hemos de llevar el ganado por la vuelta del río, y pasar la barca, al ir y al volver de esta gran feria de Viana?

CARA DE PLATA.-  Así es la sentencia.

EL VIEJO DE CURES.-  A duras leyes, jueces clementes, dice el saber de los antiguos.

CARA DE PLATA.-  Mi padre se cansó de ser clemente.

EL VIEJO DE CURES.-  ¡A lo menos fuéranos permitido el tránsito para estas ferias anuales del Corpus! ¡A lo menos fuéranos [47] eso concedido, que según luces de curiales, es lo que vinieron gozando los pasados!

CARA DE PLATA.-  Eso os daba mi padre, y fuisteis al pleito.

EL VIEJO DE CURES.-  Los de Cures no fuimos. En ese referente está engañado el Señor Mayorazgo. Yo soy el árbol de más años. Contando los hijos y nietos casados, suben de treinta las puertas donde puede morar Quinto Pío. ¡Así es! Y por más señalado, Quinto de Cures. Cristiano viejo, aun cuando en los días presentes, no se reconoce diferencia entre nuevos y viejos. ¡Así es! Hoy no queda por esta tierra otro judío, que el inglés de los Evangelios. -Pues era aquel decir, que no pleiteamos los de Cures.

CARA DE PLATA.-  Pero fuisteis de testigos falsos.

[48]

CLAMOR DE LOS VAQUEROS.-  ¡Está mal informado! ¡No somos de esa condición! ¡Le inclinaron en contra las orejas!

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Sangre de Montenegro, el tránsito a todos nunca podrá quitarse! Es la costumbre del tiempo de los viejos, y las costumbres hacen la ley. Los de Cures no seremos rebeldes, y de hoy más caminaremos por la vuelta. ¡Así es! Pero aquel jinete que viene trotando, no quedará sin paso. El mismo rey, ante otros reyes baja la espada.

CARA DE PLATA.-  Viejo de Cures, si no pasan los que caminan a pie, no pasarán los que vienen a caballo.

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Así cumplía!

[49]

CARA DE PLATA.-  Y así es la doctrina de mi padre.

EL VIEJO DE CURES.-  ¡Amén! Nieves paternas para el hijo espejos. ¡Así es! Y grillos de bronce sus mandamientos.

 

(EL VIEJO con la vara en alto, hace retroceder el tropel de sus vacas que entrechoca las cuernas, entornado por las voces y las picas de tantos hijos y nietos, sangre de Quinto de Cures. Y aquel negro jinete que sobre el sol llega trotando, es el Abad de San Clemente de Lantañón.)

 

CARA DE PLATA.-  ¡Señor Abad, tuerza el caballo!

EL ABAD.-  ¿Pues qué ocurre?

[50]

CARA DE PLATA.-  Señor Abad, que no hay vereda.

EL ABAD.-  ¡Joven Absalón, no me detengas con chanzas, que voy apremiado para encaminar un alma en Lugar de Freyres.

CARA DE PLATA.-  ¡Ojalá fueran chanzas!

EL ABAD.-  ¡Mal vino traes, tunante!

CARA DE PLATA.-  ¡No lo he catado!

EL ABAD.-  ¡Apártate, y déjame camino!

CARA DE PLATA.-  ¡No puedo!

[51]

EL ABAD.-  ¡Considera, bárbaro, la afrenta que haces a mi tonsura!

CARA DE PLATA.-  No es afrenta, sino justicia que debo a Quinto de Cures. ¡Si no pasan los que vienen a pie, no deben pasar los que vienen a caballo!

EL ABAD.-  Deja las burlas para otra hora, que la muerte no espera.

CARA DE PLATA.-  Pues habrá que romperle una pata.

EL ABAD.-  Apártate, grandísimo renegado. Ya te he dicho que voy a encaminar un alma. ¡Apártate en nombre de Dios!

[52]

CARA DE PLATA.-  ¡No puedo!

EL ABAD.-  ¡Muchacho! ¡En ti está revestido Satanás!

CARA DE PLATA.-  Hoy me santiguó con el rabo.

EL ABAD.-  ¡Mira lo que haces!

CARA DE PLATA.-  Mirado está.

EL ABAD.-  Que no soy un rapaz de tus años, y esas burlas tampoco están bien con un ministro del Señor.

CARA DE PLATA.-  Mi padre ganó el pleito, y hace valer la sentencia, Señor Abad.

[53]

EL ABAD.-  ¡Quijoterías! Conmigo no reza esa sentencia.

CARA DE PLATA.-  Con usted y con el mismo Rey.

EL ABAD.-  ¡Quijoterías. En Lantañón guardáis una paloma de mi palomar. ¡Ténlo presente!

CARA DE PLATA.-  ¡No lo había olvidado!

EL ABAD.-  ¡Iré por ella!

CARA DE PLATA.-  ¡Ya lo sé!

EL ABAD.-  Hazle la cruz.

[54]

CARA DE PLATA.-  Se la hago.

EL ABAD.-  Veremos si tu padre autoriza este escarnio.

CARA DE PLATA.-  El paso para todos o para ninguno. Mi padre no puede dar otro ejemplo.

EL ABAD.-  ¡Sacrílego, considera que un pecador espera la absolución! ¡Que está en trance de muerte! ¡Que entregas un alma al Infierno! ¡Que incurres en pena de excomunión!

CARA DE PLATA.-  ¡Todo lo considero!

EL ABAD.-  ¿Y te condenas tan impávido?

[55]

CARA DE PLATA.-  ¡Si no hay otro remedio!

VOCES REMOTAS.-  ¡Es camino del Rey! ¡El paso es libre! ¡Libre es el paso! ¡No hay ley que lo cierre!

CARA DE PLATA.-  ¡Venid a ganarlo!

 

(EL ABAD vuelve grupas y pone espuelas. Sobre los roquedos, ágiles siluetas pastoriles gritan agitando los brazos, y esparcidos rebaños pacen en torno: Voces y ladridos se prolongan y encadenan por la quebrada.)

 

[57]



JORNADA PRIMERA

ESCENA CVARTA


 

(EL ABAD DE LANTAÑÓN CON ESCOLTA DE CHALANES Y BOYEROS, ENTRA POR LA VERDE QUINTANA DE SU IGLESIA, Y ANTE EL PORTÓN DE LA RECTORAL, DESCABALGA. Blas de Miguez, el sacristán, acude a tenerle el bridón de la montura. Tumulto de voces quiebra el verde y aldeano silencio. El tonsurado esquivo y sin hablar palabra, se mete por las puertas de la sacristía. Negro, zancudo, angosto, desaparece en la tiniebla de arcones y santos viejos. A poco retorna, y en el quicio de la puerta hace disimulo de no mirar a los chalanes, atento al tempero. Disputa el tropel de feriantes, y se mueven las picas entre gritos y gestos. De pronto, sobre el patín de la rectoral, aparece una [58] dueña pilonga, muy halduda, que con la rueca en la cinta tuerce el huso y escupe en el dedo. Es Doña Jeromita, la hermana del Abad.)

 

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, con las voces! ¡Pues aunque estuviéseis a la puerta de un ventorrillo! ¡No habléis todos a una, selváticos! ¡Hermano, ponga paz!

EL ABAD.-  No me sale del bonete.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Ave María!

EL ABAD.-  ¡Mi tonsura ha sido ultrajada por un carajuelo!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús mil veces!

 

(EL ABAD vuelve a entrarse por la puerta de la sacristía. Blas de Migues le sigue sonando las llaves [59] de la iglesia. Doña Jeromita, con la rueca en la cintura y los brazos en aspa, baja la escalera del patín.)

 

DOÑA JEROMITA.-  No habléis todos a una. ¡Ay, Dios, que me entere! ¿Con quién tuvo mi hermano ese mal encuentro?

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Con un hijo del Mayorazgo.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Si aún somos parentela!

PEDRO ABUIN.-  En Lantañón no saben de parentescos. Allí todo es fuero y altanería.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Es que volvéis a cuestionar el paso por los arcos? ¡Cuándo tendrá fin ese pleito!

[60]

MANUEL TOVIO.-  Lo heredarán nuestros hijos.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Cómo ha mediado el Abad?

MANUEL TOVIO.-  El Señor Carita de Plata le negó la vereda, cuando iba a encomendar un alma.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Qué sacrilegio! ¿Y vosotros aquí qué buscáis?

PEDRO ABUIN.-  La cabeza que nos acaudille.

DOÑA JEROMITA.-  ¿A mi hermano?

PEDRO ABUIN.-  Justamente. ¡No es otro mi clamor!

[61]

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Y el nuestro por el igual. No eres tú el solo. Tú eres uno como los más, y no te pongas el primero. El clamor de todos es tener por cabeza a nuestro Abad.

 

(EL ABAD, negro y escueto, reaparece en la puerta de la sacristía, con el breviario entre las manos. La tropa de chalanes y boyeros queda silenciosa, esperando que hable, y la dueña pilonga, con la rueca en la cinta y el huso bailándole al flanco, se espanta en el ruedo del halda, los brazos abiertos, aspadas las manos.)

 

EL ABAD.-  ¿Qué esperáis?

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Su resolución esperamos.

EL ABAD.-  Y yo espero a saber si sostiene la mala acción del hijo, el viejo Montenegro.

[62]

DOÑA JEROMITA.-  ¡Ay, hermano, para este sofoco le hará bien sangrarse! ¡Por la Virgen, diga, cómo ocurrió ese desavío?

EL ABAD.-  ¿Qué preguntas, si estás enterada?

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús mil veces! ¿Y ha sido con Carita de Plata?

EL ABAD.-  Con ese Luzbel.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Estaría alumbrado!

EL ABAD.-  ¡Maldita casta!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Ay, hermano, no la reniegue, que aun nos alcanza [63] una gota de esa sangre! ¡Recuerde que demora nuestra sobrina bajo las tejas de Lantañón! ¡Que allí la criaron!

EL ABAD.-  Pues la sacaré de esa cueva. Si el padre autoriza la violencia del hijo, romperé para siempre las amistades.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Por el padre, pongo en la lumbre las manos! No me extrañaría de los otros bigardotes, pero sí de Carita de Plata. Ya sabe cómo anda enamorado.

EL ABAD.-  ¡Alma de Lucifer!

DOÑA JEROMITA.-  De cierto que estaba bebido.

[64]

EL ABAD.-  ¡Si como iba a encomendar un alma, hubiera llevado el Santolio!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces!

EL ABAD.-  ¡Condenado! ¡Irremisiblemente condenado!

PEDRO ABUIN.-  ¡Señor Abad, póngase, como es ley de justicia, a la cabeza de sus feligreses!

EL ABAD.-  Ya os he dicho que espero.

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Viene a significarse que su consejo es la prudencia.

[65]

EL ABAD.-  Yo espero, espero, espero.

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Y a todos nos conviene ese parigual, en tanto transcurren estas grandes ferias de Viana. Después se verá.

PEDRO ABUIN.-  Todo es visto. Hay que meter los ganados por Lantañón. ¡Hay que meterlos y venga lo que venga!

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Pedro Abuin, no hay cordura donde falta prudencia. ¿Cuál viene a ser el consejo de nuestro Abad?

EL ABAD.-  Yo no he dado ningún consejo. Cada uno es libre de reclamar como mejor le cuadre, por la mala o por la buena.

[66]

RAMIRO DE BEALO.-  El Señor Mayorazgo, si le rogamos, mudará de idea. Hay que esperar una virazón de su genio.

DOÑA JEROMITA.-  Pues id a verle.

PEDRO ABUIN.-  Otros fueron y solamente sacaron malos textos.

EL ABAD.-  Pues yo iré y no me los dirá.

SEBASTIÁN DE XOGAS.-  Por levantado que sea, tiene que respetar la corona.

EL ABAD.-  Me la arranco.

DOÑA JEROMITA.-  Muera el cuento.

[67]

EL ABAD.-  Jeromita, saca un jarro de vino para que estos amigos se refresquen. Yo voy a rezar mi breviario.

 

(EL ABAD signándose de prisa, y paseando a la sombra del muro, comienza el rezo canónico. La tropa de chalanes se reparte por el murete de la quintana, en espera del jarro de mosto. Era famoso el vino de la Rectoral.)

 

[69]



JORNADA PRIMERA

ESCENA QVINTA


 

(EL ATRIO DE LIMONEROS EN EL PAZO LE LANTAÑÓN. Doña Jeromita aparece sobre un borriquillo con jamugas, saltante al trote titiritero, bien repartido por los bastes el vuelo de su falda y el manto con alfileres. Blas de Miguez, el sacristán, que viene como espolique, azota el anca del borriquillo con una vara de verde avellano. Entran por el gran arco feudal con escudos y cadenas. La dueña pilonga descabalga en un poyo, tapándose las canillas, y el sacristán, con los brazos abiertos, está atento, sin tocarla, respetando aquella honesta pulcritud de abadesa.)

 

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces!

[70]

EL SACRISTÁN.-  ¡Solamente falta que nos echen los perros!

DOÑA JEROMITA.-  ¡No me sobresaltes!

EL SACRISTÁN.-  Pues otra cosa no sacamos, Doña Jeromita.

DOÑA JEROMITA.-  Eso ha de verse.

EL SACRISTÁN.-  Hay que considerar que venimos dos ovejas contra un lobo. ¡Dos cativas ovejas!

DOÑA JEROMITA.-  No me quites ánimo, con esos romances.

[71]

EL SACRISTÁN.-  Este era pleito para el Señor Abad.

DOÑA JEROMITA.-  Son genios iguales mi hermano y el Mayorazgo.

EL SACRISTÁN.-  ¡Pues mismamente! A un fiero, otro fiero.

DOÑA JEROMITA.-  De un acaloro entre hombres, hasta puede sobrevenir un patíbulo.

EL SACRISTÁN.-  ¡Si así se considera!...

DOÑA JEROMITA.-  Yo creo que me oirá el viejo Montenegro.

[72]

EL SACRISTÁN.-  Para mi cuenta era mejor no haber venido, y esperar una virazón.

DOÑA JEROMITA.-  Pero en el ínterin no puedo dejar a mi sobrina bajo estas tejas.

EL SACRISTÁN.-  Ni por malas ni por buenas entrega a la paloma el Mayorazgo. ¡Como a hija la tiene!

DOÑA JEROMITA.-  La ley me ampara.

EL SACRISTÁN.-  Se ríe de leyes el Vinculero.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús mil veces!

[73]

 

(SABELITA aparece por la sombra de los limoneros: Canta la nota popular y dramática del hábito morado, en la penumbra verde: Tiene la niña esa expresión triste que tienen las dalias en los floreros. Viendo a la dueña pilonga, corre a ella.)

 

SABELITA.-  ¿Ocurre algo, mi tía?

DOÑA JEROMITA.-  ¿Nada sabes?

SABELITA.-  ¡Nada!

DOÑA JEROMITA.-  Te mandé un aviso.

SABELITA.-  Pues no ha llegado.

[74]

DOÑA JEROMITA.-  Vengo para llevarte. Disponte.

SABELITA.-  ¿Qué sucede?

DOÑA JEROMITA.-  A tu tío, cuando iba a encomendar un alma, se le opuso como un ángel rebelde el malvado Carita de Plata.

SABELITA.-  ¡Santísimo Señor!

DOÑA JEROMITA.-  Y vengo para llevarte.

SABELITA.-  ¿Mi padrino lo sabe?

[75]

DOÑA JEROMITA.-  Si lo sabe y lo consiente, vamos a ponerlo de manifiesto.

SABELITA.-  ¿El tío cómo queda?

DOÑA JEROMITA.-  Hubo precisión de sangrarlo.

SABELITA.-  ¡Ay, Dios! ¿Y me llevan para siempre?

DOÑA JEROMITA.-  Para siempre será, si tu padrino no contralleva la mala acción de ese Barrabás.

SABELITA.-  ¡Cara de Plata!... ¡Vena de loco! ¡Alma de trueno!

[76]

DOÑA JEROMITA.-  ¡Un condenado!

SABELITA.-  No es malo, aunque lo parece.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Un réprobo!

SABELITA.-  Escuche mi tía: No se entreviste con el padrino.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Qué recelas?

SABELITA.-  Vuélvase a la Rectoral.

DOÑA JEROMITA.-  Y tú conmigo.

[77]

SABELITA.-  Tenga espera, mi tía. ¡No me lleve!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Ya estás llorando! ¡Guardas a los tuyos menos ley que a estos Judas!

SABELITA.-  ¡Me criaron!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Rebélate contra tu sangre! ¡Quédate!

SABELITA.-  ¡No me rebelo!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces! ¡Seca esas lágrimas, no quiero verlas!

[78]

SABELITA.-  Acaso... No sé... Cara de Plata, si yo le hablase... Porque él no es malo.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Perverso!

SABELITA.-  ¿Pero cómo le hablo?

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces! ¿Responde, niña, qué media entre vosotros?

SABELITA.-  ¡Nada!

DOÑA JEROMITA.-  ¿No es tu cortejo?

[79]

SABELITA.-  ¡Inventos!

DOÑA JEROMITA.-  ¿Lo jurarías?

SABELITA.-  ¿Para qué me pregunta, si luego no me cree?

DOÑA JEROMITA.-  ¿Y el propósito de mediar con ese descomulgado, qué representa?

SABELITA.-  Una idea que me acudió.

DOÑA JEROMITA.-  Tendrá algún fundamento.

[80]

SABELITA.-  Que desagraviase al tío.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Esa esperanza tienes?

SABELITA.-  No sé.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Tanto es tu influjo sobre ese Satanás?

SABELITA.-  ¡Pobre de mí! Me acudió esa idea.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Sin fundamento?

SABELITA.-  Sin fundamento.

[81]

DOÑA JEROMITA.-  ¡Hazle la cruz, niña! ¡Hazle para siempre la cruz a ese malvado, y lo que tengas en el corazón sepúltalo bajo siete estados de tierra! Disponte a seguirme.

SABELITA.-  Ay, mi tía, tenga espera.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Y tu miramiento!

SABELITA.-  Todo puede arreglarse.

DOÑA JEROMITA.-  A eso vengo. ¿Dónde mora tu padrino?

SABELITA.-  ¡Ay, mi tía, no le hable, no le vea!

[82]

DOÑA JEROMITA.-  ¿Qué temes?

SABELITA.-  ¡Su genio altivo!

DOÑA JEROMITA.-  ¡No me sobresaltes!

SABELITA.-  ¡Mi padrino es un rey!

DOÑA JEROMITA.-  Pues yo seré una reina. Me veré con ese lobo cano, para saber si ampara la mala acción de su lobezno.

SABELITA.-  ¡Ay, mi tía, si está por llevarme, lléveme sin que me vea! ¡Sin que lo sepa!

[83]

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces! ¡Pronto mudaste! ¡Declara tu recelo!

SABELITA.-  ¡Pudiera oponerse!

DOÑA JEROMITA.-  ¡La ley me ampara! Me veré con tu padrino, y a sus palabras corresponderán mis procederes.

SABELITA.-  ¡El padrino!

DOÑA JEROMITA.-  Déjale llegar.

SABELITA.-  No cuestione, mi tía.

[84]

DOÑA JEROMITA.-  Ponte a mi vera.

 

(EL MAYORAZGO, al salir por la puerta de su torre, se ha detenido en la gran sombra de piedra. Blas de Miguez, el sacristán, salta y gime al flanco del linajudo, que le prende de una oreja con mofa feudal, cercado de perdigueros y galgos.)

 

EL CABALLERO.-  Este chupa cirios me ha traído una embajada.

EL SACRISTÁN.-  ¡Por tu santo servicio lo hice, Jesús Crucificado!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Entrometimientos, Blas!

[85]

EL SACRISTÁN.-  ¡Ay, que me rachan la ropa los canes!

DOÑA JEROMITA.-  Por tener el pico largo.

EL SACRISTÁN.-  ¡Quise evitar una guerra civil! ¡Ay, que la ropa los canes me rachan!

SABELITA.-  ¡Suéltele, padrino, que está espantado!

EL SACRISTÁN.-  ¡Ay, mi ropa rachada!

EL CABALLERO.-  ¡Calla, maldito, que aún no te llegan a las carnes!

[86]

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces!

EL SACRISTÁN.-  ¡Más me duele la ropa que las carnes!

EL CABALLERO.-  Eres un filósofo.

EL SACRISTÁN.-  ¡Un pobre desamparado!

EL CABALLERO.-  Entra en la cocina, y ampárate con un jarro de vino.

EL SACRISTÁN.-  ¡Ay, mi ropa rachada!

[87]

 

(EL SACRISTAN, renqueando, éntrase por el enlosado zaguán, y en la sombra sonora del arco, ríe con su ruda risa feudal, el viejo Montenegro.)

 

DOÑA JEROMITA.-  ¡Qué genio fanático!

EL CABALLERO.-  ¿Cómo queda mi amigo el clérigo?

DOÑA JEROMITA.-  Con arrebato de sangre, pienso que lo sabe.

EL CABALLERO.-  Siempre ha sido en la mesa un templario.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces! Otra causa motiva su achaque, y es el oprobio que le hizo un vástago de esta casa.

[88]

EL CABALLERO.-  Ya conozco ese pleito.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Y cómo lo sentencia?

EL CABALLERO.-  ¡No puedo romper la vara de juez que me ha puesto en la mano el Diablo!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces!

EL CABALLERO.-  No puedo dar ese mal ejemplo en mi casa.

DOÑA JEROMITA.-  Y da otros peores.

[89]

EL CABALLERO.-  ¡Conforme! Pero este no puedo darlo.

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces! ¿Quiere decirse que sostiene la heregía *herejía* de su rapaz?

EL CABALLERO.-  Estoy obligado.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Sabe bien lo que hizo?

EL CABALLERO.-  Y lo lamento.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Entonces, por qué lo sostiene, y rompe así las amistades?

[90]

EL CABALLERO.-  ¡Yo no las rompo! Pero tengo que llevar recta mi vara.

DOÑA JEROMITA.-  Tarde o temprano habrá de doblarla.

EL CABALLERO.-  No lo esperes. Conozco el propósito que traes. Sé a lo que vienes.

DOÑA JEROMITA.-  ¿Y qué dice?

EL CABALLERO.-  ¡Nada!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Algo dirá!

[91]

EL CABALLERO.-  ¡Nada!

DOÑA JEROMITA.-  ¡No extrañará que le reclame la oveja de mi corte!

EL CABALLERO.-  No lo extraño.

DOÑA JEROMITA.-  ¿No se opondrá a entregármela?

EL CABALLERO.-  ¡No me opongo!

DOÑA JEROMITA.-  Puestas en discordia las familias, hasta por miramiento me cumple reclamar la sobrina. ¿No lo estima de esa conformidad?

[92]

EL CABALLERO.-  ¡Un rayo te parta!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Jesús, mil veces!

SABELITA.-  ¡Adiós, piedras de Lantañón!

DOÑA JEROMITA.-  ¡Seca prontamente esas lágrimas!

EL CABALLERO.-  No llores, niña. Tú volverás, que el tiempo es mudanza.

DOÑA JEROMITA.-  Y muerte también.

EL CABALLERO.-  También.

[93]

DOÑA JEROMITA.-  Y castigo.

EL CABALLERO.-  ¡Acaso! Acércate, ahijada.

DOÑA JEROMITA.-  Bésale la mano a tu padrino, y vamos caminando.

EL CABALLERO.-  ¡No llores, niña! Comprende que no puedo torcer mi vara.

SABELITA.-  No la tuerza. ¡Adiós para siempre, padrino!

EL CABALLERO.-  Para siempre, no. Tú volverás.

SABELITA.-  ¡Quién sabe!

[94]

EL CABALLERO.-  ¡Si Dios no lo quiere, lo querrá el Diablo!

 

(BLAS DE MIGUEZ sale por la puerta de la torre con un jarro de vino, borracho y bailando. La vieja pilonga se espanta en el ruedo de su falda, y renueva la risa el viejo linajudo, mientras halaga blandamente la cabeza de la niña, que se arrodilla para besarle la mano. En la penumbra verde de los limoneros, la nota morada es un grito dramático.)

 

[95]




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