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La ocupación del Magreb por Hayreddīn Barbarroja según el Ms. 2459 de la Üniversite Kütüphanesi de Estambul
CSIC. Madrid
La vida del
célebre corsario y gran almirante de la flota otomana
Hayreddīn Barbarroja es la historia de la victoria absoluta de
las armas de Solimán el Magnífico en el
Mediterráneo que intenta controlar Carlos V y del dominio de
la Berbería central por la Sublime Puerta. Dentro de los
límites de la cultura del Renacimiento, es la crónica
de la victoria de un hombre que se ha forjado a sí mismo y
alcanza la gloria y el éxito militar y social por medio de
su inteligencia y su esfuerzo. Su singularidad lo convierte en el
eje central de un gran número de relatos que describen sus
aventuras, así como en el arquetipo del militar y estadista
de estas décadas393.
Su pugna particular con el Emperador, un gobernante que recibe su
bautismo de fuego al organizar una expedición con el
único fin de expulsar al antiguo corsario de la ciudad de
Túnez, lo convierte en símbolo de una época y
un espacio que contribuyó decisivamente a dar forma y
configurar. En Occidente la vida de este personaje es sobradamente
conocida por los muchos textos que se escriben sobre sus andanzas
durante el reinado del Emperador y de sus sucesores, así
como por su inclusión en gran número de los impresos
que intentan recoger en sus páginas los hechos de las
personas que forjaron la historia militar y
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Dentro del mundo
otomano, el segundo de los Barbarroja tendrá una importancia
semejante, adquiriendo en vida y en la posteridad los rasgos de una
figura casi legendaria. Mientras que por parte de la cultura de la
Europa occidental la atención hacia este personaje
está en relación con las empresas que protagoniza y
el ideario religioso con el que se justifican muchas de las
acciones que emprenden los gobernantes del Imperio otomano, en
Oriente su biografía la encarga personalmente el
sultán para mantener vivo el ejemplo de los forjadores de la
Sublime Puerta, por lo que adquiere el carácter de elemento
de propaganda del propio Imperio por el que combate. Solimán
encarga a Seyyid Murad que redacte su biografía, narrando
sus hazañas desde su origen familiar hasta el intento de la
conquista de Argel por Carlos V en 1541. Para esta tarea elige el
género de literario del
gazawat-nâme397,
usual en esos años en la corte estambuliota, pero que
también muestra la mitificación del personaje en el
mundo musulmán mientras el corsario aún vivía
y seguía prestando sus servicios a la armada osmanlí.
El texto original, por desgracia, no ha llegado hasta nuestros
días, aunque se conservan en prosa catorce redacciones
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Aldo Gallotta, el editor del original conservado que se puede considerar más próximo a la princeps perdida, ha realizado un excelente estudio filológico del manuscrito conservado en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial. Recomienda siempre su empleo como el texto que más se aproxima a la redacción original, aunque ha dejado en segundo plano el análisis de las variantes historiográficas y argumentales que existen en la tradición literaria de este texto400. Únicamente apunta que, por el estudio de las diferentes versiones conservadas, rectificando a otros autores que se han preocupado por sistematizar las diferentes versiones conservadas de la vida de Barbarroja: «In realtà, non si tratta di due redazioni o di una redazione alterata poi da copisti, ma di due opere differenti»401. La distinción entre los manuscritos que incluye la edición original y los que se incluiría en los que él denomina «pseudo-Seyyid Murad», es un tema que aún no se ha estudiado, pero que sería especialmente útil para entender la evolución del mito de los corsarios Barbarroja dentro del mundo otomano y magrebí a lo largo de la Edad Moderna.
Para el presente
trabajo utilizaré un manuscrito que Gallotta considera
perteneciente a la tradición original, aunque muy alterado
por la utilización de otras obras posteriores, tanto
musulmanas como cristianas402,
y que amplia enormemente el mito de los
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Doria y
Cortés apenas salvaron su vida. Este hombre llamado
Cortés era un infiel particularmente malvado que en el Nuevo
Mundo había abrasado en el fuego a centenares
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En esta redacción de la «guerra santa de Barbarroja» se citan los nombres más afamados de la historia marítima del siglo XVI otomano, el de Barbarroja y de sus principales lugartenientes, destacando la gran valentía y espíritu de lucha a Dragut, como si se quisiera dejar constancia de todos ellos al rememorar un siglo después la época dorada de la armada de la Sublime Puerta. La presencia del cartógrafo y el supuesto autor del mejor derrotero mediterráneo de la centuria, Kitab-i bahriye, como uno de los protagonistas de los sucesos marítimos de Barbarroja posee una intención clara y manifiesta de recordar en voz alta a los hombres que lograron el dominio del mar para el sultán:
[...] decidimos enviarlos como regalo a nuestro excelentísimo emperador, sultán Selim Han. Seleccionamos también 200 cautivos para enviarlos junto con ellos. Los iba a llevar a Estambul Piri re'is al sultán Selim Han. Piri re'is era sobrino del difunto Kemal re'is, era un amigo nuestro, formal y culto, que sabía muy bien como comportarse en la corte del Sultán. Lo despedimos de Túnez hacia Estambul en una hora de buena suerte [...] Mi compañero Piri re'is recibió la carta imperial, tres veces la besó y la puso en la frente. Siete veces se inclinó para saludar. Se despidió y se marchó de la corte imperial sosegado, honrado, tranquilo y feliz. Subió a la galera que Selim Han me concedió, y las otras galeras la siguieron. Con sus ocho barcos saludó al Emperador en Sarayburnu. Selim Han, desde Yali köskü, estaba mirando nuestros barcos. Piri re'is se despidió de esa manera de Estambul, la capital del mundo, y se dirigió hacia Túnez408. |
La referencia a
Piri re'is nos obliga a detenernos en la personalidad del autor del
manuscrito que utilizamos para redactar estas páginas. La
biografía de Seyyid Murad sólo se puede establecer
extractando pequeñas noticias de sus obras, en especial de
las composiciones en verso. Debió de nacer en el
último cuarto del siglo XV y murió después de
1546, año en que compone la segunda parte de la vida del
segundo de los Barbarroja. Entró a formar parte de las
tropas otomanas que sirven en las naves del sultán. Cuando
Hayreddīn es nombrado almirante en jefe de la flota
debía integrarse en el séquito que rodea a este
cargo, por lo que entra en contacto directo con el antiguo
corsario. En 1538 está presente en una nave que combate en
la batalla de la Prevesa y el año siguiente en la
reconquista de las fortalezas de Novi (Castilnovo). En 1541 termina
la primera redacción de la vida del almirante. Al servicio
del gran visir Rüstem interviene en la campaña de
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Ordené a mis comandantes que fueran a cazar hacia Chipre, en el Mediterráneo oriental, y que regresaran después a Argel. Yo volví a Argel con mi hermano. Mis comandantes desplegaron las velas hacia el Oriente con siete barcos. Al cabo de cierto tiempo topamos con la flota imperial en un lugar entre Chipre y Egipto. Mis marineros casi se volvían locos de alegría, pues la flota desplegándose se había extendido por toda la superficie del mar. Muslihuddīn re'is se acercó a la flota y se presento al comandante Cafer bey. El comandante de Selim Han le dijo: «El Emperador está conduciendo la campaña de Egipto, ¿no estáis enterados de ello? ¿Por qué no os incorporáis a la flota imperial?» Muslihudīn re'is, que era hombre inteligente, dijo: «Excelencia, no es que hayamos olvidado el servicio del Emperador. En otro clima estamos y no estábamos enterados. Si nos hubiera enviado incluso un perro suyo para hacérnoslo saber, su orden hubiera sido sagrada para nosotros, habríamos acudido al instante. El servicio del Estado es para nosotros el mayor apremio del mundo»409. |
Dado el
carácter de historia oficial del presente texto, y su
intencionalidad claramente ejemplificador, en ningún momento
se realizan distinciones entre la flota corsaria
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A partir de ahora la tierra de Argel es propiedad de Selim Han. Hayreddīn pa§a, mi señor, es un beylerbeyi otomano. Asimismo, nuestra flota forma parte de la flota real, actuamos según las órdenes de Estambul. Si estáis en relación de amistad con nuestro Emperador no tenéis por qué tener miedo a los barcos argelinos. Pero si sois enemigos, procuraremos que el Mediterráneo sea un infierno para vosotros411. |
Al recapitular la historia del Mediterráneo un siglo después de que ocurrieran los acontecimientos es lógico que el redactor uniera las dos grandes empresas de conquista otomana de principios del siglo XVI en las tierras dominadas por los musulmanes, si bien en principio fueron independientes. Egipto era un territorio cohesionado, un antagonista político y económico de la Sublime Puerta, mientras que el lejano Magreb, conocido exclusivamente por las referencias que realizó Kemal re'is acompañado por su sobrino Piri re'is, no estaba en la órbita de los intereses del sultán Selim. Era un territorio que se consideraba perteneciente al dominio de los españoles, como atestigua la denominación de «Ispanyol bahriye» que emplea Piri re'is para el Mediterráneo occidental.
Las conquistas que realizan los hermanos Barbarroja, siempre inspiradas por un ideario religioso, como se atestigua en el propio título de la obra, no debían justificarse cuando afectaban a intereses de los cristianos. La ocupación de Argel es una consecuencia lógica de la petición de ayuda que reciben los corsarios para liberar a la población de la presión que ejercen los soldados imperiales desde la fortaleza del Peñón de Argel, mientras que la convivencia pacífica en los primeros años magrebíes de los corsarios se produce porque el sultán de Túnez en esta época era un príncipe musulmán independiente, por lo que no se podía ocupar su territorio. Estamos ante la formulación de una empresa de guerra santa realizada bajo el auspicio del mayor soberano islámico del momento, por lo que todas sus acciones son completamente legales:
No cabe duda
alguna ni perplejidad, pero nuestro enemigo era el infiel
español. En verdad, estábamos en guerra
también con los genoveses y los demás pueblos
infieles. Además teníamos que ocuparnos de los
gobernadores pequeños y grandes de Argel, Túnez y
Marruecos, que estaban preocupados por habernos instalado nosotros
en Argel. En Marruecos gobernaban los sultanes marroquíes,
que era una gran dinastía. Se trataba de un estado extenso,
pero últimamente había perdido su paz y tranquilidad
por las disputas internas. En el norte de África,
exceptuando Marruecos, no había ningún estado
importante. Los Hafsi y los Abdulvâdî, que gobernaban
en Túnez y Tremecén, habían
Nosotros, cuando llegamos del Mediterráneo oriental al Mediterráneo occidental, primero habíamos pisado el suelo de Túnez y nos concordamos con el sultán Hafsî. Gracias a nosotros, los tunecinos se hicieron ricos, sus ciudades, que habían perdido su esplendor hacía mucho tiempo, se alegraron y lograron alcanzar gran prosperidad y bienestar. El sultán Hafsî se liberó de los ataques de los españoles y genoveses gracias a nosotros y, siempre gracias a nosotros, llenó las arcas de su tesoro con nuestros tributos. Nosotros estábamos contentos con él y, Dios lo sabe, no teníamos los ojos puestos ni en su pueblo ni en sus bienes. Pues si lo quisiéramos, habríamos tenido mil ocasiones para acabar con su existencia. Mientras estábamos en tales circunstancias, conquistamos Argel, llegamos a ser un estado más grande que Túnez y emprendimos una guerra encarnizada contra España, que era el país cristiano más poderoso. El sultán de Túnez nos debería haber apoyado en esa guerra encarnizada, como deber supremo de cualquier musulmán. Por el contrario, el sultán tuvo miedo al ponernos bajo la protección de los otomanos y convertirnos en súbditos de Selim Han. Él sabía que los hijos de Osmán son una dinastía de conquistadores, Selim Han conquistó en pocos años pueblos tan grandes como cien Túnez sumados, y creía que nuestro emperador había puesto los ojos en su pobre pueblo. Fingía ignorar que los beylerbey de mi Emperador tenían muchos gobernadores provinciales que poseían más tierras y soldados que el sultán de Túnez, así como yo, que no era sino un beylerbey de Selim Han, muchas veces vencí al rey Carlos de España, que tenía en su posesión la mitad de Europa412. |
Desde el principio de la redacción de la vida de los dos hermanos Barbarroja nos encontramos con la historia de unos soldados elegidos por la fortuna, además de respaldados por la voluntad divina, para extender las tierras de la casa de Osmán. El odio a los cristianos y el bien del Islam, a los que hay que añadir -después de una redacción bastante confusa- la defensa de los intereses de la Sublime Puerta, son los objetivos que mueven a estos hombres a recorrer todo el Mediterráneo y padecer mil penalidades. Es la historia de unos turcos que combaten auxiliados por marineros de origen anatólico (levent) en un territorio tan extenso como hostil y peligroso. Un exiguo grupo de hombres aislados que vencen a los enemigos por su valentía y coraje, virtudes reconocidas por sus mayores enemigos, los españoles:
Estos turcos son una raza extremadamente cabezona; se dejan diezmar pero no se rinden. ¿Hasta cuándo podremos quedarnos pendientes delante de este castillo? Propongo enviar un embajador a las turcos para decirles que cojan sus armas y se vayan dejándonos el castillo. Esto sólo lo aceptaría si sus víveres estuvieran agotados, si no es así, no saldrían antes de que fuera matado el último soldado413. |
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De alguna manera ambos contendientes coinciden en su visión de la guerra, y la respuesta que se pone en boca de Oruç para negarse a la rendición a los cristianos podría estar formulada en cualquiera de los textos hispanos de la época: «Es mejor morir que entregar las armas. ¿Qué miedo puede darle a uno la muerte? El hombre muere una vez, pero su fama no muere nunca» 414. La guerra con los enemigos de los Barbarroja está inspirada exclusivamente por principios religiosos, por lo que los cristianos son infieles o cruzados, como en el caso de las expediciones de Túnez y de Argel, y son aliados musulmanes los hombres que han traicionado sus principios religiosos y su moral al pactar con los enemigos de la verdadera religión415, razón por la que Hayreddīn obliga a uno de los sultanes de Tremecén a volver a convertirse al islam:
¡Pedazo de infiel, le dije, tienes que convertirte a la fe! Ya que te dejaste llevar por el mayor enemigo de nuestra religión y empuñaste la espada en mi contra, mientras representaba en estas tierras a nuestro sultán, que es el emperador del mundo416. |
La
introducción a la obra, así como la mayor parte del
texto, está referido a narrar la historia de unos «guerreros de la fe» que luchan por extender
los dominios del sultán otomano, al que identifican siempre
con el califa de islam, aunque la mayor parte del contenido del
Gazawat explica las guerras de los argelinos con sus
vecinos musulmanes por asentar una nueva provincia
(sancak) del Imperio de Solimán el
Magnífico. El mundo cristiano, en especial español,
es el que está detrás de toda la redacción de
la obra, aunque en realidad es la descripción de la
formación de un estado nuevo dentro del seno del Magreb
musulmán. La primera redacción del Gazawat
se produce en un momento en el que el mundo cultural otomano ya ha
tenido que solventar el problema de justificar la guerra entre
musulmanes de una manera legal, por lo que las justificaciones que
podíamos aducir ya resultaban frecuentes en esta
época. El enfrentamiento de la Sublime Puerta con la
dinastía Safawi persa había abierto elementos de
tensión en la conciencia moral de la dinastía de
Osmán, por lo que varios de los hombres de ciencia y
religión de la corte estambuliota tuvieron que establecer un
marco de legalidad religiosa, ya que la política estaba
suficientemente salvaguardada por la defensa de las fronteras
anatólicas.
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Lo que resulta más sorprendente de este texto es el gran número de similitudes que tiene con los escritos europeos del momento. Dejando a un lado la redacción en primera persona de los acontecimientos, así como la ocultación o el falseamiento de determinados episodios, como es el caso de la conquista de Bugía por parte de Hayreddīn, comparten un desprecio semejante por la población islámica que se encuentra en Berbería417. Se les considera hombres poco fiables en sus tratos políticos, envidiosos, cobardes y muy poco adecuados para la guerra y el ejercicio de la milicia:
Pues esos árabes son una raza que desconoce el arte de la guerra. Creen que es lo mismo realizar la guerrilla en el desierto que combatir con un ejército bien ordenado. Incluso el infiel español, que sí conoce bien el arte de la guerra, fue siempre derrotado por los soldados y los levent turcos. Estas cabilas árabes con gran ilusión se suelen enfrentar con los turcos en lugares increíbles e impensables, por lo que son siempre derrotados, ya que para ellos la vida humana no tiene ningún valor. En vez de ser prudentes, asumir su condición de siervos, afirman «pues todo viene de Dios», y mueren torpemente. En verdad saben montar bien a caballo, y entre ellos hay algunos que tienen gran coraje. Sin embargo su equipamiento, incluido el de los caballos, es sumamente primitivo. No tienen armas eficaces, aunque de tenerlas no sabrían emplearlas. No están acostumbrados a las armas de fuego, y sobre todo desconocen totalmente las normas del combate en masa, lo que constituye la razón principal de su derrota418. |
Esta superioridad
en el campo militar, sobre todo con relación a la falta de
renovación de las tácticas y técnicas
bélicas419,
es una demostración de que la llegada de los
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Una parte de los marineros argelinos visitaban Estambul por primera vez. La mayoría de ellos eran jóvenes que habían ido a Argel desde las aldeas de Anatolia, y muy pocos eran de ciudades grandes. La vista de Estambul los sorprendió. Se pasearon por el Bósforo y por los castillos. Al ver que en los astilleros imperiales decenas de miles de personas trabajaban como hormigas para construir al mismo tiempo casi un centenar de barcos se quedaron enmudecidos por la maravilla. Dieron largamente gracias a Alá por ser súbditos de un estado tan poderoso. Yo cuidé mucho a los soldados y en la mesa no les hice faltar ni börek ni baklava423. |
Sorprende el
silencio sobre las poblaciones andalusíes asentadas en
Berbería desde antes de la llegada de los corsarios de las
islas del Egeo, activos colaboradores de los turcos en su
penetración en el territorio, así como el silencio
sobre los hombres de religión de la zona que fueron uno de
los elementos esenciales de legalización de las conquistas
de Oruç y Hayreddīn. La presencia de los moriscos es
una constante en todo el texto, pero no como colaboradores de los
otomanos si no como las víctimas de los infieles.
Hayreddīn está realizando una guerra santa, y uno de
los elementos de justificación de la misma es la ayuda de
los musulmanes que residen en España. En el Gazawat
que se conserva en El Escorial se limita a referir las malas
condiciones de vida que
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En la descripción de los personajes turcos que aparecen en el relato se resaltan principalmente dos características. En primer lugar, y como resulta lógico por tratarse de un texto que narra empresas bélicas, su valía militar y su valentía personal, lo que explica muchas de las victorias que alcanzan. En este punto, y para realzar los éxitos marítimos y terrestres, se suele ensalzar el genio militar de los contendientes españoles e imperiales, con la excepción de Andrea Doria. Esta cuestión, que referiré más adelante, al analizar la visión del mundo español que realiza el Gazawat, queda relegada a un segundo plano ante el objetivo esencial del presente texto. La narración tiene como principal fin ensalzar la grandeza del Imperio Otomano y el carácter religioso de la mayor parte de sus acciones. En la descripción de los hermanos Barbarroja, como en la del resto de los navegantes que se mencionan, se pondera especialmente la fidelidad al «sultán del mundo» como máxima autoridad religiosa y política de la tierra, fidelidad que procede de ser auténticos musulmanes que no combaten por motivos terrenales sino por el ensalzamiento de la fe:
Tras la
campaña de Córcega, regresamos a la isla de Mitilene
con mi hermano. En ese momento teníamos ya siete galeras.
Ese refrán árabe que dice «El
amor a la patria procede de la fe» es verdad, pues el regreso
al hogar nos renovó la sangre. Todos los parientes y amigos
vinieron a saludarnos. Estuvimos cocinando durante siete
días con sus noches para
«Sois los combatientes de Alá, comed, pues debéis tener buena salud»426. |
La principal preocupación cuando regresan a puerto después de haber capturado una presa consiste en repartir el botín entre los pobres para lograr el bienestar de sus súbditos, además de dar honrada sepultura a los muertos musulmanes, que reciben el título de mártires:
Los mártires de la fe no rebasaban los trescientos. Todos fueron enterrados religiosamente. El soldado del islam fue victorioso y se izó la bandera otomana. España, que era la más grande de las naciones infieles, fue vencida por mi hermano y al rey Carlos le tocó la vergüenza de la derrota. ¡Que Dios derrote siempre al infiel!, pues no tiene respeto por la santa descendencia de los profetas427. |
En sus empresas siempre son ayudados por elementos sobrenaturales, en especial en el caso de Oruç, por lo que estamos ante un texto claramente providencialista. Además de sueños premonitorios que ayudan a los «combatientes de la fe» a tomar las decisiones acertadas en cada momento, su empresa está claramente dirigida por la esfera celestial para extender las tierras del islam y acabar con los infieles que ilegítimamente las ocupan y las mancillan:
Una noche solo en la prisión se puso a llorar: «Dios mío -rezó-, que sabes socorrer a los miserables, en nombre de tu Querido y Santo Profeta te imploro, ¡ayuda a este infeliz, libérame pronto de estos infieles crueles!». Esa noche siguió rezando hasta el agotamiento, y al final se tiró al húmedo suelo de arcilla, y allí quedó dormido. En el sueño se le apareció un viejo con la cara luminosa, y le dijo: -«Oruç, estáte tranquilo, aguanta estos tormentos por causa del islam. No estés triste, tu salvación está cerca»428. |
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Desde este punto de vista el rescate de los moriscos tiene el mismo carácter de realización de una de las obligaciones de todo buen musulmán, además de la culminación de un encargo divino de salvaguardar al islam del azote de los infieles, que además cuenta con el beneplácito de Solimán el Magnífico:
[...] hijo mío, este año irás tú por el Mediterráneo occidental. Llegarás hasta el Estrecho de Ceuta y no dejarás respirar al infiel español. De regreso sigue las costas de Andalucía, embarca a cuantos puedas de esos correligionarios nuestros que están refugiados en las montañas de Granada y llévalos a salvo a Argel. Yo no dejaré de rezar por ti. ¡No dejes de ser prudente!429 |
La descripción del sultán otomano, ya sea Selim o Solimán, la grandeza de Constantinopla, las victorias contra los infieles, las grandes conquistas que realiza la Sublime Puerta, el buen gobierno de las tierras del Magreb dominadas por los corsarios, el valor de los levent y los «mártires» que se producen en estas batallas se transforman en demostraciones de la superioridad de un credo religioso sobre el de sus antagonistas. Estamos ante un texto que, además de exaltar a los descendientes de Osmán y narrar las aventuras de unos navegantes excepcionales, muestra a sus contemporáneos el valor de la «guerra santa» y la magnificencia del islam. Los errores que cometen los gobernantes musulmanes naturales del Magreb los han envilecido y convertido en esclavos, aunque se mantengan en sus reinos. La llegada de los turcos, que combaten solos y aislados en una tierra hostil bajo la amenaza de las autoridades foráneas y la presión de las potencias cristianas, es un sinónimo de la reimplantación del orden y del buen gobierno430, además de la purificación religiosa de estas tierras:
Al sultán le mandé una carta diciendo: «Ahora que te hiciste con el trono de tus antepasados gracias a nuestro emperador, ¡guárdate de los comportamientos que hicieron perder su trono a tu hermano! Pon cuidado en no cometer maldades contra los musulmanes. Trabaja para no excederte de mis órdenes. No tardes ni un día en enviar el tributo anual. Que yo no oiga nunca ningún trato tuyo con el infiel español, porque el infiel español también está esperando su momento de venganza, pues tus dos hermanos mayores están en Orán, en manos de los españoles»431. |
En la
redacción del Gazawat que reseñamos existe
una variación evidente con respecto al manuscrito conservado
en la Biblioteca de El Escorial, como es la conversión de
los españoles en enemigos y antagonistas de los
conquistadores de Argel. En este texto
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Como nos percatamos de que el sultán de Túnez cada vez nos daba más la espalda, decidimos desenvolvernos solos. Para ello era necesario que en esas tierras extrañas formáramos un Estado nuevo para nosotros432. |
Dentro de esta manera de abordar la vida de los corsarios, los episodios que muestran la crueldad y la dureza de las acciones turcas en Berbería, como es el caso del asesinato del gobernador de la ciudad de Argel, desaparecen en un texto que tiene un marcado carácter épico, por lo que Oruç y Hayreddīn son siempre gobernantes justos que se esfuerzan por el bien común de los musulmanes:
Di la orden de que
fueran decapitados los ciento ochenta y cinco rebeldes. Ello me
supuso un gran disgusto, e incluso esa noche perdí el
sueño y tuve pesadillas. Mas el interés del estado lo
reclamaba. Sin embargo, no toqué los bienes ni las casas de
los rebeldes. No podíamos echar raíces en ese
país tan grande por medio de la violencia. Por ahora los
teníamos asustados y por cierto tiempo no se
rebelarían. Pero ésta no era una medida que se
pudiera usar en el futuro, ya que si la población de un
país no nos quiere, no está contenta con nosotros, lo
más digno sería irnos. Era posible meterse con el rey
o con las autoridades militares de un país con tal de que su
pueblo nos apoyase, pero si había
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Y que se comportan como los padres de sus nuevos súbditos, a semejanza de lo que hace con ellos el sultán de Estambul. El buen gobierno no está exento de la justicia, como cuando tiene que castigar a algunos de sus soldados que han pasado a defender las causas de los príncipes islámicos que se sublevan contra Argel y, sobre todo, con los infieles que no respetan las normas de la guerra:
De esa manera tuvimos en nuestro poder la ciudadela del Peñón. Antiguamente, mientras el almuédano cantaba en las mezquitas de Argel, los españoles solían apuntar sus cañones a los alminares y tirarlos abajo. Y lo hacían tan sólo por placer. Cuando nos instalamos en Argel, con mucho disgusto, tuvieron que renunciar a esa diversión. Hice llamar ante mí al comandante de los cañones que tantos alminares había destruido decapitando a tantos almuédanos. -¡Pedazo de infiel! -le dije, sé que eres muy buen tirador, que de un balazo puedes destruir un alminar. ¡Ahora verás tú cuál es un buen tiro! Hice colocar al infiel en un cañón y lo hice disparar al mar. Asimismo mandé decapitar a los diez cañoneros que eran sus ayudantes. A los demás los hice meter en los baños434. |
En un texto de
caracteres especialmente hagiográficos, la personalidad de
Hayreddīn, como la de Oruç, se diluye en la
representación idealizada de lo que debe ser un buen
soldado, un musulmán de profundas convicciones, el
conformador de un sistema de gobierno lógico y coherente y,
en resumen, un ejemplo de súbdito y creyente. Los escasos
elementos que aparecen fuera de estas características
están en relación con la bondad y la humanidad del
hombre que marca los destinos otomanos de Berbería. La
crueldad, la avaricia y la ambición desaparecen de esta
descripción, referidas tanto a los Barbarroja como a
Solimán el Magnífico. Este texto se redacta,
siguiendo el modelo de la primera versión del
Gazawat, en una época en la que el gobierno de
Solimán el Magnífico comienza a ser descrito por la
historiografía otomana como uno de los más brillantes
de toda la dinastía. Es el referente para cualquier
gobernante y súbdito
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El texto es una alabanza continua al mundo marítimo, presentando a los dos hermanos Barbarroja como hombres que disfrutan surcando las aguas del Mediterráneo. El mayor de la saga se plantea en un momento concreto abandonar la armada para formar una milicia en su isla natal, pero ese deseo desaparece cuando piensa que tendrá que renunciar a una vida de aventuras y de «guerra santa» encima de la cubierta de un navío plano. Llega a afirmar que Oruç se siente contento cuando los caballeros de Rodas le sacan del baño para remar como galeote: «esto de estar encadenado al remo en el mar es un alivio». En las crónicas de cautivos cristianos, sin embargo, se describe el oficio de galeote como el más cruel y duro que ejercen los condenados, afirmación corroborada por los estudios modernos de este tema435. Este amor por la navegación está en relación con el espíritu de los marineros y el ambiente de los puertos y las armadas. El último capítulo del texto está dedicado a ensalzar la belleza de los astilleros de Estambul. En todas las descripciones de la capital del Imperio Otomano que se incluyen en el manuscrito se hace constar la magnificencia de los barrios en los que viven los marineros436 y se recuerda que el almirante de la flota decide comprar un terreno para enterrarse al lado del Bósforo437. La larga vida marinera del redactor de la biografía oficial de los Barbarroja tiene su reflejo en las páginas que escribe, ensalzando la importancia del control del mar para la expansión de la Sublime Puerta:
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-¡Oh ingrato! -le dijo-, inaudita desvergüenza es esta traición que nos hiciste. Hablando de mí comentaste: «Yo soy un súbdito del Rey de España, no voy a hacer caso a esa chusma de corsarios». Pedazo de ingrato, ¿no sabes tú que ese rey del que te declaras siervo pasó por el filo de la espada a centenares de miles de musulmanes y que no ha parado de cometer mil crueldades en Andalucía? Nosotros no somos corsarios, gracias a Dios somos combatientes por la fe y hemos dedicado nuestra vida a luchar por la religión438. |
La vida en la flota es la de unos compañeros que comparten el mismo destino, donde reina una gran camaradería y compañerismo, que aceptan con orgullo la trascendente misión que están realizando, con independencia de que sea en una arma do oficial o en una corsaria:
Los marineros no tenían que gastar de lo suyo para comer y beber. En cada barco se cocinaba a diario y dos veces a la semana se daba carne. Sin embargo, los marineros a menudo comían de lo suyo, dejando lo cocinado en los barcos [...] Al acercarse la primavera, jóvenes valientes de Anatolia y Rumelia, que habían oído hablar de nuestra fama, empezaron a acudir en multitud a Mitilene con la intención de pedir y rogarnos para que los enrolásemos como marineros. Cogimos los más valientes de ellos, los que nos parecieron más capaces439. |
Los Barbarroja dedican toda su vida y sus energías a realizar una «guerra santa», a la vez que combaten para el mejor soberano del mundo, están equipados con los mejores navíos y gobiernan la mejor tripulación posible. Todos estos factores, además de su genio militar y político, les hace una máquina perfecta que rápidamente despierta los recelos y miedos de los príncipes cristianos: «todos los Reyes de Europa me llamaban "Barbarroja", y se estremecían ante mi nombre». Decidieron ser el azote de los infieles cristianos, en especial de los españoles promesa que renovó Hayreddīn cuando su hermano murió a manos de los soldados de la ciudad de Orán. Para ello decidió acabar con todos los príncipes musulmanes traidores a la Sublime Puerta y hacer el mayor daño posible al Emperador, cometidos para los que utilizó todos los medios a su alcance:
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Mi costumbre era, desde siempre, llamar ante mí a los oficiales, capitanes, gobernadores, sacerdotes y artesanos infieles prisioneros para hablarles. Hablaba con ellos no como si estuviera interrogando a un prisionero, mas como si estuviera en tertulia con un amigo, pues de esa manera conseguía más noticias. A veces llegaba a enterarme de los secretos de las cortes, que incluso en Europa nadie conocía. En realidad tenía espías en todos los países del Mediterráneo. Pero esto de interrogar a los prisioneros para sacarles información resultaba más útil que los espías. Uno de ellos me dijo que el rey Carlos ahora estaba en Barcelona para embarcarse hacia Génova. La república de Génova, como muchos países de Europa, estaba bajo el dominio del rey Carlos. Andrea Doria, el almirante más grande del rey Carlos, era genovés440. |
Los españoles son los auténticos enemigos con los que se tiene que enfrentar a lo largo de toda su existencia, bien sea como gobernador de la ciudad de Argel, rey como le denomina la documentación cristiana, referencia que se recoge a lo largo del texto que estudiamos, o como comandante en jefe de la flota de Solimán el Magnífico. La justificación de esa enemistad, que en realidad es casi una demostración de odio, se fundamenta al describirlos como los súbditos de un rey que quiere conquistar las tierras del islam, como ha realizado en el norte de África. La ocupación de los principales puertos de Berbería por los soldados españoles resultó muy sencilla al estar gobernado el territorio por unos sultanes débiles que muestran muy poco aprecio al islam y que no han sido capaces de crear un estado fuerte. La superioridad española es evidente en el plano político, y se completa en el militar al combatir contra un enemigo poco organizado y muy mal armado que practica un tipo de guerra arcaico. Los gobernadores de los presidios españoles se convierten en los verdaderos árbitros de las disputas políticas del Magreb, razón que lleva a estos malos gobernantes a contar con ellos para sentirse seguros en sus feudos:
El comandante español de más alto rango en África residía en el castillo de Orán, que es un puerto grande al oeste de Argel, frente a España. Tiene un castillo muy fuerte defendido por miles de soldados. Tremecén está bajo el control y la opresión de esos españoles de Orán441. |
La protección que supuestamente dan a sus aliados magrebíes resulta una afrenta para los musulmanes, además de muy gravosa para la mayor parte de la población. Su ayuda militar y política tiene como consecuencia que se dedican a robar a todos los habitantes del país, además de cometer todo tipo de atrocidades:
El infiel
español molestaba mucho ese país. Mi hermano
Oruç deseaba tomarlo bajo su dominio. Entre tanto, el rey de
España Carlos había enviado diez barcos a Tenes
con
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Lo que define a los españoles como soldados, así como en el trato con los musulmanes, es su enorme crueldad. Los súbditos de Carlos V son descritos con epítetos semejantes a los que dan las crónicas de la Europa occidental a los combatientes otomanos, por lo que estamos refiriendo el mismo tipo de publicística para justificar el enfrentamiento entre los dos grandes imperios mediterráneos de la Edad Moderna. Además de la enemistad política y territorial, en todos estos textos se insiste en el antagonismo religioso que preside la guerra entre los dos estados. La religión se convierte en el principal motor de la pugna entre imperiales y otomanos. Los cristianos son los primeros agresores, por lo que los marineros turcos lo único que hacen es intentar acabar con los daños y afrentas que los españoles realizan con los musulmanes, en especial con los moriscos, restituyendo la situación anterior al inicio de la agresiva política hispana hacia en islam magrebí y andalusí:
Hasta ahora mi flota hizo 21 campañas hacia Andalucía, y cada vez salvó de la espada y del fuego españoles a miles de hombres, mujeres y niños musulmanes, trayéndolos a Argel. En muchas de esas campañas yo mismo comandé la flota [...] El infiel español no se parece a los demás francos. Son una jauría de perros muy crueles, sanguinarios y orgullosos443. |
Evidentemente se
les reconocen sus virtudes militares, como se realiza en los
impresos occidentales con los jenízaros, pero el
carácter de destructor del credo religioso del enemigo es el
que prevalece en todo este tipo de relatos. La crueldad del saqueo
que personalmente favorece y permite Carlos V cuando conquista la
ciudad de Túnez es la mejor demostración de la
idiosincrasia de esta nación, así como la de su
gobernante. El manuscrito estudiado ensalza el valor militar de los
españoles para engrandecer las victorias que alcanza
Hayreddīn sobre ellos, aceptando que son los más
valientes de los infieles. En todas las batallas en las que se
enfrentan, ya sea en el mar o en tierra, se muestran orgullosos y
valientes, aunque siempre son vencidos por la armas otomanas. La
única derrota de Barbarroja ante los españoles, la
sufrida en la ciudad de Túnez, se debe a la traición
a algunos de los guardianes que vigilaban a los cautivos retenidos
en la urbe. Si la liberación de los cristianos retenidos en
la alcazaba no se hubiera producido es factible que el Emperador
hubiera caído prisionero del navegante, como realizó
con el resto
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El infiel español había construido un castillo poderoso sobre una roca que estaba a 300 metros de distancia del puerto de Argel. Lo llamaban «el Peñón». En él había unos centenares de guardias y algunos cañones. El comandante del castillo, don Martín de Vargas, era un noble mayor, uno de los afamados capitanes de antaño. El infiel español ya no podía asentar más soldados aquí porque el lugar era apenas un pañuelo. Tenía que traer desde las islas Baleares hasta el agua potable. Antiguamente el infiel español disparaba desde allí hacia el puerto de Argel, y así procuraba que los argelinos aceptasen su dominio. Ahora, por el miedo que nos tenían, ya no se podían permitir tales cosas. Sin embargo, no era prudente dejar al español esa roca en la desembocadura del puerto. Propuse a don Martín rendir el castillo y que saliese libre, pero se negó. Entonces empecé a bombardear, y nuestros cañones dispararon contra el castillo durante 20 días con sus noches. Por fin desembarqué en la roca. Después de luchar durante un tiempo contra sus 700 soldados, don Martín terminó por rendirse444. |
Aunque tienen fama
de buenos soldados, no mantienen en la batalla la disciplina que
obliga el buen ejercicio de la milicia. En los dos intentos de
conquista de Argel, el de Hugo de Moncada y el dirigido por Carlos
V, cometen errores estratégicos que facilitan la victoria de
los turcos. En ambas ocasiones los musulmanes cuentan con la
colaboración de la climatología, claro designio de
que el cielo protege a los combatientes otomanos, pero los
capitanes y soldados españoles no saben hacer frente a las
adversidades por su falta de orden y vigilancia. En el caso de la
expedición mandada personalmente por el Emperador el
éxito de los escasos defensores de la ciudad se debe a que
los infieles no fueron capaces de abastecer a los soldados que
desembarcaron en la playa, por lo que unos pocos combatientes
musulmanes mandados por el gobernador otomano degollaron a varios
centenares de españoles sin apenas encontrar resistencia. La
mayor parte de los infieles se habían enrolado en la
expedición en busca de botín y riquezas, como las que
habían logrado en el cruento saqueo de Túnez. Por la
fuerte lluvia que Dios mandó para proteger a los otomanos
los vigías abandonaron sus puestos, por lo que los argelinos
se pudieron acercar a las tiendas adversarias sin ser sentidos ni
vistos. En alguna manera se está contraponiendo los turcos
que están luchando por ensalzar a su religión con los
cristianos, que pasan a Berbería para robar y buscar
riquezas. De la comparación de los ejércitos en
disputa siempre salen victoriosos los súbditos de la Sublime
Puerta. Su valentía les permite asaltar las descomunales
naves cristianas que transportan soldados y caballeros, y la buena
dirección de sus arraeces les facilita el triunfo en todas
las contiendas cuando luchan como infantes. En
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Barbarroja se vengará de los infieles por las derrotas que padece, movido siempre: «para corresponder a la gracia que Dios me hizo guardando mi vida, yo iba a vengarme sobre el rey Carlos de la sangre de tantos musulmanes»445. El navegante otomano respeta la vida de los prisioneros que captura, mientras que Carlos V y sus capitanes muestran su completa falta de respeto por los musulmanes, que afecta tanto a las personas como a sus bienes:
La ciudad de Túnez era uno de los pueblos principales de África. Los cruzados entraron a esa gran ciudad musulmana, degollaron a 30.000 árabes, tomaron cautivos a 10.000 mujeres y niños. Las mezquitas, las madrazas y las tumbas fueron saqueadas y destruidas. Decenas de miles de manuscritos que estaban en las bibliotecas se quemaron. Las obras de arte más preciosas fueron destruidas. Por no haber podido conseguirme a mí y a mis capitanes se vengaron con la desdichada población musulmana. Los españoles, de manera especial, se mostraron muy crueles. Después de 72 horas de saqueo y matanzas, el rey Carlos entró en la mísera ciudad reducida a cenizas y despojos. Las patas de su caballo se tiñeron de rojo por la sangre que corría por las calles446. |
Las dos figuras que son peor tratadas por el reelaborador de esta edición de la vida de los Barbarroja son Andrea Doria y Carlos V. Aunque al primero se le describe como el almirante del segundo, su soldado de mar más importante, el tratamiento que se les va a dar es completamente diferente. Las referencias al príncipe de Melfi se encuentran exclusivamente cuando Barbarroja es el almirante de la flota del sultán, al silenciar su nombre en las expediciones que manda cuando el corsario gobierna Argel. Le describe como un militar arrogante y soberbio que se considera el mejor navegante de su época, aunque nunca logró someter a los marinos otomanos. Sus pocos éxitos se produjeron sobre las ciudades magrebíes donde no estaban asentadas guarniciones turcas, y nunca en el mar, donde debía luchar un marino que se preciara de su condición, aunque se lo prometiera a su príncipe:
[...] el rey de España Carlos reñía así a sus almirantes y comandantes: «¡Me pusieron en ridículo ante todos los Reyes!». Y se quejaba de que ninguno de ellos había podido vencernos. Entonces el almirante genovés Andrea Doria se arrodilló ante el Emperador: «¡Majestad, tranquilícese! -le dijo-. Enseguida yo mismo iré a poner en cadenas a ese enemigo de la fe llamado "Barbarroja", y le voy a traer ante su Majestad. ¡Así podrá darle la muerte que le parezca bien, enviando su alma al infierno, como la de su hermano Oruç!».
Al oírle al rey Carlos se le iluminó la cara. Tenía gran confianza en Andrea Doria. Creía que ese genovés era capaz de llevar un asunto a buen fin. Yo me enteré rápidamente de esa reunión y de lo que prometió Andrea Doria, porque tenía espías en muchos países de Europa. Asimismo los infieles también tenían sus espías en Argel y en otros países islámicos. Yo me empeñaba en que no salieran informaciones de Argel, aunque era imposible evitarlo del todo ya que era uno de los puertos y centros comerciales más concurridos del mundo entero447. |
Andrea Doria se pasó la mayor parte de los años persiguiendo a Barbarroja por el Mediterráneo por orden de Carlos V, aunque nunca logró alcanzarle en sus desplazamientos. Le considera un cobarde y un mal militar, como llega a referir inadecuadamente al propio Solimán el Magnífico, que huye en todas las ocasiones en las que se pueden enfrentar abiertamente:
Entre tanto, ese almirante infiel llamado Andrea Doria, con un nombre más grande que él, estaba navegando en las aguas meridionales de Morea. Cuando se enteró de mi victoria en Mesina, casi se muere de miedo, escapándose hacia las islas Jónicas. ¡Quién sabe en qué rincón del Mediterráneo habrá huido a esconderse!448». |
La acusación de cobardía se repite una vez tras otra en los pocos capítulos en los que aparece citado el genovés, huyendo a otra parte del mar cuando conoce que Barbarroja se encuentra cerca. En la batalla de Prevesa es cuando se muestra claramente su poca valía como militar. Comanda una flota mayor que la otomana y está en una posición más favorable para iniciar una batalla con posibilidades de éxito. El único inconveniente que tiene es que gobierna una escuadra formada por diferentes naciones que tienen disputas internas, por lo que sus órdenes son escasamente obedecidas por los capitanes, cuestión que no se da en la flota del sultán que gobierna el almirante otomano. Derrota a una escuadra enorme, después de haberse encomendado a los cielos y haber arrojado al mar una hoja de papel en la que había escrito textos coránicos para que cesara el viento contrario que soplaba al iniciarse la batalla, capturando y hundiendo a la mitad de la flota enemiga:
Y se suponía que esa flota nos arrancaría del Mediterráneo y nos quitaría muchas de nuestras provincias. Incluso los reyes infieles se habían puesto de acuerdo para dividirse las provincias turcas entre ellos, repartiéndose de esa manera, en su imaginación, los estados que pertenecían a nuestro emperador449. |
Los cristianos no
lograron arrebatar ninguna de las posesiones del sultán a lo
largo de la vida de Barbarroja, afirmando que nunca una tierra
otomana había vuelto a ser
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La desesperación de Carlos V por las continuas derrotas que sufren sus armadas le lleva a pensar que la única manera de vencer a Barbarroja es ofrecerle que traicione a Solimán el Magnífico, prometiéndole que le entregaría el dominio de todo el Magreb. Las negociaciones las lleva personalmente Andrea Doria, aunque son conocidas por el sultán y los visires, y los otomanos las dilatan el mayor tiempo posible, haciendo creer que pueden ser verídicas las falsas promesas que llegan de Estambul, para entretener a los imperiales y mofarse de su poco juicio y cordura. Un militar que se preciara de su condición, como Andrea Doria, no podría pensar nunca que un súbdito del «Emperador del Mundo» fuera capaz de abandonar a su señor natural para aliarse con el infiel contra el que combate toda su vida, muriendo en esta encarnizada guerra todos sus hermanos y mejores amigos. Los cristianos nunca se dieron cuenta de que los Barbarroja eran musulmanes modélicos, además de fieles súbditos, al creer que estaban tratando con simples corsarios y navegantes de fortuna.
La comparación entre Carlos V y Solimán el Magnífico era inevitable en un texto como el descrito. El monarca cristiano es la antítesis del sultán otomano, tanto en las maneras del ejercicio del poder como en el campo de batalla:
El mismo rey Carlos, que poseía la mitad de Europa, hizo matar a su caballo de valor incalculable, y se lo comió. Huyendo de Argel se quitó su corona y la tiró al mar. Emulando a nuestro emperador sultán Solimán Han, quiso comandar su ejército, pero él no era un rey crecido como un militar, como nuestro emperador. En su vida había dirigido solo un ejército. Ignoraba totalmente la ciencia de la milicia y la marina. Faltó poco para que cayera prisionero, y se pudo salvar gracias a los caballeros de Malta y por haber pocos soldados turcos en Argel450. |
Carlos V es retratado como un soberano despótico y cruel, que persigue con saña a sus enemigos y que no busca el bien de la república. En el comportamiento con los Barbarroja, y en general con todos los musulmanes, se muestra colérico y sanguinario:
El rey Carlos de España envió una orden a su gobernador de Orán diciendo: «Si quieres seguir con vida, pasa por el filo de tu espada a todos los turcos, exceptuando a Oruç. A Oruç cautívalo vivo y mándamelo a España, pues yo sé cómo darle muerte451. |
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El relato establece que los Barbarroja son una de las preocupaciones esenciales del Emperador. Es un hombre obsesionado con vencerles, dedicándose toda su vida a este fin. Incluso afirma que el retiro de Carlos a Yuste es una consecuencia del fracaso de la expedición de Argel. Nunca aceptó que unos simples navegantes desestabilizaron todo el flanco sur de la Monarquía Hispánica, siendo derrotados sus mejores generales por estos navegantes de fortuna, lo que le generó siempre intranquilidad y desasosiego:
Que yo conquistara el castillo de «el Peñón» causó un enfado descomunal al rey de España Carlos. Hizo decapitar al oficial que comunicaba la noticia, y dijo: «Tomar un castillo es materia de grandes emperadores como yo y el Gran Señor. ¿Cómo puede tomar un castillo mío un ladrón del mar como Barbarroja? Yo, que hice prisionero y eché en los calabozos de Madrid a un rey como el de Francia, no he podido vencer a este corsario. La culpa es de mis generales y almirantes que carecen de celo. Me habéis deshonrado. ¡Ya no quiero veros ante mí, fuera!»452. |
Vencer a
Barbarroja se convierte en su objetivo vital, que aumenta cuando
conoce la noticia de que el segundo de ellos es ascendido al puesto
de comandante en jefe de la flota de Solimán el
Magnífico. Está convencido, como anteriormente los
caballeros de Rodas, de que los Barbarroja tienen la suficiente
fuerza e inteligencia para desestabilizar cualquier territorio
donde se instalen. Se debe acabar muy pronto con ellos, ya que de
no hacerse así se transformarían en un poder
imposible de controlar. El paso de Barbarroja a Estambul supone que
Solimán cuente en sus filas al mejor militar de sus tiempos,
por lo que el poder marítimo de la Sublime Puerta
sería imposible de parar. En la redacción de esta
biografía se ignora completamente que la fortaleza militar
de ambos imperios procede de la perfecta organización de sus
ejércitos terrestres, siendo las armadas una simple arma
auxiliar. Para alcanzar este fin no dudará en organizar
costosas expediciones militares para derrotarlos, que se empecina
en dirigir personalmente cuando no tiene una preparación
militar adecuada, o de proponer la traición al navegante.
Busca aliados dentro del islam para debilitar a los gobernantes
argelinos, alterando la tranquilidad del Magreb durante
años, y entre los príncipes cristianos (el
pontífice y los venecianos) para luchar contra la armada
otomana que comanda Barbarroja. Explica toda la política
mediterránea del Emperador como el desesperado esfuerzo de
acabar con Barbarroja, al creer que estos hombres son los
únicos responsables del cambio de la situación
militar en esta área. Se afirma que el paso Argel fue una
consecuencia de las conversaciones secretas entre los imperiales y
el almirante de la flota. El gobernador de la ciudad escribe al
Emperador, por indicación de Barbarroja, que si pasa al
Magreb en persona le entregaría la ciudad y toda la flota.
Carlos V, demostrando su vano y pobre juicio, se cree las mentiras
que toscamente se traman
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Para resistir a estas fuerzas que ves, no es suficiente tu hueste, y ni siquiera la del Gran Señor. Si estás con los ojos abiertos y tienes un poco de sentido común, desenfunda la espada, anuda en la empuñadura un pañuelo y tráeme las llaves del castillo de Argel. Si pides perdón besando en suelo ante mí, te perdonaré la vida. Yo soy rey de España, de Nápoles, de Sicilia, de Holanda, de Bélgica y de América, y Emperador de Alemania. Incluso Barbarroja, que es tu padre y tu señor, en Túnez se escapó de mí dejando los zapatos. No se te ocurra enfrentarte conmigo con las armas, porque, por amor de Jesús, haría colgar cada trozo de tu cuerpo despedazado en una almena del castillo de Argel453. |
Sorprende la excelente información que da el presente texto sobre las personas que llevan las negociaciones directas con Barbarroja para que abandone a Solimán el Magnífico, noticias que en las crónicas españolas se citan de una manera muy general, sin referir datos concretos sobre los negociadores y las condiciones del trato que intentan lograr. Sin embargo, Francisco I de Francia no aparece citado como el gran aliado del Imperio Otomano en el Mediterráneo occidental, ya que la guerra que describe es entre el monarca cristiano y los «guerreros de la fe» islámicos, sin que medie ninguna otra autoridad en esta lucha.
La importancia de
este texto no se encuentra en la novedad de las informaciones que
nos suministra que, como hemos referido, son semejantes en lo
esencial con las ediciones más antiguas del presente
manuscrito, sino en las adendas que se incluyen al narrar los
acontecimientos más importantes. Estamos ante un texto
hagiográfico que persigue encumbrar a la gloria, no exenta
de fabulación y de leyenda, a dos hombres que combaten para
engrandecer al islam y ampliar los límites de los dominios
de la Sublime Puerta. Sus adversarios, sobre todo Carlos V,
combaten con las armas materiales sin darse cuenta de que
están realizando una guerra justa y, sobre todo, santa. La
victoria ante sus antagonistas es lógica por oponerse las
virtudes militares y los valores espirituales que representan y
encarnan a los defectos de unos soberanos temporales
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Además de la descripción de estos hombres, junto a los principales marineros que les ayudan, lo que se encuentra en este texto es la justificación y los fundamentos de la extensión de la Sublime Puerta por el Magreb. Para realizar esta empresa obligatoriamente se debe enfrentar con la otra potencia militar que desea controlar este territorio, la Monarquía Hispánica, batalla en la que vence y triunfa el Mediterráneo oriental sobre el occidental al ser una guerra de restitución amparada por la justicia y legalidad, además de estar inspirada y guiada por la esfera celestial.