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Carta inédita dirigida a Don Cristóbal Velázquez, Copero Mayor del Rey, fechada en Santo Domingo del Puerto de la Isla Española, el 27 de noviembre de 1507

José Gómez Centurión





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Este documento, que ofrece bastante interés, me ha sido facilitado, con la debida autorización de su dueño, para proceder á su estudio é inserción en el BOLETÍN.

Hecho el examen extrínsico del pliego, su tamaño folio mayor, en que está escrito, reviste todos los caracteres de autenticidad, comprobada por el estilo de su redacción, forma de letra correspondiente á la procesal de últimos del siglo XV, su tinta y clase de papel.

Constituye, intrínsecamente, un poderoso medio de prueba, prescindiendo de la autoridad y valor de las firmas, para el juicio imparcial y sereno con que merecen estudiarse, comparativamente, dentro del más elevado criterio, las relaciones históricas de Gonzalo Hernández de Oviedo y del obispo de Chiapa.

Ambas parecen estar escritas para sus días, sin considerar que toda empresa de conquista, por la desigualdad de elementos numéricos y topográficos, revistió desde la antigüedad todos los caracteres del derecho de la fuerza, con todas sus dolorosas consecuencias, del dominio de la raza invasora sobre la vencida, llevando aparejada todas las manifestaciones del dolor, hasta las de la esclavitud y el exterminio.

La noción del derecho de la fuerza, tan censurada por el Padre Bartolomé de las Casas, en aquella epopeya realizada en lo desconocido,   —262→   por el mundial hijo de la Señoría de Génova, no podía ser ciertamente lograda con buenas pláticas, ni puede ser defendida con buena fe y honradamente á este objeto, más que con el convencionalismo de lo que se entendió en todo tiempo por pueblos civilizados; especialmente para los que sentimos en los procedimientos, por verdadera civilización, la propaganda y la práctica del cristianismo.

La colonización, propiamente dicha, no se concibe ni jamás pueblo alguno la practicó al uso de sus necesidades, organismos y costumbres, en el período llamado de conquista. Por esta razón vemos en los romanos, generalmente en todas las invasiones de razas y pueblos, la imposición de la esclavitud, la servidumbre; hasta que en el período de la normalidad, con el transcurso del tiempo, el vencedor, deja indeleble huella de su manera de ser, de sus costumbres y en la de razas elementos permanentes, porque aquéllas disminuyen, pero no se extinguen.

El execrable convencionalismo del cronista Gonzalo de Oviedo, no pone á cubierto, no obstante sus esfuerzos, lo que va anexo á la condición humana, sus impurezas, sus ambiciones, sus odios y liviandades, cualidades que disminuyen, conforme al origen y fin, especialmente al través de los siglos, que la civilización cristiana, hermanada con la cultura y las ciencias, facilitan á los Soberanos el mayor conocimiento de la realidad, y á sus súbditos el verdadero respeto por deber y amor patrio.

Los Consejeros de los Soberanos, en materia de Indias, no fueron siempre afortunados, y nada de extraño era que por las mismas causas se notaran los efectos.

Concretándonos á la carta inédita, notamos la confirmación del deplorable sistema del repartimiento de indios, cual hacían los romanos para la explotación de sus minas, utilizando al vencido en cualquier forma que revistiera la servidumbre ó su prestación personal.

La gobernación del Comendador de Lares, después Comendador mayor de Alcántara, Nicolás de Ovando, pudo ser el comienzo del período de colonización de la Isla Española; pero su falta de condiciones, las circunstancias locales y las obligadas á las   —263→   únicas aspiraciones de aquellos aventureros, la hicieron fracasar al querer ser ricos sin el trabajo, embriagados con la obsesión del sacrificio humano para lograr la tierra áurea y las perlas del fondo del mar.

El Comendador mayor, Ovando, al pensar y realizar los repartimientos de indios, so color de propaganda de la fe y comunidad de éstos con los europeos, separando á los indígenas de sus respectivas familias, haciendo ilusorio todo salario, explotándolos en las granjas y extensos territorios, no hacía más que responder á la malicia y torpe dirección de las personalidades que más cerca de los Monarcas influían.

Lope Conchillos, Secretario, Cristóbal Velázquez, Copero, toda clase de magnates, con rara excepción, pecaron de lo que se ambicionaba en la Corte: tener indios en la Española á cargo de persona fuerte, con recíproca confianza y favor.

La moral no compartía con la aspiración del mayor trabajo para acrecentar los bienes; creándose, por lo tanto, y debido á las condiciones climatológicas, un estado político social contrario á los beneficios propios de la colonización, constituyendo una sangría lenta á los antiguos reinos, no compensables con las ventajas positivas anheladas; pero ganando mucho la Corona de Castilla al ofrecer á la humanidad un nuevo continente con la cristiana civilización, que ser pudiera emporio de riqueza su suelo, con los demás beneficios del trabajo, la industria y la ciencia del hombre.

La muerte de la Reina Isabel la Católica en Medina del Campo el 26 de Noviembre del 504, acaecida la del primer almirante en Valladolid el 20 de Mayo del 506, fueron tristísimos acontecimientos, que en flor impidieron crear y fomentar la conservación de los grandes elementos de que se disponía, con la raza india para la colonización de un tan vasto como naciente imperio.

Frey Nicolás de Ovando, que á virtud de nombramiento Real hizo su entrada en Santo Domingo el 15 de Abril del 502 como Gobernador, extraño á los territorios de Alonso de Ojeda y Vicente Yáñez Pinzón, para residenciar al famoso Bobadilla, espejo de la ingratitud, parecía que dejaba aquella misión á los Altos   —264→   designios y que lo sacara del fondo del mar para ante sus severos juicios.

La fecha de la carta, con relación á las Reales Cédulas y Provisiones, merecen tenerse en cuenta por la rectificación de conducta del citado Comendador.

Olvidando al tristemente célebre Bobadilla, por sus actos y como instrumento de la intrigada política que se hacía allí y en la metrópoli, su sucesor fué corrigiendo los abusos implantados por aquél; anuló las concesiones de indios para la explotación de las minas sin autorización real; impuso á los propietarios de tierras la obligación de pagar el trabajo á los indígenas; procuró facilitar los medios para ir preparando la conversión de los naturales en el nombre de Dios que se les hacía reverenciar con el proceder de los conquistadores.

Estas sabias disposiciones, emanadas de los elevados sentimientos del sano corazón de los Reyes, no fueron practicadas mucho tiempo por Ovando, y por lo mismo, no dieron el resultado deseado: reflejándose la debilidad en el ejercicio del Poder, confundiéndola con el transigir; y por esto los indígenas continuaron tan sometidos á la servidumbre como antes, apelando á la fuga hacia el interior.

No obstante, en este período la prosperidad de la isla experimentó visible desarrollo; se fundaron poblados, cuya enumeración no citamos por carecer de novedad.

Existían religiosos Franciscanos, Mercenarios, y también Dominicos, erigiéndose éstos su convento con Universidad, bajo la advocación de Santo Tomás de Aquino en 1507, siendo el templo uno de los mejores y más hermoso edificio en Santo Domingo, haciendo unos y otros, con absoluta independencia y sin previo y frecuente acuerdo, lo que por su alta misión cristiana les fuera encomendado.

Ninguna de las comunidades pudo aminorar en las costumbres de los aventureros el abuso de la prestación personal, ni de la explotación del pobre indio en las grandes propiedades rústicas, que trabajaban para que se les diera lo indispensable á la vida miserable y de esclavo trabajo.

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El recuerdo de la Reina era llorado, porque repugnaba de los procedimientos sanguinarios é inhumanos, como tampoco participaba su sensible corazón de las prácticas del Santo Oficio de la Inquisición en España con los falsos conversos, tornadizos y confesos, á quienes, por razón de Estado, cual era el aseguramiento de la reconquista, el gran Cardenal González de Mendoza, el primer cerebro de aquel reinado, quiso reprimir: é impulsado también por las conveniencias de orden social, económico y religioso, utilizando á la vez los cuadrilleros para batir y limpiar los campos de malhechores. Torquemada, confesor del Cardenal de España, fué el principal autor, instigador y sostenedor de aquellos terribles procedimientos, que no estaban en el plan político y económico del gran Mendoza. Cisneros, el conquistador enamorado de la tierra africana, cuyo sol ardiente tantas ideas y aspiraciones le hacían soñar, como buen émulo del Patriarca de Asís, reformó las comunidades monásticas; y su cargo de confesor de la Reina y su Silla primada le inspiraron y tendieron siempre á robustecer el Poder real; mas todo cuanto hizo por normalizar la colonización de las sucesivas y múltiples conquistas, con ser mucho, no fué lo bastante para que los defectos de origen dejaran de tomar por luengo tiempo allí y en la Corte carácter endémico.

El problema de la conquista, fuera del ejercicio del derecho de la fuerza con éxito demostrado, parecía en sus diversos aspectos dificilísimo é insoluble por múltiples causas, que no fuera la inmediata y efímera explotación de los metales. Se resolvió llevar raza africana, en concepto de esclava, pero que fueran cristianos, no moros ni judíos, cuya contradicción no era muy piadosa.

También se decretó autorizar y obligar la fusión de la raza, de aquella hembra débil, con los españoles, cuando ellas se creían casadas: sirviendo todo ello para enconar los ánimos aquende y allende, en lucha de sus respectivas aspiraciones, encubiertas con las necesidades de la riqueza colonial y la piadosa abolición de la servidumbre de toda una raza.

Rentaba la colonia, sólo con sus minas, la suma de 450.000 ducados oro; producto de las dos fundiciones que se realizaba en   —266→   la Concepción de la Vega, y de otras dos en la de Buenaventura; sin perjuicio del contrabando de estos trabajos, que no era poco, con pleno conocimiento de altos magnates de la Corte y de Consejos, á quienes por gracia se les daba licencia para tantos indios y á favor de terceras personas, que les remitían sus productos.

Con estos antecedentes, los altos intereses de la patria y de la corona quedaban defraudados; y nada de extraño tenía el escaso resultado que, entonces y después, en materia colonial, hayan merecido las crudezas al uso de Fray Bartolomé de las Casas, ajeno á la conquista, por la explotación y la prestación personal, para que fueran considerados como seres libres y humanos.

Todo ello previene tanto contra los enemigos de las severidades de Colón, como tiene que hacer sospechosa la gestión é intrigas empleadas en la metrópoli, para todo lo que no se veía porque estaba lejos, y denunció el Obispo de Chiapa á cuarenta años de escribir, maduramente, en sazón, cuando no existían ni él ni sus contemporáneos.

La historia nos enseña que la bondad y acierto de los Reyes y de sus Consejeros, se hallaba en relación directa con las informaciones, todas buenas, y después proveídas justamente. Y su buen cumplimiento dependía, de las conveniencias de los magnates, de los grandes y pequeños caciques de todas agrupaciones, clases y estados.

Sabido es que en la Isla Española el año 1507 fué de buena explotación minera, de gran sacrificio de indígenas, y por esto es más curiosa la mencionada carta, que harto es hora de insertar:

«A mi señor Cristobal Velazquez Copero mayor del Rey N. Sr.

Señor:

Rescibimos una carta vra. md. fecha en Napoles a 29 de marzo de 507 e porque quando esta llegare ya vuestra merced habra abido relación de las cosas que acá le tocan, por las cartas que hemos escrito al Señor Secretario, no sera necesario darle enojo con mas larga escritura, porque lo que se ha escrito yá ydo du plicado, por dos ó tres veces en lo del agradecimiento, que   —267→   vuestra merced nos tiene por lo que acá hemos fecho en las cosas tocantes a su servicio abemos abido buena dicha ofrecerse caso en que pudiesemos hacer lo que somos obligados, en lo del proveimiento de las cosas necesarias para el oficio de la fundicion acá se ha tenido e tienen, cuidando en todo lo que ha sido menester de manera que hasta agora no abido falta, porque continuamente abemos enviado a Castilla por Crisoles que es lo más necesario para que las otras erramientas de allá las a enviado Juan Perez de Soto mayordomo de V. M. y aunque estas no vinieran si hycieran mucha falta porque cuando vinieron ya abiamos comprado de Rodrigo de Alcañiz las que aca tenia, pero no se pierde nada en que aya abundancia porque segun la tierra estarán tampoco las cosas de fierro que cada dia sean menester de renovarlo que V. M. ha de mandar proveer si quando esta llegare no oviere venido el oficial con lo que convenga; es que en todos los navios que ara venieren se enbien Crisoles pocos o muchos en cada uno que esto es lo que mas se gasta y abemos escrito al señor Secretario que sean de los de Venecia, porque no se quiebran, e aunque allá cuesten algo más que los otros acá segun otras veces tengo alla escrito, é asi mesmo el plazo que se le deben dar e digo que se le podrian dar por su persona e con los que mas el quisiere tener fasta cien pesos de oro por cada un año, e si mas oficiales fuesen menester acá lo pagaremos de oficio porque demas de este salario ay otros provechos en que gane algo.

En lo de los dineros que aca se han avido del oficio ya V. M. avrá visto la cantidad que acá ay, é porque a la sazon se hasia fundicion en la villa de la Concibiçion la qual es ya acabada podra aver en los derechos que a V. M. pertenezcan en quatro fundiciones que se han fecho despues que tiene la m.d MCCCXXVIII pesos siete tomines, estos se an de sacar de costas, de los quales se enbiarán a girar a V. M. algunos, salvo por ser en el principio del ynvierno é tambien porque V. M. no escrive a quien se han de dar y aque personas han de yr dirigidos para que se den en Sevilla. Escriba V. M. lo que gana con que no se quiebre al tiempo que en ellos se funde é tambien   —268→   toda la gente que saca oro que va muy contenta, y el G.or muy alegre, que en el oficio no aya falta e las comunidades esten contentas &.ª

En lo que toca á lo del pleito que V. M. manda que no se ponga Alcalde del Alcazar sobre lo que gozo despues que se dio la provision del oficio á V. M. es verdad que aca se le puso la demanda e litigamos algunos dias e si el pleito se le movió fué porque el se opuso primero en dezir que la provision no habia lograr ni a el le podían retirar el oficio pero lo que agora escribe se dá a entender lo que V. M. ha heredado en cuanto a la conciencia pues manda se le vuelvan los dineros si algunos ha dado, en lo que toca al oficial ya alla esta escrito lo que cerca desto se ha de hacer y es que venga persona que sea suficiente para ello, e aunque no traygan oficiales consigo aca hay hartos para lo servir segun que yá acerca desto manda e aquien se han de dar porque se haga a buen recabdo, e este es el parecer del señor G.or y en tanto que van de aca busque V. M. prestado que esto otro cierto lo tienen enbiando á mandar aquien se han de dar.

En lo de la Cedula que V. M. dize le escribio Geronimo de Aguero á Nápoles que oviese del Rey nro. Señor para mí Alonso de Erbas besó las manos de V. M. por la voluntad que muestra en lo solicitado e por lo demas del proveymiento de las cosas de mi nuevo Gobierno de que ha tenido memoria. Suplico á V. M. que todavía se travaje en hazer la dicha cedula e que en ella declare que me hace merced que si dado caso quisiere yr aver mi mujer a Cast.a que por tiempo de un año me den licencia para gozar dellos en tanto que vo á visitar mi mujer govierno e casa, e porque segun V. M. me tiene prevenido creo que en esto mandaran poner diligencias no quiero darle enojo con largas escrituras más de declaralle mi voluntad e esto suplico a V. M. que se haga lo más breve que ser posible.

A lo que V. M. me dize de espinosa que se parta para donde V. M. estuviere a esto desymos que mas merced le face en no gelo mandar e el ha hecho harta merced en mandarles venir acá porque el señor G.or le ha fecho merced de yndios que tiene e ha comprado ona fasyenda e esta en camino de ser rico como   —269→   otros algunos, de manera que V. M. de aver por buena su estada aca, pues que alla no le faltaran otros servidores, el qual dho. Espinosa esta en la villa de Santyago que es quarenta leguas desta villa de Santo Domingo.

El señor Gaspar nos mostro una carta que V. M. le escribió e con este navio no creo que le respondera a cabsa de no estar bien dispuesto, pero aqui estan otros navios que van prestos con que podra aver respuesta de su carta, el qual podra ser que sea presto el mensajero.

A lo que V. M. dize que le escribamos lo que de aca tengamos necesidad no tenemos olvidado quando algo se ofresciere de lo suplicar á S. M. e agora sabemos que V. M. está en España con su tio buscaremos en que V. M. trabaje alli por nos hacer merced. Otra cosa no ay que le escrivir syno que todos estamos buenos gracias á Nuestro Señor.

La vida de V. M. guarde e acreciente con el estado que todos, deseamos de la villa de Santo Domingo del Puerto de la Isla española XXVII de Noviv.e de quinientos é syete años.

Las manos de Vra. md. besan.

Rúbrica M(iguel?) Diaz.

Alº. dervas por entregarlo.»



Esta carta, cuyo original pertenece al convento dominicano de Santo Tomás de Avila, la hemos procurado transcribir lo más fielmente posible, dadas las deficiencias que en esta clase de documentos se notan, según la persona que escribió y la acción del tiempo, que como en todo deja sus huellas.





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