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Athos |
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febrero 2,-1895 |
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Mi niña querida: |
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Tu carita |
de angustia está todavía delante |
de mí, y el dolor de tu |
último beso. Los dos seremos buenos, |
yo para merecer que me |
vuelvas a abrazar, y tú para |
que yo te vea siempre tan linda |
como te vi entonces. No tengas |
nunca miedo a sufrir. Sufrir |
bien, por algo que lo merezca, da |
juventud y hermosura. Mira a una |
mujer generosa: hasta vieja es bonita, |
y niña siempre, -que es lo |
que dicen los chinos, que sólo |
es grande el hombre que nunca |
pierde su corazón de niño: y mira |
a una mujer egoísta, que, aun |
de joven, es vieja y seca. Ni a las |
arrugas de la vejez ha de tenerse |
miedo. «Esas arrugas que tú tienes, |
madre mía» -dice algo que leí hace |
mucho tiempo -«no son las arrugas |
feas de la cólera, sino las nobles |
de la tristeza.» -Quiere y sirve, mi |
María. -Así te querrán, y te querré. - |
¿Y como no te querré yo, que te llevo |
siempre a mi lado, que te busco |
cuando me siento a la mesa, que |
cuanto leo y veo te lo quiero decir, |
que no me levanto sin apoyarme |
en tu mano, ni me acuesto sin |
buscar y acariciar tu cabeza? ¿Y |
tú me olvidarás, o te distraerás |
de mí, y querrás más a quien |
te quiera menos que yo? |
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¿Que has hecho desde |
que te dejé? Entre niños y enfermos |
y las primeras visitas habrás |
tenido poco tiempo en los |
primeros días; pero ya estarás |
tranquila, cuidando mucho a tu madre |
tan buena, y tratando de valer tanto |
como quien más valga, que es cosa |
que en la mayor pobreza se puede |
obtener, con la receta que yo tengo |
para todo, que es saber más que los |
demás, vivir humildemente, y tener |
la compasión y la paciencia que los |
demás no tienen. -A mi vuelta sabré |
si me has querido, por la música |
útil y fina que hayas aprendido |
para entonces: música que |
exprese y sienta, no hueca y aparatosa: |
música en que se vea un |
pueblo, o todo un hombre, y hombre |
nuevo y superior. Para la gente común, |
su poco de música común, |
porque es un pecado en este |
mundo tener la cabeza un poco |
mas alta que la de los demás, |
y hay que hablar la lengua de |
todos, aunque sea ruin, para que |
no hagan pagar demasiado cara |
la superioridad. -Pero para uno, |
en su interior, en la libertad de |
su casa, lo puro y lo alto. - |
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Los libros, se habrán que |
dado en Central Valley, y yo lo he |
de sentir, sobre todo si se quedo allá |
el Larousse, que ahora te serviría |
en un trabajo de cariño que |
quiero que hagas, para ver si te |
acuerdas de mí, -y es que vayas |
haciendo como una historia de |
mi viaje, a modo de diccionario, |
con la explicación de los nombres |
curiosos de este viaje mío. -Atlas, |
por ejemplo, es el nombre de la compañía |
de estos vapores: busca Atlas, |
y escribe lo que encuentres. -Athos, |
es el nombre del vapor: busca |
Athos. -Cap Haitien, es el lugar a |
donde vamos ahora, -búscalo, en el |
Larousse y en las geografías. Y así |
harás un libro curioso e irías pensando |
en mí. -El Larousse esta en |
casa de Gonzalo, y Blanche tiene un |
buen libro de Mitología, donde puedes |
leer de Atlas y Athos: «Goldfinch» |
es el autor del libro, o cosa así, |
con láminas.-De Cap Haitien habla mucho |
una geografía de las Antillas que tenemos, |
pero está en Central Valley. -Tú hallarás. -No |
se sabe bien sino lo que se descubre. |
|
Y ahora un abrazo muy |
largo, para que te duermas con él.-Visita |
en nombre mío a Aurora, y al bebito |
y diles que es leal mi corazón. Estarás |
hecha una madre, con los hijos de |
Luis. -Es lo que me gusta más de ti: |
que te quieren los niños. -Pero nadie |
te quiere más, ni desea más verte y oírte |
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que tu |
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Martí |
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A mi María |
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_______ |
Y mi hijita ¿qué hace, allá en |
el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la |
verdad del mundo, en saber, en |
querer, -en saber para poder querer, |
-querer con la voluntad, y querer |
con el cariño? ¿Se sienta, amorosa, |
junto a su madre triste? ¿Se |
prepara a la vida, al trabajo |
virtuoso e independiente de la |
vida, para ser igual o superior |
a los que vengan luego, cuando |
sea mujer, a hablarle de amores, |
-a llevársela a lo desconocido, o |
a la desgracia, con el engaño |
de unas cuantas palabras |
simpáticas, o de una figura |
simpática? ¿Piensa en el trabajo, |
libre y virtuoso, para que la |
deseen los hombres buenos, para |
que la respeten los malos, y |
para no tener que vender |
la libertad de su corazón y |
su hermosura por la mesa y |
por el vestido? Eso es lo que |
las mujeres esclavas, -esclavas |
por su ignorancia y su |
incapacidad de valerse, -llaman |
en el mundo «amor». Es grande, |
amor; pero no es eso. Yo amo |
a mi hijita. Quien no la ame |
así, no la ama. Amor es |
delicadeza, esperanza fina, |
merecimiento, y respeto. -¿En qué |
piensa mi hijita? ¿Piensa |
en mí? |
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______ |
Aquí estoy, en Cabo |
Haitiano; cuando no debía estar |
aquí. Creí no tener modo de |
escribirte en mucho tiempo, |
y te estoy escribiendo. Hoy |
vuelvo a viajar, y te estoy otra |
vez diciendo adiós. Cuando |
alguien me es bueno, y bueno |
a Cuba, le enseño tu retrato. |
Mi anhelo es que vivan muy juntas, |
su madre y ustedes, y que pases |
por la vida pura y buena. |
Espérame, mientras sepas que yo viva. |
Conocerás el mundo, antes de darte |
a él. Elévate, pensando y trabajando. |
¿Quieres ver como pienso en ti - |
en ti y en Carmita? Todo me es |
razón de hablar de ti, el piano |
que oigo, el libro que veo, el |
periódico que llega. Aquí te |
mando en una hoja verde, |
el anuncio del periódico francés |
a que te suscribió Dellundé. |
El Harper's Young People no lo |
leíste, pero no era culpa tuya, |
sino del periódico, que traía |
cosas muy inventadas, que no |
se sienten ni se ven, y más |
palabras de las precisas. Este |
Petit français es claro y útil. |
Léelo, y luego enseñarás. En |
señar, es crecer. -Y por el |
correo te mando dos libros, y |
con ellos una tarea, que harás, si |
me quieres; y no harás, si no |
me quieres. -Así, cuando esté |
en pena, sentiré como una mano |
en el hombro, o como un cariño |
en la frente, o como las sonrisas |
con que me entendías y |
consolabas; --y será que estás |
trabajando en la tarea, pensando |
en mí. |
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Un libro es «L'Histoire |
Généra1e», un libro muy corto, donde |
está muy bien contada, y en lenguaje |
fácil y limpio, toda la historia |
del mundo, desde los tiempos más |
viejos, hasta lo que piensan e |
inventan hoy los hombres. Son |
180 sus páginas: yo quiero que |
tú traduzcas, en invierno o en |
verano, una página por día; |
pero traducida de modo que |
la entiendas, y de que la puedan |
entender los demás, porque |
mi deseo es que este libro de |
historia quede puesto por ti en |
buen español, de manera que |
se pueda imprimir, como libro |
de vender, a la vez que te sirva, |
a Carmita y a ti, para entender, |
entero y corto el movimiento |
del mundo, y poderlo enseñar. |
Tendrás, pues, que traducir |
el texto todo, con el resumen |
que va al fin de cada |
capítulo, y las preguntas que |
están al pie de cada página; |
pero como éstas son para ayudar |
al que lee a recordar |
lo que ha leído; y ayudar |
al maestro a preguntar, tú |
las traducirás de modo que |
al pie de cada página escrita |
sólo vayan las preguntas que |
corresponden a esa página. |
El resumen lo traduces |
al acabar cada capítulo. - |
La traducción ha de ser |
natural, para que parezca |
como si el libro hubiese |
sido escrito en la lengua |
a que lo traduces, -que |
en eso se conocen las buenas |
traducciones. En francés hay |
muchas palabras que no son |
necesarias en español. Se |
dice, -tú sabes- il est, cuando |
no hay él ninguno; sino para |
acompañar a es, porque en |
francés el verbo no va solo: |
y en español, la repetición de |
esas palabras de persona,-del |
yo y él y nosotros y ellos, -delante |
del verbo, ni es necesaria |
ni es graciosa. Es bueno que |
al mismo tiempo que |
traduzcas, -aunque no por su |
puesto a la misma |
hora, -leas un libro escrito |
en castellano útil y |
sencillo, para que tengas en |
el oído y en el pensamiento |
la lengua en que escribes. |
Yo no recuerdo, entre los que |
tú puedes tener a mano, |
ningún libro escrito en este |
español simple y puro. Yo quise |
escribir así en La Edad de Oro; |
para que los niños me |
entendiesen, y el lenguaje |
tuviera sentido y música. |
Tal vez debas leer, mientras |
estes traduciendo, La Edad de |
Oro. -El francés de «L'Histoire |
Générale» es conciso y directo, |
como yo quiero que sea el |
castellano de tu traducción; |
de modo que debes imitarlo |
al traducir, y procurar usar |
sus mismas palabras, excepto |
cuando el modo de |
decir francés, cuando la frase |
francesa, sea diferente |
en castellano. -Tengo, por |
ejemplo, en la página 19, |
en el párrafo nº 6, esta |
frase delante de mí: |
«Les Grecs ont les premiers cherché |
a se rendre compte des choses |
du monde».-Por supuesto que |
no puedo traducir la frase así, |
palabra por palabra: -«Los Griegos |
han los primeros buscado a darse |
cuenta de las cosas del mundo», - |
porque eso no tiene sentido en |
español. Yo traduciría: «Los |
griegos fueron los primeros que |
trataron de entender las cosas |
del mundo.» Si digo: «Los griegos |
han tratado los primeros», diré |
mal, porque no es español eso. |
Si sigo diciendo: «de darse |
cuenta», digo mal también, por |
que eso tampoco es español. |
Ve, pues, el cuidado con que |
hay que traducir, para que |
la traducción pueda |
entenderse y resulte elegante, |
y para que el libro no |
quede, como tantos libros |
traducidos, en la misma |
lengua extraña en que estaba. |
-Y el libro te entretendrá, sobre |
todo cuando llegues a los |
tiempos en que vivieron |
los personajes de que hablan |
los versos y las óperas. Es |
imposible entender una |
ópera bien, -o la romanza de |
Hildegonda, por ejemplo, -si |
no se conocen los sucesos de |
la historia que la ópera |
cuenta, y si no se sabe |
quién es Hildegonda, y dónde |
y cuándo vivió, y qué |
hizo. -Tu música no es así, |
mi María; sino la música |
que entiende y siente. |
-Estudia, mi María; -trabaja, |
-y esperame. |
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__________ |
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Y cuando tengas bien |
traducida «L'Histoire Génerale», |
en letra clara, a renglones iguales |
y páginas de buen margen, |
nobles y limpias ¿cómo no |
habrá quien imprima; -y |
venda para ti, venda para |
tu casa, -este texto claro |
y completo de la historia del |
hombre, mejor, y más |
atractivo y ameno, que todos los |
libros de enseñar historia |
que hay en castellano? |
La página al día, pues: |
mi hijita querida. Aprende |
de mí. Tengo la vida a un |
lado de la mesa, y la muerte |
a otro, y un pueblo a las |
espaldas: -y ve cuántas |
páginas te escribo. |
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__________ |
|
El otro libro es para |
leer y enseñar: es un libro |
de 300 paginas, ayudado |
de dibujos, en que está, María |
mía, lo mejor -y todo lo cierto |
de lo que se sabe de la |
naturaleza ahora. Ya tú leíste, |
o Carmita leyó antes que tú, |
las Cartillas de Appleton. Pues |
este libro es mucho mejor, - |
más corto, más alegre, más |
lleno, de lenguaje más claro, |
escrito todo como que se lo |
ve. Lee el último capítulo, La |
Physiologie Végétale, -la vida |
de las plantas, y verás que |
historia tan poética y tan interesante. |
Yo la leo, y la vuelvo a leer, y siempre |
me parece nueva. Leo pocos versos, |
porque casi todos son artificiales o |
exagerados, y dicen en lengua |
forzada falsos sentimientos, o |
sentimientos sin fuerza ni honradez, mal |
copiados de los que los sintieron de |
verdad. Donde yo encuentro poesía |
mayor es en los libros de ciencia, |
en la vida del mundo, en el orden del |
mundo, en el fondo del mar, en la |
verdad y música del árbol, y su fuerza |
y amores, en lo alto del cielo, con |
sus familias de estrellas, -y en la |
unidad del universo, que encierra |
tantas cosas diferentes, y es todo uno, y |
reposa en la luz de la noche del |
trabajo productivo del día. Es hermoso, |
asomarse a un colgadizo, y ver vivir |
al mundo: verlo nacer, crecer, |
cambiar, mejorar, y aprender en esa |
majestad continua el gusto de la verdad, |
y el desden de la riqueza y la soberbia |
a que se sacrifica, y lo sacrifica |
todo, la gente inferior e inútil. Es |
como la elegancia, mi María, que está |
en el buen gusto, y no en el costo. |
La elegancia del vestido, -la grande y |
verdadera, -está en la altivez y |
fortaleza del alma. Un alma honrada, |
inteligente y libre, da al cuerpo |
más elegancia, y mas poderío a la |
mujer, que las modas más ricas |
de las tiendas. Mucha tienda, poca |
alma. Quien tiene mucho adentro, |
necesita poco afuera. Quien lleva |
mucho afuera, tiene poco adentro, |
y quiere disimular lo poco. |
Quien siente su belleza, la belleza |
interior, no busca afuera belleza |
prestada: se sabe hermosa, y la |
belleza echa luz. Procurará |
mostrarse alegre, y agradable a los |
ojos, porque es deber humano |
causar placer en vez de pena, y |
quien conoce la belleza la |
respeta y cuida en los demás |
y en sí. Pero no pondrá en |
un jarrón de China un jazmín: |
pondrá el jazmín, solo y ligero, |
en un cristal de agua clara. |
Esa es la elegancia verdadera: que |
el vaso no sea más que la flor. |
-Y esa naturalidad, y verdadero |
modo de vivir, con piedad para |
los vanos y pomposos, se aprende |
con encanto en la historia de |
las criaturas de la tierra. -Lean |
tú y Carmita el libro de Paul Bert: |
a los dos o tres meses, vuelvan a |
leerlo; léanlo otra vez, y ténganlo |
cerca siempre, para una página |
u otra, en las horas perdidas. |
Así sí serán maestras, contando |
esos cuentos verdaderos a sus discípulas, |
en vez de tanto quebrado |
y tanto decimal, y tanto nombre |
inútil de cabo y de río, que se |
ha de enseñar sobre el mapa |
como de casualidad, para ir |
a buscar el país de que se |
cuenta el cuento, o -donde vivió |
el hombre de que habla la |
historia. -Y cuentas, pocas, sobre |
la pizarra, y no todos los días. |
Que las discípulas amen la |
escuela, y aprendan en ella cosas |
agradables y útiles. |
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_______ |
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Porque ya yo las veo este invierno, |
a ti y a Carmita, sentadas en su |
escuela, de 9 a 1 del día, trabajando las |
dos a la vez, si las niñas son de |
edades desiguales, y hay que hacer |
dos grupos, o trabajando una |
después de otra, con una clase igual |
para todas. Tú podrías enseñar piano |
y lectura, y español tal vez, después |
de leerlo un poco más; -y Carmita |
una clase nueva de deletreo y |
composición a la vez, que sería la |
clase de gramática, enseñada toda |
en las pizarras, al dictado, y |
luego escribiendo lo dictado en el |
pizarrón, vigilando porque las |
niñas corrijan sus errores, -y una |
clase de geografía, que fuese |
más geografía física que de |
nombres, enseñando como está |
hecha la tierra, y lo que |
alrededor la ayuda a ser, y de la |
otra geografía, las grandes |
divisiones, y esas bien, sin mucha |
menudencia, ni demasiados de |
talles yankees, -y una clase |
de ciencias, que sería una |
conversación de Carmita, como un |
cuento de veras, en el orden en |
que está el libro de Paul Bert, |
si puede entenderlo bien ya, y |
si no, en el que mejor pueda |
idear, con lo que sabe de las |
cartillas, y la ayuda de lo que |
en Paul Bert entienda, y astronomía. Para esa |
clase le ayudarían mucho un libro |
de Arabella Buckley, que se |
llama «The Fairy-Land of Science», |
y los libros de Johri Lubbock, y |
sobre todo dos, «Fruits, Flowers and |
Leaves», y «Ants, Bees, and Wasps». |
Imagínate a Carmita contando |
a las niñas las amistades de |
las abejas y las flores, y las |
coqueterías de la flor con la abeja, |
y la inteligencia de las hojas, |
que duermen y quieren y se |
defienden, y las visitas y los viajes de las estrellas, |
|
y las casas de las |
hormigas. Libros pocos, y continuo |
hablar. -Para historia, tal vez |
sean aún muy nuevas las |
niñas. Y el viernes, una clase |
de muñecas, -de cortar y coser |
trajes para muñecas, y repaso |
de música, y clase larga de |
escritura, y una clase de |
dibujo. -Principien con dos, con |
tres, con cuatro niñas. Las demás |
vendrán. En cuanto sepan de esa |
escuela alegre y útil, y en inglés, |
los que tengan en otra escuela |
hijos, se los mandan allí: y si |
son de nuestra gente, les enseñan |
para más halago, en una clase |
de lectura explicada - /explicando |
el sentido de las palabras/- |
el español: no más |
gramática que esa: la gramática |
la va descubriendo el |
niño en lo que lee y oye, |
y esa es la única que le |
sirve. -¿Y si tú te esforzaras, |
y pudieras enseñar francés |
como te lo enseñé yo a ti, |
traduciendo de libros |
naturales y agradables? -Si |
yo estuviera donde tú no |
me pudieras ver, o donde |
ya fuera imposible la vuelta, |
sería orgullo grande el mío, |
y alegría grande, si te viera |
desde allí, sentada, con tu |
cabecita de luz, entre las |
niñas que irían así |
saliendo de tu alma, -sentada, |
libre del mundo, en el |
trabajo independiente. |
-Ensáyense en verano: empiecen |
en invierno. Pasa, callada, |
por entre la gente vanidosa. |
Tu alma es tu seda. Envuelve |
a tu madre, y mímala, porque |
es grande honor haber venido |
de esa mujer al mundo. Que |
cuando mires dentro de ti, |
y de lo que haces, te encuentres |
como la tierra por la |
mañana, bañada de luz. |
Siéntete limpia y ligera, como |
la luz. Deja a otras el |
mundo frívolo: tú vales |
más. Sonríe, y pasa. Y si |
no me vuelves a ver, haz como |
el chiquitín cuando el entierro |
de Frank Sorzano: pon un libro, |
-el libro que te pido, - |
sobre la sepultura. O sobre |
tu pecho, porque ahí estaré |
enterrado yo si muero donde |
no lo sepan los hombres. |
-Trabaja. Un beso. Y espérame. |
|
tu |
|
Martí |
Cabo Haitiano, 9 de abril, 1895. |