Cartas y otros documentos de Hernán Cortés
Jerónimo Becker
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Cumpliendo el encargo recibido de nuestro sabio Director, tengo el honor de someter á la aprobación de la Academia el siguiente proyecto de informe:
Ilmo. Señor: Por la Subsecretaría del digno cargo de V. S. I. se ha ordenado á esta Real Academia que informe, á los efectos del art. 4.º del Real decreto de 1.º de junio de 1900, acerca de la obra que, con el título de Cartas y otros documentos de Hernán Cortés, ha publicado el R. P. Mariano Cuevas.
Forma dicha obra un volumen en 4.º de 355 páginas de texto —314→ é índice, más tres de prólogo, y la componen 42 documentos firmados por el insigne conquistador de Méjico, de ellos 39 completamente inéditos, y los tres restantes sólo publicados en la Colección del general Polavieja; cuatro apéndices que comprenden la Relación descriptiva del valle de Oaxaca, hecha por Bartolomé de Zárate en 1544, cuyo manuscrito original posee el autor de esta obra, y memoriales de pleitos, negocios, cédulas, peticiones, etc., de Hernán Cortés y de su nieto; pequeñas, pero muy útiles biografías de los principales personajes citados en los documentos, escritas en su mayoría con datos tomados del Registro de Oficios y Partes, y breves noticias de los lugares mencionados en aquellos.
En el breve prólogo que encabeza el volumen da cuenta el P. Cuevas del hallazgo de los documentos en el Archivo general de Indias, y traza un entusiasta elogio del conquistador de Méjico, al que presenta como varón reposadísimo y sereno que sabía esperar sus momentos de fuerza y de luz; hijo, no del éxito, sino de su minuciosa previsión; grandísimo conocedor del corazón humano; sabio apreciador de la importancia de los pormenores y aparentes pequeñeces en el desarrollo de los grandes planes; el comerciante más sagaz, el abogado más constante y el cajero y contador más exacto; héroe unas veces de las victorias y otras veces héroe de las derrotas; y, en fin, como hijo reverente, padre y amigo cariñoso, aunque á su modo seco y militar, vasallo fiel y cristiano.
Podrá haber acaso alguna exageración en este juicio. Los descargos y las explicaciones que da Hernán Cortés en algunos de los documentos que publica el P. Cuevas, procurando desvanecer los gravísimos cargos contra él acumulados, con evidente parcialidad, por los jueces de residencia, tal vez no basten para sentenciar definitivamente á su favor, como tampoco bastan para condenarle los alegatos de sus enemigos respecto de la muerte de su mujer Doña Catalina Xuárez, de Luis Ponce de León y de Francisco de Garay, de la tentativa de asesinato del licenciado Marcos de Aguilar, y de las acusaciones de ambición, tiranía, infidelidad, malas costumbres, conato de rebelión, etc., de que —315→ fué objeto. Pero esos nuevos documentos, cuyo gran interés no es necesario encomiar, constituyen poderosos indicios á su favor, y su publicación es, sin género alguno de duda, un positivo servicio prestado á la Historia.
Claro es que no todos los documentos que forman el volumen dado á luz por el P. Cuevas revisten igual importancia, pero todos tienen la necesaria para que su conocimiento sea de verdadera utilidad para el historiador, por referirse á figura tan colosal como la de Hernán Cortés y á empresa tan extraordinaria como la de la conquista del Imperio mexicano.
Acaso en la magna epopeya del descubrimiento y conquista de las Indias haya episodios que, desde el punto de vista de lo temerario de la obra emprendida, de la escasez de recursos con que se llevó á cabo, del heroísmo que fué necesario desplegar, de la constancia de que se dió ejemplo y de los sufrimientos, de la miseria, del hambre que tuvieron que pasar los españoles, igualen, ya que no superen, á la conquista de México; y acaso, también, teniendo todo esto en cuenta, existan figuras dignas de ser colocadas al lado de la del primer Marqués del Valle de Oaxaca. ¿Quién no se siente maravillado al estudiar, por ejemplo, la jornada de Santa Marta al Nuevo Reino de Granada, y quién no admira las condiciones de aquel Gonzalo Ximénez de Quesada, que con un puñado de hombres mal armados y merced á su arrojo, á su habilidad y á su prudencia, logró llevarla á cabo? Pues, sin embargo, ni la figura de Ximénez de Quesada ni otra alguna, logra eclipsar la justa fama de la figura de Cortés, que viene á ser como el símbolo del heroísmo de la raza española en la conquista del Nuevo Mundo.
Hernán Cortés no fué impecable, no estuvo exento de defectos. Como hombre sintió las flaquezas y las debilidades propias de la humana naturaleza; pero á pesar de todos sus errores y de todas sus caídas, fué un ser de condiciones verdaderamente excepcionales, como lo reconocen hasta los historiadores modernos menos afectos á España. «Cortés -escribe D. Nicolás León en su Historia general de México- es todo un carácter, un hombre extraordinario que en todos los actos de su arriesgada empresa —316→ se muestra grande; y si bien le faltan rasgos de sensibilidad y conmiseración, que en sus circunstancias hubieran sido imprudencias imperdonables, sabe mostrarse prudente y humano cuando lo cree necesario á su intento. No de otro modo habría podido dar cima á una empresa que ningún genio militar puede igualarle».
Precisamente este aspecto, el militar, de la labor realizada por Hernán Cortés, que sólo recientemente ha comenzado á ser estudiado en España, es lo que ha dado en el extranjero el relieve que tiene á la figura del conquistador de México; porque en el extranjero la campaña del primer Marqués del Valle se ha analizado y comentado con el mismo interés que las de los grandes capitanes Aníbal, César y Napoleón.
Pues bien; los documentos que con tanta inteligencia y con tan solícito cuidado ha recogido y dado á luz el P. Cuevas, no hacen cambiar en lo esencial el juicio que merecía Hernán Cortés, pero indudablemente contribuyen al más exacto conocimiento de esa colosal figura, suministrando datos y noticias de detalles de su vida que sirven para completar la fisonomía moral del personaje. Y si á esto, que no es poco, se agrega que en las notas redactadas por el docto jesuíta se pone de relieve el profundo conocimiento que éste tiene de la Historia de la conquista de las Indias por los españoles, y se juzgan los hechos con espíritu bastante amplio y con criterio no poco desapasionado, se comprenderá que la obra Cartas y otros documentos de Hernán Cortés, merece ser considerada como de mérito relevante.
La Real Academia de la Historia, que recientemente hubo de expresar cuánto sentía no poder disponer de dos premios, para otorgar uno de ellos á la obra del P. Cuevas, se complace hoy en reproducir este juicio, declarando que es aquélla digna por todos conceptos de la protección del Estado.
La Academia, no obstante, resolverá lo que estime más acertado.
Madrid, 23 junio 1916.