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Capítulo XIII

Preparación para el final.

     El lector se habrá dado cuenta indudablemente de la obscura conspiración que ha empezado a urdirse en la sombra en contra de Hayes, y no dejará de haber comprendido:

     Primero. Que si adquiría crédito el público rumor según el cual Catalina no era esposa de Hayes, y sí sólo su amante, ella podía, cuando lo tuviera por conveniente, casarse con otra persona; con lo cual no ya no se irrogaba perjuicio alguno, sino que favorecía su reputación.

     Segundo. Que si todo el mundo creía resueltamente que Hayes pensaba en abandonar a su mujer, después de haberla maltratado, nadie se opondría a que se marchase; antes al contrario, podía ir adonde quisiera, y cuanto antes mejor. Hayes no se había parado a considerar detenidamente estas circunstancias. El último de los dos casos, como hemos visto, habíale sido presentado como rumor que él se apresurara a rechazar; por lo que al primero respecta, era la propia Catalina quien le había expuesto claramente un día, preguntándole con gran enojo delante de su hijo y de Wood:

     -¿Cómo os atrevéis a divulgar semejantes embustes, habiendo logrado que los vecinos me miren con desprecio y rehuyan mi trato?

     Hayes replicó con verdadera humildad que no era culpable de la falta que se le imputaba; pero el joven Billings, atrapándole por el cuello y casi metiéndole el puño por las narices, le dijo que le sacaría las entrañas si continuaba poniendo en entredicho a su madre. Catalina trajo entonces a colación el rumor público de que Hayes pensaba abandonarla, y Tom juró que, si tal hacía, él le seguiría hasta el fin del mundo para arrancarle el corazón y beberse su sangre. Estas amenazas y el lenguaje procaz en que eran proferidas, lejos de excitar a Hayes, le calmaban; anhelaba ya que llegara su día, y empezó a concebir la esperanza de que no iban a ponérsele obstáculos a su fuga. Por primera vez, desde muchos días atrás, empezó a concebir como un sentimiento de seguridad, y pudo dedicarse con completa confianza a dar los últimos toques a sus planes de huida y deserción.

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