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ArribaAbajoCapítulo XXIV

De los tributos


P. ¿Qué es tributo?

R. Un impuesto sobre los bienes de los vasallos para mantener el decoro del Príncipe, y la paz y seguridad del Estado.

P. ¿De dónde nace la obligación de pagar los tributos?

R. Los tributos son debidos a los Príncipes por derecho natural y divino como a ministros y delegados de Dios603 para administrar la justicia, para   —238→   procurar la tranquilidad pública604, para conservar los bienes temporales y la vida de sus súbditos.

P. ¿Dónde manda esto la ley natural?

R. En el cuarto precepto del Decálogo: y lo pide la misma naturaleza de la sociedad, que como ordenada al bien de todos, exige que todos concurran a su subsistencia605. El orden de la sociedad no pudiera subsistir, si el que la gobierna careciese de los auxilios necesarios para procurar su duración y concierto.

P. ¿Dónde manda Dios pagar los tributos al Príncipe?

R. Jesucristo mandó que se pagase tributo al César606. S. Pablo renovó este precepto607.

P. ¿Esta obligación de los vasallos prueba algo a favor de la autoridad del Príncipe?

R. Prueba la soberanía de su estado, y la potestad que tiene sobre los súbditos, pues de ellos puede exigir como deudas los tributos ordinarios,   —239→   y los socorros extraordinarios que necesite para el bien común.

P. ¿Pueden los vasallos dispensarse de los tributos?

R. No. El que tiene bienes de donde pagar al Príncipe, le es deudor de los impuestos públicos608: en vano pretende eximirse de esta ley general el que es súbdito en el orden de la sociedad609.

P. Cuando el Príncipe impone nuevos tributos excesivos y no necesarios, ¿qué podrá hacer el pueblo?

R. Representar al mismo Príncipe con la debida veneración, suplicarle que mire por el bien público, y valerse de los otros medios lícitos que permite la constitución del Estado, salvo siempre el orden civil que debe reinar entre los miembros y la cabeza.

P. ¿Puede diferirse la paga de los tributos?

R. Sin causa no puede. Los verdaderos Cristianos siempre son los primeros en pagar los tributos610. Relajación es retardar el cumplimiento de esta obligación tan sagrada.

  —240→  

P. ¿Tenemos en esto algún señalado ejemplo que imitar?

R. Sí, el de nuestro Señor Jesucristo611, el cual siendo pobre, y no estando sujeto a los Reyes terrenos, por no escandalizar pagó el tributo612 por sí y por el Apóstol San Pedro613.

P. Con que este ejemplo debe servirnos de modelo en la paga de los tributos.

R. El Cristiano en todo debe seguir a Cristo   —241→   y a los que imitaron a Cristo614. ¿Eres Cristiano? escucha a Cristo. ¿Eres siervo? escucha al Señor. ¿Eres hijo? oye al Padre615. Honrar a Cristo, y no imitarle, es propio de la mentirosa adulación616. De tal manera es Cristo palabra del Padre, que no sólo habló a los hombres con la boca, sino con las obras617, para que en todo nos fuese su vida enseñanza y corrección de costumbres618.

P. ¿Pues no dice Tertuliano que los Cristianos estaban libres de tributos?

R. No. Lo que dice es que entre los muchos censos y alcabalas y otros impuestos con que los Emperadores gravaban sus pueblos para enriquecer el erario, ninguno de ellos pensó en imponer a los Cristianos derecho alguno para tolerarles impunemente. Comprados con sangre, añade, apreciados   —242→   en sangre, no debernos dinero ninguno por nuestra cabeza, porque nuestra cabeza es Cristo. No es decente que Cristo subsista por dinero. ¿Cómo sería Dios glorificado por los Mártires, si con tributos comprásemos la libertad de nuestra Religión? Y luego añade: Muy otra cosa es el dinero que debo al César, porque le pertenece a él619. Y así el creer que los Cristianos por serlo, están exentos de los tributos del Estado, es error detestado por la doctrina Católica620.



  —243→  

ArribaAbajoCapítulo XXV

Doctrina del Ilustrísimo Bosuet acerca de los Príncipes


P. ¿Qué debe mirar el Príncipe en su autoridad?

R. El origen de ella que es Dios, y el fin por que se le ha dado.

P. ¿Por qué debe atender al origen de su autoridad?

R. Para que no mire su felicidad como cosa propia de su Real Persona, sino como venida de Dios, que puede quitársela con la misma facilidad que se la dio, y al cual ha de dar cuenta de ella621.

P. ¿Cuál es el fin del gobierno del Príncipe?

R. La conservación y la prosperidad del Reino.

P. ¿Hay en la tierra algún dechado de la autoridad de los Príncipes para con sus pueblos?

R. Sí, la autoridad de los padres para con sus hijos. Siempre han sido mirados los Príncipes como padres de sus súbditos. En lo antiguo todos los Reyes de Palestina eran llamados Abimelech, que quiere decir, el Rey mi padre. Los Reyes que lo han sabido ser, han procurado con el buen uso de su potestad merecer que los llamen padres de la patria622. Deseábanlo también aun los que por   —244→   su tiranía desmerecían este nombre623.

P. ¿Qué es necesario para conservar en prosperidad el Reino?

R. Mantener en él una bien ordenada constitución: aprovecharse de los tributos y de los socorros extraordinarios de los pueblos para el bien general del Estado: librarle de los peligros que le amenazan.

P. ¿En qué consiste la buena constitución del Reino?

R. En dos cosas, en la Religión624 y en la justicia625. La Religión da a Dios el culto debido: la justicia da a los hombres lo que les pertenece.

P. ¿En qué ha de aprovechar el Príncipe los socorros que se le suministren?

R. En promover y conservar la felicidad pública626.

P. ¿Cuáles son los peligros que amenazan al Estado?

R. Las guerras, las discordias civiles y las   —245→   demás calamidades que afligen a sus miembros, o destruyen la unión de ellos con su cabeza.

P. ¿Por qué debe el Príncipe cuidar de la observancia de la Religión?

R. Porque la Religión establece la buena fe de los miembros del Estado entre sí, y la subordinación de ellos a su cabeza.

P. ¿Los Reyes idólatras miraban la felicidad pública del Estado como dependiente de la Religión?

R. Sí. Las naciones que no conocían al verdadero Dios, por una reliquia que les había quedado de la luz de la razón, conocían que sin Religión no podía haber orden ni estabilidad en la sociedad civil: y así ordenaban por lo común su gobierno, y establecían sus leyes por los oráculos de los falsos Dioses.

P. ¿Por qué hacían esto?

R. Para establecer la justicia y la autoridad, esto es, la tranquilidad y la paz pública por los medios más inviolables que se hallasen entre los hombres.

P. ¿Qué diríamos de los Reinos donde la autoridad pública se hallase establecida sin Religión?

R. Tales Estados y Reinos no los hubo jamás. El pueblo donde no hay Religión, por el mismo hecho está falto de policía, y ajeno de la subordinación verdadera. Los hombres no estando refrenados por la conciencia, no pueden tener seguridad unos de otros.

P. ¿Cuánto dista la seguridad que dan a los Reinos las Religiones falsas de la que da la verdadera?

  —246→  

R. Lo que dista la mentira de la verdad. El falso culto en nada tiene firmeza ni estabilidad: como fruto del error, va acompañado de celo ciego, sedicioso, desordenado, interesado, confuso, lleno de ignorancia, ajeno de toda razón: lo cual está muy lejos del buen orden y de la estabilidad razonable que debe prevalecer en la república. Por eso conviene buscar el fundamento sólido del Estado en la verdad que es madre de la paz y del orden; y la verdad sólo se halla en la verdadera Religión627.

P. ¿Qué otra seguridad tiene el Estado fundado sobre la verdadera Religión?

R. Que está fundado sobre un cimiento firme, al cual le es prometida la duración y la asistencia del Señor hasta el fin de los siglos.

P. Si el Estado padece algún trastorno o alteración, ¿podrá esperar socorro de la Iglesia?

R. Lo puede y lo debe esperar. El Estado halla siempre inmutable en la Iglesia la protectora que defiende sus fueros: en su Esposo el dechado que promueve su conservación y buen orden: en su doctrina las guías y caminos seguros para procurar la rectitud de los que mandan, y   —247→   la sumisión de los que obedecen.

P. ¿Debe el Príncipe emplear su autoridad en destruir en su Reino las falsas Religiones?

R. Sí; y de esto hay muchos ejemplos en la sagrada Escritura.

P. ¿Puede valerse de rigor contra los enemigos de la Religión verdadera?

R. Yerro es creer que el Príncipe no puede usar de rigor en materia de Religión, diciendo que ésta debe ser libre. Si el Príncipe pudiera permitir en el Estado las sectas y religiones que quisiesen sus súbditos, se vería obligado a tolerar y a no castigar los mayores pecados que hay, esto es, los que directamente se oponen a Dios y a su verdadero culto.

P. Según eso un Príncipe Católico no puede tolerar otras sectas en su Reino.

R. En un Reino Católico como el de España, que por constitución es Católico, esto es, no permite dentro de sí otras sectas en materias de Religión, no puede el Príncipe tolerarlas. En otro Reino que tenga otra distinta constitución, podrá el Príncipe conforme a ella tolerar diversas sectas, siempre que sus sectarios no perturben la paz pública.

P. Para corregir estos males, ¿es más a propósito que el rigor la suavidad y blandura?

R. Siempre es mejor la suavidad628, cuando   —248→   basta para la enmienda del corregido, y no ha de servir a otros de estímulo para caer629.

P. ¿Tiene otro medio el Príncipe para atraer los pueblos a la observancia de la Religión verdadera?

R. Sí, el mostrar con su piedad como Teodosio, que hace mayor aprecio de ser miembro de la Iglesia, que cabeza de la república630. Muy poderosa es también para esto la virtud sólidamente fundada y constantemente continuada por toda la vida.

P. ¿Debe el Príncipe meditar la ley de Dios?

R. Éste es uno de los principales negocios del Príncipe. En las palabras de Dios se lee la voluntad de Dios, ordenada al bien general del Estado. La ley de Dios es cimiento de las leyes políticas; depósito de las máximas más puras y acendradas que se han escrito o pueden escribirse jamás para el gobierno de los pueblos.

P. ¿Debe procurar el Príncipe que el pueblo sea adoctrinado en la ley de Dios?

R. El Príncipe no reina sino para bien del Estado. No hay en el Estado bien sólido que no esté fundado en la Religión, y no vaya ordenado a la salvación de sus miembros. ¿Y cómo vivirán según la Religión los que ignoran esta ciencia altísima?

  —249→  

P. ¿En esta obligación se encierran otras?

R. Se encierra la de dar a los pueblos Obispos y Pastores que los apacienten con el pan de la buena doctrina en los Reinos cuyos Príncipes por vía de concordia o de cualquier otro modo que sea tienen derecho de nombrar Prelados. Ésta es la parte principal y aun la más peligrosa del gobierno del Príncipe, de la cual ha de dar a Dios muy estrecha cuenta.

P. ¿Qué debe el Príncipe cuidar en el gobierno político de la Iglesia?

R. El decoro de las personas y de los templos consagrados a Dios, y la conservación de los bienes destinados para su subsistencia.

P. ¿Sobre qué cimiento ha de establecer el Príncipe la justicia?

R. Sobre la Religión631.

P. ¿Qué debe mirar en el pueblo que juzga?

R. Que es pueblo de Dios, y no suyo; y que lo ha de juzgar con la justicia y el juicio que Dios le concede.

P. ¿Tiene el Príncipe: sobre el pueblo potestad absoluta?

R. Sí la tiene. Sin esta autoridad absoluta no pudiera hacer el bien que debe, ni reprimir lo malo. La única defensa de los particulares contra la potestad pública, debe ser su inocencia.

P. ¿Tiene el Príncipe sobre el pueblo potestad arbitraria?

  —250→  

R. No. Ya hemos dicho que debajo de Dios justo no hay potestad que de su naturaleza sea libre de toda ley natural, divina o humana, o que no esté sujeta a la justicia eterna632.

P. Esta diferencia entre el poder arbitrario y el poder absoluto, parece de pura imaginación.

R. No es sino real y verdadera. La potestad absoluta está sujeta a la ley, y sólo excluye toda fuerza coactiva en cualquiera otra potestad humana que pueda violentar y forzar al que la tiene. La potestad arbitraria no se considera sujeta a la ley. Y así son distintas, por los dos respetos distintos que miran la una y la otra.

P. ¿Cómo puede componerse el poder verdadero y absoluto de los Príncipes, con lo que dice la Religión que es sueño toda la potestad del siglo633?

R. Este lenguaje de la Religión no degrada el poder secular de los Príncipes: sólo les enseña la corta duración de esta potestad, que no pasa más allá de la vida634, para que con el buen uso de ella merezcan el reino eterno, en que sin envidia suya tendrán parte sus súbditos635: les abre los   —251→   ojos para que vean las alteraciones y vaivenes a que está sujeto su estado, y la miserable servidumbre en que los pone su misma soberanía636. Por estas y otras semejantes causas dice la Religión que es sueño la potestad de los Príncipes, no porque deje de ser ella en sí verdadera y absoluta, derivada del poder de Dios, y contenida en el orden de la ley eterna.

P. ¿Qué virtudes deben acompañar a la justicia del Príncipe?

R. Tres principalmente: constancia, prudencia y clemencia. La constancia le hace igual y estable en sus máximas, la prudencia le da luz en los hechos, la clemencia mitiga su rigor cuando conviene disculpar o sobrellevar la flaqueza. La constancia sostiene a la justicia, la prudencia la aplica, la clemencia la modera.

P. ¿Debe velar el Príncipe contra los estorbos que tiene la justicia?

R. Sí, porque de otra suerte sería vano su celo por la justicia.

P. ¿Cuántos obstáculos tiene la justicia?

R. Muchos: las dádivas, la preocupación, la precipitación, la tardanza en la ejecución, la indiscreta piedad, el rigor excesivo, la ira, las tramas y consejos malignos. Otros estorbos tiene la   —252→   justicia, pero casi todos se reducen a estos.

P. ¿Para qué ha dado Dios a los Príncipes la potestad?

R. Para que procuren el bien público, y sean el apoyo y asilo del pueblo.

P. ¿Y esto quién lo hace?

R. El que ama y busca y procura en todo el beneficio de los ciudadanos, y la verdadera felicidad de la patria: el que dirige a este fin todos sus proyectos y consejos y deliberaciones y empresas: el que pospone el bien particular al bien público, a los intereses de la patria los de la familia; la propia gloria y comodidad y adelantamiento y reposo, a la gloria y comodidad y adelantamiento y seguridad de sus ciudadanos.

P. ¿Y esto lo autoriza la Religión?

R. Lo autoriza, y también lo manda. La ley de la caridad obliga a las personas públicas a que miren por el bien de la sociedad, y aseguren con el buen gobierno el orden público, y hagan fuerte e indisoluble la unidad del Estado.

P. Quisiera saber cómo la caridad obliga a esto a las personas públicas.

R. La caridad en nadie consiente que busque el propio interés, sino el ajeno637. Y así hace que cada uno se considere como padre y madre y tutor de su próximo, más o menos, según las conexiones que tuviere con él, naturales, morales o políticas. La mayor recomendación de una persona   —253→   pública es no tomar empeño ni partido por la propia utilidad, antes bien echarla al trenzado si fuere menester, y olvidarla de todo punto, a trueque de procurar la ajena638.

P. ¿Quién tuerce la pública autoridad a la propia utilidad?

R. La concupiscencia, la cual sólo tiene ojos para mirarse a sí, y desvelo para cuidar de sí, y corazón para amarse a sí. Al amor propio nada le importa el bien ajeno. Éste es vicio general del humano linaje639: a las personas públicas hace crueles, enemigas del orden de Dios, y del fin por que se les ha dado la potestad.

P. ¿Cuál es el contrapeso de la potestad del Príncipe?

R. El temor de Dios640.

P. ¿Qué uso debe hacer el Príncipe de su potestad?

R. El que pide el fin por que Dios se la ha dado. Ha de usar de ella con temor y circunspección santa y religiosamente como de cosa que viene de Dios, y de la cual le ha de pedir cuenta:   —254→   acordándose en todo del gran misterio de Dios que resplandece en su dignidad: de que aunque es Dios de sus súbditos, es vasallo de Dios: de que tiene el lugar de Dios, que es el verdadero padre del linaje humano: de que aun en la tierra la potestad real tiene por modelo a la potestad paternal: de que el Señor ha colocado una vislumbre de su grandeza en los Reyes, para obligarles a imitar su bondad641.

P. ¿El proveer a las necesidades del pueblo es derecho del Príncipe?

R. Sí. Cualquiera que se arroga este derecho en perjuicio del Príncipe, le hace injuria. Para esto fue establecida la dignidad Real, para que el Príncipe sea padre, tutor y conservador de su pueblo. Esta obligación de procurar la verdadera felicidad del Estado, es el fundamento de todos los derechos que los soberanos tienen sobre sus súbditos, fuera del origen de su potestad.

P. ¿Al Príncipe le basta ser bueno para sí?

R. No. Las virtudes del Príncipe han de ser universales, ordenadas a la felicidad de su Reino. Pedirale Dios cuenta del mal que hace a su pueblo, y del bien que le debiera hacer si lo omite. No sólo castiga Dios a los Príncipes violentos que abusan de su potestad, sino también a los flojos e inútiles que no le emplean en la felicidad pública.

  —255→  

P. ¿Qué son pensamientos reales?

R. Los que se ordenan a la felicidad del Reino.

P. ¿Cuál es el verdadero interés del Príncipe?

R. La felicidad del Estado, de la cual nace el amor que une más estrechamente a los miembros con su cabeza642. No es dichoso el Príncipe, si es desdichado su Reino; ni está seguro, si no es amado de su Reino. La miseria de los vasallos acusa la opulencia del Príncipe; el desamor se opone a su seguridad. La felicidad pública recomienda el desvelo paternal de los Reyes, y les concilia el amor de sus pueblos. Y así del bien de los vasallos cogen la mejor parte los Príncipes.

P. ¿Qué debe hacer el Príncipe con el pueblo que le es ingrato?

R. Imitar a Moisés y a David y a nuestro Señor Jesucristo y a sus Apóstoles643 en la mansedumbre, mientras el uso de esta virtud no sirva para hacer insolentes a los malos, y redunde en daño o menosprecio del bien público.

P. ¿Puede el Príncipe en los negocios públicos condescender con su propensión o con sus sentimientos particulares?

R. Nada de esto puede, siempre que vaya fuera del nivel de un gobierno Cristiano. Mucho menos podrá dejarse vencer de su genio ni de aversión u odio o afición, ni de otro afecto   —256→   desordenado644; mas en todo debe proceder y obrar por razón y por Religión.

P. ¿Qué es lo que el Príncipe debe desear de parte de su pueblo?

R. El amor.

P. ¿Cómo gana el Príncipe el amor de su pueblo?

R. Mostrándole con las obras que todo su anhelo es el bien y la felicidad del Estado.

P. ¿Cuándo es más estable la potestad y la autoridad del Príncipe?

R. Cuando la asegura el amor de su Reino645.




ArribaAbajoCapítulo XXVI

Dependencia que tiene de la Religión Cristiana la verdadera política


P. ¿La Religión Cristiana es incompatible con la política?

R. No lo es ni en las cabezas ni en los miembros de la república.

P. ¿Es útil para la política?

R. Sí por cierto. La piedad para todo es útil646.   —257→   La religión y la caridad que lo encierran en sí todo, son útiles para todo, porque de ellas nace el buen uso de todo, y la rectitud de los fines, y la proporción de los medios con los fines.

P. ¿Es necesaria para la política?

R. Sí, porque sin la Religión no es verdadera la felicidad pública, ni tiene duración el orden, ni se consiguen los fines de la sociedad.

P. Quisiera ver esto más declarado.

R. Dios es autor y conservador del orden y de la felicidad a que se ordena la sociedad. De Dios está como colgado el hombre, teniendo necesidad de él no sólo para los bienes del orden sobrenatural, sino para los naturales647, y para el buen éxito de los acontecimientos de la vida privada y pública. No hay apuro o trabajo en los bienes temporales o en la salud o en la honra, ahora pertenezca a una sola familia o a una ciudad o a todo el Reino, cuyo remedio o buen uso no deba esperarse de Dios. Los refugios del mundo no lo son sin Dios, son refugios débiles: Dios solo es refugio con poder, de él lo reciben los que se llaman poderosos, sin él todo es flaqueza648. No puede el hombre dar seguridad a otro hombre, ni el pueblo conservarse en unidad, ni el ejército defender al Estado, ni la industria y el comercio hacer que florezca la república, si todo esto no   —258→   lo mueve Dios, y lo encamina con su inefable sabiduría.

P. ¿Por qué decís que sin Dios no podría el ejército defender el Estado?

R. Porque de Dios pende el buen éxito de las batallas649, el cual da la victoria no mirando al poder de las armas, sino conforme a su voluntad a los que de ella se han hecho dignos650. Esta lección dieron en tiempo de Judas Macabeo los soldados Judíos, gente terrena y carnal, a la gente espiritual de la Iglesia Católica, confesando públicamente y mostrando con su oración que no del poder de las armas, sino de la voluntad de Dios, pende el buen éxito de sus empresas.

P. Quisiera ver ejemplos de Reinos visiblemente destruidos por la mano de Dios por no haber contado con Dios para su prosperidad.

R. Muchos casos ofrece la historia donde se ve que esto pende sólo del orden de la providencia de Dios, y no de los hombres651; y cómo las repúblicas   —259→   que han confiado en su propio poder sin contar para su establecimiento y subsistencia con el orden de la providencia de Dios, por lo general han venido a ser lastimosamente destruidas. El establecimiento del pueblo de Israel por la mano de Dios, es bien sabido. Puso Israel su esperanza en Damasco contra la ira de Dios, y fue destruida la ciudad que contra la voluntad del Señor dio auxilio a los impíos. Esperó Judas en los Egipcios, y Egipto fue destruido. Confiaron los Egipcios en los Etíopes, y los Etíopes fueron vencidos por los Asirios. Envaneciéronse los Asirios atribuyendo sus victorias no a Dios sino a sus propias fuerzas, y fueron vencidos por los Babilonios. Babilonia levantó la cabeza contra Dios, y fue sojuzgada por los Medos y Persas. Los Persas y los Medos persiguieron en parte el pueblo de Dios, y una bestia cruel desparramó los pueblos de ellos por Oriente y Occidente: pisolos con sus pies Alejandro, y los destrozó. Ensoberbeciose también este Príncipe contra el orden de Dios, y su Reino lo hicieron cuartos, y quedó dividido y alterado con guerras continuas, hasta que lo pobló Roma vencedora del mundo. Encarnizáronse los Romanos contra los siervos de Dios, y cayó del monte la piedra sin manos, y quebrantó como si fuera barro este Reino tan pujante, y lo deshizo en polvo. Con estos ejemplos muestra la Religión cómo trata Dios a los Príncipes y a los Estados que no se consideran sujetos en todo a sus leyes y al orden de su providencia652.

  —260→  

P. ¿Esta dependencia que tiene de Dios la felicidad del Estado excluye los medios ordinarios con que deben procurarla sus miembros?

R. No653, antes bien los exige. Viose de esto un ejemplo en el mismo Judas Macabeo. Él y los que estaban con él, habiendo invocado a Dios orando acometieron a los enemigos654. Peleando mostraban no ser justo que el hombre tiente a Dios; y orando, que no debe fiar de su propia industria el éxito de las cosas que emprende.

P. ¿De dónde nace que muchos miren la política y la Religión como opuestas entre sí?

R. De las ideas torcidas que tienen de la una y de la otra. Miran a la política como fomentadora de la soberbia, del lujo, y de todos los bienes del sentido: y a la Religión como destructora de las artes y del comercio, y de todas las cosas que usadas con moderación ayudan a la conservación y al bien del Estado. Piensan falsamente de la una y de la otra, por eso las tienen por enemigas.

P. ¿Yerran también en estas ideas por otros respetos?

R. Sí. Tienen a la política por atrevida, temeraria, engañosa, y enemiga de la verdad, y promovedora del propio interés: y a la Religión por obscura, tímida, inhábil para los grandes empleos, llena de dificultades y de escrúpulos, y poseída   —261→   de indiscreto temor. Creen que la Religión pierde los lances en que es necesaria una decisión pronta y ejecutiva: que nada sostiene con calor y con actividad: que no sabe sacar partido de la ambición: que por no tener amor a la gloria, es poco favorable a las grandes empresas: que sus ocupaciones y cuidados son siempre de cosas pequeñas: que es más a propósito para apagar el esfuerzo, que para fomentarlo; para humillar la grandeza, que para inspirarle pensamientos y deseos nobles, y proyectos de grande extensión, y provechosos al Estado.

P. ¿Cómo serán convencidos los que yerran en esto?

R. Los que tienen a la doctrina de la piedad por enemiga de la república, corran uno por uno todos los oficios del Estado, y digan en qué pondrían la perfección de ellos, si los hubiesen de ordenar según sus ideas. Comiencen por el ejército: dennos soldados y oficiales tan exactos en el cumplimiento de sus ordenanzas, cuales deben serlo según el Evangelio: dennos ciudadanos tan leales y tan promovedores de la pública felicidad, como los quiere Jesucristo: dennos esposos, hijos, padres, señores, criados magistrados, vasallos y Príncipes como los que ofrece al Estado la Religión cuando su ley es cumplida: dennos súbditos tan puntuales en pagar los tributos, y tesoreros tan limpios en el manejo de la Hacienda Real, como lo son los verdaderos Cristianos: y dígannos luego que la doctrina de la Religión es   —262→   enemiga de la felicidad pública655. Por el contrario se verán obligados a confesar que entonces es feliz el Estado, cuando el Príncipe y los súbditos, los jueces y los pueblos, viejos y mozos, mujeres y niños, y todos los que con el uso de su razón pueden ayudar al bien público, son exactos en la observancia de la ley Evangélica656.

P. Yo creo que en este engaño son muchos comprehendidos.

R. No es de extrañar que los hombres que sólo tienen por grandes los falsos bienes del sentido, juzguen tan al revés del verdadero, del mayor de todos los bienes que es la piedad. Lo que espanta es que aun los que en esto se gobiernan por los principios de la Religión, den acogida incautamente a máximas que ella condena657.

  —263→  

P. Según eso la Religión siempre inspira sentimientos dignos del Príncipe y de los súbditos.

R. Sí. Sus máximas ni son tímidas, ni flacas, ni opuestas a la verdadera grandeza.

P. ¿Pues la piedad no es enemiga del orgullo y de la ambición?

R. Sí. Pero en estos vicios no consiste la verdadera grandeza.

P. ¿No es la Religión contenida en resolver?

R. Sí. Eso es no ser precipitada. La prudencia Cristiana manda que el hombre ponga los ojos en el fin de sus obras y en los medios, y que no se resuelva a obrar hasta haber examinado seriamente la naturaleza de la obra y sus circunstancias. Donde se ve cómo de la Religión toma la política la verdadera prudencia.

P. ¿La Religión inspira vano temor?

R. No. Porque ella con su luz destierra la ignorancia, y calma el ímpetu de las pasiones, de donde nace el temor vano e indiscreto.

P. ¿La Religión limita el tiempo que se necesita para los negocios públicos?

R. No. Porque es la sabiduría a quien toca decidir de los tiempos destinados para tomar consejo y para obrar.

P. ¿Qué tasa pone en los negocios?

R. Manda que nadie se entregue a ellos con olvido o menoscabo de su propia salvación.

P. ¿Es esto contra el bien público?

R. No: antes bien es unir el interés del Estado con el de sus miembros, y la prudencia del   —264→   gobierno con la sabiduría celestial que ordena los hombres a la felicidad verdadera.

P. ¿De dónde nacen las calumnias contra la piedad en materia de política?

R. Del vicio que la aborrece y tiene interés en desterrarla del Estado658.

P. ¿Cómo es esto?

R. Los falsos políticos como son injustos, se valen igualmente de los medios ilícitos que de los lícitos para llegar a los fines de su ambición. No cuidan de averiguar lo que es agradable a Dios. Su plan de operaciones es muy distinto: incomodaríales el conocimiento de la divina voluntad: a las almas flacas y tímidas dejan el cuidado de informarse si los medios conducentes para algún fin, son permitidos o prohibidos por la Religión. Los medios que son a propósito para alcanzar sus intentos, esos son para ellos los mejores, mas que sean contrarios a la piedad. La falsa política arguye de esta suerte: logrose el fin; luego fueron buenos los medios. Lo que no le sale bien diciendo verdad, lo procura mintiendo: la justicia y la usurpación no son distintas para ella sino en solo el nombre tan fácilmente emprende la una como la otra en no bastando la primera, se vale de la segunda. La piedad no consiente estas cosas. Porque el temor de Dios aborrece lo malo, detesta la arrogancia, la soberbia, y el camino de la injusticia, y la boca que habla dos lenguajes659.   —265→   Por eso la falsa política aborrece la piedad, y muestra grande interés en que se tenga por incompatible con la verdadera.

P. ¿Y esto trae perjuicio al Estado?

R. Sí. Es pernicioso al Estado el que del vicio hace camino para su particular interés: cuánto más lo será el que mira este desorden como fruto de la política, esto es, de la ciencia que autoriza el orden, y muestra los caminos de conservarle.

P. Convence esto. Mas ¿cómo es posible entrar en las grandes empresas que exige muchas veces la causa pública, conservando siempre una severa probidad? ¿Sosegar el pueblo en ciertas ocasiones sin engañarle? ¿Vencer los enemigos interiores o exteriores del Estado sin unir el artificio a la fuerza? ¿Engrandecerle sin faltar en algo a la justicia? No hay Reino donde no ocurran estas cosas u otras semejantes a ellas, cuyo buen éxito parece no poderse hermanar con las leyes de la Religión. Acaso podrán entonces las cabezas del Estado lo que no es permitido a los miembros.

R. Estos son argumentos de la impiedad. Impía es esa excepción de las cabezas del Estado: tan clara debiera ser esa excepción y tan conocida, como la ley de que los pretende exceptuar. Imprudencia y temeridad sería contravenir a una ley cierta, por abrazar una excepción incierta.

P. ¿No bastaría para eso la imposibilidad que   —266→   se supone en las cabezas del Estado para observar estas reglas?

R. Esa imposibilidad no la conoció Dios cuando estableció el mando en la sociedad.

P. Perecería el Estado, si no se permitiese su conservación y su aumento por los medios que parecen a propósito para este fin.

R. Manifiesta impiedad es creer que sólo se conserva el Estado mientras se gobierna según las leyes del mundo: que la política es independiente de la piedad; y que la Providencia abandona la república a los consejos de los hombres, y se reserva únicamente la Religión. Esta división e independencia de la piedad y del gobierno civil es el gran proyecto de la política mundana, desvanecido por el Espíritu Santo, que dice no haber consejo ni equidad ni prudencia ni fortaleza que no nazca de la divina sabiduría: que por ella reinan los Reyes, y los legisladores hacen leyes justas: que por su autoridad tienen mando los Príncipes, y los poderosos establecen el orden y la equidad660: que ella preside a los consejos, y se halla en medio de las deliberaciones cuerdas y sensatas661. Éstas y otras muchas cosas dice el Espíritu Santo para mostrar la dependencia que tiene de la Religión la sociedad civil.

P. ¿Qué deben hacer los miembros y las cabezas   —267→   del Estado con estos falsos políticos?

R. Lo que al principio decíamos: apartarlos de sí, y no dar oídos a las máximas que enflaquecen la piedad, y amortiguan la Fe: persuadirse que igualmente están sujetos al Evangelio el Príncipe y el aldeano, y que la diferencia que hay entre el uno y el otro consiste en sus obligaciones, no en la necesidad de cumplirlas. El Cristiano podrá mudar de oficio o de lugar, mas nunca de sentimientos ni afectos. Sea vasallo o Príncipe, plebeyo o noble, soldado o labrador o artesano; pase de un estado a otro, si es como debe ser, permanecerá siempre constante y igual en la lealtad a Jesucristo. Si hubiera en la república algún lugar que dispensase al Cristiano de la observancia de sus leyes, de él huiría con todas sus fuerzas, por no perder la salud y la vida eterna que se encierra en los mandamientos de Cristo662.

P. ¿Y esto lo haría por obligación, o sólo por aspirar a mayor perfección?

R. Por obligación. El Príncipe, por ejemplo, debería dejar el mando y la autoridad real, si esta obligación fuese incompatible con la más exacta observancia de la ley de Dios, o sirviese de estorbo a la más pura y acendrada virtud. La regla que manda abandonar las profesiones opuestas al Evangelio, es clarísima. Y si fuese cierto, como pretenden los malos políticos, que no puede gobernarse un Estado sin desentenderse alguna vez   —268→   de las máximas del Evangelio, no sería menos cierto que debía abandonarse el mando y la autoridad pública.

P. Según eso cualquiera que en su estado u oficio quebranta la ley de Dios, deberá dejarlo.

R. Deben distinguirse las culpas de la persona, de las culpas anejas al mismo estado. Las que son puramente personales, tienen remedio: las anexas al estado no tienen remedio; y por esta razón imponen necesidad de abandonar el estado.

P. Habéis dicho igualmente que el soldado si es como debe ser, también será leal a Jesucristo. De esta profesión había yo creído que era casi incompatible con la piedad.

R. Gran miseria es que la preocupación, y tal vez una triste experiencia, haya hecho creer al vulgo que están reñidas la milicia y la exactitud en la guarda de la ley del Señor.

P. Quisiera ver cómo la Religión hace buenos soldados.

R. La Religión guarnece y pertrecha a los soldados Cristianos con las armas de la piedad, que son las que defienden de los enemigos extraños a la Cristiana república, y conservan en ella la tranquilidad y el buen orden. La Religión hace subir de punto el amor al Rey y a la patria, infunde celo del bien común, pone coraje celestial en los defensores de la causa pública: y al paso que trueca a los cobardes en valientes, mejora en ellos la raíz del esfuerzo, y los afectos de que va acompañado, mandándoles que hagan por amor de Dios   —269→   y del Rey lo que sin esto hubieran hecho por vanidad y amor propio, o por algún otro fin torcido.

P. Bien se ve cómo la piedad da al Estado ejércitos valerosos y afortunados en sus empresas.

R. Convendría mucho a la república que estas máximas quedasen grabadas en los pechos de los que la defienden. Afrenta es de los soldados Cristianos que para sus batallas hagan mayores preparativos de municiones de guerra, que de contrición y de lágrimas para llorar sus pecados, y ganar a Dios de quien recibe el vencedor la victoria. Desatínase muchas veces un General de una armada o ejército, cuando ve perdida una acción que por todas partes le prometía victoria: y bien presto hallaría la causa de aquel desastre, si pusiera los ojos en lo que arriba decíamos, que da Dios la victoria no mirando al poder de las armas, sino conforme a su voluntad a los que la merecen. Dilata el Señor muchos años el castigo de un pueblo y de una nación entera que le está provocando a ira: y lo guarda para una batalla, en que con la pérdida de muchas naves y fortalezas, y con mortandad de las tropas, toma venganza de las culpas de aquella nación.

P. De esto quedo convencido. Mostradme ahora de qué manera influye la piedad en la política.

R. La piedad enseña al hombre la sabiduría verdadera, que es el temor de Dios, y le hace amar la inteligencia, que consiste en apartarse de lo malo663.

  —270→  

P. ¿En qué ayuda esto al bien de la sociedad?

R. El temor de Dios junto con la inteligencia, conserva en el hombre el orden que debe tener respecto de Dios, de sí mismo, y de los demás hombres664. Dios que crió todas las cosas con orden, y las compuso entre sí con admirable armonía, no dejó al hombre sin concierto, ni quiso que viviese sin ley, ni que hiciese disonancia en su música. Así, pues, como para el orden político es necesario que cada uno de los hombres conserve el lugar en que le puso Dios, y responda debidamente a su oficio; así también ayuda a su conservación la guarda de las leyes que para este fin le son dadas. Entonces, pues, florece en el Estado este orden, cuando cada uno de sus miembros conoce y guarda la ley de Dios, por medio de la cual, como las demás criaturas, consuena el hombre con todas las partes del mundo; porque si la quebranta, disuena de ellas, y las contradice, y las convierte en sus enemigos: siendo necesario carecer del favor de todas quien con todas se desordena, y perder la ganancia quien desata la compañía665.

P. ¿A quién obliga más particularmente la piedad, al Príncipe, o a los súbditos?

R. La piedad enseña a los súbditos las reglas de la verdadera sumisión y obediencia a la pública   —271→   autoridad: y al Príncipe los fines por que le ha puesto Dios a la cabeza del Estado. Al pueblo manda que venere en la potestad del Príncipe la de Dios, y obedezca en sus órdenes a la voluntad de Dios: y al Príncipe que reine para hacer reinar la justicia, para estimular a todos a la virtud, para galardonar las buenas obras, para avergonzar y sofocar y castigar el vicio, y hacer que el cuerpo entero de la república se acerque cuanto es posible a la inocencia y santidad que manda el Evangelio.

P. Esta última obligación pertenece más inmediatamente a los Pastores Eclesiásticos que a los Príncipes.

R. Así es: pero a los Príncipes toca proteger a los Pastores, y muchas veces elegirlos: por donde vienen a comprehenderlos también muchas de sus obligaciones; y apenas se hace en el Estado bien ninguno, en que el Príncipe piadoso no tenga parte.




ArribaAbajoCapítulo XXVII

De la felicidad del Estado


P. ¿Qué es lo que hace feliz al Estado?

R. Lo que hace felices a los miembros del Estado666.

P. ¿Y qué hace felices a los miembros del Estado?

  —272→  

R. La abundancia de la piedad667.

P. Según eso sola la piedad hace feliz al Estado.

R. Así es. El Estado cuyos miembros adoran al verdadero Dios, y viven según el Evangelio, ese es el dichoso y floreciente.

P. No es esta la idea que regularmente se tiene de la felicidad pública668.

R. La Religión no puede llamar felicidad a los efectos de la ira de Dios669: no se gobierna por la opinión de los necios, sino por la verdad de los sabios670. El atribuir la felicidad pública a la prosperidad en lo temporal, y llamar dichosos a los pueblos que abundan en riquezas, es lenguaje de los hijos extranjeros, esto es, de los que no pertenecen a la regeneración con que somos hechos hijos de Dios, o la desmienten con las obras. A nadie hace dichoso la abundancia que sólo es   —273→   buscada por los amadores del mundo671, la cual si se posee, no se ha de poner en ella la felicidad: debe ser esclava, no señora; gobernada, no gobernadora672.

P. ¿No puede prescindir de la piedad el que trata de hacer feliz el Estado?

R. No puede. La felicidad del Estado es la piedad. La piedad es virtud universal673: para todo aprovecha, hace llevaderas las molestias de la vida presente, y ordena al hombre a la venidera674. Todo lo que se llama prosperidad temporal, no cede en beneficio del Estado si no va ordenado   —274→   a la piedad. No hay verdad en la vanidad, ni cordura en la locura, ni felicidad en la miseria: y la Religión enseña que es vanidad toda la prosperidad del mundo, y locura su pompa, y su abundancia infelicidad y miseria; y que es necesario pasar más allá de toda la vanidad y locura del mundo, para encontrar la verdadera felicidad del Estado675.

P. Los nuevos políticos regularmente no toman en boca la piedad cuando tratan de la felicidad pública.

R. La falsa política ha trastornado las ideas de las cosas, no menos que la mala filosofía676: su error consiste en prescindir de Dios cuando trata del orden establecido por Dios, y en substituir a la ley inmutable de la verdad los caprichos de la loca imaginación677. Anda en busca de la felicidad pública, y no puede dar con ella678, porque la busca donde no está; y así merece ser reprehendida por la Religión679.

  —275→  

P. Nunca he oído hablar de la piedad cuando se trata del amor de la patria.

R. No es verdadero amor el que no desea el verdadero bien. Sin la piedad fácilmente se desenfrenan las costumbres, y del vicio se pasa a la impunidad. No desea con verdad ver floreciente el Estado quien no tiene la piedad por felicidad, o cree que puede haber felicidad sin la piedad680.

P. Bien entiendo como no hay felicidad sin la piedad. Sólo me parece que la piedad no excluye la abundancia de los bienes del mundo.

R. No la excluye: pero no la necesita para hacer dichoso y floreciente al Estado681. La Religión recomienda a la sociedad la granjería de la piedad, para que los miembros de ella se contenten con lo que les basta682.

P. Este lenguaje no es usado en el mundo.

R. No habla el mundo el lenguaje de la Religión,   —276→   porque no vive la vida de la Fe683. La Religión de tal manera quiere que hablen sus hijos, como si por su boca de ellos hablara Dios684, para que unos a otros se edifiquen en la piedad685. El que no conoce la riqueza de la piedad ni el influjo que tiene en la felicidad pública, ¿cómo la amará y la procurará en sí y en la sociedad? Por el contrario, la aventura y la pierde a trueque de salvar la opulencia terrena en que pone el bien del Estado.

P. No tenía yo por contraria a la Religión la felicidad temporal del Estado.

R. Ni yo tampoco: pero digo que no tiene verdadero amor a los miembros del Estado el que sólo les promete la felicidad de este mundo, que Dios no prometió al mismo mundo686.

P. Según eso será malo que la república sea floreciente en riquezas.

R. No. Lo malo es tenerla por dichosa sólo porque es opulenta; y tener por más dichosa a la más opulenta687. No está el daño en las riquezas   —277→   del Estado, sino en el abuso de ellas, y en el juicio errado que se hace de sus poseedores. La Religión no condena las riquezas, mas hace que sean preferidas las verdaderas a las falsas, las mayores a las menores: no aborrece las temporales, pero quiere más las eternas: mira las eternas como premio de la Fe, y las temporales como prueba de la Fe688. Llama dichoso a Job justo en la prosperidad, y más dichoso cuando era más justo en la adversidad689. De donde se infiere que no está la felicidad en la opulencia, sino en la justicia690.

P. Parece seguirse de aquí que no será más florido y dichoso el Reino donde florecen más las ciencias, las artes y la industria.

R. Lo será, si las ciencias se ordenan a purgar el entendimiento del error, y a enderezar la voluntad al cumplimiento de la ley691, no a aumentar   —278→   las tinieblas692, y a agravar la malicia y la soberbia del hombre693: si la industria se dirige a cumplir la pena del trabajo corporal a que condenó Dios al hombre694, ganando lo necesario para su sustento695: pero no si se ordena a enloquecer más al Reino696, y a fomentar en él la pompa mundana, y el lujo y los demás frutos de la soberbia697.

P. Según eso tampoco serán parte de la felicidad pública la magnificencia de los edificios y   —279→   el gusto exquisito en los teatros, y la esplendidez de las mesas, y la gallardía en los bailes, y la delicadeza y finura en los vestidos y adornos: en suma la opulencia, que se mira como fruto de los adelantamientos de una nación culta.

R. No pervirtamos el juicio de la verdad698. Todas estas cosas pueden componerse muy bien, o por mejor decir, andan regularmente juntas con el desorden de las costumbres, esto es, con la peste que arruina y hace infeliz al Estado699.

P. ¿Por qué causa el estado de abundancia y riqueza y lujo no hace a un Reino más floreciente y dichoso?

R. Porque los hombres más fácilmente se corrompen y se hacen desventurados en la abundancia y prosperidad, que en la carestía y adversidad700. Esto lo llegaron a conocer algunos Príncipes   —280→   gentiles, precaviendo a sus pueblos de la opulencia y profanidad, como de una semilla de la disolución y corrupción de costumbres, esto es, de su verdadera infelicidad701.

P. Según eso la Religión condena el comercio por donde suele llegar el Estado a la opulencia.

R. La Religión aprueba en el comercio la comunicación mutua de los bienes con que es socorrida la necesidad del Estado, y de cada uno de sus miembros. Pero reprehende en él y condena la avaricia que no es fácil de contener702, y la soberbia703, y los demás vicios que suelen corromper los pueblos donde él florece704. Conforme los   —281→   Cristianos han ido degenerando en sus costumbres de la verdadera felicidad que les procura la Religión705; al paso que se han hecho pujantes en la riqueza y prosperidad temporal, han padecido menoscabo en los bienes eternos a que el Evangelio les llama706, perdiendo con el comercio de los bienes terrenos la ganancia de los celestiales707. Como ésta es la riqueza y felicidad que les procura la Religión708, tiene por sospechosos los medios que la suelen estorbar709.

P. Creía yo que éstas y otras tales doctrinas de la Religión sólo condenan el robo y la rapiña y el agavillar las cosechas con daño de los pobres, y cualquiera otra usurpación de los bienes ajenos;   —282→   no el buscar parte a lo menos de la felicidad en los propios.

R. Pues no es así. Para los agavilladores710 y ladrones y usurpadores de las cosas ajenas, tiene también sus leyes la Religión711. Pero con esto se compone muy bien que la misma Religión condene a los que no se ven hartos de atesorar712, como condena al rico que se creyó dichoso por los muchos bienes que tenía, aunque no podía decir nadie que se los había él robado713.

P. ¿El orden de la potestad secular no se dirige a la felicidad temporal del Estado?

R. Sí: mas no a la felicidad conforme habla y piensa de ella la filosofía, sino conforme habla y piensa de ella la Religión. El Príncipe que únicamente ordena su prudencia y su fortaleza y su templanza y su justicia a la salud corporal de sus súbditos, y a la seguridad de sus bienes y de sus personas, y a la opulencia y esplendor de sus familias, y a la abundancia de sus cosechas, y al   —283→   aumento de sus posesiones y heredades, y a todo lo demás que se comprehende en el orden de la bonanza y prosperidad temporal: después de haber hecho todo esto, aún no puede lisonjearse de que mira por la felicidad de sus pueblos. Ni serán verdaderas las virtudes de aquel Príncipe, ni verdadera la felicidad de su Reino714.

P. Ahora entiendo cómo no hace feliz al pueblo la prosperidad temporal, sino cuando de ella hace escalera para llegar al verdadero culto de Dios.

R. Así es. No tiene verdadera idea de la potestad civil el que con ella sólo pretende hacer felices a los pueblos según el mundo, y no ordena la tranquilidad y prosperidad temporal de la sociedad al verdadero culto de Dios, en el cual está todo el fruto de la vida pacífica715.

  —284→  

P. Pues el Imperio de los Romanos, ¿no llegó sin la piedad a ser opulentísimo y muy esclarecido?

R. Sí lo fue. Mas de la pujanza y esplendor de aquel Imperio se valió Dios, para de tal manera dar a entender cuánto valen aun sin la Religión las virtudes civiles; que juntamente se entienda como si ésta se añade, llegan los hombres a ser ciudadanos de otra ciudad más esclarecida, cuyo Rey es la verdad, cuya ley es la caridad, y cuya medida es la eternidad716.

P. Lo cierto es que en muchos gentiles así de los Romanos como de otros pueblos, se vieron las virtudes políticas de que carecen algunas personas públicas entre los Cristianos.

R. Yerro es muy grande atribuir a la piedad los defectos de las personas que parecen someterse a ella, y gobernarse por sus principios. La ambición, la imprudencia, la venganza, la soberbia, la preferencia de la sangre, la dureza de corazón, la falta de valor y otros defectos que pueden observarse en los Fieles que sirven oficios públicos, son defectos que detesta más que el mundo la misma Religión que profesan; cuyas leyes si se guardasen perfectamente en el Estado, no habría como queda dicho, Príncipes ni vasallos mejores que los Católicos. Todo lo contrario hacen los falsos   —285→   políticos cuando se trata de una probidad puramente humana: la ensalzan, la proponen como dechado, la prefieren a las virtudes cristianas que nacen de la Fe, procurando separar de la Religión las calidades que la hacen digna del amor de los pueblos717: no conociendo por otra parte cuán grande es la falta de la piedad y de la sumisión a la Fe, aun en el que tenga talento para los negocios públicos, y esfuerzo militar, y fidelidad para con sus amigos, y benignidad y humanidad para con todo el mundo718.

P. Muchas son las necesidades públicas del Estado que no se remedian con la piedad, sino con la autoridad, con los bienes, con el talento y con las otras calidades que hacen a unos hombres necesarios a otros.

  —286→  

R. Verdad es que la piedad por sí sola no basta para poner remedio efectivo en algunos males públicos. Pero aun estos medios de la humana prudencia que la piedad no excluye, sola ella los endereza a la verdadera felicidad del Estado. Como somos poco espirituales, y miramos con menos interés el camino de la vida venidera, que los medios de hacer feliz la presente disminuyendo sus miserias, llegamos casi a tratar con desprecio todo lo que no tiene este uso. Ser justo, y quedar pobre; ser humilde, y no poder nada; tener gran Fe, y estar olvidado, para muchos es todo uno: porque la virtud junta con estos estados no les parece útil para su particular interés. Ordinariamente los sentidos y la concupiscencia ponen aquí el precio y la tasa a las cosas: y el que piensa así, reputa como nada o como un daño verdadero todo lo que no cuadra con su imaginación, o no satisface su pasión. No tiene por grandes y dignos de la estimación pública sino a los que pueden servir o dañar a otros, o tienen llenas las manos de lo que los hombres desean.

P. ¿Según eso serán reprehensibles los que en las personas públicas respetan el poder o el valimiento en orden a los negocios o intereses temporales?

R. Si esto se hiciera por guardar el orden, venerando las personas en quien reside la pública autoridad, sería muy justo y digno de alabanza. Mas no es así, porque estos con la veneración del   —287→   que les puede valer en el orden político719, juntan el olvido y aun el desprecio de la piedad, mirándola como cosa muerta cuando no está junta con la potestad civil. La Religión en nada es inconsiguiente.

P. Ahora veo cuán injusto es aquel juicio.

R. Injusto es, pero muy común. Caen en él los súbditos amadores de la felicidad temporal, y aun más las personas públicas que no conocen la unión que tiene la virtud con el interés del Estado720.

P. ¿Por qué están más expuestas a caer en este yerro las personas públicas?

R. Porque tienen que proveer muchos oficios en que son necesarias la firmeza, la doctrina, el esfuerzo y otras prendas humanas, y para cuyo desempeño no bastaría sola la piedad. De esta manera se acostumbran a mirarla como inútil, porque para ellos es de poco uso cuando está sola; y vienen a hacer más caso de las calidades y prendas humanas sin virtud, que de la virtud sin estas prendas. Porque estas prendas pueden aprovecharlas, y de la virtud aunque sea muy perfecta, cuando está sola no saben qué hacerse.

P. Contra esta preocupación tan ajena de la piedad y de la justicia, ¿cómo deberán precaverse las personas públicas?

  —288→  

R. Teniendo siempre presentes dos máximas de grande uso para todo gobierno. La primera es que el valor real y verdadero de la virtud no pende del uso que de ella se puede hacer en orden a las cosas temporales, pues tiene otro destino más alto y más sublime. La segunda que aun en las cosas temporales podemos prometernos más feliz éxito de la virtud cuando se halla unida con los otros talentos, que de todas las prendas humanas juntas, si están separadas de la piedad.





  —289→  

ArribaÍndice de las cosas notables

  • S. AGUSTÍN. Cuánto recomienda en todas sus obras la indisolubilidad del vínculo que une a los miembros del Estado con sus cabezas. 70. Sus discípulos son los defensores de la independencia y soberanía de los Príncipes. ib.
  • AMOR. El del pueblo debe desearlo el Príncipe. 256. Cómo se concilia este amor, ib. Hace más estable y segura la pública autoridad. ib.
  • ANARQUÍA. Más dañosa a la sociedad que la tiranía del Príncipe. 187. Por qué. ib. 188.
  • AUTORIDAD. En qué consiste. 2. La pública no cede siempre en pública utilidad. 5. aunque se ordena a ella. ib. Cuál es la legítima. 6. que se le debe. ib. Es necesaria para la conservación del orden político. 22. La del Príncipe es imagen de la de Dios. 175. No pende de contrato alguno con sus súbditos. 88. No la recibe de ellos, aun cuando le elijan. 124. No menos viene de Dios la de los Príncipes elegidos por el pueblo, que si Dios por sí solo los eligiera. 125. No repugna que la de Dios a un superior sin consentimiento del súbdito. 90. Ejemplo de esto en Eva. 91. La Religión fija el principio de la civil en el orden de la ley eterna. 92. y sig. Si no viniera de Dios, se frustarían los fines de la sociedad. 102. Comunícala Dios a las potestades establecidas, aunque sean injustas 124. y sig. Ordénala Dios al bien de la sociedad. 141. Destruiría este bien si fuera ilimitada. ib. 142. Pónele límites el mismo que la estableció. 142. y no el pueblo. ib. Sólo está sujeta a la ley del orden invariable. ib. El que se somete a ella conserva el orden, y ayuda al bien público. 187. Sólo se ha dado por la verdad. 227. y sig. A sola ella debe servir. ib.
  • BIENES. Son ajenos para el que de ellos hace mal uso. 115. 116. Hácelos propios el que usa bien de ellos. ib. El buen uso los restituye en manos de la justicia. ib. El mal uso del que los posee, no da derecho a nadie para que se los quite. ib. 117.
  • CARIDAD. Mandada en toda la Escritura. 50. Ahuyenta los daños de la concupiscencia. ib. Une los ánimos divididos. ib. No restablece la igualdad política, sino la moral, y cómo. ib. Dependencia que de ella tiene el orden público. ib. 51. Suaviza las cargas de la vida. 53. Hace amable el freno de la concupiscencia, que es la ley. 58. Los servicios que no hacen muchos al Estado por caridad, los hacen por concupiscencia. 136. y sig.   —290→   Obliga al Príncipe a que mire por el bien de la sociedad. 252. Cómo. ib. 253.
  • CASTIGO. Impónese al que lo merece, aunque no lo consienta. 90. No es injusto por ser repugnante al reo, sino por ser contrario a la ley. ib.
  • CRISTIANOS. En ningún lugar o estado de la república están dispensados de la ley de Dios. 267. Nunca pretendieron sacudir de sí la potestad de los malos Príncipes. 42. 43. No quebrantaron el orden de la potestad secular. 160. Sometiéronse a ella en lo que no era contra Dios. ib. 161. 220 y sig. Por respeto al Señor eterno se sujetaban al temporal. ib. 162. Eran más leales a los Emperadores infieles, que los mismos infieles. ib. Qué miraban en los malos Príncipes. 167. Corregíanse ellos para apartar de sí aquel azote. ib. Eran enemigos de toda sedición. 195. y sig. Nunca atentaron contra la vida y salud de los Príncipes. 196. Perseguidos de muerte, no murmuraban contra las potestades. ib. No ha habido súbditos más oprimidos que ellos por la potestad secular. ib. Es calumnia atribuir a flaqueza la sumisión de ellos a los malos Príncipes. 197. y sig. Cuántos llegaron a ser en los cuatro primeros siglos. ib. El ser leales a los malos Príncipes era en ellos orden de santidad y espíritu de unidad. 198. Debieran haber sacudido de sí la potestad de sus perseguidores, si no fuera doctrina de la Iglesia, que la potestad secular viene sólo de Dios. 199. y sig. No se congregaban para dañar a nadie. 200. Nunca acecharon ni disminuyeron la autoridad de sus perseguidores. 205. ni les faltaron al respeto con pretexto de religión. ib. Oraban por ellos, y con qué espíritu. 208. y sig. Hacían esto por obedecer a Dios y por guardar el orden. 210. No pedían a Dios sino lo que deseaban. 211. Aun ahora ruegan por los Príncipes infieles cuyos súbditos son. 214. El que ora por el Príncipe malo, no tiene parte en su malicia, sino en la duración del orden. ib. Cuál es el vasallaje que aborrecen los buenos. 58. Aman la subordinación. 77. Respetan el poder de los Príncipes. ib. No lo tienen por incompatible con el de la Iglesia. ib. Son un solo hombre. 81. 82. Conservadores de la integridad, fiadores de la unidad. 81. Los buenos son los mejores vasallos de los Príncipes. 84. Gloríanse de esto. ib. Están en posesión de la verdad. 85. No dan entrada a la filosofía del mundo. ib. Deben asemejarse a Cristo en la sumisión a los malos Príncipes. 187. 224. Pueden aprovecharse de las leyes civiles que no se oponen al orden de Dios. 229. para qué fines. ib. Los buenos son los más puntuales en pagar el tributo. 239. Deben seguir en esto el ejemplo de Cristo. 240. 241.   —291→   Por serlo no están exentos de tributos. 242. Algunos han renovado los errores de la insubordinación civil. 66. y sig. Horrible cosa es que mantengan guerra viva contra el espíritu de la Iglesia. 94. Debemos huir de los que así proceden. ib.
  • CRISTO. Explícase como nadie nace sin él. 31. No trastornó el orden civil de las potestades. 41. 49. 51. Mejoró el buen uso de la potestad y el de la obediencia. ib. 42. Recobrándonos la justicia, no nos hizo independientes. 44. 53. No hizo soberbio al hombre. 44. Restableció en la sociedad la igualdad moral trastornada por el pecado. 49. Para él son una misma cosa el superior y el súbdito. 56. No premia la condición, sino el buen uso de ella. 56. Trueca la libertad falsa en verdadera. 57. 58. Cuanto más reina en los súbditos, tanto más crece en ellos la sumisión a la potestad. 78. No todo lo que se presenta en su nombre es conforme con su verdad. 94. Es dechado de la sumisión a los malos Príncipes. 162. Sujetose a ellos para que imitándole nosotros, ayudemos a conservar el orden público. 163. Sufrió en sí el mayor abuso que se ha hecho en el mundo de la pública autoridad. 187. Es vivo ejemplo de la sumisión y respeto que deben a la injusta potestad los súbditos perseguidos. 202. y sig. 224. Antes quiso ser tenido por malhechor que por inobediente. ib. Perdió la vida por no perder la obediencia. ib. Mandó que se pagase tributo al Príncipe. 238. Pagolo él por sí y por S. Pedro. 240. No fuera glorificado por los Mártires, si con tributos se comprase la libertad de la Religión. 242.
  • CIENCIAS. Cómo contribuyen a la felicidad del Estado. 277. y sig. Qué uso hace de ellas la Religión. ib.
  • CLÉRIGOS. Están sujetos a las potestades. 107. Es laxa la doctrina que les exime de ellas. ib. Pueden recurrir a los tribunales seculares, y cuándo. 230.
  • COMERCIO. Qué aprueba en él la Religión, y qué reprehende. 280. Donde él florece suelen prevalecer los vicios. ib. Con el de los bienes terrenos hay riesgo de que se pierda la ganancia de los celestiales. 281.
  • CONCUPISCENCIA. Arruina la amistad, y destruye la unión en la sociedad civil. 48. El daño que ella causó en el mundo, lo ahuyenta la caridad. 50. En algunos suple los oficios de la caridad. 136. y sig. No sana el vicio de la naturaleza. 136. Cura un defecto con otro. 136. De ella se aprovecha Dios para salvar el orden político. ib. 137. Los que obran por sus principios no se mejoran. 137. No puede ayudar al orden civil sin ser refrenada. 138. Su freno es la autoridad pública. ib. Tuerce la pública autoridad a la propia utilidad. 253. Hace crueles a   —292→   las personas públicas. ib.
  • CONDICIÓN. No recomienda al hombre para con Dios, sino el buen uso de ella. 56.
  • CUERPO. Nunca es tan cruelmente acometido como cuando es cortada o herida la cabeza. 192. El humano es estampa de la desigualdad civil de las repúblicas. 15.
  • CIRO. Príncipe idólatra, es llamado por el Espíritu Santo Cristo del Señor. 148.
  • DAVID. No rebeló contra el Rey Saúl. 177. y sig. Pudo matarle a su salvo, y no lo hizo. 179. Respetó en su dignidad el orden de Dios. ib. y sig. Buscó el juicio de Saúl en el principio divino de su autoridad. 189. Máximas que halla la Religión en este procedimiento suyo. 181. 182.
  • DERECHO DE PROPIEDAD. Cómo lo perdió el hombre por el pecado. 38.
  • DERECHO DEL REY. Por qué llama así la Escritura a la tiranía de Saúl. 151. y sig.
  • DERECHO PÚBLICO. Se han cometido en él grandes yerros por haber confundido el pacto social con las leyes fundamentales de los Estados. 142.
  • DERECHOS DEL HOMBRE. Qué significa esta palabra. 9. A qué tenía derecho el hombre en la inocencia. 10. Derechos del hombre después del pecado. ib. Pecando mereció el hombre perder el buen uso de su libertad. ib. El abuso de la libertad le hizo indigno del derecho que tenía a los bienes naturales. 11. Cuáles son los del hombre redimido. 12. Qué libertad pertenece a los derechos del hombre. 12. 13. Para tratar de los derechos del hombre debemos reconocer lo que perdió en Adán. 32. 39.
  • DESIGUALDAD. La civil es útil al Estado, y por qué. 16. Qué bienes saca Dios de ella. 46. Sin ella no podría subsistir ninguna república. ib. Por qué. ib. 47. Tiene necesidad del orden. ib. No se opone a la igualdad moral. 49. ni al espíritu del Evangelio. 52. En qué consiste. ib. Es ordenada por la caridad. 50. y sig.
  • DESORDEN. El moral y el civil que causó el pecado, sólo puede remediarlo Dios. 29.
  • DIOS. Principio del orden invariable. 105. Autor del orden político. 25. 27. y de la soberanía con que este orden se conserva. 88. 89. Dividió el humano linaje en varios estados, y por qué. 26. 89. 106. Por la unidad del hombre primero nos recomendó la concordia. 28. Sólo él pudo restablecer el orden general del humano linaje. 29. 30. No lo dejó todo a la naturaleza. ib. Sólo Dios puede conservar la sociedad en unidad y concordia. 79. Sin su luz andan a tientas los legisladores y filósofos. ib. Premia las obras, y no la condición del que las hace. 87. Para él son iguales los buenos, sean superiores o súbditos. 88. Saca bien del mal. 106. Es Rey y   —293→   Señor de los hombres. 112. 126. Sola su voluntad es regla natural e inmutable de los hombres. 121. No puede permitir que la voluntad humana sea regla y fin de las obras del hombre. ib. Consecuencias de esta doctrina a favor del origen divino de las potestades. ib. 122. De solo Dios puede recibir un hombre el derecho de la vida y de la muerte. 112. 113. Modo señalado con que la Escritura y la Tradición fijan en Dios el origen inmediato de la potestad civil. 119. 120. Recomiéndala, aun cuando condena su abuso. 124. Resérvase la comunicación de la potestad del Príncipe, aun cuando conceda al pueblo su elección. ib. Por amor del orden sufre a los malos Príncipes. 145. Castígalos con mano pesada. 166. Sólo él es su juez. 165. y sig. Nos subordina a los Príncipes, para que ellos nos subordinen a él. 227.
  • DOCTRINA. Es peligrosa al Estado la que busca la felicidad de sus miembros oponiéndose a la antigüedad. 70.
  • ELECCIÓN. No debe confundirse con la autoridad. 123. No hace más que señalar las personas en quien ha de subsistir la autoridad. 127. A solo Dios pertenece el derecho de elegir los Príncipes. 123. No lo tiene el pueblo para esto, si Dios no se lo diera. Ib. Príncipes que eligió Dios por sí mismo. ib. Por qué deja al pueblo esta elección. 124. En nada deroga esto al origen divino de la autoridad. ib. 125. y sig. Consecuencias de esta doctrina a favor de la soberanía hereditaria. 127. 128. El elegir el pueblo al Príncipe, no le da derecho para que lo juzgue. 169. Esta elección está autorizada por la ley del orden irrevocable. ib.
  • ENCARNACIÓN. Bienes que causó a la sociedad civil. 48.
  • ERRORES contra la subordinación civil. 61. y sig. condenados por la Iglesia. ib.
  • ESCRITURA DIVINA. Toda ella condena la concupiscencia, y manda la caridad. 50. Establece el origen divino de la autoridad civil. 95. y sig. Por qué llama al Príncipe Ministro de Dios, y no del pueblo. 96. 97. 98. Tiene por hijos de Belial a los súbditos que desprecian al Príncipe. 153.
  • ESPAÑA. Sus Reyes han mirado con gran celo el bien general de la Iglesia. 237.
  • ESPAÑOLES. Su lealtad a los Príncipes Arrianos y a los Mahometanos mientras estuvieran sujetos a ellos. 206.
  • ESTADO. Es parte de la sociedad civil. 2. Por qué dividió Dios el humano linaje en varios Estados. 26. Su verdadero interés es la paz y la conservación de la unidad. 187. y la piedad. 174. No se pierde el bien general de él, si son buenos los vasallos del mal Príncipe. 187. En su paz tiene interés la Iglesia. 211. y sig. Esta paz depende de la conservación del orden. 212. y sig. Contribuye a su felicidad el que   —294→   obedece a las leyes 220. Ayuda a la subsistencia de la Iglesia. 231. No perjudica sus fueros. ib. En todas sus calamidades debe esperar socorro de la Iglesia. 246. No hay en él bien ninguno sólido, que no esté fundado en la Religión, y no se ordene a la salvación de sus miembros. 248.
  • EJEMPLO. En la sumisión a la potestad civil debemos seguir el de la antigüedad eclesiástica. 206.
  • EVA. Castigó Dios su culpa subordinándola al varón. 91.
  • FE. No es necesaria para algunas virtudes morales que se dirigen al orden político. 31. Aun éste es beneficio de Dios. ib. Cómo sin la Fe y el Evangelio cabe alguna sabiduría y santidad. ib. A la substancia y cimiento de la Fe pertenece la doctrina del pecado y de la gracia. 33. Fomenta la subordinación a las potestades. 74. No excluye el poder civil de sus enemigos. ib. De ellos se aprovecha para su extensión y su gloria. 74. 75.
  • FELICIDAD PÚBLICA. No puede haberla sin la verdadera Religión. 245. y sig. 257. Es el verdadero interés del Príncipe. 255. Recomienda el desvelo paternal de los Reyes. ib. y les concilia el amor de los pueblos. ib. La dependencia que tiene de Dios, no excluye los medios ordinarios con que deben procurarla los hombres. 260. No está en la opulencia, sino en la justicia. 277. Consiste en la piedad. 272. y sig. De dónde nace el engaño que en esto se padece. ib. La temporal no la prometió Dios a este mundo. 276. No es parte de ella la opulencia. 279. Por qué. ib. 280. 282. y sig.
  • FIDELIDAD del pueblo para con el Príncipe ha de ser absoluta. 175. La condicional es principio de sedición. ib. 176. La verdadera con menoscabo de los intereses particulares procura salvar el orden. ib.
  • FILOSOFÍA. En qué sentido hablamos de ella. 9. Abuso que se ha hecho de este nombre. ib. No puede la filosofía prescindir de la Religión verdadera. ib. ni de la miseria de Adán, ni de la misericordia de Cristo. 33. No puede tratar del hombre en un estado imaginario. ib. Sola la filosofía Cristiana ayuda a corregir la libertad. 34. La que no lo es, es falsa, y seguida por los soberbios. 35. Debemos apartarnos de ella en lo que no es conforme con la Religión. ib. Comparación de las máximas de la una con las de la otra. 36. No puede hacer a la sociedad bien ninguno, que no lo haga mejor que ella la Religión. 37. Es corregida por la Religión. 38. No puede curar el daño de la naturaleza. 40. 41. Ni mira por el Príncipe, ni por los súbditos. 216. Daños en que precipita al Estado. 217.
  • FILÓSOFOS. En qué sentido enseñan algunos que el hombre nace para la sociedad. 19. Confunden   —295→   la libertad esencial con la independencia viciosa. 34. Soberbia es en ellos desentenderse de la Religión. 35. Por qué causa la persiguen. 37. Nada dicen útil a la sociedad, que no lo deban a la fuente de la verdad. 79. Andan a tientas sin la luz de Dios. ib.
  • FUERZA COACTIVA. Es destruidora de todos los derechos. 102.
  • GOBERNADORES. Qué debemos respetar en los del Estado. 129. 130.
  • GUERRA. No puede hacerla sino la suprema autoridad. 192. Por qué. ib. La del pueblo contra la pública potestad es injusta, y por qué. ib. 193. De Dios pende el buen éxito de las guerras. 258.
  • HEREJES. Algunos han fomentado la libertad civil. 60. 61. y sig.
  • HOMBRE. Debemos considerar en él los daños del pecado, y los bienes de la redención. I. 32. Imaginario es un hombre considerado sin estos respectos. I. 33. Por el pecado fue herido en la libertad. 33. 34. Perdió todo dominio y potestad sobre las cosas humanas. 4. La potestad de un hombre sobre otro es puro don de Dios. ib. Desordenado en los pecados, es ordenado en los castigos. 10. Qué derechos perdió con el abuso de su libertad. ib. 11. Mereció perderlos para siempre. 11. Cuánto resplandeció en su reparación la divina Misericordia. ib. 12. Qué libertad le es natural. 13. Fue criado para vivir en sociedad. 17. 19. El pecado no trastornó este designio de Dios. ib. No puede desentenderse de los respectos que le unen con los otros hombres. 18. 19. No está en su mano formar la sociedad civil. 19. 88. A ella nace ya destinado. 19. Quiso Dios que dominase sólo a las criaturas irracionales. 20. Éste era el orden de la primera creación. ib. Cómo la culpa trastornó este orden. ib. Por el amor a la insubordinación se dividió contra sí mismo. ib. No bastaba el hombre para remediar este daño. 25. De las fuerzas del poderoso se coligen mal las del flaco. 30. 39. Cuán necesitado está de Dios para todo. ib. En la inocencia se contentara con lo necesario. 47. Por el pecado perdió la independencia de coacción. 90. No es suyo, sino siervo del orden. 111. No tiene poder para disponer de sí mismo, ni de los otros, y por qué. ib. 112. No puede dar a otro hombre derecho sobre su propia vida. 112. 113. Sólo de Dios lo recibe el hombre. ib. 114. y no por medio de otros hombres. 118. Más dependiente está de Dios, que un esclavo de su señor legítimo. 114. Nada puede poseer, ni disponer de sí, sino conforme al orden de Dios. ib. No tiene derecho a lo que posee, y por qué. 115. y sig. Ajenos son para él, esto es, no suyos los bienes de que usa mal. ib. De los bienes terrenos es administrador.   —296→   132. Tiene la libertad sujeta al orden, la voluntad a la ley. ib. Su injusticia no puede perjudicar a la justicia de Dios. 157. y sig. En lo sobrenatural y en lo natural está como colgado de Dios. 257.
  • IGLESIA. La desigualdad de sus miembros es lección para los individuos del Estado. 15. Sujeta sus hijos a las potestades seculares. 71. 73. Enseña a los Príncipes el buen uso de su autoridad. ib. Perseguida se dilataba y prosperaba. ib. 72. No altera las leyes civiles. 73. 74. Acomodase a las costumbres de los pueblos en lo que no se opone al culto de Dios. 74. No sufre de sus hijos que sacudan de sí el yugo de los malos Príncipes. 158. Más quiere verles sufriendo a los malos, que sufridos por los buenos. ib. 159. Tiene por digna de ellos la sumisión a la potestad civil. 206. Ultrajada por los Príncipes, les guardó siempre inviolable fidelidad. 205. En ellos respeta y conserva el orden. 206. Qué armas emplea contra los malos Príncipes. 171. 172. Jamás ha autorizado a los súbditos para que juzguen al Príncipe. 196. 200. Es calumnia atribuir a flaqueza la sumisión de sus hijos a la tiranía de los perseguidores. 197. y sig. No quiere que extienda nadie su jurisdicción a donde no lo sufre su espíritu. 197. Si no fuera doctrina suya, que de solo Dios viene la potestad civil, debieran los primeros Cristianos haber sacudido de sí la potestad de los perseguidores. 199. y sig. Si fuera verdadera la doctrina del pacto social, no la hubiera ocultado en el tiempo de las persecuciones. 199. y sig. Su silencio en orden a ella, es una positiva condenación. 207. Bienes que saca de la sumisión al abuso de la potestad secular. 159. 173. No le daña la prosperidad ni la adversidad. ib. Perseguida crecía y se dilataba. 160. La mezcla de los buenos con los malos durará en ella hasta el fin de los siglos. 163. Ora por los Príncipes que la persiguen. 208. y sig. Llora en ellos el desorden, y ayuda a conservar el orden. ib. Consecuencias de esta doctrina a favor de la independencia de los Príncipes. 211. Tiene interés en la paz del Estado. ib. y sig. Su reposo depende de ella en gran parte. 212. No juzga públicamente las faltas secretas de los Príncipes. 213. Por los peores ora con más intensa caridad. ib. Aun ahora ruega por los que están fuera de su gremio. 214. Aprovechase de los privilegios humanos para bien suyo. 229. Para su duración y perfección no necesita de potestad ninguna de la tierra. 230. No es terrena su potestad. ib. Al Imperio somete el Orden Eclesiástico en lo temporal. 231. Ayuda a la subsistencia del Estado, mas no perjudica a sus fueros. ib. Por qué causa no se aprovechó primero de la autoridad de los Príncipes.   —297→   ib. Cuándo comenzó a valerse de ella. 232. No confunde los límites de la potestad temporal. 233. Estimula a los Príncipes a que empleen la potestad temporal en beneficio suyo. 234.
  • IGUALDAD. Sus especies entre los hombres. 14. 15. 49. La Cristiana y la natural no se oponen a la desigualdad civil. ib. 42. ni a la subordinación. ib. Ejemplo de esto en el cuerpo humano. ib. y en la Iglesia. ib. Consérvase entre los desiguales por el orden. 47. Cómo se hubiera mantenido en el estado de la inocencia. ib. Destruyola el pecado, y cómo. 48. La moral no se opone a la desigualdad política. 49. Inspírala la caridad. 50. 53. La política se opone al orden de la Providencia. 52. Es madre de la impunidad. 54. Sostiénenla los Quakers. 68. No puede tenerse por fruto de la gracia Cristiana. 53. No se ha de buscar fuera del orden de Dios. 54.
  • IMITACIÓN. Débese sólo a la virtud. 156. 157.
  • IMPÍOS. En la pública autoridad no miran el orden de Dios, sino su propio interés. 85.
  • INDEPENDENCIA. No tiene derecho a ella el hombre. 13. Es incompatible con el orden civil. ib. Éste es el lenguaje de la Religión, del cual no puede prescindir nadie. 14. Los que aspiran a la independencia, se oponen a la paz pública. 44. Es hija de la libertad, y madre de la tiranía. ib. 45. Origen de muchos riesgos. 54. Quebranta los vínculos de la sociedad. ib. Su amor hace al hombre esclavo de su propia soberbia. ib. Nunca puede ser útil al Estado. ib. El que la fomenta es enemigo de la tranquilidad pública. ib. No se curan con ella los daños de la tiranía. 95.
  • INDUSTRIA. Cómo hace a la república floreciente y dichosa. 278.
  • INJUSTICIA. No es ley, ni hace ley. 222. Cuándo no es pecado someterse a ella. ib. Cuándo es obligación. ib. Medios lícitos que tiene el súbdito para evadirse de ella. 222. 223.
  • INOBEDIENCIA. La inobediencia a la injusticia perfecciona la obediencia a la potestad. 227.
  • INOCENCIA. Cuál fuera la sociedad de los hombres en aquel estado. 20. Sujetaríanse al orden sin coacción alguna. ib. 23. Cómo. 24. La caridad conservaría entre ellos la igualdad. 47. La justicia original haría buenos ciudadanos a los superiores y a los súbditos. 24.
  • INOCENCIA OPRIMIDA. No puede defenderse por medios contrarios al orden público. 225.
  • JOB. Dichoso en la prosperidad, y más en la adversidad. 277. Hízolo dichoso la justicia. ib.
  • S. IRENEO. En qué sentido llama al Evangelio Testamento de libertad. 43.
  • JUDÍOS. No pecaron reconociendo por Rey a César, sino en no querer que sobre ellos reinase   —298→   Jesucristo. 77. 78. No castigó Dios en ellos la obediencia al Príncipe, sino la preferencia del reino terreno al celestial. 78.
  • JUICIO. No puede venir sino de autoridad superior. 126. 170. El del Príncipe no pertenece al pueblo, y por qué. ib. 127. 171. Sino a solo Dios. 165. y sig. No le da autoridad la sabiduría del juez, sino el principio del orden. 188. y sig. Es ilegítimo si no está autorizado por la eterna sabiduría. 189. Debe buscarse en donde buscó David el de Saúl. ib.
  • JURISDICCIÓN de origen humano no bastaba para el gobierno civil del hombre después del pecado. 4. Por qué. ib. 5.
  • JUSTOS. Con el buen uso hacen suyos los bienes que Dios les da. 115. Ni Dios puede condenar al que es justo. 226.
  • JUSTICIA. A sola ella se debe la obediencia. 222. Qué obstáculos tiene la recta administración de ella. 251.
  • LEY ETERNA. Qué es. 7. 8. 105. Confórmase con el orden de ella lo que es conforme al Evangelio de Cristo. 43. En ella fija la Religión el origen de la autoridad civil. 92. Quebrántala el que trastorna el orden de las potestades. 173. Esto es ilícito. ib. Es origen de la potestad del Príncipe, y regla de la voluntad del súbdito. 221.
  • LEYES HUMANAS. Sin la ley divina natural quedarían reducidas a la sola fuerza coactiva. 102. El abuso de ellas no las hace injustas. 215. 216. A qué se dirigen. 217. Están sujetos a ellas los miembros del Estado. 218. Por qué. ib. 219. En ellas debemos amar el orden de Dios. 219. El que contra su voluntad guarda la ley, mas quisiera vivir sin ley. ib. El temor no hace al hombre amigo de la ley. ib. Desuniríanse los miembros del Estado, si fuesen rebeldes a las leyes. 220. Débese obediencia a las que son conformes a la de Dios. ib. El que no obedece a las enemigas de Dios, no quebranta el orden de las potestades. 226. Las buenas enmiendan a los malos: las malas prueban a los buenos. 228. Premia Dios a los que no se someten a las leyes contrarias a la eterna verdad. ib. Las fundamentales de cada Estado no deben confundirse con el pacto social. 142. En qué sentido la salud del pueblo es la suprema ley del Estado. 193. 194.
  • LIBERTAD. Sus especies. 12. 13. Cuál es natural al hombre. 13. El filosofismo la confunde con la independencia. ib. Ni a la esencial del hombre, ni a la de servidumbre se opone la subordinación civil. 14. Para su conservación fueron establecidas las potestades. 26. La que nos mereció Cristo, no nos hizo independientes. 41. 43. La Cristiana ama el orden de Dios aun en los malos Príncipes. 43. Ésta es la de la Fe, digna del hombre. 57. Se rinde al orden de Dios. 58. Estragos que causa el amor   —299→   de la desenfrenada libertad. 44. 45. 55. No se ha de buscar fuera del orden de Dios. 54. Pretende substraer de él la sociedad. 55. Falsedad de sus promesas. 54. 55. Mayor es y más segura la de los que se sujetan al orden. 56. Por qué. ib. No es digna del hombre la que turba el orden. 57. 132. El que la fomenta es enemigo de la tranquilidad pública. 59.
  • MACABEOS. Su liga con los Romanos y Griegos no fue rebelión contra los Reyes de Siria. 183. Fue justa esta guerra. ib. y sig. Moviéronla por especial impulso del Espíritu Santo. 185. 186. Mal pretenden justificarse con este hecho los motines del pueblo contra su Príncipe. ib. Lecciones que deben sacar de sus batallas los soldados de la Iglesia Católica. 258. Por qué peleaban y al mismo tiempo oraban. 260.
  • MALDAD. No se puede vengar por medios ilícitos. 60.
  • MALOS. Los habrá en la Iglesia hasta el fin de los siglos. 163. Puede haberlos en todos los grados y jerarquías de la sociedad. ib. Cuando lo es el Príncipe, qué deberán hacer sus súbditos. 164. No porque él lo sea, puede serlo el pueblo. ib. 165.
  • MORAL RELAJADA. De ella han tomado los nuevos filósofos la doctrina que autoriza al pueblo para juzgar al Príncipe. 68. En muchas cosas no es el filosofismo más que un plagio de la laxidad. ib. 69. Cuánto interesa el Estado en precaver de ella a sus miembros. 69. Daños que ha hecho al orden político. ib. Calumnias de sus defensores contra los que siguen la verdadera doctrina. 94. Contra ellos debemos precavernos, y cómo. ib. El que prefiere su doctrina a la de los Padres, tiene más amor a la laxidad que a la caridad. 95. Exime a los Clérigos de la potestad secular. 107. Es fruto de ella tratar de enemigo de la Fe al que niega que puede ser depuesto el mal Príncipe y absuelto el súbdito del juramento de fidelidad. 207.
  • MOTINES. El que los da por lícitos, destruye el vínculo del Estado. 194. Es calumnia decir que los autoriza la buena moral. 195. Sus efectos alcanzan aun a los súbditos buenos y pacíficos. 211.
  • MUNDO. No habla el lenguaje de la Religión, porque no vive la vida de la Fe. 275. 276.
  • MURMURACIÓN. Es ilícita en el súbdito oprimido por el abuso de la autoridad. 223. Daños que de ella se siguen al orden político. ib. y sig. Reprehendida por el silencio de Jesucristo crucificado. 224. Prohibida por la Escritura. 225.
  • MURMURADORES. Tiene Dios por suyos a los que lo son del Príncipe. 225.
  • NATURALEZA. No hay bríos en ella para restablecer el orden político. 27. 28. 29. Debe considerarse en ella lo que perdió en Adán, y lo que recobra en   —300→   Cristo. 32. Sospechosos son los que la ensalzan. 39. No merece ser alabada, y por qué. ib. 40. Del estado actual de ella no puede prescindirse sin error. 32. Es cuestión necesaria a la filosofía. ib. El que se desentiende de ella, se burla del hombre primero, y es ingrato al hombre segundo. 33.
  • OBEDIENCIA. Qué es. 6. Débese a la rectitud de la justicia. 156. Ayuda a la subsistencia y felicidad del Estado. 220. Débese a Dios con preferencia a los hombres. 220. 221. 226. La que se tributa a la potestad, se perfecciona con la inobediencia a la injusticia. 227. No quebranta el orden el que por este medio coopera a la conservación de la verdad. 228.
  • ORACIÓN. Hácela la Iglesia por los malos Príncipes. 208. y sig. No con ficción ni por adulación, sino muy de corazón. 209. y sig. Es intérprete del deseo. 211.
  • ORDEN. Qué es. 8. El del Estado. ib. A él se opone el súbdito inobediente. ib. Cómo lo trastornó el recado de Adán. 21. Lo restablece la pública autoridad. 22. Este orden político no lo podía restablecer el hombre. 25. 27. Ésta es obra de Dios. 26. Por qué. ib. 27. 28. Necesidad que de él tiene el Estado. 134. Demuéstrase por los principios de la Religión. ib. 135. y sig. No hay bien que por este orden no se comunique a la sociedad civil. 134. Socorre las necesidades de la vida privada y pública. 139. Iguala en cierta manera a los súbditos con los Príncipes. 139. y sig. De su conservación depende la paz del Estado. 212. y sig. Para salvarlo en la sociedad, se aprovecha Dios de la concupiscencia de sus miembros. 136. y conserva la autoridad del mal Príncipe. 145. Su trastorno alcanza aun a los buenos súbditos. 211. De su conservación redunda beneficio a la Iglesia. ib. Mantiene la igualdad entre los desiguales. 47. No se conservaría sin la subordinación. ib. 134. Fuera del de Dios no hay verdadera soltura. 58. 59. Este orden hemos de respetar en el Príncipe. 86. y en sus subalternos. 129. 130. Del orden es Dios Señor, y nosotros siervos. 153. En el principio del orden hemos de buscar el juicio del Príncipe. 189. Qué orden se debe guardar en la obediencia. 221. No lo destruye el que desobedece a la injusticia. 228. Consérvalo la piedad, y cómo. 270.
  • PACIENCIA. Cuándo es mala en los súbditos, cuándo permitida, cuándo loable. 214. y sig. Es escudo de la unidad. 223.
  • PACTO SOCIAL. Contrario a la Religión. 88. 90. 92. y sig. Absurdos que de él se seguirían. 102. y sig. 217. Bienes que vienen al Estado de que sea falso este sistema. 105. y sig. No debe confundirse con las leyes fundamentales de cada Estado. 142. Injuria el estado primero del   —301→   hombre. 216. Ni mira por el Príncipe ni por los súbditos. ib. y sig.
  • SANTOS PADRES. Ninguno de ellos dice que la potestad de los Príncipes viene del pueblo. 93. y dicen que viene de Dios. 93. 99. 100. Deben ser preferidos a los Escritores modernos aun en las controversias nuevas de la Iglesia. 94. 95.
  • PASIÓN. Contiénela el freno de la autoridad pública. 27. Desea la potestad por soberbia. 109.
  • PATRIA. No la sirve el que pretende sacudir de sí la autoridad pública. 190. Inseparables son los servicios que se deben a ella y al Príncipe. 191.
  • PAZ. La espiritual ayuda a la civil. 82. 83. Sólida es la que se funda en la Religión. ib. No sería duradera si los hombres no se sometiesen a la autoridad de un modo invariable. 133. o si los súbditos no llegasen a perder la esperanza de llegar a ser Príncipes. 134. Ayuda al bien general del Estado. 187. En la del Estado tiene interés la Iglesia. 211. y sig. La del Estado depende de la conservación del orden. 212. y sig.
  • PECADO. Trastornó en el hombre el orden moral, y en el Estado el orden político. 21. Cómo. ib. Destruyó la igualdad que hubiera conservado entre los hombres el estado de la justicia. 48. En este estado no pudiera mantenerse en el humano linaje la desigualdad política. 109. De aquí nació la necesidad de la sujeción coactiva al orden civil. 23. La doctrina del pecado y de la gracia es la substancia y cimiento de nuestra Fe. 32. 33. Daños que el pecado causó en el hombre. 39. 40. 114.
  • PERSEGUIDORES. Nunca impusieron derechos a los Cristianos para tolerarles impunemente. 241.
  • PIEDAD. Sola ella concuerda el poder de Cristo con el de César. 78. Ama el orden de la ley eterna. 174. Es el mayor bien del Estado. ib. 262. Para todo es útil. 256. No es enemiga de la felicidad pública. 261. Sola ella sabe dar miembros útiles a la sociedad. ib. 262. Por qué causa piensan de ella erradamente los hombres. 260. y sig. 264. y sig. Ayuda a la felicidad pública. 263. 269. 270. El gran proyecto de la falsa política es dar a entender que no depende de ella el gobierno civil. 266. Es maestra del Príncipe y de los súbditos. 270. 271. No puede prescindir de ella el que trata de hacer dichoso el Estado. 273. En ella consiste la felicidad pública, y por qué. ib. 274. 277. Sin ella fácilmente se desenfrenan las costumbres. 275. No excluye la abundancia de los bienes temporales, pero no la necesita para hacer dichoso al Estado. ib. No deben imputársele los defectos de los que la profesan. 284. Detéstalos ella misma más que el mundo. ib. Hace gran falta aun   —302→   al que tenga talento para los negocios públicos. 285. Por qué causa se tiene por inútil, cuando no va acompañada de autoridad. ib. 286. Quiénes son los que yerran en esto. ib. Precauciones contra este engaño. 287.
  • POLÍTICA. Qué es. 16. Se sirve de la verdadera prudencia. ib. No es verdadera la que no se conforma con la doctrina antigua de la Iglesia. 70. 119. ni la que procura desfigurarla con cavilaciones. 93. 119. No prevalece contra la verdad. 119. Sus máximas las mejora y eleva y santifica la Religión. 187. 269. 270. Disuelve la unidad del cuerpo con color de dejar sana la cabeza. 190. Abusa de la ignorancia del pueblo para sus fines torcidos. 189. y sig. La verdadera no es incompatible con la Religión. 256. No es verdadera sin la Religión. 257. Por qué causa la tienen algunos por enemiga de la Religión. 260. Ideas torcidas que se tienen de ella. ib. 260. La falsa aborrece a la piedad, y pretende que se tenga por incompatible con la verdadera. 265. Su gran proyecto es hacer al gobierno civil independiente de la piedad. 266. 285. Busca la felicidad pública donde no está, y así no puede dar con ella. 274.
  • POLÍTICOS. Cuán perniciosos son al Estado cuando no obran por Religión. 264. 265. Condénalos la piedad. ib. Qué deben hacer con ellos el Príncipe y los súbditos. 267. Por qué causa no toman en boca la piedad cuando tratan de la felicidad pública. 274. Prefieren la probidad puramente humana a la virtud cristiana. 285.
  • POTESTAD. Qué es. 2. Distínguese de la fuerza, y cómo. ib. 3. 250. La del Príncipe viene de Dios, y en qué sentido. ib. 119. Si viene tan inmediatamente de Dios la temporal como la espiritual. ib. La de un hombre sobre otro es puro don de Dios. 4. Comunícala Dios a las cabezas para utilidad de los miembros. 99. La pasión la desea, la razón la aprueba, la Religión la autoriza. 108. y sig. El que la establece fuera del orden de Dios, quebranta los derechos de la divina soberanía. 111. Es insubsistente la que de sí mismo da un hombre a otro en aquello a que sólo Dios tiene derecho. 113. Para qué estableció Dios las supremas potestades. 26. Con ellas se restablece el orden político trastornado por la primera culpa. ib. No debe confundirse el origen de la potestad del Príncipe con la elección. 118. 123. y sig. Cómo es esto. 125. Es ordenada a la pública utilidad. 141. No es ilimitada. ib. El uso malo de ella no puede venir de Dios. 144. Ni los medios ilegítimos para alcanzarla. ib. Pero nada de esto puede impedir la sumisión del súbdito a la potestad establecida. ib. 145. Recomiéndala Dios, y condena el abuso de ella. 124. 152. Por qué causas la da a los malos.   —303→   147. y sig. Aun en ellos viene de Dios. ib. y es legítima. 148. La da Dios indiferentemente a los buenos y a los malos, y por qué. 153. y sig. En cualquiera mano que esté, se debe venerar en ella su origen. 155. La de hacer leyes viene de Dios. 217. Aun cuando la recibiera el Príncipe por medio del pueblo, no tendría este derecho para juzgarlo, y por qué. 125. 126. No puede llegar caso en que sea vituperable, por grande que sea la tiranía del Príncipe. 155. En sola la establecida se halla el derecho de la vida y de la muerte. 192. y sig. No destruye los fueros de la justicia. 228. La justicia condena el abuso de ella. ib. No son enemigas la espiritual y la temporal. 232. No consiente la Religión que la primera limite a la segunda. ib. En qué se diferencia la absoluta de la arbitraria. 249. 250. Por qué es sueño la potestad de este siglo. 250. 251.
  • PRÍNCIPE. No es preciso que sea una sola persona. 3. 5. Origen de su potestad. ib. En qué sentido viene de Dios. ib. 88. No depende de contrato que haya hecho con sus súbditos. 88. 127. Bienes que de esto se siguen al Estado. 105. 106. Aun cuando recibiera su potestad por medio del pueblo, no tendría este derecho para juzgarlo, y por qué. 125. y sig. Este juicio sólo pertenece al principio del orden. 188. 189. En qué se asemeja su potestad a la de los Obispos. ib. et 4. Qué es sumisión debida al Príncipe. 5. 6. Qué debemos venerar en él. 86. 130. Aun el malo es Ministro de Dios, y no del pueblo. 96. 97. 147. Débesele respeto y sumisión por conciencia. 97. Por qué despoja Dios a algunos de ellos de su autoridad. 98. A solo Dios han de dar cuenta de su poder. 98. No puede juzgarles el pueblo. ib. 126. 127. 165. y sig. sino sólo Dios. ib. 170. Quiere Dios que reinen para beneficio de sus súbditos. 99. El que no coopera a la felicidad pública, trastorna el orden. ib. 129. 158. Consejo de Dios en permitir este abuso. 176. Si no recibiera de Dios el derecho de la vida y de la muerte, el suplicio de un malhechor sería un homicidio. 113. No recibe este derecho por medio del pueblo. 118.y sig. No debe confundirse su elección con el origen de su potestad. 118. 123. y sig. La Religión no le llama Ministro del pueblo, sino de Dios. 124. En él reside la facultad de hacer leyes. 128. De él se deriva a sus subalternos la autoridad pública. 129. No es ilimitada su autoridad. 141. El abuso de ella es del malo. 145. Qué bienes saca Dios del mal Príncipe. 147. 159. Es castigo del pueblo. 149. No puede el pueblo evitar este daño, disolviendo el vínculo de la sociedad. 168. ni por otro medio que sea contrario al orden. ib. De él toma Dios venganza. 166. 170. Débensele tres cosas, y cómo. 156.   —304→   Debe guardar las leyes fundamentales del Estado. 170. No puede ser compelido con fuerza por el pueblo. ib. En el orden civil es la primera persona después de Dios. 171. Inseparables son su causa y la del pueblo. 190. En su persona se considera unido todo el Reino. ib. y sig. Aun por los malos ora la Iglesia. 208. y sig. Consecuencias de esta doctrina. 211. y sig. De Dios recibe la potestad de hacer leyes. 217. Puede hacer nuevas leyes. 220. Su potestad siempre es de Dios, su injusticia nunca. 227. No debe mezclarse en las cosas divinas de la Iglesia. 230. Está dentro de la Iglesia, no sobre la Iglesia. 231. Puede hacer leyes que ayuden al bien de la Iglesia. ib. Encárgale Dios la paz de la Fe. 234. No puede tolerar los insultos hechos a la Iglesia. 235. Debe mantener en su Reino la Religión Cristiana. ib. 247. y sig. De un modo sirve a Dios como hombre, de otro como Príncipe. 236. Debe hacer en servicio de Dios lo que no pueden los súbditos. ib. No se hace bien al Estado en que no tenga parte el buen Príncipe. 271. Debe ordenar la prosperidad temporal del Estado al culto de Dios. 283. Obligaciones del Príncipe. 243. y sig.
  • PROPIEDAD. La de los bienes es don concedido por Dios al que por el pecado perdió el derecho a ella. 114.
  • PROVIDENCIA DE DIOS. Obra suya es el establecimiento de los medios para restaurar y conservar el orden político. 29. 258. 259.
  • PRUDENCIA. Cuál es la verdadera. 16. Cómo es apoyo de la política. ib. La del siglo es enemiga de Dios. ib. Por donde se conoce. ib.
  • PUEBLO. Donde es la soberanía hereditaria, no puede él mudar la forma de gobierno. 127. ni alterar el orden de la sucesión del Príncipe. 128. y sig. No está en él la facultad de hacer leyes, sino en el Príncipe. ib. Por qué. ib. A qué autoridad debe respeto y obediencia. 6. No puede despojar al Príncipe de su autoridad sin quebrantar el orden de Dios. 131. 167. 168. 173. Castigo de sus pecados es el mal Príncipe. 149. Qué frutos debe sacar de esta calamidad. 176. No puede eximirse de ella quebrantando el orden. 168. 174. Sin cabeza es más desaforado que cualquiera Príncipe injusto. 188. Peligraría el Estado si a él perteneciera el juicio del mal Príncipe. 188. V. Juicio. Es instrumento de la ambición de los díscolos. 189. y sig. De su desenfreno se vale la falsa política para sacudir de sí el abuso de la pública autoridad. 190. Piensa quedar libre, y agrava su yugo. ib. Pretenden tiranizarlo los que lo levantan contra el Príncipe. 191. y sig. No está en él el derecho de la vida y de la muerte. 192. y sig. Es de Dios más que del Príncipe. 249. El proveer a sus necesidades es derecho del Príncipe. 254.
  • —305→
  • RAZÓN. Aprueba la subordinación de unos hombres a otros, y por qué. 109. y. sig. No basta ella sola para hacer legítima la autoridad. 111. Por qué. ib.
  • REBELIÓN. Es guerra civil del pueblo contra la pública potestad. 192. Falsamente se pretende autorizar con testimonios de la Escritura. 177. y sig. Los que la mueven cometen otros tantos homicidios, como personas mueren por esta causa. 192. 193. V. Sedición. Motines.
  • REDENCIÓN. No destruyó en nosotros la igualdad natural, ni la desigualdad civil. 44.
  • REDIMIDOS DEL PECADO. No deben ser agradecidos a la filosofía, sino a la gracia. 41.
  • RELIGIÓN. La Católica es la única verdadera. 9. Su lenguaje es el de la verdad. 14. 112. En nada podemos usar lenguaje contrario al suyo. ib. Es falso lo que se opone a ella, y malo lo que desdice de su espíritu. ib. Por sus fuentes hemos de decidir las nuevas controversias. 95. No necesita de la filosofía, pero se aprovecha de lo bueno de ella. 37. Hace en beneficio de la sociedad lo que no puede esperarse de la filosofía. 37. Da ideas exactas de las cosas, y alumbra y refrena al hombre para que en nada se desmande. 38. Cuánto influye en el bien público. ib. Pone correctivos a la filosofía. ib. 91. 92. Mejora y eleva y santifica las máximas de la política. 187. 194. Inspira subordinación a las potestades. 42. 75. Qué venera en el Príncipe. 130. Condena toda sedición. 43. Mira al súbdito bueno con preferencia al superior malo. 56. Ayuda a la paz interior del Estado. 75. Cómo. 76. 79. En ella están las semillas de la concordia civil. 79. Demuestra la necesidad del orden político. 134. y sig. Persuade al inferior que no aspire a ser superior. 76. Hace firme y sólida la unión de los pueblos. 83. 133. Fija el principio de la autoridad civil en el orden de la ley eterna. 92. y sig. 105. 120. Calumnia de los que tienen esta doctrina por contraria a la Religión. 94. La Religión la venera como divina y apostólica. 99. Fundamentos con que la establece. 101. y sig. 120. No envidia la felicidad engañosa, ni venera los bienes falsos en que ella consiste. 130. Qué recursos da a los súbditos contra el abuso de la pública potestad. 171. 172. Qué máximas halla en el procedimiento de David con Saúl. 181. 182. Sola ella enseña la legitimidad del juicio del Príncipe. 189. No lo concede sino al principio del orden. ib. Nunca ha autorizado al pueblo para que desposea de su autoridad al Príncipe. 196. Condena en el súbdito la insubordinación, y en el Príncipe el abuso de su potestad. 215. y sig. Es consiguiente en todo. 216. 286. No confunde los fueros del Imperio y del Sacerdocio. 233. Por ella subsiste   —306→   la naturaleza. 235. Debe mantenerla el Príncipe en su Estado. ib. Manda que se pague tributo al Príncipe. 238. Sin ella no es verdadera la felicidad pública, ni dura el orden, ni se consiguen los fines de la sociedad. 257. Por qué la miran algunos como enemiga de la política. 260. Ideas erradas que de ella se tienen en orden al bien público. ib. 261. 263. Sola ella da miembros verdaderamente útiles al Estado. 261. 262. Máximas con que ayuda a la felicidad pública. 263. Nunca puede desentenderse de ella el Príncipe ni el súbdito. 267. 268. Hace subir de punto el amor al Rey y a la patria. ib. Sola ella da a conocer la felicidad pública. 272. Qué riquezas desea al Estado. 281. Condena a los que no se ven hartos de atesorar. 282. Detesta los pecados de los Fieles. 284. Si fueran guardadas sus leyes, no habría Príncipes ni vasallos mejores que los Católicos. ib.
  • RESPETO. Qué es. 6. En el de los Príncipes no debe influir el uso bueno o malo de su autoridad. 106. Débese al oficio y al poder. 156. 157. Débese aun al Príncipe que no merece ser obedecido. 226. 227.
  • REINOS. Su establecimiento y subsistencia pertenece al orden de la providencia de Dios. 258. 259. Desastres y calamidades de los que no han reconocido esta dependencia de Dios. ib.
  • RIQUEZAS. No es malo que en ellas sea floreciente la república. 276. No las condena la Religión, mas prefiere las verdaderas a las falsas. 277. Las eternas son premio de la Fe, las temporales prueba de la Fe. ib. Por qué no hacen más floreciente al Reino. 279. 280. Cuáles son las que procura la Religión a los Fieles. 281.
  • ROMANOS. El amor de la libertad asoló su Imperio. 45. De la libertad pasaron a la ambición. ib. Lo que no padecieron subordinados, lo padecieron cuando eran libres. ib. No buscaban la paz de la república, sino la licencia de las pasiones. ib. 46. En ellos se vio cuánto valen sin la Religión las virtudes civiles. 284.
  • SALOMÓN. Se tenía por elegido de Dios, aunque heredó de su padre el Reino. 125.
  • SALUD DEL PUEBLO. Qué es según la buena política. 193. y según la Religión. ib. 194.
  • SAÚL. Azote del pueblo de Dios. 151. 152. Dioles Dios este Rey en su ira. ib. En qué sentido se llama derecho del Rey su tiranía. ib. 153. Desechado en el orden del Señor, fue respetado de David por la dignidad que aún conservaba. 177. y sig.
  • SEDICIÓN. Es detestada en la Escritura. 201. y sig. Reprehendida con el ejemplo de Jesucristo. 224. V. Rebelión. Motines.
  • SEDICIOSOS. Desacreditando a los Príncipes, exponen el Estado   —307→   la mayor calamidad, que es la disolución del vínculo con que se conserva. 192. Falso es el amor que fingen tener al pueblo. ib. Son homicidas de las personas que mueren por causa de los motines. 192. 193.
  • SOCIEDAD. Cuántas especies hay de sociedad. 2. 18. Qué es sociedad civil. ib. Uno mismo es el origen de los vínculos que unen al hombre en sociedad. 18. Cuál fuera en el estado de la inocencia. 20. Daños que en ella causó el pecado. 21. No es duradera, si no están sujetos unos hombres a otros. 22. No repugna a la sociedad racional que sean sujetos unos a otros sin su consentimiento. 89. ni aun contra su voluntad. ib. 90. Cuán distintas ideas dan de ella la Religión y la filosofía. 91. 92. No la estableció Dios para utilidad de solas sus cabezas. 98. 99. Al bien general de ella puede contribuir cualquier gobierno, si es conforme a la ley eterna. 106. No conserva siempre vivos los fueros que tenía cuando se estableció. 143. Absurdos que de esto se seguirían. ib. 144.
  • SOLDADO. Su profesión no es incompatible con la piedad. 268. Necesaria conexión que tiene con ella. ib. De qué armas lo guarnece la Religión. ib. Por qué causa le salen mal sus empresas. 269.
  • SÚBDITO. Cómo el inobediente a las potestades se opone al orden de Dios. 8. 131. V. Pueblo. No puede juzgar a la pública potestad. 131. V. Juicio. Su respeto al Príncipe es invariable. 133. No puede disolver el vínculo que le une con él. ib. ni trastornar el orden de su autoridad. 174. Bienes que de esto se siguen al Estado. 133. y sig. Bienes que alcanza el buen súbdito con la sumisión al mal Príncipe. 147. 164. 165. 187. Llama la Escritura hijos de Belial a los que le desprecian. 153. El que resiste al abuso de la potestad, resiste al orden de Dios. 155. Por qué medios puede resistir al mal Príncipe. 171. y sig. Su recurso al Príncipe ha de ir acompañado de respeto. 174. 175. Debe sufrir con mérito lo que no pudiera apartar de sí sin pecado. 173. y sig. Cuánto contribuye esto al bien público. 174. Cuándo es mala su paciencia, cuándo lícita, cuándo loable. 214. 222. y sig. Debe obedecer a las leyes. 220. Antes a Dios que a los hombres. ib. 221. y sig. De esto no puede quejarse el Príncipe. 226. Cuándo debe someterse a la injusticia del Príncipe. 222. Medios lícitos que tiene para evadirse de ella. 222. 223. Debe respetar la autoridad aun en el Príncipe que no merece ser obedecido. 226. 227. Debe someterse a la potestad, pero no a la injusticia. ib. El que obedece a la verdad, está sometido a la potestad. 228. Por la ley buena es enmendado el malo: por la mala probado el bueno. ib.
  • —308→
  • SUBORDINACIÓN. No se establece ni permanece sin autoridad. 22. La coactiva en el orden civil se impuso al pecador, y no al inocente. 23. Castiga en él la culpa, y le preserva de la miseria. 90. 91. La de la mujer en la sociedad conyugal, es imagen de la del humano linaje en la política. 91. Bienes que se siguen de la una y de la otra. 102. La civil en la desigualdad conserva la unidad. 46. 47. Cómo. 47. Hace al Cristiano semejante a Cristo. 77. y cooperador del orden. ib. 127. 175. No conserva el orden del Estado la que no se funda en la Religión. 134. No es invariable mientras los súbditos tengan esperanza de llegar a ser Príncipes. ib. Sin ella no hay seguridad pública. ib. 135.
  • SUMISIÓN. En qué consiste la que se debe al Príncipe. 5. 6. Es compatible con la libertad esencial del hombre y con la de servidumbre. 14. No basta que sea aparente. 175. Debe nacer del corazón. ib. Conserva el orden político. ib.
  • TEMOR. No hace al hombre amigo de la ley. 219. El de Dios es el contrapeso de la potestad. 253. Cómo influye en el bien público. 270.
  • TESTAMENTO DE LIBERTAD. Qué significa esta palabra. 43. A él es conforme la sumisión de los buenos a la potestad de los malos. ib. 44.
  • TIRANÍA. Cómo se conserva en ella el bien general del Estado. 137. Es menor mal que la anarquía, y por qué. ib. 188. Cooperar a ella es malo: sufrirla es bueno y loable. 215.
  • TRANQUILIDAD. La del Estado no puede subsistir sin la unión de los miembros con su cabeza. 59. Depende de la conservación del orden. 212. y sig. Influjo que tiene en la paz de la Iglesia. ib.
  • TRIBUTO. Qué es. 237. Débese al Príncipe, por qué, y para qué fines. ib. 238.
  • VASALLO. El bueno menos teme la reprehensión que la inobediencia. 86. Atiende a los intereses públicos de la sociedad. ib. No da oídos a la dañada libertad. ib. Sujétase al Príncipe por amor. ib. Sujétase al indigno por guardar el orden. 87. Tiénese por igual al Príncipe mientras es buen vasallo. ib. No subleva al pueblo contra su Príncipe. 201. y sig. No puede ser absuelto del juramento de ser leal al Príncipe. 207. En beneficio suyo redundan las gracias que pide a Dios para el Príncipe. 213. Está obligado a guardar las leyes civiles. 218. y a pagar tributo al Príncipe. 238. 239.
  • VERDAD. Una no es contraria a otra. 14. Es contra ella lo que es contra la Religión. ib. Antiguo es en los enemigos de la verdad hacer odiosos a los que la defienden. 195. Por sola ella se ha dado la autoridad, y a sola ella debe servir. 227. 228. Nadie tiene   —309→   poder contra ella. 227. Miserable es el Príncipe que procede contra ella. 228. El que coopera a la conservación de ella desobedeciendo a la injusticia, no quebranta el orden. ib. El que obedece a la verdad, está sometido a la potestad. ib. Imposible es que proteja la falsedad. ib.
  • VIRTUDES. Cuánto valen las civiles sin la Religión. 284. Cuánto las realza y ennoblece la Religión. ib.
  • UNIDAD. En las cosas compuestas de muchas partes, qué es. 6. Unidad en la sociedad qué es. 6. 7. De cuántas especies. 7. En qué sentido hablamos de ella. ib. El que la divide se opone a los fines de la creación y de la redención. 80. Ámala Dios. 81. En qué cosas resplandece este amor. ib. Por qué medios la inspira Dios a los pueblos. 82. A cuánta costa debe conservarse. 223. Tiene por escudo la paciencia, por vínculo la caridad. ib. Los que abogan por la unidad, no pueden autorizar la superioridad del pueblo sobre el Príncipe. 195. y mucho menos la rebelión. ib.
  • UNIÓN. De la de los miembros con la cabeza depende la conservación del cuerpo. 223. Debe preferirse a la conservación de un solo miembro. ib.