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No es maravilla que de esta suerte trastorne Panduro el orden civil, cuando ni al eclesiástico guarda el decoro que se le debe. Abre la puerta para que sea despreciada la autoridad de los Padres, especialmente de S. Agustín, a quien trata con sumo vilipendio, como pudiera al Molinista más relajado. (T. I, pról., p. XVI.) Denigra la buena memoria de S. Pío V, recomendando la opinión errónea de que pueden salvarse los niños que mueren sin bautismo antes de nacer, mandada borrar por aquel Santo Pontífice de las obras del Cardenal Cayetano. (T. I. pág. 106 y sig.) Insulta a la Silla Apostólica, llamando puramente civiles las ceremonias y ritos con que los Chinos dan culto a Confucio (tom. II, p. 60.), después que se hallan condenados estos ritos como supersticiosos e idolátricos por Inocencio X, por Alejandro VII, por Inocencio XII por los Clementes IX, XI y XII, y últimamente por Benedicto XIV en su Bula, Ex quo singulari, del año 1742, y dos años después en otra que comienza Omnium sollicitudinum. Injuria muy gravemente al Papa, y a la Congregación del Índice, y al Tribunal de la Inquisición, y a los demás superiores de la Iglesia que han tenido a bien levantar ahora la prohibición de las Biblias Vulgares; atribuyendo a la lección de la Escritura en lengua entendida del pueblo la revolución de la Francia, a que han dado causa la impiedad y la relajación de las costumbres, en que tanta parte tiene el Probabilismo; y tratando a los Católicos que dan y tienen por útil esta licencia, con la impiedad que se echa de ver en las siguientes palabras: «Los sectarios anti-Católicos animados del odio contra el rito Católico Latino, han traducido y propuesto a sus secuaces en lengua vulgar las Escrituras Sagradas, y los libros de los Oficios Divinos, que los Católicos tenemos en Latín. Los Jansenistas (que en el diccionario del Autor son los enemigos públicos de la moral relajada) han adoptado esta máxima anti-Latina en su nueva secta anti-Católica, para que las mujeres con la lectura sola de los Libros sagrados en lengua vulgar, se instruyan en las materias más sublimes de Religión, las disputen como damas de la- gracia, y puedan celebrar y entender la misa; como nuevas sacerdotisas. La Francia, que no ha impedido eficazmente la propagación de esta máxima, experimenta hoy sus funestos efectos. (T. II, p. 89)» Esto dice Panduro. No sé si pudiera temerse de ningún libertino que tratase con mayor vilipendio las leyes y establecimientos eclesiásticos, que autorizan al pueblo para que en su lengua lea la Escritura. El origen y el espíritu de estas calumnias, y la insubsistencia de ellas, y las fuentes de donde se han tomado, pueden verse en nuestra Historia dogmática De la lección de la Sagrada Escritura en lenguas vulgares.

 

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S. Ambr. de Offic. Ministr., cap. XXV, n. 117.

 

13

Id. ib., cap. XXVI, numer. 124.

 

14

Id. ib., cap. XXV, n. 118. et cap. XXVIII, n. 130.

 

15

Muy contrarío es este proyecto mío al de la obra que se publicó en París, dividida en tres tomos, por los años de 1789 y 1790 con este título: Origine et étendue de la Puissance Royale suivant les Livres Saints et la Tradition. El Autor de ella pretendiendo autorizar al pueblo para que juzgue al Príncipe, que era entonces la manía y locura de los filósofos de su Nación; creyó que le convenía preocupar a los incautos con la capa de la Religión verdadera, dando a entender ya desde la portada de su obra, que la Escritura y la Tradición hacen al pueblo superior al Príncipe. Pero la injusticia que en esto hace a la Religión, se descubre desde luego en la violencia con que interpreta la Escritura y los Padres, en el poco caso que hace de ellos y de los que prefieren su autoridad a las cavilaciones de los falsos filósofos. Este Catecismo servirá de preservativo a los Fieles contra aquella obra, y otras de la misma naturaleza.

 

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Nunc agitur de humana natura quae vitiata est; agitur et de gratia Dei qua sanatur per medicum Christum, quo non indigeret, si sana esset, quae ab isto tamquam sana... defenditur. (S. August. de Natura et gratia contra Pelagium, cap. LXIV, n. 76. )

 

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Frustra itaque conaris naturam defendere vitiatam. Si aliquid utile pro illa quaeris agere, ut sanetur age... Sine ut ipsa sibi fecerit, unde merito damnaretur. ( Id. Op. imp. cont. Jul., lib. V., cap. LXI.)

 

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Ex uno homine Deus ad comendandum hominibus quam ei grata sit etiam in pluribus unitas, genus (instituit) humanum. (Idem de Civitate Dei lib. XII, cap. XXII.)

 

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Ut unus chorus, et unus exercitus, et una civitas dicitur, etiamsi multitudo quae unumquodque istorum membrorum constituit, identidem mutetur; ita unum etiam reguum dici potest, etiamsi in multa loca et tempora distinguatur, et discindatur. (Andraeas Caesariens. in Apoc., cap. LV, serm. XIX.)

 

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An putatis civitatem in parietibus deputandam? Civitas in civibus est, non in parietibus. (S. August. serm. de Urbis excidio cap. VI.) Quid est autem civitas nisi multitudo hominum in quoddam vinculum redacta concordiae? (Idem ad Marcellin. epist. CXXXVIII, cap. III, n. 10.)