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101

mesmo: mismo.

 

102

ipando: hipando.

 

103

rigular: regular, es la regla.

 

104

hacerse el saino: hacerse el tonto, disimular encubriendo su intención maliciosamente.

 

105

meando: intencionada unión de me y ando, del verbo andar.

 

106

la Iglesia del Colegio: San Ignacio, en la esquina de las actuales calles Alsina y Bolívar. Como dato ilustrativo ver el Canto «A la Sociedad de Beneficiencia con motivo de la distribución de premios que hizo el 26 de mayo de 1823» de Juan Cruz Varela, en Centinela, n.º 45, junio 19 de 1823.

 

107

despaturrado: despatarrado.

 

108

aledado: alelado.

 

109

carancho: el carancho, llamado también milano y caracará, según Segovia, es el polyborus brasilensis vulgaris. Al emitir el graznido que lleva su nombre echa completa y ridículamente la cabeza hacia atrás. Era al parecer insulto común en ambas bandas del Río de la Plata por esos años del 820. Lauro Ayestarán lo registra en la pieza de autor desconocido (1823?) titulada Diálogo contra las invectivas de los disidentes de Montevideo y enemigos del sistema imperial que ha adoptado esta provincia cis-platina, p. 148, como Tío Carancho expresión aplicada al parecer a un español. Es muy importante para nuestro estudio la referencia que encontramos en la obra de Arturo Capdevila El padre Castañeda. Aquel de la santa furia, cuando, a raíz de la aparición de pasquines contra él con motivo de su ataque a la actriz Trinidad Guevara, expresa (p. 104-105): «Esto aparte, ¿en qué pararía aquella guerra sin misericordia en que estaba empeñado? Le rodeaban los peligros, le seguían al acecho los enemigos. Pronto harían blanco en él ignominiosamente, de alguna muy infamante manera. Con honda y piedra vil, como a loco de la calle, lo herirían en la primera ocasión. En eso que así pensaba, Carancho. Carancho, que venía profiriendo insolencias, perseguido de una comparsa de gandules que lo apedreaban a los gritos de: «¡Carancho! ¡Carancho!...». Carancho era un loco de la ciudad, el loco típico de la ciudad, popular hasta todos los escarnios de la popularidad vuelta ludibrio. Verle los perros y ladrarle y amenazarle, y jugar a morderle, todo era uno. ¿De qué vivió Carancho? Por creer estoy que tan sólo de pedradas e insultos... Pero si venganza y desquite era gritar denuestos con una boca de infierno... De aquí sacó el viejo Cavia, en las primeras tremolinas con el fraile, compararle con el loco Carancho, ofreciéndolo de paso a la burla de los pilletes mataperros. A ellos, mismos, se había dirigido «el vejete» incitándolos a la gran afrenta contra el Padre /.../».

 

110

fajar: pegar a alguien, golpearlo; embestir, acometer. Es americanismo.