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Cauce y lagunas de una investigación literaria

Sobre la Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823, impreso de Expósitos



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ArribaAbajo1. Estudio preliminar


ArribaAbajo1. 1. Lo prometido es deuda

De entre todos los bienes de él emanados, que nos hacen deudores permanentes del doctor Cortazar a quienes tuvimos la suerte de ser sus discípulos, la firme adquisición de una conciencia sistematizadora es tal vez lo que más ha quedado en nosotros con el sello rector del maestro.

Digo conciencia sistematizadora y no sistema porque esto último implicaría anquilosar, detener, demorar en el acierto de un momento la metodología científica y ello está lejos de lo que enseñaron la palabra y la obra de Augusto Raúl Cortazar.

Lo que aprendimos de él fue, sobre todo, a sentir como necesidad la aplicación de un inalterable rigor técnico en todas las etapas de la investigación: las citas completas, el asiento bibliográfico correcto, la correlación entre los datos escritos y la documentación audiovisual, la definición justa, la terminología meditada, la ubicación de cada hecho cultural en función dentro del contexto inmediato que lo circunda o que lo ha circundado. Nunca, sin embargo, el doctor Cortazar nos impuso una norma absoluta, una metodología inamovible y rígida, sino que, como maestro (lo era incansablemente, tanto desde la cátedra como por teléfono), nos impulsó siempre a actualizarnos en materia de nuevas corrientes metodológicas total o parcialmente aplicables a los materiales folklóricos o literarios. Él mismo lo hizo hasta en sus últimos trabajos, con esa peculiar manera de asimilación que poseía mediante la cual podía verter aquello que aprehendía mejorado en su forma, enriquecido con sabias reflexiones, comparado, aplicado a la realidad cultural argentina.

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Su prédica acerca de la importancia de la consulta bibliográfica como punto de partida era incansable. Podría haber dicho, como una vez lo hizo Jorge Luis Borges (El Hacedor, 1960):


Yo que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.



Enseñaba a degustar la realidad tangible del libro, en su formato, calidad de papel, tipografía, ilustraciones, índices, prólogos, hasta lograr que cada uno de ellos apareciera como una entidad física inolvidable para quien lo hubiera consultado una vez.

Desde las bibliografías de bibliografías hasta las reseñas, desde los tratados hasta las simples comunicaciones de aportes técnicos, todo era valorado por Cortazar en su justa medida, todo merecía aliento para los autores, aunque éste estuviera implícito en la crítica sabia que, en su caso, era siempre esencialmente constructiva.

Cada libro, cada folleto, cada artículo, era para él fuente potencial de múltiples fichas, instrumento metodológico cuyo manejo para su especialidad perfeccionó notablemente, mediante sistemas clasificatorios1, referencias y correlaciones que si, por una parte, dada su índole múltiple y entrecruzada, exigían para su confección la posesión de una vasta cultura, por otra orientaban al consultante, por sí solas, con la claridad y precisión de verdaderos esquemas.

Aquel hábito del orden mental que trascendía en todos los actos del maestro estaba sin embargo, totalmente exento de frialdad cibernética. El doctor Cortazar no cesaba de ponderar la emoción del excitante tránsito del investigador hacia el hallazgo con una convicción tan acabada que impulsaba de manera irresistible a intentar la aventura. Esta comenzaba siempre, como he dicho, en el terreno bibliográfico, pero se desarrollaba luego en ámbitos diversos, tanto entre los amarillentos folios de los archivos como en medio de las comunidades folk, de cuyos decir y hacer debe extraer el investigador la documentación de campo.

Esa orientación fue, sin duda, junto con alguna dosis de buena suerte, lo que me puso en el camino adecuado para algunos hallazgos ante cuya proximidad -que el investigador siente como presencia viva- reconozco haber experimentado emociones tan intensas que no vacilo en calificar de verdadera pasión.

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Un folletito de la Imprenta de Expósitos, sin firma y sin fecha, encontrado en la Biblioteca Nacional en 1968 bajo el título de Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823 fue uno de esos motivos de emoción y como entonces mi primer impulso fue el de comunicar al doctor Cortazar el hallazgo, ahora quiero, en su homenaje, cumplir la promesa que entonces le hiciera de publicar íntegramente el texto.




ArribaAbajo 1. 2. Un largo itinerario

En el diálogo de la cátedra se manifiesta con frecuencia la inquietud de los jóvenes que se inician en el deseo de recuperar las expresiones históricas de la literatura nacional. Ello me recuerda cada año esa ansiedad, que fue y, es también mía, por conocer los cauces profundos de la investigación y es lo que me impulsa a demorarme aquí y decir algo del cómo y el porqué de ese hallazgo del folleto de Expósitos al cual me he referido. Pienso que debo, hacerlo, no sólo por su valor como experiencia útil a los discípulos (conjunto de pequeños triunfos y pequeñas derrotas en la lucha contra el olvido), sino también para fijar algunos datos cronológicos que pueden interesar a los especialistas en literatura gauchesca y, en general, en literatura rioplatense.

A partir de la búsqueda de materiales comparativos para mis trabajos sobre cantares tradicionales de tema hístórico2 había yo comenzado a interesarme por todo lo concerniente a poesía popular impresa en hojas sueltas y folletos, lo cual motivó que el distinguido estudioso chileno Manuel Dannemann R., en prueba de su generosidad y de una amistad que me honra, quisiera favorecerme con el regalo de una valiosísima colección: las hojas sueltas de la Biblioteca Lehmann-Nitsche que se conservaban en Chile en el Archivo de Rodolfo Lenz. ¡Estos materiales habíanle sido legados por la familia de este último filólogo alemán que residiera por muchos años en la república trasandina, quien, a su vez, los había recibido de su compatriota Roberto Lehmann-Nitsche que vivió en la Argentina desde 1897 hasta 19303. El estudio de esas hojas sueltas brinda un amplísimo   —254→   campo muy poco frecuentado entre nosotros y que, por su destino de cumplimiento inmediato y rápida caducidad, por su índole volandera, exige un rastreo minucioso y lento. Fichado el material y archivado debidamente (se trabaja con las fotocopias del mismo a fin de no deteriorar las piezas), las bibliotecas, las hemerotecas, los museos y los institutos públicos constituyen puntos de partida de frecuentación obligada y naturalmente, ante todo lo son los ficheros de esas instituciones.

Pero así como una ficha bien hecha puede abrir a quien la consulta todo un universo de posibilidades, una equivocada puede encerrar tesoros condenándolos al aislamiento y al olvido. Ya me había pasado algo así cuando, mientras trabajaba con los legajos de la Colección del Folklore4 hallé varias versiones de un curioso cantar, pleno de elementos de interés, que no había sido tenido en cuenta nunca por los numerosos consultantes de la colección. Esto se debió, a que, aparentemente, quienes catalogaron esos materiales transcribieron mal el título y consignaron, en el legajo N.º 182 de La Rioja (Capital) la composición Historia de Martín Fierro y sus compañeros en lugar de Historia de Martín Fiero y sus compañeros5. Por este solo hecho (que hasta puede atribuirse a un error de imprenta) todos los que revisaron los catálogos sin ir al legajo, pensaron que se trataba de fragmentos del poema de Hernández y se desentendieron de su texto riquísimo en elementos tradicionales de singular antigüedad.

Ahora el caso es otro: en una ficha de la Sala de Reservados de la Biblioteca Nacional (Buenos Aires) encabezada por el nombre de Hidalgo, Bartolomé, apareció ante mí un título desconocido, el de la Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823. De la sola mención de esa fecha surgía una contradicción con su atribución a Bartolomé Hidalgo, fallecido en 1822 (según testimonios que he comprobado en los archivos parroquiales de Morón) y ello ya había sido advertido por quien confeccionó la ficha pues se acota al pie: «Parece que no es de Hidalgo pues este murió, en 1822».

Visto el impreso, resultó que se halla encuadernado en un tomo junto a diversas publicaciones sueltas de la Colección del Dr. Ángel Justiniano   —255→   Carranza, entre las que se encuentran otras piezas sin firma atribuidas a Bartolomé Hidalgo6. En el mismo tomo se reúnen hojas sueltas e impresos varios en prosa y en verso sobre distintos temas, todos ellos en muy, buen estado de conservación.

La pieza de 1823, olvidada por los críticos y antologistas de nuestra literatura gauchesca, revela la presencia de un poeta de identidad desconocida y de indudables valores dentro de dicha modalidad rioplatense.

Lo primero que hice entonces, abandonando momentáneamente la búsqueda de hojas sueltas, fue dar a conocer el hallazgo mediante un artículo publicado en La Nación (suplemento literario del domingo 2 de junio de 1968) que se titula «Una pieza olvidada de la primitiva poesía gauchesca», el cual, por su obligada brevedad, sólo transcribe pocos fragmentos de la composición y acumula interrogantes sobre la personalidad de su autor.

En este punto, la consulta bibliográfica volvió a iluminar el tema ya que en la vasta lista de obras bien clasificadas que incluye la estudiosa uruguaya Eneida Sansone de Martínez en su importante libro La imagen en la poesía gauchesca, hallé la cita de una Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras en la que detalla el primero las batallas de Lima y Alto Perú, como asimismo las de la Banda Oriental; habiendo estado cerca de ambos gobiernos con carácter de Comisionado y ahora acaba de llegar de chasque del Sarandí, publicada por la Imprenta del Estado en 1825. Aquí, una nota de pie de página dice textualmente: «La fotocopia del original nos fue facilitada por el Sr. Antonio Praderio», y esa fue para mí una nueva pista para la investigación. Gracias a la vinculación que tuvo a bien establecer entre nosotros otro gran estudioso y amigo, Fernando Assunçao, logré ponerme en contacto con el señor Praderio y obtuve de este erudito bibliófilo -lamentablemente ya desaparecido- un juego de fotocopias con el texto de la citada pieza. Recuerdo que lo tuve en mis manos el viernes 19 de julio de 1968. El domingo 21 leía en el suplemento literario de La Nación un artículo de Félix Weinberg donde, a raíz del mío del mes de junio, daba cuenta de su hallazgo -realizado ya tiempo atrás-, de un ejemplar de este impreso de 1825 perteneciente a la Colección Gutiérrez que existe en la Biblioteca del Senado de la Nación Argentina7. Anunciaba, además, en el mismo   —256→   trabajo, que se hallaba por entonces en prensa un estudio extenso de la pieza, el cual apareció, en efecto, con fecha diciembre de 1968, editado por la Universidad Nacional del Sur, bajo el título de Un anónimo poema gauchesco de 1825 sobre la guerra de la Independencia, con un agudo análisis de la composición de referencia.

En resumen, el extraño destino de ambos folletos que, aparentemente, debemos atribuir a un mismo autor, hizo que, olvidados durante más de un siglo, volvieran a atraer la atención de los críticos casi al mismo tiempo, y resurgieran a la luz pública entre los meses de junio y julio de 1968.

En febrero de 1969, Ricardo Rodríguez Molas, investigador argentino, publicó en el tomo XXXIX, n.º 115/117 de la Revista Histórica de Montevideo, un trabajo titulado: «Textos gauchescos desconocidos del ciclo de Chano y Contreras. 1823-1825» donde, tras una introducción, transcribe los textos completos de ambas piezas. No se hace allí referencia alguna a los trabajos antes mencionados, por lo que resulta importante ubicar esta serie de publicaciones en el orden en que fueron hechas a fin de fijar exactamente su cronología.

En nuestro país el texto de la Graciosa y divertida conversación de 1823 no ha sido reeditado, sin duda a causa de que quien esto escribe prometió hacerlo en forma íntegra en el citado artículo de La Nación. Han contribuido a la difusión del hallazgo Félix Weinberg (en sus dos trabajos de 1968) y el doctor Cortazar en sus obras Poesía gauchesca argentina (1969) y especialmente en Poesía gauchesca (1970) donde, además, se transcriben algunos fragmentos.

Hoy lo importante es, entiendo, salvar del olvido en su totalidad esta producción valiosa para la historia literaria rioplatense, rescatar su autenticidad, su originalidad, su encanto no envejecido, para las futuras antologías de la poesía gauchesca nacida en los albores de la Patria. Por lo demás sus versos son, ahora como entonces, patrimonio de todos. De todos y de nadie.




ArribaAbajo1. 3. La Graciosa y divertida conversación /... / de 1823

La Graciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823 está contenida en un folleto de veintitrés páginas en octavo mayor, editado por la Imprenta de Expósitos, Buenos Ayres, sin firma y sin fecha.

Se trata de un nuevo coloquio entre Ramón Contreras y Jacinto Chano. Al primero debemos imaginarlo, sin duda, el mismo que Bartolomé Hidalgo presentara por primera vez con nombre y apellido en su composición de 1821 Cielito patriótico del gaucho Ramón Contreras, compuesto en honor del ejército libertador del Alto Perú y para cuyo advenimiento preparara el terreno   —257→   en 1820 con Un gaucho de la Guardia del Monte contesta al manifiesto de Fernando VII y saluda al conde de Casa-Flores con el siguiente cielito escrito en su idioma. Chano, por su parte, es el capataz de estancia que, en conversación con Contreras, diera vida a los tres diálogos hasta ahora conocidos como obra de Bartolomé Hidalgo: el Diálogo patriótico interesante entre Jacinto Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo y el gaucho de la Guardia del Monte8, el Nuevo diálogo patriótico entre Ramón Contreras, gaucho de la Guardia del Monte y Chano, capataz de una estancia en las islas del Tordillo y la Relación que hace el gaucho Ramón Contreras de todo lo que vio en las fiestas mayas de Buenos Aires en 1622.

Tras el saludo de Chano, que recibe la visita de Contreras, éste relata el accidente que le impidió asistir a los festejos de Mayo en Buenos Aires. A instancias de su amigo se desarrolla el relato posterior de Chano, que insume 482 versos y constituye la parte central del diálogo, con interrupción, es de Contreras tan oportunas como coloridas. Largas tiradas en romance hacen desfilar ante la imaginación de Contreras (y del lector) los acontecimientos: desde el 25 de mayo, en que no hubo actos populares debido al mal tiempo, hasta el 29, día culminante de los festejos y de la aventura del gaucho Chano entre la gente de ciudad.

El relato se ajusta a la realidad histórica de los acontecimientos. En efecto, si leemos en El Argos de Buenos Aires (N.º 44, sábado 31 de mayo de 1823, p. 3), la Relación de las fiestas mayas celebradas el año 13 de nuestra libertad formada por un, aficionado, y que pareciéndonos exacta la damos al público, tendremos la versión urbana de los hechos y podremos apreciar, tal como lo hizo Weinberg comparando la pieza por él estudiada con los partes de batallas y las noticias aparecidas en la misma publicación porteña, que ambos textos se corresponden, a veces linealmente. Lo mismo ocurre, como lo hace notar Weinberg (1968, p. 22, nota al pie) con 61 sainete El detall de la acción de Maipú, en el que la acción sigue fielmente las referencias del parte de esa batalla difundido por la prensa de Buenos Aires.

Especialmente en el caso de la pieza de 1823 las descripciones -en lenguaje gauchesco abundoso en arcaísmos, metátesis e intencionadas deformaciones   —258→   de vocablos- son sumamente pintorescas y coloridas. No faltan en ellas comparaciones de lo observado con fenómenos corrientes de la vida rural, graciosas interpretaciones dadas por el paisano a las novedades progresistas introducidas por Buenos Aires y críticas a las costumbres de hombres, mujeres y niños cuya liberalidad choca a ese hombre poco instruido pero respetuoso e inteligente.

El entusiasmo de Chano ante el aspecto de la Plaza donde llega después de una primera incursión por el Café de Marcos, se expresa con humor y por momentos, con esencial poesía. Matizado de gustos y sobresaltos, el relato de Chano llega por fin al día 29 en que, «medio aledado» por lo que veía, no advirtió que unos muchachos «tentados por el Demonio», le habían cortado el poncho dejándole en él «un boquerón / temerario». Huyendo de aquellos traviesos -que, no contentos con agujerearle el poncho, habían comenzado a tirarle cascotes y a gritarle «¡Carancho!», ante su reacción este paisano modoso, enemigo del escándalo, cuya pintura demuestra un profundo conocimiento psicológico de su tipo social por parte del poeta, llega por fin «a casa del Mellado». Allí concluye su relato con las mismas palabras (o mejor dicho, con el mismo verso) con que lo hiciera el autor de la Relación /.../ de 1822, sólo que, en este caso, para hacer resaltar la buscada coincidencia, dichas palabras aparecen en el impreso en bastardilla. Seis versos finales completan el poema sin agregar nada que justifique nuevas conjeturas o aporte elementos para la exégesis.

Resulta evidente que entre la Relación /.../ de 1822 y la pieza que nos ocupa existe una semejanza tal que parecería obligado atribuirlas a la pluma de un mismo autor, y ello siempre en un terreno conjetural, ya que si nuestra Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823 aparece sin firma ni inicial, de la Relación /.../ de 1822 ni siquiera conocemos la estampa del impreso, pues todos los críticos han tomado su texto de La Lira Argentina (1824), donde no figura ninguna indicación sobre autor, impresor, fecha ni formato del mismo.

Aun sin tener en cuenta la identidad de nombres de sus protagonistas (pues la fidelidad a una tradición onomástica es característica de la poesía gauchesca de todos los tiempos9, la pieza presenta una notable similitud, no sólo estilística y léxica sino especialmente estructural, con respecto a la Relación /.../ de 1822 atribuida a Bartolomé Hidalgo. Y es curioso que en ésta hasta se insinúa la posibilidad, que hoy nos parece por demás patética, de una secuencia, cuando en tres de los versos de su parte final, el viejo   —259→   Chano expresa:


Cómo ha de ser, padezcamos
a bien que el año que viene,
si vivo iré a acompañarlo.



El desarrollo general de ambas obras responde a un plan sumamente parecido: a) visita de un paisano al otro; b) narración por parte de uno de ellos de los inconvenientes que le impidieron ver los festejos de Mayo; c) relato de los mismos por cuenta del otro, que se efectúa día por día, con referencia a los acontecimientos de repercusión general y a algunos que afectaron particularmente al narrador dado su carácter de «emponchado» en contacto con los porteños ganados por las ideas y la terminología de la Ilustración; d) concurrencia a casa de un amigo donde interviene en el juego del «paro»; e) fin del relato, reflexiones y despedida de Chaco [sic] y Contreras.

Es innegable, al menos, que el autor de la pieza de 1823 tuvo muy en cuenta, y como cosa propia, el contenido de la precedente, ya que, además de las naturales diferencias que entre sí presentan sus narraciones por reflejar acontecimientos distintos, hay en ellas otras diferencias intencionales que prestan mayor interés al relato: a) el hecho de que es el viejo Chano quien, esta vez, ha sido testigo y actor en los festejos; b) el mayor desarrollo del motivo del gaucho en las comedias (verdadera prefiguración de un tema cuyo tratamiento culmina en el Fausto de Estanislao del Campo y que comienza en nuestras letras, que sepamos, con la breve referencia a ello que aparece en la Relación /.../ de 1822, como ya lo advirtiera Ricardo Rojas10; c) la buena fortuna con que Chano juega al paro donde gana «unos veinte reales», en contraposición con lo que perdiera Contreras con aquellos «calandrias» del año anterior.

La Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823 constituye una de las más coloridas páginas de la primitiva poesía gauchesca.

Sobre la Relación /.../ de 1822 ha dicho Martiniano Leguizamón en su obra El primer poeta criollo del Río de la Plata (1917, p. 22): «La Relación de las fiestas mayas celebradas en Buenos Aires en 1822 es en efecto, la última producción de Hidalgo que conocemos y tal vez la más celebrada. A partir de esa fecha el cantor enmudece para perderse en la sombra impenetrable legándonos ese romance descriptivo henchido de espontaneidad y de prestigiosos aromas de la tierra materna. Verdadera piedra sillar de un   —260→   nuevo género poético de cuyo germen han brotado las obras más originales de la literatura sudamericana /.../ jamás ha sido igualada por cuantos quisieron imitarla. Tal ocurre con el espiritual Hilario Ascasubi que pretendió superarla cantando el mismo asunto, en idéntico estilo y hasta con el propio nombre de los antiguos protagonistas de Hidalgo, como si se tratara de cosas del predio común».

No podría decir el gran crítico, de la composición que hoy presentamos, lo mismo que de las Trovas gauchas11 que incluyera Hilario Ascasubi en su Paulino Lucero /.../ o el diálogo Al 25 de Mayo de 181012 que publicara en Aniceto el Gallo, su famoso Gacetero prosista y gauchi-poeta argentino.

La Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823 mantiene las características de espontaneidad y de sabor telúrico de la Relación /.../ precedente y amplía, no sólo en extensión (por superarla en 266 versos) sino también en profundidad, sus valores documentales y la penetración psicológica de sus personajes, que son, en verdad, auténticos arquetipos.




ArribaAbajo 1. 4. ¿La resurrección de Hidalgo?

Continuadora innegable de la Relación /.../ unánimemente atribuida a Hidalgo, la pieza da 1823 se sitúa con certeza como posterior a mayo de ese año. Ha sido así, compuesta después de la muerte del poeta montevideano, ocurrida el 28 de noviembre de 1822 (según lo atestigua una partida de defunción levantada por el cura vicario de Morón, que Martiniano Leguizamón ha transcripto por primera vez, en su obra citada de 1917).

Su hallazgo hace pensar en que el mismo autor de la Relación /.../ de 1822 ha escrito la Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823, y si atribuimos la primera pieza a Bartolomé Hidalgo, parece casi lógico, frente a la segunda, hablar de su resurrección.

Este contrasentido, que no lo es si se invierten los términos del problema, fue sin duda lo que motivó un trabajo de Ángel Justiniano Carranza publicado en El Plata Literario en 1876, que no he podido consultar, pues no se encuentra en el Museo Mitre y en la Biblioteca Nacional figura entre los desaparecidos (por la fecha ha de ser el mismo que Rodríguez   —261→   Molas, con mayor fortuna o esfuerzo, pudo llegar a ver y del que cita frases de una nota enviada por Carranza a José María Torres: El Plata Literario, Buenos Aires, 15 de junio de 1876). Carranza, a cuya colección pertenece el folleto que nos ocupa, se habrá sentido impresionado por la identidad estilística y estructural de las piezas de 1822 y 1823, y encaró un estudio de largo aliento que quedó inconcluso. Dice Martiniano Leguizamón (1917, p. 15 nota al pie): «Este trabajo quedó trunco, pues sólo se publicaron tres breves artículos que nada adelantan sobre la vida del biografiado».

Entonces como ahora se hallaba tendido un velo sobre la identidad del autor de las piezas de 1823 y 1825 (que acaso sea el mismo de la de 1822).

Respecto de ello, Félix Weinberg, laborioso e inteligente crítico que tantas pruebas nos ha dado de su eficiencia como investigador, analiza profundamente los posibles autores entre los escritores de la época y descarta sucesivamente a Hilario Ascasubi (demasiado joven), a Juan Gualberto Godoy, a Luis Pérez, al padre Castañeda, al oriental Manuel de Araucho y a Juan Cruz Varela (1968, p. 26-33). Se pregunta entonces: «¿...el autor, acaso, fue un individuo sin mayores antecedentes conocidos en este campo?». «Ello explicaría de algún modo -responde- el olvido absoluto en que se le mantuvo». Y agrega: «Sea quien fuere, lo cierto es que Buenos Aires tuvo, hacia 1824, oculto en voluntario anonimato a un poeta gauchesco de insospechados méritos que en nada desmerece a los clásicos del género y aun puede parangonarse con ellos» (1968, p. 33).

Rodríguez Molas, en el final del estudio preliminar de su trabajo de 1969, toma una orientación interesante al referirse al teatro porteño de la época. Señala las circunstancias históricas que rodean a ambos poemas y luego expresa:

«Paralelamente, el teatro comunica también las inquietudes políticas y sociales del momento. El escenario constituye un sitio ideal para la comunicación de ideas y del fervor patriótico, similar a las hojas impresas con poemas gauchescos que muchos cantan en pulperías y fogones. Recordemos los populares sainetes El detall de la acción de Maipú (1918) y Las Bodas de Chivico (1823), estrechamente emparentados con los cuadernillos de la imprenta de Expósitos».

Aporta también dicho autor referencias periodísticas útiles para la captación de la situación de las composiciones «en estilo campestre» dentro de la producción literaria de esa época, se refiere a la famosa polémica sobre la Oda del Bagre Sapo y menciona algunas coincidencias onomásticas en los personajes de la poesía gauchesca y algunos testimonios acerca de su folklorización.

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Por mi parte también he orientado en un momento la búsqueda hacia el teatro llevada inicialmente por un dato significativo (y muy conocido, además) que es el que aparece en la obra Cinco años en Buenos Aires. 1820-1825 por «Un inglés» (Ed. Española, 1942, p. 203-204) cuando se expresa, con motivo de las fiestas mayas de 1824:

«Velarde, vestido de gaucho, sentado con sus compañeros que fumaban alrededor de un fogón, hizo una crónica de los acontecimientos del día patrio con mucha gracia (en versos libres) durante una representación teatral y se refirió al marinero que trepaba como un gato al palo enjabonado. Velarde es un actor de singular calidad en cosas de este género»13.



Del texto se desprende que este tipo de manifestaciones no constituía una novedad ni una excepción en el Buenos Aires de entonces y, si bien puede inferirse que lo que Velarde recitó fue la Relación /.../ de 1822 (por el detalle del inglés que trepaba al palo enjabonado), es también indudable que este detalle, con la precisión de que tal inglés era un marinero, fue destacado por el autor dada la presencia en el hecho de un coterráneo, cuya actuación también menciona en otro pasaje del mismo capítulo (p. 201).

Las características de los Diálogos, de la Relación y de las Conversaciones son eminentemente teatrales, como lo es su lenguaje, o mejor dicho, su habla, típicamente coloquial. No me parecía difícil que aquel teatro porteño, «espejo de costumbres», con sus comedias, sainetes, loas y unipersonales, fuera no sólo vehículo difusor sino también cuna de piezas como la que nos ocupa e intriga. Y me afirmaba en ese aserto al recordar que en la Relación /.../ de 1822 y especialmente en la Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823, es en el teatro donde se desarrolla parte culminante de su acción (como que en la última se le dedican ciento treinta versos). Bartolomé Hidalgo tuvo vinculaciones directas con él teatro, no sólo como autor sino también como director y luego censor del Coliseo montevideano (1816 y 1818, respectivamente). A la inversa, aquellos actores de entonces que eran a la vez consuetas, traductores y autores de piezas, como Ambrosio Morante, Juan Mariano Velarde y Francisco Collao14 conocían la lengua   —263→   «campestre» que usaban «los de poncho» en ambas bandas del Río de la Plata. Paul Groussac manifestaba que a Morante se le notaba más de una vez la facilidad en el manejo del idioma y de los modismos criollos y, según agrega Mariano Bosch al recordarlo (1936), pintaba también fácilmente el ambiente campero.

La búsqueda de información vinculada con el teatro me proporcionó al respecto un nuevo dato de significación, ya que en La Gaceta Mercantil del 14 de julio de 1826 se registra, con motivo de la famosa querella sobre la representación de la Oda del Bagre Sapo en estilo campestre15, la única mención de la Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823 que he encontrado en nuestras letras, y que ha sido transcripta por Mariano Bosch (1936) sin otra acotación sobre el particular16.

Surge de esa querella, y, del sabroso contexto proporcionado por Bosch, la importancia de aquellas verdaderas «batallas» de intuitiva inspiración romántica. Era el idioma del gaucho, asumido por hombres de la ciudad-aldea (como eran por entonces Buenos Aires y Montevideo), en lucha por definir culturalmente, como elemento de cohesión social, la expresión rioplatense.   —264→   No se trataba de un dialecto del español, sino de una manera de hablarlo, de una manifestación de su vitalidad, de un estilo característico de la naciente producción mucho más tarde llamada «gauchesca».

Evidentemente se hacía necesario incursionar profundamente por el panorama total de las letras y del periodismo de entonces para ubicar a los cultores de esa lengua originalísima. ¿Qué los unía? Una convención mediante la cual un hombre de ciudad, capaz de otras opciones idiomáticas, hace hablar a gauchos en un lenguaje que intensifica las particularidades diferenciales del de su conversación común.

Bien sabido es que no se hallaba aún madura su formación en el Canta un Guaso en estilo campestre los triunfos del Excelentísimo Señor don Pedro de Cevallos, del religioso Juan Baltazar Maziel, ni en el Cuento al caso de Fray Cayetano Rodríguez. El padre Francisco de Paula Castañeda, movediza y polifacética figura de aquellos años, parece no haberlo cultivado nunca y, aunque asumió con gracia y talento al menos por dos veces la voz del gaucho17 no lo hizo utilizando la convención antedicha sino en versos de arte mayor y lengua tan pintoresca y personal como los títulos de sus conocidos periódicos.

Es precisamente en su aparente renuncia al individualismo del autor en lo que estriba el buen suceso del lenguaje «gauchesco». Bartolomé Hidalgo, el neoclásico «cultolatiniparlo» de los unipersonales patrióticos, no hubiera tenido acceso a la memoria pública de no haber logrado identificarse casi visceralmente con un Chano o un Contreras, es decir con un paisano cuyo lenguaje campesino era una realidad social que posibilitaba el diálogo con cualquier otro gaucho. El padre Castañeda, al parecer en paralela búsqueda de una expresión característica, sólo logró una jerga que acentuaba la individualidad de su estilo y su aislamiento.

Sin embargo existe una relación entre la producción periodística del padre Castañeda y el tema que nos ocupa. Se trata de las terribles Notas de la Comentadora al gaucho Chano publicadas en el n.º 7 De la Excma. e Illma. Matrona Comentadora de los cuatro periodistas, papel sin fecha (enero 30 de 1821?). Allí ataca violentamente a Chano, es decir a Bartolomé Hidalgo, a raíz de algunos versos de su Diálogo patriótico interesante y provoca la famosa réplica de éste que, al tiempo que es fuente inigualable para conocer algunos detalles sobre su vida, proporciona información acerca   —265→   del habla «gauchesca» desde el punto de vista de quien es considerado su iniciador. Cuando se refiere al Diálogo expresa Hidalgo entre otros conceptos:

«En su formación no me propuse otra cosa que divertir a los patriotas, y hablar en su idioma a los paisanos del campo como en otras ocasiones: escribí con ideas generales, pinté nuestros padecimientos, y reclamé el imperio de la ley, demostrando en esto último la imparcialidad más juiciosa, pues sus fallos debían alcanzarme por consecuencia: a nadie consulté sobre los pensamientos que abraza: no habrá persona que diga que le vio antes de impreso, y si no me engaño sólo concurrieron a su formación mi patriotismo, la recta razón, la eterna verdad; si no es así, a nadie tengo que culpar de un extravío mío, pero un extravío no es un crimen».



Y más adelante:

«Sé también que se hacen formales empeños para persuadir de la intervención que tengo en el periódico de D. Pedro Cavia, titulado Las Cuatro Cosas, llegando a decirse que me da 20 pesos por mi trabajo; éste es otro informe parecido a los anteriores; es una atroz calumnia, pues no solamente no escribo, ni ésa es mi ocupación, ni Cavia necesita de mi triste pluma, sino que yo he sido uno de los pocos que concurrieron a decirle que si escribía procurase absolutamente no mezclarse en cuestiones que lo llevasen a una guerra personal, porque así se desatendería por ambas partes el asunto principal: ni el idioma de los paisanos, que poco tiene que saber, es reservado a mis conocimientos: lo sabe Cavia, lo saben muchos que pudiera citar, y desde ahora desmiento públicamente a cualquiera que así lo haya asegurado, pues si fuese cierto, tendría bastante carácter para confesarlo, como lo he tenido para decir que el diálogo es obra mía, mala o

buena».



En este punto parece agigantarse de pronto una figura que ha permanecido hasta ahora en un completo segundo plano para la historia de la literatura gauchesca: la de Pedro Feliciano Sáenz de Cavia.

¿Acaso está la clave de nuestro enigma en la personalidad de este periodista batallador, nacido en Montevideo en 1777 y muerto en Buenos Aires en 1849, según se dice, en la mayor pobreza? Los diversos diccionarios biográficos consultados nos iluminan sobre aspectos muy generales de su vida, aunque abundan por lo común en la enumeración de los muchos periódicos que editó y dirigió, o de los que fue colaborador generalmente fogoso y arrebatado. Arturo Capdevila, en su obra sobre el Padre Castañeda, nos dice bastante más de su personalidad a través de su polémica larga y penosa con el fraile. El estudioso Jorge B. Rivera (1968), por su parte, es el único, que sepamos, que lo incorpora a la primitiva literatura gauchesca al atribuirle directamente la paternidad de la Salutación gauchi-zumbona,   —266→   página en prosa de la mejor factura típica del «estilo campestre» en su etapa inicial.

En cuanto a mí, pienso que tanto la Salutación /.../ como los otros escritos polémicos y satíricos de Cuatro cosas18 deben sin duda considerarse obras de Cavia y que su estudio (que dejo para otra oportunidad) aportará importantes elementos léxicos y culturales para la crítica de la litera tura gauchesca.




ArribaAbajo 1. 5. A manera de conclusión

Llego hasta aquí en esta franca confesión de los cauces por los que me ha conducido la investigación respecto de la Graciosa y divertida conversación /.../ de 1823.

Muchos caminos quedan abiertos para la búsqueda, prometedores del hallazgo. De todos modos, a semejanza de lo que ocurre cuando se aplica al estudio de las narraciones tradicionales el llamado método finlandés o histórico-geográfico (a cuya divulgación tanto contribuyó el doctor Cortazar), lo importante es acaso, más que el descubrimiento del arquetipo, de la forma o el dato originarios, el conocimiento que brinda el desarrollo del trabajo en sí. En este caso, la ubicación de diversas manifestaciones coetáneas de rasgos en estado naciente que trascendieron después hasta constituirse en caracteres definitorios de la expresión nacional justifica, a mi juicio, la investigación, como aporte a la reconstrucción histórica de un patrimonio que el pasado presenta fragmentado y disperso.

Confío, sin embargo, en que posteriores trabajos que se realicen en ambas bandas del Río de la Plata puedan llenar esta «laguna» de la historia de la literatura y rescaten del olvido definitivamente el nombre de un autor importante y de un patriota de manifiesta profesión americanista.

NOTA: La revisión de los periódicos de Luis Pérez, que he encarado después de escrito este trabajo, me induce a no descartar su posible autoría.






ArribaAbajo2. Apéndice

  —267→  

ArribaAbajoGraciosa y divertida conversación que tuvo Chano con señor Ramón Contreras con respecto a las fiestas mayas de 1823



CHANO

¡Qué dice amigo Contreras!
¿Por donde diachos19 ha andado?
Ate el caballo al Palenque
y valla desensillando.

CONTRERAS

Este mancarron20 amigo  5
jamás sería bien domado,
porque al menor descuidito,
¡la Pucha digo en el Bayo!21
El veinte y cuatro al galope
a las vísperas de Mayo  10
me iba como lista hé poncho,22
y mire nomas el Diablo
lo que hizo porque no viese
las funsionazas23 de este año:
Cuando venía mas alegre,  15
con voz en cuello24 cantando,
me encontre sin saber como
medio muerto, y deslomado:
se dió guelta25 este animal,
y aunque soy moso baqueano,26  20
como queso en la quesera
quedé debaxo27 aplastado
sino28 llega ño Perucho,
que iba por allí pasando,
y me lo quita de ensima,  25
hasta agora29 estoy perneando:
Me levanté medio sonso,
y de rabia renegando;
le maldesí hasta su madre
y á los que habían hayudado  30
a que naciera este Bruto,
¡No hé visto pingo mas Diablo!
Le arrime por la Cabeza
unos guenos30 berrencasos31
y no tube otro remedio,  35
que el de bolberme á mi Rancho:
—268→
Chepa32 me tendió la Cama,
y me eché todo estropeado:
vino el médico corriendo...
pildoras, friegas emplastos...  40
¡La pucha digo en el queso!
Y yo cada vez mas malo:
Despedí este curandero,
y vino otro mas morado;33
me resetó labativas,  45
causticos, y un cierto untado
de azufre, y piedra infernal
¡Vaya que me han amolado!
Y no es nada eso, bentosas
iba también resetando:  50
Vállase amigo le dixe
puede ir á curar Caballos.
En fin vino ña Pachuca,
una vecina del lado,
me mandó baños de tina:  55
Y la cagalagua34 a pasto;
con esto despues de Dios
me siento mi35 aliviado.
Ahora vengo amigo viejo,
a saber lo que ha pasado,  60
en ese dia memorable
en ese día tan mentado
por cuya conservacion
hasta ahora vamos pujando.
Yo sé muy de sierto amigo,  65
que uno no se ha descuidado,36
en ver esas maravillas,
y tuito37 cuanto ha pasado.

CHANO

¡Que le he de decir amigo!
Cierto es cuanto le han contado:  70
el veinte y tres á la noche
al primer canto de Gallos,
cuando las Estrellas todas
de frío estaban Temblando,
¡que frio ni que geringa!  75
Cogi,38 y ensille el Picaso,
y ansi, hasta que no llegué
a la casa del mellado,
no dí guelta para atras,
¡mire que hay su tironazo!39  80
Comí, y dormí la siesta,
estaba el día garugando40:
el veinte y cinco lo mismo,
porque amaneció mas malo;
el veinte y seis á la tarde  85
se puso mi soberano:
me dispuse sin pereza,
y al dirse ya el Sol, dentrando,41
dexé el Cuchillo á Tia Cata
—269→
Por que anda mi delicado,42  90
y me jui á la funcion:
ya las mugeres de rango
con pañuelos de Belillo,
y el abanico en la mano
con unos grandes descotes  95
(¡como no ha de haber resfriados!)
marchaban para la Plaza43
como ormigas en berano:44
las bederas iban llenas,
y aunque al uno, y otro lado  100
les iba sacando el Cuerpo,
siempre me iba Topeteando;
yo me iba meando de frio,
aunque iba bien emponchado,
y aquellas mugeres todas  105
tan vestidas de delgado
ni se encogian siquiera
¡cosa que me há pasmado¡

CONTRERAS

Perdone que le inrrasiono,45
todo el mundo está trocado,  110
lo que andaba boca arriba,
agora anda boca abaxo;
no se asuste por su madre,
que de las mugeres hablo:
ellas son mi presumidas,  115
y se hacen cuerpo de gato,
pero el Diablo las engaña,
y no escapan de un Costado46
los colicos andan listos,
y tambien los Constipados:  120
Prosiga amigo del alma,
Que siento haberlo atajado.

CHANO

El hablar de luminarias,
es hablar de los Tejados,
estaban las puertas llenas,  125
las paredes, y enrrejados:
los Muchachos en pandillas
corrian como Benados,
gritando viva la Patria,
y á veces muera el Tirano:  130
no le puedo ponderar
la gente que iba baxando,
como cuando el Sol se pone
baxa al rodeo el ganado:
cuando menos lo pensé,  135
topé con el Consolado,47
habia porcion de Faroles,
y unos Belones Tamaños
como estacas de Carreta,
—270→
¡que de sebo habrian gastado!48  140
Aun no quice ir á la Plaza,
y me jui para el mercado,49
este tenia un moginete
tambien mi enfarolado:
enfrente a las caserias,  145
que dicen del SOBERANO50
pasé con gran reverencia,
con el sombrero en la mano,
sea quien fuere el Superior
es menester respetarlo.  150
A pocas cuadras que andube,
como no soy mi baqueano
me encontré con el Cafée
que le dicen de ño Marcos,51
y en la bulla me colé  155
con los que se iban dentrando:
me senté junto a una mesa
donde vi unos Maturrangos,52
mas adelante franceses,
bisteques53 había á puñados,  160
yo me quedaba en ayunas54
de cuanto estaban hablando;
cafée solo pedían ellos
al que andaba despachando;
lo mismo le pedí al hombre,  165
y despues á poco rato
vino el moso con las tasas,
y la azucar en un tarro,
a todos nos repartió.
El moso era chalaneado:55  170
me comí toda la azucar,
y despues me bebí el Caldo,
¡há cosa amarga la Pucha!
Y todos los Maturrangos
me miraban, y se reiban,56  175
¡cosa que me había asearado!57
En el medio del bullicio,
a lo lejos miré á Alfaro,
que por estar tan pobrete
me lo habían arrinconado;  180
al golpe me le atraqué,58
y como estaba deseando
saber cosas de la Patria,
me le juí acomodando:
el hombre, no tiene duda,  185
estaba bien desasnado;59
me contó de un Cafée nuevo60
que se había colocado,
en aquella mesma cera
donde estaba conversando;  190
refirió mil maravillas
de lo dispuesto, y aseado,
division para las hembras
division para los machos:
despues de varias pinturas  195
la conversacion rodando
me contó mil clitiqueses,61
—271→
ensartó mil terminachos
y lo hacia tan á menudo
que me tenia atolondrado:  200
la Drulica,62 la Gergafria...63
Vallase amigo á los Diablos
le dixe, hable la Castilla,64
como nos la han enseñado;
le entró a Alfaro un gran retobo,65  205
y ansina66 se estubo un rato:
de los retobos de necios
nunca se me dió cuidado:
pedí al Moso doce copas
de lo que estaban tomando.  210
Traxieron67 unas copitas
como manitas de gato;
al golpe las consumimos,
y nos quedamos galgueando:68
aquello no era aguardiente,  215
sino un cierto enmelado
que sin sentir se colaba,
pero nos había amonado:69
el moso cobro seis reales,
por lo que se había gastado:  220
saqué la chuspa70 y pagué,
y seguimos razonando,
borrachos como una Cabra,
cosa que no me ha pasado;
y si llebamos cuchillo,  225
sale alguno coloreando...

CONTRERAS

Tome amigo un simarron,71
y vallase mas despacio,
¡la Pucha digo! de una hebra72
se vá no mas este Chano:  230
lo que me causa mas risa,
es el saber que ño Alfaro,
redondo73 como una argolla
se hayga74 metido a letrado;
en sabiendo cuatro dichos,  235
y en andando enfutracados75
ya presumen de sabidos,
aunque sean como mi Bayo:
prosiga nomas Amigo,
que ya se habrá refrescado, 240  240
Pues el gañote76 se seca
De tanto estar salibando.

CHANO

Me sali medio... quien sabe,
sin despedirme de Alfaro,
y me jui sobre la rienda,  245
todo era cielo estrellado;
me emboqué en la mesma Plaza,
¡ah amigo! aquello era encanto:
la Pirami,77 la recoba,
—272→
el Cabildo, y otros lados,  250
de faroles como fuego
estaba todo cuajado;
en el medio de la Plaza
habian hecho un entablado,
que figuraba un corral,  255
con puertas por todos lados;
estaba el corral amigo,
todo tan iluminado,
tan lleno de Floreria,
tan lucido, y tan pintado,  260
que á todos nos encantaba,
¡ah espeta-culo78 agraciado!
Las Banderas de la Patria
compuestas de azul, y blanco
lo mismo que las Gabeotas  265
estaban como aleteando:
habia los rompecabezas,
donde uste el año pasado
por meterse a travesear,
casi salió desculado;  270
y dicen que agora un Niño
salió medio desnucado:
habia varios entremeses,
y palos enjabonados,
verseria como infierno,  275
y los musicos tocando,
en la Polucia79 habian puesto
un Letrero iluminado,
con muchísimas mechitas,
e uno que estaba a mi lado  280
sacó un anteojo, y leyo,
y dixo -en este enletrado
que viva la Patria dice,
sino estoy equivocado:
tambien habia dos cañutos  285
de artimaña fabricados,
que por varios augeritos
a modo de geringazos
tiraban agua hacia arriba,
y después benia baxando;  290
usté veria salir la agua,
¿y por donde entró? negado,
aunque se bolviera Nutria,
y estuviera un dia escarvando.
Habia tambien unos tornos  295
con Cajones, y Cavallos,
donde montaban los Niños
con una Alesna en la mano,
y lo que esto daba gueltas,
tan grande ojo los muchachos  300
por ensartar la sortija
habrían, y la ensartaron
muchos que yo mesmo vide!
Otros pegaban en bago:
mirando estas marabillas  305
nos habiamos embobado,
cuando en esto, el Lobo, el Lobo80
—273→
toditos auna gritaron:
por cierto me mamé un susto,
¡Lobos decía yo en Poblado!  310
cuando en esto veo subir
un Bolon muy temerario,
con una fogata adentro,
¡como se la habrian pegado!
Yo miraba para arriba,  315
por ver si lo iban tirando,
pero nadies lo sungaba,81
y él nomas se fue montando,
hasta topar con la Gloria,
y allá se quedó sentado,  320
el veinte y siete lo mismo,
la diversion jue tirando,
varios fuegos de Orificio,82
y unas ruedas circuleando,83
¡Con tal violencia mi amigo!  325
mejor se cuenta callando.
Las gentes á las comedias84
se iban todas resbalando;
allá me jui yo también,
y en lo mejor que iba entrando  330
me cobraron el Goleto,85
¡que Goleto ni que Diablos!
Para atras la Centinela
me sacó medio pisando;86
me llegué á la Bentanita,  335
donde los estaban dando,
por dos reales nada menos
y jue menester largarlos:
con esto ya me jui adentro,
y subí un escalerado,  340
y en una silla mi linda
me estaba repantigando,
esperando las comedias
cuando en esto jue dentrando
una tropa de Señores  345
con Señoras de la mano:
quité el cuero de la Puerta,
todos se fueron sentando
y ni caso que me hicieron
aunque me bieron parado;  350
y no faltó quien dixiera
de que seria algun mamado:
¡que mala crianza por Christo!
de alli sali renegando,
maldiciendo las comedias,  355
y bolvi á lo del Mellado,
lo enteré de mis tragedias,
y ansi que me hubo escuchado,
me dixo que las casitas
allá se llamaban Palcos,  360
y que muchos gamonales87
pagaban un arrendado,
para tenerlos siguros,88
y que no entraban estraños;
—274→
que allá abaxo, allá en el suelo,  365
había multitud de Escaños,
que estos eran del comun,
que alli me hubiera sentado:
en la noche del veinti ocho,
decían que era lo salado;  370
yo no me dormi en las Pajas89
yo me jui desde temprano;
en efeuto,90 vi unos juegos
que no he visto en otros años
mas lindos ni mas lucidos,  375
un Portico figurado,
disparando tantos coetes,91
y escupidas que era encanto:
¿usté ha visto los terneros
cuando el tiempo está mi malo  380
que brincan, y retosean,92
y llenando todo el campo,
corriendo por todas partes,
no es fácil de rejuntarlos?93
pues ansina mesmamente:  385
yo ya estaba atolondrado
de las luces de los coetes
escupidas, y enletrados;
aquello era un laborinto,94
no hay boca para esplicarlo:  390
las gentes á las comedias
se iban otra ves marchando:
yo me estube pensatibo,
y por fin me tentó el Diablo
el irme también allá:  395
ya iba bien alicionado:95
compré un goleto en la Puerta,
dentré, y me senté en un Banco
allí estaba entretenido,
a las señoras mirando;  400
unas con los Abanicos
aunque era un Pobre emponchado,
me estaban haciendo señas,
otras hasta con la mano,
si me harán esto de veras,  405
o si estarán chanceando,
pensaba para conmigo,
y me estaba imaginando;
¡que muchachas tan corrientes!
Cuando de allí apoco rato  410
vino un moso de capote,
estubo mirando el bando,
el ochenta y cinco dixo,
este es mi aciento Paisano:
en seguidito96 vino otro,  415
y estubo viendo el Respaldo,
y dixo el ochenta y seis,
este es mi aciento cuñado,97
ansina de esta manera
me hicieron ir reculando,  420
hasta la punta del Banco:
cadavés98 mas para afuera
—275→
y deay99 los tentó mandinga,
para acabar de embarrarlo,
jugar la gata parida,100  425
y yo estaba dando el malo,
sin tener un mal cuchillo,
¿que había de hacer con la mano?
Viendome tan oprimido,
me traspasé al otro Banco,  430
lo mesmo101 me acontesio,
pues me mamé el mesmo chasco:
me mantuve allá en la punta,
a juerza de estar ipando:102
se empezaron las comedias,  435
¡que comedias ni que Diablos!
si yo no podía atender,
poque estaba rebentando:
a este tiempo iba viniendo
uno que benia cobrando;  440
yo creí que era limosnero,
porque estiraba la mano:
le pregunto ¿quien es este?
al que estaba mas sercano;
es el cobrador me dixo,  445
que agora anda rejuntando
los Goletos de los hombres,
y es rigular103 entregarlos:
¿que Goletos son amigo
esos que viene cobrando?  450
Los del asiento me dixo,
Parece que se hace el saino104
¡que! ¿Usté no tiene Goleto?
El que tenia lo he entregado:
ese seria el de la entrada,  455
pero no el de estar sentado:
¡pues que! ¿el asiento se paga?
Esta es cosa de los Diablos:
si alguno va de visita,
aunque sea infeliz el Rancho,  460
le convidan con asiento
con mate, y con un asado,
¡y agora aquí en las comedias
por estar uno sentado
les ha de pagar dos reales!  465
no se los pagará Chano:
me resbale poco á poco,
y como era un emponchado,
sin sentir me jui escurriendo,
mire que soy mi letrado,  470
y si meando105 un poco lerdo,
ni el Poncho hubiera escapado;
y dexo en mi testamento
que si algun hijo porfiado
quisiere ver las comedias  475
qua le arimen un guen Palo;
¡Maldita sea la comedia,
y los que la han inventado!
Llegó el día veinti nuebe,
—276→
nadita se habia mudado  480
un Bolantin á la tarde
me dicen que habia bailado;
agua se me hacia la boca
cuando me estaban contando,
porque si lo hubiera visto,  485
podía haberlo retratado.
En la Iglesia del Colegio106
dicen que premios han dado
a las Damas que en talento
mas se habian adelantado:  490
dispense amigo Contreras,
que esto no le habia contado,
sin duda en aquel entonces
me habria medio turbado...

CONTRERAS

Cuando mas lo boy oyendo  495
tanto estoy mas almirado;
otro que no lo conosca,
con motivo mi sobrado,
diria al oirlo conversar
que hera hombre mi estudiado:  500
¡Caramba que menudencias!
y todito tan al caso:
aunque hablara dias, y noches,
siempre estaría embelesado:
prosiga nomas amigo  505
El hilo que le hé cortado.

CHANO

Vi unos fuegos á la noche,
asulejos, y castaños,
otros de varios colores,
¡ha puebleros ilustrados!  510
que cosa tan linda amigo!
esto no es para contado:
una Iglesia por remate
salió al postre figurando,
templo de inmortalidad  515
dixieron las Abogados
que queria significar,
y yo me quedé pasmado:
los coetes daban calor
como estaban rebentando;  520
un buscapies me corrió;
y como estaba emponchado,
al trepar una bereda
me quedé despaturrado,107
me levanté sacudiendo  525
y me jui al otro lado:
antes largaron el Lobo,
me quedó mas almirado,
no tanto en berlo subir,
cuanto por estar pensando,  530
—277→
que habiendo subido al Cielo,
¡como se lo habrian baxado!
¡quien sabe que brugerias
tendrán esas condenados!
Mirando primores tales,  535
estaba medio aledado;108
y el Demonio que no duerme,
y siempre ha de andar tentando,
de que llebaran tigeras
les tentó á unos muchachos;  540
y en lo mejor que yo estaba
por supuesto descuidado
me estaban cortando el Poncho:
lo que dí guelta á este lado,
me los pillé en la maniobra;  545
un boqueron temerario
me habían sacado del Poncho:
¡mire si son condenados!
insendios les dixe amigo,
que eran mi mal enseñados,  550
¡agorita veran perros
si les arrimo unos Palos!
Quien sabe lo que les dixe
les dixe mocosos guachos...
Y ni caso que me hicieron,  555
antes se estaban burlando:
juntaron muchos cascotes,
y gritandome carancho,109
ya empezaron a fajarme;110
yo con mi poncho augereado  560
porque no pensasen muchos
de que era algun alocado
me meti entre las mugeres
y me estube resguardando;
pero luego que los vide  565
que andaban medio estrabiados
buscandome entre la gente,
ya me les jui resvalando,
cogi la calle hé las Torres,111
y á la casa del Mellado  570
mas ligero que corriendo
llegué muerto de cansado:
ansina les saqué el cuerpo,
¡que muchachos tan safados!
Agora no es como en mis tiempos,  575
esto lo veo mi trocado,
echan ajos, y cebollas112
lo mesmo que condenados,
y nadies les dise nada,
¡yo no se que hacen los Maestros  580
que no los pelan á azotes!
¡Quien aguanta esto, varajo!113
Al venir amanesiendo,
me puse a jugar al Paro114
les eché unas doce suertes,  585
que quedaron tiritando;
les gané unos veinte reales,
—278→
y rompi para mi Rancho:
esto es Amigo lo cierto,
lo que hé visto, y ha pasado.  590
Siguieron los dos amigos
de varias cosas tratando:
al dia siguiente Contreras
después que aperó su Bayo
y dió la mano á su Amigo,  595
se largó para su Pago.





  —279-282→  

ArribaSelección bibliográfica de obras citadas

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Ascasubi, Hilario, Aniceto el Gallo, gacetero, prosista y gauchi-poeta argentino. Extracto del periódico de este título publicado en Buenos Aires el año de 1854 y otras poesías inéditas, París, Imp. Paul Dupont, 1878.

———, Paulino Lucero ó los Gauchos del Río de la Plata cantando y combatiendo contra los tiranos de las Repúblicas Argentinas y Oriental del Uruguay (1839 a 1851) /.../, Imp. Paul Dupont, 1872 (Vol. III de Poesías completas).

Ayestarán, Lauro, La primitiva poesía gauchesca en el Uruguay. 1812-1838, Montevideo, «El Siglo Ilustrado», 1950.

Battistessa, Ángel, «Génesis periodística del Fausto de Estanislao del Campo. Una desconocida prefiguración de ese poema gauchesco», en: La Prensa, Buenos Aires, 11 octubre 1941.

Becco, Horacio Jorge, José Hernández, Martín Fierro, introducción, notas, bibliografía y vocabulario por..., 2ª ed. Buenos Aires, Ed. Huemul, 1967 (Col. Clásicos Huemul).

Benítez, Rubén Ángel, «Una posible fuente española del Fausto de Estanislao del Campo», en: Revista Iberoamericana, Pittsburg, EE. UU., v. 31 n.º 60, pp. 151-171, julio-diciembre 1965.

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Bosch, Mariano, Teatro antiguo de Buenos Aires, Buenos Aires, Imp. El Comercio, 1904.

———, Historia del teatro en Buenos Aires, Buenos Aires, Imp. El Comercio, 1910.

Bosch, Mariano, Orígenes del Teatro Nacional, Sección Documentos, Primera serie, t. IV, Textos dramáticos en verso, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la Univ. de Buenos Aires, Instituto de Literatura Argentina, 1925-1934.

———, «Orígenes del Teatro Nacional Argentino», en: Cuadernos de Cultura Teatral, Inst. Nac. de Estudios del Teatro. n.º 1, Buenos Aires, 1936, pp. 51-69.

———, «1708-1810. Panorama del teatro», en: Cuadernos de Cultura Teatral, n.º 13, Buenos Aires, 1940.

  —283→  

Campo, Estanislao del, Fausto; impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta ópera, Introducción, notas y vocabulario por Nélida Salvador, Buenos Aires, Editorial Huemul, 1963 (Col. Clásicos Huemul).

Capdevila, Arturo, El padre Castañeda. Aquel de la santa furia, Buenos Aires, Ed. Espasa-Calpe Argentina, 1944 (Colección Austral).

Cortazar, Augusto Raúl, Poesía gauchesca argentina, Buenos Aires, Ed. Guadalupe, 1969 (Biblioteca pedagógica).

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Hidalgo, Bartolomé, Cielitos y diálogos patrióticos, introducción, notas y vocabulario por Horacio Jorge Becco, Buenos Aires, Huemul, 1963 (Col. Clásicos Huemul).

La Lira Argentina o colección de las piezas poéticas dadas a luz en Buenos Ayres durante la guerra de su independencia, Compilada por Ramón Díaz, Impresa en París pero fechada en la portada: Buenos Ayres, 1824, Reproducción facsimilar -edición crítica- Biblioteca de Mayo, Colección de obras y documentos para la Historia Argentina, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1960, Tomo VI, Literatura, pp. 4695-5219.

Leguizamón, Martiniano, «El primer poeta criollo del Río de la Plata, 1788-1822», Buenos Aires, Revista de la Univ. de Buenos Aires, t. XXXV, p. 53 y sigs., 1917.

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