No vengo a eso, | |
pues cuando su Majestad | 245 |
tan rigurosos decretos | |
ejecutar me mandara, | |
con lágrimas y con ruegos, | |
del Rey al Rey apelara, | |
o me quitara primero | 250 |
deste corazón la vida, | |
la cabeza deste cuello. | |
No soy ministro del Rey; | |
a sólo avisaros vengo, | |
con su licencia, que agora | 255 |
más os amo y más os quiero. | |
Cuando en el verano alegre | |
está rico, está soberbio | |
el árbol en cuya pompa | |
el sol recibe desprecios; | 260 |
cuando sus flores compiten | |
con las estrellas del cielo, | |
en su verde majestad, | |
blasón hermoso del tiempo; | |
cuando en su gallardo fruto | 265 |
roba el color lisonjero | |
al topacio y el rubí, | |
rojo y pulido bosquejo: | |
¿qué mucho que el pajarillo, | |
entre sus pimpollos tiernos, | 270 |
contra pájaros rampantes, | |
tome su amparo y sustento? | |
Mas cuando llega el octubre, | |
y con los soplos del cierzo | |
derriba la verde pompa | 275 |
que abril y mayo le dieron, | |
y cuando las inclemencias | |
de las aguas y los vientos, | |
en arrugadas cortezas | |
le dejan desnudo y feo; | 280 |
cuando las aves le esquivan | |
por encogido y por seco, | |
sin ver que otra primavera | |
galas le dará a su tiempo, | |
entonces sí que se muestra | 285 |
aquel amor verdadero, | |
aquel instinto piadoso | |
y bruto conocimiento | |
de la viuda tortolilla, | |
que entre los ramos, trofeos | 290 |
en quien mostró su poder | |
la helada faz del invierno, | |
vive triste y muere alegre. | |
Así yo, cuando los cielos | |
con sus astros favorables | 295 |
prosperidad te infundieron, | |
no hice mucho en ser tu amigo | |
si los Príncipes del reino, | |
como al sol los girasoles, | |
a tu voluntad atentos, | 300 |
del aliento de tu boca | |
pendían, y mi provecho | |
entre las honras hallaba | |
de tu amistad, o a lo menos | |
parecer ambición pudo | 305 |
lo que era amor; pero luego | |
que la fortuna y los hados | |
se te mostraron adversos, | |
y en la noche de tu dicha | |
cual vanas sombras huyeron | 310 |
los que a la luz te servían, | |
tórtola soy que te muestro, | |
buscando tus yertos ramos, | |
mi dolor y sentimiento. | |
Por ti mismo te he querido | 315 |
para el amor de mi pecho, | |
lo que fuiste eres agora; | |
y aun eres más, pues teniendo | |
magnánimo corazón, | |
mereces renombre eterno | 320 |
de varón constante y fuerte: | |
un Hércules y un Teseo, | |
otro Pílades y Orestes, | |
otro prodigioso ejemplo, | |
en los anales del mundo, | 325 |
de tierna amistad seremos. | |
Bien sé que al Rey no ofendiste, | |
en mi mismo pensamiento | |
reconozco tu lealtad: | |
que vivifica dos cuerpos | 330 |
una alma sola, y ansí | |
siendo tú otro yo, bien puedo | |
decir que traición no hiciste, | |
pues que yo traición no he hecho. | |
Envidia te ha derribado, | 335 |
que es rayo, aborto del trueno, | |
que en lo poderoso y alto | |
funda su poder violento. | |
Hoy el Rey (como hombre, al fin | |
sujeto a humanos efetos) | 340 |
pasó su amor a otros polos, | |
como el sol a otro hemisferio. | |
Yo, Enrique, pobre no estoy, | |
si hacienda heredada tengo: | |
dueño eres della, pues eres, | 345 |
alma de su mismo dueño. | |
Si acaso estás temeroso | |
del enojado y severo | |
semblante del Rey, a España | |
pasarnos los dos podemos. | 350 |
Corramos una fortuna, | |
suframos los dos el peso | |
de la herida que te oprime, | |
girando en fatales vuelcos. | |
Joyas tengo y dos caballos | 355 |
que español cristal bebieron | |
en las márgenes del Betis, | |
uno blanco y otro negro, | |
que a los del alba parecen: | |
vayamos los dos en ellos | 360 |
a otro clima, a otra región, | |
a otros mares, a otros cielos, | |
y a otro Rey que reconozca | |
tus grandes merecimientos: | |
a otro Rey que niegue oídos | 365 |
a engañosos lisonjeros. | |