Códices de la catedral de León
Manuel Danvila y Collado
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D. Juan Eloy Díaz
Jiménez, Director del Instituto de León, y
D. Rodolfo Beer,
ambos correspondientes de la Real Academia de la Historia,
publicaron en 1888 un Catálogo de los Códices de la
Santa Iglesia Catedral de León, precedido de
curiosísimas noticias bibliográficas, acerca del
origen de la librería de la referida Catedral y de las
vicisitudes que ha experimentado hasta el presente, con someras
indicaciones de los doctos y esclarecidos varones que en el pasado
y en el presente siglo la examinaron, y han beneficiado en servicio
de la ciencia tan rico tesoro literario. Tales fueron el obispo
Trujillo, el canónigo Espinós, el cisterciense
Lobera, el agustino Risco, los jesuitas Fita y Tailhan, los
benedictinos
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Comprende su Catálogo cuarenta Códices y diversos fragmentos de otros que há largo tiempo debieron desaparecer, y cada manuscrito se describe, en primer lugar, por sus caracteres antíguos, y en segundo término, se detalla el contenido del Códice con toda la extensión que reclama la importancia del mismo.
El más antiguo é interesante es el marcado con el núm. 15 en poder de la Real Academia de la Historia, pues contiene en caracteres unciales, y como Códice palimpsesto, más de la mitad del Código de Alarico, y diversos fragmentos de la Biblia Vulgata; y como segunda escritura, la traducción latina de la historia eclesiástica de Eusebio Cesariense, con la continuación escrita por Rufino. El concienzudo estudio que realiza en estos momentos una Comisión especial de esta docta corporación, le permite asegurar, que la escritura visigoda del Código de Alarico, aunque del siglo VI, no corresponde al año 506, como consideraron probable los autores del Catálogo, sino á mediados del citado siglo VI, como lo comprueba una Ley de Theudis incluída en el Libro IV del Código Theodosiano1. La escritura bíblica en letra semiuncial es del siglo VII; y la mozárabe del texto histórico, del siglo X: juicio, que la Comisión ha visto comprobado recientemente por la autoridad del sabio epigrafista alemán Mr. Hübner, que examinó el Palimpsesto y el estado de los trabajos de su transcripción. Aun prescindiendo de las rectificaciones que un detenido estudio permite hacer á la descripción de tan precioso Códice, su solo descubrimiento y el hecho de ser el único ejemplar español de la Lex Romana hasta hoy descubierto, bastaría para dar al Catálogo de las joyas de la Catedral de León, un incuestionable mérito y valor.
Pero al lado del
ya célebre Palimpsesto de León, figura dignamente el
número 35, que son los cuatro Evangelios en árabe; el
núm.
22 que en letra minúscula visigótica del siglo IX,
contiene las actas, al parecer originales, del concilio celebrado
en Córdoba
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Para realizar tan delicado trabajo, era indispensable reunir las condiciones especiales que concurren en los Sres. Jiménez y Beer. Paleógrafos distinguidos y bibliófilos inteligentes, ambos han dedicado largas vigilias para estudiar y descifrar lo desconocido, no con el avaro deseo de conservar para sí el fruto de su trabajo, sino con el patriótico propósito de entregar á la publicidad el resultado de sus investigaciones, para que los hombres de estudio puedan aprovecharse de ellas.
¡Ojalá esta nobilísima conducta tenga muchos imitadores! Nuestras Catedrales como los municipios españoles, son ricos tesoros de datos que la historia necesita para esclarecer la verdad de los hechos que ocurrieron en pasadas edades; y por fortuna para la ciencia van desapareciendo las antiguas preocupaciones que contribuían á cerrar los archivos eclesiásticos y municipales á los amantes de la luz histórica. Por todas partes se abre camino al progreso humano; y el generoso ejemplo del Cabildo de la Iglesia Catedral de León, abriendo su archivo y facilitando sus Códices á las personas que pueden y saben estimar su valor, acaba de repercutir en la municipalidad de Alcira, cuyos papeles y pergaminos á partir de su reconquista en el siglo XIII, acaban de ser organizados por D. Roque Chabas, imprimiéndose su Catálogo en el presente año, y de seguro encontrará otros imitadores. Por todas partes se siente el generoso estímulo de realizar el trabajo de investigación que tan atrasado está y tan conveniente sería obtener en los archivos de las corporaciones municipales y eclesiásticas de España.
La tendencia
patriótica que representa el trabajo de los señores
Jiménez y Beer y que secundan otros ilustres varones,
constituye un ejemplo digno de ser imitado; y todo cuanto el
Gobierno haga para fomentarla, merecerá la aprobación
general y un recuerdo honroso en las páginas de la historia.
Y como, por otra parte, se trata de trabajos originales,
meritorios, de relevante mérito y de gran provecho para los
hombres estudiosos, el que suscribe propone á la Real
Academia de la Historia se sirva informar
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La Academia, no obstante, acordará como siempre lo que estime más acertado.
Madrid 26 de Junio de 1889.