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ArribaAbajo Ruth El Saffar. Beyond Fiction. The Recovery of the Feminine in the Novels of Cervantes

Los Angeles: University of California Press, 1984


Roberto González-Echevarría



Yale University

Pocas veces tenemos la suerte de poder enfrentarnos a la interpretación global de la obra de un escritor de la categoría de Cervantes. Este es el más alto valor del libro de Ruth El Saffar. Su ambición es nada menos que darnos la clave para la comprensión de toda la obra cervantina; aislar aquello que le da unidad interna, lo que nos permite pasar de un libro a otro sin sentir que abandonamos el ámbito de una misma voluntad de creación, y lo que rige cómo y por qué evoluciona esa obra. No podemos menos que admirar la osadía y perseverancia de la visión de la autora, y agradecerle lo mucho que enriquece nuestro diálogo sobre Cervantes semejante esfuerzo interpretativo.

En breve, la profesora El Saffar sostiene que la obra de Cervantes va depurándose, desde La Galatea hasta el Persiles, de una serie de contradicciones y desarmonías, cuyas manifestaciones más visibles son torpezas estructurales en el argumento de novelas largas y breves (el énfasis recae en las cuatro largas), y en la postura del autor ante sus personajes. Entre estas deficiencias se encuentran las narraciones intercaladas del Quijote de 1605, la multiplicidad de voces que produce la conocida ironía cervantina, la necesidad que sienten los personajes de ser otros, pero sobre todo, la manera en que los personajes masculinos tratan a los femeninos que son, excepto al final, u objeto de repudio o de veneración. A medida que la obra cervantina avanza, los personajes masculinos aprenden a aceptar lo femenino tal y como es -lo cual equivale a aceptar lo real-, con lo cual se alcanza el equilibrio y la armonía. Tal armonía culmina en el Persiles, obra en la cual Cervantes abandona la ironía y logra superar las ambigüedades de su obra anterior. El Persiles es, para la profesora El Saffar, la suma de perfección a la que todos los esfuerzos de Cervantes van encaminados a lo largo de su vida de creación. Aduce la autora en favor de esta opinión las conocidas frases de Cervantes en las que sostiene que el Persiles será su mejor obra. También se basa en su interpretación del final de esa enigmática novela, que cierra con el matrimonio de los protagonistas, la revelación de sus verdaderas identidades, y su coronación como reyes. Esta apoteosis de orden, según la autora, es el resultado de los esfuerzos de Cervantes por crear una obra afín a la preceptiva aristotélica, y además por alcanzar un equilibrio en su propia psique. A lo largo de los años y a través de su obra narrativa, sugiere El Saffar, Cervantes se ha afanado por poner de manifiesto y resolver las contradicciones internas que lo asedian. La escritura es así una especie de catarsis progresiva, que le va permitiendo dar con una armonía interior que es reflejo de la natural.

El trasfondo ideológico del libro de la profesora El Saffar está marcado por varios episodios relativamente recientes de la crítica angloamericana. Los más visibles son la obra de René Girard, que aunque redactada en francés, surge y tiene resonancia sobre todo en los Estados Unidos: la de Northrop Frye, y con ella los trabajos de Alban Forcione sobre Cervantes, así como una buena dosis de Jung, pero (me parece) adaptado a la práctica   —81→   analítica de la ego psychology norteamericana. De Girard deriva la temática de la violencia entre dos rivales que desean a una misma mujer (que idealizan); esta tríada, que representa el desorden, se convierte en orden al aceptarse un cuarto elemento, que es la mujer tal y como es. De Jung viene la idea de que esta estructura cuatripartita se identifica con la plentitud, el orden, el equilibrio, la naturaleza. De Frye (pasado por Forcione) proviene que ese orden se exprese en términos narrativos mediante el romance, es decir, un relato lineal, de carácter alegórico y ambiente idealizado, que se atiene a un esquema argumental aristotélico. La ego psychology norteamericana es la fuente de la idea, de origen freudiano, de que la externalización de las contradicciones las neutraliza, y que esta actividad catártica conduce a la unidad del ser -a una especie de equilibrio arquimídico del ego.

La honestidad me impone decir, antes de comentar lo que logra la profesora El Saffar al poner en contacto sus fuentes críticas con la obra de Cervantes, que nunca me he sentido persuadido ni por las teorías de Girard, ni por la aplicabilidad del concepto de romance a obras escritas en español, donde ni siquiera existe el término. En cuanto a Girard, sus teorías me parecen interesantes, si bien algo anacrónicas, como antropología, aunque en sus peores momentos (los que aprovechan algunos de sus adeptos), sólo sirven de pretexto para la satisfacción más rudimentaria del instinto religioso. El romance es una entelequia de difícil si no imposible actualización en el discurso literario que llega a Cervantes de Juan Ruiz y Fernando de Rojas. Aún aplicado a las novelas de caballerías, o a cierta prosa cuatrocentista de tema amoroso, me parece forzado el término romance. Pienso que esto es precisamente lo que mejor revela el Persiles. Sé que expreso opiniones que no tengo espacio aquí para avalar debidamente con argumentos y pruebas, pero prefiero que queden por lo menos claros mis prejuicios, para que se entienda mi escepticismo ante los argumentos de mi admirada amiga y colega.

Hay un nivel, sobre todo argumental, en que la interpretación de la profesora El Saffar es casi convincente. Hay formas que asoman su contorno en ese plano de la acción, que pudieran hacerse coincidir con las propuestas por la autora de Beyond Fiction. Pero me parece que las de la obra de Cervantes son demasiado borrosas y elusivas, mientras que las que impone la profesora El Saffar son en exceso nítidas e inflexibles. Si nos olvidamos de quién narra en cada momento, si pasamos por alto el engarce tropológico del texto cervantino, si estamos dispuestos a no escuchar las disonancias del lenguaje, podemos pasar sin más a considerar esas estructuras argumentales. Pero, en mi opinión, la horma rompe el zapato. El texto de Cervantes, aún el del Persiles, es demasiado espeso para permitirnos tal reducción. Es como si al mirar los cuadros de Velázquez estuviésemos dispuestos a prescindir de todo detalle, salvo el perfil bruto de las figuras.

Pero hay a mi ver dificultades aún más serias en Beyond Fiction. Una es muy simple, aunque no menos contundente. Si aceptamos el esquema de la autora y los valores que de él dimanan, tenemos que convenir en que el   —82→   Quijote de 1605, una de las obras mayores de la literatura universal, es un libro defectuoso, un mero borrador del Persiles. A mí, lamento tener que ser franco, esto me parece errado. Aún suponiendo que aceptáramos la evolución de la mentalidad creadora de Cervantes en los términos propuestos por El Saffar, lo anterior resulta insignificante. ¿Qué nos importa el equilibrio o desequilibrio de la psique cervantina al final de su vida? Lo importante es el Quijote, donde se ponen en jaque las posibilidades de hacer el tipo de juicio normativo a que va encaminado Beyond Fiction. ¿En qué criterios podemos basarnos para afirmar que el Quijote es una obra imperfecta? ¿Qué quiere decir que una obra sea imperfecta? ¿Hasta cuándo vamos a seguir citando las palabras del cura en el capítulo 48 de la primera parte como si fueran de Cervantes? ¿Por qué empeñarnos en demostrar la fidelidad de Cervantes para con sus fuentes teóricas, cuando lo que hace grande su obra fue no serle fiel a esas fuentes? Cervantes es más importante que Heliodoro y que toda la caterva de comentaristas aristotélicos que no produjo ni individual ni colectivamente obra digna de leerse fuera de las más herméticos claustros.

Pensar la vida y obra de un escritor como una especie de teleología sólo nos es dado a críticos universitarios sin mayor contacto con escritores de carne y hueso. Los escritores, y Cervantes no fue la excepción, escriben simultáneamente obras muy distintas y hasta contradictorias. Concebir la unidad de una vida y una obra como un todo conceptual armónico es una ficción, a mi ver, muy rudimentaria. Avalle-Arce ha insistido, y estimo que debemos darle crédito, en que el Persiles es una suerte de palimpsesto hecho en diversos momentos de la carrera de Cervantes. Ver en ese libro, por hermoso que sea, la culminación de la obra cervantina, me parece insostenible, salvo como una de esas «ficciones de concordancia» estudiadas por Kermode en su estupendo The Sense of an Ending. El Persiles es un complejísimo trenzado de historias que no se somete fácilmente a la fórmula del romance. La apoteosis final tiene más en común, por su desmesura, con las barrocas batallas de Don Quijote en la venta, que con la concordancia que la profesora El Saffar quiere ver. En los mejores momentos de su análisis de esta postrera obra de Cervantes -que son muchos y muy agudos- la autora logra demostrar lo contrario de lo que propone en su tesis central. En esos momentos el Persiles aparece como una obra llena de complejidades a todo nivel, provista inclusive de un metacomentario muy desarrollado sobre el tema preferido de Cervantes: la compleja y nunca resuelta relación entre la ficción y la realidad.

No le hago justicia aquí a Beyond Fiction, que es un libro rico en ideas, erizado de observaciones penetrantes sobre los textos, lleno de sugerencias -persuasivas o polémicas-, dignas siempre de consideración. Estimo que con el libro de El Saffar se agotan las posibilidades que sus mentores teóricos abrieron, y que ahora no debemos acudir a esta o aquella teoría, ya que los textos cervantinos las anticiparon y neutralizaron a todas,   —83→   sino a leer a Cervantes desde la perspectiva de sus mejores lectores: Kafka, Borges, Carpentier, Cabrera Infante, Nabokov, o García Márquez.