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91

Muy importante para todo lo que tiene que ver con esta Compañía es el libro de Diana M. Thomas The Royal Company of Printers and Booksellers of Spain: 1763-1794 (Troy, New York: The Whitston, 1984). Y su artículo «The Book Trade in Ibarra's Madrid», en The Library, diciembre de 1983, vol. V. (N. del A.)

 

92

Otras contradicciones de este mercado del libro español en los últimos 25 años del siglo las comentamos en nuestro estudio, también en prensa, «Algunas noticias y problemas del libro y de las imprentas en el siglo XVIII» en Actas del Congreso Romancero UCLA 1984, para la Editorial Porrúa de Madrid. Los impresos llamados de consumo podían muy bien llegar a 30 y 40.000 ejemplares, a juzgar por una obra como el Catón Cristiano, la cual ocasionó el pleito que estudió A. González Palencia (Eruditos y libreros del siglo XVIII, Madrid: CSIC, 1948, pp. 337-41) y del que se vendían, como mínimo, 1.500 ejemplares al año; de este tipo de impresos habla también J. Simón Díaz en El libro español antiguo (Kassel: Ed. Reichenberger, 1983, p. 19). (N. del A.)

 

93

Antonio Rodríguez Moñino así lo cita en La imprenta de don Antonio Sancha (1771-1790) (Madrid: Castalia, 1971, p. 10). (N. del A.)

 

94

Consúltese el libro citado de D. Thomas en la nota 91, sobre todo el Appendix B. Además téngase en cuenta la cita que hace de M. Martín la carta del librero A. Boudet (1763) y que publicó P.-J. Guinard en «Le livre dans la Péninsule Ibérique au XVIIe siècle» (Bulletin Hispanique, LIX, 1957, p. 188). (N. del A.)

 

95

Véase la problemática de las SS largas de imprenta en nuestro estudio citado en la nota 90, en prensa. En otro sentido tenemos que tener en cuenta la posición de Jolis de sólo publicar trabajos por encargo y que fue el lema de siempre en su taller. Sin embargo sí publicó los Quijotes por su propia cuenta y fue el primero que los preparó en el tamaño de 8° para el bolsillo. (N. del A.)

 

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Véanse a este respecto las buenas observaciones sobre la Iconología de Cesare Ripa que hace Francisco Márquez Villanueva en «La locura emblemática en la segunda parte del Quijote» y, en otro sentido, lo apoya Manuel Durán en «El Quijote a través del prisma de Bakhtine», en Cervantes and the Renaissance, editado por M. D. McGaha (Easton, Penn: Juan de la Cuesta, 1980). No olvidemos que la poliantea de Ripa tomó mucha importancia en el siglo XVIII; era muy buena la impresión de Perugia en 1764-67, y dos ediciones aparecieron en inglés de 1777 a 1785. Además en 1789 se pide permiso a Godoy, en Madrid, para volver a publicar la obra aumentada por el abate Cesare Orlandi, en una edición «por entregas» y en cuadernos, a costa de F. A. Ortiza y M. Pardo (ver nota 11 al apéndice II del libro de L. Domerge Tres calas en la censura dieciochesca, Universidad de Toulouse-Le Mirail, 1981, pág. 128). Muy importante para conocer ciertos aspectos del fondo emblemático y folklórico del Quijote es el librito de Michel Moner Cervantes: deux thèmes majeurs (L'amour, les armes et les lettres), Toulouse, 1986. (N. del A.)

 

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Sabido es que la figura de Mayáns es muy importante en la crítica cervantina; no sólo es el primero sino el que hace del Quijote un libro moderno, internacional y básico para entender a Cervantes y el género novela. Para el conocimiento de Mayáns en Inglaterra consúltese el interesante librito Cervantine Correspondence (Percy-Bowle) editado por Daniel Eisenberg (University of Exeter, 1987) en donde notamos que también en Londres se había editado, en impreso suelto, la obra de Mayáns referente a Cervantes y que estaba de moda como pasaba con otra vida del Petrarca. Además es sintomático que nuestro texto haya llegado a ser parte de la Colección de Clásicos Castellanos de Espasa Calpe, editado por A. Mestre (Madrid, 1972); otros datos en C. Real de la Riva «Historia de la crítica e interpretación de la obra de Cervantes» (RFE, t. XXXII, 1948), la nota de F. Aguilar Piñal «Cervantes en el siglo XVIII» (Anales Cervantinos, Madrid, 1983, tomo XXI), y la grata monografía, con facsímiles, del Homenaje a Mayáns de Jesús Gutiérrez (en Dieciocho, vol. 5, n° 2, 1982). El que M. Martín añada en una de sus ediciones de 1782 que la patria de Cervantes es Alcalá de Henares es que sigue las nuevas noticias que se están publicando constantemente en torno a Cervantes por esos años. Ya así lo hizo Sancha en su edición de 1777 corrigiendo lo dicho por Mayáns, crítico que había puesto alerta a todos los interesados en el famoso manco; ésta es la nota de Sancha:

imagen

La corrección se debía a investigaciones del benedictino Martín Sarmiento que había dejado una obra manuscrita titulada Noticia de la verdadera patria (Alcalá) de el Miguel de Cervantes (terminada y firmada en el año 1761, pero no editada hasta 1898 a «expensas del Sr. Don Isidro Bonsons», en Barcelona; tirada de sólo 100 ejemplares) en donde habían participado ayudas del culto impresor y librero F. Manuel de Mena y del dramaturgo y erudito don Agustín de Montiano y Luyando. (N. del A.)

 

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Sobre Tertulia de Aldea habla Givanel Mas en el n° 377 de su Catálogo de la Colección cervantina de la Biblioteca Central, Barcelona 1941. Este impreso se seguía publicando en 1782 y por entregas como pliegos sueltos. Se trata de un texto que hacía propaganda del Quijote; los resúmenes de partes y capítulos enteros de la novela ocupan más de la mitad de los dos volúmenes; las impresiones siguientes a la primera de 1768 estaban preparadas literariamente por el mismo Martín; ya había dicho Rodríguez Moñino que nuestro impresor «tenía sus pujos de escritor» (Historia de los Catálogos citada, p. 68) y acaso sea por este tipo de publicación como la Colección de varias historias (reproducimos una portada de sus entregas de todos los martes, titulada La sobervia castigada) que firmaba don Manuel Josef Martín (tomo I, 1775; t. II, 1776 y t. III, 1778). Respecto a Hilario Santos, que se dice autor de la citada Tertulia, parece ser el impresor de Madrid que editó el famoso folleto de García de la Huerta La escena española defendida en el prólogo del theatro español (Madrid, 1786) y otros textos del periodista Nipho; también trabajó para la Real Compañía de Impresores. (N. del A.)

 

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Véase lo dicho en nota 97 y obsérvese la nota que añadía Martín a esta su edición:

imagen (N. del A.)

 

100

Diana Thomas en su libro citado (The Royal Company, pág. 140) asegura que, de tres máquinas de imprenta que tenía, en pocos años subió a seis en función, y lo tiene muy en cuenta en 1788 el cronista E. Larruga y Boneta en sus Memorias políticas y económicas..., Madrid, 1785-1800, 45 vols; el III es de 1788, págs 212-13. (N. del A.)