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Conociendo los malabarismos lingüísticos a los que era tan aficionado Cervantes (Quijote, Quijotiz, Rocinante, Dulcinea, Caraculiambro, Micomicona, vaciyelmo) es interesante notar que los nombres de la esposa infiel y del mal amigo de Anselmo comienzan precisamente con las dos últimas letras de los nombres de los amantes de Rimini: [Pao]LO[tario] y [Frances]CA[mila].

 

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Nótese que una vez que el cautivo le promete a la mora Zoraida que la hará su mujer (15756 57; I, 40), la cristiana María le responde: «mira que has de ser mi marido porque, si no, yo pediré a Marien que te castigue» (15816 17; I, 40).

 

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El Canónigo dice: «Se han de casar las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que las leyeren» (18822-23; I, 47).

 

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This paper was written as the keynote address for the conference on «An Iberian Odyssey: One Thousand Years of Peninsular Literature and Culture,» sponsored by the Department of Spanish and Portuguese of the University of New Mexico, February 17-18, 2000.

 

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Una versión reducida de este ensayo fue presentada en la UCLA en enero de 1998 durante el encuentro anual de cervantistas organizado por la Cervantes Society of America.

 

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Empleamos aquí la noción de «antiutopía» en el estricto sentido de la conceptualización de Maravall en Utopía y contrautopía en el Quijote, es decir como una forma de crítica contra las utopías regresivas y mistificadoras fomentadas por la cultura contrarreformista. Como señala Maravall en el prólogo, «el Quijote no es propiamente una utopía, sino que ésta se halla desarrollada a lo largo del relato, para descrédito de los que a ella se aferraban. De esa manera, el Quijote... representa un enérgico antídoto contra el utopismo difuso y adormecedor de nuestro siglo XVI» (10).

 

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Entre los proponentes de una lectura de Persiles como alegoría cristianizante, véanse los estudios clásicos de Casalduero, Forcione.

 

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Ernest Gilman y Jacques Lacan han teorizado el fenómeno de la anamorfosis o perspectiva curiosa en el contexto de los experimentos pictóricos del   —120→   siglo XVI. Ambos coinciden en señalar el potencial subversivo de la anamorfosis sobre la base de su desvelamiento de los límites epistemológicos del punto de vista central teorizado por Alberti en Della pittura. Por su parte en sus conocidos estudios Historia social de la literatura y el arte y, sobre todo, Mannerism. The Crisis of the Renaissance and the Origins of Modern Art, Arnold Hauser conceptualiza el Manierismo pictórico y literario como una forma de reacción crítica frente al impulso idealista del renacimiento clásico.

 

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Esta noción de lo residual corresponde con la conceptualización de Raymond Williams en Marxism and Literature. Williams distingue entre los elementos arcaicos y los elementos residuales de toda cultura. La clave de esta distinción reside en el potencial opositor del elemento residual: «lo residual, por definición, se ha formado efectivamente en el pasado, aunque está todavía activo en el proceso cultural, no solamente y con frecuencia de ninguna manera como elemento del pasado, sino como elemento efectivo del presente. Así, ciertas experiencias, significados y valores que no pueden expresarse o verificarse de manera substancial en términos de la cultura dominante, son, no obstante, vividos y practicados sobre la base del residuo -cultural tanto como social- de alguna formación social previa. Es crucial el distinguir este aspecto de lo residual, que puede mantener una relación alternativa o incluso oposicional con la cultura dominante, de aquella manifestación activa de lo residual... que ha sido enteramente o en su mayor parte incorporada dentro de la cultura dominante» (122).

 

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Wilson llega a la conclusión de que «estas lecturas pasan por alto el hecho de que en Persiles la misma Roma llega a ser parte de un mundo de pesadilla marcado por violencia subcelestial» (Allegories, 122).