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Citas sobre textos de Enrique Cerdán Tato




E. Brandenberger, «Estudios sobre el cuento español contemporáneo», Madrid, Editora Nacional, 1973, pp. 120-122

Ha ejercido las más variadas profesiones (por ejemplo, las de aviador, marinero, comerciante y profesor) y viajado por muchos países. Sin embargo, el periodismo, la crítica literaria y la literatura parecen ser las actividades que más interés despiertan en él. [...] Lo primero que en él llama la atención es la acusada personalidad y el espíritu independiente de su autor. Es cierto que trata problemas sociales -tema predilecto de los cuentistas-, pero los aborda desde perspectivas poco comunes y sus historias siguen insospechadas direcciones.

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Sin embargo, no son sólo los problemas de los pobres los que le preocupan. En cuentos parabólicos aborda, por ejemplo, la preocupación por el futuro y demuestra la insensatez del esfuerzo cuando únicamente tiene por finalidad el progreso económico («Opus número uno», «Torre de Babel, octavo izquierda»).

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Por todas las historias discurre como melodía de fondo su inquietud por los peligros que acechan al hombre (tanto individual como colectivamente), porque en definitiva éste es incapaz de distinguir lo verdadero de lo falso, la culpa de la inocencia.

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Es sorprendente el poco espacio que Enrique Cerdán Tato necesita para desarrollar multitud de pensamientos y ocurrencias. Es impresionante su profundo conocimiento del ser humano, así como también su valentía para poner al desnudo lo que de inquietante hay en el hombre y su maestría para moverse con la mayor naturalidad entre lo real y lo alegórico.




J. Domingo, «La novela española del siglo XX», Barcelona, Labor, 1973, p. 154

[...] es un excelente narrador cuyas obras denotan una aplicación a sobrepasar la realidad aparente en busca de un simbolismo trascendental. Sus personajes son siempre seres en busca de algo, algo que no encuentran en lo que poseen, en la vida a la que están sujetos por la presencia de las cosas ordinarias, vulgares. Tal es el sentido de su novela, más bien corta, El tiempo prometido (1965), Premio Guipúzcoa de novela, en la que toda una familia es conducida por un anciano patriarca, en impresionante éxodo, hacia un mundo ideal. Asimismo en El lugar más lejano (1969), que obtuvo el Premio Sésamo de cuentos, hay un extraño peregrinar, símbolo amargo y, no obstante, esperanzador. Sus criaturas son seres humildes, agobiados por el peso de la injusticia, pero conmovidos por inconcretas rebeldías y esperanzas, inconformes ante la frustración.




A. Fabregat, «Partits polítics al País Valencià», Valencia, Eliseu Climent, 1976, pp. 87-98

Fill d'una família acomodada i terratinent, va nàixer a Alacant l'any 1930. De resultes de la guerra civil sofrí diverses peripècies, vivint junt a la seua família a diversos indrets de l'Estat. Posteriorment, de nou a Alacant, treballà a periòdics i revistes com a crític i articulista. Fou redactor del desaparegut diari Primera pàgina. Col·laborà a La Verdad i a La Marina. Ocupà també, durant algun temps, la corresponsalia alicantina de Cambio 16, i a hores d'ara fa aquesta mateixa tasca amb la publicació GDS. La seua signatura és força freqüent a moltes revistes literàries especialitzades: Cuadernos Hispanoamericanos, Papeles de Son Armadans, Primer Acto, etc.

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Jo sóc d'aquells qui a més de sofrir la postguerra sofriren també la guerra. Al llarg del conflicte del trenta sis, i sempre amb la meua família, vaig viure successivament a Madrid, Barcelona, el Masnou i la Seu d'Urgell. I guarde encara records d'escenes disperses, patètiques i doloroses. El meu pare, advocat i director de policia des de 1936, sembla que falsificà uns documents, i amb ells poguérem creuar la frontera francesa l'any 1939; ens refugiare'm alguns mesos a Perpinyà, on també ell acudí posteriorment. Acabada la guerra, decidirme de tornar per Bayona. Però el meu pare fou detingut inmediatament i empresonat a Sant Sebastià. Nosaltres, mentrestant, anàrem a raure a una mena de camp de concentració. Hi patírem fam, misèria... i himnes feixistes.

[...]

Tornàrem a casa, a Alacant, a l'institut i a les cartilles de racionament. Un cop finalitzat el batxillerat, i sense haver fet els disset anys, vaig ingressar a l'Acadèmia General de l'Aire. Al cap de quatre anys abandonava la carrera militar per motius de salut, per incompatibilitat, i per una sèrie d'antecedents paterns que acabaren infiltrant-se en el meu expedient.




J. Calomarde, «Cómo seguir pensando», Valencia, Federico Doménech, 1989, pp. 325-326 y 397-398

[...] No obstante, quiero y puedo decir que la prosa de Enrique es soberbia. Y no deseo callar ni menguar un ápice la adjetivación. Cerdán Tato logra en las páginas de su novela una altura narrativa importante que, a todas luces, lo resitúan en un puesto absolutamente destacado, a mi juicio, tanto en la narrativa valenciana como en la narrativa nacional.

Una literatura debe crear/recrear el género en el que se produce. No por afán de novedad, no por originalidad. Y creo que la novela de Enrique vuelve en sus páginas a recrear todo el ámbito estético de problemas que el ejercicio narrativo plantea, que el ejercicio narrativo es: de ahí su valor y su cota.

Hay una cita de Kafka que define, creo a la perfección, a Enrique Cerdán. «¿En qué región? No la conozco. Allá todo encaja, una cosa se mete suavemente en la otra. Sé que esa región existe, en alguna parte, hasta la veo, pero no sé dónde, y no consigo acercarme». Exacto. Así Enrique. Cuando llegué a Alicante, Enrique me recibió, sólo como él sabe hacerlo, con esa exquisita y sincerísima cordialidad de un amigo.

[...]

Enrique maneja bien el tiempo narrativo. La estructura de su prosa es ágil, atractiva y sus argumentos convincentes. Su lenguaje intenta aproximarnos a un punto ciego, ridículo, cotidiano, tierno, extremadamente humano, a la vez que kafkiano. Quizá Enrique escriba por acercarse a ese imposible lugar reservado sólo al lenguaje, y en el que, de hallarlo, concluiría toda expectativa literaria que se preciara.

[...]

La novela ha sido para Enrique Cerdán Tato un largo proceso reflexivo en torno a la condición humana concreta de un tiempo y un momento. Su ironía, su cinismo de alto vuelo, pero tamizado siempre por esa mirada conmiserativa para la miseria general de la realidad, nos dan el tono exacto desde el que su obra adquiere sentido y dimensión.

[...]

Enrique trata, por medio y en la literatura, de comprender, que no explicar, esa ridícula y cotidiana realidad que es vivir.




S. García Jiménez, «Franz Kafka y la literatura española», Murcia, Consejería de Cultura, 1987

[...] Tanto Carmen Martín Gaite como Cerdán Tato, como intérpretes se han alejado del apego que Kafka le tenía a esa regla esencial del relato, que exige el desvanecimiento del autor detrás de la tradición, no exactamente por la humildad, sino con el fin de que nada temporal venga a desmentir la eternidad de los sucesos ficticios.

La combinatoria de situaciones y seres que resultara de transmutar los elementos de la fábula nos daría, como los símbolos polivalentes de Kafka, una infinita antología con las historias más diametralmente opuestas. Por ello de no partir de una cita común jamás hubiéramos adivinado ni el más leve matiz de equiparación entre las dos novelas. Aunque en la de Enrique Cerdán Tato sí aluden los personajes en su diálogo a la brevísima fábula de Kafka




A. Iglesias Laguna, « Literatura de España, día a día (1970-1971)», Madrid, Editora Nacional, 1972, pp. 401-406

[...] Tal vez haya ahora un centenar de cuentistas estimables, de los cuales veinte o treinta pueden considerarse como indiscutibles. Uno de ellos es Enrique Cerdán Tato. Enrique Cerdán Tato no es un escritor muy cotizado por el gran público, pero tiene su importancia para los profesionales de la literatura. Ha obtenido premios de narración corta, como el Gabriel Miró, el Guipúzcoa y el Sésamo.




J. Lorenzo Miralles, «La narrativa de Enrique Cerdán Tato», tesina de licenciatura dirigida por Dr. D. Miguel Ángel Lozano Marco, enero de 1999, pp. 1 y 84-85

[...] Un aspecto de la obra de Enrique Cerdán Tato que se alude frecuentemente es su singularidad formal, que suele asociarse con el relativo apartamiento del autor de los grandes centros editoriales y culturales de nuestro país.

Galardonado con el Premio de las Letras Valencianas en 1991, Enrique Cerdán Tato ha escrito siempre desde Alicante, y su obra presenta aspectos distintivos; no obstante, he tratado de mostrar cómo en sus novelas y cuentos se manifiesta una interpretación personal de temas ampliamente frecuentados por los autores españoles actuales: el conflicto generacional subsiguiente a la guerra civil, por ejemplo.

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José Carlos Rovira destaca la originalidad narrativa de Cerdán Tato, y la atribuye en parte al hecho de que el autor haya escrito su obra desde Alicante, entre la «desconfianza que hacia él mostrarán los detentadores del poder cultura próximo» y el «alejamiento de los grandes centros editoriales y de la cultura», circunstancias -especialmente esta última- que habrían dado origen a un «espacio de originalidad» en el que «la preocupación existencial aparece y dura como preocupación central, aunque fundiéndose con vislumbres de sociedad, si bien no es ésta la que entrega la óptica determinante, ni, mucho menos, la óptica exclusiva». En cuanto a los asuntos predilectos del autor, considera Rovira que el principal de ellos es «la situación esencial de desconcierto y búsqueda en la que se mueven los personajes [...] para los que las posibilidades de salvación están en todo aquello que se dirige hacia alguna parte, aunque se desconozca su destino».





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