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La continuidad de estas posiciones, aunque ya desde presupuestos distintos, es general hoy en día en la filología española medieval. Un ejemplo que interesa a esta exposición se encontrará en Avenoza Vera (2010).

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Recuérdese que la Hispana vetus de Nicolás Antonio recogía el periodo desde Augusto hasta 1500 (cf. Antonio 1696).

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De esta carta, por cierto, existe copia manuscrita española mandada traducir por la Real Academia de la Historia a Josef Guevara de Vasconcelos (23 de junio 1778). He leído la carta en la edición milanesa (1822) de la Storia de Tiraboschi (pp. 24-25), donde va seguida de la respuesta del Secretario de la Academia de España (p. 26). Véase también Tiraboschi (1778; 1781).

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Los detalles de esta batalla textual darían para largas disquisiciones. Remito ahora a los estudios de Teorodo Peris (2002-2003; 2013) y Fernández Arrillaga (2004; 2013).

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Lucano, como poeta, no como historiador, fue desde temprano una de las referencias sólidas de Petrarca, como se transparenta en la composición del África. Ya en la famosa lista de los Libri mei peculiares (París, Bibliothèque Nationale de France, ms. Lat. 2201, fol. 58v.), que se suele datar en 1333, comparece junto a Virgilio, Estacio u Horacio. En esta misma lista tiene un puesto destacado Séneca (moralia). Por otro lado, no ha de despreciarse la presencia de Lucano entre los códices latinos de Petrarca y el uso que en ellos se hace de la Pharsalia en diversas apostillas (cf. Feo 1991).

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Facilito una traducción española: «[8] Ahora bien [Quintiliano], tuviste una rivalidad no de poca monta con otro gran hombre. Hablo de Anneo Séneca. Si os unía la época, la profesión y la nación, os separó la envidia, peste entre los iguales. No sé si acaso en esto parecías tú el más moderado, pues la boca no se te agranda para alabarlo y él habla de ti con mucho menosprecio. Yo, si debo ser juez entre partes tan ilustres -aunque temo más ser juzgado por un inferior que el hecho de merecer juzgar a quien está por encima de mí-, de todos modos expresaré mi opinión: [9] él es más fecundo, tú más perspicaz: él es más penetrante, tú más cauto; y tú, aunque alabas su ingenio, dedicación y doctrina, no alabas su elección ni su opinión y dices que su estilo "está echado a perder y quebrantado por todo tipo de defectos" [Institutiones X, I, 125]; él, por su parte, te cuenta entre aquellos "cuya fama con ellos mismos" yace sepultada, aunque ni tu fama está aún sepultada, ni tú estabas muerto ni enterrado cuando él escribía. [10] Él, en efecto, murió en época de Nerón. Tú, tras la muerte de éste y del propio Séneca, viniste en época de Galba desde Hispania a Roma, donde, muchos años después, al haber asumido por orden del príncipe Domiciano el cuidado de los nietos de su hermana, fuiste nombrado censor de costumbres y estudios juveniles, exhibiendo en ambas tareas la extraordinaria confianza de que fuiste objeto; creo que, en lo que a ti tocaba, colmaste las expectativas. Sin embargo, como escribió precisamente Plutarco a Trajano, "la temeridad de tus jóvenes pupilos te salpicó de lleno"» [Epistula ad Traianum, falsamente atribuida a Plutarco] (trad. Ortega Garrido 2014: 90-91).

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Ofrezco traducción española: «Que Estacio fuese de origen galo no lo pongo en duda, y añado, si se quiere, que Lucano fue de Hispania. Pero de donde quiera que fuesen, su estilo es italiano; no sería de otro modo y en verdad se muestra en aquello que dije en un poema pastoril: "todos sobre los campos del Tíber han aprendido la lengua latina" [Bucolicum carmen X, vv. 345-346]. En efecto, en muchos lugares se ve que Lucano quiso hacerse pasar por romano, y pienso que ninguna ofensa más grave recibió de su tío paterno que el que pusiera al principio de su obra, si es cierta la fama, aquellas palabras: "Córdoba me engendró", pues bien sabía cuánto más noble resultaba ser ciudadano de Roma que de Córdoba».

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No sobra recordar aquí que el Novellino (n.º 33) atribuye a Pitágoras la nacionalidad española, amparándose en la fama de astrólogos y nigromantes de los sabios españoles: «e uno filosafo ch'ebbe nome Pittagora fu di Spagna e fece una tavola per istorlomia» (ed. Segre 1959: 826).

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Véase Croizy-Naquet (2006) para la Pharsale (1243) de Nicolás de Verona, que depende de Li fait des romans.

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Para las versiones catalanas de Séneca y el pseudo Séneca remito a la base de datos Translat DB, donde se encuentran pormenorizadas referencias. En resumen, contamos con una versión parcial catalana de la Tabulatio Senecae de Luca Manelli; dos traducciones de las Epístolas, una primera, anónima, completa, a partir de la versión francesa, anterior a 1433. Una segunda versión, también anónima, fragmentaria (epístolas 1-29), de hacia mediados del siglo XV, a partir del texto latino y la versión catalana anterior: el texto se inicia con un comentario a I.1 derivado parcialmente de una epístola de Coluccio Salutati. La interconexión o no de estas versiones de las epístolas con otras aragonesas y castellanas es muy compleja, y ha sido estudiada fundamentalmente por Tomás Martínez Romero (véase infra) y Andrea Zinato (2015), del que refiero solo el último estudio que conozco, que recoge conclusiones de una extensa serie de investigaciones. Aparte de florilegios y recopilaciones de sentencias, gozó de fortuna una traducción anónima de finales del XIV o principios del XV, de 8 de las 10 tragedias de Séneca, junto a frecuentes interpolaciones del comentario del dominico Nicolás Trevet. Los textos de las Tragèdies fueron publicados por Martínez Romero (1995), y los de las Epístolas (2015), más un repertorio de sentencias relacionados con la primera versión arriba mencionada. Del mismo autor es un estudio de conjunto Un clàssic entre clàssics (1998) donde se establecen comparaciones con el caso castellano.

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