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1

Se trata de la tercera parte de sus Dissertationes miscellaneae (1706-1708). Reeland también estableció conexiones entre el malayo y el malgache, y separó erróneamente el malayo y el malabar o malayalam, lengua dravidia del suroeste de India (cf. Droixhe 1978, págs. 42-43; Breva 1987, pág. 137 y Hovdhaugen 2000, pág. 926).

 

2

El título del libro de Wafer, A New Voyage and Description of the Isthmus of America. Giving an Account of the Author's Abode There, The Form and Make of the Country [...] The Indian Inhabitants. Their Features, Complexion & c. Their Manners, Customs. Employments, Marriages, Feasts, Hunting, Computation, Language, & c. (1699), es significativo en ese sentido. En la edición de 1704, Wafer añade la historia natural del lugar.

 

3

Véanse en este sentido Fray Domingo de Santo Thomás, Grammatica o Arte de la lengua general de los Indios de los Reynos del Perú, Valladolid, 1560; Alonso de Molina, Arte de la lengua mexicana y castellana, Méjico, 1571. El primero recoge rasgos sociolingüísticos característicos del quechua y el segundo expone determinadas diferencias entre el náhuatl y las lenguas europeas en la tensión dialéctica existente entre la tradición latina y la originalidad de las lenguas nativas (cf. Breva 1999, págs. 162-164 y Galeote 2001, págs. 426-427).

 

4

No intento aquí dar por resueltos los debates sobre las posibles interpretaciones de los capítulos 10 y 11 del Génesis, pues ni la hermenéutica patrística los resolvió, ni los comentaristas posteriores como Isidoro de Sevilla, Rodrigo Ximénez de Rada (nacido hacia 1175) o Alonso de Madrigal (hacia 1400-1455), quienes, como los escoliastas anteriores, realizaban amplias interpretaciones que permitían, a su vez, nuevos comentarios. Algunos exegetas heterodoxos todavía complicaban más las cosas al aventurar, por ejemplo, que no era el hebreo, sino el siríaco o el caldeo la primera lengua.

 

5

En parte, con los datos lingüísticos del jesuita conquense el Mithridates (1806-1817) de Johann Adelung y de Johann Vater (vol. 3, pág. 362 y 386) supera a aquél, ya que para sus autores diferencias entre lenguas no significan necesariamente falta de relación genética u origen distinto, ni tampoco ciertas semejanzas implican obligatoriamente relación de parentesco. Así, se acepta cierta «poligénesis» del lenguaje a partir del momento de la dispersión de las lenguas (como aceptaba Hervás para la sintaxis), pero a diferencia de Hervás, para los eruditos alemanes no se puede descartar a priori que la misma particularidad tipológica se halle en lenguas que no guardan relación de parentesco (Cf. Hassler 1994, págs. 124-125 y Breva 1999, págs. 162 y 166).

 

6

Tovar ha estudiado las aportaciones de Hervás al grupo indoeuropeo, al grupo celta y a la clasificación de la lenguas de América del Sur, y Coseriu a la catalogación del rumano.

 

7

El Cratilo de Platón, que cita Hervás, es un buen ejemplo de etimología para buscar el origen de las lenguas y la historia antigua de las ciencias; en época más reciente Leibniz pensaba que a través de las etimologías se podría llegar al origen de los pueblos (cf. Arens 1969, pág. 99).

 

8

Reeland probablemente conocía el Diccionario malaco-latino de David Haex publicado en Propaganda Fide en 1631 y la historia francesa de navegación de los holandeses de Oriente (Amsterdam 1609). Sin embargo, para los dialectos malayos Hervás utiliza, además, una obra alemana sobre alfabetos (Leipzig 1748) y la relación de los viajes de James Cook, donde encuentra datos referentes a las islas de Java, el Príncipe y Savu. Para el malgache tiene como informante a Sol Madagascaro, alumno de Propaganda Fide en Roma. Obtiene de misioneros jesuitas datos de la tres lenguas mayores de Filipinas, y del tagalo, en particular, de Alfonso González que había sido coadjutor jesuita en esas islas. Para los datos de gran parte de las isla del mar Pacífico, cita la relación de los viajes de James Cook y de Louis Antoine de Bougainville (véase Hervás 1786, vol. 19, págs. 138-142).

 

9

Para la identificación de «morfemas» y aspectos descriptivos de la lingüística de Hervás basados en los padrenuestros, véase Breva 1987, 1991 y 1993. Los nombres radicales los estudia Hervás en su Vocabolario poligloto (1787, vol. 20), o colección de vocabularios básico de unas sesenta y tantas palabras en numerosas lenguas del mundo.

 

10

Otros idiomas, que muestran que los orígenes de los numerales están en la utilización que hacían los hombres de los dedos, las manos, los pies, una persona (que es 20 pues incluye manos [10 dedos] y pies [10 dedos]), otro de más, etc. para contar, son el zamuca de la Diócesis de Paraguay, el lule de la Diócesis de Tucumán (actual Argentina), otros de la región del Orinoco como el betoi, el yarura, el tamanaca, el cayubaba y otros de Méjico como el cochimí, el cora y el mejicano o náhuatl. Para muchos de estos idiomas, sobre todo los menores, Hervás recurre a informantes misioneros, quienes le ayudan a descubrir los radicales o elementos morfosintácticos. En todos ellos, suele mostrar los elementos radicales o «morfemas» como hemos observado para el guaraní.

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