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Coplas a la Verónica


Fray Íñigo de Mendoza


[Nota preliminar: edición digital a partir de la Edición de Foulché Delbosc, Cancionero castellano del siglo XV, Madrid, Casa editorial Bailly-Baillière, 1912-1915 (Nueva Biblioteca de Autores Españoles; 19-9) pp. 104-116 y cotejada edición crítica de Julio Rodríguez-Puértolas: Fray Íñigo de Mendoza, Cancionero, Madrid, Espasa-Calpe, 1968, pp. 182-211. Seguimos los criterios de actualización ortográfica y puntuación de esta última, cuya consulta recomendamos por ser imprescindible para la correcta apreciación crítica de la obra.]






Fabla la Verónica

1    «¿Dónde está tu fermosura,
dador de todos los bienes,
maestro de la natura?
No paresce tu figura
ese rostro que contienes,
¡o alto rey que sostienes
los cielos con luz muy clara!
Dime, Señor, ¿dónde vienes
o en qué parte lo tienes
el resplandor de tu cara?


Continúa

2    ¿Adónde vas sentenciado,
juez de nuestra sentencia,
las manos santas atado,
terriblemente açotado
el cuerpo de la inocencia?
Fuente viva de paciencia,
tesoro de nuestra vida,
la tu imperial presencia,
la tu divinal esencia,
¿do la tienes ascondida?


Prosigue

3    ¿Dónde está tu fortaleza,
favor de tus cibdadanos?
¿A do está tu destreza,
que sumió tanta grandeza
de tantos egipcianos?
La potencia de tus manos,
¿cómo la ata una soga?
Tus sermones soberanos,
¿cómo los faze profanos
esta ciega sinagoga?


Continúa

4    Tu prudencia relumbraba
más que el sol en siete grados
a los cielos lumbre daba;
las tenieblas aclaraba
con rayos clarificados;
los cuerpos glorificados
de tí resciben la luz:
¡o salud de mis pecados!,
esos ombros delicados,
¿dónde van con esa cruz?


Continúa

5    ¿Dónde vas apasionado
con tan diversas feridas,
con espinas coronado,
con color descolorado,
con lágrimas tan sentidas,
con gentes desconoscidas,
con falsas acusaciones?
Tus gracias jamás oidas,
¿por ventura son perdidas,
que vas entre dos ladrones?


Prosigue

6    La tu lumbre radiante
se convierte en sangre pura,
tu sapiencia iluminante
sin temor a que delante
la comparan a locura;
¡o gloria y verdad segura,
maestro del claro polo,
por darnos buena ventura
das vida a la criatura
y quieres morir tú solo!

7    Dí para dónde atraviesas
entre lanças y cuchillos,
qué bofetadas son esas
tan graves y tan espesas
en tus luzidos carrillos:
¿quién te los paró amarillos,
esposo, rey de los cielos?
¿qué manos o qué martillos
labraron esos carrillos
de tan ásperos liñuelos?

8    ¿De qué son estas señales
que en el tu rostro parescen,
esas ronchas desiguales,
esos negros cardenales
que la cara te escurescen?
Dime cómo te escarnescen
y te inchen de salivas:
si los cielos te obedescen,
¿cómo se te ensoberbecen
estas gentes muy altivas?

9    ¡O virtud por quien se planta
la vida en los coraçones!
la soga de tu garganta
me atormenta y me quebranta
con nudos de mil pasiones;
rey de las dominaciones,
juez de buenos y malos,
dime por qué te dispones
a sofrir destos sayones
coces, puñadas y palos.

10 esta gente perra y dura;
¿quién te puso esta corona
que saca de tu persona
sangre con la bordadura?
¿que se fizo la verdura
de tus claros ojos verdes?
¡O luz de la noche escura,
o deleite sin fartura!
tu beldad, ¿por qué la pierdes?

11 de los errados carrera,
con triste son de bozinas,
descalço por las espinas
sin causa que lo requiera;
¡o vista de quien se espera
la luz de los escogidos!
¡O mi esperança primera!
¿Para qué tierra estrangera
te me partes con gemidos?

12    Venero de gran valía
do la vida se tesora;
rey de la caballería
de la tercia gerarchía,
que por su Señor te adora;
fijo de nuestra señora,
virgen, reina, madre tuya;
deste viaje de agora
a seido sabidora
el alma bendita suya.

13    ¡O Señor, quán sola queda,
sin fijo y sin bien perdida!
Di a Israel que te conceda
lugar por que te ver pueda
la virgen muy dolorida;
no apresures tu partida,
espera un poco a tu madre
porque venga y se despida
de tu vista y de su vida,
de tí, Dios, su fijo y padre.

14    ¡O quán triste que será
esta madre virginal!
¡O Señor, y qué hará,
que no te conoscerá,
según paresces mortal!
Alto rey celestial,
mi bien grand'y muy conplido,
la que nunca hizo mal,
¿qué dirá del regajal
de la sangre que as vertido?

15    Según estás, quando llegue
esta palma de humildad
tú le causarás que ciegue
y de lástima que riegue
con sus ojos la cibdad.
¡O dolor de soledad,
dolor de tan triste nueva,
dolor de tu dignidad,
que pena por la maldad
del daño que fizo Eva!


Continúa

16    Si te sirven de contino
las angélicas legiones,
pregúntote, rey divino,
por qué en tan triste camino
te siguen tales varones;
¡O juez de las naciones
servido de gerarchías!
¡O luz de las entinciones!
¿Por qué tan viles sayones
hazen estas demasías?


Continúa

17    Unos la cara te fieren,
otros te llevan rastrando,
otros te mesan y quieren
que las gentes que te vieren
vayan de tí blasfemando,
otros te van acusando,
que son testimonio sin prueba:
¡o Dios mío, dime quando
diste tu poder y mando
a la gente que te lleva!


Prosigue

18    ¡O maestro muy agudo!
¿Dónde tienes tu saber?
¿Cómo te tornaste mudo,
que en testimonio tan crudo
no curas de responder?
¿Cómo quieres fenescer,
o enamorado excelente?
¿Por qué quesiste nascer
para aber de padescer
como cordero inocente?

19    ¿Por qué te desampararon
los doze que te siguieron?
¿Por qué, Señor, te dexaron?
¿A qué dotor se llegaron
después que preso te vieron?
¿Cómo te desconocieron
tus verdaderos amigos?
Esta firmeza aprendieron
de las cosas que te oyeron:
dexarte a tus enemigos.


Por Sant Juan lo dize

20    ¡O gloria del paraíso,
amor de la vida mía!:
sólo este mancebo quiso
por un amor indiviso
mantener tu conpañía,
y magüer que vio la vía
incierta de su salud,
ofresció su mancebía
a tan cruda tiranía
con sobra de gran virtud.

21    Los cielos, Señor, criaste;
el mundo, Señor, feziste;
nuestra muerte cabtivaste,
y sola esa cruz tomaste
en la cual mueres muy triste;
la nuestra carne vestiste,
y dáte por tantos dones
el pueblo que redemiste,
iuste iudex Ihesu Christe,
la muerte con dos ladrones.

22    Por esta pena terrible,
el color tienes mudado,
¡o piedad tanto infalible!
¿Cómo quieres ser pasible,
que no feziste pecado?
¿Cómo vas, amor, mesado,
lloroso, con tantas penas?
¿Cómo vas, Señor, cansado,
a pagar con libre grado
por las maldades ajenas?

23    Estos son los galardones
que te dan tus naturales:
injurias, falsos pregones,
porque salvas las naciones
de las penas infernales;
¡o gentes descomunales,
o pueblo de triste suerte!
¿por qué con ansias mortales
al físico de tus males
le das pregones de muerte?

24    Una corona de espinas,
una coluna pesada,
unas fuertes disciplinas,
unas marlotas sanguinas,
una soga ensangrentada,
una cruz mal cepillada,
clavos, martillo, escalera,
una fiel avinagrada,
caña y lança enazerada
son tus armas y vandera.

25     En las ruedas de Cobar
tus armas se nos mostraban,
aunque eran de otro mirar
según iban sin turbar
los que las ruedas guiaban;
en ellas nos denotaban
tu gloria y virtud perfecta,
con las caras que miraban
los animales que daban
espanto grande al profeta.

26    Pues ¿cómo, Señor, mudaste
escudo tan diferente?
Este tan rico dexaste,
y de amos ensayaste
en el menos excelente:
si ay razón que lo consiente,
tú, Señor, me la interpreta,
tú, mi Dios omnipotente,
que caso tan trancendente
mi alma no lo penetra.

27    Pues armas de tal manera
dezid si vistes, señores:
sola una cruz de madera
dio vida y paz verdadera
a todos los pecadores;
ved reyes, emperadores,
si ay armas que tanto fuercen
los reinos inferiores:
el mundo y sus moradores
y el cielo las obedescen.

28    A los infiernos forçaron
dar los justos que fueron;
las altas sillas poblaron,
las quales no conservaron
los tristes que las perdieron;
contra estas no pudieron
latinos, griegos, judíos;
a este jamás vencieron
los romanos, que tuvieron
las tierras y señoríos.

29    Es de tanta sotileza,
tan rico, tan labrado,
que no tiene tal lindeza
ni menos tal fortaleza
el cielo muy estrellado;
es muy bien entrellado,
de muy diversas labores,
por golpes nunca es mellado,
y quanto más es tratado
más reluzen sus colores.

30    Con este escudo cubiertos
los doze triunfadores,
quedaron así despiertos
que biven después de muertos
laureados vencedores,
y los dardos feridores,
los tormentos y cadenas,
estonce fueron menores
quando sus perseguidores
les daban mayores penas.

31    Antes mira que misterio
estas armas figuraron,
que allí ganaron imperio
donde menos refrigerio
sus armados esperaron;
allí donde apasionaron
a quantos nombro, no sé;
allí tantos prosperaron
que para siempre quedaron
por cabeça de la fe.

32    Para quitallas del uso,
Nero, troyano, muy crudo,
¡o, quántas fuerças que puso!
Mas ansí quedó confuso,
que nunca vencerlas pudo:
reluzen en blanco escudo
estas armas sin reproche,
que es un cuerpo desnudo
del maestro tan agudo
que fizo el día y la noche.

33    El uno saltea puertos
y a muchos mata su espada;
este otro sana los muertos
y floresce todos los huertos
y enriquesce tu morada;
¡o razón tan mal mirada
otro que de mal engaño!
¡O gente desvariada,
diste joya incomparada
por un malsín y tacaño!

34    Israel, no te alboroces
contra quien te fizo esento;
a tu Padre desconoces,
y de tan crueles coces
le das áspero tormento;
contenple tu pensamiento
quántas gentes enemigas
sometió a tu mandamiento
este que, sin merecimiento,
rescibe tantas fatigas.

35    Es por cierto gran razón
que vença la que te escuda,
pues vence siempre el león
que muestra este dragón
del real tribu de Juda,
y si la dicha se muda,
no se le pierda la gloria,
y si se tarda la ayuda,
do fallan pena más cruda
alcançan mayor vitoria.

36    Pues armas de tal vandera,
¿quién te dio, mi enamorado?
¡O mi vida verdadera,
yo nunca pensar pudiera
que destas fueras armado!
¡O rey bienaventurado,
escudo de mis enojos,
ese rostro colorado
cómo lo an oscurado
las lágrimas de tus ojos!

37    Pues llore mi entendimiento,
Redemptor escarnescido,
las armas y el vencimiento
que te da, y Tú tan contento,
este pueblo endurescido;
¡o Israel desconoscido,
ablanda tu coraçón,
destas joyas lo has vestido
al que te ovo redemido
del poder de Pharaón!

38    ¡O pueblo de mal conpás,
o pueblo sin discreción!,
tú cierto te perderás,
pues contento vas
a perder tu esención;
la tierra de promisión
te dio este a quien destierras;
¡o pueblo sin contrición,
remedia tu perdición,
que en el abismo te encierras!

39    ¡O pueblo sin cortesía,
vestido de escuras nieblas,
donde en tanta osadía
que al señor de tu alegría
así lo fieres y quiebras!:
estas honras le celebras
al que sana con sangre
la noche de tus tinieblas
y el morder de tus culebras
con la serpiente de alanbre.

40    ¡O malvados fariseos,
o pueblo muy imbidioso!:
estos eran tus deseos,
vestir de tales arreos
a tu rey el piadoso;
falso pueblo malicioso,
no tengas tanta dureza,
no me mates a mi esposo,
mi descanso y mi reposo,
mi bien todo y mi riqueza.

41    El tu entendimiento ciego
mire agora esta çaguera,
que te lanças en un fuego
que se amata por ruego
sin causa que aqueste muera;
¡o pueblo, busca manera
como te apiades dél;
Pilato a escoger te diera,
mas gritabas por defuera:
«Barrabás viva, y no él!»

42    ¡O, qué mal te aconsejaste,
quán locamente escogiste,
a tu Señor condenaste
y tan vilmente trocaste
que por un ladrón lo diste,
a un matador pediste!
Dí cómo lo pagarás,
díme cómo lo feziste:
a tu Dios aborresciste
por dar vida a Barrabás.

43    Y la maná muy preciosa
dí por qué se te a olvidado;
el pozo de agua sabrosa,
y la nube lluviosa,
y el desierto tan poblado,
y después te ovo librado
del yugo de Babilonia:
pues ¿cómo llevas atado
el que tanto bien te a dado
con tan baxa cerimonia?

44    Conviértete a tu Señor,
que abrió las aguas crescidas,
falso pueblo sin temor;
unta con olio de amor
sus açotes y feridas:
en tan poco son tenidas
sus mercedes tan preciosas,
las tierras a tí partidas,
echadas de sus guaridas
tantas gentes poderosas.

45    Salid de vuestro reposo,
vírgines santas de Sión,
y veréis a vuestro esposo,
tan compuesto y tan hermoso,
que se os quiebre el coraçón;
llorad con exclamación
delante del consistorio;
preguntad por qué razón
os da tal consolación
para vuestro desposorio.

46     Venid, vírgines benditas,
a mirar el desposado,
y veréis las margaritas
y las joyas infinitas
que los suyos le an prestado;
venid, donzellas, priado,
antes que entre en el torneo,
porquel ensayo acabado,
si desta fuere enterrado,
no os entierre su deseo.

47    Sus faciones relumbrantes
y sus ojos deleitables
ya no son según que antes,
mas unos ríos manantes,
lágrimas intolerables;
¡o vírgines saludables,
qué buen esposo perdistes!
Sus amores perdurables
con lástimas inefables
farán vuestros días tristes.

48    Sola yo en Jerusalém
faré vida en angostura;
¿a quién llamaré yo, a quién,
pues que te llevan, mi bien,
a darte la sepultura?
Mi gozo será tristura
y sospiros mis plazeres,
pues se me va tu figura,
¡o triste de mi ventura,
amarga entre las mugeres!

49     ¡O bien solo en quien confío
mi vida recreante,
ya te llevan, amor mío,
las fuerças deste gentío,
quemado de amor flamante!
¡O, si fuese yo bastante
despedirme de vivir,
pues a tí, mi amor constante,
ya te me quitan delante
y llevan para morir!

50    ¿Por qué falta melezina
en la dolencia de amor,
si no viene tan aína
el deseo a quien se inclina
el triste del amor?
Y por tanto, Redemptor,
si este mal no se me afloxa,
yo quiero perder temor,
morir ante el Señor
que vivir en tal congoxa.

51    Pues ansí me desanpara
tu persona noblescida,
¿qué haré sin ver tu cara,
en la qual se deleitara
el descanso de mi vida?
Y es una cierta medida
que son los amores buenos
como llaga envejecida,
que quanto más es ungida
entonce se cura menos.

52    Si me tiran esta llaga
agenas consolaciones,
no sé, triste, qué me haga,
que todo es volver a çaga,
según son tus perfecciones,
y mis ásperas pasiones
crescerán, sin mejoría,
apartadas tus ficiones
de las mis habitaciones
por chico rato del día.

53    Tu poder remedio cobra
a quien remedio fallesce,
porque el saber que te sobra
tracende qualquier obra
de quanto acá nos paresce,
y pues tal caso se ofresce
onde muestres maravilla,
con tu bien, que no peresce,
sana mi dolor, que cresce
de tu lástima y manzilla.

54    Mírasme quando te miro
y he lástima de tu vida;
quando te veo sospiro
y poco menos espero,
fuente de luz infinida;
¡o piedad sin medida!
¿a do tu poder divino?
¡O pobreza tan conplida,
que para tanta ferida
te falta un paño de lino!

55    ¡O quánto de tí me duelo,
de los reyes rey más digno,
que seyendo tuyo el cielo
no tienes un pañezuelo
para tu rostro sanguino!
A tí, Maestro, me inclino,
y toma un lienço delgado
como pobre peregrino,
con que en el triste camino
linpies tu rostro mojado.

56    ¡O señor de mis mercedes,
en quien solo adoro y creo,
fáblame agora si puedes,
que muerta quedo en las redes
del amor que en tí poseo!
¡O, quién fuese el Cireneo
para ayudarte a sofrir
la cruz que levar te veo,
o fijo del Zebedeo,
para poderte seguir!

57    ¡O pues, solo medianero
del ombre y de Dios potente!
porque ya finarme quiero
respóndeme tú primero,
que te me lleva esta gente,
y porque no me atormente
algún dolor que me acabe,
dame, rey, por el presente
algún don que me contente,
con el qual siempre te alabe.»


Jhesuchristo dixo

58    «Si me dexase Judea,
bien querría responderte,
mas ya la ciega desea
que este mi cuerpo do vea
la crueza de la muerte;
deseo satisfazerte,
porque tus ojos me miran,
y peno yo, hermana, en verte,
porque desta soga fuerte
ya los sayones estiran.

59    Bien me as considerado,
Verónica, triste esposa,
y todo quánto has mirado
en tu triste enamorado
es obra maravillosa,
mas otra pena llorosa
engrandesce mi pasión,
porque esta sangre preciosa
será poco provechosa
en esta generación.

60    Pues no estés entristecida
por estas mis novedades,
porque sin ellas tu vida
no podría ser salida
d'escuras concavidades;
en los vicios y maldades
podrían perder su fuero,
y las vuestras heredades
serán las escuridades
si yo no muero primero.

61    El dulce bocado amargo
que Eva mordía en la poma
puso el mundo en tal embargo
que si yo no lo descargo
no hay quien quite su carcoma,
y después, si alguno toma
del fruto por Dios vedado,
padesco, porque aunque coma
inocencia de paloma,
resciban de aquel pecado.

62    Y si tu sentido piensa
quien me hizo a mí debdor,
respóndote que la ofensa
que fizieron a la inmensa
magestad del Criador,
y no abiendo fiador
de debda tan desigual,
las fuerças de mi amor
me hazen ser pagador
con más cendrado metal.

63    Por muy cendrada moneda
pago sangre colorada,
pues del mundo no me queda
cosa que ayudarme pueda
a complir esta jornada:
sola esta ropa morada
me dio el lazo serpentino,
la qual, gula emponçoñada,
en reparo de su errada
le dio este palo cedrino.

64    Mi perfecta caridad,
piedad muy animosa,
mi divina eternidad
y mi limpia humanidad,
mi potencia poderosa,
mi prosapia generosa,
mi virtud muy excelente,
Judea la maliciosa
en esta muerte espantosa
me faze ser obediente.

65    Y unos fuegos encendidos
de vivo amor que me quema
penetraron mis sentidos
lastimados y feridos
con esta mi diadema,
por lo qual tomé por tema
de mis tormentos estraños
abrir la cerrada quema
de vuestra mortal postema,
que duró cinco mil años.

66    Y aunque puede el padre mío
salvarla sin que yo muera,
la llaga es de tal natío
que forçó a su poderío
magüer puede que no quiera,
porque solo Dios le diera
al ombre la inocencia,
y después que la perdiera,
ombre sanar no pudiera
sin ser Dios esta dolencia.

67    Ansí que yo solo curo
aquel comer indiscreto,
porque soy inocente, puro,
Dios y ombre bien seguro
en un ser y en un subjecto,
y por solo este respecto
me vestí de humanidad
de varón justo y perfecto,
para sacar el defecto
de la vuestra enfermedad.

68     Y pues tanto es nescesario
Dios conorte tus gemidos,
porque si fago el contrario
no se poblará el sagrario
que perdieron los perdidos,
y pues todos los nascidos
peligran desta mançana,
por mis amores crescidos
y no por sus merescidos
esta mi muerte lo sana.

69    Y ya no me mudaría
desta justa ordenación,
porque en esta noche fría
tres vezes con agonía
fize a mi padre oración,
y en el huerto de Cedrón
lágrimas vivas llorando,
fize esta exclamación,
por escusar mi pasión,
gotas de sangre sudando:

70    'Criador de todo el mundo,
de todos gobernador,
rey de reinado jocundo
y del abismo profundo
poderoso ordenador,
merced ayas tú, Señor,
de mí, tu solo engendrado,
que tengo mortal temor
que no me dexa valor
para ser crucificado.

71    ¡O Padre muy amoroso,
rey de complida vitoria!,
mira cómo estó lloroso
con un sudor espantoso
que pide misericordia;
sea tanto meritoria
la congoxa que padesco
que conserve mi memoria
para siempre en estoria,
pues que muerte no meresco.

72    Padre mío, si es posible
que no sufra este tormento,
no lo fagas imposible,
mas si a tí es apazible
cúmplase tu mandamiento;
bien veo tu sentimiento,
que me causa que no duerma,
pero si no ay mudamiento
mi espíritu es contento,
aunque la carne es enferma.'

73    Al consistorio divino
entrada mi petición,
un arcángel a mí vino
en momento repentino
a darme la responsión,
y si esta avisación
deseas oir, Verónica,
no llores de compasión,
que esta es la consolación
que me dixo su corónica:

74    'Piadoso Salvador,
fijo de Dios verdadero,
¡o solo reparador
de aquel infinito error
que fizo el ombre primero!,
¡o más claro que luzero!,
oye la respuesta triste
que trayo yo, mensagero
del muy gran justiciero,
en la merced que pediste.

75    El consejo imperial
ya de todo en todo ordena
que este tu cuerpo mortal
por dar fin en tanto mal
que muera por cruda pena;
su juizio te condepna
a sofrir muchos dolores,
por lo qual tu vista buena
de salivas será llena
por salvar los pecadores.

76    Porquel divinal mandado,
como tu sapiencia sabe,
a de ser exercitado
y nunca menoscabado
porque su nombre se alabe,
quanto más que en esto cabe
la vida de los que son;
por esto, Señor suave,
tu muerte será la llave
del su cerrado perdón.'

77    Después que me ovo mostrado
esta cruz con sus preseas,
bolvióse con su mandado
a dezir que me han tomado
estas gentes fariseas;
esto digo porque veas
que mi pasión es forçada,
que si mi vida deseas
no es posible que poseas
la gloria de mi morada.»


Verónica dixo

78    «Todo este es el conorte
que te dio este mensagero;
nunca ví peor deporte
ni más amargo conforte
ni solaz más lastimero;
ya no sé lo que me quiero,
y será triste mi vida,
y, sin manzilla cordero,
tu dolor es tan entero
que no siento qué te pida.

79    Quando, Señor, tu agonía
no pudo ser consolada
con esta mensajería
que te fuerce todavía
morir muerte desonrada,
dime Tú si te fue dada
piedad, cordero manso,
que quanto aquella embaxada
la pena te dio doblada
en lugar de algún descanso.»


Jesuchristo dixo

80    «De las soberanas cortes
dieron por final sentencia
que fuesen los mis conortes
rescebir grandes açotes
este cuerpo de inocencia,
y con gran violencia
a una colupna me ataron,
y con poca reverencia
esta mi clara presencia
mira cómo la pararon.

81    Así que, bendita hermana,
son tan amargas mis penas
que no tengo cosa sana
en este cuerpo que mana
sangre de todas las venas,
mas preso yo en las cadenas
del amor que me apasiona,
las feridas me son buenas,
porque las gentes terrenas
puedan cobrar su corona.

82     Y pues tu alma me pide
este don tan desirado,
mi rostro se te despide,
y porque dél no se te olvide
yo te lo dó figurado:
contempla quál me an parado
en este rostro excelente
que te da tu enamorado
porque sea memorado
su mérito reverente.

83    Y pues calvario me espera,
Dios te conorte la vida;
esta mi haz verdadera
en tu ansia lastimera
te dará gran alegría;
pues vuélvete, amiga mía,
que complidas son mis bodas;
ya vino la profecía
que serán salvas un día
por uno las gentes todas.»


Verónica dixo

84    «Pues te partes, mi amigo,
mi bien solo deseado,
lleva mi alma contigo
y quede el cuerpo comigo
de las sus fuerças robado;
este tu rostro pintado
es la lumbre de mis ojos,
él será siempre mirado,
acatado y adorado
para siempre de hinojos.

85    ¡O Juan, bienaventurado,
fuente de amor permanente!,
en el mundo serás nombrado
porque no as desamparado
a maestro tan prudente;
a primo de tal pariente,
virgen justo como palma,
estáte con Él presente
entr'esa perversa gente,
fasta que espire su alma.

86    ¡O gente sin piedad,
o pueblo sin compasión,
o muy dura humanidad,
contempla la novedad
desta nueva admiración!
¡O triste consolación,
o lástima dolorida,
que el rey de mi criación
por mercar mi salvación
la color tiene perdida!

87    Quando pasó por aquí
afligido y congoxoso,
como yo llorar lo ví,
aqueste lienço le dí
para su rostro lloroso,
y luego el rey piadoso,
mi deseo bien mirado,
por su poder poderoso
este su rostro precioso
me dexó en él figurado.


Adoración de la Verónica

88    Salve, santa faz preciosa,
del precioso dante vida;
salve, luz especiosa,
de la tierra tenebrosa
claridad esclarescida;
vista buena, ¿dónde es ida
tu lumbre muy radiante?,
¿por ventura ya es perdida,
que estás tan escurescida
con un amargo semblante?

89     Esplendor de nuestra tierra,
justo sol inflamativo,
concordia de nuestra guerra,
virtud en la qual se encierra
nuestro gozo primitivo,
y sustancia sin comienço,
bueno sin comparativo,
¡o rostro iluminativo!,
yo te adoro así pasivo
como estás en este lienço.

90    ¡O cara que representas
la vista de mis amores!,
mis condiciones esentas
por tí vivirán contentas,
acatadas con tus dolores;
¡o Señor de los señores,
o príncipe de la paz!,
si das color a las flores,
¿por qué con tales colores
me figuraste tu faz?

91    Las manos que te pintaron
la Luna y el Sol fizieron,
todas las cosas formaron,
a los ángeles criaron,
las estrellas compusieron,
mas, ¿por qué pintar quisieron
tan escura tu presencia?,
¿por ventura no pudieron
o colores fallescieron,
que tienes tal diferencia?

92    A tus mesados cabellos,
a tu color tan escura,
a tus carrillos muy bellos,
a los cardenales dellos,
a tu desigual tristura,
a tu singular mesura,
a la tu fruente amarilla,
al sudor de sangre pura,
al tu [mal d']espinadura,
adoro yo con manzilla.

93    Pues magüer tan diferente
de tu propia claridad,
así como estás presente,
con amor muy reverente
te adora mi voluntad;
rey de santa magestad,
adoro yo tus proporciones;
tu boca de la verdad,
tus ojos de piedad,
adoro con tus pasiones.

94    ¡O tú que pintaste el cielo
de sotil astronomía!
dime, rey de justo zelo,
en pintar aqueste velo
¿faltóte sabiduría?
Sin pinzel la luz del día
pintaste en el firmamento,
¡o Jhesus, vera sofía!,
pero [en] tu filosomía
¿dó estaba tu entendimiento?

95    Aquel color rubicundo
que el cielo en la tarde tiene;
aquel azul tan jocundo
que el luzero espira el mundo
de tu sola mano viene:
pues si a tí solo conviene
fazer colores tan vivos,
no ay coraçón que no pene
en ver tu faz, que contiene
estos colores esquivos.

96    Con saliva blanqueada,
con bofetadas bruñida,
con tu sangre matizada,
con lágrimas barnizada,
con sospiros afligida,
con escarnios denegrida,
con semejança terrible,
¡o subjecto de mi vida,
o vista descolorida!,
¿quién te paró tan pasible?

97     Esto digo con dolor
de tanta desaventura:
que potencia ni color
no faltó a mi Redemptor
quando fizo esta pintura;
¡o ciega humanal natura!
Contenpla en tu rey de gloria
que te dexa su figura
con tal visión y presura
porque ayas dél memoria.


Fin

98    ¡O tú, rey que señoreas
los cielos y el mundo agora!
Suplícote que poseas
por las tus injurias feas
la mi alma pecadora,
la qual mísera te implora
por este rostro precioso,
pues a tí su Dios adora,
que será merecedora
de mirarte glorioso.»





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