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Corona patriótica

Ricardo Palma



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Ricardo Palma publicó en 1853, su Corona Patriótica que hoy reedita la Biblioteca Nacional con el doble propósito de rendir homenaje al que fuera su reorganizador y Director y al Sesquicentenario de la Emancipación del Perú, sus precursores y próceres.

Obra escrita a los 20 años, o antes, el folleto reproducido contiene apuntes biográficos anecdóticos, algunos de los cuales pueden considerarse germen de tradiciones posteriores.

«Candideces de muchacho principiante» como califica su contenido el mismo Palma en nota manuscrita en la portada, constituye la tercera publicación del autor ya que las anteriores fueron: Rodil. Lima, 1851; La favorita, ópera. Tr. de J. T. Mansilla y R. Palma. Lima, 1852. La Corona Patriótica corresponde, de otro lado, a un año de gran actividad bibliográfica de Palma, ya que en ese mismo año, 1853, publicó en la imprenta «El Mensajero»: Romance Nacional y Lida, romance histórico.

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I

Años hace que mi voz se eleva para saludar el día más clásico de la historia del pueblo, donde la mano de la Providencia me señalara un espacio para cuna y donde tal vez encontré mi cabeza! postrero Independiente como el que más, mi corazón juvenil se ha henchido de entusiasmo ante los recuerdos que el 28 de julio despierta. Hijo de América he saludado al sol de julio, al sol de la Libertad mi fede cristiano ha consagrado al santo de Israel un himno que vibra aun en lo más íntimo del corazón.

Y hoy también se alza mi voz débil, pero sincera; porque ¡patria mía! tengo fe y creo en el porvenir que los cielos te reservan; porvenir que será espléndido, como tus bosques perfumados, inmortal como tus Andes, cuyas cimeras de plata penetran en el arrebolado firmamento, y en las que acaso posa su invisible planta el genio benéfico que preside tus destinos.




II

Bajo el azul turquí de un cielo siempre sereno y majestuoso, alentado por los rayos de un sol magnífico, alzábase un pueblo a la felicidad.

Llanos de esmeralda cubiertos de flores delicadas que abren sus corolas a los frescos besos del rocío, montes con entrañas de oro y plata que se destacan en el espacio como gigantes de granito, lagos cuyos pacíficos cristales apenas riza el murmullo de los céfiros;

Panorama donde se hallan adunados vida, esplendor y dicha, tal fue el imperio de Manco.

Ese pueblo amó al Ser Eterno en la luz y el Sol fue su divinidad.

Y en verdad ¿no os habéis imaginado cuando eleváis a Dios el pensamiento y los ojos a la bóveda estrellada, que ese sol coronado de topacios, que esa diadema esplendorosa de la cual están suspendidos los azules cortinajes del palacio de Jehová, no os habeis imaginado repito, que ese astro fecundante es el brillo de su mirada, la huella de su grandeza?




III

Pero como despeñado torrente se presentaron los conquistadores y el Lábaro de redención fue un manequi en sus manos. Mancharon con sangre sus vestiduras y erigieron altares al becerro de oro.

Y tras el escándalo que sembraron los encargados de conducir a un mundo virgen la civilización cristiana consiguieron labrar pesadas cadenas. Ellos olvidaron que el rey Profeta ha dicho -En el mismo lazo que escondieron quedará preso su pie.

Y ese pueblo, aherrojado como rebaño de esclavos, no desesperó jamás.

La esperanza es el alma del hombre.

¿Y quién ha dicho que no sea también el alma de los pueblos?

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Tres siglos de opresión pasaron como lavas candentes del infierno sobre la faz de la América y ella comprendió que Dios la había hecho señora, que su porvenir era grande.

Y escribió en el libro de su historia los nombres de Tucumán, Chacabueo, Maypú, Boyacá, Pichincha. Junín y Ayacucho. -Justo es el Señor y ha amado la justicia.




IV

Mas ya ¿qué resta de aquella generación de bravos que a nosotros, pobres plantas, nos dieron una aura suave en que respirar, la aura de los libres?

Unos pocos ancianos a los que debemos respetar como reliquias del pasado, santas memorias del ayer al hoy. Un escaso número de soldados inválidos que moran en un cuartel desaseado e insalubre, mal vestidos y peor alimentados.

Alguna vez hemos mojado nuestra pluma pidiendo para ellos un pedazo mas de pan... de ese pan que se prodiga a los que tal vez lo consiguen sin títulos que alegar. Y sin embargo, esos hombres mutilados llenos de blancas canas y honrosas cicatrices oyeron una voz que los llamaba a combatir por la patria y combatieron llenos de fe; porque para ellos dijo la Escritura -Acordaos del Señor grande y terrible y pelead por vuestros hermanos y vuestros hijos.




V

Y hoy os brindo un recuerdo gloriosas víctimas de la mas santa de las causas. Perdón si profano vuestras cenizas, arrancando una página del libro del pasado para ofrecer vuestra historia a las generaciones que están por venir.

No pretendemos atribuirnos trabajo ajeno. Las noticias biográficas que en seguida publicamos son tomadas de la Herencia Española y de algunos manuscritos y periódicos que tenemos a la vista.

Si hay algún mérito en esto, es el de haber coleccionado estas apuntaciones que pueden servir de base quizá, a la inteligencia privilegiada que ose escribir la historia de nuestra emancipación y de sus próceres.




D. José Gabriel Tupac Amaru

Era el 3 de setiembre de 1780. Los pueblos todos del Departamento del Cuzco se hallaban en completo estado de efervescencia. El Inca José Gabriel Tupac Amaru los había excitado a romper el yugo con que los humillaba el poder Ibero.

La primera chispa había prendido.

Pero aun el pueblo no se sentía fuerte para romper el yugo -Su fe era débil...

Era preciso que radiase la aurora del 4 de julio de 1792 para que viniese un 9 de diciembre.

Tupac Amaru ... moría pocos días después en un cadalso.



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Pumacahua y los Angulos

En 5 de agosto de 1814 tuvo lugar en la ciudad del Cuzco la revolución llamada de Pumacahua y los Angulos. En breve tiempo levantaron un ejército numeroso, rico en entusiasmo, aunque pobre en armas, que se batió siete veces con las fuerzas españolas.

Derrotados al fin por el General Ramírez perecieron en el patíbulo Pumacahua, los hermanos Angulos, el General San Román, y todos los principales caudillos; contándose entre estos el célebre y sentimental poeta arequipeño Melgar.




D. José Gómez

Nació en Taena. Por los años de 1810 se incorporó al Ejército Argentino mandado por el General Belgrano. Más tarde hizo algunas tentativas de revolución en Taena de donde en calidad de preso fue remitido a Lima y de aquí enviado a Casas Matas. Pretestando una enfermedad lo mandaron al hospital de Bellavista de donde fugó asilándose en Lima en la huerta de D. José María Pagador, llamada de Presa. En unión de este y otros varios patriotas proyectaron tomar por sorpresa las fortalezas del Callao y la Fragata de guerra Española «La Venganza» anclada a la sazón en la bahía.

Malogrados sus afanes por la traición de Juan Escobar, tuvo Gómez que esconderse en casa de su hermana, de donde fue sacado por Juan Vizcarra, comandante de la partida de encapados y primo hermano de Gómez, para ser ahorcado en la Plaza Mayor en compañía de D. Casimiro Espejo (quien fue entregado por su propia querida) y del D. D. Nicolás Alcázar.

D. Lorenzo Valderrama, que era otro de los sentenciados, logró escapar de la prisión y atravesó con la mayor audacia el desierto de Atacama para unirse al ejército patriota.

D. Carlos Zabalburu y D. Mariano Casas, que también fueron sentenciados con los anteriores, se mantuvieron ocultos hasta la llegada del ejército Libertador.




D. D. Nicolás Alcázar

Fue médico muy acreditado del Hospital Militar del Espíritu Santo. Entre las acciones mas notables de su vida se cuenta la siguiente:

Habiendo sido sentenciado a muerte, por causas criminales, un español apellidado Cachufeiro, le administró un brebaje que a los ojos de la justicia le hizo pasar por muerto, volviéndole a la vida con un contra-narcótico, cuando ya la familia de Cachufeiro tenia en su casa el cuerpo del supuesto cadáver.

Descubierta la complicidad de Alcázar en los planes de Gómez y Pagador, se asiló en casa de un hijo de Cachufeiro, quien fue tan infame que lo entregó a la Policía en recompensa de haber salvado a su padre de la muerte.

Alcázar fue uno de los que el 31 de diciembre de 1818 tuvieron en la Plaza Mayor el mismo trágico fin que Espejo y Gómez.




D. José María Pagador

Preferimos consignar la biografía de este ilustre patriota cuyo nombre se halla ligado a las acciones más distinguidas de su época, en los dos documentos que siguen. Ellos dicen por sí solos más que cuanto pudieran expresar nuestras palabras.

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Sr. D. José María Pagador, Palacio de Santiago 1º de junio de 1820 -Muy señor mío y amigo -Si la patria en su noble empeño por la regeneración política de nuestro continente americano recarga a sus buenos hijos con las comisiones que le interesan para llegar al fin de obra tan grandiosa; también sabe conocer el mérito del individuo cuando ejecuta con honor y valor los cargos que se le confían.

La verdadera historia del Perú, dará el lugar que corresponde en sus páginas a las víctimas que sacrificaron sus vidas, sus fortunas y sosiego por el honor y libertad de sus compatriotas. Los nombres del teniente coronel Gómez, sus dignos compañeros y el de U. serán siempre recordados con gratitud por los hijos de la Libertad; así como una maldición americana borrará de este nombre a los traidores que vendieron al gobierno del Callao la valiente empresa de que fueron víctimas y U. ha salvado la vida milagrosamente. El 21 de julio de 1818 ciertamente coloca a U. entre sus primeros compatriotas y sus padecimientos y peregrinaciones por los bosques de Huarmey, le hacen acreedor a una compensación que asegure su subsistencia y la de su familia. Yo ofrezco a U. encargarme de recomendarlo al primer gobierno peruano que se instale por la voluntad libre e independiente de aquellos pueblos. Coopere U. como lo tiene acreditado, en la comisión que le encargo al norte de Lima y está explicada detalladamente en las instrucciones que en oportunidad le serán entregadas y son de acuerdo con las del capitán Zorrilla y teniente Barrenechea; intérnese a los puntos que se le designan, acérquese a las personas que se le indican y a todos los que desean romper las cadenas de la opresión. Inflame sus pechos con la sagrada insurrrección preparada en Lima y principales pueblos del alto y bajo Perú, en cuyo apoyo he creado una armada con suficiente poder por sí sola para arrojar del Pacífico las fuerzas marítimas de Fernando el cruel y un ejército que en breve desembarcará en aquellas costas con el solo objeto de, unido a los valientes peruanos, arrojar de su opulento suelo a sus opresores y constituida la nación y sus autoridades por la libre y sola voluntad de los peruanos, regrese a Chile en los momentos que el Perú no necesite más de su presencia.

Yo no olvidaré sus trabajos y el interés con que se ha conducido U. en la justa causa de la libertad, y repito, que no perderé medio de satisfacer sus servicios. Por ahora, celebro el restablecimiento de su salud que tanto interesa a sus compatriotas oprimidos por los que va U. a sacrificarse con noble resolución, llevando de su parte a más de una sana conciencia la protección del cielo y la buena fortuna de su amigo Q. B. S. M. -Bernardo O'Higgins.




Informe

Excelentísimo Señor -El que suscribe en virtud del decreto de 6 del presente que antecede dice: Que D. José María Pagador en 8 de julio de 1819 desembarcó en Valparaíso conducido de las costas del Perú con recomendaciones muy interesantes del Vice-Almirante de la Escuadra de Chile lord Cochrane, entre otro número de nobles peruanos en cuyos pechos ardía el fuego de santa libertad. Persuadido mi gobierno del brazo fuerte de estos distinguidos peruanos, los colocó a todos en el Ejército Libertador y en la marina chilena en el rango que les correspondía de oficiales y de mayor calidad que aceptaron como lo más ansiado de su amor a la libertad, y a D. José María Pagador le tocó la ardua empresa, a que él voluntariamente se ofreció de venir al Norte de Lima en unión de otros valientes oficiales como experto y animado de entusiasmo patrio, con la comisión de promover el sistema de libertad que progresaba rápidamente,   —9→   y a cuyo efecto se encargó de varios cajones de mis proclamas y correspondencia que dirigía a los patriotas de la costa, del interior y del alto Perú. Se embarcó efectivamente en Valparaíso en la goleta Terrible el 16 de julio de 1820; y aunque naufragó en el desembarco en la costa de Huarmey el 8 de agosto siguiente, sin embargo de la muerte del capitán Zorilla, salvó la correspondencia de que venía encargado; y por informe que tuvo mi gobierno del Excelentísimo General San Martín, supe que D. José María Pagador había llenado su comisión a pesar del naufragio, escasez de numerario, enfermedades y mortales persecuciones del Virrey, admirablemente con grande aplauso de dicho General, a quien se reunió en la villa de Huacho en noviembre de 1820. El buen resultado de su comisión produjo al Ejército Libertador en el norte, abundancia de recursos para su buen éxito; finalmente, para que se cumpliese la oferta que le hice en mi carta 1º de junio de 1820, fechada en el Palacio de Santiago y que corre original bajo de mi propia firma a fojas 1º de este expediente, el Excelentísimo Sr. General San Martín lo premió confiriéndole el título de teniente comandante del resguardo del Callao, donde creo que permaneció hasta el alzamiento del traidor Moyano.

Esto es, lo que por ahora puedo informar según me acuerdo; pero si hubiera de recurrir a mis memorias de aquella época, que no están a la mano, no dudo que servicios más relevantes que los expresados, serían el lleno de su justicia. Permítame sin embargo V. E. decir por mi parte, que reconozco y considero en la persona del Sr. Pagador, uno de los peruanos fundadores de la libertad de su patria, y es todo lo que en justicia puedo y debo informar. -Hacienda de Montalván 20 de enero de 1.840. -Bernardo O'Higgins.




D. Pedro Zorrilla

Fue desterrado a Chile en 1809 por haber intentado con otros patriotas una conspiración; y habiendo tomado partido con los independientes de aquella república y elevándose a la clase de capitán, fue enviado de emisario al Perú.

Desgraciadamente se ahogó en las costas de Huarmey, en un naufragio que padeció la goleta que lo conducía.




D. Gavino Uribe

En el naufragio padecido en la costa de Huarmey por los emisarios que en 1820 condujo de Chile la goleta Terrible, amparó a Pagador y otros a pesar de la pena de muerte que se había promulgado contra los que les diesen asilo. Merced a sus esfuerzos, se repartió la importante correspondencia que anunciaba la próxima llegada del Ejército Libertador.

Después, habiéndose sublevado los prisioneros españoles de la división Orrelly, que estaban en depósito en Huarmey, fueron todos tomados por Uribe, servicio que fue de grande importancia; porque impidió la alarma de los pueblos del tránsito.




D. José Olaya

La heroicidad de este mártir de la patria, es tanto más digna de recomendarse, cuanto que era un pobre pescador chorrillano.

Por los años de 1820 llevaba correspondencia de los patriotas de Lima a la escuadra Libertadora. Entusiasmado cada día más y más continuó prestando   —10→   esta clase de servicios hasta 1823, que ocuparon Lima los españoles y puestos de nuevo en contacto los patriotas con el General Sucre, que se hallaba en el castillo de la Independencia, fiaban a Olaya sus comunicaciones.

Una tarde al recoger las contestaciones de las que había traído del Callao, fue sorprendido y se tragó las cartas.

Conducido a un cuartel expiró entre crueles tormentos, sin que le pudiesen arrancar la más leve confesión.

Sobre este hecho ha escrito el joven poeta. D. Manuel Nicolás Corpancho una composición dramática titulada El Barquero y el Virrey.




Doña Andrea Bellido

Nació en la ciudad de Ayacucho, antes Huamanga. En 1822 fue fusilada por los españoles, por su constancia en no revelarles el nombre del autor y autores de una carta firmada por ella, en la que se daban noticias importantes para que se salvara una fuerza patriota que iba a ser sorprendida en Quiccamachai, seis leguas distante de Ayacucho.

Después de la acción de la Macacona se hallaba N. Quirós en dicho Quiccamachai y por consecuencia de esta derrota, quedó cortado con toda su fuerza que no bajaba de 600 hombres, aumento que le habían dado los patriotas de Huamanga. Atacada esta fuerza por los españoles, tuvo que abandonar su posición y entre los despojos que les tomaron en la retirada, quedó una chamarra del esposo de la Bellido y se sacó de ella la carta acusadora.

Al tomar declaración a la Bellido sobre la carta, hallaron que no hablaba el idioma castellano ni menos podría escribirlo. Con este motivo creció el empeño de conocer al que había dado un aviso tan interesante y del que se había hecho un misterio en la ciudad, estando el secreto reducido a pocas personas.

La Bellido se negó constantemente a hacer la revelación, y prefirió la muerte a descubrir al que había vendido la confianza de los españoles. Aun en el momento mismo de ejecutarla, se la requirió ofreciéndola salvarla la existencia, pero ella insistió en su negativa y recibió la muerte con una firmeza inimitable, llevando su secreto a la tumba.

Murió a la edad de 61 años.

¡Gloria a la heroína!




Falucho

Revolucionados por el sargento Moyano en las fortalezas del Callao las fuerzas patriotas, un soldado a quien sus compañeros llamaban Falucho, cuando se le obligó a presentar las armas al pabellón español, exclamó:

-No puedo hacer honores a la bandera contra la cual he peleado... Malo es ser revolucionario; pero peor es ser traidor.

Y tomando su fusil por el cañón lo rompió contra el asta de la bandera.

Tan heroica acción de fidelidad fue premiada con la muerte.




Los capitanes Millán y Prudán

Tomada posesión de las fortalezas del Callao por las tropas realistas, todos los jefes y oficiales prisioneros fueron depositados en Casas Matas y de allí conducidos a pie por la Sierra con dirección a Chucuito.

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A los cinco días de marcha fugaron dos de los presos. El General Monet ordenó entonces que se sorteasen dos de los 70 que quedaban y salieron los nombres de los capitanes.

D. Domingo Millán, quien al oír su nombre contestó: ¡Servidor a la Patria!

y D. Manuel Prudán, que dijo: ¡Presente!

Pocos minutos después Millán, vestido de parada pronunciaba un entusiasta discurso que concluía con estas enérgicas palabras. ¡Al pecho, soldados! ¡Al pecho! Viva Buenos Aires! Viva el Perú!

Luego obligose a los prisioneros a pasar por delante de los cadáveres de los héroes, mártires de la causa Americana.

Era el 21 de marzo de 1824.







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