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Crónicas desde Segobriga (2). Licinio Crasso, el consuegro asesinado del emperador Claudio

Juan Manuel Abascal Palazón

[Publicado originalmente en El Día de Cuenca, 7 de agosto de 2004, p. 17.]

El 9 de octubre de 2002, arrumbado y caído entre dos columnas, apareció en Segobriga la parte frontal de un pedestal destinado a sostener la estatua de una de las personalidades mejor conocidas de la Roma del siglo I de nuestra era. Se llamaba Marco Licinio Crasso Frugi y fue un senador romano que llegó a desempeñar el consulado y a participar de forma activa en las campañas militares exteriores en época del emperador Claudio.

Hasta aquel día no sabíamos nada de la relación de este personaje con Segobriga. Pero el pedestal encontrado, que forma parte de la magnífica colección del Museo de la ciudad romana, decía lo siguiente a propósito de la estatua que había sostenido: Dedicada al patrono (de los Segobrigenses) Marco Licinio Crasso Frugi, pontífice, sodal Augustal (sacerdote) y cónsul, por decreto de la asamblea local de decuriones. Los dos cargos religiosos que se citaban en el texto eran sacerdocios reservados a las élites sociales de la ciudad de Roma, a aquellos personajes que tenían condición senatorial y una posición destacada en la vida del Imperio Romano.

Como es habitual tras descubrir una pieza de estas características, lo primero que teníamos que hacer era conocer en detalle la vida de este personaje y buscar su relación con Segobriga.

El rasgo más importante de la biografía de este Marco Licinio Crasso Frugi es que fue consuegro del emperador Claudio; su hijo, Cneo Pompeio Magno casó con Antonia, la hija del monarca, lo que convertía a nuestro personaje en miembro de la familia imperial. Su vida tuvo también muchos puntos de interés: nacido hacia el año 6 antes de la era, cuando contaba solo 33 años ya había ocupado el consulado, el puesto de mayor responsabilidad del Imperio detrás del emperador; hacia el año 40 o 41 de nuestra era desempeñó el mando de las tropas romanas en la antigua Mauritania, nombre que tenía una parte del norte de África, y recibió diferentes condecoraciones por sus éxitos; por después, cuando cumplió los 50 años, fue condecorado de nuevo tras sus campañas militares en Britannia. A todas luces, Marco Licinio Crasso Frugi era uno de los hombres fuertes de su tiempo.

Sin embargo, hacia el año 48 o 49 de nuestra era y cuando tenía unos 55 años, fue ejecutado por orden del emperador, de su propio consuegro. De las razones de esta muerte sabemos algo por Séneca, que dice que Marco Licinio Crasso Frugi y el emperador se parecían en sus actos como dos gotas de agua, hasta el punto de que el escritor hispano piensa que el cónsul, de no haber sido asesinado, hubiera podido llegar a gobernar el Imperio. Es decir, los celos y las intrigas de la corte estaban detrás de esta condena.

¿Y qué tienen que ver en esta historia los Segobrigenses? Alejados de Roma, en las tranquilas tierras del interior de Hispania, los habitantes de la ciudad buscaban continuamente apoyos exteriores que favorecieran sus intereses, que apoyaran sus negocios, que les ayudaran en la promoción personal, etc. Para ello, como los habitantes de otras ciudades, tenían la costumbre de nombrar patronos (protectores) a figuras relevantes de la vida pública en las que poder confiar para conseguir sus objetivos. Un personaje de la talla de Marco Licinio Crasso Frugi reunía las condiciones adecuadas para ser patrono de la ciudad: senador, cónsul, próximo a la corte, etc.; le sobraban virtudes para que los de Segobriga se fijaran en él.

Por eso no dudaron en honrarle con ese nombramiento y en erigirle en Segobriga una estatua en la que aparecía representado montado a caballo, que estaba sostenida por un pedestal con la inscripción que contaba su carrera y sus méritos. Naturalmente, cuando se hizo este nombramiento nada hacía sospechar del violento fin de su vida, por lo que la colocación del monumento en el foro de Segobriga tuvo lugar entre los años 27 y 41 de nuestra era.

Tras su muerte, llegaría el olvido de su figura y poco a poco la estatua se iría deteriorando con el paso de los años. Mucho tiempo después, el pedestal fue desmontado y las diferentes piezas se reaprovecharon para otras construcciones.

Una mañana lluviosa de octubre de hace dos años, durante las excavaciones en el foro, el azar nos llevó hasta lo que quedaba en Segobriga de aquel monumento, hasta este bloque de piedra con inscripción que aún atestiguaba que un día muy lejano Marco Licinio Crasso Frugi había sido protector de Segobriga.

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