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Damas que tenéis

Dante Alighieri

Traducción de Juan Ramón Masoliver






Damas que tenéis entendimiento de amor,
quiero hablar con vosotras de mi dama,
no porque crea agotar su alabanza,
sino para desahogar la mente conversando.
Digo que cuando pienso en su valor,
tan dulce Amor se me hace sentir,  5
que si entonces no perdiera el atrevimiento,
con mi hablar haría que se enamorase la gente.
Y no quiero hablar tan alto
que por temor me vuelva vil;
sino que trataré de su noble condición,  10
por respeto a ella, ligeramente con vosotras,
damas y doncellas enamoradas,
pues no es cosa que deba hablarse con ningún otro.
Un ángel invoca al divino intelecto
y dice: «Señor, en el mundo se ve  15
como maravilla el acto que procede
de un alma cuyo resplandor alcanza hasta aquí».
El cielo, que no tiene otro defecto
que el de no tenerla, la reclama a su Señor,
y todos los santos suplican esa merced.  20
Sólo la Piedad nuestra parte defiende,
y habla Dios, que conoce bien a mi dama:
«Amados míos, sufrid con resignación que
vuestra esperanza esté ahora, y cuanto yo desee,
allí donde hay uno que espera perderla,  25
y que dirá en el infierno: ¡Oh mal nacidos!
Yo vi la esperanza de los bienaventurados».
Mi dama es deseada en lo más alto del cielo:
ahora quiero haceros saber de su virtud.
Digo que la que quiera parecer noble dama,  30
vaya con ella, pues cuando pasa por la calle,
Amor arroja hielo en los corazones villanos,
y así congela y mata todos sus pensamientos;
y quien pudiera soportar el mirarla,
se ennoblecería, o moriría.  35
Y cuando encuentra a alguien que es digno
de contemplarla, ése prueba su virtud,
pues se le vuelve salud lo que ella le da,
y tanta humildad le entrega, que toda ofensa olvida.
Y todavía Dios le ha concedido,  40
como excelente gracia, que no pueda
terminar mal quien le ha hablado.
Dice de ella Amor: «Algo mortal,
¿cómo puede ser tan hermoso y puro?».
Luego la mira, y jura para sí  45
que Dios pretendía hacer algo nuevo.
Tiene casi el color de las perlas, tal como
le conviene a una dama, no sin mesura:
ella es cuanto de bien puede hacer la naturaleza;
y la hermosura se prueba con su ejemplo.  50
De sus ojos, según ella los mueva,
brotan espíritus inflamados de amor,
que hieren los ojos de quien la mira,
y de tal manera lo atraviesan, que cada uno alcanza
el corazón: vosotras veis Amor pintado  55
en su rostro, allí donde nadie puede mirarla
fijamente. Canción, yo sé que irás hablando
a muchas damas, luego que te envíe.
Te aconsejo ahora, porque te he educado
como hija de Amor, joven y sencilla,  60
que allí donde vayas, suplicando digas:
«Mostradme el camino, pues me envían
a aquella de cuya alabanza estoy adornada».
Y si no quieres andar en vano, no permanezcas
donde haya gente villana: procura, si puedes,  65
mostrarte sólo a damas y hombres corteses:
ellos te guiarán por el camino más rápido.
Junto a ella encontrarás a Amor;
encomiéndame a él, como debes hacer.





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