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1

[Las páginas 37 a 42 del original presentan el aparato de notas. (N. del E.)]

 

2

Véase RAFAEL ALVARADO, De nomenclatura juxta praeceptum aut consensu biologorum (Tecnicismos, cultismos, nombres científicos y vernáculos en el lenguaje biológico), Madrid, Discurso de ingreso en la Real Academia Española, 23 de abril de 1982, pág. 47.

 

3

Antes que nada quiero poner de relieve la deuda de todos los que estudiamos el exilio posterior a la Guerra Civil con José Luis Abellán, que fue el primero en impulsar dicho estudio con considerable energía y penetración. Me refiero ahora a los cuatro tomos de El exilio español de 1939, Madrid, 1976-1977. (Son importantes las contribuciones de Vicente Llorens al primer volumen, como el ensayo panorámico «La emigración republicana de 1939», págs. 95-200.) Son indispensables también las publicaciones de los investigadores especializados de la Universidad Autónoma de Barcelona (el GEXEL: Grupo de Estudios del Exilio Literario), bajo la dirección de Manuel Aznar Soler; véanse las notas 5 y 6.

 

4

Así la colección de cuentos Esquemas (México, 1954) y las novelas Plazas sin muros (México, 1960), El último oasis (México, 1964) y Contra la luz que muere (Nueva York, 1982).

 

5

En su honor acaba de aparecer el volumen Encuentros en la diáspora. Homenaje a Carlos Blanco Aguinaga, Publicaciones del GEXEL, ed. de Mari Paz Balibrea, con Rosaura Sánchez, Beatrice Pita y Jaime Concha, Sant Cugat del Vallès, 2002. El libro trae una Bibliografía de los escritos del homenajeado, quince ensayos y un cuento de Roberto Ruiz.

 

6

Sobre este grupo de escritores se vienen escribiendo comentarios útiles. Véase por ejemplo M.ª Teresa González de Garay Fernández y Juan Aguilera Sastre (eds.), Actas del Congreso Internacional celebrado en la Universidad de La Rioja del 2 al 5 de noviembre de 1999, Logroño, 2001: ENRIQUE DE RIVAS, «Destierro: ejecutoria y símbolo» (23-28); VÍCTOR FUENTES, «¿Últimas voces del exilio español en América?» (29-40); y EDUARDO MATEO GAMBARTE, «Tomás Segovia: su visión del exilio» (43-52). Ya aparecían estos escritores en el tomo IV de El exilio español de 1939 de JOSÉ LUIS ABELLÁN, en los muy buenos resúmenes de Germán Gullón y Aurora de Albornoz, sobre el ensayo y la poesía respectivamente. Véase también el excelente Prólogo de Mari Paz Balibrea a Encuentros en la diáspora (la nota anterior); y del propio BLANCO AGUINAGA, «La cuestión de la vuelta en los poetas del exilio mexicano», en Sesenta años después. Las literaturas del exilio republicano de 1939, ed. Manuel Aznar Soler, GEXEL, Sant Cugat del Vallès, 2000, I, págs. 439-458.

 

7

VICENTE LLORENS, Memorias de una emigración. Santo Domingo, 1939-1945, Barcelona, 1975, pág. 56.

 

8

Sin la generosísima ayuda de Amparo Ranch, que me ha enviado publicaciones, cartas y documentos, no hubiera sido posible escribir el presente discurso. Le quedo agradecido de todo corazón. Tengo copias de las cartas citadas hasta aquí. Además las recuerda la propia AMPARO RANCH, «Itinerarios culturales y rasgos humanos del Profesor Vicente Llorens Castillo», en L'exili cultural de 1939. Seixanta anys després, Actas del I.er Congreso Internacional (Valencia, 2001), ed. de M.ª Fernanda Mancebo, Marc Baldó y Cecilio Alonso, Valencia, Universidad de Valencia, 2001, I, pág. 365. Traen también muchos datos CECILIO ALONSO y AMPARO RANCH, «Vicente Llorens Castillo: cartas desde la emigración, 1939-1956. Correspondencia con Eduardo Ranch Fuster», en El exilio literario español de 1939. Actas del Primer Congreso Internacional (Bellaterra, 27 de noviembre-1 de diciembre de 1995), Publicaciones del GEXEL, ed. Manuel Aznar Soler, Barcelona, 1998, págs. 471-498.

Escribo el apellido, Llorens, sin acento, como él lo hacía, sin castellanizar.

 

9

En la carta del 22 de junio apuntaba también: «Casalduero padece después de dos años en Alemania la misma manía».

 

10

Véase LLORENS, Memorias de una emigración, pág. 56.