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121

La denuncia de la morbosidad del público que presencia las ejecuciones va unida siempre al rechazo de la pena de muerte. Cfr. t. 2 cap. 30, «¡Y era él!», pp. 312-316: «Este acto de justicia salvaje en que los hombres ostentan por las leyes sociales el derecho tiránico de asesinar a los hombres»; t. 3, cap. 28, «Quien era el hombre misterioso», pp. 274-75: «Entre nosotros no tanto se castiga al delincuente como se le asesina e insulta». Villergas se extiende largamente en expresar su repudio ante el escarnio y humillación que sufren los ajusticiados en su camino hacia el cadalso.

 

122

Cfr. t. 2, cap. 7, «Historia de la marquesa de la Calabaza», pp. 86-87. Villergas añade: «Cuestión es esta demasiado grave, que procuraremos dilucidar lo más extensa y concienzudamente que podamos en otro capítulo». En realidad no lo hizo.

 

123

Cfr. t. 3, cap. 2, «La medicina que mata», pp. 16-19.

 

124

Cfr. t. 3, cap. 7, «El Garito. Segunda parte», pp. 75-78.

 

125

Cfr. t. 3, cap. 1, «Un poeta», pp. 5-8; t. 3, cap. 6, «El garito», pp. 65-66 y, ss.

 

126

Cfr. t. 3, cap. 1, «Un gran empleo», pp. 5-13. Todo el capítulo está dedicado a la policía secreta.

 

127

Cfr. t. 1, cap. 9, «Temores y esperanzas», pp. 98-100. Los interesados puntos de vista en cuanto a gustos literarios se extienden y abarcan diversos motivos. Véanse t. 2, cap. 1, «Un poeta», pp. 5-15. sobre la representación de El Trovador; t. 2, cap. XX, «La visita deseada», pp. 213-225, contra el furor filarmónico; t. 3, cap. 9, «Solución de un enigma», pp. 122 y ss., alusiones negativas en torno al «comité del Príncipe»; t. 3, cap. XIII, «El rigor de las desdichas», pp. 145-147, donde ataca a Gil y Zárate por su Manual de literatura (1844).

 

128

Cfr. t. 1, cap. 8, «Candelas», p. 87.

 

129

Cfr. t. 1, cap. 20, «La comisión», p. 216.

 

130

Cfr. t. 1, cap. 20, «La comisión», p. 218.