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ArribaAbajoLa primera versión de De Villahermosa a la China en prensa

María José ALONSO SEOANE


Universidad Complutense (Madrid)

Todavía en nuestra época, Nicomedes-Pastor Díaz y su novela De Villahermosa a la China producen apasionamientos en la crítica de la literatura española. A veces se tiene la impresión de que, además de motivos que tienen que ver directamente con su consideración literaria, debe haber otros, inadvertibles, que producen cierta confusión irritante: quizá el hecho de que al autor siempre haya que buscarlo dos veces en los índices onomásticos (por Díaz y por Pastor); quizá el título, que resulta desconcertante -e incómodo de citar-. Desde luego, algo que predispone en contra al estudioso es la anarquía de fechas con las que se localiza De Villahermosa a la China en la historia literaria; con todo lo que esto supone para la valoración de la importancia e influencia de esta novela. Obra que, a pesar de éstos y otros motivos, siguiendo el parecer de Montesinos, pienso que debe seguir considerándose como «sobremanera interesante».763

Si los dos primeros problemas aludidos poco remedio tienen, en este trabajo me propongo aclarar la cuestión -realmente importante-, de las fechas. En algún caso, modificando de modo definitivo una de las que se daban por seguras: la de su publicación parcial en el folletín de La Patria, cuya localización ha hecho posible el estudio de esta versión de la primera parte de De Villahermosa a la China. He contado también con la utilización de documentos manuscritos autógrafos que se conservan; en particular, el de la novela y el del cuaderno que aparece con el título (manuscrito) de «Datos de la vida desde la salida de Vivero hasta marzo, 2 de [1]863».764 Su uso ha sido de grandísimo interés, aunque aquí sólo podré exponer lo directamente relacionado con la clarificación de las fechas y el estudio de las principales variantes de la versión aparecida en prensa.

I. Las palabras de la Advertencia

Primera versión de la novela, hacia 1844

En la Advertencia que aparece al frente de la edición de De Villahermosa a la China (Madrid, Rivadeneyra, 1858, 2 vols.), se plantean varias cuestiones que han dado lugar a interpretaciones diferentes sobre las fechas de redacción de la novela y de las etapas previas a la impresión completa de la misma. Pastor Díaz inicia así su desolada Advertencia, llena de armas para sus enemigos:

«Trece años hace que escribí estas páginas; trece años, que en nuestros tiempos son más que un siglo. En 1848, el periódico La Patria insertó en sus folletines la primera de las cuatro partes en que se divide mi obra. La parte y la obra llevaban los mismos títulos que hoy».765



En consecuencia, aunque se suele fechar De Villahermosa a la China por su publicación completa en libro (1858), haciendo, por lo general, alusión a la publicación de la primera parte en prensa -al no ser posible obviar el dato conocido a través de la Advertencia-, hay investigadores que proponen fechas anteriores. Así, Chao Espina, que dedicó su tesis doctoral a Díaz y al que se deben muchas noticias sobre el autor, da 1845 como fecha de publicación de la primera parte;766 dato que recoge Brown, con cautela.767 Otros, como recientemente Flitter,768 dan estas fechas tempranas sólo como de redacción. Pero, evidentemente, escribir un libro no es publicarlo: todos pasan por un proceso temporal más o menos largo -sobre todo si es una obra extensa-; aunque el proceso se conozca, nunca se fecha por esos datos, a pesar de que deban tenerse en cuenta. Pero esta excepción también parece formar parte de la confusión crítica que ha creado esta novela singular, desprotegida de obras similares en el propio autor y época.769

Para la clarificación de lo relativo a la primera redacción de De Villahermosa a la China, contamos, en primer lugar, con los datos textuales que ofrece el manuscrito de la novela -que es el que sirve para la impresión del libro-. A su vista, siempre que se acepte lo que nos dice Díaz con respecto al dato de los trece años, podemos decir que la primera redacción del libro debe fecharse en 1844, teniendo en cuenta la dedicatoria que consta en el manuscrito:

«A su querido amigo D. Joaquín Francisco Pacheco En homenaje de altísima estimación. En recuerdo y testimonio de veinte y cuatro años de muy tierna y nunca interrumpida amistad, dedica este libro Nicomedes-Pastor Díaz. Madrid- Noviembre de 1857».



La dedicatoria está algo modificada en el libro impreso: aparece con la fecha de febrero de 1858, y, consecuentemente, se rectifica la cantidad de años de amistad, que aparecen, en el volumen, como veinticinco. Sin embargo, no se modifican las palabras iniciales de la Advertencia: «Trece años hace...», que ahora deberían haberse convertido en catorce. En consecuencia, la fecha más probable es la de 1844; aunque, en cualquier caso, sólo cabe hablar de esa versión no publicada como de algo aproximado, lo que hace que esta cuestión no llegue a tener más que m interés relativo.

Trece años antes: la redacción completa del libro o sólo de la Primera Parte

Otra cuestión es la de si para entonces estaba o no escrito el libro entero. Algunos, quizá sólo por las palabras iniciales de la Advertencia -y, probablemente, teniendo en cuenta los textos que traslucen modificaciones cercanas a 1858-,770 consideran que Pastor Díaz solamente escribió entonces el primer libro de los cuatro que componen la novela. Así lo hace, entre otros, Chao Espina, que sitúa la redacción de lo que falta entre 1850-54.771 Sin embargo, hay que pensar que, en rasgos generales, estaba completa antes de que se hubiera empezado a publicar en prensa. Entre otras razones -como la permanencia del título, que alude a un comienzo y a un final inequívocos-, porque en otro caso no habría tenido sentido la explicación que da Díaz de la interrupción de su publicación en La Patria:

«Al escribir este libro, tuve sin duda el pensamiento de publicarle. Después de acabado, conocí que lo había escrito para mí solo, y que el descolorido engendro de algunas noches de insomnio, en la convalecencia de una enfermedad, era como un cuadro que un preso hubiera pintado a la luz artificial de un calabozo, incapaz luego de resistir la prueba de ser mirado a la claridad del día.

Suspendí entonces con despiadada severidad su publicación, fui menos indulgente que el censor más severo, y guardé los borradores del malhadado manuscrito, como se guarda un feto monstruoso en un gabinete de curiosidades abortivas».772

La corrección del libro que Pastor Díaz no pudo llevar a cabo

Por último, en cuanto a las correcciones que, en la Advertencia, el autor declara no haber hecho, es necesario hacer algunas precisiones. Pastor Díaz plantea la cuestión, al hablar de los motivos que le llevaron a publicar el libro tal como estaba:

«Y cuando, contra las esperanzas que algún tiempo abrigué de corregirlo o renovarlo, he visto lo que se han resentido de mis últimos padecimientos mis fuerzas intelectuales, he creído que más bien que modestia, había vano orgullo y disfrazado amor propio en no querer publicar lo mediano que había sabido hacer, en lugar de lo bueno que sería incapaz de producir».



Ciertamente debió haber sido así. Pero, a la vista del folletín y del manuscrito -que han de considerarse de modo independiente-,773 esta declaración debe entenderse en el sentido de no haberlo sometido a una reestructuración a fondo. Porque, aunque menores, hay variantes en el folletín con respecto al manuscrito; y en el manuscrito con respecto a la publicación en los dos volúmenes de Madrid, 1858. Correcciones de última hora, también; que van desde septiembre de 1857, en que declara haber terminado la novela en su cuaderno de «Datos» -o desde noviembre, en que fecha la dedicatoria a Pacheco-, y los primeros meses de 1858: febrero, en que aparece fechada la dedicatoria impresa; marzo, en que, según lo que anota en el mismo cuaderno, se comienza a imprimir; y, probablemente, a medida que se imprime hasta su salida en el mes de mayo.774 Por cierto, un subtítulo que no prosperó, anotado en el manuscrito y después tachado, desde mi punto de vista hubiera orientado mejor el significado del libro: «Coloquios íntimos de cuatro personas de nuestros días»; en vez de «Coloquios de la vida íntima», que es el subtítulo con que se editó.775

En realidad, no sólo las correcciones tienen una complicada relación con las fases de escritura de la novela, sino que la vida del autor y la redacción de su obra ofrecen una amalgama en que es difícilmente distinguible la sucesión temporal y sus relaciones; algo tan importante en De Villahermosa a la China. En el cuaderno de «Datos», hay anotaciones posteriores a 1849 que, a primera vista, parecen anteriores a la redacción de la novela; siendo así que no lo son, puesto que se refieren a escenas ya publicadas en el folletín. Estos aspectos muestran una continuidad vital, quizá incrementada por la misma publicación en prensa y las lecturas que Pastor Díaz daba por entonces; siempre dentro de una identificación biográfica Díaz-Javier que, en rasgos generales, puede aceptarse en algunos sentidos. De este modo, se anticipa en la novela, como actitud vital, lo que en la trayectoria biográfica de Pastor Díaz va desarrollándose en los primeros años de la década de 1840 y fragua, definitivamente, hacia 1854. Sin embargo, para entonces, De Villahermosa a la China, en lo fundamental, ya estaba escrita.

A este respecto, son especialmente significativas algunas frases del cuaderno de «Datos de la vida» que manifiestan hondos cambios de su evolución espiritual. Así, puede leerse al comienzo del año 1850: «Muchas intrigas amorosas- Gozo mucho- Ningún afecto profundo [...] Tiempo magnífico Bailes de Carnaval en Villahermosa. Muchas que me asedian: ya me siento mal moralmente en aquel sitio [...]». El cambio real, a mayor seriedad de vida, parece que puede fecharse en 1854, año en que aparecen datos innegablemente significativos, como la mención de su amigo Donoso, cuyas ideas habían cambiado radicalmente, y que había fallecido como ferviente católico el año anterior: «Apuros míos- Donoso- Consuelos religiosos- Buenas y falsas amistades- [...] Conferencias religiosas- paseos con él-». Es en Turín, poco después, cuando -gravemente enfermo- decide en cualquier caso publicar sus obras.776 Sin embargo, sólo da por finalizada De Villahermosa a la China para su publicación completa, en Madrid, en 1857: «Septiembre- Concluyo mi novela- Se la leo a Sofía- Noviembre. Leo mi novela en mi casa a Señoras».777

II. El folletín y variantes del mismo

Una fecha que siempre se ha dado por segura, es la de la publicación de la primera parte de la novela en 1848 en el folletín de La Patria, según las palabras de la Advertencia. Pero en ellas se deslizó un importante error: sin darse cuenta, Pastor Díaz dio una fecha equivocada (1848) para la publicación de la primera parte de De Villahermosa a la China en prensa; fecha que en adelante habrá que rectificar. En realidad, él sí entregó el original a Pacheco en 1848; pero el folletín -como el periódico- no se publicó hasta 1849: antes, no existía. La obra de Díaz se inserta entre el 1º de enero de 1849 y el 11 del mismo mes; haber localizado la publicación, me ha permitido, lógicamente, conocer las cuestiones relativas a las variantes de esa primera parte de De Villahermosa a la China.778

No hay variantes esenciales en la versión del folletín con respecto a la edición en libro, aunque algunas de ellas tienen objetivo interés. La mayor parte de las correcciones son de estilo; a veces, bastante numerosas. En conjunto, supone una relectura del autor, matizando la elección de palabras, añadiendo o quitando; como todavía hará en el mismo manuscrito, al entregar la obra completa a la imprenta. Una variante de interés -y curiosidad- por su relación con el argumento completo de la novela, consiste en el cambio, ya anotado, del nombre del protagonista, que en el folletín aparece como César y en el libro como Javier.779 Este último nombre era muy conveniente al menos en razón de la identificación del personaje novelesco con el misionero por antonomasia, San Francisco Javier, y el cuadro del mismo, que se produce al término de la novela en una escena efectista. Sin embargo, el conjunto del argumento, incluida la conversión y el final del héroe no lo requerían imprescindiblemente: de hecho, el título de la obra (De Villahermosa a la China), aparece desde el principio y todo el primer libro, el publicado en folletín en 1849, se concibe sobre el eje de la última noche del mundo. Las variantes que hacen pensar que no tenía algunos detalles esenciales deben entenderse sólo como anticipaciones del narrador que el autor establece, años más tarde, al corregirlo.

Sin embargo, las variantes que presentan mayor interés son las determinadas por el cambio interior de Pastor Díaz; que se manifiesta unido a los aspectos temporales, complejamente articulados, que dan el tono tan característico de De Villahermosa a la China.780 Todos ellos, son consecuencia de su referencia al pasado -el de su juventud, y el de la juventud de su generación, la de 1834-;781 y de los distintos momentos de redacción de la novela, especialmente los de su publicación en folletín y, años después, en los dos tomos del libro.782 Esta complejidad de las referencias temporales se manifiesta en ámbitos variados, unidos por el diferente juicio que Pastor Díaz hace con el paso del tiempo.

Uno de estos puntos de interés es el tratamiento de la visión de Madrid, escenario del romanticismo; motivo importante en el libro primero, que en los siguientes se abandona por Galicia. En él, Pastor Díaz incluye, con gran belleza, un emocionado recuerdo de los bailes de máscaras de Villahermosa.783 El tiempo transcurrido entre la primera redacción y el texto de 1858, dentro de lo esencial que se mantiene, se advierte en la consideración global de Madrid que, en este fragmento, aparece unida a la cuestión literaria de lo que para Díaz es la novela frente al libro -denominación que defiende oficialmente para su obra-. Visión última de Madrid en que se incrementa la ironía romántica tan importante en esta obra;784 dando lugar a una de las variantes más extensas de esta primera parte, en que se mezclan el recuerdo de las noches de carnaval en Villahermosa -reciente cuando Díaz escribe su novela, pero ya no en el momento de la publicación del libro (1858)-. En la versión en prensa puede leerse785:

-Una de aquellas noches... No podemos describirla, sin embargo. Sus memorias están sobrado recientes para que podamos idealizarlas con colorido brillante, ni recargar con demasiado negro lo oscuro de las sombres. Al lector de Madrid le sobra con un recuerdo: al de provincias lo colocaremos en la Puerta del Sol, a las once y media de la noche.

Volved la vista al Oriente. Dos espaciosas calles se abren delante de vuestro ojos. Tomad la de la derecha. No preguntéis por el término de vuestra dirección: la multitud os conduce. La anchurosa acera de la carrera de San Jerónimo [...]



En el texto en volumen, se suprime la referencia a la cercanía temporal; sin embargo, tampoco se describe, acudiendo a razones completamente diferentes:

-Una de aquellas noches... No la describiremos; las descripciones de Madrid no son poéticas. Falta la inmensidad, y el misterio, y la larga distancia, y la antigüedad y la magnificencia a nuestra capital, que ni nombre de ciudad admite; falta la natural belleza en donde no hay vegetación, ni ríos, ni aguas; falta el colorido del arte donde no hay monumentos ni edificios. Pueden hacerse casas con ladrillo, pero catedrales y libros, palacios y epopeyas, no. Al que describe escenas de Madrid no le queda más que la bóveda de su cielo y el corazón del hombre. Las calles, las plazas, los pórticos y las columnas, las escalinatas y las alamedas, no darán nunca fondo de paisaje a sus recuerdos ni tono de color a sus pinturas. Hablemos en prosa.

Son las once y media de la noche de un 15 de febrero en la Puerta del Sol. La ancha acera de la carrera de San Jerónimo [...]



Siguiendo con el entrecruzamiento de planos temporales, en el discurso del narrador se establecen cambios de acuerdo con la diferencia de fechas de publicación y de la vida del autor. A veces, Díaz actualiza el texto sin mayores complicaciones, añadiendo sólo lo necesario para establecer una mera referencia temporal:

- de la sociedad en que vivimos.

- de la sociedad en que vivimos nuestros juveniles años.



En otras, sin que aparentemente queden huellas en las variantes, puede observarse que un hecho biográfico concreto -no ligado al sentido total de su vida y su novela, impulsa a Díaz a establecer cambios en el texto. Así ocurre con la estancia intermedia en Italia (1854-55), tras la cual dulcifica una opinión emitida en la versión publicada en prensa:

- no es Italia el país en que una española pueda emplear sus afectos.

- no es Italia tal vez, a pesar de los encantos de su buena sociedad, el país más a propósito en que una española pueda olvidar los caracteres del suyo.



Sin duda, las variantes de mayor importancia son las que se refieren a un grado más profundo del cambio de actitud ante el sentido de la vida que en aquellos años experimentó Nicomedes-Pastor Díaz. En las variantes de este tipo, el autor busca precisar el pensamiento ya expuesto en la totalidad de la obra; pero que años más tarde considera necesario dejar todavía más patente. En algunas ocasiones se trata de una sola -pero significativa- palabra:

- bajo aquellos artesones se exhalaron los momentos más brillantes de nuestra existencia.

- bajo aquellos artesones pasaron las noches más brillantes de nuestra mundana existencia.



En otras, se requiere mayor extensión para matizar lo relativo a los conceptos que le interesa precisar; sin los malentendidos que podrían haberse dado en frases escritas a la ligera. Así, con lo concerniente a la idea de felicidad:

- era la alegría, la felicidad, el placer; a lo menos el olvido de las penas del mundo.

- era la alegría, la felicidad, el placer; era, no la felicidad sin duda, que no somos blasfemos ni insensatos, pero era de seguro el olvido de las penas del mundo.



O bien el tema del mundo, cuya «última noche» constituye el entramado del primer libro de la novela -relacionado con el de la felicidad-; que exige una ampliación del texto en la versión definitiva:

- [la felicidad] que no me la daba; ¡como si el mundo la tuviera. Por eso he venido [...]

- [la felicidad] que no me la daba; ¡necio de mí! ¡como si el mundo la tuviera! No soy insensato ni misántropo, señora... Yo le debo todavía la existencia, sino que no es a él a quien tengo que consagrarla. Por eso he venido [...]



En algunos casos, la decepción y el pesimismo de Pastor Díaz en su última época afila aguda y negativamente sus apreciaciones sociales; de modo que la frase relativamente neutra de la primera versión se agrava, con pocos trazos, en la definitiva de 1858:

- los que, a pesar del refinado lujo de la clase media y de la altanería de las aristocracias liberales

- los que, entre el insolente lujo de las clases recién enriquecidas y la altanería despiadada de las aristocracias liberales



También, y por último -de acuerdo con el didactismo profundo de su novela-, se nota el esfuerzo por precisar su pensamiento en algo que le dolía de veras: la incomprensión de la sociedad ante lo valioso que tiene pocos efectos prácticos -«positivos»-:

- aquellos esfuerzos, aquellos trabajos, aquellos sacrificios que la sociedad no ve o que no comprende.

- aquellos esfuerzos y aquellos sacrificios que la sociedad no acepta, porque no los ve, ni los cree, porque no los comprende.



*  *  *

De Villahermosa a la China refleja, en el proceso de su redacción y publicación, la trayectoria interna de su autor y su relación con él. Espero que el esfuerzo por iluminar las cuestiones relativas a las fechas en que la novela fue desenvolviendo su azarosa andadura, así como la localización y estudio de la versión aparecida en prensa, contribuyan a mejorar el conocimiento y situación de la obra de Nicomedes Pastor Díaz en la literatura española, como corresponde a una de las claves del romanticismo español entre dos épocas.