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En la Junta Directiva de la Sociedad, que se inauguró en La Coruña el 1 de enero de 1884, figuran, entre otros, Salvador Golpe, como Secretario; Antonio Mª de la iglesia como Tesorero; y José Pérez Ballesteros y Francisco Mª de la Iglesia, como Vocales, todos ellos colaboradores de la Revista de Galicia (cfr. Biblioteca de Tradiciones Populares, t. 4 -Folk-lore gallego. Miscelánea por Emilia Pardo Bazán y varios escritores de Galicia-, Sevilla, Alejandro Guichot y Compañía, editores, 1884.)

 

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No cabe exponer aquí las razones que me han llevado a identificar esta firma como seudónimo de Emilia Pardo Bazán, por lo que remito a la Introducción mencionada en la not. núm. 857.

 

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La Revista Europea, que en 1880 iniciaba su año VII, salía todos los domingos, en formato semejante al que adoptó la Revista de Galicia, con 32 páginas a dos columnas y se jactaba de contener «mayor cantidad de lectura que las demás publicaciones de su clase, con las principales firmas de España y del Extranjero, y siendo el resumen del movimiento científico, artístico e intelectual del mundo.» En su aspecto externo, la Revista de Galicia no se parecía a la Revista de España, que existía desde 1868, y tenía un tamaño menor. El espíritu que la inspiraba a la altura de 1880 era próximo a la Institución Libre de Enseñanza.

 

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En una carta a Francisco Giner, se disculpa por no haberle remitido los primeros números de la Revista de Galicia para intercambio con el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, y añade: «En efecto es tiempo perdido, para V. al menos y otros que estén a la altura de cultura que V. alcanza, leer ese periódico. Pero puede valer, como curiosidad, para esa Biblioteca.» En junio escribía a Menéndez Pelayo: «Extrañará V. que no haya dado cuenta en la Revista de la Historia de los Heterodoxos como lo hice de La Ciencia Española. Pero fue debido a que quiero consagrar a V. un estudio detenido que publicaré en la Europea y por eso no quise desflorar el asunto ni detenerme a encarecer sus méritos de V. donde nadie, o casi nadie, tuviese de ello noticia.» La Revista de España, la Revista Europea eran foros más aptos para ese artículo, aunque, como le comentaba en otra carta del mes de agosto: «Tendré que usar algo del balancín, para que en la Europea no le pongan la tacha de ultramontano, que excluyó de la de España mi artículo sobre Galdós, que tiene bien poco de ultramontano, sin embargo.»

 

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La Literatura Francesa Moderna. El Naturalismo, Madrid, Renacimiento s. a., p. 24. También en El lirismo en la poesía francesa, Doña Emilia, al hablar de la vitalidad del movimiento romántico, repite la misma idea: «Los 'hechos' románticos fueron numerosos y brillantes, y los 'hombres' que realizaron estos hechos permanecen en primera línea en las clasificaciones literarias, hoy que su tiempo ha pasado. Y aun pudiéramos recontar otras señales de la vitalidad pujante con que aquella escuela salió a plaza: siendo la más clara y persuasiva de todas, el retoñar incesante de sus ideales estéticos y de sus consecuencias psicológicas al través de todo el resto del siglo XIX, y en lo que va de nuestro siglo» El lirismo en la poesía francesa. (vol. póstumo), Pról. de L. Araujo Costa, Madrid, Renacimiento, s. a., p. 287.

 

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Barcelona, Labor, Col. Clásicos, 1971 («Textos hispánicos modernos» 15), pp. 7-49.

 

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En múltiples ocasiones defendió Emilia Pardo Bazán su eclecticismo estético, pero baste como muestra por su proximidad a las novelas que analizarnos el Prólogo a La dama Joven (1885). donde escribe: «Presiento y adivino lo que de este libro dirán críticos y lectores: que hay en él páginas acentuadamente naturalistas, al lado de otras saturadas de idealismo romántico. Yo sé que todas son verdad, con la diferencia de darse en la esfera práctica, que llamamos de los hechos, o en otra no menos real, la del alma. Vida es la vida orgánica, y vida también la psíquica, y tan cierta la impresión que me produce un Nazareno o una Virgen, como los crudos detalles de La Tribuna, o las rusticidades de Bucólica. Reclamo todo para el arte, pido que no se desmiembre su vasto reino, que no se mutile su cuerpo sagrado, que sea lícito pintar la materia, el espíritu, la tierra y el cielo» (Barcelona, Cortezo, Biblioteca «Arte y Letras», 1985, p. XV).

 

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Publicados en 1886, por indicación de J. Yxart, como Prólogo a Los Pazos de Ulloa, en la editorial Cortezo de Barcelona. (O. C., t. 3. Madrid, Aguilar, 1973, p. 706). La admiración por la poesía de Zorrilla se patentiza todavía en los años 90, en un elogioso artículo, «La poesía de Campoamor y Zorrilla», de El Nuevo Teatro Crítico (1891).

 

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En los mencionados Apuntes escribe la autora: «A la edad de catorce años se me había permitido leer todo: historia, poesía, ciencias, novelas de Cervantes y letrillas de Quevedo; sólo estaban puestas en entredicho las obras de Dumas, Sue, Jorge Sand, Víctor Hugo y demás corifeos del romanticismo francés. Siempre que se nombraban delante de mí, era dando a entender que no había lectura más funesta para una señorita». (O. C., Madrid, Aguilar, 1973, t. 3, p. 706).

 

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Apuntes Autobiográficos. En O. C., t. 3, Madrid, Aguilar, 1973, p. 706.