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En 1888, en De mi tierra, con algo más de conocimiento gracias al paso de los años, haciendo uso de la praeteritio clásica, escribirá: «No es razón la presente de reseñar el renacimiento catalán desde el primer acento de su musa lírica moderna exhalado por boca de Aribau [...] hasta su actual plenitud; bástenos recordar que la literatura catalana comprende hoy todos los géneros, desde la tragedia al sainete, y desde la novela a la gacetilla; que cuenta con vates de pensamiento moderno muy exquisito y refinado, con novelistas dignos de ponerse al lado de los que más honran la prosa castellana, y por último, que en Cataluña nació y en catalán escribe el solo poeta épico de vena robusta que hoy existe en la península: mosén Jacinto Verdaguer» ([1888] Vigo, Edicions Xerais de Galicia, 1984, pp. 19-20).

 

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Fechada el 26 de diciembre, deja ver por su tono amistoso que ambos escritores se conocían ya por cartas anteriores. Oller confiesa que el personaje de Borrén le parece poco verosímil y que teme incurrir en plagio porque percibe similitudes entre La Tribuna y su Vilaniu, que está próximo a salir (A. Freire, Ob. cit., pp. 167-169). Los temores de Oller llegarán a obsesionarle. En su respuesta Pardo Bazán trata de tranquilizar su ánimo: «Ningún mal rato le debe dar a usted el que en su Vilaniu haya dos o tres puntos de contacto con La Tribuna y otras novelas actuales. Nunca olerán a imitación, no siéndolo realmente. Existen corrientes intelectuales y estéticas que se imponen, y ya sabe usted mi opinión manifestada en La cuestión palpitante: los antiguos se copiaban o coincidían entre sí bastante más que nosotros» (fechada en enero de 1884, cfr. Oller, Membries..., p. 70).

 

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En una de las cartas doña Emilia llega a pedirle que le compre una mantilla con el dinero que le envía, Vid. su compilación en D. Torres, «Veinte cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a José Yxart», Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, t. 53 (1977), pp. 383-409.

 

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Con fecha de 3 de junio de 1884, V. D. Torres, art. cit., p. 396. Dos meses antes ya había escrito a Oller comunicándole la misma intención, todavía no confirmada: «si realizo mi plan de ir a Barcelona este otoño (gran noticia) voy de seguro a captarme las simpatías de esa dama», (25 de Abril. Cfr. M. Mayoral, «Cartas inéditas de Emilia Pardo Bazán a Narcís Oller», Homenaje al profesor A. Gallego Morell, Granada, Universidad de Granada, 1989, t. 2, p. 401.

 

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Un año antes de que aparezca De mi tierra, sueña con una campaña en el Ateneo que descubra al público las literaturas hispánicas («las literaturas de los dialectos») (véase D. Torres, art. cit., p. 399). Las cartas a Yxart sirven de pretexto para escribir sobre novelas, sobre la situación literaria española, sobre viajes y pormenores familiares, sobre folklore y sobre la cuestión femenina.

 

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Al hilo de esas cartas doña Emilia deja correr la pluma para tratar de lo que sea un «cuerpo redondo de novela», para desvelar algunos rasgos de su compleja personalidad, tranquilizar a Oller cada vez que éste se autoinculpa de plagiario, para encarecer el valor de sus novelas y cuentos o hablar de pasada de la salida barcelonesa de La dama joven, en Cortezo. Destacamos el hecho de que no le moleste en absoluto ni intente disuadir a Oller del uso del catalán, aunque sí le condene a ser minoritario, y que pondere que «en catalán no faltan frases para expresar los más sutiles conceptos de crítica y estética» (p. 394).

 

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Bravo-Villasante detalla lo sucedido: «El 18 de mayo se inaugura en Barcelona la Exposición Universal. Según las curiosas Memòries literàries de Narcís Oller el 20 de mayo llega la Pardo y él va a esperarla a la estación. En el mismo tren viene Galdós, al que doña Emilia llama «el grandullón». Galdós sólo permanece en Barcelona tres días. El 27 de mayo, como Oller, continuo «cavalier servant» de doña Emilia, le acompaña a los Juegos Florales y luego a la Exposición de Pinturas, allí se encuentra a su amigo Lázaro Galdiano, colocado por entonces en la Compañía Trasatlántica, el cual «em cridà un moment a part per suplicar-me que el presentés a l'exímia novel·lista gallega, de qui era admirador fervorosíssim». Lázaro le suplica que, si agobiado por el trabajo, no puede acompañar a la Pardo, él se brinda como suplente a aquella señora tan simpática. Al día siguiente Oller va a buscar a la Pardo al hotel y le dicen que no está, pues ha hecho una excursión con Lázaro a Arenys de Mar [...] Oller comenta [...] que durante varios días sólo salió con Lázaro. En diciembre de ese mismo año la Pardo envía a Oller el libro De mi tierra, y le dice que trabaja para La España Moderna. Oller luego señala con sentimiento y extrañeza que la buena amistad y correspondencia que sostiene con la Pardo Bazán de pronto cesa, aunque indica someramente que puede haberle molestado la broma de que dijese que ella y Lázaro se habían conocido en Portugal» (ob. cit., pp. 149-150). La lamentable pérdida de muchas de las cartas de Pardo Bazán nos hurta no sólo los detalles de este episodio, sino también -y es mucho más importante esta pérdida- los pormenores literarios con que la autora hubo de aderezarlas.

 

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Así lo advierte A. Manent en «Las memorias literarias de Narcís Oller. (Su epistolario con Galdós, Pereda, Pardo Bazán, «Clarín»,Valera... )», Ínsula, 188-189 (1962), p. 21.

 

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Fechada el 26 (de mayo de 1889), cfr. C. Bravo-Villasante, Emilia Pardo Bazán, Cartas a Benito Pérez Galdós (1889-1890), Madrid, 1978, p. 23. Ya recogida en Bravo-Villasante, ob. cit., pp. 150-151.

 

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M. Mayoral, art. cit., p. 410. Vidal Tibbits supone, en un arranque tal vez excesivo de generosidad con Oller, que hay en Pardo Bazán un cierto espíritu de «venganza», quizá inconsciente, «por el malentendido que incluye a Lázaro Galdiano» y que por entonces la ya afamada autora gallega no necesitaría «los contactos epistolares». («Emilia Pardo Bazán y Narcís Oller», Conferencia leída en Santiago de Compostela el 14 de julio de 1994).