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Capítulo VI

Primera salida al reconocimiento de la Laguna de Merín y sus vertientes.


Luego que empezó a ceder la estación de invierno, y que los tiempos fueron más suaves y benignos, se trató nuevamente de dar principio a las operaciones, poniendo en ejecución el segundo punto del acuerdo o ajuste prefinido en el campo del Chuy por los comisarios, el cual se reducía a practicar el reconocimiento de la Laguna de Merín y el de todo aquel gran territorio sobre que recaía la duda suscitada por los comisarios de Su Majestad Fidelísima acerca de los artículos 3.º y 4.º del tratado preliminar. Dicho territorio se halla comprendido entre las vertientes occidentales de la misma laguna teniendo por término al septentrión el arroyo Piratiny que entra en el sangradero de ella, y al mediodía el de San Luis, los cuales encierran entre sí un espacio o área de 40 leguas cuadradas. Se debía pues levantar el plano corográfico de esta gran comarca, a fin de dar a las dos cortes con este documento noticia clara e individual de aquella duda, y que pudiesen decidir con acierto, cual debía ser el curso de la línea divisoria desde la barra del referido arroyo de San Luis, donde había quedado, hasta las cabeceras   -289-   del Río Negro en las cercanías de Santa Tecla, señalando la frontera de España, y si el Piratiny o alguno otro arroyo debía ser el término de la de Portugal.

Tomada esta deliberación con arreglo al artículo 15.º del tratado fueron encargados de practicar dicho reconocimiento, los comisarios de las segundas subdivisiones, y al efecto con una escolta proporcionada; y los oficiales facultativos de las dos naciones que se graduaron suficientes se transfirieron desde principios de noviembre a la villa de Río Grande, de cuyo puerto debían proceder a los trabajos de esta obra. Para la mayor facilidad y prontitud siendo la laguna y sus vertientes en gran parte navegables se mandaron disponer seis canoas, únicas embarcaciones que nos podían servir, dos de ellas de cubierta y capaces de recibir algunos víveres, las cajas de instrumentos astronómicos y los equipajes de toda la comitiva, reducidos a lo más indispensable, y las otras cuatro mucho menores, pero más ligeras y fáciles de manejar, que calasen poco, y fuesen propias para practicar todas clase de operaciones. A todas se les armó su carroza y proveyó de toldos de Brin para reparo de las aguas y soles, se equiparon de ramas de toda tabaras, y velas y se tripularon, cada una de 4 marineros y patrón.

Dispuesto todo en la mejor forma con los eficaces auxilios del Gobernador, se embarcaron tolas las personas destinadas al reconocimiento en el muelle mismo de la villa, y a favor de la brisa alegre y fresca del SE, dieron la vela al 10 de noviembre del mismo año de 84. Desde aquel punto se siguió una derrota formal y circunstanciada con toda cuanta exactitud fue posible, destinando a este objeto una de las canoas que no cuidaba de otra cosa. En ella se puso una excelente Aguja de Piephinch, de 10 pulgadas de radio, dividida en octavas y montada sobre esferas que le conservaban muy bien la horizontalidad en medio de los movimientos y balances de la canoa, la cual sirvió para notar los diferentes rumbos que se hacían siguiendo siempre el cauce de los ríos, y para demarcar y situar por medio de repetidas intersecciones no solo los objetos notables   -290-   de sus riberas, sino también los de toda la campaña a la vista. Las distancias se medían con toda precisión, usando de una corredera, graduada en toesas, según la celebre dimensión del meridiano terrestre21 y aunque para esto se empleaba una ampolleta de arena o mediominuto, como llaman los pilotos, se tenía cuidado, de examinarlo frecuentemente con el reloj a segundos de Graham, perteneciente a la 4.ª colección de instrumentos española. Corregíanse asimismo dichas distancias navegadas del efecto de la corriente, ya fuese favorable o contraria para lo que siempre se advertía o sospechaba alteración en las aguas, se medía su velocidad por medio de la misma corredera, dando fondo en aquellos parajes más convenientes. Tampoco se desatendieron los fondos averiguando su diversa profundidad con un escandallo de suficiente peso, cuya sondaleza estaba dividida en pies de Castilla.

Con toda esta prolijidad se entabló el reconocimiento de los terrenos, ríos y lagunas, a que como se ha dicho, fueron destinados los comisarios de las siguientes partidas; y de este modo se fueron acopiando, los elementos o materiales para construir el plano, teniendo la debida atención al principal fundamento de las observaciones astronómicas, las cuales se tuvo el esmero de repetir según la proporción que ofreció el tiempo, para que sirviesen de corrección general a los resultados de aquella estima. Todo el trabajo diario se anotaba sobre la marcha, en un Cuaderno portátil al estilo de los navíos de guerra, y a la noche se trazaba sobre un papel dividido en cuadrículas, a razón de una pulgada francesa la milla, escala suficiente para expresar con claridad la configuración de los terrenos. De todos estos papeles o borradores, corregidos por las observaciones de latitud, se formó el plano general, reducido a otra escala menor, de 6 millas la pulgada, como indicamos arriba en las operaciones del Chuy, teniendo también ahora la consideración de autorizarlas con la asistencia de facultativos de ambas naciones, y de confrontarlas a menudo para evitar   -291-   toda diferencia o equivocación, y que mereciesen justa aceptación de sus respectivas cortes.

Ya dijimos la situación de la villa de Río Grande en la latitud austral de 32º 1' 40" y en 335º 51' de longitud, contada de la isla de Fierro. Desde ella, puestos en franquía, se hizo el rumbo del N. y a las 4 ½ millas, estuvimos con lo más septentrional de la isla del Padre o Marineros y la punta Mandayna o Avendaño, en el canal mismo que conduce a la Laguna de los patos. De este punto se navegaron 2 millas al N NO, (hablamos siempre de rumbos corregidos de variación magnética) y se llegó a la isla de los Mosquitos situada como una legua de la punta de Barbosa o Rasa. Procurose después barajar la costa meridional gobernando al NO ¼ O ya las 3 millas se encontraron los ranchos de la punta de Torre de tama, donde quedaron las canoas de los portugueses, aguardando la de su provisión que se había sotaventado alguna cosa. Las españolas continuaron su derrota durante el día en la idea de tomar la boca del sangradero de Merín, 8 millas al N NO de Torre de tama para observar en ella la latitud, mas lo impidieron las densas neblinas que reinaron toda la noche. De cada una de las puntas que forman la entrada del sangradero llamada Barrafalsa, se extiende un placer de poco fondo que embaraza el paso a las canoas mayores, pero queda en medio un hermoso canal de 3 a 4 brazas que va a reunirse con el de la Laguna de los patos bajo la dirección del E al E SE.

Reunidos el 11 con los portugueses se siguió aguas arriba por dicho sangradero y el 12 entramos en el arroyo Pabón con la mira de recibir alguna carne fresca en la estancia del coronel Rafael Pintos Bandeyra, sita a 4 ½ millas de su boca sobre la ribera septentrional. Pabón baja de unas lomas altas distantes de 3 a 4 leguas al NO y solo es navegable en canoas la mitad de esta distancia, pues aunque su cauce es profundo, se halla embarazado de un espeso laberinto de camalotes, o aguapés, a causa de la poca corriente de sus aguas. El 15 continuamos la marcha, y al entrar en el sangradero se notaron sobre la costa de enfrente que era oriental los   -292-   Ranchos de Beca, uno de los mejores pasos de este río, donde subsistía una pequeña guardia de 5 hombres de la dependencia del Río Grande. En la estación de invierno se suele cerrar el camino que viene a Beca desde la Villa por los grandes pantanos e inundaciones del mismo sangradero.

Como a 3 millas de Beca desagua el referido sangradero por su ribera occidental el Piratiny en cuya margen meridional estuvo formado en otro tiempo el fuerte portugués de San Gonzalo. Por las inmediaciones de este fuerte, dice el artículo 4.º del tratado preliminar, corre el arroyo que entra en el sangradero de Merín, y debe servir de límite a los dominios de Su Majestad Fidelísima; siendo el Piratiny como llevamos dicho, el único en que concurren estas circunstancias que expresa el tratado, pareció indispensable reconocerlo, y observar su latitud y aun longitud para colocarlo en el plano según su verdadera situación. Con esta mira se entró en el Piratiny, y acampó en la orilla austral, junto a las ruinas del expresado fuerte de San Gonzalo, que aún existían. Dicho fuerte, parece, fue construido para conservar los víveres y pertrechos de aquellas tropas destinadas contra los indios de misiones, que se propusieron el año de 1753 embarazar los progresos de la línea divisoria. La latitud observada de este punto es de 31º 59' 53" A. y la longitud de 3 horas 30' 10" al occidente de Greenwich, observada el 20 de noviembre por una emersión del primer satélite de Júpiter.

Para practicar el examen del Piratiny con suficiente precisión, se midió a cordel una base sobre dirección acomodada, que formase ángulo como de 60 grados, y por medio de ella resuelto un triángulo, se vino en conocimiento de la distancia que había de San Gonzalo a un Capón que demoraba al sur, la que era de 2377 toesas. Esta distancia sirvió de segunda base, y desde sus extremos se relevaron y cruzaron las puntas más esenciales de toda la campaña a la vista, empleando para estas marcaciones el gran teodolito de la colección de instrumentos española, cuya división desciende hasta las unidades de minutos. De este modo se halló la situación de varias lomas y   -293-   sierras, que se pusieron en el plano, entre las que se descollaba un cerró más corpulento, llamado por su aridez Cerro Pelado. Hecho esto se destino en una canoa el geógrafo don Joachin Gundin que navegó el Piratiny la distancia de 20 millas que pudo penetrar, determinando sus vueltas, islas y algunos sacos que forma en este tramo, y corrigiendo todas sus operaciones, con la vista del mismo Cerro Pelado a que las refería. El resto de este gran arroyo hasta sus cabeceras no pudo reconocerse hasta la campaña del siguiente año, como veremos en su lugar; mas por no interrumpir la idea de su descripción la concluiremos ahora con arreglo a aquellos trabajos.

Dos son los principales brazos del Piratiny: el 1.º con el nombre de arroyo de Santa María, tiene su origen en las asperezas que llaman de Perdiz22 (cierto facineroso muy nombrado que se ocultaba en ellas) hacia el paralelo de 31º 45' de latitud A. Fórmase al principio de muchas y grandes caídas de dichas asperezas: corre después entre el E y ESE el espacio de 13 leguas largas, recibiendo otros gajos de menor entidad, así del N como del S y se junta con el otro brazo, que es el verdadero Piratiny, el que tiene sus primeras fuentes en una pierna de Cuchilla que da aguas al Cavacuan, distante 11 leguas a los rumbos del N NO a NO en latitud de 31º 32' A. y que recoge asimismo diversas vertientes por ambas orillas. Desde la confluencia de estos dos brazos, sigue el arroyo otras 7 leguas al ángulo de 57 grados S E hasta el sangradero dicho de Merín, y a la mitad de esta distancia, el arroyo de las Piedras, que baja del septentrión, de las sierras de San Antonio el viejo. El Piratiny es en general bastante caudaloso, y en el invierno sus avenidas son muy frecuentes, rápidas y considerables. Sus riberas están adornadas de grandes bosques y palmas, y el terreno de sus márgenes no deja de ser fértil y de buena calidad, aunque bastante pedregoso y quebrado hacia sus puntas. Los portugueses lo tienen poblado de estancias por una y otra orilla, establecidas todas o las más desde el año de 1780 y   -294-   repartidas por el actual gobernador de Río Grande después de formado el tratado de límites, tal vez en la idea de que las cubra la Raya, como quiera que se recomienda tanto salvar las actuales posesiones o establecimientos de una y otra nación. En estas estancias abunda en gran manera el ganado vacuno, mas sin comparación de lo que corresponde a su antigüedad y cortos principios; pero no es extraño teniendo los portugueses abierta la puerta, y franca la entrada a la sierra y campos de Montevideo por esta parte de Santa Tecla, por donde sacan su arbitrio porciones crecidísimas de ganado y animales. Véase lo que para remedio de estos desórdenes se propone pág. 13523.

Hiciéronse también varias tentativas para reconocer la campaña al sur del Piratiny, que forma la costa o banda occidental del sangradero de la Laguna Merín, y no fijé dable conseguirlo, a causa de lo bravo y anegadizo del terreno, y de una laguna que aunque pequeña, era muy pantanosa, e impedía el paso. Nuestro objeto era averiguar si entraba en el sangradero algún otro arroyo más meridional que el Piratiny; pero aunque esto no se pudo alcanzar por tierra, se logró a toda satisfacción por dentro, navegando el mismo sangradero, como se verá después; y de no hallar la entrada o boca de arroyo, venimos a concluir que el primero meridional que entra en el sangradero de Merín pasando por junto al fuerte portugués de San Gonzalo no era otro que el citado Piratiny; y en consecuencia, parece que la lírica divisoria deberá tomar por él su dirección, señalando la frontera de Portugal, según el artículo 4.º del tratado.

El 22 de noviembre salimos ya del Piratiny y entrando de nuevo en el sangradero, se vino a hacer noche, y observar la latitud de 32º 5' 10", en el paso de Lescano, donde había también sus ranchos de paja y otra guardia igual a la de Beca. El 23 dormimos ya en la boca del sangradero y entrada de la Laguna Merín, cuya latitud observada fue de 32º 8' 57". En este paraje experimentamos una terrible   -295-   plaga de mosquitos, semejante a aquella de que habla Moisés, con que afligió Dios a los egipcios. El sangradero de Merín, cuya expresión como que da idea de haberse construido artificialmente es un canal abierto por la misma naturaleza para desagüe de la gran laguna que le presta el nombre. Llamase también Río de San Gonzalo, de donde, tal vez, tomaría el suyo el Fuerte del Piratiny, tiene de largo muy cerca de 12 leguas y su dirección con un suave y tendido serpenteo se proyecta casi al N hasta los dos tercios de esta distancia, y después declina a oriente para unir sus aguas con la Laguna de los Patos por el paralelo de 31º 45' A. Su cauce es profundo, regularmente de 18 a 24 pies, y en algunos recodos sube a 30, 40, y aun hasta 70, corriendo su anchura con bastante igualdad de 100 a 150 toesas, con orillas montuosas o cubiertas de maleza y juncales, y cortando varias islas, una de las primeras en su principio o boca, y otra mayor, hacia el paso de Beca.

Entramos el 25 en la dicha Laguna de Merín o Miny, como quieren otros, que en guaraní, idioma de los indios, significa laguna pequeña, no porque lo era, sino para distinguirla de la de los Patos, que estando cerca de ella, es al doble mayor. Por común acuerdo se convino en reconocer primero la costa oriental; y en esta idea la canoa de los facultativos dirigió su navegación inmediato a ella, cuidando de enfilar sus puntas y medir sus recíprocas distancias, para deducir después el rumbo general. El 26 se hizo alto en el arroyo Tahin, donde se hallaban acampadas las primeras partidas, y se reemplazaron los víveres, y tomaron algunos útiles, cuya falta se había echado de ver. Todo el trabajo vencido hasta este día se confrontó con el de los portugueses y hallado conforme fuera de aquellas pequeñas diferencias, que son inevitables en este género de operaciones, se transfirió al plano general. El 6 de diciembre se embarcó en las canoas para seguir la expedición el alférez de fragata don Joachin Varela, uno de los dos ayudantes del primer comisario, el que por su inteligencia en matemáticas, particularmente en la parte de astronomía, fue muy útil para el más fácil desempeño de las observaciones.

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El mismo día se continuó la navegación desde el Tahin y permitiendo ya la playa de la laguna camino por tierra, se dirigió por él el coronel Roscio con algunos de sus oficiales, en la mira de lograr más diligente examen del terreno. Seguía también por esta parte un oficial práctico del país con un tropa de caballos para lo que pudiera ofrecerse, y porción de vacas para el abasto diario. El 7 se entró en el arroyo nombrado del Rey que se halla sobre la latitud de 32º 52' 25", hacia el fondo de un gran saco que forma la costa de la laguna al sur, internando como 10 millas sobre un abra de 17 en las tierras del albardón de Silbeyra. Es el arroyo del Rey un pequeño regato con algunos sauces, que viene de unos cortos bañados o lagunillas distantes 10 millas al sur de su barra. Antes de este arroyo se encuentran en el seno mismo de dicho saco, o ensenada de la laguna, otros dos regajos, todavía de menor entidad. Sobre la punta occidental de la ensenada se hallan dos isletas, nombradas los Latinos en los antiguos planos, cuyo estrecho da paso franco a las canoas y habiéndonos tocado acampar allí en la noche del 14 al 15 de diciembre se logró observar a las 8 horas 29' 42" de tiempo verdadero, una ocultación de Venus por la Luna24, que duró muy cerca de 30 minutos.

Hasta el 18 tardamos en recorrer el resto de la costa oriental de la laguna, y sus cabeceras meridionales, hasta el arroyo de San Luis, donde entramos este día. En aquella se registra un pequeño arroyo, a que se dio el nombre de los Ahogados, por haber hallado sobre sus riberas dos cadáveres o esqueletos de cuerpo humano. En estas se ven otros dos grandes sacos, o ensenadas, la primera llamada de Fanfa y la segunda Lagunilla de San Miguel; en la una vierte sus aguas el pequeño arroyo, donde se colocó el tercer marco de división, en la otra, el de Santa Miguel, de que hablamos ya en las operaciones del Chuy (pág. 61.) Sobre dicha costa oriental se halló una canoa   -297-   pequeña de contrabandistas, que recogieron los portugueses, y en uno de sus capones, o islas montuosas, se encontraron el mismo día 18, 8 tigres furiosos, de que se mataron 5 con las escopetas y el auxilio de los perros que los divertían, mas para esto fue necesario hacerlos salir del bosque, poniendo fuego al capón por la parte opuesta; a los demás no se le pudo dar alcance.

Desde la barra del San Miguel puede considerarse que da ya a principio la costa occidental de la laguna, y a las 6 millas sobre la misma punta de la ensenada, se halla la del San Luis que es muy conocida viniendo de afuera, tanto por lo mucho que sale estrechando ya las cabeceras de la laguna, como por hallarse poblada de frondosa y alta arboleda, siendo toda la costa que sigue al N O limpia.

Sobre esta punta del San Luis, fue el ánimo de los primeros comisarios, colocar el 4.º marco de división, pero la espesura del bosque, y la situación brava y poco favorable del terreno, obligaron a preferir otro más elevado y libre de inundaciones, que forma una especie de albardón, y se halla como una milla más adentro. Aquí empiezan ya los terrenos de la duda suscitada por el gobernador de Río Grande, primer comisario de Su Majestad Fidelísima sobre el artículo 3.º del tratado preliminar, los cuales se extienden hasta el Piratiny como se dijo arriba; y habiendo sido el único fundamento que embarazó continuar la demarcación desde este marco, son también el objeto principal de esta expedición.

Nace el arroyo o río de San Luis, que por tal pasaría en Europa donde no los hay de tanta consideración como en América, en el cerro nombrado de San Esteban, de las asperezas de Rocha, bajo la latitud de 34º 17' A. hacia aquel paraje de donde se colocó el segundo marco de piedra en tiempo del Marqués de Valdelirios. Corre desde luego dividido en dos piernas con el nombre de la India Muerta, que reunidas después, deja por él de San Luis, y entra en la Laguna de Merín por los 33º 31' 15" de latitud A. andadas 20 leguas con direcciones al primer cuadrante, y reuniendo dos arroyos pequeños del NO y tres del S., que provienen de los grandes resumideros de la Cañada grande, y Sierra de San Miguel, cruzan un territorio como de 3 leguas cubierto   -298-   de palmas, y el último de ellos forma una pequeña laguna redonda cerca de la barra.

Durante el reconocimiento del San Luis, en que se emplearon algunos días, con todo no se pudo penetrar hasta sus cabeceras, que hubieron de averiguarse después por el Cebollaty, permanecieron las canoas de los víveres y equipajes poco más de una milla dentro del río. El coronel Roscio y su comitiva acamparon en la ribera septentrional, nuestra gente rompió el monte y se situó en la opuesta a vista del mareo, que distaría cuando más 300 toesas. La latitud de este sitio es de 33º 32' 11"25 occidental obtenida por una emersión del primer satélite de Júpiter, acaecida el 5 de enero de 1785. En este campo llegó un monstruoso tigre persiguiendo a un perro perdiguero en medio del día hasta la tienda misma del comisario.

Las fiestas de la Natividad de N. S. y una serie de días de mal tiempo que sobrevino nos detuvieron en el San Luis hasta el 22 de enero que pasamos el arroyo de las Pelotas, 4 millas distante de a que siguiendo la costa occidental de la laguna Merín. Este arroyo es de corta entidad, viene de unos grandes pantanos, cuyos límites no pudieron ser reconocidos en diversas tentativas que se practicaron, así ahora como después por el Cebollaty, y reparten aguas a todos estos arroyos, y al de las Pelotas desde las 14 millas al O de su boca en los 33º 27' 59" de latitud, demorando el cerro del Carbonero al S 3º E corregido. Sobre las orillas de este arroyo se quemaron inadvertidamente habiendo dado fuego al campo, como tienen de costumbre los peones, tres grandes pilas de cueros que estaban escondidas dentro de la masiega; prueba no menos cierta de la abundancia de ganado de estas campañas, que del grande y sensible estrago, que causan en él los contrabandistas y chanqueadores de Río Grande, penetrando en canoas por esta laguna de Merín, y sus vertientes, hasta lo más interior de los dominios del rey, de que no faltaran ejemplares en el curso de esta comisión.

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De las Pelotas pasamos al Río de Cebollaty y en el intermedio forman las márgenes de la Laguna dos ensenadas o puertos no de corta capacidad. Hacia el centro de la primera acampamos el 25 de enero, inmediato a una cascada de agua corriente, y se observó la latitud de 33º [...]9' 45" A. sobre una dirección al Carbonero del SE E. Este día se mató un león formidable que se dejó venir por medio del campamento hasta la capilla donde se celebraba actualmente el Santo Sacrificio de la misa. La segunda ensenada es de la forma de una herradura con cerca de 5 millas de una punta a otra: y en su centro tiene un pequeño arroyo, de aguas y Arenas doradas, cuyo nombre se le impuso siendo las que tiene una especie de mica escamosa y brillante, color de oro. Desde el San Luis al arroyo de Pelotas es la costa, o playa de la Laguna abierta, y da paso libre por medio de varios albardones que se encuentran a trechos interrumpidos únicamente con algunas lagunillas hondas a manera de pozos, pero después hasta el Cebollaty apenas es transitable. La caballada y ganado de consumo que nos acompañaban, tuvieron a veces que nadar por dentro de la laguna, no siendo posible internarse, por los pantanos, malezas y en general por lo cerrado e inculto del terreno.

La tarde del 26 entramos en el río Cebollaty, una de las más considerables vertientes de la Laguna Merín, no solo por el gran caudal de sus aguas, que trae de larga distancia, sino también por el confuso y complicado laberinto de multitud de brazos que se le agregan no menos cortos que el tronco principal, formando la configuración de un gran árbol con muchas ramas, y regando de este modo vastas porciones de terrenos capaces de formar una muy dilatada y fértil provincia. Por la ribera septentrional entran en el Cebollaty a contar desde su barra, el Parado, el Olimar, los Corrales, el Gutiérrez, el Pirarajá, el Benítez y, el Nico Pérez: y por la meridional el Alférez, el Corral de los tapes, los Talas y el Godoy, y los Tapes que son sus primeras puntas, cada uno de los cuales se compone separadamente de otros gajos también de alguna entidad. El Comisario portugués nuestro concurrente se propuso, debíamos recorrer y examinar todos   -300-   estos arroyos uno a uno, subiendo hasta su origen, y aunque procuramos disuadirle de esta empresa, que era verdaderamente obra de romanos, nos había de consumir toda la campaña, como lo acreditó la experiencia, y sobre todo no era necesario tanta menudencia y prolijidad al desempeño de nuestra comisión, reducida únicamente a dar una ligera y suficiente idea de estos terrenos, para que las dos cortes pudieran decidir la disputa de los primeros comisarios; nada conseguimos con la exposición de estas razones, ni aun con el auxilio de los recursos, y nos vimos forzados a entrar en aquel moroso sistema, y seguir el mentido y penoso detal de los trabajos que proponía el coronel Roscio, que efectivamente nos llevaron hasta fin de mayo.

En consecuencia de esto para la mayor facilidad y exactitud en el reconocimiento de este gran río, compuesto, como se ha dicho, de tantos otros, que tienen todos su origen a larga distancia de su confluencia: se determinó seguir constantemente la margen meridional, para regresar después por la del norte, subiendo de paso por todos los arroyos, según se fuesen encontrando en el progreso de esta marcha, examinándolos uno a uno, como se había propuesto, sin la menor confusión. También para la mayor claridad de nuestro diario, seguiremos con puntualidad la ordenada serie de estas operaciones, pues aunque prolija y cansada, nuestro objeto no puede, ni debe ser otro que la relación fiel de los hechos, y la exacta descripción de los terrenos, y esto en tal conformidad que cualquier inteligente guiado solo de nuestra simple narración, pueda formar en todo tiempo un plano igual al de nuestros resultados.

Tiene el Cebollaty a su entrada tres islas muy pequeñas y después otras dos mayores a las 4 y 6 millas; y en este corto trecho que gira al OSO, forma por una y otra orilla muchos sacos o bocas falsas que internan bastante y engañan a los poco prácticos del verdadero canal. El mismo día 26 nos quedamos como 1 milla dentro del río sobre la ribera meridional y se observó la latitud de 33º 9' 53". Aquí se nos reunieron dos canoas que días antes habíamos despachado al Tahin para un repuesto de víveres para las dos partidas, y a nosotros nos   -301-   vino además un pequeño refuerzo de tropa que consideramos preciso para ponernos a cubierto de los insultos de los contrabandistas, que suelen ser frecuentes en estos despoblados. El 28 para reconocer brevemente estos sacos, y dar vuelta a las islas se repartieron los facultativos en 4 canoas, siguiendo cada uno por canal distinto su respectiva derrota. Otro continuó por la costa del sur; y todos nos vinimos a juntar en el paso de la Cruz, como a 10 millas de la barra, y en la latitud de 33º 13' 26". El arroyo Parado que viene del NNO, entra a las 8 millas sobre la punta austral de la isla mayor, que tiene de largo cerca de 1 legua.

Por consejo de los baqueanos, se pasó toda la hacienda a la banda septentrional, siendo la opuesta muy pantanosa, sucia y de mal camino, para lo que convidaba una hermosa y ancha picada, abierta de mucho tiempo antes, y bien usada en el monte espeso de las dos orillas. Otra de nuestras canoas, guarnecida de 3 dragones, fue destinada la mañana de este día, a recoger una gran pila de cueros, que a su regreso del Tahin con los víveres de que hemos hablado, encontró sobre la costa de la laguna, no lejos de la boca del Iaguaron. Antes de levarse dicha canoa, puestos todos en marcha para el referido paso de la Cruz, salió de improviso otra gran canoa de contrabandistas de uno de los sacos de la orilla del norte, donde se había mantenido oculta hasta dar tiempo que pasase toda la comitiva. La nuestra se puso luego en su seguimiento, mas ella habiendo ganado la laguna evitó con destreza y remos la porfiada caza de algunas lloras. También se malograron los cueros, porque al arribo de la canoa al Iaguaron, ya los changadores que mas se duermen sobre sus empresas, habían dispuesto de ellos, mudándolos tal vez a otro paraje más oculto.

Del paso de la Cruz salimos el 31 de enero y fuimos a parar al puerto del Yatay, donde abunda mucho el árbol de este nombre, perteneciente a la numerosa familia de las palmas, cuyos dátiles y palmitos no dejan de ser bastantemente gustosos26. Se acampó sobre la ribera   -302-   occidental, y observó la latitud de 33º 16' 25". De la mayor parte de estas estaciones se tenía el cuidado de salir a reconocer los terrenos inmediatos, penetrando más o menos según lo abierto o cerrado del país. Desde este puerto se corrieron al occidente más de 3 leguas de unos campos hermosos, cubiertos de ganado, sobre las márgenes boreales del Ulimar, brazo de los principales de este río, que desagua en él, 2 millas al sur del Yatay, dejando antes un saco o manguera, que se interna otra. El 3 de febrero pasamos al punto de las Tunas cerca de 6 millas del antecedente, sobre la latitud de 33º 20' 3", donde se estableció un campamento general, y quedó en él el coronel Roscio con la mayor parte de las partidas, y las 4 canoas mayores de víveres y equipajes, no permitiendo ya el Cebollaty fácil navegación para ellas. Para la provisión de las gentes que quedaron aquí y excusarlas la dura pensión de salir diariamente al campo a carnear, en cuyo ejercicio se atrasa y destruye notablemente la caballada, se dispuso una Vaqueria, o entrada general a la sierra, en que se recogieron 200 reses gordas, número que bastaba para el intento; y a fin de conservar y amansar este ganado se hubo de construir un corral de empalizada, donde se guardaba de noche, largándolo de día varios ratos para que fuera a pacer.

Los restantes continuamos el 7 del mismo mes en las canoas ligeras las operaciones de reconocimiento llevando por tierra un pequeño destacamento que costea el río lo más de cerca que le era posible con algunos caballos y reses de consumo. Destinábase siempre con esta partida de tierra algún oficial facultativo, con la mira de notar las circunstancias más importantes del terreno, y poderlas expresar en los planos. El río era ya por esta parte tan estrecho y su cauce se hallaba tan cruzado de ramazón, que apenas podían penetrar las canoas, aumentando esta dificultad la mayor rapidez de las aguas, que crecía con proporción a la angostura, de manera que tardamos dos días en vencer la corta distancia de 5 ½ millas hasta el punto a que dimos el nombre del Eclipse, por haber observado allí el de sol, acaecido la mañana del día 9 de febrero del mismo año   -303-   de 8527, cuyas circunstancias expresa el Catálogo de observaciones astronómicas, a la pág. ..., igualmente que la latitud de este Campo de 33º 25' 25".

El mismo día a la tarde, dimos a la vela y fuimos a pasar la noche en otro punto de más comodidad, llamado del Rayo, por haber experimentado un terrible meteoro de esta especie en una furiosa turbonada de grandes truenos y lluvia que duró muchas horas. Dista del anterior cerca de 3 millas, siendo su latitud de 33º 27' 5" y la variación de la Aguja de 12 N E deducida de varias operaciones del azimut. A las 5 millas del Rayo dimos el 10, en un salto o catarata, como de dos varas de altura, en que las aguas se precipitaban con estruendo, fuertes remolinos y corrientes, y como estos embarazos, a lo que se dejaba entender, se irían multiplicando al paso que nos acercásemos a las cabeceras del río, obligándonos al fin a dejar las canoas, se resolvió despacharlas de un vez a las Tunas, y seguir los trabajos por tierra, a cuyo efecto tuvimos que volver al punto del Rayo, siendo las orillas por todo aquel paraje demasiadamente barrancosas, y de espesos bosque de unos arbustos espinosísimos de la especie de aromas, impenetrable asilo de toda clase de fieras.

El 11 de febrero, despedidas las canoas, se emprendió ya la marcha a caballo, separados algún tanto de la vista del río por su ribera del NO a causa de los grandes bañados y pantanos: cortamos vuelapié la cañada o arroyo de los Corrales que bajando del N O de una distancia como de 30 millas, entra en el Cebollaty por los 33º 30' y nos transferimos al Paso de las Averías, 7 leguas al SO del Rayo, en la latitud de 33º 37' 2" M. Da principio en este paso una serranía alta que se tiende en diferentes lomas por la margen del E cosa de 5 leguas contra el arroyo de la India muerta, o San Luis. Desde allá se descubren al NO los grandes cerros de Ulimar los de las Averías occidentales: y del O al S se dilata un valle espacioso de 7 ó 8 y más leguas terminado en otras varias serranías y montañas notables   -304-   y cruzado de tres brazos, muy principales deste río, el Gutiérrez, el Cebollaty propio y el Alférez que se reúnen todos a corta distancia de este paso.

El 15 hubo una creciente tan extraordinaria como particular en la estación. Subió el río en pocas horas de 12 a 15 pies sobre un ancho de 60 varas que tiene en aquel sitio. Nos vimos bastantemente embarazados para pasarlo, no siendo por otra parte fácil continuar por la ribera de occidente tanto por lo bajo y pantanoso del terreno como por los diferentes arroyos que le entran, como se acaba de indicar. Por último combinadas todas las circunstancias, nos resolvimos a ejecutarlo en Pelota, según la costumbre de estos naturales, máquina a la verdad digna de describirse, así por lo singular de ella, como por lo simple, de fácil expediente, y servir para varios usos, aunque no sin gran peligro. Usan todas las gentes de campo un cuero de vaca, a que llaman hijar, que sacan, abriendo la res por el lomo, y tendido después por medio de algunas estaquillas, lo estiran y secan, y cortándole las garras, lo dejan de la figura de un rectángulo. Dispuesto el hijar en esta forma, tiene grandes empleos: doblado y puesto en el caballo, sirve de carona, y no embaraza su conducción con el recado, o arneses, se forma sobre el hijar una cama pasadera hasta para gente delicada; colocado sobre unas varillas arqueadas, defiende de los fríos, de los soles, y de las lluvias, poniendo a cubierto todo el equipaje y finalmente, tomadas las puntas del hijar por medio de ciertas huascas o correas, se forma una especie de batea cuadrangular, que es la pelota en que pasan estas gentes los ríos más caudalosos con todo su tren, dejándose ir asidos de la cola de su caballo, o remando con la ayuda de un pequeño palo o hueso. En una palabra, es este mueble para el hombre de campo de los más preciosos y esenciales, y así jamás camina sin él, y a lo que parece no dejaría también de convenir a nuestra tropa de caballería y dragones en Europa, principalmente en ciertos casos que ofrece la guerra, para cuyo objeto podría modificarse y perfeccionarse la idea y uso de este cuero según sea susceptible.

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En tres hijares o pelotas de esta clase, conducidos de uno o dos buenos nadadores por medio de una huasca que tiraban con la boca, pasaron los dos destacamentos español y portugués, compuestos de más de 70 personas con instrumentos y equipajes en solo la tarde del día 16. Llevaba la pelota en cada viaje de 8 a 10 as de peso. Precisa no obstante tener gran atención de ir muy derechos y conservar el equilibrio; el menor movimiento descompasado basta para virar la nueva embarcación. También es de advertir, no se debe usar más de la pelota, cuando el cuero llega a ponerse blando con la humedad; el naufragio es entonces inevitable en medio del río.

En esta jornada del Rayo a las Averías, perdimos todo el ganado de la provisión, de suerte que quedamos reducidos a la triste ventura que ofrecía el campo, el que como fuese demasiadamente inculto, y cubierto de maleza con grandes barrizales, no permitía salir a carnear, ni era fácil correr, y alcanzar el ganado bagual en aquellos parajes: nuestras gentes padecieron de resultas algunos días de miseria y necesidad. También en el mismo Paso de las Averías llamado así por haber sucedido en él algunas desgracias perdieron los portugueses un soldado de los voluntarios, que se ahogo queriendo pasar el río a caballo, cuyo cadáver a que se tuvo cuidado de dar sepultura, fue después desenterrado y comido de los tigres, según la relación de algunos de numerosos peones, que volviendo por allí a los pocos días, vieron los despojos, rara voracidad de esta fiera y no poco frecuente en el país.

En la mira propuesta de reconocer primero la margen oriental seguimos el 17, costeando el río por la falda misma de la Sierra de las Averías: y notando las horquetas de Gutiérrez y Cebollaty que se apartan a occidente, fuimos a dar el 18 en la Estancia de Llorens, situada como a 4 leguas de aquel paso, sobre la ribera meridional del Alférez y bajo la latitud de 33º 51' 30". Antes de salir se destacaron dos oficiales a examinar la serranía que llaman de la India muerta y ligándose a oriente con la de Averías, costea a poniente el arroyo de su mismo nombre de que ya dijimos se formaba el San Luis. Uno de los   -306-   gajos de la India muerta nace en el Cerro de San Esteban de la Cuchilla general que da también aguas a los arroyos de Garzón, Don Carlos y Rocha, los cuales fluyen a levante y pagan su tributo al mar por la Costa de Castillos. La latitud de esta montaña, observada por los astrónomos de la antigua demarcación es de 34º 16' S que se diferencia de la nuestra de solo un minuto (pág. 94)28. El segundo gajo, que es el de menos consideración, toma su origen algo más a occidente, y no muy distante del primero. Los facultativos no pudieron seguir el curso de este arroyo hasta unir sus trabajos con los que se practicaron por dentro del San Luis; quedaron como 4 leguas sin verificar por los grandes bañados y derretideros, y así se expresan en el plano, en que nada se ha puesto que no haya sido registrado, aunque la dirección de la India muerta, y del San Luis con todas las noticias de los baqueanos y conjeturas físicas que ofrece el terreno nos persuaden ser uno mismo casi con evidencia.

La Estancia de Llorens es la más avanzada por esta parte de las pertenecientes a Maldonado. Sus tierras comprendidas entre los arroyos de Alférez e India muerta, terminadas contra la Laguna de Merín, abrazan una área de 4 leguas de frente y 14 de fondo. Fuera de algunos parajes que tiene intransitables, sus pastos son pingues y provechosos, y sus aguas no menos excelentes. Fue poblada el año de 80 y contaba ya diez mil cabezas de ganado mayor. Reforzados aquí algún tanto de las miserias pasadas, y con el auxilio de cien caballos que nos vinieron del Palmar por las atenciones del teniente de infantería don Juan Joseph de Reyna, comandante a la sazón de Santa Teresa, nos transferimos el 25 de febrero a la estancia de Joseph Cayetano de Oliveyra, también sobre la Costa del Alférez a 4 leguas de la anterior. Como a la mitad del camino se encuentra un pequeño rancho de otro vecino del pueblo de San Carlos, llamado Acosta, al NO del cual distante como 9 millas, recibe el Alférez las aguas del Aleyguá. Desde la estancia de Cayetano en la latitud de 34º 6' 50" A. empiezan   -307-   las primeras asperezas de Garzón, por entre las cuales penetra el Alférez con dirección NS dividiéndose en varias ramas de las quebradas de dicha sierra, más las dos primeras vertientes traen su principio del paralelo de 34º 24'. Pueblan este arroyo vecino de los dos Maldonados y se cuentan hasta sus cabeceras otras 9 estancias desde la expresada de Llorens.

Lo fragoso y difícil del camino que se debía seguir para terminar el reconocimiento del Alférez, nos obligó a destinar nuevamente los dos oficiales facultativos, encargados de este objeto. El resto de la comitiva se dirigió al del Aleyguá, que viene a ser como el tronco principal de dicho arroyo. Para esto cortamos aquel, el 26 y fuimos a parar en la estancia de Ramón Moreno sobre la banda oriental de este, como a 6 millas de su confluencia. Algo menos distan por el frente de la estancia los dos arroyos y en los estrechos límites de esta rinconada tenía aquel vigilante y activo poblador trece mil cabezas de ganado vacuno, y una piara de 900 yeguas de que iba refinando cada día la cría y raza de caballos. Por de dicha estancia, arroyo de por medio, se advierten tres grandes cerros bastante conformes en su figura y corpulencia, por lo que les dimos en llamar los tres hermanos. Con ellos se enlaza una cuchilla de tierras altas que viene de las cercanías del pueblo de Minas, y reparte aguas al Cebollaty y al Baumarajate, como se dirá después.

Costeando el Aleyguá el 1.º de marzo, se cortó desde luego el pequeño Sarandi, término natural de las tierras de Moreno, que viene del Sur: y a las 7 millas se halla la unión de dichos Baumarajate y Aleyguá, en cuyo intermedio estaba el rancho de los Correntinos donde se hizo alto, y nos alcanzaron los oficiales que venían de las puntas del Alférez. Sería la punta de estos dos arroyos, un notable morro de piedra de mediana elevación, tajado verticalmente por una de sus caras. Al pie de este morro pasamos el arroyo por nuestra derrota y repasando el Baumarajate que viene del SO se observó la latitud de dicho rancho de 34º 5' 27" A. Para acelerar en lo posible la gran obra de este vasto y penoso reconocimiento que se nos complicaba más   -308-   y más con la reiterada división de tantos arroyos, que traían todos su origen de largas distancias, era forzoso repartir el trabajo con frecuencia. Dos oficiales fueron pues encargados de recorrer el Aleyguá, los demás el Baumarajate: y puestos todos en movimiento la mañana siguiente, nos vinimos a juntar la noche del 14 hacia las primeras vertientes de este último en la estancia de Fontán. Resumiendo ahora el prolijo detal de estas operaciones, daremos la descripción general de estos dos brazos con los terrenos que incluyen.

Trae el Aleyguá sus primeras aguas de un ramo de la cordillera general que da principio en el paralelo de 34º 24' y se extiende hasta Maldonado por una dirección como del SSO. El rumbo directo del arroyo desde su origen hasta la unión del Baumarajate es NE ¼ N y en este espacio le tributan su feudo otros gajos de menor entidad; la Coronilla, el Sauce, el León, los cuales todos vienen del SE, de las faldas occidentales de las Asperezas de Garzón y cruzan un ameno valle entre aquellas y el mismo Aleygúa, de que toma su nombre, muy fértil en pastos, poblado de unas estancias y copia de ganados. Así como las primeras Asperezas de Garzón, penetrando al occidente del Alférez, dividen sus aguas de las del Aleygúa, del mismo modo internando otra pierna de cuchilla o cordillera, aunque de lomas más tendidas y menos pedregosas, separa las de este, de las del Baumarajate que tiene también sus primeras puntas en la misma serranía de Maldonado, más por su cara occidental. No carece tampoco este arroyo de su hermoso valle, cuyos derrames aumentan el caudal de sus aguas; ni menos de su ramal de cuchilla, que le costea al septentrión, el que viene de las sierras de Aregita y Penitentes, junto al pueblo de minas, y termina en los Tres hermanos del de la estancia de Moreno. De los Penitentes, cerros por extremo escarpados, llamados así por el agudo remate de su cúspide, terminado en forma de caliptra o cucurucho, nace el principal gajo del Baumarajate, cuya dirección generales al NE igual a la de su cuchilla. Hacia el centro del valle se halla sentado otro gran cerro de piedra y de vasta mole, que presta su nombre al arroyo y al valle, cuyo   -309-   único poblador es Fontán vecino de Montevideo, y su estancia se halla situada en 34º 16' 18" de latitud A. Siendo la variación magnética 13º 10' NE. Como 2 millas al sur de las cabeceras de estos dos arroyos está el cerro nombrado de los Reyes donde los antiguos divisorios colocaron el tercer marco de piedra, o mármol traído de Lisboa para el efecto, y cuyas piezas se hallaban separadas y esparcidas con desorden.

Poco más de 2 leguas, al SO de los Penitentes y 4 escasas de la posesión de Fontán, se halla el pueblo nuevo de la Concepción de Minas y con esta proporción aunque fuera ya de los terrenos que se debían reconocer, pasamos a observar su latitud y averiguar su situación en obsequio de la Geografía. Se echaron los fundamentos de este pequeño pueblo el año pasado de 1784, y en el día tenía ya 41 casas de piedra o cantería, en que habitaban otras tantas familias de los Maragatos de Asturias y Galicia venidos para poblar la costa Patagónica. Tenía también su casa capitular, y se estaba a la sazón constituyendo la iglesia. Todas estas obras corrían por cuenta del Real Erario en beneficio de los mismos pobladores, los cuales fuera de esto, se hallaban también asistidos de otras adehalas no de menos entidad, como tierras de sembrado, una yunta de bueyes, un caballo, y un real de plata diario por cada uno de los de la familia, sin excepción alguna, cuyo socorro era limitado al término de un año. La figura del pueblo es un cuadrado regular, la plaza en el centro, y las calles tiradas NS EO de la aguja magnética, la dividen en isletas o cuadrículas también regulares cada una de cien varas. Extramuros en un arrabal de ranchos de paja vivían trescientos indios tapes o guaraníes de las misiones del Uruguay y Paraná, los cuales bajo la conducta de un sargento de dragones, sostenían todo el peso del trabajo de aquellas obras, que aún se continuaban.

Hállase situada la Concepción en un pequeño valle como de leguas, de 2 leguas de ámbito, rodeado en contorno de grandes montañas, ricas en minerales, de que tenía el sobrenombre de Minas. Bajo el paralelo de 34º 32' 31" de latitud A. Goza de un benigno clima, y sobre la   -310-   margen septentrional del arroyo de San Francisco, no es menos afable su temperamento. Lo cristalino y delgado de sus aguas, la fertilidad de sus tierras, y lo puro de sus aires, le hacen sobremanera sano, destino el más adecuado para convalecientes. Todos los comestibles son de la mejor calidad, los granos exquisitos, las carnes sabrosas, las legumbres, verduras y frutas, muy tiernas y dulces bien que de todo esto escaseaba por hallarse tan a los principios. Entre las montañas de Minas se distinguen: al SO la de Verdun, extremo septentrional de la gran serranía de Pan de azúcar, cuyas faldas occidentales baña (como dijimos pág. 38)29 el arroyo de Solísgrande, y las orientales dan origen al arroyo de Verdun que unido al de San Francisco, que baja del Cerro de los Reyes, forman los dos una de las primeras vertientes del Santa Lucía; al Este los cerros del Campanero; al NE los Penitentes y al N y NO los Perdidos y la Sierra de Aregita montañas todas del orden de las primitivas, y de venas pedregosas tendidas por lo regular de NE a SO. En los Campaneros se forma otro arroyo, que pasa al N del pueblo, recogiendo las aguas de las caídas de estas sierras, y es también vertiente del río de Santa Lucía.

Dijimos que estas montañas eran ricas en minerales, y efectivamente como 2 leguas al S. SE del pueblo, se halla abierta una mina copiosa de plomo con mezcla de plata. Su vena es abundante de mineral, principia en la superficie, cara al N del cerro: cae verticalmente cosa de 20 pies y después toma una dirección oblicua al horizonte de NE a SO. Su matriz es de dos clases: 1.ª de una piedra guartzona (Quartzum) láctea, durísima, con vetas y manchas obscuras; 2.ª y de otra heterogénea o mixta (saxum), compuesta de arena arcillosa y ocrácea, muy desmoronable, y de color tostado, que es la más rica. La plata, el hierro y el azufre (pirytes) la constituyen o mineralizan: en el fuego despide humo medio amarillo y agudo, y en el horno de reverberos se vitrifica con el mismo color   -311-   amarillo obscuro. Su figura es a grandes cubos regularmente y también a hojas. Parece la Galena Bligants de Linneo. Plumbum mineralisatum particulis cubicis sulfare et argento30. La corta mezcla de plata que tiene esta mina, obligó a hacer algunos ensayos de ella a un vecino de Buenos Aires, don Miguel de Olabarrieta que en la actualidad se hallaba encargado de la dirección y gobierno de aquel pueblo. Sus experiencias le mostraron que de 50 qqs de mineral, no se sacaban más que 2 ½ a 3 marcos de plata, cantidad que no sufragaba a los costos del beneficio y le fue forzoso abandonar su proyecto después de algunas pérdidas.

Como 4 leguas al sur del pueblo se halla otra mina de cobre no menos rica. Nosotros no logramos pasar a ella, pero Olavarrieta nos aseguró ser la vena muy ancha, y correr la a distancia sobre la superficie del terreno en que se halla, que también es de bastante elevación. La materia de la mina parece ser un poco ferruginosa, y está cubierta de efloresencias verdosas y celestes, con manchas de color de cobre. Es una tierra ocreostácea, porosa, poco pesada y de fácil fundición. Contiene poco hierro, más de azufre y da de 30 a 40 por cien de cobre puro, dulce y de buena calidad. Parece el Cotaceum de Linneo. Cuprum matrice ochraceo-cotacea, abundante en Alemania y Suecia31. La montaña de esta mina, y la de la antecedente abundan de una pizarra blanca y cenicienta. Schistus argillosus.

Los arroyos de la jurisdicción de Minas especialmente los del Campanero, y San Francisco, tienen sus lavaderos muy fecundos de oro puro o nativo en hojas membranáceas y pepitas más sólidas. De una batea de sus arenas, tomada en cualquiera de los muchos parajes hoy conocidos, se sacan 30, 40 y aun 50 hojitas, o granitos, de   -312-   subidos quilates de este precioso metal, siendo de advertir que la mayor riqueza o abundancia se encuentra en aquellos sitios en que las aguas llegaron a excavar hasta la segunda lonja de tierra (strada telluris) que es de cascajo mentido y esquistoso. Este cascajo produce regularmente la cantidad que se ha dicho, y aun a veces, pepitas de más consideración: bien entendido que no siempre es necesario ceñirse a las márgenes o barrancas mismas de los arroyos; basta cavar la tierra hasta aquella profundidad en sus cercanías, y aun en las faldas y cimas de los montes, para no perder su trabajo; todo lo que manifiesta ser el país un puro criadero de oro. Don Cosme Albarez fue en otro tiempo comisionado por el Gobernador del Río de la Plata para ensayar estos lavaderos, en cuya virtud se le franquearon algunos auxilios; entre otros porción de los Indios de Misiones; mas este individuo no tuvo la mejor elección de los parajes en que debía de trabajar ni se dio buena traza en el manejo de los guaraníes: de manera que a poco tiempo desertaron todos y sus ensayos no dieron claridad en este punto. Un negro portugués establecido en Minas, que tenía alguna práctica de esta materia, adquirida en las Minas Generales y de Cuyabá, en ciertos intervalos que la pasión dominante de Baco le dejaba libres, sacaba un diario de dos pesos de plata, con que había logrado su libertad y la de toda su familia.

Al ESE de la Concepción, distante como dos millas, hay un cerro nombrado del Imán, a causa de ser en él muy frecuente una piedra negra, muy pesada y dura, de grano menudo, arenoso, y en la fracción abierta de partículas brillantes de hierro. El vulgo lo llama imán por la fuerza con que suele mover la aguja magnética; mas su virtud verdaderamente no es activa, sino pasiva (retractoria) es atraída pero no atrae. Es semejante al ferrum granosum retractorium nigrans, particulis arenaceis de Bitsberga32. Casi todo el cerro, se compone de esta piedra a grandes cantos. En la Sierra de Aregita, de que hemos hablado, 2 leguas, al NNO de Minas, hay también otra   -313-   Cantera abundantísima de agatas muy duras y de varios colores. En el valle de Baumarajate se encuentran cristales en las cavidades de las rocas de diversos colores y figuras las más comunes, y que nosotros logramos ver, eran de montaña o pirámides hexaedras o de 6 lados (crystalus hexâgona non colorata). Y finalmente, el mármol blanco, de que sacan grandes láminas o losas sepulcrales, y el manchado de varias vetas y colores, no son tampoco extraños en las sierras de Minas.

Volviendo a nuestro asunto en la estancia de Fontán tardamos algún tiempo en arreglar papeles y confrontar los trabajos con los portugueses. Hecho esto se trató de aquel brazo del Cebollaty que dijimos conservaba su propio nombre, y hallándonos no lejos de algunas de sus vertientes, el arroyo del Corral de los Tapes, y el de Barriga negra de los Talas, fue acordado seguirlos aguas abajo hasta sus horquetas. En esta resolución nos pusimos en marcha el 17 de Marzo, y cortando el Baumarajate y las tierras altas que le costean de septentrión, de que hablamos arriba, nos dirigimos a un cerro elevado y corpulento de que se desprende uno de los gajos generales de Barriga negra. De la cumbre de este cerro se lograron tomar buenas direcciones al arroyo y otros puntos ya conocidos, de forma que quedó bien situado, y de allí descendimos hacia el oriente, buscando las caídas de los Tapes, que forma ya cauce señalado en el valle de Juan Gómez, en 34º 3' 48" de latitud A distante de aquel otro punto cosa de 3 leguas. Lo escabroso y áspero del terreno nos impidió seguir el curso del arroyo y nos vimos en la necesidad de rodear algún tanto, haciendo derrota por el primer cuadrante, para venir a su unión con el Cebollaty, que se verifica en los 33º 50' 23" de latitud y la de Barriga negra 3 minutos más al N, distante 5 millas. Fórmanse estas dos vertientes del Cebollaty de las caldas septentrionales de aquel ramal de cordillera, que se dijo, costeaba al N el Baumarajate: desde la Sierra de Aregita y cerros de los Penitentes hasta los tres hermanos de la estancia de Moreno. De estas se avanza asimismo al ONO cosa de 5 millas, otra pierna   -314-   no menos elevada, que llaman de Lorencita, y de ella baja el pequeño gajo del Sarandí, que se junta con los Tapes cerca de su confluencia. Sobre la cima de casi todos estos montes se ven aún hoy muchos sepulcros de la Gentilidad India: los que se reducen a un cerro de piedras sueltas como de 7 pies de diámetro, y 4 a 6 de alto. Esta parece haber sido también la costumbre general de los indios, según se escribe por nuestro don Antonio de Ulloa en el viaje a la dimensión del grado del meridiano terrestre.

El 21 se recorrió un pequeño tramo del Cebollaty hasta el paso que llaman de las Piedras, el que se hallaba ya establecido o situado anteriormente por varias marcaciones y cruzamientos hechos de diferentes puntos conocidos; y observando la latitud de este que fue 33º 47' 29" quedaron ligados los terrenos, y ratificadas las operaciones hasta el día. El 23 persuadidos por el coronel Roscio, que desde el punto de las Tunas, en que lo dejamos, se tomo la molestia de venir con su capellán a facilitarnos los medios de cumplir los preceptos de la Iglesia Católica en los prójimos y santos días de la Pascua florida, nos transferimos de nuevo a la estancia de Llorens de que no estábamos muy distantes.

El 25 se hizo una división más general de los terrenos y trabajos destinando a cada parte la mitad de los oficiales inteligentes con una de las colecciones de instrumentos astronómicos. El doctor Joseph Saldanha, de los portugueses, y nuestro geógrafo don Joachin Gundin con el ayudante y alférez de navío don Joachin Varela, fueron encargados de acabar de reconocer el Cebollaty y el Gutiérrez, que como dijimos se le agrega hacia el paso de las Averías; y el coronel Roscio con otros dos de sus oficiales el capitán de Ingenieros Alexandro Portela, y el teniente del mismo cuerpo Francisco das Llagas Santos, y el geógrafo don Andrés de Oyarvide con el resto de nuestra comitiva, nos hicimos cargo de los dos Ulimares y el Parado, que son asimismo gajos del Cebollaty no menos considerables, y los últimos que restaban para su entera conclusión. Dispuestas las cosas en estos términos, caminó, el 28, cada destacamento al paraje de su destino: él del Cebollaty   -315-   a la horqueta de los Tapes para continuar desde allí las operaciones, y el del Ulimar al referido punto de las Tunas, y tomando las canoas bajar al del Yatay que daba aun mejor proporción para el examen de este brazo, por su mayor cercanía. Ahora para no invertir el orden propuesto en la relación de estas operaciones, explicaremos primeramente las de esta nueva partida, resumiendo con la claridad que nos sea dable los resultados de su diligencia con arreglo a su diario y después seguiremos el hilo de las practicadas en el Ulimar y Parado.

Restituido a la confluencia de los Tapes el destacamento destinado al reconocimiento del Cebollaty propio, dirigió su derrota el 1.º de abril por el tronco principal de este río hasta la horqueta del Barriga negra: que como dijimos arriba, se divide en dos por medio de una pequeña pierna de cuchilla, que desprendida de la general se deja venir en vuelta del NNE, separando las aguas de cada uno de ellos. El oriental toma el nombre de Barriga negra de las Talas por hallarse dobladas sus orillas de árboles de esta especie: y el otro lo toma de las Asperezas de Polanco donde tiene su origen; las cuales son a la verdad un confuso laberinto de complicadas sierras tan agrias y pedregosas que ningunas otras merecen con más razón el nombre de Asperezas. Tres son sin embargo sus principales ramas, que reunidas en el Cerro grande, como en un centro, se reparten de allí para diferentes rumbos: la del NE, costea a Barriga negra de Polanco hasta bien cerca de su boca en el Cebollaty; la del SO33 nace el arroyo que llaman de Godoy, el cual por una dirección como del NE ha a juntarse con el Cebollaty en los 33º 41' de latitud. La partida siguió su ruta por a ribera oriental de Barriga negra: y andadas 3 leguas, al SO, rumbo general del arroyo, cortó el gajo de los Talas, no lejos de su confluencia; dando de aquí diferentes vueltas y retornos para desechar lo más fragoso de las sierras, descabezó el día 5, las puntas de Polanco y dobló sus asperezas, cayendo hacia las vertientes de Godoy. La Cuchilla general confina por esta parte y sus aguas occidentales   -316-   forman los arroyos de Casupa y el Soldado brazos del Santa Lucía.

De Godoy se encaminaron, el 6, a las primeras fuentes del Cebollaty, donde también es conocido con el nombre de Arroyo de los Tapes, y tienen, asimismo su origen en la cuchilla principal, contiguas a las de Masavillagras, otro de los gajos del Santa Lucía, en la latitud observada de 33º 39' 30" M; distando como 4 millas al N ¼ NE, los cerros nombrados de Hillescas. Sigue desde luego el Cebollaty la dirección del E S E el largo trecho de 10 leguas hasta su unión con el Corral de los Tapes y recoge por el septentrión las aguas de Nico Pérez, Benítez, y el Bustillan, vertientes todas de la gran cuchilla, con proyecciones del 4.º cuadrante, y separadas entre sí por medio de sus respectivos albardones. Corre después otras 7 leguas al E NE hasta la confluencia del Alférez, y en esta distancia solo le entra el Pirarajá, pequeños derrames de las Islas de Retamosa y de la cuchilla de Gutiérrez.

Los terrenos inclusos entre el Cebollaty propio y Baumarajate, y terminados en la cuchilla general, que despunta todos estos arroyos pertenecen a don María Francisco de Alraybar, viuda del mariscal de campo don Joachin de Vianal, gobernador que fue de Montevideo. Este dilatado cantón, con sus tierras fértiles, pastos pingües y abundantes aguadas, alimenta un crecidísimo número de ganado vacuno, que tributa a la Mariscala con sus cueros cuantiosas rentas. Sin embargo de esto los perros cimarrones o salvajes, de que se encuentran tropillas numerosas hasta de 80 y 100 causan lamentable destrozo, en el ganado. La voracidad de esta fiera y su particular instinto, le llevan a preferir las crías, en que no halla resistencia, y su carne es más tierna y delicada; por esta razón se corren a veces grandes pagos sin encontrar una ternera. Como los perros en su entera libertad se multipliquen prodigiosamente, no hay que esperar que este daño vaya a menos, si el gobierno no los proscribe, y obliga a los interesados y dueños de estancias a su total exterminio. Una jauría de otros perros domésticos, aun en corto número, los cuales tienen siempre declarada cruda guerra a los cimarrones, basta para conseguir   -317-   este importante objeto con brevedad y a satisfacción. Del mismo modo se deben exterminar los tigres, leones, lobos y demás animales carnívoros, que causan notable daño, y ninguna de estas fieras puede resistir los esfuerzos de 12 perros bien unidos, y animados por la voz de su señor.

De las cabeceras del Cebollaty descendieron el 7, por su margen oriental al arroyo de Nico Pérez: el 8 cortaron el Benítez, el 9 el Bustillan por la latitud de 33º 40' 41", y el 10 costeando el Pirarajá, subieron a observar la latitud de 33º 32' 56", entre sus puntas y las del Gutiérrez. Relevaron los Cerros de Monzón y de aquel de la otra parte, y este en la cuchilla misma; el cual como dé nacimiento a uno de los mayores brazos del Ulimar, que tuvo que recorrer después la otra partida, como veremos, sirvió de ligar y rectificar los trabajos de ambos. Forma en parte la cuchilla general una gran rinconada, o codillo que entra como al ESE y de ahí torna al NE con alguna más suavidad, haciendo un arco como de círculo, del que dimanan todas las vertientes del Gutiérrez, que reunidas desde luego, y formando un canal considerable, poblado de arboleda y frondosidad cruzan en la dirección del SE aquel espacioso valle de 7 a 8 leguas, de que hablamos pág. 10234 y depositan sus aguas en el Cebollaty hacia la punta occidental de las Averías.

El 11 descabezando las puntas del Pirarajá por el Cerro de las sepulturas e Islas de Retamosa, fueron a observar la latitud de 33º 30' 18 " sobre la ribera sur del Gutiérrez, no lejos de la citada reunión de sus vertientes. El 13 pasado el arroyo, se encaminaron al NNO hacia otro cerro elevado, que reparte aguas al Olimar, y a los Corrales, desde la latitud de 33º 95' 12". Este arroyo de los Corrales no es otra cosa que una gran cañada pantanosa, que en diferentes vueltas entre el NE y SE, corre el dilatado tramo de 10 leguas por entregar su corto caudal al Cebollaty cerca de su Salto o Catarata, y como 4 millas al NE del paso nombrado de los Santafecinos. La Mariscala de Montevideo   -318-   hizo construir años pasados sobre este arroyo varios corrales para encerrar ganado y facilitar sus faenas de cueros de que aún subsistían reliquias, y de aquí toma el nombre de los Corrales. Los cambios de sus dos bandas, igualmente que los de Gutiérrez, son puros bañados y pantanos, solo transitables en tiempo seco; y hacia la cuchilla se elevan progresivamente las tierras en lomas dobladas, más o menos fragosas según su proximidad. Por un albardón que verilea el arroyo dicho de los Corrales por su orilla meridional, y se puede decir que es el único terreno limpio de todo aquel espacio, se internaron el 14 hasta cerca de su confluencia y concluida en este punto su comisión, se transfirieron del punto del Iatay, donde a la sazón se hallaban ya las canoas.

Por nueva disposición del coronel Roscio, hizo esta misma partida desde el Iatay algunas tentativas para examinar a los pantanos que dan principio al arroyo de las Pelotas (pág. 95)35, se unían o ligaban con los que se extienden hacia esta parte de la serranía de la India muerta, según afirmaba el baqueano; y verificó la experiencia, o si permitían paso para acabar de reconocer aquel pequeño tramo del San Luis, que no se había conseguido, y enlazar este río con el arroyo de la India muerta, que se suponía ser el verdadero origen (pág. 104)36. En esta virtud salieron el 27 de abril, y costeando el Cebollaty por su margen meridional hasta las tunas, tiraron después al sur, y a corta distancia dieron ya con dichos pantanos. Con el mayor trabajo del mundo penetraron cosa de 3 leguas escasas, sin lograr descubrir su término: y tomándoles la noche sin tiempo de volver atrás, restaron sobre un pequeño albardón, tal vez deparado aquí por la Providencia para esta necesidad, observando la latitud de 33º 27' 41", y luego que fue de día, marcaron al SE 6º E, el Carbonero de las Sierras de San Miguel, que conocieron con toda distinción, y otro bosque o capón pequeño, que parece fue el último punto a donde se había llegado en el reconocimiento del citado arroyo de Pelotas. Hecho esto se volvieron al   -319-   campamento no siendo dable averiguar lo que se pretendía, y mucho menos los límites de aquellos pantanos que por lo visto abrazan todo el terreno que encierran los dos ríos San Luis y Cebollaty contra la expresada sierra de la India muerta y Averías. Esta marcación del Carbonero sirvió de mucho para la corrección general de las operaciones del Cebollaty. El 1.º de mayo observaron en el Iatay la inmersión del 2.º satélite de Júpiter cuya resulta dio 3 horas 36' 6" de difra de meridianos a occidente de Greenwich: y el 2.º se trasladaron con las canoas al arroyo Sarado, a fin de adelantar en lo posible su investigación, en tanto se continuaban los trabajos del Ulimar, cuya narración expondremos ahora.

Desde la estancia de Llorens, costeando el Cebollaty por su ribera meridional, nos transferimos en los días 28 y 29 de marzo al punto de las Tunas, y de este en las canoas al de Iatay el 31, donde nos dispusimos en los primeros días de abril para el reconocimiento del Ulimar37 que como ya se dijo, entra como tres millas al sur de este ult puerto. Forma el Cebollaty en esta distancia, un saco cubierto de espeso monte, que se junta con el del arroyo, y deja impenetrable el terreno intermedio. El 8 se emprendió ya la marcha por tierra, siguiendo un hermoso albardón que le costea al N hasta un pequeño arroyo de pocos árboles que baja del NO trayendo su origen de hacia las primeras lomas del Yerbal: y el 9, rebasado este arroyo, acampamos sobre una pequeña laguna de la margen del Ulimar, 13 leguas distante del Yatay, y en casi su misma latitud de 33º 16' 36". El 10 se reconoció el arroyo de que acabamos de hablar, y barajando el 11 el principal de nuestro objeto, se cruzaron varias cañadas que desaguan en él, formando a trechos diferentes lagos de corta entidad. Paramos el 13, caminadas 5 leguas del campo anterior sobre el paralelo de 33º 14' 6", cerca de la confluencia del Yerbal, que viene del septentrión de hacia aquella parte donde tienen su nacimiento el Parado y el Tacuary, y por esta causa quedó su examen   -320-   para nuestro regreso. En esta virtud le pasamos el 14, y penetrando un campo cubierto de Chirca38, especie de mata o monte bajo y espeso, se vino a observar la latitud de 33º 12' 28" como 4 millas antes del Ulimarchico, gajo de consideración que entra por la orilla del sur, cuya investigación se difirió también de algunos días, por no haber paso cómodo y vadeable. En este paraje se hallan los altos Cerros del Ulimar que fueron relevados desde las Averías, de los cuales el más NE se halla sobre el yerbal, y es muy conocido de lejos, no tanto por su elevación cuanto por un apéndice escarpado y agudo que le sobresale en forma de pirámide. Túvose particular esmero en situarlos todos con la posible exactitud, pues debían ser como el fundamento del plano, refiriendo a ellos, como se logró con suceso, las operaciones del Cebollaty, Ulimar y Parado.

El 16 quedamos sobre la horqueta del Avestruz en la latitud de 33º 12' 47", y como 5 leguas al occidente de la del yerbal, hallándose en este tramo, encortadas al tronco principal del arroyo varias lagunas de alguna profundidad y extensión, formadas a lo que parece, de las inundaciones.

Un carpintero natural de la Provincia del Paraguay, tenía establecido aquí un corte de maderas, y fábrica de Carros, que solía expender en Montevideo. También hacia alguna yerba mate, que se encuentra de buena calidad en el yerbal de cuya circunstancia toma el nombre. El 18 se salió a reconocer el Avestruz, que se reparte en varios ramos para recoger las aguas orientales que descienden de la gran cuchilla por la latitud de 33º 51' 45" y corre el espacio de 8 leguas, al S SE. El 23 se emprendió también el reconocimiento del Ulimarchico, que como dijimos nace en el Cerro de Nico Pérez bajo los 33º 25' 45" de latitud A y fluye casi al oriente 12 leguas, formado igualmente en su principio de otros gajos, uno de los cuales viene del S O de un ramal de cuchilla que da aguas a los Corrales. De Nico Pérez se marcaron al NO los Cerros de Monzón, y al SO los de Hillescas   -321-   de sus caídas occidentales se forma el Yy, brazo considerable del Río Negro. El 29 siguiendo la cuchilla nos vinimos a reunir con los habían quedado días antes en el Avestruz, que habiendo decampado subieron las aguas del grande Ulimar, le pasaron, y se hallaban como 3 millas a levante de las Averías occidentales, en latitud de 33º 13' 18" sobre la ribera austral de un pequeño arroyo, que toma el nombre de estos cerros, por costearlos al N, recoger una vertiente que se forma en ellos, viniendo como todos, de la cuchilla y entrando en el Ulimar, 2 millas después del Avestruz.

El 30 volvimos a tomar el tronco del Ulimargrande, el cual se divierte en grandes vueltas hacia el NO y atravesando densísimos Chircales que cubrían los jinetes, pasamos inmediatos a otras dos horquetas, formadas de otros dos gajos que le entran de O SO y bajan como los demás de la Cuchilla grande, divididos igualmente por sus respectivos albardones. Observada la latitud de 33º 6' 51" A. se logró también en este sitio la inmersión del 2.º satélite de Júpiter del día 2 de mayo que da 3 horas 36' 21" a occidente del Real observatorio de Greenwich, diferencia que nos parece algo defectuosa, bien es que la teoría de este satélite no esté todavía determinada con la última perfección, y sus tablas son susceptibles de un error que puede subir hasta 2 minutos lo tiempo. Por entre los dos gajos subimos el 6, y descabezando el del Aquilón, observamos el 9, 32º 57' 55" de latitud A hacia las primeras puntas del Ulimargrande, compuesto de dos grandes vertientes, contiguas en la cuchilla con las del arroyo del Cordobés, brazo del Yy. Corrióse un pequeño tramo de la cuchilla al SO hasta lograr una intersección o cruzamiento a Nico Pérez, relevando asimismo los Cerros del Cordobés, Pablo Páez y Tupambay, mayor y menor, de la otra parte todos de la cresta de la misma cuchilla, cuyo camino real y carretero nos condujo el 11 al nacimiento del Avestruz, o de las Víboras, en latitud que ya expusimos, cuando se habló de este arroyo. Caímos el 12 sobre el yerbal, cruzando una pierna considerable de la cuchilla, que se desprende a repartir las aguas de estos dos arroyos, se da la mano con los Cerros de Ulimar y Averías. La latitud de este   -322-   campo fue de 33º 54' 19" A. y el 13 de mayo se observó con bastante exactitud la inmersión del 1er satélite de Júpiter siendo la diferencia de meridianos con Greenwich de 3 horas 38' 48", que conviene bastante bien con las derrotas.

Nace el yerbal en las asperezas enormes de Butunanby, hacia los 32º 48' de latitud A: las costea al principio por el occidente, siguiendo todas sus caídas: la sigue después a oriente, entrando por un abra notable de dos cerros empinados: y termina en el Ulimar por los 33º 14', corridas como 10 leguas al SSE y agregándosele dos gajos boreales. Sobre las riberas del yerbal, no escasea el frondoso árbol de la celebre yerba del Paraguay, el cual parece la Caliparpa americana de Linneo hojas aserradas de la clase de la Tetrandrias Monogynias. El 14 se dirigió el coronel Roscio hacia el Parado, destinando uno de sus oficiales a las cabeceras de este arroyo, para asegurarse de su verdadera situación: y nosotros descendimos por el albardón que le separa del avestruz, para averiguar su curso, hasta el cerro mismo del yerbal, y de aquí torcimos al oriente, y llegamos al Parado junto con los portugueses el 20 de Mayo, concluido enteramente el reconocimiento del Ulimar, u Olimar, el que tiene su proyección en general del ONO al ESE, y corre el espacio de 22 leguas hasta su confluencia con el Cebollaty por los 33º 17' 50" de latitud A. Los primeros y más distantes gajos del Ulimar por una y otra orilla son los que hemos nombrado Yerbal y Ulimarchico. Estos incluyen entre sí todos los otros y el terreno que encierran, es por lo común endeble, de poca substancia, algo arenisco y pedregoso, contra el Cebollaty es más suave y pingue, pero menos limpio, y lleno de bañados y pantanos. En todo él abunda el ganado, lo que no es decible.

Como las operaciones del Ulimar se prolongasen tanto a causa de la multitud de brazos de que se forma este arroyo, como se acaba de exponer: la partida que vino del Cebollaty tuvo sobrado tiempo de recorrer el Parado, adelantando de este modo en lo posible la vasta obra de tan prolijo y cansado reconocimiento general. Para la ejecución   -323-   de este examen transfirieron el campamento general según se dijo, el 2 de mayo, 3 millas dentro de la barra del Parado en latitud 33º 10' 35" A. Las canoas grandes hicieron este, camino aguas abajo del Cebollaty y subiendo después por la boca misma del arroyo; mas las pequeñas acortaron de mucho la distancia, entrando por un estrecho canal o sangradero que atraviesa en derechura, llamado del Catalán, de cierto individuo de la provincia que entabló en aquel paraje oculto sus faenas clandestinas de cueros y contrabandos, formó sus ranchos y mantuvo no poco tiempo comunicación abierta e impune con la villa de Río Grande por la Laguna de Merín, cuya proporcionada navegación produce frecuentes ejemplares de esta especie. El 5 de mayo emprendieron ya la navegación del Parado, más a las 2 millas tuvieron que saltar en tierra por su orilla del NE no siendo fácil continuar en canoas por la demasiada ramazón que cruzaba el cauce del arroyo. El 6 le siguieron costeando por entre pantanos y bañados de que se forman algunas cañadas, hasta la distancia de 6 leguas, y observaron el 7 la latitud de 32º 49' 52" A. 2 millas escasas al N de la confluencia de Otazo, que viene del ONO, y entra por la ribera occidental. De este punto empiezan ya a levarse las tierras, formando las faldas de la cuchilla, que por esta parte se tienden con suavidad a larga distancia. Cortaron el 8 un pequeño regajo, primeros derrames del albardón que divide las aguas del Tacuary y del Parado. Este declina del NO al O y en largas vueltas recibe nuevas caídas del mismo albardón, proyectado en la misma dirección del arroyo. El 9 doblado un notable cerro, que por su dilatada extensión al NNE llamaron Largo, observaron la latitud de 32º 39' 27" A. en las puntas ya del Parado que se desprenden del Cerro de Butumanby, nombre dado por su figura que en idioma de los indios equivale a Horejas de Mulo.

Estos dos cerros viniendo del E y descabezando las dos primeras vertientes del Parado, se unen a la cuchilla general la que por medio de otro ramal deja ir en vuelta del SE forma una célebre encrucijada, cuyos cuatro ángulos mirando con pequeña diferencia   -324-   a las Playas del Mundo, dan origen a los cuatro arroyos Tacuary, Parado, Yerbal y Fraile muerto. El 10 dirigieron ya de regreso su derrota por aquella pierna o ramal del SE que da principio a Otazo en los 32º 49' 17" de latitud A y observando el día siguiente la de 32º 54' 50" en los resurgideros de la Cañada de los Corrales, que fluye al ESE para encontrar el Parado por los 33º; se retiraron el 14 al campamento cruzando unos penosos bajíos y lodazales de más de 4 leguas. El resumen de esta investigación es tener el arroyo 16 leguas de curso al SE desde la cuchilla al Cebollaty. Concluido el reconocimiento de este gran río, lo adelantado de la estación, lo embriagado de los campos con las frecuentes lluvias, la mala calidad del terreno todo bajo y pantanoso y la natural destemplanza del clima, nos obligaron a interrumpir por algún tiempo las operaciones y pensar en retirarnos al Tahin. El 23 de mayo, arreglado todo el trabajo vencido hasta allí, y combinado con el de los portugueses, que se halló bastante conforme, lo pusimos en ejecución de común acuerdo; más los desechos y repetidos temporales del SE nos hicieron tardar en la travesía hasta el 29 del mismo, y 4 días más a los lusitanos, que costearon la laguna por no atravesarla en canoas que no deja de ser peligroso.

El 28, de mañana se observó una inmersión del primer satélite de Júpiter 3 horas 32' 20" a occidente de Greenwich en el arroyo nombrado del Sarandy que desagua en la laguna como 3 leguas después, del Cebollaty, por su ribera occidental siendo la latitud de su barra 32º 2' 2" A.




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Capítulo VII

Segunda salida y conclusión del reconocimiento de la laguna de Merín y de sus vertientes.


Por octubre del año siguiente de 1785, con los tiempos más bonancibles menos las lluvias, y los campos más secos, se trató de continuar el   -325-   reconocimiento de la laguna Merín y de sus vertientes, no concluido en la primer salida por los rigores del invierno y terrenos intransitables. En consecuencia fueron dadas por el Gobernador de Río Grande las órdenes correspondientes para el apresto de las mismas canoas, y estando prontas se hicieron venir al Tahin el 8 de noviembre. Queriendo nuestro comisario director don Joseph Varela, tomar alguna idea de aquellos campos, determinó acompañar las partidas por algún tiempo, y embarcándose con todos los oficiales facultativos de ambas subdivisiones españolas, y una escolta competente, hizo derrota al Tacuary el 17 del mismo, donde convenía establecer el campamento general, para proceder desde allí a las operaciones ligándolas con las del verano anterior. La mareta del SE le impidió atravesar en derechura, y fue obligado a ganar desde luego la cota occidental, acogiéndose al pequeño arroyo de los arrepentidos, donde encontró ya la partida portuguesa que a las órdenes del coronel Roscio había lado la vela el día antes, se vio también en la necesidad de tomar puerto, estando para perderse una de sus canoas.

Permanecieron con fuerza los vientos del SE al SO de forma que no pudieron salir de los arrepentidos hasta el 20 y barajando la costa de la laguna, entraron todos al siguiente día en el Tacuary donde se hallaban ya las canoas grandes que conducían los víveres, los instrumentos de astronomía y demás útiles, las cuales nacieron directamente desde el Tahin. Subieron el arroyo como 6 millas, y acamparon en la orilla meridional, observando el 22 la latitud de 32 º 47' 45" y el 23 la cifra de meridiano en tiempo con Greenwich de 3 horas 33' 46" por una emersión del primer satélite de Júpiter. Este mismo día se caló también sobre las riberas del Tacuary otra partida compuesta de españoles y portugueses que desde el 12 se había despachado por tierra con suficiente humo de caballos y de reses de consumo, la que dirigió su camino al N de la laguna, cortando el sangradero de Merín por el paso de Beca y pasando el Piratiny y Yaguaron en pelota, no sin algunas demoras y riesgos. El 24, elegido un terreno más limpio y de mejores pastos a 5 millas del primero   -326-   sobre la margen septentrional del arroyo se transfirieron a él, observando asimismo su latitud de 32º 45' 10", la cifra de meridianos de por otra emersión del propio satélite y la variación magnética de 12º 50' NE por el azimut del sol. Establecido este campo se proveyó a la subsistencia de las gentes, enviando 24 peones a la sierra inmediata para coger algún ganado, y remplazar el del abasto, que se había enflaquecido con la marcha, los que habiendo salido el 27 con sus correspondientes pasaportes para no tener tropiezos con las partidas de Montevideo en caso de encontrarlas, volvieron a los 15 días con 200 reses de carne gorda y descansada, como se explican en el país.

Como los trabalos de la campaña antecedente quedaron en el Cebollaty, recorrida ya toda la costa oriental y meridional de la laguna Merín, era necesario examinar el tramo restante de ella desde la boca de aquel río hasta la barra del sangradero o río de San Gonzalo, con todos los arroyos y demás vertientes que le entran por esta parte. Para la mayor regularidad de esta obra, y su más pronta ejecución, se destinó por tierra al reconocimiento del Tacuary un destacamento de facultativos de ambas naciones con la colección de instrumentos de la portuguesa, y otra partida semejante con la colección española se encargó de verificar en canoas el examen de aquel trecho de costa que media entre los dichos ríos Cebollaty y Tacuary, con los tres pequeños arroyos Ayala, Sarândy y Zapata que vierten sus aguas por aquel espacio. Con arreglo a este plan, emprendió su marcha, el 28 de noviembre la primera de estas partidas, en la que iban haciendo de geógrafos los capitanes de ingenieros, don Bernardo Lecoge39 y Alexandro Elloi Portela, y de astrónomos el alférez de navío don Joachin Vicente Varela y el doctor Joseph Saldaña, llevando por su escolta y servicio, 12 dragones, 6 peones y 1 práctico. En la segunda, fueron en persona los mismos jefes o comisarios, de astrónomos el capitán de artillería Joachin Feliz da Fonseca Manço y el alférez de navío don Juan Joseph   -327-   Varela, y de geógrafos el teniente de ingenieros Francisco das Llagas Santos, y el alférez don Joseph María Cabrer. Escoltados así mismo de suficiente número de soldados y peones, dieron la vela el 5 de diciembre y se dirigieron al sur, costeando la playa de la laguna, hasta conseguir enlazar sus operaciones en la barra del Cebollaty con las del verano anterior.

En esta segunda salida, se observó la misma conducta, el mismo proceder y prolijidad en los trabajos que expusimos, de la primera, y así no hay para que detenernos en su explicación. Descendamos pues a exponer desde luego las resultas en general, sin ligarnos tampoco al material y confuso laberinto de las operaciones para no invertir el orden propuesto, seguiremos la descripción de la costa occidental de la laguna, desde la boca del Cebollaty haciendo también de camino la de los arroyos que desaguan en ella, al paso que se hayan encontrando. Sobre la punta N del Cebollaty, se halla recostada una isleta de que dista 2 millas al ángulo de 10º NO el pequeño arroyo de Ayala en 33º 6' 37" de latitud y viene de unas lomas cerca del Parado, como 3 leguas al ONO dejando un lago de corta entidad en el intermedio. De su barra 5 millas cortas al N 64º E está la punta nombrada de Quiroga, y de ella otras 2½ al N 6º E, la boca del Sarandy, arroyo compuesto de dos gajos que nacen de unos pantanos contra el Tacuary, 5 leguas al N 32º O. La latitud de este arroyo observada la campaña anterior, fue confirmada ahora con cifra de pocos segundos de 32º 2' 11" (pág. 125)40 y su nombre lo toma de un árbol que adorna sus riberas, que parece el Cephalantus de Linneo, hojas opuestas y de tres en tres, de la clase de las Tetrandias Monogynias. Sobre la dicha punta de Quiroga hay una hermosa laguna circular que tiene más de 2 millas de diámetro y se comunica al Sarandy. Desde este gira la costa como 3 millas a los 65º NE forma después una ensenada al 4.º cuadrante de otras 2 millas de Abra, que tiene otra pequeña laguna sobre la punta boreal, y de esta 2 millas a 8º   -328-   NE entra en la de Merín por la latitud de 32º 57' 14" y el arroyo de Zapata, cala despreciable que interna 1 ½ leguas al ONO agregándosele otras dos cañaditas, todavía menores del septentrión, y toma su nombre de un español que habitó largo tiempo sus orillas.

De Zapata avanza la costa al E 10º N el largo trecho de 3 leguas, y rehurtando de allí otras 2 al NNE hasta la punta llamada de Parubé forma en la primera mitad de esta distancia una rada con 1 ½ millas de fondo, y diversos sacos interiores. Sobre dicha rada que se halla cubierta de un juncal bien espeso, se ven las 2 frondosas islas de Tacuary con tres islotillos menores y algo separados, en latitud de 32º 54'. La Punta de las Cajimbas sigue como 5 millas al NNE, de la de Parubé, haciendo la costa una ensenada a manera de media luna por cuyo centro desagua el Tacuary. Toma este arroyo sus primeras, aguas en los 32º 46' de latitud A de las caídas o faldas septentrionales de los cerros Largo y Butumandy de que hablamos (pág. 124)41. Corre al principio el espacio de 6 leguas al N 16º E costeando la cuchilla general; declina luego al E 2º S 10 millas, regresa después 23 al S 37º E recogiendo a la 1 un gajo de dos piernas que baja de los Conventos, cerros distantes 6 leguas NNO; a las 15, otro de más consideración llamado Chuy, cuyo giro es del N ¼ NO de latitud de 32º 10'; y finalmente otro de 5 leguas del N 5º E al extremo de la referencia distancia. Desde este punto tuerce el Tacuary al E 4º S y andadas 30 millas con grandes vueltas, formando lindos potreros, y cortando varias islas, vierte sus aguas en la laguna de Merín por los 32º 47' 45" de latitud A. Los campos entre este arroyo y el Parado no son de la peor calidad; forman un cerrado sin otra salida que por entre las vertientes, que con todo son bien ásperas. El ganado vacuno abunda en ellos más que en ninguna otra parte de la sierra. Uno de los baqueanos del rey llamado Ballejos, sacó de aquí, por el mes de mayo dos mil cabezas para surtir las estancias de Su Majestad, y es de advertir, no se echaba de ver tan gran desfalco.

  -329-  

Hecho el examen del Tacuary, pasó la partida de tierra al Yaguaron el 42 de diciembre con la orden de practicar el de este arroyo; y como tenga su origen en los contornos de Santa Tecla, no lejos de la puntas del Piratiny, vencido aquel trabajo, se transfirió a este con la mira de concluir de regreso su reconocimiento empezado en la primer salida, como se dijo (pág. 88)43. La otra partida de las canoas, encargada de seguir la investigación de la laguna, y de los demás arroyos que le entran de menor entidad, salió también del Tacuary con igual fecha, y mudó su campamento al expresado Yaguaron. Algunos días antes llegaron de Montevideo, adonde habían pasado con licencia, los geógrafos don Joachin Gundin y don Andrés de Oyarvide, y se agregaron el primer a la partida de tierra, el segundo a la de agua. Dista la punta meridional de la Ensenada del Yaguaron 5 millas a los 62º NE de la de Cajimbas, entre los cuales forma la costa de la Laguna una pequeña rada al NO. De aquellas sigue la septentrional, también llamada del Juncal a los 47º del mismo cuadrante 5 ½ millas, y en el centro de esta ensenada, que tiene de fondo otras 3, se halla el Yaguaron. Tres son las principales vertientes de este gran arroyo: las dos primeras nacen en la latitud A de 31º 20' de una considerable pierna de cuchilla, que de las sierras de San Antonio viejo, gira como al ONO hacia Santa Tecla, dando aguas al Cavacuan que fluye, al septentrión: corren ambas el espacio de 12 leguas entre las cabeceras del Piratiny y Río Negro, la más oriental o arroyo Andiota al SO y al S ¼ SO la occidental o Gajo de la laguna hermosa: siguen después unidas otras leguas, por la última dirección, y en los 31º 58' se juntan con la tercera vertiente, la cual como su propio nombre del Yaguaron baja también del N 5º E desde el paralelo de 31º 32", recogiendo las aguas orientales de la serranía del Yaseguá. En lo interior de la confluencia de estos gajos, se halla una pequeña laguna que llaman la Hermosa: y de ella continua el Yaguaron a los 50º SE   -330-   14 millas y recibe el Yaguaronchico, que con efecto es de poca entidad y viene del NE. De aquí sigue 34 millas a 20º SE y le entra también del Aquilón el arroyo de Téllez, que trae su curso de la distancia de 10 leguas con diferentes ramas. A oriente de Téllez, no lejos de su horqueta, estuvieron acampadas las partidas, sobre el paso nombrado de las piedras en de latitud A y 3horas 33' 52", de difra de meridianos en tiempo a occidental, de Greenwich, observada por la emersión del primer satélite de Júpiter de 1 de enero de 1786. Como 1 milla más abajo del Paso de Piedras se precipita el Yaguaron por una catarata de 5 varas de altura, y después corre sereno y caudaloso con buena navegación 16 millas a 60º SE hasta su barra en 32º" 39' 12" de latitud A. Las orillas de este arroyo están pobladas de grandes árboles, los terrenos que riega son en lo general muy escabrosos y no tienen tanto ganado.

Del Yaguaron pasaron las canoas el 12 de enero al arroyo del Juncal, que fluye en la Laguna por la misma punta que lleva su nombre, bajo los 32º 38' 51". Este arroyo es navegable el corto espacio de 1½ leguas : tiene su nacimiento en un gran cerro que dista de su barra 19 millas a 37º NO: recoge varias caídas del N y SO, y el terreno de sus márgenes es bajo y pantanoso, con algunas lagunillas de trecho en trecho. La Punta Negra dista de la de Juncal 5 millas a los 52º NE. De ella tira la Costa otras 7 a los 18º del mismo cuadrante hasta la barra de los Arrepentidos; más 3 millas antes se encuentra un pequeño regajo que llaman de los Arumbados: el que trae su origen del NO 61º y corre como 3 leguas formando una vuelta grande al S, antes de la Laguna. La Costa en esta distancia es de puro bajo y desabrigada para las canoas. El arroyo de los Arrepentidos viene de 7 leguas a los 50º NO de unas lomas dobles y quebradas con varias cañadas y zanjas: entra en la laguna por los 32º 29' de latitud siendo su cauce profundo, con muchos árboles y maleza, y el terreno de sus orillas bajo y pantanoso. De la barra de los arrepentidos avanza la costa muy cerca de 15 millas a 63º NE formando el promontorio de la Punta Alegre, con la que estrecha la Laguna de nuevo hasta la distancia   -331-   de 3 millas, que es como la garganta o una angostura a toda su extensión. Sobre ella hay una serie de médanos de arena muy encumbrados y con algunos árboles que se descubre de larga distancia y son semejantes a los del Tahin. Como esta playa esté descubierta a los vientos del 2º cuadrante, es muy peligrosa su travesía y en ella se ha formado considerable acopio de conchuela mentida y caracolillo de que hacen los portugueses excelente Cal.

Desde Punt Alegre rehurta la costa al ángulo de 67º en el 4.º cuadrante, y hace un saco al S demás de dicha milla de fondo a las 3 millas de dicha punta se halla la boca del Arroyo Grande en 31º 21' 15" de latitud que no deja de ser alguna consideración: sus vertientes son contiguas a las de Téllez por los 32º: baja de allí a grandes vueltas y revueltas 12 leguas largas al rumbo de 64º SE por terrenos ásperos, recogiendo muchas aguas de una y otra parte; se dirige después otra legua a los 63º NE y termina su curso en la Laguna, con una caja ancha y caudalosa, navegable cerca de 6 millas, pero sus riberas son inaccesibles por la espesura y ramazón de los montes. A occidente del arroyo grande, entra un saco de 1 milla al SO, y otro igual, a mediodía de la barra del Chasquero, que dista de aquel 5 millas a 4º NE siendo esta la proyección de la costa con repetidas y menudas vueltas. Las aguas del Chasquero con un curso de 8 leguas, a los 60º SE derivan de unas asperezas que se hallan hacia los 32º 4' de latitud; la costa gira desde su barra como millas a 23º NE sale 1½ al ESE; vuelve después cerca de otras 4 a los 9º NE y tomando a los 80º NE 5 millas escasas, acaba finalmente en el sangradero de Merín por los 32º 9' de latitud A, dejando como media legua antes el pequeño y pantanoso arroyo de la Palmasola, compuesto de dos gajos, el 1º de Aquilón donde descolla huma44 hermosa y elevada palma, de que toma el nombre, y el 2.º de las mismas asperezas del Chasquero.

Los facultativos hicieron varias tentativas y nunca pudieron   -332-   llegar a la boca de este arroyo, que por tierra le rodea un gran pantano de más de 2 leguas, y por agua cubre toda la costa una faja de juncos espesos, que no deja paso a las canoas, desde la Puntalegre. La dirección no obstante de aquella parte, que se logró reconocer desde su origen, es de 11 millas al SE; después entra el pantano por una y otra banda, y solo por conjetura se continúa otras 7 millas al E hasta su desaguadero.

Por lo que se ha visto la Laguna Merín no es otra cosa que la confluencia de todos aquellos ríos y arroyos que hemos descrito, los cuales, dimanando de la cuchilla general y fluyendo al oriente, se juntan y forman esta laguna, y desagua asimismo por el sangradero de San Gonzalo en el Río Grande de San Pedro. Su dirección es de SO a NE y sus cabeceras o límites abrazan la extensión de 36 leguas entre los paralelos de 32º 9' y 33º 37' de latitud A. Su ancho no excede de 9 millas, desde sus puntas meridionales hasta el promontorio de los Latinos; aquí se abre la costa oriental considerablemente formando el gran saco del arroyo del Rey, y dando a la Laguna el ámbito de 7 a 8 leguas que conserva de 8 a 10 hasta la Punta Alegre se cierra de nuevo aun más que antes parar terminar en el referido sangradero. Tiene 7 isletas, las 5 del Tacuary sobre la costa occidental, y las dos de los Latinos sobre la oriental. Su fondo en el canal no baja de 2 brazas, y sube en partes hasta 7 con varios y peligrosos bancos de arena. Los vientos fuertes agitan sus aguas, levantando una marea picada que hace crítica su navegación en malos tiempos; pero sus playas ofrecen a cada paso buenos puertos, ya con los frecuentes sacos y ensenadas, ya con las bocas de los ríos y arroyos y ya finalmente con la ceja de juncal espeso que las cubre en la mayor parte. Sus aguas corrientes son cristalinas y saludables: abunda de pejerreyes, anguillas, corvinas y otros pescados de buen gusto, y no escasea de patos y gallaretas, ánsares y garzas de varias especies.

Los portugueses frecuentan mucho la navegación de esta laguna, y penetran muchas leguas en los dominios del rey por los ríos Cebollaty, Tacuary, Yaguaron y otros. Fomentan el trato ilícito,   -333-   introduciendo considerables porciones de tabaco negro de humo, piedras preciosas y otros géneros prohibidos y destrozan el ganado de la sierra, con frecuentes correrías,: y matanzas para las grandes faenas de cuero, sebo y grasa que conducen en sus canoas a Río Grande. La experiencia acreditó repetidas veces la verdad de estos hechos en la presente expedición, pues ni aun por el tiempo que duraba, se abstuvieron de semejante desorden. Convendría pues, así para evitarlo, como también para impedirlas grandes usurpaciones de ganado y animales que hacen por tierra, restablecer el suerte de San Gonzalo, construido por el Conde de Bobadela, sobre las márgenes del Piratiny, término de ambos Dominios. La situación de este fuerte que en el día se halla arruinado, es ventajosísima para a establecer una gran guardia a las órdenes de un oficial celoso encargado de 2 atenciones: 1.ª de guardar de acuerdo con el comandante de Santa Tecla toda la campaña intermedia, que tiene 30 leguas de extensión y no puede la guarnición sola de aquella fortaleza alargar sus miras a tanta distancia; cuya causa los habitantes de Río Pardo, teniendo esta puerta abierta sin el menor embarazo, entran y sacan a su salvoconducto crecidas piezas de ganado de la Sierra, mulas y caballos de las estancias, a veces contra la voluntad de su dueño. La 2.ª atención y más importante de la guardia de San Gonzalo, sería tener un puesto en la barra del mismo Piratiny, y a orillas del sangradero, distante únicamente 3 millas. Dicho puerto debería mantener sus canoas, y los portugueses no podrían entonces penetrar con las suyas en la laguna Merín, y ríos que desaguan en ella. De este modo quedaba cerrada la frontera como con una llave, desde los fuertes de Santa Teresa y Sin Miguel, que es como se ha visto a donde llega la laguna. Para la ejecución de esta idea, cuya utilidad es poco conocida, precisa primero: hacer levantar a los lusitanos las estancias que recientemente han formado en los dominios de Su Majestad sobre las riberas meridionales del Piratiny y después de la ratificación del tratado preliminar (pág. 90)45.

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Concluido el reconocimiento de la Laguna el 30 de enero se retiraron las canoas al Piratiny y a los pocos días se emplearon en ayudar a pasar el sangradero a las subdivisiones, que como veremos ahora, se pusieron en marcha para las cabeceras de Río Negro, y seguidamente fueron despedidas y pagadas sus tripulaciones. La otra partida de tierra pasó, como dijimos antes, del Yaguaron al Piratiny; y como le diese mucho quehacer el examen de este arroyo con la complicación de sus brazos, tardó en reunirse al grueso de las subdivisiones hasta el 19 de marzo. Nuestro comisario director don Joseph Varela se restituyó al campo de Tahin desde el paso de Piedras del Yaguaron a principios de enero, y nosotros hacía como un mes que acabábamos de regresar de Buenos Aires, adonde pasamos con licencia del señor virrey marqués de Loreto, durante la intermisión de las operaciones, a que nos obligaron las aguas del invierno.




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Capítulo VIII

Viaje de la segunda subdivisión española al pueblo de S. Borja de las misiones del Uruguay, y de allí al de la Candelaria, unida con la subdivisión portuguesa.


Los trabajos ulteriores de la demarcación exigían la traslación de las partidas hacia las cabeceras del Río Negro, y el paso de Beca o del sangradero de Merín que se pone impracticable desde las primeras lluvias, instaba a no perder los favorables instantes de la estación; mas el gobernador de Río Grande que se haba46 bien en las inmediaciones de la villa, solo convino en transferir su campamento al arroyo Piratiny. En este concepto se pusieron en marcha todas las subdivisiones con diferencia de algunos días para no agolparse juntas al referido paso de San Gonzalo: la 1.ª española, el 6 de febrero de 1786   -335-   la segunda, el 13, y los portugueses, el 20 de dicho mes. Nosotros nos ceñiremos a exponer las noticias concernientes a la de nuestro cargo, y únicamente diremos de las otras aquello que sea más importante, y de que tuvimos conocimiento. Salió pues la segunda subdivisión española del albardón de Juana María la mañana del 13 de febrero después de haber llovido considerablemente toda aquella noche: tomó su ruta por el camino que dirige a la villa de Río Grande de San Pedro, y al siguiente día acampó, pasado el pequeño arroyo de la Portera, donde se hallaba una estancia recién establecida. El 15 hizo alto en el arroyo de las Cabezas, por otro nombre de la Invernada, para dar tiempo a que pasara el sangradero de Merín la primera subdivisión, que tuvo el camino de adentro por el albardón de Silbeyra. Tiene su origen este arroyo de infinidad de pantanos que inundan por todas partes aquel terreno, vierte sus aguas como 3 leguas al SO de la villa, en el saco de la Isla de los Marineros, pasando cerca de un fuerte de tierra, que por este título llaman Guardia del Arroyo. El 19 descabezando otros dos regajos que fluyen en el mismo saco, frente de la isla de Marsaldelima, el 1.º Luisderocha y el 2.º Arrodepalo, entramos en el de Torredetama, promontorio que forma la Barrafalsa o Boca del sangradero, y está sujeto a grandes inundaciones. En su medianía se halla el Pueblonuevo, compuesto de un corto número de casas dispersas, o ranchos de paja, cuyos moradores cultivan con bastante esmero su pequeña suerte de tierra. El 20 caímos ya sobre dicho sangradero por la Guardia o Paso de Beca, y con el auxilio de 8 canoas que se habían solicitado del Gobernador, y las empleadas en el reconocimiento de la laguna, lograrnos pasar felizmente en los dos días inmediatos. La primente partida perdió en el paso de este Río Grande parte de su hacienda, habiendo arrojado todos los animales de un golpe; nosotros los hicimos pasar en pequeños trozos, y con todo se perdieron algunas reses. Las carretas pasaron a remolque y descargadas.

Al occidente ya de San Gonzalo seguimos el 24 la mar47 septentrional   -336-   del arroyo Pabón, y dando algún descanso 5 los animales, le cortamos el 27 junto a la estancia del coronel Pintos Bandeyras, y vinimos a parar como 6 leguas al NO del sangradero sobre el arroyo de las Piedras, gajo del Piratiny, que baja del septentrión, compuesto de varios otros de menor entidad. Halándolo crecido con las lluvias de los días antecedentes, no lo pudimos vadear hasta el 6 de marzo; cruzamos después las tierras del Cerro Pelado, y atravesando el Piratiny por el Paso de Ramírez, 8 millas al O del anterior, sentamos el 8 nuestro real de la otra parte, no lejos de la primera subdivisión. Los portugueses subieron el 11 al Paso de Baltazar, donde el primer comisario de Su Majestad Fidelísima firme con la resolución de no pasar adelante, creyendo la estación adelantada, estableció sus cuarteles de invierno, desatendiendo, como lo tenía de costumbre, las justas representaciones, requerimientos y protestas que lo dirigió nuestro comisario director sobre los atrasos y perjuicios que podría ocasionar, con aquella demora tan innecesaria a la Demarcación de límites, cuyas operaciones subsiguientes exigían como ya dijimos que las partidas se transfiriesen sin detención a las cabeceras de Río negro en los pagos de Santa Tecla.

El destacamento de los geógrafos que del Yaguaron pasaron al Piratiny se recogió el 19, concluido el reconocimiento de este río, y el 5 de abril, confrontado el plano, se puso en marcha d. Joseph Varela para la citada fortaleza de Santa Tecla, donde se había ordenado el acopio de víveres, tomando la cuchilla del NO que corre entre el arroyo de Santamaría y el mismo Piratiny. Del mismo modo debiendo nosotros seguir los pasos de la primera subdivisión, dirigimos también numerosos oficios a los comisarios de Su Majestad Fidelísima manifestándoles con fecha del 4, que pues nuestra partida no tenía más que hacer a lado de la primera, terminados los trabajos hasta las puntas del Río Negro, pensábamos continuar viaje al pueblo de San Borja, de las Misiones del Uruguay, como estaba dispuesto, y que en él aguardaríamos la reunión de nuestro concurrente, promoviendo entretanto el apresto de los barcos y demás auxilios, de que necesitaban las dos segunda subdivisiones   -337-   para practicar la demarcación del artículo 8.º del tratado preliminar, de que estaban primitivamente encargadas. Los lusitanos insensibles al estímulo de nuestro ejemplo, contestaron en cartas de pura atención, y nosotros decampando el 6, vinimos a hacer noche, andadas cerca de 4 leguas sobre la estancia de Manuel Correa de Silba, vecino de Río Grande.

A los pocos instantes de haber hecho alto se recibió un oficio extraordinario de don Joseph Varela en que se nos daba noticia de que los portugueses trataban de insultarnos, enviando en nuestro alcance un destacamento de tropa ligera; y en esta virtud se ordenaba estar alerta para evitar cualquiera tropelía. En el momento mismo se repartieron diez cartuchos a cada uno de los 33 dragones de que se componía la escolta, se dobló la guardia, que hasta allí solo había sido de 8 hombres: y haciéndoles tomar caballo a todos, se dispusieron algunas patrullas, y rondaron las haciendas durante la noche con toda vigilancia. Los oficiales fueron asimismo advertidos de esta novedad, y tuvieron la orden de velar personalmente sobre la observancia de aquellas providencias. procurando se guardase a todo el campamento la más exacta disciplina y se estuviese con el mayor cuidado. El 7 luego que fue de día, nos pusimos en camino con una marcha ordenada, haciendo preceder de vanguardia la mitad del destacamento y cubriendo con la otra mitad la retaguardia bajo la conducta de su comandante inmediato don Tomás Ortega, las carretas formadas en columna en el centro, y los caballos, bueyes y demás ganado de consumo a los costados al cargo de sus capataces y peones. El comisario y demás oficiales facultativos encargados de llevar la derrota, acompañaban sin destino particular, divirtiendo a vez el camino con la caza, pero siempre a la vista de toda la comitiva y en disposición siempre de acudir adonde lo pidiese la necesidad.

Como nos precedía de una jornada la primera subdivisión, solíamos por lo común acampar todas las noches en los mismos parajes de donde había salido por la mañana. El 8 que damos al pie de unas asperezas, primeros ramales de la San Antonio viejo, en que tenían antiguamente los Tapes de Misiones varios puestos para contener   -338-   los ganados. Del 10 al 13 tardamos en cruzarlas sin embargo de no tener por aquella parte arriba de 8 millas de extensión. Los continuos repechos y, en general lo escabroso del camino hacían demasiadamente morosa la marcha de carretas. El 14 siguiendo la misma cuchilla se dio vista a un dilatado valle, como de 7 a 8 leguas al SO, donde se forman las primeras aguas del Yaguaron, y termina contra las tierras altas del Yareguá. Los campos son ya desde aquí de mejores pastos, y de lomas más suaves, pero los albardones para los animales escasean en este camino, como en todos los de la cuchilla, siendo estas las que dividen las aguas, dando a los ríos. El 15 avistamos el fuerte de Santa Tecla desde ciertas alturas, cuyas faldas septentrionales vierten el Ycavacuá o Cavacuan que corre a la Laguna de los Patos. No dejaba de abundar el ganado vacuno y caballar a grandes tropas o rodeos y se vio no pequeña porción de toros recién muertos y sacado el cuero, efecto nada extraño en estas campañas. Nuestras gentes se aprovecharon de esta proporción y enlazaron unas 20 reses, que como ellos se explican estaban de grasa y la carne gustosísima. También recogió un hermoso toro, que perseguido entró en uno de los trozos de caballada y causó algún daño. Cortadas las puntas de las astas, tiró al día siguiente de una carreta con más docilidad que se podía aguardar. La primera subdivisión logró también en este pago otras 50 cabezas, que mezcladas casualmente con el ganado manso de consumo, pudo conservar, manteniéndole reunido por algunos días. Por último en los días 17 y 18 llegaron ambas subdivisiones a Santa Tecla, y no habiendo a lado del fuerte modo de acampar, se mudaron el 20 sobre las márgenes meridionales del Piray, distante tres millas escasas. Don Joseph Varela mandó desde luego hacer unos ranchos, y los ingenieros y geógrafos se aplicaron con diligencia a poner los planos en limpio para remitirlos al señor virrey del Río de la Plata, y que informada la Corte, pudiera a la vista de ellos resolver la duda de los comisarios sobre la dirección de la línea divisoria desde la barra del San Luis, donde había quedado, hasta las cabeceras del Río Negro.

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Este puerto de Santa Tecla fue establecido a fines de 1773 con motivo de la expedición de Río Pardo dirigida a contener los referidos insultos de los portugueses, y que mandó en persona el señor Vertiz, gobernador y capitán general ya por aquel tiempo de Buenos Aires. Dista 95 leguas línea recta de esta capital, 36 del Río Grande, 80 de Montevideo, 60 del Pueblo de San Borja de las Misiones del Uruguay y se halla en 31º 16' 21" de latitud A y 3 horas 39' 46" a occidente del Real observatorio de Greenwich. El frente se reduce a un pentágono de céspedes, con su foso, y aunque en el día se halla enteramente arruinado se conserva en él una guarnición de 50 hombres, tropa veterana, a las órdenes comúnmente de un capitán del regimiento fijo de infantería, cuyo cargo no es otro que evitar los contrabandos, robos, extracción de ganados, y otras correrías semejantes, muy frecuentes en la frontera. Situado en la gran Cuchilla que divide o separa el Río Negro del Cabacuan, domina la campaña inmediata con hermosa y dilatada vista al occidente. Las tierras son de buena calidad, y los pastos substanciosos y nutritivos; pero el clima es desabrido y ventoso, particularmente en la estación de invierno, y las aguas, aunque de las ponderadas del Río Negro, nos parecieron poco dulces y gordas, talvez por ser de las cabeceras del río, y no estar aún trabajadas.

Antes de la época dicha Santa Tecla no era más que unos ranchos de paja, que servían a los indios de misiones para sujetar los ganados de la sierra y practicar sus vaquerías. Son estas una especie de montería forzada en que juntos ciento o más peones con buenos caballos, corren una crecida punta de ganado hasta llegarlo a cansar y después con este señuelo colocado en paraje eminente, juntan a veces hasta dieciocho o veinte mil cabezas, que sin darles mucho reposo conducen en buena custodia a la estancia o puesto que desean abastecer. Es fácil de considerar lo destructivo que es este método para los ganados, especialmente para las crías, que se cansan y pierden todas sin recurso. Santa Tecla fue situada y tomada a los 60 días de una vigorosa resistencia, por los portugueses bajo la conducta del célebre coronel Pintos Banderas en la guerra última de 1777. El de 1752, reunidos los   -340-   Tapes en estos ranchos de Santa Tecla se opusieron, dirigidos, dicen, por los jesuitas, y embarazaron los progresos de la demarcación de Valdelirios hasta el de 1775 que fueron derrotados en Caybaté por las tropas que vinieron de Buenos Aires y del Río Grande de San Pedro, y pudieron continuarse las operaciones.

Desde nuestra detención en los campos del Chuy y Tahin, el señor virrey de Buenos Aires había insistido siempre sobre la separación de las segundas subdivisiones; pero los portugueses resistieron constantemente esta providencia por estar a cargo del coronel Roscio, jefe de la subdivisión lusitana, el reconocimiento pendiente de la laguna Merín y de sus vertientes; mas verificada en el día la conclusión de aquella obra, y parecía no quedaba ya pretexto decente para retardar más esta resolución, en que había por último convenido también el señor virrey del Brasil Luis de Sousal y Basconcelos; Los comisarios de Su Majestad Fidelísima se quedaron no obstante en el Piratiny, como se dijo arriba, con el nuevo y especioso motivo de lo adelantado de la estación, de cuyas resultas se tomó el partido de venirnos a Santa Tecla. Ya en esta situación pareció conveniente al mejor servicio del rey, que la subdivisión de nuestro cargo continuase su marcha hasta el Pueblo de San Francisco de Borja de las Misiones del Uruguay y aguardase en él a la portuguesa, que debía venir el verano próximo, para practicar la demarcación del artículo 8.º del tratado preliminar de que se hallaban particularmente encargados. Seguíanse de aquí no pocas ventajas: poníase dicha partida en estado de despedir la tropa de carretas, boyada, caballada y los peones y capataces de su servicio disminuyendo de un solo golpe más de la mitad de los gastos que cansaba Real Hacienda, pues en lo sucesivo podía valerse del auxilio de los Pueblos: tendría además la proporción de atender al apresto de los barcos que debían servir en la navegación del Paraná, prevenir la reunión de los 50 hombres de armas del Paraguay que debían escoltar las partidas y promover finalmente el acopio de víveres y demás auxilios necesarios al citado objeto, que se debían disponer y aprontar en el Pueblo de Corpus, o de Candelaria de las Misiones   -341-   de dicho Paraná, de donde no distaba mucho San Borja y se hallaba en el mismo derrotero.

La consideración de estas atenciones nos obligó a consultar el punto con nuestro comisario director don Joseph Varela: y con su aprobación no pudiendo proceder la del señor virrey marqués de Loreto, por la gran distancia y lo adelantado de la estación nos pusimos en marcha el 6 de mayo de este mismo año de 1786. Don Joseph Varela se quedó con la Colección de instrumentos astronómicos, y así no pudimos practicar en este viaje observación alguna de aquella especie, bien es que después nos aprovechamos de las que practicaron los portugueses, para corrección de la derrota. También se quedaron en Santa Tecla hasta concluir los planos nuestro ingeniero don Joseph María Cabrer y el geógrafo don Andrés de Oyarvide.

Desde Santa Tecla sigue la cuchilla general al NO descabezando los dos Pirays primeras puntas del Río Negro el que corre como 80 leguas al SO y se junta con el Uruguay por los 33º 30' de la meridional, cerca de la pequeña villa de Santo Domingo Soriano. Por esta cuchilla, caminó la tropa de carretas, y el 6 andadas 9 leguas se cortó al barrancoso Tacuarembo por la latitud de 30º 59' 11" observada por los antiguos demarcadores, y el 8 el Yaguary por los 30º 42' 41" distante de aquel como 7 leguas, y ambos, aguas ya del Ibicuy que también va al Uruguay. Al NE y E eran todas vertientes del Cavacuan que entra en la Laguna de los Patos. En el Yaguary dan principio los terrenos o estancias del Pueblo de San Miguel, cuyos términos son dilatados, y abundan considerablemente de ganalo vacuno. Pasado el arroyo se halla el cerro alto de Batoby y en sus faldas occidentales había un puesto y conservaban seis indios, donde hicimos noche, y se mató una horrenda Víbora de Cascabel (crotalus) de dos varas de largo; y 10 pulgadas de grueso, con 14 anillos o cascabeles en la cola. El 9 de mañana dejamos al septentrión la gran cuchilla por donde sigue el carril a las dos únicas picadas o pasos que tiene el Montegrande, el uno llamado de San Martín, donde mantienen los Pueblos de Misiones una guardia de 50 hombres, y el otro de Santiago.   -342-   Por esta cuchilla dirigieron el año siguiente su demarcación las primeras partidas, dejando una faja neutral de legua y media de ancho, y colocando ocho marcos de piedra entre Santa Tecla y la expresada serranía de San Martín. Nosotros tomamos un albardón más occidental de que habla el plan de instrucción, que lleva más derecho al Pueblo de San Borja.

Los indios de Batoby nos avisaron de varias tolderías de minuanes y charrúas que habitaban aquellas inmediaciones, y esta noticia se confirmó luego con la vista de algunos humos que se descubrieron a larga distancia, siendo estas la común señal de que se valen los salvajes para indicar las novedades de la campaña. Los campos en esta comarca no son tan fértiles como en Santa Tecla, y se ven con frecuencia grandes capas de la tierra colorada y suelta de las Misiones, que en tiempo de seca se abre en profundas zanjas, de que está todo el territorio interrumpido a las 10 leguas, de Batoby se encuentra el pequeño arroyo de Caziquey, que hallamos crecido el 14, y no lo pudimos vadear hasta el 18 lo que con todo, no fue sin algún trabajo, y avería de los víveres y equipajes. El Albardón da aquí diversas vueltas, para evitar las grietas o barrancas del camino, que impedían el paso a las carretas, de la parte de occidente se deja una serie de cerros sueltos y elevados, con amenos y espaciosos valles de hermosa vista, entre los que corren al 4.º cuadrante dos Ybirapitá mini y guazú, y el Ituzayngó, gajos todos del Ibicuy. Superado al embazo del Caziquey, que a la verdad no fue de los menores que tuvimos en este viaje, se nos presento el Toropy, arroyo caudaloso y poco distante, que tiene su origen en los campos de San Miguel, cruza la gran serranía de Montegrande, y recogiendo todas sus aguas Meridionales, corre al occidente con el nombre de Picazurú, y viene a ser uno de los troncos principales del Ibicuy, con el que se junta por los 29º 50' de latitud 6 leguas antes de la entrada de este en el Uruguay. El Paso del Toropy nos fue por extremo penoso y no lo conseguimos hasta los dos últimos días del mes, a causa de las copiosas lluvias que precedieron, que hicieron crecer el arroyo hasta salir de madre, e inundar   -343-   los montes de sus orillas. Para verificarlo tuvimos que solicitar dos canoas de don Pascual Areguaty corregidor del pueblo de Santa Miguel que a la sazón se hallaba en una de las estancias inmediatas al pueblo; y montando las carretas cargadas en dichas canoas, colocada la una transversalmente debajo del pértigo, y la otra detrás de las ruedas, se logró pasarlas cómodamente y sin avería. Las haciendas nos dieron algún tanto más que hacer porque el paso llamado del Umbú era de rápida corriente, tenía la salida bien abajo de la entrada y los animales teniendo que nadar largo trecho del río se solían enredar en los árboles de sus riberas, que eran bastante pobladas y perdimos no pocos, que no pudieron ser socorridos a tiempo.

Sobre las márgenes de estos arroyos habitaban seis u ocho tolderías de indios minuanes, resto de la antigua nación de este nombre, que de tiempo de la conquista se extendía y dominaba los Campos de Vera, que son los septentrionales al Río de la Plata; y que desde entonces se ha mantenido en la independencia, sin haber querido recibir la luz de la Fe. Hasta estos últimos tiempos los toleraron los vecinos de Montevideo y Maldonado en sus inmediaciones, y aun los minuanes les servían de algún alivio en los trabajos de las estancias; pero habiéndoseles agregado después algunos delincuentes y facinerosos, gente toda de casta y perversa, los corrompieron y acostumbraron a las raterías, violencias y otros desórdenes, que cometían a cada paso contra las caminantes; de forma que se vieron en la necesidad de perseguirlos de mano armada, hasta conseguir desalojarlos de aquellas comarcas, y se acogieron en estas, donde viven en el día, no con mucha enmienda de aquellos vicios. Cada una de dichas tolderías se compone como de 50 personas de uno y otro sexo, las cuales obedecen y se dirigen por las órdenes de un indio principal que llaman cacique. Los caciques están amas de esto subordinados y siguen la voz de otro de mayor fama que hace cabeza, el que en la actualidad era un tal Miguel Ayala, hijo natural de un vecino antiguo de Santiago del Estero llamado viejo Zapata, de quien ya dijimos (pág.   -344-   129)48 que moró largo tiempo hacia aquel pequeño arroyo que lleva su nombre, y desagua en la Laguna de Merín. Parece no obstante, que esta subordinación de los caciques se limita a solo los casos en que se trata de la común defensa, o de vengar algún agravio general, y a este fin se juntan con gran facilidad, pasando la noticia de alarma de unos toldos a otros en breves instantes por medio de los fuegos o humos. En las querellas particulares cada cacique conserva el mando propio y natural de sus fuerzas respectivas. Las del más poderoso de entre ellos no pasan de 15 a 20 soldados o indios de los más expertos, siendo sus armas las comunes de toda la América, el arco y la flecha, aunque algunos usan también del chuzo o lanza, y no sin rara destreza. Todos son grandes jinetes, muy diestros en el ejercicio de las bolas y lazo y montan regularmente en pelo, sin otro freno que una huasca o tira de cuero. Cada cacicazgo o toldería mantiene con separación su buena caballada, y no mala porción de ganado vacuno para su abasto; pero lo que es de notar en este punto es, que así el ganado como los caballos son cogidos a lazo y bolas de los baguales o silvestres del campo. Hablan estos indios su idioma particular: muchos de ellos entienden también el guaraní y no pocos se explican en castellano y aun en portugués. No siguen religión alguna; y aunque tienen noticia de la católica, confesando un ser supremo, justo remunerador de los buenos, y severo juez de los malos, no paran la consideración en estas ideas; antes procuran ahogar tan saludables sentimientos, sepultados en una torpe haraganería, y grosera ociosidad. Su mayor gloria es la vida libre y errante, son muy dados a la embriaguez, y a la lujuria, y entre ellos es corriente la poligamia, especialmente entre los caciques. Andan totalmente, desnudos, sin más abrigo que un taparrabo y un cuero sobre los hombros que llaman Toropy. Son muy estúpidos y desconfiados, y en general de unas costumbres tan asquerosas y repugnantes que cuando se llegan a espulgar unos a otros se comen los piojos, pulgas, piques etc.

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Los charrúas son otra de las naciones antiguas de esta América cuyo carácter agreste feroz y belicoso, les ha mantenido siempre retirados de todo trato y comunicación contra las márgenes orientales del Uruguay y al N de Río Negro. Su número en el día se halla reducido de 5 a 6 mil, cuyas costumbres y género de vida, en poco, o nada difieren de los minuanes, con quienes se conservan en paz, y aun socorren para su mutua defensa. Así unos como otros se dejan ver de cuando en cuando en las estancias de los pueblos de misiones: piden tabaco, yerbamate de que son sobre manera apasionados, carne y otras cosas semejantes; y cuando no se las franquean con aquella liberalidad que apetecen, se alborotan, saquean la estancia, roban los ganados, y a veces corren riesgo los mismos indios que los cuidan, de que se podrían citar varios y recientes ejemplares. No hay muchos años que los charrúas derrotaron un grueso destacamento en que murieron al pie de 60 hombres de las tropas que teníamos acampadas en la frontera en la última guerra, y que trató de castigar en ellos algunos de estos atentados. La tolerancia y el mal éxito de expediciones de esta clase, no bien combinadas y peor dirigidas, los han hecho insolentes en sumo grado y atrevidos.

Por ahora no se piensa ya en su reducción al gremio de la Iglesia, se considera este punto tan importante como imposible, o de la mayor dificultad, y se omiten los medios conducentes aunque la suavidad, la maña y las dádivas jamás dejan de producir algún fruto, a lo menos él de la predisposición, si se distribuyen con mano celosa del aumento de la Cristiandad. Desde antes del Caziquey no sabían dejarnos los minuanes, ni salir de nuestros campamentos, atraídos de algunas bujerías, cuchillos, navajas, espejos, cintas, pañuelos, bizcocho y otras drogas que se les repartía. Un misionero verdaderamente apostólico, y lenguaraz encargado de este objeto con alguna ayuda de costa, podría proporcionar muchas ocasiones semejantes para hablarles de su conversión, y la providencia no dejaría de favorecer tan santos designios.

Al N ya del Toropy, que pasamos como 4 leguas antes de su unión   -346-   con el Caziquey y en las tierras de la estancia de San Vicente del Pueblo de Santa Miguel, nos vinieron a visitar los indios y capataces de ella, flanqueándonos con generosidad, y de orden del teniente-gobernador de su departamento don Manuel de Lazarte, todos los auxilios que estaban en su mano y podían contribuir a la mayor prontitud y comodidad de nuestro viaje. Nosotros que veníamos no poco necesitados, les admitimos como unas cien reses de consumo, y hasta 228 caballos, en reemplazo de mayor porción de los numerosos que les dejamos por endebles, tomando de todo esto razón el Ministerio de Real Hacienda, y dándoles sus correspondientes documentos. La tarde misma del 31 tiramos a salir de las márgenes del arroyo que eran de terreno bajo y pantanoso, y el 1.º de junio continuamos la marcha haciendo un rumbo como del O, por el que pasamos media legua al S de la referida estancia de San Vicente y a las 3 leguas cortas hicimos alto cerca de la nombrada de Santamaría, situada contra dos cerros altos y montuosos de las puntas occidentales de Montegrande. El camino seguía siempre al O y lo quebrado del terreno ofrecía a cada instantes zanjas y arroyuelos que era necesario allanar a fuerza de brazos para que pasaran las carretas.

El 2 de mañana partimos de Santamaría, y aquella noche pasamos entre los dos cerros montuosos sobre un pequeño albardón que los divide. El tiempo se descompuso hasta llover alguna cosa, y las víboras saliendo del bosque, vinieron a refugiarse a las tiendas y bajo de las carretas en gran abundancia, de manera que se mataron unas cuantas de la especie que llaman de Cruz en Guaraní Quîririo, todas de 5 a 6 palmos de largo y de 4 a 5 pulgadas de grueso. Una de ellas picó en un pie a uno de los peones, el que fue asistido inmediatamente dándole una ligadura por encima del tobillo, frotándole la herida con un poco de Álcali volátil preparada en agua de Luce, de que traíamos un pomito a prevención, y haciéndole tomar de 8 a 10 gotas del mismo Alcalí en un vaso medio de agua. Era esto como a las 6 de la mañana del día 3, y precisándonos romper la marcha, se colocó el enfermo en una carreta   -347-   con algún abrigo a las 8 se le empezó a obscurecer la vista con fuertes horripilaciones y congojas, a las 10 hinchada un poco la pierna, crecieron las ansias con desfallecimientos, se quiso confesar, y una segunda toma del Alcalí le causó un pequeño alivio, a la tercera dosis calmaron todos los accidentes y se pasó el doliente toda la tarde con abundante transpiración, quitada la ligadura que era la única cosa que le molestaba. Nuevas frotaciones de aceite común en que se echaron algunas gotas de la preparación del Alcalí, le bajaron enteramente la hinchazón del pie, y por último continuando el mismo régimen, se vio libre de peligro antes de las 24 horas. Es de advertir que como unos 15 minutos antes fue también mordido un perro desgraciado hacia aquel paraje y creemos, fuese de la misma víbora, cuya circunstancia no debe ser de las menos favorables para la pronta curación del peón. Favorece esta conjetura la particularidad de no haberse notado en la llaga, más que la señal de un colmillo, y suponemos que la víbora perdió el otro, como suele acontecer, en la picada del perro, él cual no siendo socorrido, se empezó a hinchar disformemente y a entorpecer en términos de morir en breves instantes. En una de las Memorias de la Academia de las Ciencias de París, año de 1747, se lee el modo de administrar esta receta del Álcali volátil, y su feliz éxito, aplicada por el célebre del Bernardo de Jussieu a uno de sus Discípulos de Botánica, que estando herborizando en los Cerros de Montmorency, fue mordido en tres partes por una víbora, irritada de haberla tomado y sujetado con la mano, creyendo ser una culebra. Nosotros nos hemos atenido a esta relación, así ahora, como en el albardón de Juana María, curando a un perro perdiguero, en el Piratiny a un soldado de los portugueses, acreditando siempre la experiencia con prontas y felices resultas la excelencia y eficacia del Álcali, cuyas sales se extraen en cantidad por el Analisys chymica de las mismas víboras que llevan en sí la triaca de su veneno.

A las 3 leguas de la estancia de Santamaría, pasado un pequeño arroyo, dimos en la de Loreto, y Campos del Yaguary sobre cuya   -348-   ribera sentamos el Real, 3 millas al ONO de los dos cerros citados arriba. Todas estas estancias que hemos nombrado son del pueblo de San Miguel y el ganado abunda en ellas sobremanera, siendo sus tierras de muy buena calidad, pastos pingues, y excelentes aguas. El Yaguary, arroyo no de corto caudal se forma de las caídas interiores del Montegrande, y es también gajo del Ibicuy, con el cual se junta antes de la Capilla de San Antonio, por la banda del Aquilón. El Procurador del pueblo de San Ángel, residente en esta capilla, requerido por nosotros desde el Toropy, hizo subir por el Yaguary dos canoas que tardaron 5 días en llegar al Paso, distante solo 6 leguas, por la fuerte oposición de la corriente; y con el auxilio de dichas canoas se principio la tarde del 16 la prolija operación de pasar las haciendas, y en los tres días inmediatos nos vimos felizmente de la otra parte. El arroyo era por aquel paraje demasiadamente barrancoso, y no fue dable que las carretas fuesen con sus cargas, por más que se trabajó en suavizar la bajada. También perdimos en este paso algunos caballos y bueyes. Libres apenas del embarazo de Yaguaryguazú, caímos el 10 andadas 2 millas, en otro atolladero aun de más consideración. Era este una cañada pantanosa, que nos detuvo dos días enteros, y hubimos de dejar en ella toda la boyada, para sacar las carretas. Proviene dicha cañada de varias colinas pobladas de hermosos y elevados cedros que quedaban como media legua al primer cuadrante donde el pueblo de San Tomé tenía establecido un buen obraje o corte de maderas para sus fábricas. Los ranchos de este obraje se hallaban enteramente abandonados, desde el 26 de abril último, en que los indios minuanes lo invadieron, robando y matando hasta el número de 7 personas que habitaban en ellos.

El 13, acampamos sobre las márgenes del Yaguarayminí, distante 2 leguas escasas del Yaguaryguazú con el cual se une. El 14 le cortamos no lejos de sus puntas, y el 15 pasamos también otras dos vertientes del mismo arroyo, poco distantes entre sí. Todos estos gajos se forman de los derrames occidentales del Montegrande y aumentan todos las aguas del Ibicuy. Dimos el 16 y el 17 un rodeo de 3 a 4   -349-   leguas al O, para evitar ciertos collados de notable aspereza y difícil tránsito para las carretas, por cuyo motivo los llaman Frentes del diablo y están ya de la cara del N de dicha serranía del Montegrande. Las tierras hacia esta parte son demasiadamente esponjosas y ligeras, se enterraban a cada paso los caballos hasta los corvejones en los continuos Guadales, Toperas, Hormigueros que se encontraban, y los pastos como de suelo tan movedizo y fofo, de muy poca substancia, duros y por lo común de aquella especie de grama que llaman Espartillo. También abundaban las palmas Yatays cuyo, dátiles no dejan de ser de buen gusto.

Desde que cortamos el Arapy, entramos en la gran Serranía del Montegrande, la que se conoce también en los Planos antiguos con el nombre de Sierra del Tape, por haber sido habitación antigua de los indios de esta nación. Es esta una dilatada cadena de montañas enormes, y corpulentos cerros, que bajo la zona de 29 a 30 grados de latitud, se extiende la gran distancia de cien leguas. Da principio al oriente del Tebicuary o Mboapiary por los 326 grados de longitud de Tenerife hacia la pequeña aldea portuguesa llamada Vacaría, y se deja ir en vuelta del OSO hasta terminar en las puntas del Mbutay, al N del Ibicuy y no lejos del Uruguay. La cruzan del septentrión al mediodía los ríos Mboapiary, Pardo, Jacuy, Toropy, Yaguary, que enriquecen su caudal con las delgadas y cristalinas aguas que vierten los montes entre la espesura y frondosidad de sus breñas. Las montañas están pobladas de un bosque impenetrable, en que se ven árboles de gran tamaño, y maderas de diversas especies. Tiene horribles asperezas, cerros pedregosos, páramos que espantan, pero a vuelta de eso se recrea la vista con la frescura y amenidad de sus valles espaciosos, tierras pingües y pastos verdes. Abundan los tigres, las antas, los ciervos de monte, los chanchos o cerdos silvestres, los macacos o monos, y de las aves es muy extraordinaria la copia de loros, cotorras, papagayos, tucanes, picos, etc.

Pasada esta gran serranía, entramos el 18 en una cuchilla o albardón, que girando con vuelta del ONO, nos condujo de estancia   -350-   en estancia por un camino llano y tendido hasta el mismo pueblo de San Francisco de Borja, donde fuimos recibidos de su Cabildo con todo agrado, pero sin aquel acompañante de aparato que acostumbran los pueblos a causa de la copiosa lluvia con que entramos y principalmente por la grave enfermedad del administrador don Francisco Medina que murió el mismo día 28 de junio. En los inmediatos, después de haber alojado la tropa y la oficialidad en los cuartos del colegio, haber colocado en un almacén los víveres y pertrechos, las carretas desmontadas, bajo de un tinglado, se hicieron retirar las haciendas todas, que venían bien atrasadas, a una estancia de buenos pastos al cuidado de los indios del pueblo, y se despidieron el 1.º de julio los peones, capataces, y carpinteros, puesto caso que en adelante para el resto de nuestras operaciones nos podía auxiliar el Gobernador de la Provincia, con la gente de servicio necesaria, lo que era de mucho ahorro para la Real hacienda.

A la sazón de nuestra llegada ardía el pueblo afligido de la terrible plaga de viruelas, que en los indios causa crueles estragos por el mal método de curarlas o por la poca o ninguna separación de los apestados, de suerte, que rara vez deja de hacerse general el contagio, infestando a cuantos no las han tenido, después suelen correr muchos años sin haberlas, hasta criarse nueva generación de habitantes. En la ocasión presente había ya sus 14 ó 15 años, que no se experimentaba tal azote de la humanidad, y fue tan mortífero su veneno, que en pocos meses se llevó sobre 500 personas de todas edades y ambos sexos, que hacían como la cuarta parte de los que fueron tocados, teniendo la población apenas tres mil almas. El célebre Monsieur de la Condamine compadecido en su viaje al Perú de lo que padecían los americanos con la viruela natural, escribió una docta memoria persuadiendo la artificial, ya por aquel tiempo introducida en Europa, y que hacia no pequeñas ventajas. El sistema de la inoculación fue adoptado con utilidad en varias provincias, pero nunca tuvo entrada en esta de Misiones, y en el día la pretende desterrar de todas partes don Francisco Gil Médico de Cámara de Su Majestad haciendo ver en su reciente   -351-   y sabia disertación, que la viruela no es el pecado de Adán que lo heredan todos, como se ha creído siempre, que se puede nacer y morir después de muchos años de vida, sin haberla padecido, que es una verdadera peste aunque muy general y por consiguiente que se puede aspirar a su total exterminio, tratándola con la debida separación como a las demás enfermedades contagiosas: y por último que en este concepto, que la inoculación que la perpetuaba era perniciosa debía proscribirse, etc. Las ideas de Gil han sido recibidas con aplauso, y el Rey ha mandado seguir su método curativo en todos sus dominios.

A principios de julio, nos hizo presente el Ministerio de Real Hacienda la escasez de plata de la tesorería de su cargo, y en su virtud despachamos a la capital de Buenos Aires por el Río Uruguay al alférez de dragones don Tomás de Ortega. Comandante del destacamento con una escolta conveniente de 12 hombres, el que después de algunas semanas de detención, fue enviado con el socorro de un año, algunas tiendas de campaña y otros útiles, y se restituyó por la misma vía a fines de diciembre. También se recogieron el 21 de agosto el ingeniero don Joseph María Cabrer y el geógrafo don Andrés de Oyarvide, concluido el arreglo y trabajo de los planos, que como dijimos se quedaron a practicar en el campamento del Piray o Santa Tecla.

Como nos consideramos en la necesidad de decir alguna cosa de todos los pueblos de Misiones, reservamos para entonces las noticias que convendrían aquí, respectivas al de San Borja, más no omitiremos los viajes que hicimos durante la inacción de las partidas en la idea de adquirir algunas luces sobre este objeto. El 19 de noviembre, embarcándonos en el puerto o paso que llaman de San Borja, en el Uruguay, distante cosa de dos millas al N de dicho pueblo, navegamos aguas abajo en un pequeño bote la distancia de 16 leguas y arribamos al Pueblo de la Cruz alias Nuestra Señora de Mboré, situado en la ribera de occidente. Permanecimos en él 4 días, y siguiendo después la navegación otras 7 leguas estuvimos en el de Yapeyú, llamado también de los Santos Reyes, sobre la misma margen occidental. De   -352-   allí siendo la vuelta por el río muy penosa y dilatada a causa de su mucha corriente, nos regresamos por tierra a la Cruz el 21, y cortando aquí el Uruguay en una Balsa de dos canoas, a San Borja el 30 del mismo, pasando como 7 leguas antes el Mbotay, de que hemos hablado. Estos tres pueblos nombrados, y el de Santo Tomé, que se halla como tres leguas al septentrión de San Borja y de la otra banda del Uruguay, forman uno de los 5 departamentos el más meridional y de mejores campos, en que se hallan actualmente repartidos los 30 Pueblos de Misiones, el que toma su denominación de Yapeyú que es el pueblo de mayor gentío de los cuatro, y la común residencia del Teniente gobernador. Recorrido este primer departamento antes de dejar el Uruguay, fue nuestro ánimo pasear también el de San Miguel, compuesto de seis pueblos situados todos al N. E. de San Boria; mas la noticia que recibimos de Santa Tecla de la próxima venida de los portugueses, nos corto los pasos, obligándonos a regresar del pueblo de San Luis, el 7 de enero de 87, que fue el único que logramos ver por ahora, y donde estuvimos diez días. Los seis pueblos de este departamento quedan de la parte oriental del referido Uruguay, y como este sea río de bastante consideración, antes de pasar adelante daremos una descripción geográfica deducida de las mejores cartas, planos y noticias de la demarcación pasada y presente la que no dejará de contribuir a formar mejor idea del territorio.

Nace el famoso Uruguay que quiere decir Río de Caracoles en las grandes sierras que llaman de Santa Catalina, Capitanía del Rey sobre la Costa del Brasil, entre los 27º 30' y 28º de latitud A. Sus dos primeras puntas o vertientes son el Uruguay propiamente tal, y el Río de Tachira, que reunidos desde luego giran en vista del ONO, la distancia de 65 leguas, regando los fértiles campos de varias aldeas portuguesas: Tributos, Santo Tomé, Fray Juan, Tibanos, Cory y recogiendo las aguas de otros arroyos que bajan del N. Santo Tomé, Caihorros, Papagayos y otros de menos entidad. Tuerce después el Uruguay como al OSO, tropieza en las puntas septentrionales de la serranía nombrada de las Veintemil vacas que le obligan a despeñarse   -353-   con estruendo formando un salto de consideración. Recibe a los dos Uruguayminy y Puytá, que descienden como del ESE del segundo y primer monte, cortando entre si el frondoso valle de los Pinares: y andadas 43 leguas a otro rumbo le entra por el N el precipitado y tortuoso Pequiry o Pepiryguazú. Río célebre, cuyo cauce debe seguir el meridiano de demarcación. Émulo ya en esta altura de la grandeza del Paraná, evita su encuentro declinando al SO ½ S, y costea las horribles Asperezas de Mártires, que le separan de aquel, dejando su menor distancia de 10 leguas y cruzando su canal con diferentes arrecifes o caídas que dificultan su navegación. Beben sus aguas occidentales, varios pueblos de Misiones: San Javier, Santamaría, Concepción, Santo Tomé, La Cruz, o Nuestra Señora de Mboré y los Santos Reyes o Yapeyú. Quedan a su oriente entro el Yyuy y el Piratiny, San Nicolás, San Luis, San Lorenzo, San Miguel, San Juan y San Ángel: y finalmente el Icavacuá y el Mbotay San Borja. Da a dichos pueblos hermosos y fértiles campos cortados con diversos potreros y rinconadas por medio de cantidad de arroyos tributarios suyos. Los guarda y alimenta de pingues pastos prodigiosa multitud de ganados. Los enriquece con excelentes maderas, ricos bálsamos y plantas medicinales: y les franquea buenos puertos para facilidad de su comercio.

Antes de Yapeyu se le agrega por levante el Ibicuy y cuyos complicados brazos recogen, como dijimos, las aguas todas del Monte Grande y fueron la manzana de la discordia entre los comisarios divisores del año de 50. Discurre así bajo la referida dirección SO ½ S el dilatado tramo de 80 leguas hasta la latitud de 30º 12' en que se le reúne el Miriñay, notable y caudaloso sangradero del Iberá o Laguna de Caracares, por donde se asegura, surten las aguas vivas del Paraná, sobre cuya ribera se halla recostada. Se inclina luego con suavidad y a grandes vueltas al S ¼ SO. Se precipita en el Paralelo de 31º 8' por la mayor y más vistosa de sus cataratas, llamada por esta razón el Salto Grande; el que le reparte en tal diversidad de pequeñas cascadas, que los charrúas habitantes de su banda oriental, le pasan a caballo por   -354-   cima de las piedras; aunque en las grandes crecientes que son muy comunes, pasan también las embarcaciones de porte. A las 2 leguas de aquel tiene otro salto menor, llamado el Chico, que no es pequeño embarazo a las 25 leguas por su ribera occidental desagua el arroyo que llaman de la China, que omiten comúnmente los planos, sin embargo de ser de alguna consideración, y dar entrada a las lanchas de Buenos Aires. En él se ha formado de pocos años a esta parte una preciosa villa de españoles, cuya ventajosa proporción por el comercio y la agricultura le ofrece grandes progresos. Recibe después al Gualeguay que baja del NO cerca de Santo Domingo Soriano, al Río Negro del NE cuyas saludables aguas traen su origen de Santa Tecla: y corridas finalmente, otras 80 leguas desde el citado Miriñay, se junta con el Paraná dividido este, cual otro Nilo, en siete bocas, y en agradable variedad de islas y perdiendo los dos sus nombres, forman el espacioso Río de la Plata desde los 34 grados de latitud.

Es pues todo el curso del Uruguay de 268 leguas marítimas de las de 20 en grado. Desde su nacimiento, girando al O se deja venir con tan suave inclinación sobre el S que forma casi un medio círculo de grande extensión, cayo diámetro parece la Costa del Mar y su centro cae poco al N de Río Grande. Aunque tiene muchos saltos, solo uno es de consideración, y sus continuas y grandes avenidas los cubren todos, haciéndole navegable en todo su giro bien es que únicamente se frecuenta desde el pueblo de Santo Tomé, a causa de sus arrecifes y rapidez de sus corrientes. Sus dos orillas se hallan pobladas de inmensos bosques, en que abundan los cedros, los apeteburys o sasafrás, los lapachos o tajibos, los laureles, inciensos, canelones, el viraró, tatané, orunday, el drago y otras maderas excelentes49. Se da también en gran copia el árbol de la Yerba del Paraguay, y de exquisita calidad, pero su beneficio lo embarazan no poco los Caribes y Tupís, naciones fieras y antropófagas, que habitan sus dos riberas a la parte del Aquilon de las Misiones.

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Por cartas de los comisarios de Su Majestad Fidelísima de 12 de diciembre supimos la llegada de la División portuguesa el 3 del mismo al campo de Piray, donde dejamos a nuestro comisario don Joseph Varela con la subdivisión de su cargo y que el coronel con ejercicio de ingenieros Francisco Juan Roscio jefe de la segunda, se disponía a emprender su marcha al pueblo de San Borja, para reunirse a la nuestra y proceder desde luego a practicar la demarcación del artículo 8.º del tratado preliminar. Con efecto el 16 de dicho mes, se puso en camino la referida subdivisión, y siguiendo la misma derrota que nosotros trajimos, hasta el Cerro de Batoby, tomó después la que señala el plan de instrucción, que gira poco más al occidente. Descabezó los dos Ibuyrapuytás, cruzando los campos de los minuanes y charrúas, a quienes habló. Cortó el Ibicuy por el paso y Capilla de San Antonio del Pueblo de San Ángel, y vino a dar en San Borja el 25 de enero de 1787. El coronel Roscio y demás oficiales fueron recibidos con aquel aparato y demostraciones de alegría que usan los pueblos en semejantes casos, el Cabildo, montado a caballo con toda decencia, músicas de clarines, pífanos y tambores, danzas muy vistosas de muchachos, repiques de campanas etc. Todo este acompañamiento se dirigió a la Iglesia, y hecha la oración de antemano por el feliz arribo de la partida, fue conducido cada cual a su respectivo alojamiento, preparado de antemano para todos, sin exceptuar las tropas en la casa o colegio de los jesuitas que era de suficiente capacidad. A esto siguió un espléndido banquete más abundante que delicado en el Refectorio común, el que fue acompañado de una lúcida orquesta de música de buenas voces e instrumentos; y a la tarde se dejó providencia de situar las carretas en rodeo con su guardia cerca del pueblo y retirar las haciendas a un rincón de buenos pastos. Componíase esta subdivisión de un número igual de individuos al de la primera: a saber, de un comisario, un astrónomo, un ingeniero, ministerio de la Real Hacienda, capellán, cirujano, y era escoltada por un destacamento de 30 soldados, mitad voluntarios de infantería, y mitad dragones, todos montados y a las órdenes un capitán, un teniente, furriel y cabos. El astrónomo   -356-   traía para la práctica de las observaciones la Colección de instrumentos portuguesa de que habla Magallanes en su tratado de instrumentos50 y de ella debíamos también nosotros hacer uso, habiéndose quedado la nuestra española, como ya se dijo para el de las primeras subdivisiones.

Reunidas ya las dos segundas respectivas, se acordó transferirse luego al Pueblo del Corpus, del que se debía salir a exponer en ejecución la obra que se nos había encomendado, y al efecto, compuestas las carretas de los portugueses, que venían no poco deterioradas del camino, se hicieron pasar el Uruguay: en los primeros días de febrero, como así mismo la caballada, boyada y demás ganado de consumo. Nosotros habíamos practicado ya esta maniobra antes de la llegada de los lusitanos para mayor desembarazo y facilidad; y de este modo se logró acampar las dos partidas juntas el 20 del mismo, en las cercanías del Pueblo de Santo Tomé, situado a 7 millas de San Borja sobre el ángulo de 16 grados en el 4.º cuadrante y la latitud observada de 28º 32' 49" A. En San Borja se observó también la latitud austral de 28º 39' 5l", la variación magnética de 12 grados NE y la emersión del primer satélite de Júpiter del 29 de enero que dio 3 horas 45' 41" diferencia de meridianos en tiempo al occidente del Observatorio de Greenwich.

El 23 de febrero dispuesto todo en el mejor orden, se rompió la marcha, cediendo la vanguardia a los portugueses, sin pararnos a sortear estas preferencias, como ordenan las instrucciones, sino mirando siempre el mejor expediente y brevedad. El camino toma su dirección por las Capillas de San Joseph y San Estanislao, pertenecientes al mismo pueblo de Santo Tomé, y distantes la primera 11 millas al rumbo 21º NO y la segunda otras 10 de aquellas a los 20º NO. Hállase esta última sobre unas pequeñas vertientes, que girando al O entran en el Aguapey, el que desagua en el Uruguay cosa de una legua larga antes del P. de la Cruz. En San Estanislao   -357-   tiene Santo Tomé una linda estancia de ganado vacuno, y las dos partidas recibieron de ella 300 reses bien gordas de consumo por disposición del teniente gobernador del departamento que a la sazón lo era el teniente de dragones don Pedro Ximenez de Castellano. Tuerce de allí el camino a los 34º NE y a las 6 millas se halla otra capilla nombrada Santamaría, del pueblo de Martínez. Después los 28º NE 11 millas la de San Ildefonso, perteneciente al de los Santos Apóstoles, que dista de ella 3 leguas, 69º NE donde llegamos el 2 de marzo, y se observó su latitud A de 27º 54' 27". El camino hasta aquí viene por un albardón de que se forma dos pequeños arroyos, Capivary y Chimina que fluyen a oriente y entran en el Uruguay y a occidente son todas caídas al citado Aguapey, cuyo origen no está lejos del de San Carlos. De Apóstoles se demarcó el P. de la Concepción los 69º SE distancia estimada 4 leguas, rumbos todos corregidos de la variación de la Aguja.

El 7 pasamos al P. de San Joseph, 9 millas al N de Apóstoles, cuya latitud observada es de 27º 45' 17" A. De San Joseph demora al P. de San Carlos a los 69º NO 7 ½ millas, distancia deducida de varios cruzamientos o marcaciones se lograron de diferentes parajes del camino, donde se avistan los dos pueblos. Cerca de San Joseph dan ya principio las Asperezas de la gran serranía, que dirigiéndose al NE separa los dos grandes ríos Paraná y Uruguay, formando un istmo o lengua de tierra de 6 leguas de ancho, que, se da la mano con la Cordillera de San Antonio y del Pepiry. Las aguas que descienden de estas asperezas corren al 4.º cuadrante y forman el arroyo Igarupá que tiene dos piernas guazú y miní, y entra en el Paraná al O de Candelaria. En la citada Capilla de Santamaría de Mártires da principio el Departamento que llaman de Concepción y consta de siete pueblos. El teniente gobernador que actualmente lo era don Gonzalo de Doblas ayudante mayor de milicias de Buenos Aires, nos acompañó en el tránsito por Apóstoles y San Joseph, y fue muy expresivo el obsequio que estos pueblos hicieron a las partidas por su disposición. El 8 continuamos la marcha, y tomando el camino   -358-   que sigue al N, con muy corta diferencia, pasamos a las 3 millas un cerro elevado y pedregoso en que suponemos haber algún mineral de imán o hierro, por la notable alteración que advertimos en las agujas, y antes de nosotros había observado también don Félix de Azara, en su viaje a estos pueblos el año de 8151. De este cerro del Imán, se desprende otro gajo, del Igarupá llamado Guasupisoró, término del departamento el cual tiene también dos ramas que se reúnen cerca de la Capilla de San Miguel, sita como a 8 millas de San Joseph. El 2 cortado este arroyo, dimos en otra Capilla de San Cristóbal, y cruzado el Igarupá como 3 millas antes de Candelaria, llegamos a este pueblo, capital de las Misiones, distante 19 millas al de San Joseph, sobre la margen misma del gran Paraná.

El capitán de dragones don Francisco Bruno de Zabala gobernador de los 30 pueblos por Su Majestad nos salió a recibir acompañado del Cabildo y Administrador. Tenía preparado alojamiento capaz y decente para todos los individuos de ambas partidas, especialmente, dentro del colegio: y servida una buena mesa por la comunidad, a imitación de los demás pueblos, que todos se esmeraron, se retiró cada uno a su habitación. Nuestro destino a la verdad era como se ha dicho más de una vez el P. del Corpus que se halla como 12 leguas más arriba, y con buen puerto en el Paraná, mas como Candelaria no careciese de esta prerrogativa, y por otra parte preponderasen de mucho las demás circunstancias como lo sano y agradable del temperamento, la hermosura de la situación, la capacidad de los campos para las haciendas, y la excelente proporción en medio de los otros pueblos para los abastos, transportes, corresponderías, etc., se resolvió de común acuerdo, no pasar adelante, sino disponer y dar de allí principio a la expedición del Paraná. En virtud de determinación, que la experiencia confirmó después de muy acertada, como nosotros, a la primera noticia de la venida de los portugueses, animados del sano deseo de adelantar la comisión de nuestro cargo, escribiésemos   -359-   desde San Borja al gobernador de Misiones, solicitando el acopio de víveres, el apresto y reunión de los 8 barcos, en que debíamos por la instrucción navegar el Paraná, en dicho P. del Corpus; hubimos de variar esta providencia, advocando todo a Candelaria; y las órdenes surtieron tan buen efecto, que todo estaba pronto en los pocos días que faltaban de marzo. También dejaron el 27 del mismo, los 50 hombres de armas de las milicias del Paraguay, que según el plan de detal, debían escoltar las subdivisiones y venían mandados por el capitán don Joseph Bareyro, el alférez don Juan Joseph Valdez, dos sargentos y cabos, con instrucción particular del gobernador intendente de aquella provincia, el coronel de ejército don Pedro de Melo y Portugal.

Estando en estos términos, los barcos en el puerto con sus tripulaciones completas, hecho el acopio de los charques, legumbres, bizcocho y demás provisiones para 4 meses, y las tropas y oficiales de las dos partidas prontos para embarcarse de manera que solo restaba dar principio a la obra de límites ocurrió que el comisario nuestro concurrente fue asaltado de unas tercianas o calenturas intermitentes que no queriendo ceder a la eficacia de los remedios y régimen de los facultativos, le debilitaron sobremanera, y le pusieron en estado de no poder continuar por sí la diligencia, y como no trajese para estos casos declarado segundo entre sus oficiales que se pudiera encargar de sus funciones: ni aun con todo se le tuviese señalado después, a pesar de las instancias del señor virrey del Río de la Plata, lo que no deja de causar admiración, fue indispensable y forzoso la suspensión de la obra por el dilatado espacio de 13 meses, hasta nuevo giro de la buena estación y entero restablecimiento del coronel Roscio; siendo esta la verdadera causa de nuestra demora en Candelaria, y no la competencia ocurrida sobre nuestro título de comisario a que con poca ingenuidad lo atribuye en sus oficios el mismo coronel, sin embargo de que el punto fue decidido brevemente, como se va a ver, y la enfermedad le continuó hasta fin de agosto, y mucho más el decaimiento de espíritu y falta de fuerzas. La legalidad del   -360-   Diario, y el enlace de los asuntos nos obligan a insertar dicha competencia, más el que gustare, la podrá omitir sin defecto substancial en la narración, dejando todo el capítulo 9 que trata de ella por extenso, y pasando de seguida al décimo que expone la expedición del Paraná y el reconocimiento de los ríos Yguazú y San Antonio.



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Capítulo X

Navegación y reconocimiento del Paraná, Iguazú y San Antonio con las dudas del comisario portugués que embarazaron la demarcación de estos ríos.


Restablecido el coronel Roscio de su grave y dilatada enfermedad, llegado el tiempo de la buena estación, y verificados los preparativos, emprendieron las dos partidas la navegación de los ríos Paraná, Iguazú y San Antonio: embarcándose el 26 de abril de 88 en 6 barcos, esguifados52 al estilo de los pueblos, tripulados de indios guaraníes, con 12 canoas y víveres para 4 meses. Los ministros de Real Hacienda quedaron en Candelaria, encargados de aprontar nuevo acopio de provisiones a cuya conducción regresarían oportunamente dos de dichos barcos desde el río Yguazú; donde se pensaba establecer el cuartel o campo general.

Para combinar en lo posible la derrota que hacían los barcos por el río trazando con más exactitud su proyección: y para determinar   -374-   la situación de los pueblos, que se hallan no lejos del Paraná, nos transferimos por tierra el astrónomo portugués Joachin Feliz da Fonseca y yo, con la colección de instrumentos, hasta el del Corpus, que es el más septentrional, observando la latitud, así en este como en los pueblos intermedios, Santana, Loreto y San Ignaciominy. Todas estas aldeas se colocan en nuestro plano según el resultado de nuestras operaciones. Sin embargo para que en todo tiempo se puedan estas verificar, y para seguir uniformemente el sistema que nos hemos propuesto en este diario, que se reduce, como se puede haber observado, a que por él se pueda sin dificultad construir de nuevo y las veces que se quiera, la Carta del País; entraremos en el detal de los trabajos, y en la descripción de los terrenos, exponiendo sucintamente las marchas consecutivas y ligadas, las distancias y rumbos de unos puntos a otros, con las observaciones de latitud longitud, donde las hubiere, y evitando cuidadosamente que sea dable la excesiva y cansada prolijidad.

La mañana del 27 de abril, día después de la salida de los barcos, salimos también nosotros de Candelaria y andadadas53 poco más de 4 millas como al ENE encontramos sobre unas lomas suaves la tapera o ruinas del pueblo viejo de San Cosme, donde el célebre jesuita Buena Ventura Suárez54 hizo sus observaciones astronómicas construyéndose por su mano los instrumentos propios, anteojos, péndulo, y cuadrante y dando a luz un Calendario o Efemérides, impreso en Lisboa; para el siglo que corre desde 1740 a 841 con reglas prácticas para) poderlo continuar. En dichas lomas hay una copiosa mina de cobre, nativo o puro, de color encendido; algo granuloso, pero bastante dulce, y de buena calidad, Con excelentes proporciones de agua y leña por su beneficio. No ha muchos años que se trató de ponerlo en obra, más la falta de industria y sobra de ignorancia obligaron a su abandono, por haber dado en agua y no habiendo sacado otro fruto que 19 libras de dicho metal. En la Capilla de San Antonio   -375-   del otro lado del Paraná entre Itapua y Trinidad se encuentra también otra veta abundantísima de flor de cobre, que nace entre las grietas de las piedras a manera de unos arbolitos pequeños y ramosos. Cerca de Itapua se habla asimismo de una mina de plata en el cerro Isobyty, a orilla del Paraná, mas tampoco se ha trabajado. Los por que están más a mano deberían hacer algunas experiencias, y ensayar estas minas para continuar su cultivo, si el lucro y calidad de los metales correspondiesen a los costos.

Dos millas después está la capilla de San Serapio, sobre la horqueta del Aguapey, que baja de la Serranía del Peyuré, no distante a la derecha, y entra en el Paraná, siendo el lindero de los dos pueblos. El mismo día llegamos a Santana, situado entre las dos piernas del Cochuy o Caachuy a 5 millas de San Serapio, y 12 cortas de Candelaria, bajo la dirección general de 73 NE rumbo corregido ya de variación magnética, como los damos de costumbre. El 28, por medio de dos estrellas la 1.ª ß por del navío, y la 2.ª Regulo, que pasaban casi equidistantes del zenit, a Sur y Norte, y por esta circunstancia se corregía el error que pudiera tener el cuarto de círculo, se observó la latitud de Santana de 27º 23' 4". Este pueblo se ve rodeado de asperezas, entre las que descolla al sur un cerro inmediato de notable mole, en que abundan los cristales de varios colores figuras, y aun el cobre de superior calidad. El 29 pasamos a Loreto, distante solo 5 millas cortas al ángulo de NE y su latitud observada por las estrellas fue de 27º 19' 44". El 30 hicimos mediodía en San Ignaciominy 4½ millas a los 7º NO cortando antes en canoas el caudaloso y manso Iabebiry, término natural, y a igual distancia de ambos pueblos, y donde tienen sus barcos, y a la tarde descabezando los pequeños arroyos Guatirupá e Iguagüy entro los cuales se hallan también las dos capillas limítrofes, vinimos finalmente, a parar al del Corpus, 8 millas largas a los 14º NE y en la latitud de 27º 7' 36".

Los barcos que como ya se dijo, dieron la vela en Candelaria el 26, no lograron los mejores tiempos. Muy desde luego les cargó la lluvia; y con la oposición y variedad de los vientos, perdieron aquella   -376-   primera unión, conque salieron, y se habían propuesto conservar. Obligados a seguir su ruta recostados a la orilla para vencer la corriente, muchos de ellos varaban con frecuencia, y eran forzados a quedarse atrás, tomando el puerto que estaba más a mano, cuando les cogía la noche; no pocos tuvieron que alijar parte y aun el todo de su carga, poniéndola en tierra por medio de las canoas, hasta conseguir boyar: y para doblar varias puntas, montar algunos arrecifes y rebasar otros pasos estrechos, en que aumentaba la rapidez de las aguas, tenían todos que auxiliarse unos a otros con Silgas y gente. De este modo no pudieron llegar al puerto del Corpus sino dispersos, y con algún descalabro: los de la Partida Portuguesa el 1º de mayo, y el 4 y 5 los de la Española. Todos necesitaron de reparo, ya de echarles, algún rumbo, a de tomarles alguna costura, y aun fue preciso incluir el de Candelaria, que traían los portugueses, remplazándolo con el segundo del Corpus, a petición de nuestro concurrente.

El río hasta aquí da diferentes vueltas, bastantes parecidas a las del camino, siendo su proyección general entre los 25º y 37º NE y su distancia, como de 33 millas u 11 leguas. Le entran varios arroyos, de los que el más señalado es el Capibary sobre la altura de 27º 10' que viene de occidente entre los pueblos de Jesús y Trinidad, sirviéndoles de puerto y dando fácil entrada a sus barcos. El Iabebiry la da también muy cómoda a los de Loreto y San Ignacio; y sobre su boca hay dos pequeñas islas, y otras dos algo mayores, con un arrecife de gran corriente y mal paso, llamado el Iaguary, antes del Igauguy, tabacal del Corpus. Poco arriba de estas islas del Iaguary hace el Paraná un cerco como de una legua al SE, en cuyo fondo se halla el Arroyo grande, astillero del pueblo, donde entraron los barcos a carenarse, y fueron prodigiosos los esfuerzos de actividad que hicieron los indios, guiados de su administrador don Juan Bautista Florez, en esta laboriosa faena, que concluyeron en solo una semana.

Los ingredientes que emplean en estas carenas, son sebo mezclado con carbón molido, y una estopa, que sacan del Cardo Caraguata cocido o podrido en agua, y después majado, lo que como dijimos en   -377-   otra parte, es de muy buena calidad, especialmente para los fondos, o debajo del agua, donde siendo incorruptible, y teniendo la propiedad de entumecerse, o hincharse, apretando por esta razón notablemente las costuras, es escusada la brea o sebo. Las amarras o silgas de estos barcos son también de bastante duración y resistencia, con particularidad dentro del agua: y serían mejores, si fuesen más bien hechas y torcidas. La materia de que las hacen es la cáscara delgada o corteza de las raíces librosas de cierta planta parasitica llamada Güembe que secreia (sic) comúnmente y en gran abundancia sobre los árboles, sobre las piedras y otros cuerpos extraños. Sus hojas son anchas, hendidas en grandes lobos y medio abroqueladas con un pezón largo y rollizo. El fruto, una mazorca, semejante a la de la Zea o Maíz, con multitud de estambres o hilos largos, y los pistilos inferiores, pulposos o a manera de granos y de buen gusto. Las velas de que usan dichos barcos, son de lienzo grueso de algodón, con drizas y de más cabos de torzales de cuero o huascas: y por defensa del sol y de la lluvia, los cubren de popa a proa con una carroza de cueros en forma del caballete de un tejado con sus alas o caídas, que suben y bajan cuando lo requiere la necesidad, y a que llaman Casa de río arriba. La Casa de río abajo es arqueada y defirme.

El 14 reparados los Barcos, desbastados algunos de sus palos y canoas, que estaban demasiadamente, cargadas, y compuestas las casas o carrozas, nos embarcamos todos, y siguió de nuevo la navegación, no obstante de estar el tiempo muy metido en agua, con fuertes turbonadas, y los vientos variables. Desde el astillero, a que los antiguos demarcadores llamaron Muruará vuelve el río al 4.º cuadrante describiendo un área55 de 20 millas de largo, y de la figura de una C, hasta el Ibiray o Río de San Francisco de Paula, y recoge por la banda oriental las aguas de los pequeños arroyos, Yacaré, Yaguagüyguazú, Yaguagüymiri, Yaguaracapy y el Piaú, y por la occidental, las de los Guarumbey, Guacacays miny y guazú Pirapó, Yaguy Ytano, y los   -378-   dos Mandubys. Nuestros dos barcos de Loreto e Itapua, sin embargo de estar tripulados con los milicianos del Paraguay en quienes se tenía mayor confianza que en los guaraníes, se atrasaron de dos días en este tramo del Paraná, no alcanzaron a los demás hasta 19 en la barra del Ibiray.

Al día siguiente, saltamos en tierra, y acompañados de Fray Nicolás de Alcaraz, de Santo Domingo, Cura Doctrinero de los Guayanas, fuimos a visitar la Reducción de estos indios, nombrada de San Franco de Paula, y situada sobre las márgenes meridionales de Ibicuy a 1½ leguas, del mismo Paraná. El país es todo montuoso y cerrado: tiene pocos campichuelos; pero el terreno no es de mala calidad, y lleva bien toda laya de frutos. La Reducción está poco adelantada, por falta de auxilios. Cuenta solamente 27 familias de neófitos, que no pasan de 70 personas. Su primer reunión fue del otro lado del Paraná, poco después de la expulsión de los jesuitas: y se debió al celo cristiano de otro Dominico, Fr. Bonifacio de Ortiz, quien la trasladó a este paraje muy desde sus principios, dejándola por su fallecimiento el año de 78, al referido P. Alcaraz. La nación de los guayanás es de un carácter tan parecido a de los guaraníes, que se puede tener por cierto, no ser mas que una de sus parcialidades, sin otra diferencia esencial, que la del idioma, alterado por el tiempo, la falta de comunicación, y la pequeña variedad de costumbres, natural aún en las provincias inmediatas. Habitan dispersos los montes de ambas orillas del Paraná, y en número, a lo que se cree, de 800 a 1.000 familias. Se alimentan de batatas, mandiocas, maíz, porotos, zapallos y otras legumbres y verduras que siembran en sus rozados y chácaras; de frutas miel silvestre, de que abundan los montes; de la caza y de la pesca. Recogen no pequeña cantidad de que benefician y mezclan con sebo para el uso de su iglesia; y podrían hacer de ella una recogida, considerable, no menos que de Yerba, maderas, resinas, plantas medicinales, etc. Su trato es fácil y frecuente con los indios de los pueblos, que navegan el Paraná, y suben a los beneficios de la Yerba. No sería dificultoso despertar su industria, e   -379-   inclinarlos poco a poco al comercio de aquellos renglones. La suavidad y el agrado, con alguna dádivas anticipadas, que pagarían bien, de hachas, machetes, sierras y algunos ponchos o ropas de lienzo de algodón, serían los medios más oportunos; y el fruto consiguiente sería su total reducción, y un servicio no pequeño al Estado. Los pueblos del Departamento de Candelaria, por más inmediatos, tienen la mejor proporción para poner en planta esta idea, pero su entero logro lo conseguiría con mayor facilidad el comercio de la nación, si se le dejase la libertad de penetrar en lo interior de esta provincia de Misiones.

El 21 refocilados algún tanto con el refresco de algunas reses, que de antemano se hicieron venir por tierra del Pueblo del Corpus, dio nuestra gran escuadra la vela, que conservó breve rato, por falta de vientos favorables que lo son pocas veces a causa de las repetidas vueltas del Paraná, principalmente por los continuos y peligrosos bajos de la orilla usando de los remos y silgas, su ordinario y como peculiar modo de navegar, surgió andadas 4 millas al ENE sobre la costa occidental, frente del arroyo Güendy en la latitud observada de 26º 57' 39". El Río tuerce desde este arroyo a los 40º NO la distancia de 1 legua larga en que le entran, de delante los dos Capys el primero de los Caruguapés, y de Poniendo56, el Aniangá. Después vuelve de nuevo al NE su rumbo general, con un suave serpenteo de 18 millas, hasta los dos Yembeys occidentales, primera residencia de los Guayanás, como queda dicho, y donde se observó el 26 la latitud de 26º 43' 18" dejando antes el Pirayuby y el Mbîrapuytangá, y al E el segundo Curuguapé, con la isleta Itacorá cerca de su barra. Desde el mayor de los Yembeys, en los 42' hace el Paraná otra digresión al E de 2 leguas largas hasta el Parnayguazú, río de alguna consideración que baja de la serranía de San Antonio, y es uno de los mejores yerbales del P. del Corpus. Por último ganando de allí al N NE continua esta dirección el espacio de 27 leguas, con una   -380-   dulce y tendida ondulación de vueltas alternadas y casi iguales hasta la boca del Iguazú o Río Grande de Curitiuba en la altura de 25º 35' 36", donde arribó la división portuguesa el 26 de junio y el 10 la española.

Nuestra navegación fue no menos dilatada y penosa, que llena de trabajos y peligros, notando por los malos temporales y fuertes turbonadas de vientos y piedras, en que cayeron algunas monstruosas del grueso de naranjas, como aconteció el 27 de dicho mes de junio, cuanto por las continuas varadas y choques violentos contra las rocas viejas en remansos de terribles hervideros y remolinos; y especialmente por la frecuencia con que nos faltaban las silgas ya por su mal tejido y debilidad ya rozadas del continuo ludidero sobre las piedras. Los barcos en estos lances terribles eran arrebatados de la corriente con espantosa celeridad, y como el grueso de la marinería que tiraba de la Silga, quedaba en tierra, se veían forzados los pocos que restaban a bordo, sin los oficiales y comisarios, a echar mano a los remos para atracar a la orilla, perdiendo a veces, a pesar de esta diligencia muchos días de jornada en cortos instantes, y dando otros furiosos encuentros contra las puntas salientes, bajos ocultos y otros escollos en que se corría el mayor riesgo. El 13 de junio en uno de estos desgraciados accidentes estuvimos para perder nuestro gran barco de Itapua, que conducía las provisiones, pertrechos del rey; habiéndole hallado la silga, se estrelló contra una piedra y abrió tal rumbo, que apenas alcanzó la tierra, y esto fue lleno de agua y con avería considerable de los víveres. En otro aun más feliz, el 18 del mismo, perdió dicho buque de Itapua al granadero Luis García, uno de los más honrados dragones del destacamento que se le fue al agua sin saber nadar, y no pudo ser socorrido. Su cuerpo fue recogido 12 días después en el P. del Corpus adonde lo llevaron las corrientes, burlando la vigilancia de una canoa que se dejó en su custodia, y donde le dieron sepultura sagrada como supimos posteriormente. El barco de San Cosme estuvo también dormido sobre un costado y como se explican los marineros,   -381-   para dar a la banda. El segundo de Itapua que llevaban los portugueses, abrió asimismo no pequeños rumbos en casos de igual naturaleza; y para decirlo de una vez, todos los barcos escupían diariamente las estopas a fuerza de los repetidos golpes, y había que calafetearlos y componerlos, no siendo dable hacer una singladura entera sin el penoso afán de dar a la bomba, ni soltar los baldes de la mano.

Desde el Paranay al Iguazú desagua en el Paraná por una y otra orilla arroyos y riachuelos, muchos, de ellos sin nombre, y otros con él que les dieron los baqueanos, que entre sí no recordaban enteramente. Nuestro plano y Nº 11 expresa todos cuantos se notaron, y está bastante conforme con el levantado el año de 59 por los antiguos demarcadores, siendo no poco de admirar que aquellos oficiales, trabajando con exactitud, pudieran entonces vencer en 20 días la misma navegación del Corpus al Iguazú, que no costó ahora 46 de no pocas fatigas. Los más señalados de dichos arroyos son: en el paralelo de 26º 29' el Pirayguazú o Río Grande de pescado, llamado así por lo que abunda de él, viene del NE y es también Yerbal del Corpus, con excelente y buenos galpones en los 36º 20' el Pirayminy, que también abunda de pescado y yerba una legua más arriba desemboca se hallan las tres islas pedregosas de Parehá, uno de los peores pasos del Río: en los 26º 13' y 26º 11' los dos Aguarays orientales, en los 26º 4' el Itapiabeby occidental, o lo que es más propio, el Itatiguazú, que quiere decir Río de Salto Grande, teniendo efectivamente uno como a 80 toesas de su barra, de 18 a 20 barras de elevación, que se registra desde el Paraná, y por donde se despeña todo unido con agradable vista y mucho estruendo: en los 26º la gran Isla, o Paranambuguazú que tiene cerca de 2 millas, tendida al E NE y recostada sobre la margen occidental, la Paranambuminy, sobre la oriental en los 25º 55' 33"; el Uruguay, río de boca ancha; en los 25º 53' el Mbocay o Río de las espadas nombrado así por las que suponen los indios haber tomado a los Paulistas, venciéndolos en cierta refriega o combate; en los 25º 39', estos dos últimos orientales y finalmente en los 25º 37', el   -382-   caudaloso Monday, que trae su curso de occidente de las cercanías de la Villarica y San Estanislao, principalmente de las dos reducciones del Tarumá.

En todos estos arroyos y en los dilatadísimos montes del Paraná que en partes se extienden a muchas leguas, de que aun no se llene conocimiento se da de sí muy frondoso y alto, el árbol de la Yerba tan celebrada del Paraguay, y que parece ser la Callicarpa americana, de Linneo, de la clase de la Tetrandias Monogyneas, y de que hay varias especies. Los Pueblos de Misiones tienen en muchos de ellos sus establecimiento de ranchos y galpones, con una Cruz en paraje visible y en ella inscripto el nombre de aquel a que pertenecen. Todos los años benefician cantidad considerable de arrobas de dicha yerba y podrían aumentarla al número que quisieran, con notable utilidad de la provincia, del comercio y del Estado en general sin el menor recelo de agotar la planta. Antes por el contrario con el beneficio de la poda, forzosa para esta faena, y con el preciso rompimiento de los montes, este útil y hermoso árbol se ventilaría más: gozaría de los rayos y benignas influencias del sol, y haciéndose más lozano y vigoroso, la yerba vendría a ser de calidad más selecta.

Débese pues abrir la mano a estas licencias, que hasta aquí ha tenido cerrada la cábala o la ignorancia. Todos los pueblos de Misiones deben disfrutar indistintamente del privilegio libre de hacer yerba en las vastas comarcas del Paraná y Uruguay, y el común de los particulares de la nación no debe estar exento de esta prerrogativa, teniendo todos los vasallos del rey igual derecho a lo que sin provecho de alguno se deja podrir y perder todos los años, malogrando de este modo por una errada política la liberalidad de la Providencia, que supo enriquecer el suelo de este país con un fruto, no menos precioso que el que producen las minas del Perú.

Sin embargo de todo esto, como los árboles de la yerba estén dispersos o a pequeños manchones y los montes sean muy intrincados y casi impenetrables, cubiertos por lo regular de neblinas densas, humedades nocivas, aires detenidos y malsanos, con multitud   -383-   de molestísimas plagas de insectos y sabandijas ponzoñosas: aquel se agrega la mala calidad de los alimentos de que usan los indios, porotos y charques apolillados, no siendo fácil darles otras provisiones por la gran distancia y dificultad de la navegación, no es decible el trabajo de los Guaraníes en la fábrica de la yerba silvestre. Muchos de ellos perecen de miserias, y agobiados con el peso de tan dura fatiga, sin que jamás corresponda el fruto a lo penoso de su afán, ni las utilidades, a los costos. Los pueblos adelantarían más sin duda alguna cultivando mejor y extendiendo cuanto les fuera dable, los yerbales de plantío, que tienen, ya en sus inmediaciones y que son capaces del mayor aumento nadie ignora la mayor facilidad de este trabajo y la superior calidad y rendimiento de la yerba cultivada: poniéndose con un poco de industria, o encargando al cuidado de los infieles el beneficio de los yerbales del Paraná, instruyéndoles de modo de hacerlo, y comprándoles después la yerba a cambio de instrumentos, ropas y comestibles. Los Pueblos, como ya se apuntó, podrían de esta manera atraer insensiblemente a un comercio que acarrearía muchas ventajas, y daría nuevo vigor a sus fábricas y agricultura, a todas las naciones de indios salvajes de sus contornos, por más fieros que se supongan, haciéndoles conocer sus necesidades con los medios de repararlas y de procurarse mayor comodidad. Son también muy comunes en los montes y arroyos del Paraná los cedros, laureles, canelos, el apetereby, el viraró, el ibirápuyta, el timbó de que se hacen canoas, árboles todos de extraordinaria corpulencia y maderas excelentes para todo género de arquitectura. Abunda asimismo el drago, cuya sangre es tan recomendada, el aguaraybay de que se hace el bálsamo que lleva el mismo nombre; el cury o pino, bueno para arboladuras de los navíos de tierra, no menos que por la extracción de la pez y por último se dan otros muchos árboles resinosos, y plantas medicinales a que podría extenderse también nuestra reflexión y que debería abrazar la misma industria, pero dejemos este punto que tendrá mejor asiento en otro lugar y volvamos al hilo de nuestras operaciones.

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El 30 de Junio se dispuso entrar en el Iguazú, con la mira de establecer nuestro cuartel general hacia aquel paraje donde le formaron los antiguos demarcadores, como ordenaba el Plan de instrucción y del que se pudiese atender a las operaciones del Paraná, y a las del Río de San Antonio, pero la creciente de aquel río, y los grandes arrecifes que tenía descubiertos, nos alejaron el paso. y fuimos obligados a situarle sobre la ribera meridional a 1 ¾ leguas de su barra, y como 4 millas antes de dicho sitio, dándose principio desde el día siguiente 1.º de julio, al desmonte y formación de ranchos para deposito de víveres y pertrechos. Entretanto como la navegación del Paraná, desde la boca del Iguazú hasta el Salto grande ofreciese mayores embarazos se tuvo por más acertado consejo, practicarla en los que sobre el seguro de no poder llegar ni canoas que en los barcos, con mucho a las cercanías de aquella gran catarata, y haber de dejarlos casi a la mitad del camino, tardarían tanto más en lo que podrían subir, cuanto era mayor la dificultad y rapidez de las corrientes. Se empezó pues por otra mano a preparar un suficiente número de canoas con este objeto. Se desbastaron algunas de las que traíamos, y podían servir aligerándolas y dándoles mejor figura, y otros llamados por corte y salida de las aguas, se construyeron otras de nuevo y esquifaron todas de remos, espadillas, toletes, chumaceras, baldes, zarzos, silgas y demás útiles.

A este tiempo, el comisario portugués nuestro concurrente, que en nada menos había pensado, que en procurarse con la debida anticipación una decisión competente y necesaria al desempeño de nuestra diligencia, acerca de las dudas suscitadas y no resueltas, sobre los ríos Igatimy o Ygurey y Pepiryguazú, puntos extremos de la demarcación de nuestro cargo de que dimos ya idea en el capítulo antecedente pág. 226 nos dirigió el 3 de julio un oficio y entabló una prolija competencia, en que sin mucho disfraz hace ver, lo poco dispuesto que venía a ejecutar la referida demarcación sin otras instrucciones ni facultades que para entretener el tiempo con trabajos y reconocimientos inútiles, años antes verificados con tanta o más exactitud que podrían   -385-   ahora practicarse, y en una palabra, con ánimo hecho y deliberado a no dar cumplimento de manera alguna al tratado preliminar de Límites; antes por el contrario muy resuelto a embarazar su ejecución a fuerza de recursos y expedientes. Nosotros, como sea este un punto delicado, y el de mayor importancia de nuestra comisión, que convenga esclarecer abiertamente sin omitir la menor de sus circunstancias no tanto para justificación de nuestra propia conducta, como para manifestar la sinceridad, y buena fe, con que la Corte de España ha propendido siempre y deseado con el mayor ardor, ver cumplida la Demarcación de esta América: y que si no ha tenido efecto hasta ahora particularmente en esta ocasión, no han sido otras las causas, que las intrigas de la Corte de Lisboa, y la falta de correspondencia y conformidad en las órdenes dadas a sus respectivos comisarios, daremos puntual noticia de toda la disputa o competencia, copiando a la letra, y por el orden que se escribieron todos los oficios del comisario portugués con las respuestas o contestaciones que le dimos y algunas notas que faciliten su inteligencia; pues estamos persuadidos, que estos documentos como esenciales en materia de Límites, podrán ser en algún tiempo útiles y no dejarán fuera de esto de esparcir alguna luz sobre la relación de las operaciones. Mas para no interrumpir la serio de ellas lo haremos al fin del capítulo con la separación.

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