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Don Juan Bautista Diamante y sus comedias

Emilio Cotarelo y Mori






I

Aquella gran verdad de que las obras literarias suelen reflejar el espíritu y carácter de sus autores recibe insigne comprobación en el caso especial de DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE, autor dramático muy celebrado en su tiempo y digno aun hoy de estima por haber conservado y acaso extremado en sus obras los caracteres del teatro antiguo español.

Son éstos el sentimiento religioso, profundamente arraigado en el alma; el pundonor, algo exagerado ya por Calderón; el españolismo ardiente y el instinto pendenciero y bravucón que en los galanes de nuestras comedias fue acentuándose conforme avanzaba el siglo XVII y, al fin, vino a parar en su caricatura, como fueron los dramas de guapos y valentones que dominaron en la decadencia de nuestra escena.

Y lo que explica el gusto y preferencia que DIAMANTE concedió a aquella clase de asuntos es justamente su vida, su biografía, hasta hoy desconocida, como la de tantos otros grandes españoles de aquellos gloriosos tiempos, pero que vamos a trazar con algún espacio, sirviéndonos de nuevos y muy interesantes datos.

DIAMANTE fue en su juventud un crudo, un guapo, coma los héroes de algunas de sus comedias; un calavera lleno de vicios y fautor de hechos a todas luces reprensibles, pero que en aquella época no producían gran escándalo, porque España y Europa toda, sumidas en guerras inacabables, tenían endurecida la conciencia, relajada la buena y dulce moral e imperaban en la sociedad las costumbres recias y desaforadas.

Los que conocen las historias de Italia y Francia, especialmente, saben cómo en la segunda mitad del siglo XVII las clases nobles vivían en continuo desorden, matándose entre sí los hidalgos o atropellando a los que valían o podían menos y no reconociendo, en suma, más fuero que sus bríos ni más pragmáticas que su voluntad, como dice el viejo romance. Una ligera cárcel, la compensación o composición pecuniaria, varios meses de ausencia facilitada por el abuso del hoy inconcebible derecho de asilo, eran los únicos castigos que recibían verdaderos delitos cuando sus autores gozaban exenciones hidalgas o fuero privilegiado, entonces comunísimo para clérigos y seglares.

Esto explicará, ya que no disculpe, las fechorías que vamos a contar de nuestro DIAMANTE, y cómo no le impidieron ser sacerdote; caballero profeso de la Orden de San Juan de Jerusalén; Prior de Morón, convento de su Orden, sin obligada residencia; muy estimado de sus coetáneos y uno de los poetas mejor recibidos del pueblo y en el real palacio de Felipe IV y luego de su viuda la piadosa reina doña Mariana de Austria. Porque a esta primera etapa pecaminosa siguió otra de arrepentimiento y devoción, en que el poeta dramático compuso casi exclusivamente comedias de santos.

En la segunda parte de este trabajo daremos la lista y el análisis de las numerosas obras de DIAMANTE, método que nos parece el más propio en esta clase de monografías por su claridad y porque facilita la provechosa comparación con los demás escritores de su índole y de su época. No omitiremos los juicios que ha merecido a los principales críticos, en especial los que trataron del teatro, así nacionales como extranjeros, y al final intentaremos señalar el puesto que le corresponde en el cuadro general de nuestra portentosa literatura dramática.




II

La ciudad de Corón (antigua Colónides) está situada a la entrada del golfo de su nombre, sobre un promontorio rocoso, al Sudoeste, en la costa occidental de la Morea, y no lejos del cabo Matapán. Era principal ciudad de la antigua Mesenia, por ser puerto de comercio, de fácil ingreso y de buena defensa. Fue patria del célebre Plutarco.

Siguió la suerte de la península griega cuando los romanos la sojuzgaron y desde la división del imperio perteneció al de Oriente. En 1262 se apoderaron de ella los españoles aragoneses que hicieron la famosa expedición a Grecia. Pasó luego a manos de los venecianos, que la fortificaron y habitaron hasta que, después de mediar el siglo XV, cuando los turcos se derramaron por el Mediterráneo, fue sometida, con todo lo demás del imperio de Constantinopla, a su dominio.

En agosto de 1532 la armada de Carlos V, mandada por Andrea Doria, salió de Nápoles con intención de pelear con la turca, que andaba por las costas de Occidente del antiguo Peloponeso. Pero avisados los turcos por los venecianos, entonces sus amigos, huyeron apresuradamente hacia Constantinopla; y Doria, que no quiso volverse sin causar daño al enemigo, penetrando en el golfo, desembarcó parte de los 10.000 soldados españoles e italianos que llevaba y puso sitio a Corón por mar y tierra.

Estaba la ciudad dividida en dos partes: una, más fuerte y principal, alrededor del acrópolis o ciudadela edificada por los venecianos, donde vivían los turcos, y otra, la parte baja, habitada por los griegos y demás europeos bajo su dependencia. Asestaron los sitiadores contra la primera 21 cañones desde tierra y 150 desde los barcos, sin contar otros tiros menores, y en la primera tentativa de asalto perdimos 300 soldados. Pero, con ayuda de los griegos, que ansiaban libertarse de sus tiranos, al fin, se rindió la ciudad el día 21 de septiembre.

Dejó Andrea Doria en Corón 2.000 españoles para su defensa y, siguiendo su vía, llegó a la isla de Zante, tomó la ciudad de Patrás, pasó los Dardanelos, apoderándose de los dos castillos que guardaban su angostura y amenazó a la misma Constantinopla.

Quedó por España la ciudad de Corón; pero cuando la vigilancia por mar fue decreciendo, comenzaron los turcos, desde 1533, a molestarla; y como el reparo y defensa de ella exigían que todos los años fuese socorrida con una armada, resolvió el Emperador, interesado en otras empresas, desampararla, y mandó buques a recoger la guarnición y naturales griegos que no quisieron exponerse a las represalias y venganza de los turcos. A los griegos se les internó en Sicilia, donde el Emperador los socorrió y dio medios de vivir1.

Esta retirada fue muy dolorosa para los que tuvieron que abandonar su casa y sus bienes. Salieron en número de 3.000 personas, y el 15 de abril de 1534 llegaron delante de Malta, donde el Gran Maestre no les permitió desembarcar porque supo había muchos enfermos a causa de los trabajos pasados, especialmente en el sitio que los turcos habían puesto a Corón en el año anterior.

Entre estos emigrantes venía un ciudadano griego distinguido, llamado Pablo Diamanti, casado y con hijos, que con los restos que pudo salvar de su hacienda se estableció en la ciudad de Messina y a quien Carlos V, como premio de su lealtad, hizo capitán de caballos ligeros, en cuyo empleo le sirvió de continuo en las guerras de Alemania, que no tardaron en levantarse, y luego en la ciudad de Nápoles, donde residió largos años.

Sin embargo, uno de sus hijos, llamado Juan Diamanti, permaneció en Messina, donde se casó con una noble señora veneciana llamada Regina de Inmenzo, que había nacido en Corón y pertenecía, sin duda, a familia también de emigrantes.

Tuvieron un hijo, llamado Juan Mateo Diamanti, que por más de treinta y ocho años anduvo en los ejércitos españoles con los empleos de alférez, lugarteniente y capitán en Flandes, Francia, Nápoles y Sicilia, y se casó en la ciudad de Messina, en 1594, con doña Águeda de Ribera, natural de esta ciudad, hija de Bernardino y de Juana de Ribera y Estaño, sin duda de origen español o españoles. Juan Mateo vivía y era capitán de la plaza de Melazzo, en Sicilia, en 1602.

De este matrimonio tuvieron dos hijos, uno cuyo nombre ignoramos y otro que fue Jácome o Jaime, padre de nuestro poeta DON JUAN BAUTISTA. El primero hubo de casarse o residir algún tiempo en Siracusa, donde nació su hijo don Gaspar Diamanti, que, habiendo servido en la real Marina española, gozó el título de Marqués de Torrecino, título que, por haber muerto sin hijos, pasó a su hermano don Antonio2.

El otro hijo de Juan Mateo, llamado Jácome Diamante, ya castellanizada la vocal terminal de su apellido, nació en Messina poco después de 1594, y ganoso de ver mundo, dejó su tierra, saliendo como aventurero en la armada española destinada a Portugal, no en 1625, como afirma en las pruebas del hábito de su hijo don Pablo Diamante, el anciano Conde de Chinchón, sino algunos años antes, si es que hubo de tener tiempo de hacer el servicio, casarse en Portugal, como quiere Barbosa Machado3, y venir a residir en Madrid, donde positivamente se hallaba ya en el dicho año de 1625.

En él vino al mundo, el día 29 de agosto, el poeta dramático cuya vida escribimos. Consta en su partida de nacimiento, que dice textualmente: «JUAN BAUTISTA. Bautismos de septiembre. Sepan cuantos la presente vieren como yo, Sebastián Fernández Regatero, por el señor cura de San Ginés y San Luis... que en el año de 1625 del nacimiento de Jesucristo, a los diez días de septiembre bapticé a Juan Bautista, hijo de Jácome Diamante y de Madalena de Castro, su mujer; del cual fueron padrinos don Juan de Pabla y doña Catalina Osorio, estando presentes por testigos Francisco Rodríguez, Gonzalo Mercado y Francisco Canchín: en fe de lo cual lo firmé de mi mano, el dicho día, mes y año. -Sebastián Fernández Regatero. (Al margen:) Nació a 29 de agosto»4.

Doña Magdalena de Castro, cuyo segundo apellido era Vargas, debió de morir joven aún, entre 1626 y 1630; pero no en la parroquia de San Ginés, donde no existe el registro de su muerte.

Su viudo no tardó en contraer segundas nupcias con doña Blanca de Herrera, la cual, según escritura otorgada en esta corte el 12 de diciembre de 1631, aportó al matrimonio un haber dotal de 42.584 reales. El matrimonio debe de ser algo anterior, pues en el texto del documento ya se supone celebrado.

Era la nueva esposa joven de veinte años, poco más o menos5, nacida en Madrid, de familia preciada de hidalga, hija de don Francisco de Herrera y Barrios, originario de Toledo, y de su mujer doña Elena de Acuña y Freytas, de abolengo portugués y de gente emparentada con los Condes de Lumiares6.

De este segundo matrimonio procedieron varios hijos, que fueron: el primero, don Pablo Diamante, nacido en esta corte en 16337. Cursó Derechos en Alcalá de Henares, como veremos luego. Fue sucesivamente Alcalde de la Real Chancillería de Granada, Corregidor de Chinchilla y Alcalde de Casa y Corte en esta de Madrid, donde murió, siéndolo, el año de 17038. Obtuvo, como hemos visto, el hábito de la Orden de Montesa en 1687.

Don Jácome Diamante, hijo segundo, nacido en 1635, debió de haber fallecido joven, lo mismo que el tercero, don Mateo, pues sólo sabemos de ellos que cursaron algunos años en Alcalá al lado de su hermano mayor, el poeta JUAN BAUTISTA.

No así el último, llamado don Francisco, que vino al mundo en 1642, por el mes de agosto9, y llegó a ser no menos que Secretario del Rey, como queda dicho, y caballero de Montesa. Casóse en 166210 con doña Ana Jofre de Morales, y sin descendencia falleció en esta villa el 21 de julio de 169411.

No obstante sus ínfulas nobiliarias12 Jácome Diamante, al establecerse en Madrid, dedicóse, como otros muchos de sus paisanos en España, a la profesión de mercader, y tuvo en la calle Mayor, cerca de la Puerta de Guadalajara, una buena tienda, en que vendía chocolate, medias de hilo y de lana, aguas de ámbar y otras cosas tan desemejantes entre sí como éstas, mezcla singular que sólo obedecería a la cualidad de ser extranjeras las mercaderías de su tienda. Fuele prósperamente en ella, según testigos del tiempo, que le dan por rico, en la época de las mayores calaveradas de su hijo, de quien ya es hora de que empecemos a tratar13.

Hizo sus estudios elementales en esta villa, aunque más dado que a ellos parece haber sido, como dice Barbosa, a las artes propias de un caballero, señalándose en el esgrimir de las armas y en el buen manejo de los caballos. Quizá por templar su natural bravío resolvió su padre dedicarle a la Iglesia, y, aunque un poco tarde, pasó a Alcalá de Henares en el otoño de 1647 con los dos hermanos que le seguían en edad, a estudiar Cánones. Estaba ya ordenado de Epístola por mano del Obispo de Siria y la había cantado por primera vez, en dicho año, en el convento de San Felipe el Real de esta corte.

En los libros de matrículas de la Universidad de Alcalá, en la sección de canonistas, aparece, al folio 65, desde 18 de octubre de 1647 «Don Juan Bautista Diamante, vecino de Madrid, de veintidós años». En 22 de noviembre «Don Pablo Diamante, natural de Madrid: catorce años», y ya en 1.° de mayo de 1648 «Don Jácome Diamante, vecino de Madrid: trece años».

Al siguiente, en 18 de octubre de 1648, figura DIAMANTE el primero en el orden de la lista de los canonistas, con ventitrés años (fol. 56), y poco después sus dos hermanos. También es el primero, con ellos, en la lista de 1649 (a 18 de octubre) y en la de 1650 (18 de octubre); en igual día del 1651 y en 1652 se hallan ya las matrículas de los cuatro hermanos, con veintisiete, diez y nueve, diez y ocho y quince años, respectivamente. Don Mateo aparece por vez primera; don Francisco, como niño, aún no podía cursar. En 1653 ya no hallamos a ninguno de ellos.

En los libros de pruebas de curso de dicha Universidad correspondientes a 1648 (folio 15 vto.) se halla la inscripción de que DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE, en 8 de septiembre, ya aprobado en Gramática, probó Física y un curso de Decretales y Decreto. Su hermano don Pablo había ya probado en 27de mayo Gramática y Decretos.

En 22 de abril de 1650 (folio 3), DON JUAN BAUTISTA y su hermano don Pablo probaron Derecho canónico. Faltan los documentos de 1651 y 1652. En 1653, a 22 de abril, sólo aparece probando Derecho canónico don Jácome Diamante.

En los libros de grados de dicha Facultad, correspondientes a 1652, hallamos (fol. 427 vto.) que en 22 de abril recibieron DON JUAN BAUTISTA y don Pablo Diamante el grado de Bachiller en Cánones de mano del doctor Márquez14, y en igual día del año siguiente lo obtuvo su hermano don Jácome.

Y no pasaron más allá los estudios universitarios de nuestro poeta, quizá por haber resuelto dedicarse por entero a la literatura profana y acaso también, por el grave proceso criminal que se le había formado dos años antes y de que acababa de salir libre, gracias, sobre todo, al dinero de su padre.

Teníase alguna noticia de esta causa por haber publicado el célebre hispanista monsieur Antonio de Latour, en su estimable libro L'Espagne religieuse et littéraire (París, 1863, pág. 151), una declaración prestada por DIAMANTE, que le había comunicado a Latour don Cayetano Alberto de la Barrera, y decía así:

«En la villa de Alcalá de Henares, a 20 días del mes de septiembre de 1648, por orden del señor Rector, yo, notario, me constituí en la cárcel de estudiantes de esta Universidad, donde hice comparecer ante mí a DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE, estudiante en dicha Universidad y preso en la susodicha cárcel; y habiéndole recibido juramento sobre una cruz de que diría verdad sobre lo que le fuese preguntado. Habiéndole preguntado su nombre, edad, condición y lugares de su nacimiento, respondió que se llama DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE; que es estudiante en esta Universidad y subdiácono; que es natural de la villa de Madrid y que tiene veintidós años, poco más o menos».


El motivo de esta prisión y causa fue el siguiente: El día 25 de mayo del referido año 1648, entre once y doce de la mañana, se hallaba DIAMANTE, acompañado de su amigo Gregorio de Palencia, de treinta años, en casa de una mujer «llamada Jusepa, que se decía doña Josefa de Villanueva, y habitaba calle de San Ginés, casas de Diego Prieto, viuda, de treinta años y oficio guardainfantera», a cuya casa iba de ordinario nuestro estudiante con otros camaradas. En ese día hallábanse también en ella dos sujetos, que, habiendo trabado entre sí cierta disputa, salieron a la calle desafiados, y DIAMANTE detrás, que, como valentón que era, desarmó a uno de ellos, quitándole la espada, con lo cual impidió que el desafío siguiese adelante. Pero salió de su casa, que estaba contigua, Francisco Sánchez, soldado de la guardia vieja y de oficio prensador, aunque sin distintivo alguno, y afeó a DIAMANTE su conducta, como si tuviera mucho de reprensible, y le pidió la espada del otro. Apoyóle en esta reclamación un tío suyo, llamado Francisco de Zúñiga; pero DIAMANTE, a cuyo lado acudió su amigo Palencia, se negó a la entrega. Enfurecido Sánchez, dijo que no sólo les quitaría aquella espada que pedía, sino las suyas propias. DIAMANTE desenvainó su acero y emprendió contra Sánchez, que se defendió con vigor; pero, yendo acuchillándose, parece que tropezó la espada del prensador y soldado en un carro que pasaba, a tiempo que DIAMANTE le dio una estocada mortal en el pecho. El herido se refugió en la iglesia de San Ginés, y DIAMANTE, muy despacio, se fue calle abajo. Falleció Francisco Sánchez en su casa el 29, a la una de la noche.

Cuando se quiso prender a DIAMANTE había huido. Querellóse la viuda, Ana María de Zúñiga; se embargó la hacienda de Jácome Diamante, padre del reo; se pregonaron a éste y a su amigo Palencia; siguióse la causa en rebeldía, y, en 13 de julio, por ser DIAMANTE clérigo de Epístola, se reclamó el proceso por el juez eclesiástico. Así lo otorgó el Tribunal civil en 20 de julio y se mandó prender a DIAMANTE, que se había ido a Alcalá y refugiado en el convento de Jesuitas. Le detuvieron el 8 de septiembre; el Vicario de Madrid envió la causa al Rector de la Universidad, por ser DIAMANTE escolar y él juez competente suyo. Recibiósele confesión el 28 de septiembre, en la que afirmó no haber hecho sino poner en paz a los dos hombres que reñían, motivo por el que fue atropellado, insultado y maltratado por Sánchez, a quien no conocía.

El padre, Jácome, concertó con la viuda el homicidio en 400 ducados, en previo convenio de 10 de octubre, que se elevó a escritura pública el 3 de noviembre del repetido año 1648.

DIAMANTE, por su parte, había hecho buena probanza con testigos, y el 11 del mismo noviembre el Rector pronunció a su favor sentencia absolutoria y sin costas.

En 1656 se sacó traslado de esta causa, a petición del fiscal eclesiástico (y a esta circunstancia se debe el haberse conservado), para unirlo «a la causa criminal que ante el Vicario della (la audiencia arzobispal) trataba contra JUAN BAUTISTA DIAMANTE, clérigo, presbítero, sobre decir que había sido cómplice en cierto delito». De este nuevo proceso hablaremos en seguida15.

Libre de la causa, pudo aún continuar sus estudios y darse a conocer como poeta. Uno de los cien que en 1652 tejieron la corona fúnebre del malogrado don Martín Suárez de Alarcón, hijo del historiador Marqués de Trocifal, es DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE16, quien en el siguiente año daba ya señales de su verdadera vocación literaria, escribiendo su comedia El Veneno para sí, drama cuyo asunto está tomado de la historia del Bajo Imperio y que, muy reformado para mejorarlo, se publicó años después como obra de «un ingenio de esta corte»17.

A la vez había concluido su carrera eclesiástica, ordenándose de presbítero, y había logrado entrar en la ínclita Orden militar de San Juan de Jerusalén, como caballero profeso. Con el título de licenciado, elogia con una décima, en 1656, el curioso y entretenido libro de entremeses y cuentos de don Francisco Bernardo de Quirós18, pues aunque no lo era en ninguna Facultad, solían llamarse así los clérigos presbíteros.

Pero ni estas dignidades pudieron corregir sus hábitos y tendencias al desorden, que le llevaron a sufrir un nuevo y más serio proceso, aunque acerca de él sean muy poco seguras las noticias que nos quedan. Proceden del gacetero don Jerónimo de Barrionuevo, escritor maligno y satírico; casi siempre mal o ligeramente informado y que pocas veces rectificaba o confesaba sus errores, en los que solía recargar la gravedad con sus comentarios, peores a veces que el suceso que refería. Con estas prevenciones y salvedades hay que leer sus célebres Avisos que, por otra parte, son la fuente más rica que hay acerca de las costumbres de su tiempo.

He aquí ahora los términos en que cuenta la nueva travesura de nuestro poeta DIAMANTE.

«Víspera de Corpus entraron 8 enmascarados en casa de D. Pedro de Aponte, gran tahur. Vivía en un jardín suyo al Hospital general, junto á la Galera de las mujeres; y le pidieron por una lista que llevaban todo cuanto tenía: 200 doblones de á 8; 4.000 reales de á 8 más, entalegados; cadenas, sortijas, joyas; en efecto de 12 a 14.000 escudos. Han preso algunos caballeros mozos. Tiénese por cierto se han de descubrir, por ser muchos los que andan en la danza».


(Avisos de Barrion. de 21 de junio 1656).                


«Ya están presos los que hicieron el hurto de D. Pedro de Aponte. Son tres capitanes de caballos; dos clérigos: el uno se llama Jusepe Marín, músico de la Encarnación, el mejor que haya en Madrid; el que mató á D. Tomás de Labaña y se fué á Roma, donde se ordenó. El otro clérigo se llama DIAMANTE, hijo de un mercader rico. Y con ellos D. Francisco de Mendoza y un criado suyo; que ya el robo se tiene por el mayor lustre de la sangre».


(Idem de 28 de íd.).                


«Dícese que estando Osorio en Valencia para representar, llegó el Virrey, no habiendo venido los Jurados, y mandó comenzasen. Hiciéronlo; y habiendo después llegado, sobre si habían de tornar á empezar se armó una gresca, de suerte que el pueblo lo echó todo a rodar, andando como escoba la hermosura de María de Quiñones19 y todos los demás; y que habían ahorcado á un hijo de Diamante, mercader rico de esta corte, por una muerte, tiniendo hechas acá no pocas, en particular la del Regidor de Alcalá de Henares, que habrá cuatro años que amaneció fuera de aquel lugar, ahorcado de una cruz. Atrocidad grande»20.


(Idem de 6 de septiembre de 1656).                


Por lo visto, después del robo DIAMANTE se huyo a Valencia, donde le atribuye nuevas fechorías el noticiero y le da por ahorcado.

«Dieron tormento á Marín, músico de la Encarnación, por el hurto de D. Pedro de Aponte. Sufrió cuatro vueltas y dos garrotes en los muslos y tuvo tieso; y á DIAMANTE de hoy á mañana espérase le darán. El mundo está de suerte que, si no es robando, no se puede vivir; y sólo lo pagan los ladroncillos y rateros; que los peces grandes rompen la red y salen y entran cuando se les antoja, sin que para ellos haya puerta ni bolsa que no esté patente».


(Idem de 20 septiembre ídem).                


«Anoche le dieron tormento á DIAMANTE, clérigo, el guapo y crudo de la Puerta del Sol. Negó como Marín habiéndole dado otras cuatro vueltas y dos garrotes á los muslos. Hoy han ido á visitarle todos los temerarios; y á D. Francisco de Mendoza le han condenado en diez años de galera al remo, sin sueldo, y á D. José de Villanueva en otros diez al Peñón. A Montemayor, criado del Almirante, le dieron por libre; y á una mozuela, llamada Luisilla, que le dio á D. Francisco de Mendoza las joyas de la de Villahermosa, á la Galera por seis años.

Toda esta gente se halló en el hurto de D. Pedro de Aponte, de que no ha parecido nada, siendo el hurto de más de 12.000 ducados, fuera de las joyas, que son poco menos. Dícese echarán los clérigos á galeras y, á bien escapar de los reinos, que Marín tiene tres ó cuatro muertes, y entre ellas, la de D. Tomás de Labaña, y DIAMANTE más».


(Idem de 20 de íd.).                


«Sentenciaron á Marín, el músico, en suspensión de órdenes y destierro por diez años; y si lo quebrantare, á un castillo cerrado de África, donde vaya á entretener y enseñar á cantar á la mora Arlaja. Conoció de él D. Pedro de Velasco, juez de la Capilla; y se cree hará el Vicario lo mismo de DIAMANTE, si bien se le han arrimado no sé qué muertes no bien hechas, de sopetón, como llaman los crudos».


(Idem 27 de íd.).                


«A todos los presos del hurto de Aponte, condenados en diferentes penas de galeras, presidios y dinero, los han soltado libremente; y á Marín le tienen en una torre de la cárcel de corte, en el chapitel, en lo más estrecho, que apenas cabe un hombre, con unos grillos de 40 libras y una cadena de 4 arrobas, enjaulado como pájaro, para que con la dulce voz que tiene pueda entretenerse cantando; y se dice que á buen librar le enviarán á galeras perpetuas, si no le dan algún garrote por la muerte de D. Tomás de Labaña y otros muchos delitos que tiene hechos».


(Avisos de Barrion. de 27 de diciembre 1656).                


«Han preso en Valladolid á Juan Gómez, clérigo valentísimo, hombre de muchas fuerzas, que fué el que hurtó aquí el copón de S. Marcos del S.mo Sacram.to; famoso ladrón y con él al licenciado Agüero, hombre insigne también en el arte de la garduña. Dejólos culpados el platero que quemaron los días pasados por monedero falso. Han ido por ellos y en sabiéndolo Marín el músico, que estaba, desterrado y andaba aquí encubierto, se ha acogido, porque no canten mejor que él en el potro y por su causa no le venga algún aprieto de garganta».


(Idem de 2 junio 1657).                


Mucha exageración y muchas circunstancias falsas, sin excluir la del tormento, cosa que pocas veces se daba a los clérigos, a no ser por delitos muy graves o causa de religión, hay en este relato de Barrionuevo; y prueba de ello es que a DIAMANTE no le paró absolutamente ningún perjuicio esta causa, pues siguió escribiendo para el teatro ya desde el año siguiente y a poco obtuvo la dignidad de prior de Morón, convento de su Orden, sin necesidad de residir en él.

A 1657 corresponde su célebre drama El Honrador de su padre21, en que, desde luego, tuvo presente, para superarlo, el Cid de Guillén de Castro; pero no hay razones suficientes para suponer que se aprovechase también del de Pedro Corneille, como sostiene monsieur Antonio de Latour, en términos de traducirle22. DIAMANTE no sabía francés, como no lo sabía ningún autor dramático de su tiempo. En la época en que se compuso El Honrador de su padre era cuando más encendidos estaban el odio y la guerra entre franceses y españoles; no había pues, DIAMANTE, de presentar en escena la obra de un enemigo de su Patria.

Los dos primeros actos de El Honrador de su padre tienen, en efecto, un desarrollo más parecido que con Las Mocedades, con el Cid de Corneille, salvo algunos incidentes y la intervención del gracioso Nuño. Hasta ciertos pasajes están expresados del mismo modo; bien que en algunos ambos autores copiaron a Guillén de Castro, como por ejemplo el monólogo de Rodrigo antes de matar al Conde Lozano, o la descripción que hace Jimena de la muerte de su padre. Pero el excelente acto tercero de DIAMANTE nada tiene que ver con la obra francesa ni con la anterior castellana. Esto nos hace presumir la existencia de un tercer modelo, hoy desconocido, que imitaría en parte Corneille y refundiría DIAMANTE. Quizá sería alguna de las dos comedias del Cid que, por testimonio de Lope de Vega, sabemos que compuso, muy a los comienzos del siglo XVII, el poeta aragonés Pedro Liñán de Riaza.

Desde entonces comienza para DIAMANTE el período de mayor actividad en su composición literaria23.

A 1659 corresponden las comedias Santo Tomás de Villanueva, estrenada el 24 de febrero24, Servir para merecer, el 14 de julio, Pasión vencida de afecto, en día que no consta, y la representación alegórica Triunfo de la Paz y el tiempo. Las tres últimas fueron ejecutadas en los palacios reales ante los reyes Felipe IV y Mariana de Austria.

En 1660 se estrenó también en Palacio la tragedia de La Reina María Estuarda, la segunda obra dramática española que hasta entonces25 había tenido por asunto las desgracias y muerte de aquella célebre Princesa, a las que Lope de Vega había dedicado uno de sus poemas con el título de Corona trágica.

En este mismo año de 1660 concurrió DIAMANTE al certamen celebrado con ocasión del traslado de la célebre imagen de la Soledad a su nueva capilla en el convento de la Victoria de esta corte. Presentó unas décimas y un romance, que obtuvieron uno de los premios.

Don Francisco de Avellaneda, célebre poeta dramático, encargado de escribir el vejamen de esta fiesta, dedicó a DIAMANTE este, que no carece de intención y gracia, tratándose de quien gozaba fama de guapo, como se ha visto.

«Padre mío: mire que el segundo premio le toca a DON JUAN DIAMANTE, aunque es ingenio sin segundo, y de grandes fondos a todas luces, y el más valiente poeta de nuestra nación, pues logra su pluma por puntos del buen corte de su acero, y su espada da la razón de su pluma». Urbán, que tal oyó, le arrojó un trabuco y un montante, diciendo:


Galán discreto y valiente,
conocer puede, DIAMANTE,
que el premiarlo con montante
que fue cálamo currente.


Pero hubo de suspender quizá por algún tiempo la composición de comedias el fallecimiento de su padre, ocurrido en esta corte, como demuestra la siguiente partida:

«Jácome DIAMANTE murió en quince de junio de 1660. Recibió los Santos Sacramentos. Vivía en la calle Mayor, casas propias. Testó en 6 de febrero de dicho año ante Antonio de Azpilcueta, escribano de provincia, en el oficio de Freche. Deja cien misas. Albaceas y herederos sus hijos. Enterróse en San Felipe. Dio de fábrica 16 reales»26.


Como se ve, puesto que poseía «casas propias» en la calle Mayor, la fortuna del mercader siciliano Jácome no había ido a menos. En España seguía aún observándose la singular contradicción de que la profesión del comercio no podía ejercerla gente noble e impedía obtener hábitos y otros honores a los naturales, pero no a los extranjeros, que no solamente se enriquecían con ella sino que era el mejor escalón para llegar a las más altas dignidades y hasta títulos nobiliarios de Castilla. Así los Stratta, los Fugger, los Spínola, los Lomelín, los Centurión y otros hábiles negociantes llegaron a encumbrarse y hasta a emparentar con las más aristocráticas familias castellanas. Ya Quevedo señaló esta desigualdad como una de las causas del empobrecimiento, cada vez mayor, en su tiempo, de la hidalguía española.

De las demás comedias de esta época sólo podemos señalar fecha cierta a las tituladas El Vaquero de Granada, que se estrenó poco antes del 15 de febrero de 1662 y que nada tiene que ver con El Vaquero emperador, que compuso diez años después en colaboración con don Juan de Matos Fragoso y don Andrés Gil Enríquez, correspondiendo a DIAMANTE el segundo acto o jornada. La Cruz de Caravaca fue estrenada en el mes de julio de 1664; pero entre estos años y el de 1670 había compuesto y hecho representar otras muchas, por lo menos las doce que comprende el primer tomo de su colección, publicada por DIAMANTE en el último de dichos años.

Contrajo amistad con el poeta cortesano don Vicente Suárez de Deza, cuyo libro de entremeses, bailes y mojigangas, titulado Donaires de Terpsícore, celebró en 1663 con una décima llamándose en su encabezado «Don Juan Bautista Diamante, prior de Morón, del hábito de San Juan».

Y mantuvo igualmente estrecha amistad con los famosos poetas dramáticos (además de los ya citados), don Sebastián de Villaviciosa, don Francisco de Avellaneda, don Juan Vélez de Guevara y don Pedro Lanini y Sagredo, con quienes escribió diversas comedias, tales como El Apóstol de Valencia, La Cortesana en la Sierra, Reinar por obedecer; amistades que indican que el segundo proceso criminal no tuvo el carácter infame que Barrionuevo le atribuye o bien que DIAMANTE fue ajeno al delito que lo produjo, aunque por su mala reputación se le creyese cómplice.

En 1674 publicó la Segunda parte de sus comedias, que comprende doce de las principales que hasta entonces habían pasado por los teatros. Así en ésta como en la primera, se intitula «Prior y Comendador de Morón», prueba de que además del cargo meramente religioso en la Orden, como era el de Prior, llegó a poseer una dignidad propia de los freiles legos, como eran las encomiendas.

Dedicó esta Primera parte al prócer italiano-español don Juan Bautista Ludovisio, príncipe de Pomblín (Piombino), marqués de Populonia, señor de Escarlín, de las islas de Elva, Montecristo y la Planosa, príncipe de Venosa y de Galicano, duque de Zayardo y de Fiano, marqués de la Colonna, conde de Conza y capitán general de la escuadra de galeras del reino de Cerdeña. Quizá conocería DIAMANTE a este magnate por intermedio de sus parientes sicilianos, si, como es de presumir, seguían en la Marina de guerra.

Entre las comedias de este tomo hay cuatro religiosas o devotas: Santa Juliana, El Sol de la Sierra, Santa María del Monte (leyenda relacionada con la Orden de San Juan de Jerusalén) y Santa María Magdalena de Pazzi. Cinco de las demás, son «fiestas reales, representadas a Sus Majestades» y sus títulos: Pasión vencida de afecto, Más encanto es la hermosura, Triunfo de la Paz y el Tiempo (ésta se hizo en el Real Sitio de la Zarzuela), No aspirar a merecer y Júpiter y Semele (también en la Zarzuela). Las otras tres son El Defensor del Peñón, El Hércules de Ocaña (refundición del Valiente Céspedes, de Lope) y El Remedio en el peligro, drama también guerrero, lleno de ruido, batallas, asalto e incendio de un castillo y donde una mujer varonil remedia el peligro de su deshonra, a las manos de un tirano, clavándole una daga en el corazón y dejándole muerto en el acto.

El segundo tomo va dedicado al famoso don Fernando de Valenzuela, entonces en toda su privanza y a quien celebra como escritor. Uno y otro volumen llevan aprobaciones suscritas por el poeta dramático don Francisco de Avellaneda, ambas muy expresivas, en especial la del segundo, en que dice que las obras que contiene han sido «apoyadas muchas más veces por sus aciertos que por mi censura, logrando las calificaciones de cuantos aplausos merecen los papeles con que, en los soberanos festejos, entretenidamente suspendidas ha tenido las más Reales atenciones con las armónicas zarzuelas, en las celebridades de años de sus Majestades. Obras, cuyos asuntos ennoblece más el silencio que no expresa la voz que dice mi callado reverente afecto. Las que se han representado en los teatros públicos, deste autor, la corte será siempre su elogio más festivo por los plausibles primores de las nuevas artificiosas trazas de cuantos discretos créditos las guarnecen»27.

De las doce comedias de este tomo, cuatro son también de carácter religioso: Cumplir a Dios la palabra, que es el sacrificio de la hija de Jepté; El Jubileo de la Porciúncula, extrañísimo drama, que analizaremos en la sección correspondiente; El Nacimiento de Cristo (zarzuela), y Santa Teresa de Jesús. Hay otras dos fiestas de zarzuela: Alfeo y Aretusa, representada primero en las bodas del condestable de Castilla, don Íñigo Fernández de Velasco, y luego, otras veces, en el real palacio, y Lides de amor y desdén, estrenada ante los Reyes. Figura el drama histórico ya citado de la Reina María Estuarda; otro del mismo carácter, El Cerco de Zamora, imitado de la segunda parte del Cid de Guillén de Castro; Ir por el riesgo a la dicha, refundición del Piadoso veneciano, de Lope de Vega; Cuánto mienten los indicios, comedia de enredo calderoniano; El negro más prodigioso, imitación también de la comedia de Lope El Prodigio de Etiopía y Amor es sangre y no puede engañarse.

Esto fue todo lo publicado por DIAMANTE mismo. En colecciones varias y sueltas se publicaron otras veinte o más comedias y quedan algunas inéditas, sumando entre todas unas cincuenta piezas, sin contar una docena entre autos, loas, entremeses y bailes, que completan el caudal literario hoy conocido de nuestro autor. De la última de que tenemos noticia es una loa que compuso para Palacio, por la cual le pagaron mil y cien reales, precio excesivo para esta clase de obrillas cortas, cuando el ordinario de una comedia en tres jornadas era sólo de ochocientos reales. Quizá fuese incluida alguna obra extensa.

Con ser grande el número de comedias devotas y de santos escritas por DIAMANTE28 y no escasas la de simple enredo de costumbres, la serie de comedias que mejor caracteriza su genio dramático son las comedias guerreras y las de héroes y valentones. Entre las primeras, donde abunda este personaje, pueden citarse El Defensor del Peñón, El Vaquero Emperador, El Gran Cardenal de España, El Cerco de Zamora, El Infante Don Pelayo, y ya especialmente dedicadas a un héroe más o menos guapo y sin excluir el precioso drama El Honrador de su padre, ni El Hércules de Ocaña, ya mentados, ni El Sansón de Extremadura, o sea el célebre Diego García de Paredes, debemos recordar El Negro más prodigioso y Juan Sánchez de Talavera. El primero refunde en sí las dos tendencias dominantes en el teatro de DIAMANTE: esto es, lo religioso y lo guerrero, sin justa medida. La segunda ensalza un héroe quizá no de mera fantasía, al modo del Valiente Juan de Heredia, de Lope de Vega.

No consta que DIAMANTE saliese nunca de Madrid o sus cercanías. Tampoco sabemos cómo transcurrieron para él sus últimos años. En 1687 hubo de sentirse gravemente enfermo, tanto que a fines de octubre otorgó su postrera voluntad en los términos que sustancialmente trasladamos.

«En el nombre de Dios [...] Sépase como yo, DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE, de la Orden de San Juan, hijo legítimo de don Jácome Diamante y de doña Magdalena de Castro y Vargas, mis padres, difuntos, digo que por cuanto me hallo en la cama, enfermo», pero en su buen juicio y entendimiento, otorga su testamento, haciendo, ante todo, la ordinaria protesta de fe. Quiere enterrarse en la iglesia de Monserrat, sita en la plazuela de Antón Martín, de esta villa, en la bóveda de la iglesia o donde sus testamentarios dispongan. Manda se digan 50 misas por su alma. Nombra por sus testamentarios a don Pablo Diamante y a don Francisco Diamante, sus hermanos, caballeros de Montesa. De sus bienes (son muy pocos: una cama de nogal, un escritorio, media docena de sillas, dos bufeticos y otros adherentes) nombra por su única heredera a doña María de Castro, su sobrina, por lo bien que le ha asistido en todo tiempo. Fecha 30 de octubre de 168729. La firma es muy confusa y revela el estado de salud del poeta, que falleció tres días después, como expresa la siguiente partida:

«DON JUAN BAUTISTA DIAMANTE, presbítero, de la Orden de San Juan, calle de Atocha, casas de don Francisco de Galvarron, esquina a la calle de San Pedro; murió en dos de noviembre de 1687 años. Recibió los Santos Sacramentos; testó ante Juan Gómez, escribano real, en 30 de octubre de dicho año. Dejó cincuenta misas, de limosna de a tres reales; y por sus testamentarios a D. Pablo y D. Francisco Diamante, sus hermanos, caballeros del Orden de Montesa; que el dicho D. Francisco vive calle del Prado, casas del Marqués de la Rambla y dicho D. Pablo vive en la ciudad de Chinchilla, donde es corregidor; y por su única heredera a D.ª María de Castro y Vargas, su sobrina. Enterróse de secreto, con licencia del señor Vicario, en el convento de San Felipe el Real de esta corte, por haber dejado la sepultura a elección de sus testamentarios y haberla elegido en dicho convento. Dio de fábrica siete ducados»30.


En cuanto a la sobrina mencionada en el testamento y la partida, con los apellidos maternos de DIAMANTE, creemos que no lo fuese, sino su hija, aunque bien por haberla tenido antes o después de ordenado y en ningún caso legítima, trataría de ocultarlo. No consta que hubiese tenido otro hermano también de madre, como indican los apellidos; y si fuese hija de alguno de sus medio hermanos llevaría su apellido paterno o el de Herrera. Y nos confirma más en esta creencia el haber hallado en la misma parroquia en que murió DIAMANTE otra partida de muerto que dice: «Doña María Diamante y Castro, casada con Francisco Soto, calle de las Huertas... Murió en 25 de septiembre de 1706». Dejó hijos31. Son los mismos apellidos de padre y madre que correspondían a DIAMANTE. Si fuese hermana suya lo habría dicho en su testamento y tendríamos también noticia de su existencia por otra vía. Se trata, pues, de la supuesta sobrina, quien, muerto su padre, tomaría su apellido, como también lo tomó aquella Antonia Clara de Vega, hija de Lope, que, sin embargo, se había bautizado como hija de Roque de Ayala y de su mujer doña Marta de Nevares.

Tales fueron la vida y hechos del célebre autor dramático. Pasemos al examen de sus obras.

Emilio Cotarelo.

(Concluirá.)






III

Bibliografía


Queda dicho más atrás que DIAMANTE sólo publicó dos tomos de su teatro, con 24 comedias. Los describiremos en la nota32; y, por no repetirlas aquí, citaremos, por su orden, con las demás, las obras que comprenden. No conociéndose la fecha de su composición más que de las que se han mencionado en la biografía, que son bien pocas, seguiremos, en su enumeración, el orden alfabético, a fin de llevar alguno, en este ligero análisis.

I. Alfeo y Aretusa. Fiesta de zarzuela que se representó a las bodas del excelentísimo señor Condestable de Castilla.

En la segunda parte de la colección especial del autor.

El condestable de quien se trata fue don Íñigo Melchor Fernández de Velasco, octavo condestable de Castilla, séptimo duque de Frías, etc. Nació en 16 de abril de 1629. Fue general de la Caballería en Cataluña durante el sitio de Barcelona. En 1668 pasó a Flandes como Gobernador de aquellas provincias. Volvió, y en 1671 fue creado Presidente del Consejo de las Órdenes y luego del de Flandes. En marzo de 1676 el Rey le nombró su Mayordomo mayor y desempeñando el cargo murió en 27 de septiembre de 1696.

Se casó dos veces: primero con doña Josefa Fernández de Córdoba y segunda vez con doña María Teresa de Benavides, hija de los Condes de Santisteban. A esta segunda boda, que se celebró hacia 1672, alude la zarzuela de DIAMANTE.

Se volvió a representar en Palacio el 18 de enero de 1678 a los años del archiduque Leopoldo de Austria, por la compañía de Antonio de Escamilla. La obra es casi un pretexto para las transformaciones y tramoyas, si bien tiene buenos versos y algunas situaciones de interés, en especial aquellas en que Alfeo conoce su peligro y, no obstante, sigue las huellas de Aretusa hasta que la ve convertida en fuente.

La música, como ya venía sucediendo en otras zarzuelas, forma parte integrante de la acción; es decir, que los personajes cantan refiriéndose a cosas y lances del argumento de la obra. Precédelo una loa, en que el poeta explica el motivo de la obra y elogia al Condestable


de los gloriosos aciertos,
así en militar escuela
como en político empleo.



Hay romanzas y dúos; se canta a cuatro, a ocho y en coros generales. La mitad de la obra es cantada, cosa importante para el estudio de nuestra ópera nacional. En la loa dice ya el poeta que se dará


   una representación
de los amores de Alfeo,
que a manera de comedia
ni lo es, ni deja de serlo;
en dos actos dividida,
donde, al estilo atendiendo
de las zarzuelas, se canta
y se representa, haciendo
de otra fábula episodio
y templando los contextos.



Esta otra fábula son los amores de Júpiter y la ninfa Calixto, quienes cantan a más y mejor.

En cuanto a escenografía, después de figurar el teatro bosque de Diana, en que cantan sus ninfas, múdase en mar, y luego otra vez en selva, con sátiros, y al final descúbrese «repentino» el templo de Júpiter, con su trono y apariencias de diosas y dioses. Hay tempestad, con truenos y rayos. Pasa en lo alto del teatro la ninfa Iris cantando, rodeada de luces y nubes. Hay también bailes de ninfas y sátiros.

2. Amor es sangre y no puede engañarse.

En la misma segunda parte del autor.

Comedia novelesca, pero interesante, dentro de su poca verosimilitud. Está salvado con habilidad el escollo de que aparezca enamorado un hermano de su hermana, aunque no lo sea en realidad, pues la dama sabe lo cierto y desaparece la repugnancia que pudieran ofrecer las escenas entre ambos. La confusión del galán mantiene despierta la curiosidad hasta que su falsa hermana le declara el enredo.

La comedia está versificada con la soltura y abundancia poética propias del autor cuando cuidaba de contener su tendencia a lo gongorino y exagerado. El gracioso no peca de chocarrero y emplea motivos cómicos de bastante novedad y efecto.

3. Apóstol (El) de Valencia: San Vicente Ferrer. Comedia escrita con don Pedro Lanini y Sagredo.

Medel del Castillo, en su Índice de comedias (Madrid, 1735, pág. 12), cita: «El Apóstol de Valencia. De Lanini y DIAMANTE», y luego (pág. 104) un San Vicente Ferrer, en dos partes, de Cañizares; otro que atribuye a Lanini y otro a DIAMANTE.

Ninguna de estas comedias, excepto la de Cañizares, que habrán quedado manuscritas, hemos logrado ver.

Baquero (El) emperador. Tamerlán de Persia. (Véase: Vaquero (El) emperador.)

Capitán Jepté (El) (Véase Cumplirle a Dios la palabra.)

4. Cerco (El) de Zamora.

En la 2.ª parte del autor. -Salamanca, por Francisco Diego de Torres, sin año; 39 págs. -Valencia: Impr. de la Viuda de J. Orga, 1766, 32 págs.

El asunto es conocido. Sitio de Zamora por el rey don Sancho y su muerte; reto de don Diego Ordóñez a los zamoranos, desafío y muerte de los hijos de Arias Gonzalo y jura de Santa Gadea. El interés estriba en los amores de Leonor, hija de Arias, y el mismo Diego Ordóñez, matador de los hermanos de la dama, con quien, al fin, se casa.

La obra está escrita con la gallardía que pide su heroico asunto y mucho más cuando el autor aprovechó los romances del caso. Los dos primeros actos son mejores que el tercero, atropellado y confuso.

5. Cortesana (La) en la Sierra. Con don Juan de Matos Fragoso y don Juan Vélez.

Manuscrito del siglo XVII en hojas, existente en la Biblioteca Nacional. -En la Parte XXVII de Comedias escogidas (Madrid, 1667, pág. 93). -Suelta: Valencia, Imprenta de los Hermanos Orga, 1793; 34 págs. Medel (pág. 26) dice también que es de tres ingenios.

Es esta comedia de aquellas piezas de argumento inverosímil, en que una infanta de León, disfrazada de labradora, sirve a unos hidalgos en espera de que el Rey, su hermano, aplaque la ira que tiene contra ella y su amante el conde don Manrique de Lara. Abundan los lances novelescos y graciosos diálogos de pastores verdaderos y fingidos. El interés se divide entre otros argumentos paralelos. Recuerda mucho otras comedias de Lope de Vega y Tirso de Molina, que tienen asunto semejante.

6. Cruz (La) de Caravaca.

En la biblioteca del Duque de Osuna hubo un manuscrito con este título: La Cruz de Caravaca o el milagroso aparecimiento de la Santa Cruz de Caravaca por D. Juan Bautista Diamante. (Al fin:) Alabado sea el Santísimo Sacramento: Julio 23 de. agosto de 1664. Don Juan Bautista Diamante. Y siguen las aprobaciones de don Francisco de Avellaneda y de Vicente Suárez; Madrid, 6 y 7 de septiembre de 1664 y la licencia de esta última fecha. (Adición al Catálogo de Barrera). -Ms. en la Bibl. Munic. de Madrid, con censuras de 1756. -Se imprimió en la Parte XXVII de Comedias escogidas (Madrid, 1667, pág. 333), con este título: La Crvz de Caravaca. Comedia famosa de Don Ivan Bavtista Diamante.

Hablan en ella: Hacén, rey moro; Celima, reina; Hametillo; Zaida; Fátima; don Juan, cautivo; don Ginés Pérez Chirinos; Leonor, cautiva; Chicharrón, cautivo; Alí; cautivos cristianos, moros, músicos, ángeles.

Alí, general de Hacén, rey de Murcia y Cartagena, ha hecho cautivos a Leonor, amada y prometida de don Juan; a éste, al sacerdote Chirinos, a Chicharrón, criado de don Juan, y a otros cristianos. El rey, al ver a Leonor, se enamora de ella, como ya lo estaba el cautivador Alí. La esposa del Rey se entera y surgen celos y riñas entre ambos, fomentadas por Alí. La escena es en Caravaca, donde reside la corte, y los esclavos cristianos cuidan el jardín real. Fuera ya de tino va Hacén a penetrar en el gabinete de Leonor y entonces se le aparece la Virgen, que le llena de asombro, aunque no de terror; así es que, conmovido, habla manso a los cristianos y oye a Chirinos la explicación del misterio de la Misa y muestra deseos de verla. Obedece Chirinos; pero se lamenta de que para decirla falta la cruz. Entonces bajan dos ángeles con una que dicen ser labrada con pedazos de la primitiva en que fue Jesucristo crucificado. Ante el milagro se convierten al cristianismo Hacén y los suyos y don Juan se casa con Leonor.

Como otras comedias de DIAMANTE, se lee ésta sin cansancio, porque está sazonada con las gracias del diálogo. Ofrece una segunda parte diciendo:

ZAIDA
Y lo demás que reserva
para la segunda parte
de milagros y grandezas
de la Cruz de Caravaca,
de la Cruz de Cristo hecha,
el autor, veréis entonces,
si os agrada la primera.


7. Cuánto mienten los indicios, y ganapán de desdichas.

En la parte 2.ª del autor. -Valladolid, imprenta de Alonso del Riego, sin año, 4.º -Valencia, imprenta de la Viuda de J. de Orga, 1763. -Bibl. Rivad. (Dram. post. a Lope de Vega, II, pág. 59).

Comedia no destituida de interés por la rapidez con que los sucesos se realizan y algunas buenas situaciones. El título segundo procede de que el protagonista se disfraza de mozo de cordel para acercarse a su amada. Es comedia conocida por haberse impreso en la Biblioteca de Autores españoles.

8. Cumplirle a Dios la palabra.

Parte 2.ª del autor. -Parte II de una colección antigua mencionada por don Juan Isidro Fajardo en su Catálogo manuscrito. -Sevilla, José Padrino, sin año, 24 págs. -Barcelona, Pedro Escuder, 1756, 32 págs. En la Bibl. Nac. un ms. del siglo XVII, en 50 hojas, con el título de El Capitán Jepté o cumplirle a Dios la palabra.

Como no era posible hacer un buen drama con tal asunto, el de DIAMANTE resulta privado de interés, pues ya se sabe que sin verdadera razón artística el padre ha de matar a su hija. Ni los amores de José, sobrino del cruel Jepté, con la dulce Ana, sosos y fríos, pues el poeta mismo sabe que son inútil episodio, logran dar vida a la cruenta historia. Algo mejor es el de Mitilene y Amón, cabeza de los enemigos del héroe judío, donde DIAMANTE pudo mostrar el fuego que ponía en la expresión de los afectos enérgicos.

9. Defensor (El) del Peñón.

Parte 1.ª del autor. Ameno jardín de Comedias; Madrid, 1734. -Sueltas: Sin lugar ni año, 40 págs. (Al fin lleva una lista de las comedias de DIAMANTE impresas en colección.) -Madrid, Francisco Manuel de Mena, sin año. -En la Biblioteca Municipal de Madrid hay un ejemplar impreso, sin lugar ni año, con censuras de 1739.

El defensor del Peñón es un soldado valeroso, pero fanfarrón y tocado de guapeza, que al final resulta hijo del famoso maestre de campo don Lope de Figueroa, que también interviene en el drama con un carácter semejante al que le atribuyen Lope y Calderón en su Alcalde de Zalamea.

Con Juan Gómez, el valiente, corre parejas su amante Manuela, especie de marimacho que mata, rinde y prende moros como si fueran ovejas. Pintar las hazañas de esta desaforada pareja es el objeto de la comedia, en que no hay otro asunto, y el episodio de un moro, no menos arrojado, que ataca la plaza para libertar a su amada Jarifa que, disfrazada de hombre, está cautiva de los cristianos.

10. La devoción del Rosario.

Suelta; impresa, según Barbosa, en Madrid, en 1672. -Sevilla, por Francisco Leefdael, sin año. -Sevilla, José Padrino, sin año; 24 págs. Lleva como segundo título «y el esclavo de María». -Madrid, Antonio Sanz, 1740. -Medel, pág. 29, le da el título de El Defensor del Rosario. Lope tiene una de igual título, pero muy diversa en el texto. Se estrenó en Toledo, en 1651, por la compañía de Sebastián de Prado.

Pertenece esta comedia al grupo, numeroso en nuestro teatro, de piezas en que siendo el protagonista muy malo, se salva por cultivar una práctica o devoción piadosa. En ésta, don Juan de Toledo, que comienza su vida forajida por matar al hermano de su amada, huye con ella; y, a pocos días, cansado de llevarla consigo, le da en un monte de puñaladas hasta dejarla cadáver. Llega a Italia y, como no conoce el terreno, rueda por un precipicio, llegando medio muerto a los pies de la Duquesa de Amalfi que, en una quinta, divertía sus pesares. Acoge y cuida a don Juan, quien, en pago, a poco de despedirse, habiéndose hecho capitán de bandoleros, pone fuego a la quinta y rapta a la Duquesa con intento de deshonrarla. Compadecidos de ella los bandoleros, la defienden y prenden, dormido, a su capitán, a quien, de orden de la Duquesa, arrojan vivo en la sima en que yacían insepultos los cadáveres de los pasajeros que asesinaban. Pero como don Juan, en medio de sus maldades, tenía la costumbre de rezar diariamente el Rosario, el Ángel de su guarda, disfrazado de pastor, le acude y arroja una cuerda, con la que le sube a flor de tierra, encargándole vea a un ermitaño que por allí habitaba. Don Juan, ardiendo en deseos de vengarse, busca a sus compañeros y a la Duquesa, a quienes no halla, porque, perdonados a ruegos de esta señora se habían dispersado, y la dama entrado en un convento.

Visita al ermitaño; pero su perversidad le inspira el deseo de darle muerte. El solitario se resigna a recibirla y le encarga que le dé sepultura en la fosa que tenía dispuesta y aun le ayuda a levantar la piedra que la cubre. Al fin, la gracia llega; don Juan se arrepiente y llora; se viste de ermitaño y acompaña al anciano, que ya es su amigo. El Demonio le tienta, mostrándole a la Duquesa que se le ofrece; pero don Juan, firme en su nueva vida, huye. El Diablo le maltrata y despeña y el penitente bandido, cayendo y levantando, viene a morir a los pies de la Virgen, que se le aparece en pago de su devoción.

Es obra de la juventud de DIAMANTE y se ve patente que imita comedias poco antes famosas como El Esclavo del Demonio, de Mira de Amescua; La Devoción de la Cruz, de Calderón, y otras.

11. Dicha (La) por el agravio.

En la Parte XXXVI de Comedias escogidas (Madrid, 1671; pág. 318). Con este título: La dicha por el agravio. Comedia famosa. De Don Frey Ivan Bautista Diamante.

Intervienen: don Fernando, galán; Federico, segundo galán; Roberto, duque de Florencia; Rosaura, hermana del Duque; Leonor, hermana de Fernando; Flora, criada de Rosaura; Chispa y Fabio, criados.

Don Fernando Manrique, caballero español, sale de Madrid y llega a Florencia, donde, disfrazado de jardinero, trata de hallar un hombre que le agravió en la honra de su hermana Leonor, a quien deja en un convento. Elige como centro de sus pesquisas el palacio ducal de Florencia, donde sabe que puede hallar a su ofensor o noticia de él, pues aunque no le conoce sabe su nombre o al menos el que dio para burlar a su hermana.

Pero él mismo se enamora de Rosaura, hermana del Duque, prometida de su primo Federico, a quien no ama. Fernando, aparte de otros obsequios cada vez que tiene ocasión de ver a Rosaura en el jardín, le salva la vida en una cacería conteniendo el caballo desbocado en que iba la joven.

En el acto segundo ya tenemos a Rosaura enamorada de su gallardo jardinero, aunque afligida por su condición humilde. En el intermedio Leonor se fuga del convento y corre a Florencia tras de su seductor, donde sabe que se halla. Hace a Rosaura depositaria de su pena y ésta ofrece ampararla y buscar al encubierto Astolfo. A la vez el criado Chispa descubre a Rosaura el secreto de Fernando, y así conoce a los dos hermanos. Sobre entregar Fernando a Federico una sortija de Rosaura, sacan las espadas. Llega el Duque, e irritado por el desacato manda prender al que cree su jardinero Leoncio. Como no podía menos de suceder, Leonor se encuentra con Federico; Rosaura se entera entonces de que éste es el fingido Astolfo, que en Madrid fue amante de su amiga Leonor, y ésta sabe, a su vez, la venida a Florencia y desgracia de su hermano. Fernando, que por su criado conoce también la presencia de Leonor en la corte, halla medio de salir de su encierro y se propone huir de la ciudad, después de dar muerte a su hermana. En una escena nocturna, preparada por Federico, que intenta penetrar en el cuarto de Rosaura y se halla con Leonor, a quien trata de calmar con fingidos halagos, escena presenciada por Fernando y Rosaura ocultos, se aclara todo el enredo, y al salir el Duque, al ruido, sólo tiene que aprobar los acuerdos ya tomados de las dos bodas.

Esta comedia, interesante y bien conducida, está versificada con más esmero que otras, pues el autor no prodiga los romances.

Ganapán {El) de desdichas. (Véase: Cuánto mienten los indicios.)

12. Gran Cardenal de España. Primera parte. Con Lanini.

Hállase manuscrita en la Biblioteca Nacional, con el número 17.042 y lleva el título de Comedia El Gran Cardenal de España fray Francisco Ximenez de Cisneros. De Don Juan Bautista Diamante y Don Pedro Lanine y Sagredo. Primera parte. 1699. Al final repite el encabezado y la fecha «Madrid, 27 de noviembre de 1699» y a continuación la censura y licencia para representar de 30 de noviembre.

Entran en ella el Cardenal, el conde Pedro Navarro, el capitán Osuna, don Diego, fray Ángel, Ventosa, lego, que hace de criado del Cardenal y es el gracioso; Abenzoraide, gobernador de Orán; doña Leonor, hermana de don Diego; Tarifa, mora, dama;. Juana, criada; dos ángeles, un niño, que hace la figura de Cristo; Gazul, moro galán, y otros.

Comienza en Madrid con los amores del conde Navarro con doña Leonor, que, sorprendida en plática con él por su hermano, se fuga a Valladolid. Aparece Cisneros huyendo a su convento, por no querer recibir el Arzobispado de Toledo; pero un enviado de la Reina Católica le obliga a retroceder a la corte. Salen luego Gazul y su amada Tarifa, hija de Abenzoraide, llorando porque su padre la quiere casar con otro. Estas tres desligadas escenas forman la exposición. En el acto segundo ya Cisneros es arzobispo de Toledo e inquisidor general. El conde Navarro salva a don Diego, a quien acuchillaban unos enemigos, y éste le guarda las espaldas mientras el Conde habla con Leonor, a quien su hermano buscaba para matarla; la situación es de efecto. Fray Ángel, franciscano, que residía en Oran, escribe al Cardenal los malos tratos que sufren allí los cristianos y en la mente de Cisneros se concreta la idea de tomar la plaza. Leonor, considerándose poco segura en Valladolid, sale para Toledo con su amante, a quienes protege el Cardenal, que ya tenía designado a Navarro como general de la empresa africana. Todos llegan a Orán, donde al fin don Diego halla a su hermana; pero sabe que está muy bien casada con el Conde. Comienza el ataque de la plaza, que más por los milagros de Cisneros que por al se rinde, y Tarifa, que se había hecho cristiana, por los consejos de fray Ángel, se casa con Gazul, también convertido.

Tanta aglomeración de episodios inconexos hace confusa la obra, que tampoco sobresale por otras bellezas particulares.

13. Gran Cardenal (El) de España, 2.ª parte.

Hállase manuscrita, número 15.693, en la misma Biblioteca y de igual letra que la anterior y el título: Comedia de fray Francisco Ximénez de Cisneros. Segunda parte. De Diamante. Esto de letra moderna.

Entran en ella Cisneros, Ventosa, el Conde de Alcaudete, nuevo gobernador de Orán; don Luis de Cárdenas; don Fernando Maza, moro hecho cristiano y sus hijos don Juan y doña Ana; doña Isabel Cegrí; Inés, criada; una niña, que hace la figura de la Virgen; dos ángeles y otros.

Tiene más unidad de asunto. Empieza la escena en Oran. Don Luis, siendo esclavo de Maza (antes Muley Xeque), se enamoró de su hija doña Ana (Zulema, cuando mora) y prosiguen sus amores. En la corte de España gobierna por tercera vez (muerto el Rey Católico) Cisneros. Recibe memoriales y despacha honores y empleos; se vacían las arcas del Tesoro y milagrosamente vuelven a llenarse y se le aparece la Virgen.

En Orán, el traidor Maza entra en connivencia con Barbarroja para rendirle la plaza; pero el Conde de Alcaudete envía a don Luis de general contra el corsario, a quien vence y da muerte. Antes de partir había pedido a Maza la mano de su hija y fue rechazado. Se intercalan otras escenas de gobierno de Cisneros, que, rendido al sueño, ve al recordar que los memoriales han sido despachados por los ángeles. En Orán prosiguen, aunque recatados, los amores de doña Ana y don Luis, quien, hallándose un día en la casa y aposento y sobreviniendo el padre, que cuidadosamente cierra todas las puertas, tiene que pasar la noche con su amada, a quien jura, ante el retrato de Cisneros, recibir como mujer: el retrato habla y acepta el juramento. Otra vez volvemos a España; ahora a Roa, donde el Cardenal llega moribundo a recibir al joven Emperador. Muere, en efecto, y su alma sube visiblemente a la Gloria, llamado por la Virgen y en medio de un coro de ángeles que cantan el Te Deum.

En tanto, en Orán, don Luis ruega al Conde de Alcaudete que pida a don Fernando la mano de doña Ana. Lo hace; pero, a la vez, reprocha a Maza sus traiciones y falta de fe cristiana. Oyen escondidos este diálogo doña Ana, con terror, y don Luis, que resuelve no casarse y volverse a España. Pero el Cardenal difunto lo arregla todo. Bajo la forma del retrato que Maza tenía, explica al viejo morisco la doctrina cristiana y le vuelve a la fe y se aparece luego a don Luis para que cumpla la palabra a doña Ana y al Conde para tranquilizarle acerca de la ortodoxia de don Fernando. Llega el ejército turco a embestir la plaza; pero es rechazado, porque fray Francisco aparece en la batalla, llenando de terror a los enemigos y animando a los cristianos.

Del cardenal Cisneros hay otras comedias españolas.

14. Hércules (El) de Ocana.

En Parte I del autor. -Sevilla, Impr. del Correo Viejo, sin año. -Madrid, Impr. de Antonio Sanz, 1748. -Salamanca, Impr. de la Santa Cruz, sin año (hacia 1760).

En esta comedia tuvo DIAMANTE a la vista la biografía de Céspedes, escrita y publicada en 1647 por Rodrigo Méndez Silva, y, muy especialmente, la comedia El valiente Céspedes de Lope de Vega, bien que variando muchas circunstancias principales, como sustituir a la hermana del héroe, doña María de Céspedes, por una doña Leonor de Trillo, de quien está enamorado y con la que, al final, se casa. Hay escenas bien trazadas, aunque todo en esta comedia está algo atropellado. Del conjunto resulta Céspedes una especie de Amadís de Gaula, con todas sus perfecciones morales y su milagrosa fortaleza. El estilo es a veces demasiado elevado; pero en lo general, gracioso y aun irónico en ciertos momentos. La versificación no es esmerada. Así y todo, la comedia se lee con gusto aun después de las de Lope y Vélez sobre el mismo asunto, que son mejores, sobre todo la de Lope.

15. Hombre, demonio y mujer.

Medel, en su Índice, pág. 54, atribuye a DIAMANTE una comedia de este título. En la Biblioteca Nacional hay dos manuscritos de ella, números 14.909 y 15.964, con ligeras variantes uno de otro. Pero uno de ellos lleva este encabezado: Comedia nueba. Hombre, demonio y muger. De Don Joseph de Cañizares. Para el año 1729. La letra es de esta época. El otro manuscrito, también del siglo XVIII, no lleva nombre de autor.

Cañizares, que como censor de teatros tenía a su disposición los archivos dramáticos, refundió un gran número de comedias antiguas, tanto que apenas tendrá alguna que sea verdaderamente suya. No sería, pues, extraño que rehiciese esta comedia, sea de DIAMANTE o de otro. Lo extraordinario del argumento, que parece corresponder a época anterior al siglo XVIII, acrece las sospechas de refundición o arreglo.

Entran en ella Porcia, Fénix, la Infanta, el Rey, el Demonio, un ángel, una estatua, Severino, Carlos, Eduardo, el Príncipe, Perinola y Federico, viejo.

Porcia, prometida de Severino, creyéndole muerto en ausencia, se entra y profesa en un monasterio. Regresa Severino e intenta sacarla del convento; pero al ir a salir, muere la monja: el Diablo toma su figura y lleva engañado a Severino. En tanto, en Nápoles hay una competencia entre Carlos, hermano de Porcia, y el Príncipe, por el amor de Fénix, hermana de Severino. Llega también Eduardo, príncipe inglés, que venía a casarse con la infanta Aurora. Pero habiéndole enviado por error, no su retrato, sino el de Porcia, de ésta es de quien se enamora, y recibe con dolor la noticia de su muerte.

Vagando por un monte Severino y su fingida amada, la hallan su hermano Carlos y el Príncipe inglés. Cada cual cree que el otro le ha engañado y que la monja no ha muerto; riñen, pero antes de acabar el duelo, la supuesta monja se hunde.

En el acto tercero la religiosa Porcia se muestra al padre de Severino, quien reprende a su hijo el delito de sacar del claustro a la profesa. Severino se disculpa diciendo que antes se había casado con ella y los votos fueron nulos. A la vez comunica a su hermana que Porcia está con él; pero Carlos lee el papel y cree ser cierta la visión que tuvo en el monte, cuando él y Eduardo la hallaron. Porcia se presenta en casa de su amante para hablar a Fénix, en ocasión en que se hallaban presentes el padre de Severino y Carlos, su propio hermano, quien la persigue para matarla. Defiéndela el viejo; riñen, y ella se escapa.

Severino, lleno de dudas ante la extraña conducta de su amada, se dirige al convento, en que hay enterramientos de sus antepasados. Una estatua le convida a comer, y los manjares del fantástico banquete son: mundo, demonio y carne, en forma de tres aves: pavón, fénix y garza, que se transforman en la muerte, en un lobo y un cordero. Sigue una larga explicación de la alegoría y descúbrense la Gloria y el Infierno. Severino se arrepiente, aunque apenas tenía de qué, y ya no quiere seguir a Porcia. Entonces ésta se declara y se hunde.

Tal como se conserva esta obra, con sus golpes de magia, sin duda es de Cañizares, gran fautor de comedias de tal clase; pero el fondo del argumento es de otro, tal vez de DIAMANTE, como rezaba el ejemplar de Medel.

16 Honrador (El) de su padre.

Hállase en la Parte XI de la colección de comedias escogidas (Madrid, 1659, pág. 1): -En el Tesoro de don Eugenio de Ochoa (París, 1838, tomo V), y en la Biblioteca de Rivad. (Dramát. post. a Lope, II, pág. 43).

En el texto hemos hablado de esta excelente comedia, que es la más conocida de su autor.

Industrias de amor logradas. (Véase Juanilla la de Jerez).

Infante (El) Don Pelayo. (Véase Restaurador (El) de Asturias).

17. Ir por el riesgo a la dicha.

En la Parte II del autor, y desde entonces no volvió a imprimirse.

El fondo del asunto de este drama es el de El Piadoso veneciano de Lope de Vega, y El Honroso atrevimiento de Tirso de Molina; pero con personajes, acción y episodios diferentes. Es comedia bien escrita e interesante. La parte cómica logra bastante importancia. Es curioso este soneto, en que nombra los gritos de algunos animales:



   Como el grullo que grazna por la grulla;
como el que cacarea por la polla,
como aquél que por la burra atolla
y como el tal que por la perra aúlla.

   Como el gazapo que la sancha arrulla,
como el polluelo que la garza empolla,
como el pichón que la sin hiel arrolla
y como ama en enero el que maúlla,

   te quiero yo, que en tu beldad me asollo;
gimo por ella, cacareo, aúllo,
rebuzno, ladro y con tu luz me arrullo.

   Quiéreme tú; seré si te rebullo,
todo junto: jumento, gato, pollo,
aguilucho, conejo, gallo y grullo.



18. Juan Sánchez de Talavera.

En la Bibl. Nac. números 14.947 y 16.056, hay dos manuscritos, uno de fines del siglo XVII y otro de bien entrado ya el XVIII, copia del anterior. Llevan el rótulo: Comedia famosa. Juan Sánchez de Talavera. De Don Juan Bautista Diamante. -Se imprimió, además, suelta en Barcelona, por Carlos Gibert y Tuto, sin año (hacia 1760).

Drama cuyo asunto y caracteres se resienten de falsedad. Juan Sánchez, plebeyo honrado de Escalona, ama a Laura, hermana de don Fernando, caballero, y es correspondido. Una noche Juan pide a don Fernando la mano de Laura, y se la niega con palabras tales, que Sánchez da un bofetón a don Fernando, quien, al mismo tiempo, grita: «¡Toma!» Como era de noche, aunque estaban presentes varias personas, todos creyeron que el abofeteado era Juan; y como, a la par, tuvo que huir de Escalona por una muerte, la creencia se hizo general. Este es el nudo del drama; porque Laura declara que ya no puede amar a un hombre deshonrado, aunque lo fuese por su hermano propio de ella, y se manifiesta propicia a recibir al marido que éste le proponía: un capitán, don Pedro Centellas, que, sin embargo, tenía dada su palabra a Serafina, prima de Laura. Celoso Juan Sánchez, baja a Escalona; penetra en la casa y da muerte a don Fernando. Estaba vaca la vara de Corregidor y el Duque de Escalona se la da a Juan Sánchez, padre del otro, para que juzgue a su propio hijo. Y aunque el viejo Sánchez había aplaudido la venganza de su hija y facilitado su fuga, en lugar de renunciar el cargo, se dedica a perseguir al reo, quien pasa el río a nado. Quiere seguirle el viejo y se hubiera ahogado si el hijo, volviendo atrás, no le hubiera sacado a la orilla. El padre aconseja a Juan que huya; pero éste le dice que si le suelta no cumple con su deber. En esta lucha, el padre entrega al Duque su hijo, pero ofrece la renuncia del cargo, y el Duque no se la admite. En fin, preso Juan en el castillo de Escalona y condenado a muerte a instancia de Leonor, esta misma le facilita la fuga, por consejo del Duque; pero Sánchez se niega a huir, pues la pierde a ella. El Duque, como era de esperar, perdona al reo, recordando también que le debía la vida, pues dos veces se la había salvado.

19. Juanilla la de Jerez.

Se halla en un manuscrito del siglo XVII, número 17.103 de la Bibl. Nac., con este título: Juanilla la de Xerez. De Don Juan Bautista Diamante. Parece autógrafo. Es evidente que sólo quiso tener este título, pues, al final, dice:


   Tenga aquí fin venturoso,
si a divertiros alcanza,
Juanilla la de Jerez.
Perdonad sus muchas faltas.



No obstante, se imprimió suelta (Sevilla, Imprenta Real, por los herederos de Tomás López de Haro, sin año), con el de Industrias de amor logradas: Juanilla la de Jerez. -Medel la cita con ambos separadamente.

Esta comedia es imitación de aquellas de Tirso, como Don Gil de las Calzas Verdes, En Madrid y en una casa, La Huerta de Juan Fernández, etc., en que la protagonista, para conquistar el afecto del galán de quien está prendada, adopta varios disfraces y se reviste de personajes muy diversos, siendo paje de su propio amado; criada de su rival: señora principal con nombre supuesto, que se introduce a fin de provocar celos en la otra dama, y ella misma con su propio nombre y ser. Todos estos cuatro papeles hace la Juanilla de DIAMANTE, quien puede decirse que extremó los enredos de esta clase, tanto, que produce cierta confusión la lectura de la comedia, escrita con gracejo y buenos caracteres.

20. Jubileo (El) de la Porciúncula.

Hállase en la Parte II de las comedias del autor, sin que desde entonces se haya reimpreso.

Es comedia devota, de las más desordenadas que se han escrito. Versa sobre el episodio de la vida de San Francisco de Asís, cuando ideó y logró del papa Honorio III la fundación de la indulgencia plenaria de vivos y muertos, llamada de la Porciúncula por el convento de Asís donde, visitándolo, se obtenía. Lleva mezclado un incidente de amores de dos caballeros rivales y enemigos por añejos odios de familia; todo acompañado de apariciones y descensos del Niño Jesús, de la Virgen, de dos o tres Demonios y los monótonos chistes del hermano lego Mollete.

21. Judía (La) de Toledo.

Se imprimió por primera vez en la Parte XXVII de la gran colección de comedias escogidas (Madrid, 1667, la últ.) y suelta varias veces. -Madrid, Impr. de Juan Sanz, sin año (hacia 1730). -Barcelona, Pedro Escuder, sin año (hacia 1756). -Valencia, Viuda de José de Orga, 1764. -Madrid, Librería de Quiroga, 1792, todas a nombre de DIAMANTE, así como en Autores Españoles (Dramát. post. a Lope: II, 1).

Pero esta comedia no es más que una refundición de la que en 1625 escribió el doctor don Antonio Mira de Amescua, y sufrió un primer arreglo en 1635, cuando ya el autor, retirado en Guadix, su patria, no pensaba en sus comedias. El ilustre hispanista don Hugo Alberto Rennert ha puesto en claro lo relativo a este asunto con vista del antiguo manuscrito, no original, que fue del gran historiador de nuestra literatura Jorge Ticknor. (Véase Mira de Amescua et La Judía de Toledo. París, 1900, 4.º, 24 págs.)

22. Júpiter y Semele. Fiesta que sé representó a Sus Majestades en la zarzuela.

Se imprimió en la Parte I de la colección del autor.

El argumento es el conocido, mezclado con episodios pastoriles. La ninfa Semele, asustada de una fiera (que es Júpiter, disfrazado para lograr ocasión de hablarla), canta no menos de 32 versos de 11 sílabas seguidos, y aún le quedan bríos para seguir una escena entera musical con Júpiter, que también canta sin descanso. Hay además concertantes a cuatro, a ocho, coro general y coro de ninfas de Venus. Se canta «en estilo recitativo» (pág. 102) la historia de Tereo, episodio de la obra y lección moral de ella.

Hay tempestad, terremoto y se oscurece lentamente el teatro. Baja Júpiter en su carro de fuego con el rayo en el puño y muere Semele quemada, pero cantando al fuego del amor. Acaba la zarzuela con un gran coro general.

23. Laberinto (El) de Creta.

Se imprimió en la Parte XXVII de la colección de Comedias escogidas (Madrid, 1667, pág. 167), con este título: El Labyrinto de Creta. Comedia famosa. Fiesta de Zarzuela representada a Su Magestad. De Don Ivan Bavtista Diamante. Lope tiene una comedia del mismo título.

Teseo, príncipe de Atenas, después de haber vencido a las Amazonas y preso a Hipólita, su reina, parte a Creta a librar a los atenienses del ominoso tributo personal que sufrían para alimentar al Minotauro. Hipólita, que le ama, le sigue disfrazada de varón y diciendo llamarse Teseo, en otra nave. Ambos naufragan ante Creta. A Hipólita salvan los príncipes Polidoro y Licomedes. Minos, rey de Creta, siguiendo la costumbre de condenar al primero que cada vez que es necesario arriba a su tierra, condena al Minotauro a Hipólita. Pero llega Teseo y asegura que él es el verdadero dueño de aquel nombre. Hipólita insiste y Minos, en la duda, resuelve darle ambos al monstruo. Pero sus hijas Ariadna y Fedra, compadecidas de los jóvenes griegos, les proveen secretamente de puñales para que se defiendan; lo que hacen tan bien, que matan a la fiera. Llega a la sazón el rey Egeo, padre de Teseo, con gran escuadra; se apodera de la isla y, en recompensa de la piedad de sus hijas, deja a Minos el reino de Creta. Teseo e Hipólita se casan. Tiene esta zarzuela poca música y esa de coros.

24. Lides de amor y desdén. Fiesta de zarzuela que se representó a Sus Majestades.

En la Parte II de la colección del autor.

Como el objeto de esta clase de obras era principalmente dar lugar a las mutaciones y transformaciones escénicas y a los frecuentes trozos de música, el argumento es insignificante; reducido en el fondo a una especie de pugna entre Juno y Venus, contradiciendo o fomentando los amores de unos atildados pastores griegos y troyanos.

25. Magdalena (La) de Roma.

Se imprimió suelta. Madrid, sin año: en el puesto de Francisco Asensio. -Sevilla, Francisco Leefdael, sin año. -Córdoba, Impr. hispano-latina, sin año. -Sin lugar ni año y censuras de 1758: un ejemplar en la Bibl. Munic. de Madrid. -Madrid, Antonio Sanz, 1748, y el segundo título dice: Catalina la Bella. Todas a nombre de DIAMANTE.

Una joven y hermosa cortesana de Roma, llamada Catalina, se convierte a la virtud por los consejos de Santo Domingo de Guzmán. Parte del acto segundo y casi todo el tercero lo constituyen las tentativas del Demonio, que toma la figura del amante en otro tiempo preferido de Catalina y muerto por un rival, para volverla a su antigua vida. Pero asistida por la Virgen y el Niño Jesús y confortada por el Santo vence todas las tentaciones y expira dulcemente, subiendo al Cielo su alma redimida. Debe de ser de las últimas obras del autor por lo fervoroso del sentimiento devoto. No conocemos la fuente de esta leyenda o historia.

26. Mancebo (El) del camino.

Impresa en la Parte XXVI de la colección de Comedias escogidas (Madrid, 1666, pág. 64) y el título de Comedia famosa. El mancebo del camino de Don Juan Bautista Diamante. -Suelta: sin lugar ni año. -El manuscrito original y autógrafo que cita Barrera (Catál., pág. 517), se halla hoy en mi biblioteca. Consta de 58 hojas en 4.°, con muchas tachaduras y enmiendas. Empieza: Primera jornada del mancebo del camino de don Juan bap.ta diamante, para Antonio de escamilla y el reparto siguiente: Marqués de Pescara: Juan González. -Marqués del Basto: Mateo Godoy. -Federico Galeaço: Carrasco. -Alonso de Osuna: Olmedo. -Enrique Esforzia: Orozco. -Margarita, segunda dama: Luisa Romero. -Celia, criada (en blanco). -Leonor, tercera dama: M.ª (María) de Escamilla. -Bonete, gracioso: Escamilla. -Malalmilla: Malaguilla. -María, dama 1.ª: Manuela (de Escamilla). -Barrientos, mesonero: Peñarroja. Los demás personajes no tienen reparto, excepto: Un sargento: Malaguilla; y Un cochero: Chaves. Después lleva la fecha «1665 años» y al margen las palabras: «Tiénele Carlos Ballejo. Tiénelo ss.ra Luyssa».

Comienza con una curiosa escena en un mesón de Requena, en que Alonso de Osuna, acompañado de su amante María, hace riza, zurrando a todos los que le habitan. Pasa a Italia, donde se interpone el episodio de los amores y celos de Federico y Enrique por Margarita Ursino. El Marqués del Basto interrumpe el duelo entre ambos. El Marqués de Pescara, general, festeja también a Margarita; y cuando todos los personajes están en plática en el campamento del Marqués de Pescara, entran, atropellando la guardia, espada en mano, Alonso, María y Bonete. Alonso rinde su acero ante el de Pescara, después de explicarle que la pelea había sido por defender a María, insultada por unos groseros soldados, a quienes había castigado. Pescara en el primer momento manda ahorcar al español y le perdona a ruegos de Margarita, a quien había enternecido María. Los enemigos del Emperador irrumpen violentamente y ponen en grave aprieto a Pescara, a quien Alonso salva de caer prisionero. Vuelven los enredos y celos de los italianos entre sí y en un momento de descanso en las travesuras de Alonso, éste cuenta largamente su vida de pícaro y valentón. Pescara, agradecido, le nombra capitán y, al fin, asalta y sube el primero a la muralla de la ciudad de Alejandría. Acaba ofreciendo una segunda parte:


   Para que tenga con esto
la primera parte fin
del valeroso mancebo,
convidando en la segunda
a ver sus heroicos hechos.



Quizás este Alonso, natural de Osuna, fue personaje real, entre tantos aventureros como en aquellos heroicos tiempos poblaban nuestros ejércitos en Italia y en Flandes. La comedia está escrita con amenidad y el desparpajo habituales en DIAMANTE cuando tocaba argumentos tan de su gusto.

27. Más encanto es la hermosura. Fiesta que se representó a Sus Majestades.

En la Parte I de la colección del autor. -En el Ameno jardín de comedias (Madrid, 1734, pág. 209). -Suelta: sin lugar ni año.

Comedia palaciega y guerrera a la vez, muy parecida en el fondo a la titulada Pasión vencida de afecto, que analizamos luego. También aquí Aurora, duquesa de Calabria, por no querer casarse, sostiene guerra con el príncipe su vecino. Pero el vencedor, que era Rugero, duque de Amalfi, se enamora de ella y se deja prender por las artes mágicas del viejo Alberto; y cuando la Duquesa le otorga la libertad, el cautivo no la quiere porque su hermosura le tiene cada vez más preso. Al fin, se arregla todo casándose. En esta comedia hay mucha música, a solo, a dos y a cuatro, por lo que también se puede considerar como zarzuela.

28. Nacimiento (El) de Cristo. Zarzuela.

En la Parte II del autor. -En la Bibl. Nac. hay un manuscrito antiguo copia de esta pieza.

Tiene mucha música esta zarzuela. Empieza con figuras alegóricas que cantan. Sigue el desposorio de María y José y una música a cuatro preparatoria de la Anunciación. Baja el Ángel que, como es natural, desempeña cantando su cometido. Cantan a la vez dos coros y el Ángel vuela y sube a lo alto del teatro, siempre cantando. El acto segundo comienza por la Visitación, también en música y con su coro. Cruza el Tiempo en lo alto del teatro cantando muchos versos, por lo que es de creer iría muy despacio. El teatro representa luego la «oficina de carpintería» donde trabaja José y «hace labor» María. Coros de ángeles rodean a la Virgen y luego se van cantando. Estos mismos u otros anuncian a los pastores el Nacimiento, cruzando «encontrados» la escena en su mayor altura. Sigue luego la adoración de los pastores; la estrella y los Reyes Magos, montados en sus camellos. Aquí ya todo es canto y vuelos de ángeles. Además, en varias ocasiones se baila culebra y cruzado. Como se ve, en esta fiesta llevarían la mejor parte la vista y el oído; sin embargo, la poesía no es mala.

29. Negro (El) más prodigioso.

En la Parte II del autor. -Suelta: sin lugar ni año; antigua, sin paginación. -Otra, sin lugar ni año, del siglo XVIII; 32 páginas. -Madrid, Impr. de Antonio Sanz, 1748. -Salamanca, Impr. de la Santa Cruz, sin año. -Barcelona, Suriá y Burgada: sin año una edición y otra de 1770. -Valencia, Viuda de Orga, 1763.

Esta comedia es refundición de la de Lope El Prodigio de Etiopía, con variantes que no la mejoran, pero correspondientes al gusto del autor y de la época, que tendían a la hipérbole y a la acentuación en los caracteres. Filipo, negro etíope, aunque derrota a los egipcios, se hace, por consejo del Demonio, esclavo de Alejandro, en cuyo poder ha visto un retrato de Teodora, de quien se apasiona. Alejandro llega vencedor a Tebas, donde el rey Leopoldo le ofrece en matrimonio a su hija Marcela. Alejandro quiere a Teodora y ésta a él y convienen en que la robe. Pero Filipo, ayudado siempre del Demonio, suplanta a Alejandro y es él quien se lleve a Teodora. Así acaba el primer acto.

En el segundo aparece Teodora en poder de Filipo, ya coronado rey, pero que respetó a la dama hasta poder ofrecerle una corona. El ermitaño Isidoro, que espera atraer a Dios a Filipo, lleva al yermo a Teodora, que, aunque inocente y pura, ha perdido la honra a los ojos del mundo, y quiere hacer lo mismo con Filipo, quien, abandonado por los suyos, es vencido por Alejandro y Leopoldo. Filipo lucha principalmente porque cree muerta a Teodora, como el Demonio se la mostró, por irritarle contra Isidoro, diciéndole que éste la había asesinado. Al fin se convierte Filipo y así termina el acto segundo. El tercero lo absorben las asechanzas del Demonio para apoderarse de Filipo, a quien maltrata hasta ponerlo en una cruz. Hay también las proezas y penitencia de Teodora, segunda Magdalena, y termina la comedia con la muerte de Filipo, acostado sobre la cruz, asistido por los ángeles y el reconocimiento de Teodora por su padre y por su antiguo amante, que se casa con Marcela.

Por las muchas impresiones sueltas puede juzgarse de la popularidad de este drama, al que no puede negarse grandeza en todo, hasta en el sombrío pesimismo de que está saturado.

30. No aspirar a merecer. Fiesta que se representó a Sus Majestades.

En la Parte I de su autor.

Es comedia muy fina e interesante. Repítese en ella el personaje tan caro a DIAMANTE (aquí Margarita, duquesa de Milán), poco afecta al matrimonio que la razón de Estado y testamento de su difunto padre le imponen.

Galantéanla, en su propia corte, el Duque de Parma y el de Ferrara, sin éxito. Pero disfrazado como secretario suyo y enamorado sin esperanza la sirve también el heredero del ducado de Toscana. La Duquesa no hace aprecio de los esfuerzos y hechos heroicos que el joven realiza en su servicio hasta que una casualidad le descubre quién es su secretario, precisamente en el instante en que la salva del rapto que el de Ferrara, cansado de sus desaires, intenta y luego en la guerra que sigue al atentado. El Príncipe de Toscana obtiene al fin la ansiada mano de Margarita.

Es comedia, repetimos, en el género cortesano y algo sutil de afectos, muy bien trazada y seguida, pues hasta el final no se sabe fijamente si el de Toscana saldrá victorioso.

31. Pasión vencida de afecto. Fiesta que se representó a Sus Majestades.

En la Parte I del autor. -En el Ameno jardín de comedias. (Madrid, 1734; pág. 129). -Suelta: sin lugar ni año; 16 hojas en 4.°

Es comedia con música, que ingeniosamente introduce el poeta, convirtiéndola casi en zarzuela. La hija mayor y heredera del Rey de Albania rehúsa casarse, porque aborrece a los hombres; pero se humana y ablanda cuando oye música, circunstancia que aprovechan sus pretendientes los Príncipes de Tracia y Tebas, y, especialmente, un hermano del último, excelente cantor, enamorado de la Princesa, que logra atraer su voluntad y obtiene su mano. Los casos de nuestros reyes Felipe V y Fernando VI, hacen menos inverosímil el tema de DIAMANTE.

Esta comedia se estrenó a principios de 1659 en las fiestas por el nacimiento del infante don Fernando, por la compañía de Diego Osorio de Velasco.

32. Pedro de Urdemalas.

Se imprimió suelta como De un Ingenio de esta corte en Madrid, por Antonio Sanz, 1750, sin paginación: signatura A-E, de a 4 hojas, menos la E, que tiene dos. -En la Bibl. Nac. hay un ms., núm. 16.420, con el siguiente encabezado: La Gran comedia de Pedro de Urdemalas. En Cádiz a 3 de septiembre de 1690. Hubo de entrada 787 reales. Soy de Antonio de Escamilla. Cádiz, 3 de septiembre de 1690. En la hoja siguiente, de letra del texto: «Jornada primera de Pedro de Urdemalas. Comedia famosa de Diamante». Al final, después del último verso de la impresa: «tenga fin con vuestro aplauso», añade:


   Desta comedia la gracia
ninguno intente seguilla;
porque se escribió y es sola
de Manuela de Escamilla.



«La trasladó Bartolomé Romero». (Rúbrica de éste).

Para inteligencia de estos versos es de saber que el Pedro de Urdemalas no es hombre, sino una mujer, Lucrecia, disfrazada de hombre para recobrar, con sus artes, el afecto del capitán Osorio.

Son falsas las atribuciones modernas de esta comedia a Montalbán y a Cañizares. Un Pedro de Urdemalas, manuscrito, existe en la Biblioteca ducal de Parma: quizá sea el perdido de Lope de Vega. Cervantes tiene otra comedia de este título y Salas Barbadillo una novela.

33. Reina (La) María Estuarda.

En la Parte II del autor. -Suelta: sin lugar ni año: 20 hojas. -Salamanca, en casa de Francisco Diego, sin año, con el título Las Religiosas constancias en las bárbaras tragedias o la Reyna María Estuarda.

Es esta tragedia prueba evidente del mal gusto que reinaba en el público en la época de su estreno (1660), pues, de otro modo, no llevaría tan lejos el poeta la mezcla de lo chocarrero con lo más grave. Algo le puede servir de disculpa la intención de pintar una corte semejante a la de Madrid, en cuyo real palacio andaban dueñas ridículas y lacayos entremetidos, y la reina Mariana conversaba familiarmente con sus bobas y cuando salía de Madrid con las rústicas aldeanas.

La acción principal sigue, con paradas, su curso, desde que María Stuart se entrega a Isabel y va en ésta germinando el deseo de venganza, excitado por la envidia y los celos. Las generosas tentativas de Eduardo por libertar a su amada la Reina de Escocia dan algún interés a la trama, aunque nada hay que baste a provocar la emoción trágica. Quizás aligerada esta obra de las groseras burlas de los graciosos podría quedar una mediana tragedia. El estilo y versificación son defectuosos; uno por oscuro y la otra por demasiado afectada y artificiosa.

Se estrenó el 27 de julio de 1660 por la compañía de Diego Osorio, en Palacio. Fue escrita entonces, porque DIAMANTE la entregó a los cómicos el día 23.

34. Reinar por obedecer.

Impresa en la Parte VIII de la colección de Comedias escogidas (Madrid, 1657, la 5.ª). -Suelta antigua: sin lugar ni año; 16 hojas. -Sevilla, Francisco Leefdael, sin año. -En la Bibl. Nac. hay un manuscrito del siglo XVII, igual al impreso. -Todos atribuyen esta comedia a DIAMANTE, don Sebastián de Villaviciosa y don Juan de Matos Fragoso, por este orden, con lo que vendrá a ser la primera jornada de nuestro poeta.

Son tres episodios, que sólo da unidad el personaje principal, un joven natural de Bohemia, que en Italia, por su esfuerzo, llega a ser Duque de Parma, casándose con la Duquesa. El primer acto, que es el mejor, aunque menos entretenido, dibuja el carácter del joven Enrique, que sufre de rodillas los palos que le da su padre, pero que mata en duelo al que presencia, burlándose, el hecho. El público de entonces (y el de hoy) se divertía con estas inverosimilitudes cuando entrañan nobleza de sentimientos como los que hay en esta comedia.

Religiosas (Las) constancias en bárbaras tragedias. (Véase Reina (La) María Estuardo). Medel (pág. 90) atribuye a DIAMANTE una comedia con el título de Las Religiosas constantes, que será esta misma.

35. Remedio (El) en el peligro.

En la Parte I del autor. -Ameno jardín de comedias. (Madrid, 1734; pág. 41).

Drama romántico, lleno de ruido, batallas, incendio, asalto de castillo y otras bravas cosas. Hay también una mujer varonil que remedia el peligro de su deshonra a las manos de un tirano clavándole una daga en el corazón y dejándole muerto en el acto.

36. Restaurador (El) de Asturias.

Se imprimió suelta en Madrid, por Antonio Sanz, sin año (hacia 1750). -En la Bibl. Nac. hay un manuscrito, copia del siglo XVIII, sin nombre de autor. En la Biblioteca Municipal de Madrid, otro de igual época.

Intervienen: don Pelayo, galán; Ñuño de Estrada; Laín, gracioso; Alchama; Mahomad, gobernador de León; Abenzaida; Jarifa, hermana de Mahomad; Zaida, Fortún Velázquez, barba; Elvira, su hija; Leonor, Hametillo, dos Ángeles; soldados cristianos y moros, música y acompañamiento.

Con estos elementos construyó DIAMANTE una comedia heroica, con su cautiva cristiana que se fuga ayudada de su amante, como Melisendra; y el viceversa de mora cautiva que se convierte. Hay también grandes celos de agarenos entre sí. Pero la mayor parte de la obra la llenan los continuos combates de moros y cristianos, que, al fin, vencen en toda la línea.

San Vicente Ferrer.(Véase Apóstol (El) de Valencia).

37. Santa Juliana.

En la Parte I del autor. -También en el Ameno jardín de comedias (Madrid, 1734, pág. 85).

Es comedia muy semejante a otras del martirio de una santa y hermosa virgen. A Juliana, hija de Africano, caballero de Nicomedia, ama Eleusio, gobernador, por Maximiano, de la provincia. Preténdela para esposa; y como ella se niega y se declara cristiana, el juez se ve obligado, aunque a su pesar, a decretar primero el cruento martirio de la santa doncella y luego su muerte. Intenta salvarla diferentes veces, yendo una a su prisión para que huya, aunque inútilmente. El Demonio, en figura de Arsenio, amigo y consejero de Eleusio, le inspira todas sus resoluciones; y, al fin, consumado el martirio de Juliana, Eleusio, desesperado, se arroja al mar. Hay otros episodios que no tocan a la acción principal y las travesuras de dos criados, Irene y Cenón que, como de costumbre, gracejan en los más serios momentos.

El asunto de esta comedia está puntualmente tomado de la vida de la Santa que escribió al día 16 de febrero el padre Rivadeneira, en su Flos sanctorum, con los mismos nombres del padre de Juliana y del amante, que otros hagiógrafos llaman Evilasio.

38. Santa María del Monte y Convento de San Juan.

En la Parte I del autor.

Es comedia devota al final, en que se descubre la imagen de la Virgen que, como en El Sol de la Sierra, había estado oculta muchos años cerca de Consuegra. Pero casi toda versa sobre los amores de dos cristianos cautivos del Rey moro de Consuegra; los celos y conversión al cristianismo de la reina Fátima; toma de Consuegra y fundación del convento de la Orden de San Juan, priorato de ella, a que pertenecía DIAMANTE, por cuya razón tomaría este argumento. Es comedia interesante y que se lee con gusto.

39. Santa María Magdalena de Pazzi.

En la Parte I del autor.

Era asunto moderno cuando el autor escribía. Catalina de Pazzi o Pazzis, nació en Florencia en 1566, hija de Camilo Geri de Pazzi, caballero florentino, gobernador de Cortona. A los diez y seis años entró Catalina en el convento de Carmelitas de Santa María de los Ángeles, donde cambió su nombre. Hízose pronto famosa por sus arrebatos místicos, que la privaban de sentido, y por su fervorosa devoción, disciplinas, ayunos y otras mortificaciones, así como por algunas asombrosas profecías. Murió joven aún, en 1607. Fue beatificada por Urbano VIII en 1626 y canonizada por Clemente IX el 28 de abril de 1669.

Muy poco posterior debe de ser la comedia de DIAMANTE, puesto que aparece impresa en 1670. Siguió el poeta la biografía de la Santa, escrita por el continuador del padre Rivadeneira en algunos pormenores de visiones, milagros, tentaciones, penitencias, etc. Pero son de invención suya los episodios de bandolerismo, imitados de las comedias Castelvines y Monteses, de Lope y otras semejantes; los percances amorosos de Alejandro de Pazzi, Laureano Salviati y Federico Colonna. En conjunto, la obra ofrece poco interés; puesto que, haciéndose monja, desde el comienzo, la protagonista, todas las tentativas de sus amantes se estrellan ante los muros del convento. Los vigorosos y opuestos caracteres de los bandoleros (bandoleros en sentido italiano y catalán) Alejandro y Laurencio recuerdan otros personajes muy repetidos por DIAMANTE. Su fin es también diferente. Alejandro, en cuya alma hay más nobleza y fondo virtuoso, se arrepiente y salva; pero Laurencio, mucho más ruin, muere impenitente.

40. Santa Teresa de Jesús.

En la Parte II del autor.

Como para nuestros autores dramáticos del siglo XVII no había materia que no fuese comediable, así Lope de Vega, como Luis Vélez, como DIAMANTE, como Cañizares, no vacilaron en elegir la vida sencilla en lo externo de la Santa doctora de Ávila para argumento de sus dramas. Pero todos han quedado muy por debajo del asunto. Esta comedia de DIAMANTE, estriba casi toda ella en las tentativas del Demonio en figura de un galán amigo de otro que pretendía serlo de la Santa, para apartarla primero del claustro y luego para entorpecer y dañar todos sus actos. Sin embargo hay trozos de versificación muy agradable y algunas escenas jocosas que no carecen de mérito.

41. Santo Tomás de Villanueva.

Impresa en la Parte XXIII de la colección de Comedias escogidas (Madrid, 1665, pág. 1) con el título de Comedia famosa de Santo Tomás de Villanueva. De D. Ivan Bavtista Diamante.

Casi todo el contexto de esta comedia lo llenan los actos de caridad del santo Arzobispo de Valencia, y las apariciones celestes que en honra suya se verifican. Hay un insignificante episodio amoroso que también compone el Arzobispo poco antes de expirar dulcemente, después de haber predicho su muerte. Es comedia del mayor ascetismo; y, sin embargo, el público la recibió bien, pues se hizo muchas veces, desde el 24 de febrero de 1659 en que la estrenó en el teatro de la Cruz la compañía de Pedro de la Rosa.

Segunda (La) Magdalena. (Véase Magdalena (La) de Roma).

Con dicho título atribuye Medel (pág. 106) una comedia a DIAMANTE. De seguro será La Magdalena de Roma, porque el asunto es semejante a la vida de la primitiva Magdalena, mientras que la Santa Magdalena de Pazzi, nada tiene de común con ella.

42. Servir para merecer.

Impresa en la Parte XII de la colección de Comedias escogidas (Madrid, 1658. Hay reimpresiones de 1659 y 1679). -Suelta: sin lugar ni año (fines del siglo XVII).

Comedia palaciega de escaso interés. A Leonor, duquesa de Milán, pretende en casamiento Enrique, duque de Urbino; pero ella posee un retrató de Filipo, príncipe de Hungría y de él se ha enamorado. A su vez el Príncipe tiene otro retrato de la Duquesa y prendado de ella, resuelve venir a Milán a procurar su amor. Por consejo de un anciano cortesano y protegido por él se presenta como pintor húngaro: la Duquesa, que advierte el total parecido, comienza a dudar si será o no el Príncipe. Estas dudas y las pretensiones del Duque de Urbino, que terminan por un desafío público, a estilo antiguo, entre él y el Príncipe, forman la trama de la comedia, que acaba con el vencimiento del Duque y reconocimiento y matrimonio del príncipe Filipo. Ni la versificación y estilo recomiendan tampoco esta pieza, que se estrenó en Palacio el 14 de julio de 1659, como fiesta real, por la compañía de Diego Osorio.

43. Sol (El) de la Sierra.

En la Parte I del autor. -En el Ameno jardín de comedias (Madrid, 1734, pág. 165).

Esta comedia tiene algún parecido con La Dama del Olivar, de Tirso de Molina, en andar mezclado lo devoto con lo profano, y, sobre todo, en que el asunto es el milagroso hallazgo de una imagen de la Virgen María dentro del tronco de un árbol (un enebro), encerrada en él desde la pérdida de España.

44. Tirano (El) castigado.

Impresa en la Parte XXXVI de la colección de Comedias escogidas, (Madrid, 1671, pág. 94) con el título de El Tirano castigado. Comedia famosa. De Don Ivan Bavtista Diamante.

Carlos, joven español, sirve de general a Segismundo, rey de Polonia, en guerra con el turco Osmán; le vence y otorga la paz. Para ratificarla va a Constantinopla; ve a toda la Corte, incluso las damas, y se enamora de Celima, prima del Visir y la habla por una reja como en España. Celima es ocultamente cristiana, educada por una cautiva española que, al hablar al criado de Carlos, se le declara diciendo:

LEONOR.
Ya ves que soy española.
RAMÓN.
Española y castellana,
pues ni silbas ni ceceas.
LEONOR.
Si está en eso, ya no hay dama
que no quiera ser, sin serlo,
andaluza o valenciana.


El Sultán también está enamorado de Celima, aunque sus amores apenas entran en juego, interesado en perseguir a su tío Mustafá, por él destronado, y a su hermano menor Amurates, a quienes manda prender y matar al primero, de secreto salvado por un antiguo amigo. Hace también conducir al Serrallo a Celima; pero ataja sus proyectos una conjuración en favor de Mustafá, que cuesta la vida al tirano. Carlos se casa con Celima, que resulta ser una gran señora francesa, aunque ni ella misma lo sabía.

45. Triunfo de la Paz y el Tiempo. Fiesta que se representó a Sus Majestades

En la Parte I de la colección del autor.

Se estrenó en el Real sitio de la Zarzuela en 1659. No tiene más que un acto; y es una continua y poco movida alegoría al próximo casamiento de la infanta María Teresa con Luis XIV. Triunfan la Paz, que resulta del matrimonio, y el Tiempo, que al fin llega, después de ser muy estudiado el referido matrimonio. La música forma parte de la acción. Hay solos, dúos, cuatros y coros de ninfas y de labradores. Disfrázase a la Infanta con el nombre de Amarili y a Luis XIV con el de Liseno. Los coros, además de cantar, bailan. Cantan también en conjunto los Cinco Sentidos. La ninfa Iris pasa cantando «en tono recitativo» por lo alto de la escena; y el Himeneo, sobre un águila, cruza también por el aire cantando no menos que 44 versos. Hay una escena en la fragua de Vulcano y un coro de cíclopes, a la vez que trabajan, forjando la flecha del Amor. También cantan en voces aisladas; una de ellas un romance, que viene a ser una romanza de 20 versos.

46. Valor (El) no tiene edad.

Impresa en la Parte XLVIII de Comedias escogidas (Madrid, 1704, pág. 400). -Suelta: Madrid, Antonio Sanz, 1736. -Barcelona, Pedro Escuder, 1758. -Barcelona, por Francisco Suriá y Burgada, sin año; 18 hojas numeradas. -Valencia, Viuda de J. de Orga, 1762. -En las sueltas lleva el segundo título de «Y Sansón de Extremadura». Biblioteca de Rivadeneira. (Dramát. post. a Lope: II, 19). -En la Bibl. Nac. hay cuatro manuscritos antiguos de esta obra: uno sin fecha, del siglo XVII; otro copia de don Juan de España fechado en 1684; otro de Toledo a 15 de marzo de 1685, y otro de letra del siglo XVIII. -Sobre el mismo tema y que habrán servido de base a DIAMANTE, además de la de Lope de Vega (Contienda de Diego García de Paredes), hay una de Belmonte, titulada Darles con la entretenida, impresa en la Parte XXXI de la Colección de las mejores comedias (Barcelona, 1638). Con este mismo título hay un manuscrito diferente y anónimo en la Biblioteca Nacional, fechado en 1636, y don Fernando de la Torre tiene otra titulada Diego García de Paredes y Valor, ingenio y fineza.

Esta comedia se refiere a la vejez del valiente extremeño y más que las propias toca las hazañas de su hijo Sancho de Paredes, mozo indómito y arrojado, y sus amores con una prima suya, con la cual se casa, a despecho de los parientes de ella. Interviene el emperador Carlos V, que hasta disfrazado se bate en duelo al lado de Sancho, en sustitución del viejo Diego, a quien había ocupado en asuntos de guerra. El tercer acto es interesante y está bien conducido. Pasa ante la plaza de Dura, que asaltan los imperiales, así como los otros dos se desarrollan en Pavía y sus alrededores.

47. Vaquero (El) de Granada.

Impresa en la Parte XXVI de las Comedias escogidas (Madrid, 1666; fol. 1) con el título de Comedia famosa. El Baqvero de Granada. De Don Ivan Bautista Diamante. -En la Bibl. Nac. hay dos manuscritos algo distintos de esta obra: uno del siglo XVIII que no tiene valor (es el número 16.091, en 65 hojas). El otro, núm. 17.308, consta de 47 hojas, y lleva el siguiente encabezado: «Jesús, María, Joseph, S. Antonio. -Primera jornada del baquero de Granada». Al final de la segunda jornada, dice: «En Madrid a 15 de febrero de 1662 años, sacó este traslado Sebastián de Alarcón33 y ba zierta y berdadera, Sebastián de Alarcón». Y al fin de la tercera jornada: «Sacó esta comedia de su original, por mandado de Antonio de Escamilla, Sebastián de Alarcón, y ba zierto y berdadero este traslado, y lo firmé en M.d a quince de março de 1662. Sebastián de Alarcón». Y en la hoja siguiente, que trastrocó el encuadernador, debiendo ser la primera, dice de la misma letra: «El Baquero de Granada, de don Juan Bautista Diamante».

A una doña Isabel, granadina, quiere casar su padre don Fernando con un don Enrique, que ella no ama. Pascual, el Vaquero de Sierra Nevada, es un valentón y algo más, pues dice haber muerto mucha gente; ama sólo por su fama a doña Isabel, que le profesa alguna simpatía. Sabe la repugnancia de ésta al matrimonio y se presenta inopinadamente en su casa; lucha con don Enrique y don Fernando; mata al primero y huye con doña Isabel y su criada Leonor; una en cada brazo, a la sierra.

A este lugar llega fray Bartolomé y deja su hábito de mercenario; Zarambeque el de donado, y se visten de bandoleros, con el objeto de convertir a Pascual. Este, aunque tenía consigo una manceba, llamada Jacinta, al ver y oír a doña Isabel, siéntese con mejores intenciones; tanto, que baja a Granada y de la cárcel saca y trae a don Fernando preso, por suponérsele autor de la muerte de don Enrique. Después de un espantoso sueño, en el cual se quedó ciego y por los consejos de fray Bartolomé, Pascual se arrepiente de sus culpas y delitos. Un viejo vaquero, que hacía oficios de padre de Pascual, declara a don Fernando que el joven es el hijo suyo que le robó en la niñez, y, por tanto, hermano de doña Isabel, a quien siempre había respetado el bandolero. Pascual muere abrazado a una cruz; regresan a Granada don Fernando y su hija, y ella entra en un convento.

Esta comedia, no obstante su desatinado asunto, que quizá tendría un fondo real, está bien versificada y tiene un lenguaje brioso y claro.

48. Vaquero (El) Emperador y Gran Tamerlán de Persia. Primera parte.

En la Bibl. Nac. signatura V.ª-18-4, hay el manuscrito autógrafo de esta comedia con las firmas de Matos Fragoso, la primera jornada; de DIAMANTE la segunda y la tercera, que es de Gil Enríquez, sin firmar. Al final de la segunda jornada lleva las censuras de Madrid. 1672. -Se imprimió en la Parte XXXIX de Comedias escogidas (Madrid, 1673; pág. 192). Con este título: El Barqvero Emperador. Comedia famosa. La primera Iornada de Don Iuan de Matos Fragoso. La segunda de Don Iuan Diamante. La tercera de Don Andrés Gil Enríquez.

Sobre el mismo asunto han escrito comedias Luis Vélez de Guevara, La nueva ira de Dios, y don Francisco de Rojas Zorrilla, El Villano Gran Señor.

La de Matos, DIAMANTE y Gil Enríquez, abarca la primera parte de la vida de Tamorlán, desde su origen hasta que vence al turco Bayaceto y le encierra en una jaula. Se le presenta simpático y nada brutal, enamorado de Ismenia «serrana», con quien se casa al final, y antes no, por no considerarse digno de ella. Se ofrece segunda parte a la conclusión de la obra.

49. Veneno (El) para sí.

En la Bibl. Nac. signatura Ms-18.316, hay uno al parecer autógrafo, que al final lleva la fecha «A primero de Agosto de 1653» y la firma: «El L.do Ju.º Baup.ta diamante». -Se imprimió en la Parte XXXIX de Comedias escogidas (Madrid, 1673; pág. 155) con este título: El Veneno para sí. Comedia famosa. De vn ingenio desta corte. -De ésta se hizo una reimpresión suelta, sin lugar ni año. Hay diferencias entre el texto manuscrito y el impreso.

El asunto está tomado de la historia del Bajo Imperio y pasa la acción en Constantinopla. El emperador Isaac o Isacio, tiene como prometida a la joven Arminda, a quien aman su hijo Alejandro y su hermano Alejo. Lisarda dama de Palacio, ama a Alejandro y es amada de Livio, gran personaje de la Corte. Arminda ama también a Alejandro secretamente, pero desdeña ostensiblemente a Alejo, a quien su hermano, por temor de su carácter turbulento, sujeta con la esperanza de vencer la resistencia de Arminda, pues el Emperador no desea casarse. Pero Alejo, sospechoso de que su hermano quiere darle muerte, trata de anticiparse, y Livio, su amigo, le da un papel envenenado que, al abrirlo, causaría la muerte, y unos polvos mortíferos para echar en la bebida. El Emperador, aunque conoce un pronóstico de que su hermano le quitará el trono, quiere conjurarlo con beneficios y hace a Alejo lugarteniente suyo. Pero el traidor Alejo ejecuta entonces la primera tentativa de asesinato; sólo que en vez del papel envenenado le da a leer por error una carta en que un amigo de Isaac le avisa de la traición de su hermano. El Emperador cree ser esto una prueba de la lealtad de Alejo; y éste, creyéndose descubierto, realiza la segunda tentativa, que también fracasa; y en una cacería, creyendo disparar un arcabuz contra su hermano, mata a su cómplice Livio. El acto tercero son escenas de gran confusión; Alejo, creyendo muerto a su hermano, que por temor se ha ocultado, intenta hacerse proclamar. Pero el hijo, con sus partidarios, hace huir a Alejo, quien recibe de manos de un criado un papel secreto que se halló en el pecho al muerto Livio. Alejo, creyendo ser algún aviso, lo abre y cae muerto en el acto. Isaac casa a su hijo con Arminda.

La principal diferencia del impreso es que Alejo, ya descubierta su traición, logra prender a su hermano y apoderarse del Imperio. Alejandro, que había huido, vuelve con un ejército para libertar a su padre; pero antes, engañado Alejo, abre la carta que encerraba el veneno destinado a Isacio y muere delante de todos. Aquí el traidor, amigo de Alejo, es Narsés y el leal Livio, que al fin se casa con Lisarda. Es mucho más regular la nueva forma de este drama; el interés se aumenta con la prisión del Emperador y el desenlace es más estético. La refundición debe de ser obra del mismo DIAMANTE.

50. Vida y muerte de San Cayetano.

Impresa en la Parte XXXVIII de Comedias escogidas (Madrid, 1672; pág. 311), con el título de Vida y muerte de San Cayetano. Comedia famosa. De seis Ingenios de esta Corte. -Suelta, sin lugar ni año. En Medel consta anónima.

Tiene esta comedia mucho parecido con la de Santo Tomás de Villanueva, en cuanto al procedimiento. Lo principal lo ocupa la fundación de la Orden de San Cayetano; las apariciones de ángeles, Virgen y Niño Jesús. Protege también, como Santo Tomás, unos amores en que el galán, después de burlar a la dama, se niega a casarse con ella; anuncia el Santo su muerte y acaba devotamente. Los autores se enumeran al final en estos versos:


   Con que seis plumas piadosas,
que son las que iré nombrando,
DIAMANTE y Villaviciosa,
con Avellaneda y Matos,
Ambrosio de Arce y Moreto,
si merecen vuestro aplauso
dan fin a la Vida y muerte
del glorioso Cayetano.



Además de estas 50 obras se atribuye a DIAMANTE el auto sacramental La Virgen del Buen Suceso, hoy desconocido, y en la Bibl. Nac. (núm. 15.349), hay el manuscrito del Auto del Nacimiento intitulado Pleito de Dios contra Dios por el hombre, de Don Joan Baptista Diamante; en el que entran el Padre Eterno, el Hijo, el Espíritu Santo, la Misericordia, la Justicia, San Gabriel, San José, la Virgen, el Demonio, Bato, Gila, Pascual, Antón; todos pastores y músicos.

Después de una escena en la Gloria, en que se acuerda que el Hijo baje a morir por el hombre, siguen unas muy graciosas, aunque no poco groseras, de los pastores y luego otra entre San José y la Virgen. El Demonio también hace su aparición en medio de bufidos y fuego de artificio. El Ángel cumple su anunciación, después de haber la música parafraseado el Ave María. Siguen el Nacimiento, venida de los pastores, avisados por el Ángel, etc. Esta obra debió de representarse en el teatro público los días de Navidad.

Compuso también DIAMANTE algunas piezas intermedias: loas, entremeses y bailes, que enumeraremos brevemente:

  1. El árbol florido. Loa. Se imprimió en la Flor de entremeses, de Zaragoza, 1676. Se dice escrita en colaboración con Monteser. Sin importancia.
  2. Baile en esdrújulos. Impreso en los Verdores del Parnaso. Madrid, 1668.
    Se titula también Enjuga los aljófares, que es el primer verso de la pieza. Se reduce a los celos de dos daifas por un jaque, al que acaban por zurrar lindamente. Está todo él en esdrújulos.
  3. Baile de los Consejos. Hállase manuscrito en un tomo de Bailes, que perteneció al gracioso Bernardo López del Campo y tiene por asunto los consejos que una tía da a tres sobrinas suyas, acerca de los galanes que han de aceptar, rechazando los que sean pobres o tacaños.
  4. Entremés del Figonero. Impreso en el tomito Rasgos del ocio, primera parte. Madrid, 1661. Curioso para el estudio de las costumbres, pues describe qué clase de gente se reunía de ordinario a comer en los figones.
  5. Loa curiosa de Carnestolendas. Manuscrita en la Bibl. Nac. Se representó el 8 de abril de 1662 para introducir la zarzuela El Laberinto de Creta. Es toda danzada y hablada al mismo tiempo, cubiertos los personajes con mascarillas y el asunto conocer la causa del festejo que se realiza.
  6. Loa de Carnestolendas. Otra se halla en la Floresta de entremeses, bailes y loas, de Zaragoza, 1676.
  7. Loa para la zarzuela Alfeo y Aretusa. Impresa con esta obra en la Parte II de la colección de comedias del autor. Ya hemos hablado de ella.
  8. Loa para la compañía del Pupilo. Impresa en los Rasgos del ocio. Madrid, 1661. Es su objeto enumerar la compañía y habilidades de los actores.
  9. Pascual y Menga. Baile. Se lo atribuye el manuscrito de la Bibl. Nac. que lo contiene. Dudoso.

Tal es el caudal dramático de este poeta. Si quisiere estudiarse metódicamente, puede distribuirse en cuatro secciones, que son:

  1. Comedias devotas, que comprenden 15 títulos: El Apóstol de Valencia, La Cruz de Caravaca, Cumplirle a Dios la palabra, La Devoción del Rosario, Hombre, demonio y mujer, El jubileo de la Porciúncula, La Magdalena de Roma, El Negro más prodigioso, Santa Juliana, Santa María del Monte, Santa María Magdalena de Pazzi, Santa Teresa de Jesús, Santo Tomás de Villanueva, El Sol de la sierra y Vida y muerte de San Cayetano.
  2. Comedias históricas, 12 obras: El Cerco de Zamora, El Defensor del Peñón, El Gran Cardenal de España (dos comedias), El Hércules de Ocaña, El Honrador de su padre, La Judía de Toledo, La Reina María Estuarda, El Restaurador de Asturias, El Vaquero emperador, El Valor no tiene edad y El Veneno para sí. Algunas sólo tienen de históricas, como si dijéramos, el marco que las limita.
  3. Novelescas y de enredo, otras 12 piezas: Amor es sangre y no puede engañarse, La Cortesana en la sierra, Cuánto mienten los indicios, Ir por el riesgo a la dicha, Juanilla la de Jerez, Más encantó es la hermosura, No aspirar a merecer, Pedro de Urdemalas, El Remedio en el peligro, Reinar por obedecer, Servir para merecer y El Vaquero de Granada.
  4. Zarzuelas. Hay siete obras: Alfeo y Aretusa, Júpiter y Semele, El Laberinto de Creta, Lides de amor y desdén, El Nacimiento de Cristo, Pasión vencida de afecto y Triunfo de la Verdad y el Tiempo



IV

Crítica


Del rápido examen que antecede ya puede deducirse que DIAMANTE, a pesar de su fecundidad, no es autor dramático de primer orden. Pero quizá más que a esta conclusión, al desconocimiento de sus obras, casi todas raras, se debe el poco lugar que ocupa en las obras de nuestros primitivos historiadores literarios. Lista, que parece no conocer más que El negro más prodigioso, de cuya enfática relación autobiográfica copia el principio y alguna de sus obras históricas, le considera como imitador exagerado de Calderón. Gil y Zarate le coloca, por falta de datos, el último cronológicamente, antes de Zamora y Cañizares, el grupo clásico. Ticknor sólo dice que imitó a Calderón y siguió su escuela en la parte más romántica.

Pero don Ramón de Mesonero Romanos, que en su tiempo fue quien tuvo mayor noticia de nuestros dramáticos de segundo orden, de los que publicó cuatro tomos en la Biblioteca de Autores Españoles y antes en el Semanario pintoresco había dado a conocer unos eruditos estudios sobre ellos, formula ya un razonado juicio acerca de DIAMANTE, diciendo: «Dotado de poca invención u originalidad, no hacía grande escrúpulo en apropiarse argumentos, situaciones y caracteres trazados de antemano por otros autores, revistiéndolos luego de su estilo propio que, por cierto, era de los más alambicados y pedantescos, si bien muy del gusto de la época». Habla luego de sus comedias y añade: «En todas ellas, al través de la monotonía en el manejo de los argumentos, hay cierto vigor en el trazado de los caracteres, cierto lujo de incidentes, cierta hinchazón pomposa y afectada [...] La comedia heroica, de personajes mitológicos o históricos; las vidas de santos o los misterios de la religión eran el campo en que DIAMANTE gustaba lucir aquellas gentilezas, que debían, por lo visto, cautivar la opinión del público. Las apariciones fantásticas, los milagros y la aparición de seres espirituales de los dioses y ninfas del paganismo; las hazañas fabulosas de los héroes romancescos; las conquistas de los reinos; los cercos de ciudades, los triunfos, duelos y pendencias entre los reyes y magnates eran el ordinario arsenal donde tomaba sus armas»34.

Y era también, puede añadirse, el de todos los autores dramáticos de su tiempo y los anteriores, a quienes imitaba. Y todos esos temas respondían a los diversos géneros en que había ido concretándose y cristalizando el teatro español después de Calderón. Las comedias devotas, con milagros, apariciones, etc., tenían su pauta. Teníanla las comedias de asunto mitológico, destinadas, en su mayoría, a funciones reales, con gran parte de música; así como las de leyendas de héroes, verdaderos o falsos, que vivían en la historia o en la imaginación popular y la comedia palaciega que DIAMANTE cultivó con cierta fortuna.

Mesonero, para dar muestras del estilo de DIAMANTE, copia diversos fragmentos, entre ellos, estos dos, ambos del Hércules de Ocaña. En uno de ellos, ponderando el gracioso Pernil las infinitas veces que Céspedes mentaba a su amada Beatriz, cuyo nombre no se le caía de los labios, exclamaba:


   Con Beatriz su mal espanta;
con Beatriz su afán molesta,
y, en fin, con Beatriz se acuesta
y con Beatriz se levanta.



En el segundo, abominando Ortuño de la cerveza flamenca, decíale a otro personaje:


      Si a ti te agrada,
a mí, no; y tómense votos.
Digo, hidalgos: ¿cuál tomaran;
la cerveza de Bruselas
o el tintillo de la Mancha?
¡Que alabe un hombre de bien
tierra donde se regalan
con purgas! Pues la cerveza,
si en las boticas se usara
venderla, ¿era más que una
pócima descomulgada?



El Conde de Schack, en su Historia de la literatura y arte dramático de España (V, 161-164), dice: «Sobresalió DIAMANTE en las representaciones de sucesos de la historia de España, siendo pocos los poetas que puedan comparársele [...] Por lo que hace al mérito del Honrador de su padre, hemos de modificar también nuestro juicio anterior, resultado de un análisis algo ligero de este drama. Sin duda carece de ese trillo y colorido poético seductor y de ese estro y frescura juvenil de Las Mocedades del Cid; pero en la vitalidad orgánica de toda la composición, en la superior disposición artística de sus materiales, no encontrándose detalle alguno ocioso que detenga en lo más mínimo la rapidez de la acción; en todas estas propiedades, repetimos, quizá aventaje, en nuestro concepto, a la obra de Guillén de Castro, no faltándole tampoco colorido poético brillante y original». Hablando luego del Hércules de Ocaña y de El Valor no tiene edad, añade: «Se leen con placer y con interés las piezas citadas por la animación con que se describen las costumbres y los móviles del pueblo español durante su período más glorioso; regocijándonos, sobre todo, sus caracteres individuales y su lenguaje natural, libre y animado».

Y habiendo tocado ya antes el estudio del drama religioso, dice (pág. 166): «Como antes hablamos ya lo suficiente acerca de las comedias religiosas, es nuestro propósito ocuparnos sólo excepcionalmente en este punto. Pero no podemos menos de llamar la atención hacia La Magdalena de Roma, de Diamante. Sin empeñarnos en que participen de nuestra opinión los que, impulsados por lo que llaman ilustración de nuestros días, carecen de aptitud para saborear la poesía del catolicismo, ni en que aprecien las bellezas de este drama, nos limitamos a recomendarlo a todos los demás capaces de estimar la poesía verdadera».

Movido quizá por la exageración que pudiera haber en el juicio del Conde de Schack, otro crítico alemán, Adolfo Schaeffer, en su Historia del drama español (II, 218) analiza rápidamente, pero con prevención desfavorable, algunas comedias de DIAMANTE, llegando a negar mérito al Honrador de su padre y otras buenas obras del poeta. Le extrañan y reprende situaciones y palabras que no son sino muy propias; por ejemplo, las que el rey don Alfonso, en el tercer acto del Honrador, conocedor de las intenciones de los personajes, profiere; y la jura de Santa Gadea, que supone innecesaria, cuando es el verdadero complemento del carácter y conducta del Cid.

En cambio, halla escenas de interés y emoción estética en Juan Sánchez de Talavera, especialmente en el conflicto trágico que se libra en el alma del viejo Juan Sánchez, fluctuando entre el amor paterno y el deber profesional.

Muy de prisa hubo de leer el crítico alemán las obras que juzga porque en algunas, como las comedias devotas, se observa una total incomprensión de su objeto y alcance poético. Lo mismo se observa con otras como la graciosa y desgarrada pero briosa y españolísima comedia del Mancebo del camino. Tampoco menciona las que solemos llamar palaciegas, en que DIAMANTE luce su ingenio y muchos primores de detalle.

En resumen: DIAMANTE no es original, como tampoco lo es ningún dramático de su tiempo, ni eso era ya posible después de haberse escrito cinco o seis mil comedias, todas ellas dentro de ciertos moldes, que fueron los señalados por Lope y sus primeros discípulos; pero da proporciones más artísticas y simplifica los asuntos ya tocados por otros. En cambio exagera los caracteres de los personajes, como los de héroes antiguos, a quienes convierte en insolentes, valentones, audaces y provocativos; y para prestarles lenguaje propio abulta también el sentido de las frases, empleando a veces imágenes y comparaciones impropias, resultando de todo un lenguaje, no gongorino, pero ampuloso y falso en fuerza de extremado. Sin embargo, en la versificación es suelto y aun armonioso, dentro de la tendencia, que ya empezaba a notarse, hacia el desprecio de la rima, origen del prosaísmo que sobrevino luego, prodigando el romance octasílabo.

El lenguaje es puro, castizo y propiamente aplicado en las escenas y situaciones normales. Se observan algunos anticipos de neologismos que luego fueron y son comunes. Su idioma parece en estos casos más moderno que el de otros autores contemporáneos suyos. El elemento cómico, que no falta en sus obras, es bueno y de buen gusto, ingenioso y tal vez reviste novedad, como hemos observado antes. En fin, que todavía mantiene DIAMANTE vivo el sagrado fuego del altar de nuestra incomparable musa dramática.

Emilio Cotarelo.



 
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