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Cuando hace crisis el principio de la identidad humana basada en la fe, es en ese momento en que irrumpen toda suerte de problemas y planteos, entre los que no debe olvidar el lector la presentación de Pirandello, que para ejemplificar problemas de este tipo copié algo más arriba.

 

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El crítico ruso A. N. Veselovski, La influencia occidental en la nueva literatura rusa (Moscú, 1916), estudió a fondo las relaciones entre Don Quijote y Almas muertas, y conceptuó a nuestra novela máxima como la principal fuerza genética que mueve a la novela rusa. Debo advertir que el libro de Veselovski está en ruso, idioma que yo ignoro en absoluto; en consecuencia, mi conocimiento me llega a través de extractos en inglés.

 

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El íntimo dolor ante el desastre de 1898 llevó a Unamuno a escribir: «Comenzó [don Quijote] a revolcarse por tierra y a recitar coplas. En lo cual debemos ver algo así como cierta deleitación en la derrota y un convertir a ésta en sustancia caballeresca. ¿No nos está pasando lo mismo en España? ¿No nos deleitamos en nuestra derrota y sentimos cierto gusto, como el de los convalecientes en la propia enfermedad?», Vida de don Quijote y Sancho, cap. V. Sólo la perspectiva histórica muy especial de la posguerra de Cuba justifica tan amargas reflexiones.

 

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No creo que sea casualidad alguna el hecho de que la primera vez que Ortega estampa la fórmula que en gran medida definirá su sistema filosófico sea en Meditaciones del Quijote (1914), su primer libro impreso.

 

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El Hospital de la Visitación en Toledo fue fundado por el nuncio Francisco Ortiz a comienzos del siglo XVI, y «llegó a ser el más importante hospital de dementes de aquellos siglos», según explicó P. Madoz, Diccionario geográfico ... de España (1849).

 

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Cervantes y Avellaneda. Estudio de una imitación (México, 1951), capítulo IV.

 

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En Quijote apócrifo, V, II, se copia el texto de una insultante carta de Dulcinea del Toboso a su fiel amante, que en el sobrescrito decía «A Martín Quijada el Mentecapto». Esta misiva provoca la muerte del amor en el pecho de don Quijote el malo, quien entonces sale al mundo con Sancho y, como le replica a éste, «quiero que en el primer lugar que llegáremos, un pintor me pinte en ella [su adarga] dos hermosísimas doncellas que estén enamoradas de mi brío, y el dios Cupido encima, que me esté asestando una flecha, la cual yo reciba en el adarga, riendo dél y teniéndolas en poco a ellas, con una letra que diga al derredor de la adarga: El Caballero Desamorado», V, IV.

 

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El olvido se produce cuando falla la memoria, lo que en sí es una perogrullada, pero para no caer en más faltas de las que me son inevitables quiero citar aquí la definición de Juan Luis Vives de memoria, para que el lector tenga un nuevo punto de comparación para apreciar la distancia que va de Quijote a Quijote: «Es la memoria aquella facultad del alma por la cual aquello que uno conoció mediante algún sentido externo o interno consérvalo en la mente. Así pues, toda su actuación está vuelta hacia dentro, y la memoria es como la tabla rasa que un pintor iluminó. Así como la tabla, mirada con los ojos, produce una noción, la memoria la realiza por los ojos del alma, que entiende o conoce. Esta noción no es simple, pues necesita primero la reflexión examinadora e investigadora, y luego viene el recuerdo cuando ya se llegó a lo que nos proponemos reproducir», De Anima et Vita, II, II.

 

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Cervantes conoció a fondo la obra del doctor Huarte, al punto que uno de los casos médicos de que hace cuenta el gran médico navarro constituye el núcleo central de la vida del español Antonio de la primera parte del Persiles, como demostré en Deslindes cervantinos (Madrid, 1961), cap. II, y he ampliado en Nuevos deslindes cervantinos (Barcelona, 1975).

 

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Con sus acciones don Quijote desmiente el dictum de Aristóteles: «Todos los hombres tienen cierta inclinación natural por la justicia, pero proceden en esta dirección sólo hasta cierto punto, ni pueden, tampoco, distinguir en forma universal lo que es absolutamente justo», Política, libro III. En este sentido don Quijote es el héroe fundamentalmente cristiano, que responde a las siguientes admoniciones bíblicas: «Et vir si fuerit iustus, et fecerit iudicium et iustitiam, in montibus non comederit, et oculos suos non levaverit ad idola domus Israel: et uxorem proximi sui non violaverit, et ad mulierem menstruatam non accesserit; et hominem non contristaverit, pignus debitori reddiderit, per vim nihil rapuerit; panem suum esurienti dederit, et nudum operuerit vestimento, ad usuram non commodaverit, et amplius non acceperit; ab iniquitate averterit manum suam, et iudicium verum fecerit inter virum et virum; in praeceptis meis ambulaverit, et iudicia mea custodierit, ut faciat veritatem: hic iustus est, vita vivet, ait Dominus Deus», Ezechiel, XVII, 5-9. El texto bíblico autoriza por completo las acciones de don Quijote en favor de la justicia, y desautoriza de la misma manera los «infames vituperios» del confesor de los duques, quien, desde este punto de mira, se asemeja a una prefiguración del temible hipócrita religioso que Molière encarnó en Tartuffe (1664).

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