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1

Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Buenos Aires, Ayacucho, 1986.

 

2

Cuando Eduardo Romano califica a Amalia de «folletín panfletario» hace una valoración ideológica que, sin mediaciones, se aplica a lo estético. Porque al considerar a la novela como el «verdadero clásico del liberalismo maniqueo», la impugnación de su carga ideológica pone en cuestión a la vez sus condiciones literarias. Mediante la lectura excluyente del objetivo propangandístico antirrosista de su autor, Romano deja de lado la importancia de la novela de Mármol en la constitución del género en la Argentina. («¿Existió el "escritor" de radioteatro?», en Aníbal Ford, Jorge Rivera y Eduardo Romano, Medios de comunicación y cultura popular, Buenos Aires, Legasa, 1985).

 

3

Es preciso recordar el tipo de circulación (folletos, hojas periódicas) que habían tenido los poemas de Ascasubi entre los defensores de Montevideo durante el sitio a la ciudad por parte de Oribe, aliado de Rosas. Ver Hilario Ascasubi, Paulino Lucero, Buenos Aires, Estrada, 1945.

 

4

«Echeverría y el lugar de la ficción», La Argentina en pedazos, Buenos Aires, Ediciones de la Urraca, 1993.

 

5

La precaución de Mármol estaba justificada. Hay un lector que lee de la misma manera que el autor y que no parece el lector tipo de los folletines como el que había hecho el reclamo a La Semana. Se trata de Lucio V. Mansilla. El capítulo «500 onzas» narra un episodio de estafa que compromete seriamente a su padre. Debido a eso, Mansilla tiene una disputa pública con Mármol por defender el buen nombre de la familia cuestionado en ese capítulo de la novela.

 

6

El pasaje de folletín a libro repite un circuito frecuente en el siglo pasado para las novelas, que primero aparecían por entregas en los periódicos y más tarde se editaban en volumen. Además, acá el libro también remite a un circuito cerrado y completo -el de la ficción-, que se opone al abierto y sucesivo del periódico.

 

7

José Mármol, Amalia, edición crítica y anotada a cargo de Beatriz Curia (Directora), Mendoza, Centro de Edición y Crítica Textual, 1989, p. 51.

 

8

Otro efecto de la política sobre la literatura incide directamente en la condición de escritor de Mármol: abandona sus proyectos literarios una vez perdida la motivación antirrosista. De ahí que declare un tiempo después que, sin el incentivo de la lucha política, no puede seguir escribiendo.

 

9

En su Historia de la literatura argentina, Ricardo Rojas menciona varias novelas del período en los volúmenes correspondientes a Los proscriptos, integrándolas como exponentes «menores» dentro de la producción de sus autores.

 

10

Con el mismo criterio, Miguel Cañé (p) subtituló a su novela Esther como «simple narración».