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Jean Franco pone de relieve la afinidad de Triana con algunos cultivadores destacados de otros géneros hispanoamericanos: «The problems raised in La noche de los asesinos are [...] similar to those raised in the contemporary poetry and the novel. The two acts of the play centre on the family and on society. The play reflects both the conflict between spontaneity and order and the tragic progress of human relations in which freedom invariably gives way to the killing of the other. Triana's choice of theme, his demonstration of the deadening effect of routine, of set patterns [...] bring him close to César Vallejo, Neruda and Octavio Paz -all of whom have touched on this theme in their poetry. And we shall find that the attack on dead order was also an important feature of prose writing» (Spanish American Literature, Cambridge, 1969, p. 299).

Frank Dauster estudia la obra de Triana conjuntamente con las otras del mismo autor. Señala semejanzas con la pieza de Jean Genet Las criadas y con la del argentino Osvaldo Dragún Historias para ser contadas, en lo que atañe a los cambios rápidos de papeles. «The Game of Chance: The Theater of José Triana», Dramatists in Revolt (Austin, 1976), pp. 167-189.

Anne C. Murch hace un estudio comparado del rito en Las criadas de Genet, Chamber Music de Arthur Kopit y la pieza de Triana. «Genet, Triana, Kopit: Ritual as Danse Macabre», Modern Drama, vol. XV, 4 (March 1973), 369-381.

Kirsten Nigro pone de relieve los elementos estructurales y técnicos que caracterizan esta obra cuando se traduce en representación escénica.- «La noche de los asesinos: Playscript and Stage Enactment», Latin American Theatre Review, vol. 11, 1 (Fall 1977), 45-57.

Carlos Solórzano le consagra unas breves notas después de haberla visto por primera vez en Cuba en el Concurso Anual de Teatro.- Testimonios teatrales de México (México, 1973), pp. 231-233.

Matías Montes Huidobro, en su análisis de la idiosincrasia cubana vista a través del teatro, se interesa por el aspecto social y psicológico de la obra Persona, vida y máscara en el teatro cubano (Miami, 1973), pp. 413-427.

Julio Ortega destaca diversos temas de la pieza y observa, entre otras cosas, que «lo que justifica el crimen, o al menos el rito de su posibilidad, es la opresión más vasta y secreta que simbolizan los padres como rostros de una sociedad que impone el fracaso de los individuos, de un mundo corroído por la sumisión alienada»La noche de los asesinos», Cuadernos Americanos, 164, mayo-junio 1969, 264).

 

2

Paulo Freire, Pedagogy of the Oppressed (New York, 1970), p. 55.

 

3

Nigro, p. 49.

 

4

José Triana, La noche de los asesinos (La Habana, 1965), p. IV. De aquí en adelante se indicará el número de la página al lado de la cita de este libro.

 

5

The Criminals, en The Drama Review (Winter 1970), 104-129.

 

6

Reflections. Essays on Modern Theatre (Garden City, 1969), p. 187.

 

7

El drama interior del subconsciente aparece en otras obras del teatro hispanoamericano. En el plano de pesadilla se desarrolla Los invasores de Egon Wolff. También en una atmósfera alucinante se despliegan sentimientos recónditos del subconsciente en La señora en su balcón de Elena Garro, Las sobras para el gusano de Franklin Domínguez. Véase nuestro estudio «La escenificación del fluir psíquico en el teatro hispanoamericano», Aspectos del teatro moderno hispanoamericano (Bogotá, 1975), pp. 71-79.

 

8

Marcela del Río pone de manifiesto la deshumanización de la justicia: «Cuando Lalo se enfrenta a la justicia (uno de los inventos de que más se enorgullece la humanidad), ¿qué encuentra? Que la justicia se ha convertido en una rutina infamante que juzga el 'cómo' del hecho, pero nunca el 'por qué'. Y cuando responde: "los maté porque quería vivir"; la justicia se desconcierta, ella preguntaba: "como los mató" y solamente eso, y no puede comprender que "la casa entera, todo, todo" le exigía ese acto heroico»La noche de los asesinos», Revista de Bellas Artes, núm. 18 (noviembre-diciembre 1967), 85-88).

 

9

Tadeusz Kowzan, «El signo en el teatro. Introducción a la semiología del arte del espectáculo», El teatro y su crisis actual (Monte Ávila, 1969). Los otros sistemas son la palabra, el tono, la mímica, el gesto, el movimiento del actor, el maquillaje, el peinado, el traje, el accesorio, la iluminación, la música y el sonido.