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ArribaAbajo El canto errante

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Ilustración

El cantor va por todo el mundo
sonriente o meditabundo.

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Abajo    El cantor va por todo el mundo
sonriente o meditabundo.

    El cantor va sobre la tierra
en blanca paz o en roja guerra.

   Sobre el lomo del elefante  5
por la enorme India alucinante.

   En palanquín y en seda fina
por el corazón de la China;

   en automóvil en Lutecia;
en negra góndola en Venecia;  10

   sobre las pampas y los llanos
en los potros americanos;

    por el río va en la canoa,
o se le ve sobre la proa
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    de un steamer sobre el vasto mar,  15
o en un vagón de sleeping-car.

    El dromedario del desierto,
barco vivo, le lleva a un puerto.

   Sobre el raudo trineo trepa
en la blancura de la estepa.  20

    O en el silencio de cristal
que ama la aurora boreal.

    El cantor va a pie por los prados,
entre las siembras y ganados.

    Y entra en su Londres en el tren,  25
y en asno a su Jerusalén.

    Con estafetas y con malas,
va el cantor por la humanidad.

   El canto vuela, con sus alas:
Armonía y Eternidad.  30





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ArribaAbajo Intensidad

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Ilustración

¡Oh, mirada! ¡oh, blancura! y ¡oh, aquel lecho
en que estaba radiante la blancura!

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ArribaAbajoMetempsicosis


ArribaAbajo   Yo fui un soldado que durmió en el lecho
de Cleopatra la reina. Su blancura
y su mirada astral y omnipotente.
      Eso fue todo.

    ¡Oh, mirada! ¡oh, blancura! y ¡oh, aquel lecho  5
en que estaba radiante la blancura!
¡Oh, la rosa marmórea omnipotente!
      Eso fue todo.

    Y crujió su espinazo por mi brazo;
y yo, liberto, hice olvidar a Antonio  10
(¡oh, el lecho y la mirada y la blancura!).
      Eso fue todo.
—24→

    Yo, Rufo Gato, fui soldado, y sangre
tuve de Galia, y la imperial becerra
me dio un minuto audaz de su capricho.  15
      Eso fue todo.

   ¿Por qué en aquel espasmo las tenazas
de mis dedos de bronce no apretaron,
el cuello de la blanca reina en broma?
      Eso fue todo.  20

    Yo fui llevado a Egipto. La cadena
tuve al pescuezo. Fui comido un día
por los perros. Mi nombre, Rufo Galo.
      Eso fue todo.

1893

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Ilustración

¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica...

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ArribaAbajoA Colón


ArribaAbajo    ¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
la perla de tus sueños, es una histérica
de convulsivos nervios y frente pálida.

   Un desastroso espíritu posee tu tierra:  5
donde la tribu unida blandió sus mazas,
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
se hieren y destrozan las mismas razas.

    Al ídolo de piedra reemplaza ahora
el ídolo de carne que se entroniza,  10
y cada día alumbra la blanca aurora
en los campos fraternos sangre y ceniza.
—28→

    Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines,
y hoy al favor siniestro de negros Reyes  15
fraternizan los Judas con los Caínes.

   Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semi-española
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola.  20

    Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas:
¡Eso no hicieron nunca nuestros Caciques,
a quienes las montañas daban las flechas!

   Ellos eran soberbios, leales y francos,  25
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpas y Moctezumas!

    Cuando en vientres de América cayó semilla
de la raza de hierro que fue de España,  30
—29→
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla
con la fuerza del indio de la montaña.

   ¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas;
vieran las estrellas estupefactas  35
arribar a la orilla tus carabelas!

    Libres como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes.  40

   Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca.

    La cruz que nos llevaste padece mengua;  45
y tras encanalladas revoluciones,
la canalla escritora mancha la lengua
que escribieron Cervantes y Calderones.
—30→

    Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,  50
y las tierras del Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalonadas a las panteras.

   Duelos, espantos, guerras, fiebre constante
en nuestra senda ha puesto la suerte triste:
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante,  55
ruega a Dios por el mundo que descubriste!

1892

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Ilustración

¡Oh Momotombo ronco y sonoro!

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ArribaAbajoMomotombo



O vieux Momotombo, colosse chauve et nu...

VÍCTOR HUGO                



ArribaAbajo    El tren iba rodando sobre sus rieles. Era
en los días de mi dorada primavera
y era en mi Nicaragua natal.
De pronto, entre las copas de los árboles, vi  5
un cono gigantesco, «calvo y desnudo», y
lleno de antiguo orgullo triunfal.

    Ya había yo leído a Hugo y la leyenda
que Squire le enseñó. Como una vasta tienda
vi aquel coloso negro ante el sol,  10
maravilloso de majestad. Padre viejo
que se duplica en el armonioso espejo
de un agua perla, esmeralda, col.
—34→

    Agua de un vario verde y de un gris tan cambiante,
que discernir no deja su ópalo y su diamante,  15
a la vasta llama tropical.
¡Momotombo se alzaba lírico y soberano,
yo tenía quince años: una estrella en la mano!
Y era en mi Nicaragua natal.

    Ya estaba yo nutrido de Oviedo y de Gomara,  20
y mi alma florida soñaba historia rara,
fábula, cuento, romance, amor
de conquistas, victorias de caballeros bravos,
incas y sacerdotes, prisioneros y esclavos,
plumas y oro, audacia, esplendor.  25

    Y llegué y vi en las nubes la prestigiosa testa
de aquel cono de siglos, de aquel volcán de gesta,
que era ante mí de revelación.
Señor de las alturas, emperador del agua,
a sus pies el divino lago de Managua,  30
con islas todas luz y canción.

    ¡Momotombo! -exclamé- ¡oh nombre de epopeya!
Con razón Hugo el grande en tu onomatopeya
ritmo escuchó que es de eternidad.
Dijérase que fueses para las sombras dique,  35
—35→
desde que oyera el blanco la lengua del cacique
en sus discursos de libertad.

    Padre de fuego y piedra, yo te pedí ese día
tu secreto de llamas, tu arcano de armonía,
la iniciación que podías dar;  40
por ti pensé en lo inmenso de Osas y Peliones,
en que arriba hay titanes en las constelaciones
y abajo dentro la tierra y el mar.

    ¡Oh Momotombo ronco y sonoro! Te amo
porque a tu evocación vienen a mí otra vez,  45
obedeciendo a un íntimo reclamo
perfumes de mi infancia, brisas de mi niñez.

   ¡Los estandartes de la tarde y de la aurora!
Nunca los vi más bellos que alzados sobre ti,
toda zafir la cúpula sonora  50
sobre los triunfos de oro, de esmeralda y rubí.

   Cuando las babilonias del Poniente
en purpúreas catástrofes hacia la inmensidad
rodaban tras la augusta soberbia de tu frente,
eras tú como el símbolo de la Serenidad.  55
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    En tu incesante homalla vi la perpetua guerra,
en tu roca unidades que nunca acabarán.
Sentí en tus terremotos la brama de la tierra
y la inmortalidad de Pan.

    ¡Con un alma volcánica entré en la dura vida,  60
Aquilón y huracán sufrió mi corazón
y de mi mente mueven la cimera encendida
huracán y Aquilón!

    Tu voz escuchó un día Cristóforo Colombo;
Hugo cantó tu gesta legendaria. Los dos  65
fueron, como tú, enormes, Momotombo,
montañas habitadas por el fuego de Dios.

    ¡Hacia el misterio caen poetas y montañas;
y romperase el cielo de cristal
cuando luchen sonando de Pan las siete cañas  70
y la trompeta del Juicio final!

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Ilustración

¿Cuándo de tu divina
faz en la sangre pura resbalará el diamante?

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ArribaAbajoIsrael


ArribaAbajo    ¡Israel! ¡Israel! ¿Cuándo de tu divina
faz en la sangre pura resbalará el diamante?
¿Cuándo el viento del río hará que el arpa cante
entre el concurso eterno de la brisa argentina?

   ¿Cuándo será la cabellera que se inclina  5
agitada por un viento perseverante?
¿Cuándo el brazo de luz dará al Judío Errante
el vaso en que se abreve del agua cristalina?

   ¡Israel! ¡Israel! Eso será en la hora
en que cante a los cielos la alondra pecadora  10
y en el profundo abismo se conmueva el grande ojo.

   Y cuando levantados el santo y el aristo,
ponga su blanca mano nuestro príncipe Cristo,
ponga su blanca mano sobre el infierno rojo.

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Ilustración

Águila que has llevado tu noble y magnífico símbolo
desde el trono de Júpiter, hasta el gran continente del Norte.

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ArribaAbajoSalutación al Águila



...May this grand Union have no end!

FONTOURA XAVIER                



ArribaAbajo   Bien vengas, mágica Águila de alas enormes y fuertes
a extender sobre el Sur tu gran sombra continental,
a traer en tus garras, anillas de rojos brillantes,
una palma de gloria, del color de la inmensa esperanza,  5
y en tu pico la oliva de una vasta y fecunda paz.

    Bien vengas, oh mágica Águila, que amara tanto Walt Whitman,
quien te hubiera cantado en esta olímpica jira,
Águila que has llevado tu noble y magnífico símbolo
desde el trono de Júpiter, hasta el gran continente del Norte.  10

   Ciertamente, has estado en las rudas conquistas del orbe.
Ciertamente, has tenido que llevar los antiguos rayos.
Si tus alas abiertas la visión de la paz perpetúan,
en tu pico y tus uñas está la necesaria guerra.
—44→

    ¡Precisión de la fuerza! ¡Majestad adquirida del trueno!  15
Necesidad de abrirle el gran vientre fecundo a la tierra
para que en ella brote la concreción de oro de la espiga,
y tenga el hombre el pan con que mueve su sangre.

    No es humana la paz con que sueñan ilusos profetas,
la actividad eterna hace precisa la lucha:  20
y desde tu etérea altura, tú contemplas, divina Águila,
la agitación combativa de nuestro globo vibrante.

   Es incidencia la historia. Nuestro destino supremo
está más allá del rumbo que marcan fugaces las épocas.
Y Palenque y la Atlántida no son más que momentos soberbios  25
con que puntúa Dios los versos de su augusto Poema.

   Muy bien llegada seas a la tierra pujante y ubérrima,
sobre la cual la Cruz del Sur está, que miró Dante,
cuando siendo Mesías, impulsó en su intuición sus bajeles,
que antes que los del sumo Cristóbal supieron nuestro cielo.  30

   E pluribus unum! ¡Gloria, victoria, trabajo!
Tráenos los secretos de las labores del Norte,
y que los hijos nuestros dejen de ser los retores latinos,
y aprendan de los yanquis la constancia, el vigor, el carácter.
—45→

    ¡Dinos, Águila ilustre, la manera de hacer multitudes  35
que hagan Romas y Grecias con el jugo del mundo presente,
y que, potentes y sobrias, extiendan su luz y su imperio
y que, teniendo el Águila y el Bisonte y el Hierro y el Oro,
tengan un áureo día para darle las gracias a Dios!

    Águila, existe el Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas.  40
Los Andes le conocen y saben que, cual tú, mira al Sol.
May this grand Union have no end! dice el poeta.
Puedan ambos juntarse, en plenitud, concordia y esfuerzo.

   Águila, que conoces desde Jove hasta Zarathustra
y que tienes en los Estados Unidos tu asiento,  45
que sea tu venida fecunda para estas naciones,
que el pabellón admiran constelado de bandas y estrellas.

   ¡Águila que estuviste en las horas sublimes de Pathmos,
Águila prodigiosa, que te nutres de luz y de azul,
como una Cruz viviente, vuela sobre estas naciones,  50
y comunica al globo la victoria feliz del futuro!

    Por algo eres la antigua mensajera jupiterina,
por algo has presenciado cataclismos y luchas de razas,
por algo estás presente en los sueños del Apocalipsis,
por algo eres el ave que han buscado los fuertes Imperios.  55
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    ¡Salud, Águila! Extensa virtud a tus inmensos revuelos,
reina de los azures, ¡salud! ¡gloria! ¡victoria y encanto!
¡Qué la Latina América reciba tu mágica influencia
y que renazca nuevo Olimpo, lleno de dioses y héroes!

   ¡Adelante, siempre adelante! ¡Excelsior! ¡Vida! ¡Lumbre!  60
¡Que se cumpla lo prometido en los destinos terrenos,
y que vuestra obra inmensa las aprobaciones recoja
del mirar de los astros, y de lo que Hay más Allá!

Río de Janeiro, 1906.

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Ilustración

¡Tannhäuser! Resuena la marcha marcial y argentina,
y vase a lo lejos la gloria de un casco imperial.

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ArribaAbajo A Francia


ArribaAbajo    ¡Los bárbaros, Francia! ¡Los bárbaros, cara Lutecia!
Bajo áurea rotonda reposa tu gran Paladín.
Del cíclope al golpe ¿qué pueden las risas de Grecia?
¿Qué pueden las Gracias, si Herakles agita su crin?

   En locas faunalias no sientes el viento que arrecia,  5
el viento que arrecia del lado del férreo Berlín,
y allí bajo el templo que tu alma pagana desprecia,
tu vate hecho polvo no puede sonar su clarín.

   Suspende, Bizancio, tu fiesta mortal y divina,
¡oh, Roma, suspende la fiesta divina y mortal!  10
Hay algo que viene como una invasión aquilina

   que aguarda temblando la curva del Arco Triunfal.
¡Tannhäuser! Resuena la marcha marcial y argentina,
y vese a lo lejos la gloria de un casco imperial.

1893

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