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Ilustración

Quietud, quietud... Ya la ciudad de oro
ha entrado en el misterio de la tarde.

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ArribaAbajoVesper


ArribaAbajo    Quietud, quietud... Ya la ciudad de oro
ha entrado en el misterio de la tarde.
La catedral es un gran relicario.
La bahía unifica sus cristales
en un azul de arcaicas mayúsculas  5
de los antifonarios y misales.
Las barcas pescadoras estilizan
el blancor de sus velas triangulares
y como un eco que dijera: «Ulises»,
junta alientos de flores y de sales.  10

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ArribaAbajoEn una primera página


ArribaAbajo    Cálamo, deja aquí correr tu negra fuente.
Es el pórtico en donde la Idea alza la frente
luminosa y al templo de sus ritos penetra.
Cálamo, pon el símbolo divino de la letra
en gloria del vidente cuya alma está en su lira.  5
Bendición al que entiende, bendición al que admira.
De ensueño, plata o nieve, esta es la blanca puerta.
Entrad los que pensáis o soñáis. Ya está abierta.

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Ilustración

Aquí, junto al mar latino,
digo la verdad:

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ArribaAbajoEheu!


ArribaAbajo    Aquí, junto al mar latino,
digo la verdad:
Siento en roca, aceite y vino
yo mi antigüedad.

    Oh, qué anciano soy, Dios santo,  5
Oh, qué anciano soy...
¿De dónde viene mi canto?
Y yo, ¿adónde voy?

    El conocerme a mí mismo
ya me va costando  10
muchos momentos de abismo
y el cómo y el cuándo...
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    Y esta claridad latina,
¿de qué me sirvió
a la entrada de la mina  15
del yo y el no yo...?

   Nefelibata contento
creo interpretar
las confidencias del viento,
la tierra y el mar...  20

    Unas vagas confidencias
del ser y el no ser,
y fragmentos de conciencias
de ahora y ayer.

    Como en medio de un desierto  25
me puse a clamar;
y miré el sol como muerto
y me eché a llorar.

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Ilustración

La hembra del pavo real
estaba en el jardín desnuda.

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ArribaAbajo La hembra del pavo real


ArribaAbajo   En Ecbatana fue una vez...
O más bien creo que en Bagdad...
Era en una rara ciudad,
bien Samarcanda o quizás Fez.

   La hembra del pavo real  5
estaba en el jardín desnuda;
mi alma amorosa estaba muda
y habló la fuente de cristal.

   Habló con su trino y su alegro
y su staccato y son sonoro,  10
y venían del bosque negro
voz de plata y llanto de oro.
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    La desnuda estaba divina,
salomónica y oriental:
era una joya diamantina  15
la hembra del pavo real.

    Los brazos eran dos poemas
ilustrados de ricas gemas.
Y no hay un verso que concentre
el trigo y albor de palomas,  20
y lirios y perlas y aromas
que había en los senos y el vientre.

   Era una voluptuosidad
que sabía a almendra y a nuez
y a vinos que gustó Simbad...  25
En Ecbatana fue una vez,
o más bien creo que en Bagdad.

   En las gemas resplandecientes
de las colas de los pavones
caían gotas de las fuentes  30
de los Orientes de ilusiones.
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    La divina estaba desnuda.
Rosa y nardo dieron su olor...
Mi alma estaba extasiada y muda
en el sexo ardía una flor.  35

   En las terrazas decoradas
con un gesto extraño y fatal
fue desnuda ante mis miradas
la hembra del pavo real.

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ArribaAbajoHondas


A Pichardo




ArribaAbajo    Yo soñé que era un hondero
mallorquín.
Con las piedras que en la costa
recogí,
cazaba águilas al vuelo,  5
lobos, y
en la guerra iba a la guerra
contra mil.

    Un guijarro de oro puro
fue al cenit,  10
una tarde en que en la altura
azul vi
un enorme gerifalte
perseguir
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a una extraña ave radiante,  15
un rubí
que rayara el firmamento
de zafir.

    No tornó mi piedra al mundo.
Pero sin  20
vacilar vino a mí el ave-
querubín.
«Partió herida -dijo- el alma
de Goliat, y vengo a ti.
¡Soy el alma luminosa  25
de David!».



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ArribaAbajo Lira alerta

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Ilustración

Lúgubres atardeceres
y amor y dolor,

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ArribaAbajo A un pintor


ArribaAbajo   Vamos a cazar, oh Ramos,
      vamos por allí;
suenan cuernos y reclamos
      y ecos de jaurías; y

   vamos a cazar colores,  5
      vamos a cazar
entre troncos y entre flores,
      arte singular.

    Pintor de melancolías,
      amigo pintor,  10
la perla que tú deslías
      tendrá mi dolor.
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    Teorías de dolores
      has pintado tú;
y priapeas y ardores  15
      que da Belcebú.

   Amas la luz y la furia
      que es un don de Pan,
la poderosa lujuria
       que los dioses dan.  20

   Lúgubres atardeceres
      y amor y dolor,
crepúsculos de mujeres...
      masculino horror...

   Vagos éxodos funestos,  25
      gestos de pesar,
gestos terribles y gestos
       de llorar y aullar.

    El sol poniente que quema
      la última ilusión,  30
o la bruma de un poema
      que es fin de pasión.
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    Hondas negruras de abismo
      y espanto fatal,
lividez de cataclismo  35
      o anuncio mortal.

   Ráfagas de sombra y frío
      y un errante ir...
(¡Vamos a morir Dios mío,
       vamos a morir!).  40

   Pintor de melancolías,
      deja esa visión.
Hay soles de eternos días,
      Olimpo y Sión.

   Vamos a cazar colores,  45
      ilusión los bosques dan,
las dríadas brindan flores
      y alegría el egipán.

    El trigal sueña en la misa;
      hay de besos un rumor;  50
y en la seda de la brisa
       va la gracia del amor.

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Ilustración

[...] sobre la pampa inmensa.

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ArribaAbajoPreludio


En «Alma América», J. S. Chocano




ArribaAbajo   Hay un tropel de potros sobre la pampa inmensa.
¿Es Pan que se incorpora? No: es un hombre que piensa,
es un hombre qué tiene una lira en la mano:
él viene del azul, del sol, del Océano.
Trae encendida en vida su palabra potente  5
y concreta el decir de todo un continente...
Tal vez es desigual... (¡El Pegaso da saltos!).
Tal vez es tempestuoso... (¡Los Andes son tan altos!...).
Pero hay en ese verso tan vigoroso y terso
una sangre que apenas veréis en otro verso;  10
una sangre que cuando en la estrofa circula
como la luz penetra y como la onda ondula...
Pegaso está contento, Pegaso piafa y brinca,
porque Pegaso pace en los prados del inca.
Y este fuerte poeta de alma tan ardorosa  15
sabe bien lo que cuentan los labios de la rosa,
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comprende las dulzuras del panal y comprende
lo que dice la abeja del secreto del duende...
Pero su brazo es para levantar la trompeta
hacia donde se anuncia la aurora del Profeta;  20
es hecho para dar a la virtud del viento
la expresión del terrible clarín del pensamiento.
Él sabe de Amazonas, Chimborazos y Andes.
Siempre blande su verso para las cosas grandes.
Va como Don Quijote en ideal campaña,  25
vive de amor de América y de pasión de España;
y envuelto en armonía y en melodía y canto
tiene rasgos de héroe y actitudes de santo.
«¿Me permites, Chocano, que, como amigo fiel,
te ponga en el ojal esta hoja de laurel?».  30
Tal dije cuando don J. Santos Chocano,
último de los incas, se tornó castellano.

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