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Acto III

Sala de palacio.

Escena I

La CONDESA, CLAVELA.

CLAVELA
Mucho madrugas.
CONDESA
Clavela,
tengo bastante ocasión.
CLAVELA

(Aparte.)

Si es la que el alma recela,
cuidados serán de Otón,
que a mí también me desvela.
5
CONDESA
¿Qué dices?
CLAVELA
Que Pinabel,
en cuya ausencia suspiro,
es con mi sueño crüel,
como tú con Casimiro.
CONDESA
Hoy te has de casar con él.
10
CLAVELA
¡Cómo, señora!
CONDESA
No es justo
que Otón haga tanto daño
a la esperanza y al gusto,
que quiera que aguarde un año,
conociendo tú el disgusto
15
que causa su dilación.
Esto pide Pinabel.
CLAVELA
Sí; mas mira...
CONDESA
No es razón
que cuando tú seas Raquel,
quiera ser Labán Otón,
20
de un Jacob enamorado;
pues ni hay Lía, ni paciencia
ni es Otón suegro pesado;
aunque poca diferencia
irá de un suegro a un cuñado.
25
Yo he conocido el pesar
que a ti también te atormenta,
y acabas de confesar;
y pues corre por mi cuenta,
hoy te le pienso aliviar.
30
CLAVELA
Sí; mas ¿la palabra dada
a don Rodrigo Girón...?
CONDESA
¡Oh, lo que pecas de honrada!
En viniendo, dirá Otón
que fuiste por mí forzada
35
a casarte. -¿Dónde vas?
CLAVELA
Voy a traerte los guantes.
CONDESA
Hoy la mano le darás.
CLAVELA

(Aparte.)

Darela a la muerte antes.
Clavela, a morir; no hay más.
40

(Vase.)

Escena II

La CONDESA.

¿Que no ha de bastar valor
para resistir desvelos?
Pero entre espinas de celos,
¿cuándo sosegó el amor?
Quiero dormir, y es peor,
45
pues si goza mi cuidado,
durmiendo, el sabroso estado
que intenta mi atrevimiento,
despierto, y da más tormento
el bien después de soñado.
50
¿Que con fuerza tan extraña
un español me avergüence?
Pero ¿qué no rinde y vence
la gala y valor de España?
Si con una ilustre hazaña
55
no volvéis por vos, honor,
decilde a vuestro temor
que os ha un español rendido;
pues es honra del vencido
la opinión del vencedor.
60
¿No es noble el español? -Sí;
mas, ¡ay esperanza necia!
Quien a un príncipe desprecia,
¡se rinde a un vasallo así!
Yo me acuerdo que leí
65
que con ánimo constante,
a un león, a un elefante
rinde un pequeño animal:
venza, pues, con honra igual
a un loco conde mi amante.
70

Escena III

DON RODRIGO. -La CONDESA.

DON RODRIGO
A que firme las libranzas,
que me mandó Vuexcelencia,
he venido a su presencia.

(Aparte.)

¡Ay difuntas esperanzas!
CONDESA
¿Libranzas traéis, Otón?
75

(Aparte.

¡Ojalá en ellas hallara
libranza yo, que librara
mi afligido corazón!)
¿Cómo venís tan temprano?
DON RODRIGO
Porque me han dicho, señora,
80
que por imitar la aurora,
al sol ganastes de mano,
levantándoos antes que él.
CONDESA
Otón, no puedo dormir.
DON RODRIGO
Tenéis mucho que advertir;
85
que el regir a Oberisel
no da cuidado pequeño.

(Aparte.)

Un mal tenemos los dos.
CONDESA
Dadme algún remedio vos,
si le sabéis, para el sueño.
90
DON RODRIGO
No le hay para esas ojeras,
sino es que le den los cielos,
porque no dan sueño a celos
jarabes de adormideras.
CONDESA
¿Celos yo?
DON RODRIGO
Quien tiene amor,
95
mal sin celos vivirá.
Como el Conde ausente está,
venturoso sucesor
de Duque, harán lo que suelen
los celos, que en los amores
100
pintan con falsos colores
pensamientos que desvelen
la más segura lealtad;
porque celos entre amantes
son como los caminantes,
105
que pocos cuentan verdad.
CONDESA

(Aparte.

Clavela le habrá contado
que amo al conde Casimiro.)
Otón, según lo que miro,
vos estáis escarmentado
110
del mal de los celos fiero.
DON RODRIGO
¿Yo celos, señora mía?
CONDESA
¿Que sirve callar de día
lo que de noche el terrero
sabe, y vos decís en él?
115
DON RODRIGO
¿Celos yo? No sé hasta aquí
de quién los tenga.
CONDESA
Yo sí.
DON RODRIGO
¿Vos? ¿De quién?
CONDESA
De Pinabel.
DON RODRIGO
¿No es amante de mi hermana?
¿Qué celos me puede dar?
120
CONDESA
No lleguemos a apurar
más verdades; que no es vana
aquesta imaginación,
aunque viváis con cautela.
DON RODRIGO

(Aparte.)

¿Mas que le ha dicho Clavela
125
que no soy su hermano Otón?
CONDESA
Mañana se han de casar
ella y Pinabel, sin falta.
DON RODRIGO
¿Y si mi palabra falta?
CONDESA
Por mí, no importa faltar
130
una palabra.
DON RODRIGO
Hela dado
a don Rodrigo Girón,
caballero de opinión,
y a quien estoy obligado.
CONDESA
Vos, ¿no gustáis que se haga,
135
Otón, este casamiento?
DON RODRIGO
Quitando este impedimento,
justo es que se satisfaga
a Pinabel, que es mi amigo.
CONDESA
Pues si gustáis, Otón, vos
140
de que se casen los dos,
también gusta don Rodrigo.

Escena IV

CLAVELA, con unos guantes en una salvilla. -La CONDESA, DON RODRIGO.

CLAVELA

(Aparte al salir.)

¡Tan de mañana mi hermano
con la condesa!
CONDESA
¿Qué es eso?
CLAVELA
Los guantes son.

(Aparte.)

Pierdo el seso.
145
CONDESA
Salte allá fuera.
CLAVELA

(Aparte.)

¡Qué en vano
entre mis sospechas temo!
¡Ay ciego y desnudo dios!

(Da los guantes a la CONDESA y se retira.)

Escena V

La CONDESA, DON RODRIGO.

CONDESA

(Calzándose los guantes.)

Mucho me espanto de vos,
Otón, que siendo el extremo
150
de cortesía, no hayáis
en los ojos de una dama,
que sé yo que os quiere y ama,
visto lo que si estimáis,
os ha de estar más a cuento
155
que el amor que pena os da.
DON RODRIGO
Señora, de ayer acá
me ha mandado un pensamiento
que no dé crédito a ojos.
CONDESA
¿Por qué?
DON RODRIGO
Porque prometieron
160
lo que después no cumplieron,
dando principios a enojos.
Y mentir quien ama es mengua.
CONDESA
Pues vos, ¿cómo habéis sabido
que esos ojos han mentido?
165
DON RODRIGO
Porque lo dijo la lengua.
CONDESA
No tengo por discreción
dar a la lengua más fe
que a los ojos, pues se ve
por ellos el corazón.
170
Vos tenéis poca experiencia
en ciencia de ojos.
DON RODRIGO
Sí tengo,
gran señora, pues que vengo
a saber por experiencia
lo que al conde Casimiro
175
amáis.
CONDESA
¿En mis ojos?
DON RODRIGO
Sí:
en ellos su dicha vi.

(Aparte.)

Y en ellos mi muerte miro.
CONDESA
Alto; pues vos lo habéis visto,
al Conde debo de amar.
180

(Aparte.

No quiero más declarar
el ciego amor que resisto.)
¿No es galán el Conde, Otón?
DON RODRIGO
Pues a vuestro amor se iguala,
¿qué más dicha?, ¿qué más gala?
185
CONDESA
Mudemos conversación.
No paséis más adelante.
DON RODRIGO
¿Qué querrá decir por esto
la Condesa?
CONDESA
No me he puesto
jamás tan estrecho guante.
190
DON RODRIGO

(Aparte.)

¡En qué nueva confusión,
alma, volvemos a entrar!
CONDESA
No me le puedo calzar:
calzádmele vos, Otón.
DON RODRIGO

(Turbado.)

¿Yo, señora? Aqueso no;
195
que os burláis.
CONDESA
Acabad, necio,
que es el cordobán muy recio,
y no tengo fuerzas yo.
DON RODRIGO
Pues tal dicha he merecido,
gozarla y serviros quiero.
200

(Llega turbado, y se le cae la capa y sombrero.)

CONDESA
Alzad del suelo el sombrero.
La capa se os ha caído.
¿Turbaisos?
DON RODRIGO
Es Amor niño,
y túrbase.
CONDESA
¿Qué decís?
DON RODRIGO
Que nunca, si lo advertís,
205
la turbación tuvo aliño.
CONDESA
¿Pues de qué os turbáis?
DON RODRIGO
¿Es poco
tocar la mano, señora,
al sol, la luna, al aurora?
Si nieve entre llamas toco,
210
¿no es justa mi turbación?
CONDESA
Acabad ya, lisonjero.
DON RODRIGO
Calzaos quiero primero
el dedo del corazón.
CONDESA
¿Para qué?
DON RODRIGO
Para obligalle
215
con la lealtad que le enseño.
CONDESA
Si el corazón tiene dueño,
¿de qué sirve sobornalle?
DON RODRIGO
¿Dueño?
CONDESA
El conde Casimiro.
DON RODRIGO
No cabe el guante, señora.
220

(Aparte.)

¡Ay de mí!
CONDESA
Tirad agora.
DON RODRIGO
Romperele si le tiro...

(Aparte.)

Al paso que mi esperanza:
que aunque la barra tiró
cuando pudo, la rompió
225
mi mortal desconfïanza.
CONDESA
En fin, ¿me viene pequeño
el guante?
DON RODRIGO
Cual mi ventura.

(Aparte.)

Que aunque igualarme procura
con el valor de su dueño,
230
es imposible alcanzalle.
CONDESA
¿Quién hay, Otón, que no sepa,
que para que un guante quepa,
no hay cosa como picalle?
DON RODRIGO
Puede venir tan pequeño,
235
que el picalle sea excusado.
CONDESA
Dadme vos que esté picado;
que vendrá sin duda al dueño.
DON RODRIGO

(Aparte.)

¡Cielos! ¿Es favorecerme
esto, o burlarse? -No sé.
240
¿Si, necio, presumiré
que todo aquesto es quererme?
Pero si con la Condesa
habló el venturoso conde,
si con él se corresponde,
245
si ella misma lo confiesa,
¿hay claridad más oscura?
¿hay oscuridad más clara?
CONDESA

(Aparte.

Amor que así se declara,
ya toca en desenvoltura.
250
Yo volveré sobre mí.)
Otón, si el Conde viniera
tan picado, que estuviera
rendido y sujeto aquí,
alcanzara por amante
255
lo que por soldado no.
DON RODRIGO

(Aparte.)

¡Ah cielos!, ya declaró
la enigma oscura del guante.
Volvamos, loca porfía,
a casa la libertad;
260
que es lo demás necedad.

Escena VI

CLAVELA. -La CONDESA, DON RODRIGO.

CLAVELA
Albricias, señora mía.
CONDESA
¿De qué? ¿Ha venido mi hermano?
CLAVELA
No; mas tu esposo ha venido.
CONDESA
¿Cómo? ¿Pues ha merecido
265
ese título hombre humano,
sino el Duque? Loca, necia...
CLAVELA
El ver que le quieres bien,
y que es público también
que como a esposa te precia,
270
y a darte la mano viene,
me ha obligado a anticipar
el nombre que le has de dar,
y él por tan seguro tiene.
CONDESA
¿Hay hombre más atrevido?
275
DON RODRIGO
Si ha dicho Vuestra Excelencia
que el venir a su presencia
enamorado y rendido
le ha de ser de más provecho
que armado con gente tanta,
280
¿por qué le culpa, y se espanta?
Lo que deseaba ha hecho.
CONDESA
No todo lo que se dice
se desea siempre, Otón;
de la lengua al corazón
285
hay mil leguas; contradice
la lengua al alma mil veces.
Vamos; que el Conde verá,
si persuadido a eso está,
en los ojos, que son jueces
290
del pensamiento, el rigor
de una enojada mujer;
y a no estar en mi poder,
y deslustrar mi valor,
viniendo de paz, prendelle,
295
yo le hiciera castigar.
DON RODRIGO

(Aparte.)

¿Quién os sabrá contentar,
mujeres?
CONDESA
Yo voy a velle
contra mi gusto. Esos guantes,
porque del mío lo son,
300
picad entre tanto, Otón,
y no os asombren gigantes,
pues torres la industria escala,
sin reparar en su altura;
que en mano de la ventura
305
un pastor a un rey iguala.

(Vase.)

Escena VII

DON RODRIGO.

(Aparte.)

¿Otra vez volvéis, engaños,
a despertar mi sosiego?
¿Otra vez sopláis el fuego
que apagaron desengaños?
310
Eso no; ya el Conde vino
anoche, y le prometió
ser su esposo; oílo yo:
lo demás es desatino.
Palabra me dio Clavela
315
de ser mi esposa: ¿qué aguardo?
CLAVELA

(Aparte.)

Amor, ¿por qué me acobardo?
¿Declarareme?
DON RODRIGO
¿Hablarela?
Mi bien...
CLAVELA
¿Mi bien? No se llama
así la hermana.

Escena VIII

La CONDESA. -CLAVELA, DON RODRIGO.

CONDESA
¿Qué hacéis
320
los dos aquí?

(A CLAVELA.)

¡Ven conmigo!
CLAVELA

(Aparte.

¿Qué es esto, amor enemigo?
¿Siempre estorbos me ponéis
para declarar mi llama?)
¿Qué dices?
CONDESA
Conmigo ven,
325
y esta noche te prevén
a dar la mano a quien te ama.
DON RODRIGO
Señora...
CONDESA
Aqueste es mi gusto,
y hoy se ha de ejecutar.
DON RODRIGO
¿Pues será justo quebrar...?
330
CONDESA
Ya sea justo, ya sea injusto,
esta noche te dispón
a dar esposo a tu fama;
que ya yo he buscado dama
a don Rodrigo Girón.
335

(Vanse las dos.)

Escena IX

DON RODRIGO.

«¿Que ya yo he buscado dama
a don Rodrigo Girón?»
Pues ¿quién le dio comisión,
si no conoce a quien ama
don Rodrigo, en prevenir
340
dama para él? Mas Clavela
mis secretos le revela,
aunque procura fingir.
Siendo don Rodrigo Otón,
y si la Condesa me ama,
345
guardarase para dama
de don Rodrigo Girón.
Pero ¿cómo puede ser,
si Casimiro ha llegado,
por la Condesa avisado,
350
a quien ya llama mujer,
y una noche en el terrero,
junto a la lengua del mar,
le oí yo mismo alabar,
arrogante y lisonjero,
355
que le amaba la Condesa?
Ella misma ha confesado
que toda el alma le ha dado;
y pues ella lo confiesa,
no pasemos adelante,
360
engañosas conjeturas.
Mas, ¡cielos! ¿Las picaduras
y la pequeñez del guante...?
No es afición, sino es sueño.
¿Hay más confuso cuidado?
365
«Dadme vos que esté picado;
que yo haré que venga al dueño.»
Todas estas muestras son
que se guarda, porque me ama,
la Condesa para dama
370
de don Rodrigo Girón.

Escena X

PINABEL, CHINCHILLA. -DON RODRIGO.

PINABEL
Pues, Otón, ¿vos aquí tan melancólico,
cuando todo Momblán se regocija
de ver a Casimiro tan gallardo,
que todo el mundo le echa bendiciones?
375
Salid a recebir a quien ha sido,
si ahora vencedor, vuestro vencido.
DON RODRIGO
No sé qué pesadumbres interiores
me tienen, Pinabel, desazonado
para cosas de gusto. El Conde venga
380
con bien, para que goce a la Condesa.
PINABEL
Según vos lo decís, mostráis que os pesa.
DON RODRIGO
¿A mí pesar? ¿Por qué? -¿Y han ya llegado
a palacio?
PINABEL
Ya están en la gran sala,
cercados de parientes y de amigos.
385
Saliole a recebir a la escalera
Diana, entre la nieve de sus tocas
deshojando claveles la vergüenza
que a verle se asomó por sus mejillas.
Hincose el Conde de rodillas luego,
390
diciéndole turbado: «Gran señora,
por imitar a Dios de todos modos,
si soberbio y armado me humillastes,
humilde y desarmado premio aguardo.
Por preso vuestro vengo; que intereso
395
ser vuestro esposo ya por vuestro preso».
Ella entonces, no sé si desdeñosa
(propiedad de mujer cuando más quiere),
le dio la mano y dijo: «No permita
Vuestra Excelencia, cuando está en su casa,
400
hincar rodillas a quien mandar puede».
Y no dando respuesta a las razones
tocantes a su amor y alegres bodas,
alzando al Conde, de miralla ufano,
le dio lugar para besar su mano.
405
DON RODRIGO
¿La mano le besó?
PINABEL
Y al lado suyo
se entraron en la sala, donde un pliego
abrió del duque Arnesto, en que le ruega
se case con el conde Casimiro,
diciéndole que escribe al mismo punto
410
que se pone a caballo, porque quiere
venir a ser padrino destas bodas.
DON RODRIGO

(Aparte.

Ea, juntaos, desdichas; venid todas.)
En fin, ¿que la Condesa muestra gusto
con el dichoso conde?
PINABEL
¿Pues no es justo?
415
DON RODRIGO

(Aparte.)

¡Ay, vanas esperanzas mal logradas!
PINABEL
Aunque ocupada, Otón, con tantas cosas,
mira con tal cuidado por las mías,
que acaba de advertirme que esta noche
quiere que dé la mano a vuestra hermana,
420
responda o no responda don Rodrigo;
que gusta que a sus bodas se anticipen
las mías, y a pesar de la mudanza,
la posesión destierre a la esperanza.
Y aunque querello la Condesa sobra,
425
estimo de manera vuestro gusto,
que no quiero sin él ninguna dicha;
puesto que ya debéis de estar cansado
de dilaciones deste don Rodrigo,
y el sí le concedáis por ser su amigo.
430
DON RODRIGO
Pinabel, no ha dos horas que una carta
de don Rodrigo tuve, en que me avisa
que en Momblán ha de estar esta semana.
Mirad ¿cómo os podré dar a mi hermana?
PINABEL
Fácilmente podéis, si la Condesa
435
me desposa esta noche; que forzado,
ni podéis hacer más, ni estáis culpado.
DON RODRIGO
La Condesa, en sabiendo que está en Flandes
don Rodrigo Girón, no le hará agravio,
ni a mí me querrá dar tal pesadumbre.
440
PINABEL
Siempre vos la mostráis en cosas mías;
y si por ser yo hermano del difunto,
os parece que sea yo heredero
del odio que le habéis, Otón, tenido,
podrá ser que lo sea en su venganza.
445
DON RODRIGO
Habladme, Pinabel, con más templanza.
PINABEL
¿Qué templanza merecen vuestros humos?
¿Vos entendéis que yo no los conozco?
Ya sé que os prometéis sin fundamento
condados que soñáis, y que perdida
450
está por vuestro talle alguna dama,
con quien haciendo al Conde competencia,
pasáis de la merced a la excelencia.
También sé que el negarme a vuestra hermana
es porque imagináis no ser iguales
455
mis prendas a las vuestras; que un cuñado
de un duque, potentado de Alemania
(como vos soñáis ser), querréis que sea
algún emperador, y aun será poco.
Quedaos para arrogante, necio y loco,
460
que ni Clavela es digna de llamarse
mi esposa, ni de vos hay que hacer caso,
que sois loco de atar.

(Vase.)

Escena XI

DON RODRIGO, CHINCHILLA.

CHINCHILLA
Detén el paso,
liebre, conejo, y triunfe la espadilla:
sabrás quién es el capitán Chinchilla.
465
DON RODRIGO
Déjale; que padece el mismo daño
que yo. De celos muero, celos tiene;
no me espanto que diga disparates.
CHINCHILLA
Si no se va, por Dios que hay carambola.
Cambrones lleva bajo de la cola.
470
DON RODRIGO
Voy a ver a Clavela; que si el Conde
viene a ser, como dicen, de Dïana
amado dueño, con Clavela pienso
el tropel aplacar de mis desdichas,
pues todas mis venturas son tan cortas.
475
CHINCHILLA
Cuando hay falta de pan buenas son tortas.

(Vanse.)

Escena XII

CASIMIRO, FLORO, PINABEL.

PINABEL
Diérale yo el bien venido
a Vuexcelencia, señor,
si hubiera para bien sido,
y no impidiera su amor
480
un loco desvanecido.
Vuexcelencia cree que viene
a gozar en esta empresa
dichas que por ciertas tiene;
pues si ama a la Condesa,
485
para gozarla conviene
dar primero muerte a Otón,
que es pesado impedimento
de su justa posesión.
CASIMIRO
¿Cómo así?
PINABEL
Trae pensamiento
490
(que a esto llega su ambición)
de ser en Oberisel
conde.
CASIMIRO
¿Otón?
PINABEL
Otón, que loco
sitial previene y dosel,
y todo lo juzga poco,
495
no siendo debajo dél
esposo de la Condesa.
CASIMIRO
¿Pues tiene ella dél memoria?
PINABEL
Como en la pasada empresa
de vos alcanzó vitoria,
500
no le castiga, ni aun pesa
a Diana de que intente
lo que imposible ha de ser,
y más teniéndoos presente.
CASIMIRO
¡Ah, mudanzas de mujer,
505
ya en menguante, ya en creciente!
¿Que Otón loco y arrogante,
osa hacerme competencia?
¡Él de la Condesa amante!
No hay sufrimiento y paciencia
510
para agravio semejante.
Matarle será mejor.
FLORO
Advierte lo que hacer quieres.
CASIMIRO
Esto conviene a mi honor.
¡Ah liviandad de mujeres!
515
Siempre escogéis lo peor.
PINABEL

(Aparte.)

Así la arrogancia vana,
Otón, sé yo castigar
de una locura liviana.
La vida te ha de costar
520
no haberme dado a tu hermana.

(Vanse.)

Escena XIII

La CONDESA.

   ¿Es posible, rapaz ciego y desnudo,
cuando el seso por un español pierdo
que a mis locuras se resista cuerdo,
y a mis palabras contradiga mudo?
525
    Declarado se ha el alma cuanto pudo
permitir la vergüenza sin acuerdo.
Si es español y amante, ¿cómo es lerdo?
Si Amor habla por señas, ¿cómo es mudo?
    Aquí está el Conde, el Duque viene a verme,
530
que quiere darme esposo aborrecido,
y de pensallo la esperanza muere.
    Decilde, Amor, que acabe de entenderme;
pero no se dará por entendido:
que es peor sordo el que entender no quiere.
535