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Canto XIII



I
                Sobre el sueño se han dicho muchas cosas,
Ya en prosa, ya también en poesía,
Que verdaderamente son curiosas,
Y otras se están diciendo cada día
Quien dice bien de él, quien horrorosas
Cosazas contra su Genealogía;
Otros prescinden, no hablando bien ni mal, 9670
Como le dice el genio a cada qual.
 
II
Ordinariamente dice bien de él
Todo aquel, que a dormir es inclinado,
Mas de quien duerme poco, y no es infiel
En lo que habla, es más tal vez vituperado,
Como celebra el bello sexo aquél,
Que está de alguna Bella enamorado,
Mas el que no lo esté, si no es bestial,
No habla de las Mugeres bien, ni mal.
 
III
Unos llaman al sueño el más perfeto 9680
Restaurador de la cansada vida;
Otros del Cielo don, dado en efeto
Para olvidar los males, por cumplida
De el oprimido pecho, y un discreto
De la virtud le llama el homicida,
Hermano de la muerte, y hai quien dice
Que su Padre es el Érebo infelize.
 
IV
Este afirma, que al hombre tiene sano,
Y que al enfermo es gran medicamento;
Aquél, que de la sangre es el Tyrano, 9690
Estorvando su libre movimiento.
Y por mí estoi tocando con la mano,
Que quando duermo bien me hallo contento,
Sin pesadumbre alguna, y no quisiera,
Que a dispertarme un simple se viniera.
 
V
El sueño a todo mal todo cuidado
Si paz no da, da tregua ciertamente,
Y el pecho, mientras dura, exonerado
De el humor hipocóndrico se siente
Y, según escrivió cierto Letrado, 9700
Mientras duerme es igual toda la gente.
Pues mientras duermo dentro de mi capa
Igual al Duque soi, al Rey, y al Papa.
 
VI
Antes bien más dichoso me abandono
Al sueño, sin el miedo justo, o vano,
De que a usurparme la Corona y Trono
Se me venga algún bárbaro Tyrano.
Ni de que de algún clarín el ronco tono,
El sueño me interrumpa dulce y sano.
Y sólo temeré por las mañanas 9710
El devoto rumor de las Campanas.
 
VII
Si una imagen tal vez triste y funesta
El sueño me perturva, otras contento
Soñando estoi hallarme en un fiesta,
O lleno de oro, y plata, o bien me siento
Con una Mytra encima de la testa;
Que de estas fantasías tienen ciento.
Y aunque despierto vea ha sido engaño,
El rato que me holgué, no me hizo daño.
 
VIII
Por esso nunca quise ser casado, 9720
Para poder dormir tranquilamente,
Ni Médico ser quise, ni Avogado,
Ni Ladrón; porque duermo largamente;
Sobre todo después de aver cenado
El sueño se me adapta grandemente
A mi cuerpo, en echándome en la cama,
Y nada se me da por quien no me ama.
 
IX
Mas aora conozco he recitado
Sobre el sueño una larga filastroca,
La qual si huviera un poco más durado 9730
(Bien que esto decirlo no me toca),
O Dios! Y quánto huviera ya roncado
Más de uno, o bostezado con la boca!
Pues vi a muchos durmiendo en essas sillas,
Y haciendo reverencia a las rodillas.
 
X
Paréceme acordar algún Doctor
El refrán de: el dormido, nada pesca;
Mas, como nunca he sido Pescador,
No me hace fuerza una razón tan fresca.
Especialmente leyendo en cierto Autor, 9740
Que hai entre los refranes mucha tresca
Y entre ellos el más apto a convencerme
Es el otro: Nunca peca aquel que duerme.
 
XI
Pues si siempre estuviéramos dormidos
Tantas culpas no avría, y tantas penas;
Ni tampoco estaríamos surtidos
De tantas almas puras, Santas buenas,
De tantos hombres sabios, y entendidos,
Que los siglos nos dan a manos llenas.
Si assí me replicare algún morondo, 9750
Yo al Señor replicante assí respondo.
 
XII
Señor mío, es verdad; pero esa gente
En nuestros tristes días es mui rara;
Aquella, que se ve frequentemente
Es la perversa, la que es cosa clara
Que lo ignorante aforra en lo insolente.
Y assí, si ésta durmiera todo el año,
El provecho sería más que el daño.
 
XIII
Sólo exceptúo aquellos (son mui pocos)
Que todo el día están bien ocupados, 9760
Y no lo emplean en amores locos,
Ni en el juego, por no verse arruinados,
Derramando zequines, y bayocos:
Estos sí, que ser deben moderados
En dormir, y si yo fuere de aquellos,
Yo haría lo que hacer debían ellos.
 
XIV
Bien creo que ninguno dudará,
Que uno de tales Héroes luminosos
Fue Tulio, y fácilmente creerá,
Que hasta estos nuestros días tenebrosos 9770
No ha avido hombre más sabio, ni le avrá,
Dispertémosle pues, siendo piadosos,
Porque es razón se aveze desde Infante,
A no ser dormilón, mas vigilante.
 
XV
Por lo qual me confiesso arrepentido
De averlo yo dejado dormir tanto.
Alto, pues, Cicerón, que harto has dormido,
Despierta, Tulio mío: mientras tanto
Paréceme que siento algún gemido,
Como medio sollozo, o medio llanto 9780
Y que la Madre acude apresurada,
Como la Obeja a la cordera amada.
 
XVI
La ventana abre en fin la buena Elvira,
Y al Niño ve algún tanto avergonzado
De hallarse en cueros, quando alguien le mira;
Si ya, de la virtud enamorado,
No fue contra sí mismo enojo, o ira
Por aver tanto tiempo al sueño dado;
Acaríciale Elvira, y le enamora,
Y sin embargo Tulio gime y llora. 9790
 
XVII
Acaso gime y llora, porque piensa
En lo caduca que es aquesta vida,
Que poca miel, y mucha hyel dispensa,
Empezando a morir desde nacida,
O llora de hambre, y Elvia la despensa
De el pecho en abrir tarda endurecida,
O llora ya (y esto es sin duda alguna)
Porque el pobrete se meó en la cuna.
 
XVIII
Y veis aquí con qué desembarazo
Me he vuelto de patica a mi assunto, 9800
De el que quizá más de un picaronazo
Me juzgava distante en este punto;
Pero yo nada tengo de pelmazo,
Y assí un amigo mío ya difunto,
Decir solía en tono admirativo:
Paseroni es un hombre expeditivo.
 
XIX
Ya se cuentan con este trece Cantos,
Y de Tulio parece que aora empieza
A hablar. Señores, por mil Santos
No vengáis a romperme la cabeza, 9810
Que es cien vezes más dura que los Cantos,
Y, si la pican, crece la dureza.
Mas ya que está dispierto Tulio, y llora
Sigámosle un poquito por aora.
 
XX
Alágale la Madre, y le consuela
Con dulzes besos, dulzes palabritas;
Y el Niño a responder en vano anhela,
Alargando acia el pecho las manitas,
Y abriendo alegremente la bocuela,
Como suelen hacer las avecitas. 9820
Y su Madre, que aquel lenguage entiende,
Le toma en brazos, y a su gusto atiende.
 
XXI
Si está fajado, al punto le desfaja.
Muéstrese Tulio alegre allá a su modo,
Libre de la opinión, y de la faja.
Elvia le limpia, y registrado todo
Se desabrocha, y el pezón le encaja
En la boquita, y apoyando el codo,
Como Muger modesta y recatada,
Mandó salir del quarto a la Criada. 9830
 
XXII
Entonces Cicerón gallardamente
Avalanzóse al pecho no vedado,
Y a la materna nutritiva fuente
Aplica el labio un poco apresurado;
Si Elvira mientras tanto dulcemente
Le besa, o ya le rasca, él mesurado,
Como quien su derecho la confiessa,
Calla, y prosigue en su gallarda empresa.
 
XXIII
Pero, si otra muger le besa, o toca
(Porque el ver las Mugeres no las basta, 9840
Y quieren con las manos y la boca
Palpar si es que los Niños son de pasta)
Cicerón, agarrándola la toca
Con quanta fuerza tiene la contrasta.
Y con pies y manitas se defiende
De un manoseo, que el pudor ofende.
 
XXIV
Es fama que dio a Berta una puñada
Porque una vez, aviendo resistido,
En brazos le tomó, y casi faltó nada
Para hacer tuerta a Gila de Bellido 9850
Por lo mismo; y assí ninguna ossada
Era a tocarle, si no estava dormido.
Como otro Alcide, que aún no tenía dientes,
Y supo sofocar a dos serpientes.
 
XXV
Bien que de el tal Alcides no es segura
La Historia, que antes bien es mui incierta,
Y el inventor, quizá por la figura,
Juzgó que era serpiente una Lacerta,
Y encajónos por tal dicha aventura.
Esta opinión parece la más cierta, 9860
Y seguirla es mejor, o menos mal,
Porque la cosa assí es más natural.
 
XXVI
Mas demos que el tal hecho fuesse cierto,
Y que de dos serpientes en la curia
Se burlasse, en lugar de quedar muerto;
Mayor azaña fue sin duda alguna
La de Tulio, librándose despierto
De dos Mugeres, y aun de sólo una
Pues sola una muger sabe qualquiera,
Que es mucho más feroz que qualquier fiera. 9870
 
XXVII
Sábelo Alcides mismo, aquél que a Anteo
Derribó en tierra con robusto brazo;
Aquél que desolló al León Nemeo,
Después de averle roto el espinazo;
Aquél que a Nesso y Caco echó al Leteo,
Y al Dragón le mató con un porrazo;
Este mismo; después de tanta gloria,
De una vil mugercilla fue victoria.
 
XXVIII
Con razón las Mugeres comparadas
A las vívoras son en muchas cosas: 9880
Unas y otras traidoras y taymadas,
Unas y otras a qual más maliciosas;
Especialmente quando son tocadas,
Unas y otras irrítanse furiosas,
Y unas y otras (según dice Galeno)
Tienen también el más mortal veneno.
 
XXIX
Antes bien podrá más fácilmente
El de qualquier Muger emponzonarte,
Pues parece sencilla, e inocente,
Y sabe la manera de engañarte. 9890
Quando huye de la Vívora la gente:
En una está el veneno en una parte.
En otra no se encierra en una pieza,
Pues de los pies se estiende a la cabeza.
 
XXX
En ellas, digo yo, todo es veneno:
Cabeza, cuello, cara, ojos, garganta
Y las pellas que ostentan oro el seno,
Movimientos, meneos, garbo, planta;
Y hasta el mismo desdén parece lleno
De una dulce ponzoña que te encanta; 9900
Y cantando en tu muerte, pues lo quieres,
Eres Cisne en verdad, pero al fin mueres.
 
XXXI
La risa mugeril es para el hombre
Veneno, y más veneno el tierno llanto,
Al qual no hai resistencia, y no te asombre
Porque todo es en ellas un encanto;
O dale si gustares otro nombre
El hecho es, que aquel húmedo quebranto
Penetra el corazón más valeroso
Y más si es noble, atento, y generoso. 9910
 
XXXII
O tú, que tienes todavía sana
El alma del amor a las Mugeres,
Haz aquello, que al son de la campana
A los tordos tal vez hacerlos vieres.
Suena el metal, mas no los da la gana
De moverse: Tú, pues, si cuerdo fueres,
Déjalas inventar mil trazas nuevas
Para moverte; pero no te muevas.
 
XXXIII
Huye de la muger, como el lentisco
Huye sagaz el pájaro ya experto; 9920
Si mata con la vista el Basilisco,
Con la vista mata ella, y esto es cierto,
Porque assí lo cantó un Frayle Francisco,
Que se llamava el Padre Fray Roberto.
Pues, para que mirando no te mate,
Huye que lo demás es disparate.
 
XXXIV
Con la presencia, con la vista sola
Veneno brindan; qué harán con el tacto?
Toda burla con ellas tiene cola,
Toda palabra dulce, todo acto 9930
Cariñoso nos hace la mamola;
Porque al fin nos advierte Teofilacto,
Que son todas las hembras venenosas,
Pero más que las feas las hermosas.
 
XXXV
Mas vuélvome a mi Tulio, el qual aferra
El pecho fuertemente mientras mama,
Y los ogitos vuelve, como perra,
Quando a sus cachorrillos lame, o llama,
O quando con sus dientes roe, o cierra
Con un huesso de un Toro de Jarama, 9940
Como quien dice: ésta es hacienda mía
Lejos de aquí gente profana e impía.
 
XXXVI
Elvia le deja estar junto al sobaco,
Ni tampoco de el pecho le destaca,
Hasta que quiera el Niño, pues su saco
De leche lleno está como una baca.
Y Tulio, que ya muestra ser bellaco,
Sólo piensa llenar bien su barraca,
Estrujando, esprimiendo los pezones;
Y hace venir la leche a rempujones. 9950
 
XXXVII
Después, que huvo agotado la basija
No está contento, y descubriendo el seno,
Con garbo, aplica el labio a otra botija,
Que está hinchada, como utre de ayre lleno;
En el cielo después los ojos fija,
Y ya que hablar no puede, da sereno
Mil gracias a las Diosas, y a los Dioses
Con dos estornudicos, o dos toses.
 
XXXVIII
Después de aver mamado media hora,
Y retener lo que mamó procura, 9960
Alza cabeza, y ojos, y enamora
A la Madre con su gentil postura.
Entonzes la castísima Señora,
Por estar de peligros más segura,
De el lácteo manantial cierra la puerta,
Porque no entre el Ladrón, si la ve abierta,
 
XXXIX
Mas no niega a su hijo el alimento,
Antes de abrir la tienda está dispuesta,
Siempre que pida el Niño su alimento
Aunque sea el mayor día de fiesta, 9970
Y muestra Tulio su agradecimiento,
Haciendo mil monadas con la testa,
Con la qual mudamente a decir viene,
Que conoce el amor, que ella le tiene.
 
XL
Y en verdad tanto Elvira le quería,
Que dejava por él comida y cena:
Al más mínimo llanto que le oía
Lo levantava, y de ternura llena
En sus brazos gozosa le tenía
Hasta verle con faz clara y serena; 9980
Ni a fatiga, o trabajo perdonava
Mientras no se dormía, o se aquietava.
 
XLI
Ella sola le arrulla, limpia, y faja,
Ella ríe con él, llora si llora,
Y porque calle, enséñale la caja;
Ella le hace cariños, le enamora,
Sin decir que la muele, ni la maja:
Ella le da mil besos cada hora,
Le alaga, le menea, le traquiña,
Y ella en fin con el Niño, se hace Niña. 9990
 
XLII
Reír me hacen las Madres a la moda,
Que luego que a sus hijos ven nacidos
Los entregan a otras, y con toda
Serenidad esperan, que crecidos
Amarán a sus Madres. No acomoda
A los hombres de juicio, y entendidos
Una costumbre tal, pues muestra el hecho,
Que el amor maternal le cría el hecho.
 
XLIII
Los que este amor no tienen, hacen mal,
Y no pretendo yo escusar su error; 10000
Porque es justo, es debido, es esencial
El respeto a los Padres, y el amor.
Pero por otra parte es natural,
Que uno y otro mayor sea o menor,
Según menos o más fueron prolijos
Los Padres en criar ellos sus hijos.
 
XLIV
Es mui sabido lo de aquel Romano,
Que, retornando a Roma Victorioso,
Salió el Pueblo a encontrarle alegre ufano,
Como a un Padre un buen hijo respetuoso 10010
Sale a besar la venerada mano.
Descubrió entre el concurso numeroso
A su Madre y a la Ama, que le aclama;
Qué hizo? dejó aquélla, y fuesse al ama.
 
XLV
La Madre se quejó, y él a su queja
Esta respuesta dio: me concebiste
Por tu deleyte, quando no eras vieja.
Después de concebido, me pariste,
Porque más no podías, y assí deja
Que a esta Muger, que tú misma me diste 10020
Por Madre, y como tal me dio su pecho,
Como a tal la conzerve su derecho.
 
XLVI
Ella con gran paciencia me arrullava,
Y quando estava frío me encubría;
Enjugávame el llanto, si llorava:
Y mil impertinencias me sufría.
Quando era menester me castigava,
Y sobre mí velava noche y día.
Juzga aora Tú, si es justa tu querella,
Viendo lo que Tú hiciste, y lo que hizo ella. 10030
 
XLVII
Quántos hijos podrían otro tanto
Decir, como el Romano entonzes dijo;
A tantas Madres de mantilla y manto
Que cuidan más de un perro, que de un hijo?
Ellas quieren holgarse todo quanto
Se pueden divertir: de que colijo
Que se casaron sólo por holgarse
Sin pretender en más embarazarse.
 
XLVIII
Si Tulio fue de buen temperamento;
Si no le incomodó el calor, ni el frío; 10040
Si fue sano el materno nutrimento;
Si al vizio resistió con tanto brío;
Si fue en el mundo un gran predicamento;
Si fue un mar de eloquencia, y no ya un río,
Todo a su Madre Elvira lo debía,
Pues sin ella en verdad ni aun nacería.
 
XLIX
O el mundo poco huviérale logrado,
Porque suele venir presto la muerte,
Especialmente a un hombre gran Letrado,
Y Letrado de aquella classe, o suerte. 10050
Sin Elvia Tulio nunca huviera dado
Señales de varón constante y fuerte,
Y si siempre vivió robusto y sano
Gracias dé a su buen juicio, y buena mano.
 
L
Fajava Elvira mui discretamente
Al Niño Tulio el tierno cuerpecito,
Y no como lo hacen comúnmente
Las Mugeres, que tienen mui poquito
De sesso, que éstas oy tan fuertemente
Fajan al inocente parvulito, 10060
Que por milagro más de alguno cuenta,
Si aquella Criatura no rebienta.
 
LI
Por eso el día de oy estamos viendo
Tantos cojos, tullidos, y estropeados,
Por cansa de las fajas, no advertiendo
Que son sus miembrecitos delicados,
Y que aun los huessos pueden (no queriendo)
Quedar de su lugar desencajados:
De manera, que en muchos son las fajas
Precursoras tal vez de las mortajas. 10070
 
LII
Bendito, pues (decía Juan Meneses)
Aquel País sencillo y natural,
Que nunca conoció tales arnesses,
O por mejor decir, tan grande mal,
Y bendito también todas las resses,
Porque no necesitan moda tal,
Pues las fajas jamás dieran molestia
A ninguna Ave, Bruto, insecto, o bestia.
 
LIII
Elvira cuidadosa procurava
Conservar a su hijo en alegría, 10080
Y desde su nacimiento desterrava
De el Niño toda triste fantasía;
Bien instruida de que ocasionava
Gran daño en la salud la hypocondría.
Que como hyerva mala presto prende,
En qualquier campo, y por él largo se estiende.
 
LIV
Ella todo placer, y toda fiesta
Echa a perder, si es verdadera y fina;
La cama es duro potro que molesta,
A todo aquel, que a la tristeza inclina, 10090
Y el día se hace noche, quando ésta
Por su desgracia al hombre le domina.
No se sufre a sí mismo, es enfadoso,
Sin saber qué es quietud, ni qué es reposo.
 
LV
Mas si alguno juzgare que yo miento,
Porque este mal maldito no ha provado,
Ponga los ojos, o bien el pensamiento
En algún Mozalvete enamorado.
Verále pensativo, tardo, y lento,
Verále macilento y descarnado: 10100
Si parla, parla siempre de su bella,
Si le hablan, sólo atiende, si hablan de ella.
 
LVI
Quiere dormir, y al punto presurosos
Acuden los suspiros mordicantes,
Excitándole sueños pavorosos,
Que Amor quiere a los suyos vigilantes.
Siempre están malcontentos, y zelosos,
Siempre son intratables los amantes;
Siempre tímidos son, y en compañía
De el Amor, siempre va la hypocondría. 10110
 
LVII
Esta es una carcoma, es un gusano,
Un cáncer, un humor que va royendo
Poco a poco el corazón humano.
Yo lo he experimentado, y yo lo entiendo.
Assí, pues no penséis que parlo en vano;
Prové a curar mil modos emprendiendo.
Pero prové de todos el desayre,
Pues todos hasta oy fueron al ayre.
 
LVIII
Pero ninguno piense, ni aun por sueño,
Que esto nazca de amor, que amor no tiene 10120
Dominio en mí, pues yo de mí soy Dueño.
Toda mi hypocondría, toda viene
De la Vida de Tulio, y de el empeño
De escrivirla en Octavas, qual conviene.
Esto me tiene consumido y flaco,
Sin comer, sin dormir, y aun sin tabaco.
 
LIX
O Juan Bartolo, a tu fatal quaderno
Debo el ser esqueleto descarnado,
Tiritar en Verano, y en imbierno
Sudar de pura cólera, y enfado. 10130
Hace en mí la tristeza un desgovierno
Tan general, y tan desvaratado,
Que quisiera estar ya en el Paraýso,
A los pies de S. Roque, o S. Narciso.
 
LX
Consuélame algún tanto aquel Platónico
Que escribió nunca hacerse u[n] buen Poeta
Sin algo de sindéresis harmónico;
Porque jamás arriva a la alta meta
El que no pica un poco en melancólico:
Esto a decir verdad mucho me inquieta, 10140
Porque a las vezes se distinguen poco
Un hombre melancólico, y un loco.
 
LXI
A la locura vive tan vezina
La hypocondría, que apenas dista un passo;
Y quando ésta en el hombre predomina,
Luego comienza aquélla a hacer fracaso.
Supo por experiencia esta doctrina
Nuestro insigne Poeta Garzilaso;
Sábenla mucho más que en otras artes
De los buenos Poetas las tres partes. 10150
 
LXII
No ignorava estas cosas Doña Elvira,
Y por esso a su hijo procurava,
Tenerle siempre mui de tararira
Para lo qual algunos le contava
Cuentos, fuessen verdad fuessen mentira,
Porque contra la murria no encontrava,
Remedio más activo, y más valiente,
Ni que más embelese a cierta gente.
 
LXIII
Por esso cada día más de ciento
Invenciones forjava, o discurría 10160
Para el Niño tener siempre contento;
Unas vezes haríale cosquillas,
Otras baylar moviéndole en el viento;
Algunas un sylvato le ofrecía,
Enseñávale tal vez un real de a ocho,
Pero las más mostrávale un Vizcocho.
 
LXIV
Hacíale reír con sus enredos,
Y ella misma de risa rebentava,
El Chicuelo mordíase los dedos
De risa, sin saber que la causava, 10170
Como en el juego llamado Zepos quedos,
Que algún día en España se estilava.
Avréis visto reír también vosotros
A muchos, porque ven reír a otros
 
LXV
Quántos mientras aora estoi leyendo
Estas Octavas, ríen sanamente,
Porque reír a otros están viendo?
Hacen bien, que el reír alegremente
Es propio de hombres, a lo que yo entiendo,
Y el hacer de mui grave eternamente 10180
Sin saber reír nunca no es modestia,
Sino arrastrar bayetas para bestia.
 
LXVI
La risa, y la alegría, si es discreta,
No es, como algunos creen estultizia;
Pues nos prohíbe Dios por un Profeta
Darnos de la tristeza a la malicia.
Y aun el mismo Profético Poeta
Dice: Servite Domino in letitia,
Y el Letamini in Domino, cantando
En sus Psalmos nos va de quando en quando. 10190
 
LXVII
El que condena una alegría honesta,
Acompañada del temor de Dios,
No sabe él mismo dónde está su testa,
Ni yo lo sé, ni aun quizá lo sabéis vos.
La alegría no fue jamás opuesta
A la piedad, decía un tal Quirón,
Y hasta el mismo Catón la pretendía,
Pues la iba a buscar a la Ostería.
 
LXVIII
Quando un frasco, o bien dos, o a vezes tres
De Falerno se había al cuerpo echado, 10200
Tanto gusto era oírle, que a sus pies
Era cosa de estarse uno embobado
Y con la boca abierta todo un mes,
Pero el día infeliz y desgraciado,
Que no avía bebido, estava fiero,
Taciturno, espetado, y mui severo
 
LXIX
Aquel día, que fue de sí homicida,
Según nos cuenta un cierto Flaco Quinto
No avía provado en la comida
Ni en el almuerzo vino blanco, o tinto. 10210
Y assí huviera logrado aquella vida
Otro más noble fin, y más distinto,
Como huviesse bebido el gran Romano
Un frasco, o dos de buen Montepulciano.
 
LXX
En esta infeliz vida nos conviene
Mezclar con los trabajos la alegría,
Y si alguno por grande loco tiene
Aquel sabio, que siempre se reía
Más loco aún quizá, si a mano viene,
Era el otro perpetuo Jeremía, 10220
O a lo menos (queriendo decir poco)
Problema es para mí quál es más loco.
 
LXXI
Aquél que nunca ríe, y siempre austero,
Jamás sereno el lóbrego semblante,
Aquél que nunca ve al Sol placentero,
Sino siempre anublado por delante,
Camina presuroso al matadero
Porque vive mui poco, esto es constante;
Pero el de alegre humor, sea quien fuere,
Mientras alegre vive, tarde muere, 10230
 
LXXII
Yo que alegres quisiera ver a todos
Después de sesenta años, y aun de ciento,
Y con estas Octavas de mil modos
Pretendo que lo estéis, y este es mi intento,
No me irrito, ni muérdome los codos,
Quando reís, antes me dais aliento;
Porque, entre otros, mi fin particular
Es haceros reír, o rebentar.
 
LXXIII
Pero diráme alguno, que la risa,
No es de alegría prueva mui segura, 10240
Porque tal vez entre ella se divisa,
Un corazón, que nada en amargura.
Assí es, y esso mismo me precisa
A creer lo que oí decir a un Cura,
Que la risa es hypócrita y violenta
Quando el alma no está quieta y contenta.
 
LXXIV
De estas premisas es la consequencia,
Que Elvira era muger de gran juicio,
Testa quadra, y grandíssima prudencia,
Pues no sólo cuidó que su Novicio 10250
Hijo riesse siempre en la ocurrencia,
Sino también, sobre el común prejuicio,
Le enseñó que el contento mere externo
Es mero fantasmón sin el interno.
 
LXXV
Aquel contento, digo, que se encuentra
Más fácilmente en Chozas, y en Cabañas,
Donde el ayre, y la nieve a su gusto entra,
Sin otro estorvo que el de paja, y cañas,
Aquel contento, que se reconcentra,
De un Pastor inocente en las entrañas, 10260
Pues del contento interno los Pastores
Saben más en verdad, que los Señores.
 
LXXVI
O! y cómo viven más alegremente
Los rústicos Villanos en su inopia,
De lo que vive tanta y tanta gente
Que de riqueza tiene imensa copia.
Hállase en la Campaña fácilmente
La alegría sincera al hombre propia,
La que por oro y plata no se halla,
Y en la ciudad es necedad buscalla. 10270
 
LXXVII
No creo que en el mundo hai otra cosa,
Que el ánimo mantenga más tranquilo,
Que ver una Campaña deliciosa,
Como aquella, que dicen baña el Nilo.
Rara vez entra aquí la fastidiosa
Tristeza a perturbar quietud, ni chilo,
Y rara vez se atreven las molestias
A inquietar plantas, frutos, hombres, bestias.
 
LXXVIII
Aquí se come al doble de ordinario
De aquello, que se come en las Ciudades; 10280
Porque de la Cozina el Kalendario
Señala doble sus Festividades:
Aquí se duerme doble, aquí el Lunario
En cada quarto da sus libertades:
De aquí está desterrado el ayre impuro,
Y aquí siempre se bebe el vino puro.
 
LXXIX
Aquí se goza un Cielo claro, abierto,
Y el Paraíso aquí se ve terrestre;
Tanto, que lo que es yo tengo por cierto,
Que casi embidio a un animal campestre, 10290
Y aun por esto cada año hize concierto,
De andar a una Campaña algo sylvestre,
Bien que en un sitio hermoso, ameno, vago,
Cómodo, alegre, que se llama Omago.
 
LXXX
Un Palacio magnífico se ostenta
En este sitio, donde más de ciento
Se pueden alojar, según mi cuenta.
Gózase aquí placer, divertimiento;
La tristeza huye, se ausenta,
Sólo entrada se da al gozo, al contento, 10300
A la alegría, al garbo, a la abundancia,
Al esplendor Real, y a la elegancia.
 
LXXXI
De los altos Palacios mui distante
Gusta estar, y por eso el Campo abraza.
Tras de ella Elvira fue, como es constante,
A un sitio ameno, donde no embaraza
Nada al ayre correr puro, y fragante,
Donde Marco solía andar a caza,
Por ayer heredado de un Sobrino
No sé qué possessión cerca de Arpino. 10310
 
LXXXII
Aquí concurren Damas, Cavalleros,
Por explicarme assí, de todas partes,
A divertirse alegres, placenteros
Con juegos, invenciones, y mil artes,
Y quantos más arrivan forasteros
Los Lunes, los Domingos, y los Martes,
Y en lo restante en fin de la Semana,
Son recividos todos con más gana,
 
LXXXIII
O Gran Marqués, honor de los Licinos,
Cavallero sin par, Genio sublime, 10320
Gran gloria de Milán, y sus vecinos;
Consuelo de el que llora, y el que gime,
Perdona, si a tus raros, peregrinos
Talentos Musa humilde los oprime,
Sin temor de que alguno la condene,
Si de lo que ellos son noticia tiene.
 
LXXXIV
Tú digno hijo de la Patria eres,
Heredero feliz de tus Mayores.
El amor de el Común tus pareceres
Siempre respiran, siempre tus sudores 10330
Al bien universal consagrar quieres;
Y, añadiendo los frutos a las flores;
Como enseña el Político Propercio,
Resucitar pretendes el Comercio.
 
LXXXV
Por esso, aquella Augusta, Gran Princesa,
Que en la más fiel justíssima balanza
El mérito, y valor de todos pesa,
Y sabe bien adónde el tuyo alcanza,
Justamente le premió con essa
Noble prenda de amor y confianza; 10340
Excitando con ella tu ardimiento
Siempre a servirla con mayor aliento.
 
LXXXVI
Atento, más que al propio, al bien ageno,
Te encuentra el Forastero, y el Paysano,
Siempre afable con todos, siempre lleno
De amor, de urbanidad, y siempre humano;
Tan generoso, que émulo es tu seno
De el grande Augusto, Emperador Romano,
Y mi Musa tal qua, o grave, o leve,
Todo quanto ella es a ti lo debe. 10350
 
LXXXVII
En tu Palacio concebí el deseo
De parir a su tiempo a Marco Tulio:
No me acuerdo en qué mes, mas juzgo y creo,
Que pudo ser allá entre Mayo y Julio.
Trece Cantos van ya en el arduo empleo,
En que he estado un tantico majatulio.
No huviera sido assí, a lo que imagino,
Si Elicona, en vez de agua, diera vino.
 
LXXXVIII
Tú me mantienes, sin costarme nada,
Y yo, copleando, sin cuidado escrivo; 10360
Tú me miras benigno (esto me agrada)
Y yo a tú sombra mui contento vivo.
Mas Marqués tu modestia es estremada,
Y no quiero tocarla hoi en lo vivo,
Pues no me tiene cuenta el enojarte,
(Esto que es dicho a ti, dígolo a parte).
 
LXXXIX
Y tú, de mi Marqués digna Consorte,
O gloriosa magnánima Teresa,
En cuya frente, movimiento, y porte
Tu excelsa estirpe se presenta impresa, 10370
Tú que mil vezes te dignaste Norte
Ser, que el rumbo guiasse de mi empresa;
Tú, que enoblezes todo quanto miras
Tú, que a mi Numen estro nuevo inspiras.
 
XC
Tú de Milán, y aun de la Insubria bella
Ornamento feliz, alto decoro,
Que resplandeces luminosa estrella,
Por tu virtud tan pura como el oro.
Tú de quien todos dicen: ves aquella?
Pues aquella que ves es un Tesoro, 10380
Que sólo saber puede quanto vale,
Aquella, que en el mérito la iguale.
 
XCI
Pero volver, por no enojarte, quiero
A mi Elvira, que está en la Campaña
Con su hijo: viage lisongero,
Que dos vezes se usa en Alemaña,
Era en tiempo de flores el primero,
Y el segundo en Otoño, quando apaña
El Labrador los frutos, coge el vino.
Y hecho esto retirávase a su Arpino. 10390
 
XCII
Porque es estraño verdaderamente
El gusto de Campaña en el rigor
De el imbierno, en que estado el ambiente,
Y no se ve una hoja, ni una flor:
Lleno el suelo de lodo comúnmente,
Y que quando se mira causa horror;
Quando el agua, la nieve, y la neblina
Te precisan a estar en la cozina.
 
XCIII
Dirás, que en la Campaña hai libertad:
Se juega todo el día sans façon, 10400
Y se duerme la noche con gran paz;
Pero, si no me das otra razón,
Todo esso también se hace en la Ciudad
Yo en la Campaña busco diversión,
De selvas, prados, bosques, y florestas,
Pero di, en la Ciudad dónde están éstas?
 
XCIV
Quando vuelve a nacer la Primavera,
Quando Valles, y Montes reflorecen,
Quando a encontrar nos vuelve la hechizera
Voz de pájaro pardo; quando crecen 10410
Los racimos con granos, y se espera
De aquel licor, que tantos apetecen
Gran cosecha: entonzes, sí, que es justo
Estar en la Campaña, y es grande gusto.
 
XCV
Entonzes passo allá quatro semanas,
Sin pensar otra cosa todo el día,
Que en comer, y beber si tengo gana;
Y quando estoi en buena compañía,
Passo las noches, tardes, y mañanas
Sin saber qué cosa es melancolía, 10420
Conservándome siempre en buen humor,
Y en la mesa sé hacerme grande honor.
 
XCVI
De esto el Conde Imbonati es buen testigo,
Pues passamos un mes alegremente
Otros diez, él, y yo (doze conmigo)
Académicos todos, toda gente
De quien quejarse no pudo el amigo,
Que no supiesse hacer baylar al diente
Y toda esta Académica Langosta,
Todo aquel mes mantúvola a su costa. 10430
 
XCVII
A costa, sí, de su bolsillo, y lomo
De Visitar nos vino a todos gana
Montes, y Lagos de la antigua Como.
Que un ayre puro la mantiene sana.
Se podría formar un gruesso tomo,
Si la historia de nuestra caravana
Contar quisiera, y sus sucesos varios,
Parte mui serios, parte estrafalarios.
 
XCVIII
De Cavallasca la Campaña amena
Fuera a la pluma assunto, mui bastante: 10440
Ella es Montaña de delicias llena;
En ella no hai vejez, todo es brillante:
En ella crece de coplear la vena,
Soresi, y Balestier fueron su Dante.
Yo me detuve en ella mui poquito,
Y de Poeta vínome el prurito.
 
XCIX
De aquel ameno sitio, y dulze clima
Quedé perdidamente enamorado:
Parecióme era el Pindo aquella cima,
Y de verdad estoi determinado 10450
A volver a ponerme presto encima
De Cavallasca, ya que convidado
Estoi de su Señor, queriendo Dios,
Y passaré con él un mes, o dos.
 
C
Tres servicios en solos dos caminos
Haré, pues iré a otros dos Señores:
El primero, el gentil Conde Rubinos,
Que esperándome está con mil amores,
Con esso los lugares más vezinos
Veré también, gozando sus primores, 10460
Y, por cumplir palabra, dicho y hecho
A mi gran Conde Sola voi derecho.
 
CI
El Conde Sola con su faz serena
Es el Rey de los hombres generosos;
No hai que creer su gravedad austera,
Porque no cede no a los más garbosos.
Convidóme para esta Primavera
Y yo no soi de aquellos melindrosos,
Que, si no los convidan treinta vezes,
Se niegan con esquinzes, y esquivezes. 10470
 
CIII
Acuérdome también, que soi deudor,
No sé quánto ha, de una visita mía
Al Príncipe Trivulcio, y que a este honor
Añadió el de dejar de el tiempo y día
La elección a su humilde Servidor,
Pues con gran gentileza y cortesía
Me convidó después del chocolate
A que el agua a provar fuesse de Omate.
 
CIII
De mejor gana provaré yo el vino,
Que será bueno; porque en toda cosa 10480
Es un Señor de un gusto plus quam fino.
Beberélo sin mano melindrosa
Y diré que el gran chorro Cristalino
Al agua de su fuente tan preciosa
No llega; pues ya se usa en Nicaragua
Beber el vino y celebrar el agua.
 
CIV
A propósito de agua a Castelazio
Andaré, donde está del Arconati
El famoso magnífico Palazio,
Y un jardín, que hace excesos a Frascati. 10490
Desde allí al ameníssimo Cromazio
Caminaré al buen Conde Pertusati,
Donde hai mil juegos de agua, y en ninguna
Parte se ve lo que allí se aduna.
 
CV
Iré después al sitio de Mombello
Ameno, delicioso, alegre, sano.
Sitio famoso y en estremo bello,
En el gusto mejor, y más Romano;
Sitio, y fábrica tal, que por aquello,
Que se ve, digno es de un Soverano; 10500
Mas de sus ornamentos el mayor
Es la bondad de su Dueño, y Señor.
 
CVI
Y ya que en fin a caminar me meto,
A Moncuco andaré, y a un Patrón mío
El Conde Belgioyoso, que en efeto
Ama a mi Cicerón, porque es tan pío,
Que hace ya de este Niño gran conceto.
Y es buena prueva de esto, que os fío,
Que, si el Conde me ve en alguna junta,
Por él, con gran cariño, me pregunta. 10510
 
CVII
Treparé con el Conde Corio el monte
Llamado Orobio, y entre hyerva y flores
Beberemos los dos en su Orizonte
Aquel vino, que aviva los colores.
Y si al mundo volviera Anacreonte,
Otro no bebería, no Señores.
Después a Oramo iré, que en su nobleza
Alberga la piedad y gentileza.
 
CVIII
De el Conde Lambertengui no por cierto,
No penséis que me olvido, firmemente 10520
Propongo visitarle en su desierto;
Donde su diversión continuamente
Es tratar con aquel, y aqueste muerto.
A caza tal qual vez seguramente
Andaremos los dos de codornizes,
De liebres, de conejos, y perdizes.
 
CIX
Pero esta grande caza, si no es varia
Mi esperanza, será no más que un zero
(Como mi pierna se mantenga sana)
Respeto a lo que hacer después espero 10530
En un sitio de Casa Garombana,
Donde pienso passar un mes entero,
Con su Dueño y Señor, y otro qualquiera,
Ello se entiende como el Dueño quiera.
 
CX
Luego que haya ajustado, o bien compuesto
Un negocio, que traigo entre las manos
Monto a cavallo, y parto luego a Sesto
A ver los Condes de Adda, dos hermanos,
Que en lo sabio compiten, y modesto;
Y los tres leeremos en sus llanos 10540
Tal qual trozo de el Niño Cicerón,
De quien tienen los dos buena opinión.
 
CXI
A Don Remigio Amigo verdadero,
Andaré, porque está de allí vezino,
Sin tener que pagar al Calesero,
Pues seguiré por agua mi camino;
Y si es preciso el tiempo, como espero,
Derechamente a Vaprio me encamino,
A ser huésped de cierto Señor Cripa,
Hombre a manera de Menenio Agripa. 10550
 
CXII
Después parto a las Islas Borromeas,
Donde se usa comer con apetito
Faisanes, Esturiones, y Lampreas,
Y beber un licor archiesquisito;
Pero que yo allá parta no lo creas,
Sin que bien de palabra o por escrito
Benignamente me aya convidado
Quien me puede mandar como a Criado.
 
CXIII
Y espero que en aquellas cercanías
Veré a un Amigo mío, con quien pienso 10560
Detenerme unos diez o veinte días,
(Si ya no fuere un mes), con su consenso,
Sin que sea pedirle gullorías;
Pues me quiero cobrar con este censo,
De las pesetas, que jugando al Ombre,
Y a la Malilla me ganó aquel hombre.
 
CXIV
Mas, si perdiere, perderé con gusto,
Porque a lo menos juego, y me divierto
En Casa Balestier, donde el disgusto,
El tedio, y la tristeza, allá al desierto 10570
Desterrados están; y como es justo
El chiste, la alegría, y el concierto,
Sin que jueguen jamás con carta falsa,
De el mismo juego son la mejor salsa.
 
CXV
Y ya que a viajar el gusto hago,
A disponer voi luego la maleta,
Para estar unos días en Parbiago
En la Casa Morigia, si me azeta,
Antes que ande el camino de Santiago,
Porque la debo mucho, y si me aprieta 10580
El prurito de hacer otros viajes,
A otros mil, como viva iré parajes.
 
CXVI
Andaré; mas si todavía quiero
Andar más, me echaréis mui justamente
Donde no es bien decir. Ya considero
Que cansado estará aun el más paciente
De averme oído; pues que yo el primero
Lo estoi de aver garlado largamente.
Punto, pues, de viages a la lista,
Buenas noches, y a Dios hasta la vista. 10590
Fin del Canto XIII

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