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Canto XIV



I
                Los que están todo el año en las Ciudades,
Sin irse a divertir en la Campaña,
(Como tengan con qué) en todas edades
Tenidos fueron por Nación estraña
De los que intienden de comodidades,
Y saben de el vivir la arte y la maña,
Reputados por hombres infelizes
De Romanos, de Persas, y Fenizes.
 
II
No saben de verdad, qué placer siente
Aquel que vive sin cuidado y pena 10600
Lejos de los negocios y la gente,
En una Quinta sobre todo amena,
Se desahoga la oprimida mente,
Respirando aire puro, aura serena
Entre campiñas, selvas, y florestas,
Pisando alfombras matizadas de éstas.
 
III
Es gran cosa sentarse uno a la sombra
De un árbol, sobre un césped, junto a un Monte
A cuyo pie se ve una verde alfombra.
Gran cosa es descubrir un Orizonte, 10610
Que recrea, embelesa, y casi assombra.
Y sobre todo, dice Genofonte,
Es gran cosa poder decir un día
Esta bella Campaña toda es mía.
 
IV
Es gran cosa mirar al jardinero
Cómo se aplica todo a las labores;
Cómo coge las fresas, con qué esmero
Las yervas olorosas, y las flores;
Cómo las ubas pálidas primero,
Se hacen rojas después con las calores, 10620
Cómo creciendo va de mano en mano
La espiga, y después de ella crece el grano.
 
V
Es gran cosa, es sin duda grande gusto
Ver cómo aquélla al ayre se despliega,
Y ver después al Segador adusto
El placer, con que canta, quando siega.
Pues que el ver en perretas y sin busto
Respigar a una Moza, y quando llega
La vendimia, con pie suzio, y ufano
Pisar la uba al rústico Villano. 10630
 
VI
Gran gusto ver saltar a los Cabritos,
Gran gusto oír balar en metros varios
A las Obejas, y a los Corderitos.
Gran gusto oír cantar a los Canarios
Junto a un arroyo, haciendo gorgoritos,
Tanto más dulzes, quanto más contrarios
Y tal vez es gran gusto (aunque algo bajo)
Un zoquete almorzar, y un diente de ajo.
 
VII
Es gran gusto dejar el blando lecho
Aun antes que la Aurora anuncie el día, 10640
Para estender la red junto a un barbecho,
Y aplicar de el reclamo la harmonía,
Para engarchar las Aves; pero el hecho
Es, que a mí me da melancolía
Esta especie de caza apoltronada,
Y la dejo a la gente delicada.
 
VIII
No niego, que da gusto, y que divierte
Ver embrollado a un pobre pajarillo
En la red y tal vez quiere la suerte
Que caigan nueve y diez en el garlillo, 10650
Y es mayor el placer quando se advierte
Que esto mismo es la salsa del gustillo;
Mas estar sin moverme es penitencia,
Que no puede con ella mi paciencia.
 
IX
A mí me gusta ir a buscar los tordos
Entre zarzas, espinas, cambroneras,
Con cuya fruta viven, y están gordos.
Me gusta andar por Montes, por Laderas
A caza de Conejos nada sordos,
O de liebres velozes, y ligeras; 10660
Porque si no las cazo, ni las llevo,
Hago egercicio al menos, y me muevo.
 
X
Gústame mucho oír fuertes ladridos
De el Lebrel, de el Mastín, y de el Alano,
Cuyos eccos rimbonben repetidos,
En el monte, en el bosque, y en el llano,
Oír del alcabuz los estallidos,
Y disparar tal vez, si viene a mano
A una liebre, apartándolo azia el Norte,
Y darla con el susto un passaporte. 10670
 
XI
Gústame a caza andar con perdiguero,
De buena munición bien prevenido:
Gústame ver que el plomo va ligero
A matar la perdiz, quando de el nido
Alza el vuelo, y quando es más altanero
La abate a tierra el globo derretido;
Por este, y semejantes passatiempos
Me gusta el Campo, sí, pero a sus tiempos.
 
XII
Me gusta en estación dulce, templada,
En sitio ameno, y de ayre puro y sano, 10680
Con gente divertida, honesta, honrada,
Que estar no gusta mano sobre mano,
Quiero decir, estar repantigada
Todo el día a la sombra en el Verano,
O, si es imbierno, revolviendo el fuego,
Y dada toda al vino, y toda al juego.
 
XIII
Gente, que va a dormir casi de día,
Y que contra la antigua buena usanza
En la cama se está hasta medio día:
Gente poltrona, que sólo a criar panza 10690
Atenta está con su poltronería
Y que, por no moverse, nunca danza,
Gente en fin, por decirlo claramente,
Que tiene más de estatua que de gente.
 
XIV
Elvia, que era muger de mucho juicio,
Y viajava con diverso intento
Iba al campo a moverse en egercicio,
A lo qual la ayudara el buen cimiento
De sus piernas, que en él tenían vicio,
Por no ser de manteca, ni de ungüento, 10700
Y su Casa de la otra de Campaña,
Distava una (y no más) legua de España.
 
XV
La puerta principal de la tal Casa
Mirava, al medio día; a su fachada
Una plaza, y un pórtico eran bassa,
De una grande Campiña circundada.
Su bodega, su pozo de argamasa,
Su Lagar, su Panera aventajada,
Y a la frente de aquel y este Orizonte,
Distante millas tres, un breve monte. 10710
 
XVI
Bañávala cercano un arroyuelo,
Que deleitava mucho a los Mirones
Y junto a él un Lago, que el anzuelo
Regalava con Truchas, y Salmones.
Más allá un grazioso boscuezuelo,
Que criava gazapos retozones,
Y un jardín finalmente bien cuidado,
De un bellíssimo muro circundado.
 
XVII
Adornado el jardín con gusto fino
De yervas odoríferas, de flores; 10720
Y en el bosque escuchándose el divino
Concierto, de Canarios, Ruiseñores,
Y de Gilgueros el sonoro trino,
El rumor de la Música, y colores
De los alados Músicos; es cierto,
Que si los viera, reviviera un muerto.
 
XVIII
Desde un árbol frondoso, do se esconde
Entre sus ramas verdes un sonoro
Verdelín, canta, y embía el canto adonde
Una Calandria está, que con decoro 10730
A la harmoniosa música responde,
Y hacen entre los dos un dulce coro,
Que es un gusto, un echizo, es un encanto
Y el músico mejor no llega a tanto.
 
XIX
No niego ni negar jamás podría,
Que no sea la Música un valiente
Remedio contra toda hypocondría,
Y más, si canta un Músico excelente;
Digo sí, que de un Ave la harmonía
Alegra mucho más la negra mente, 10740
Y tal vez la dará mayor consuelo,
Porque la eleva de la Tierra al Cielo.
 
XX
De las Aves es cierto, que en el canto
No se percive sýlaba, ni acento;
Mas tú Letor, assí Dios te haga santo,
Quando a un músico escuchas mui atento,
Juzgo yo que percibas otro tanto;
Porque yo de ordinario el rumor siento;
Mas voz articulada no me toca,
Aunque un palmo el cantor abra de boca. 10750
 
XXI
Los pájaros no se hacen de rogar,
Como hoi se hacen muchíssimos cantores,
Que, antes que se resuelven a cantar,
Hacen rabiar a Damas, y a Señores.
Pero finge no más de no cuidar
De oír sus gorgoritos, ni primores,
Verás después, por ostentar su arte,
Que ellos te cantarán hasta serrarte.
 
XXII
Si de aquéllos la Música te enfada,
Verás quán presto cessa su harmonía, 10760
Con tirarlos no más que una pedrada,
Lo que fuera locura, y bobería
Hacer con éstos, aunque en su brigada
Muchos Orfeos se hallarán oy día,
Tras los quales, por sus ásperos cantos,
Se irían los guijarros, y los cantos.
 
XXIII
Quatro horas es capaz un pajarito
De cantar, sin esguinzes, ni figuras,
Y a un Músico da menos el garlito
Al primer quarto de hor[a]; si le apuras, 10770
Canta, o rabia después otro poquito,
Y te cuestan cien reales sus figuras;
Quando un Canario ya de cantar harto
Te deja alegre, y no te lleva un quarto.
 
XXIV
Fuera de esso hallo yo en mi Kalendario,
Que el pájaro más Músico y gentil
Se contenta con poco de ordinario,
Y su pasto es barato, corto, y vil;
Pero un Músico más que un Dromedario
Comer suele sin mucho peregil, 10780
Y quanto gana más, y más embucha,
Más hambrea, la panza, y más la ucha.
 
XXV
No por esso, Señoras Cantatrizes,
y Señores Cantores, es mi intento
Ofenderos: Seremos mui felizes
Músicos, y Poetas, si el contento
Es igual, con algunos apendizes;
Puesto que la Poética es cimiento
De la Música, siendo cosa llana,
Que si su Madre no es, será su hermana. 10790
 
XXVI
Todos somos parientes distinguidos.
Aunque vosotros, más afortunados,
No nos tenéis por tales conocidos;
Porque vuestros Mezenas deslumbrados
Os tienen; y por esso estáis erguidos,
Siendo ciertos, que aquellos engañados
De Músicos mantienen un enjambre,
Y a un Poeta morir le dejan de hambre.
 
XXVII
Entiendo bien, que aquel que me divierte,
Y que me alegra quando triste me hallo 10800
Digno es de premio; pero no de suerte
Que a los demás olvide por premiallo.
Mas si prosigue de la moda el fuerte
A favor de los músicos, yo fallo,
Que, pena de passar por mentecatos,
Cierren sus tiendas hoi los Literatos.
 
XXVIII
Ni por esso a vosotros mi lamento
Se dirige pues no es la culpa vuestra,
Si de oro y plata os carga el opulento,
Que con vosotros liberal se muestra: 10810
Vuelvo pues, a decir que no lo siento,
Puesto que assí lo lleva la edad nuestra,
La qual quiere que naden en doblones
Músicos, Lisongeros, y Bufones.
 
XXIX
Mas de vosotros (sí) me quejaría
De que en el recitar frequentemente,
Por hacerlo con brío, y gallardía
Los versos estropeáis infelizmente;
Y al que sudando estava noche y día
En un músico Drama, malamente 10820
Un Aria que él avía trabajado,
Le obligáis a que la haga Rezitado.
 
XXX
Fuera de eso queréis, que sea sierva
De la vuestra nuestra arte sin razón,
Pues afloja la Música, y enerva
Mil vezes la mejor composición;
Y habláis mal de nosotros sin reserva,
Llenos de ventolera y presunción,
Metiéndoos a Juezes del Parnasso,
De el que os echa a cozes el Pegasso. 10830
 
XXXI
Quando de los Poetas habláis mal
No sabéis, ni entendéis lo que decís,
Y hacéis un disparate garrafal,
Callad, pues, y si dóciles me oís
En viendo alguno que es juzgado tal,
Aunque no llegue a ser otro Solís,
Hacedle cortesía reverente,
E inclinaos a él profundamente.
 
XXXII
Porque si no sois locos rematados
Precisamente avéis de conocer, 10840
Que estáis a los Poetas obligados,
Pues no podríais vuestro ofizio hacer
Si ellos los materiales preparados
No os dieran; y assí debéis creer,
Que el Músico mejor, y el menos bueno
Comen a costa del sudor ageno.
 
XXXIII
Antes a nuestra costa os hacéis ricos,
Las espinas tocando a nos, a vos las rosas,
Como saben y ven grandes y chicos.
Ni por embidia digo yo estas cosas, 10850
Porque nunca picaron mis ozicos
De la embidia las puntas venenosas
Antes deseo (hablando entre nosotros)
Que haiga unión, y amistad entre uno y otros.
 
XXXIV
Mi rabia, pues, sólo es con los Señores
Que a vuestro arte (a quien haga buen provecho)
La dispensan grandíssimos favores
Y no se dignan de mirar derecho
A los Poetas, vuestros Servidores.
De aquí proviene en vuestro erguido pecho, 10860
El desprecio, con que a otros Professores
Mira vuestra altivez, vuestra soverbia,
Y desdichado aquel, que os proverbia.
 
XXXV
Mas ya estoi con los Músicos pesado,
Y aviendo oído más de dos mil vezes,
Que siempre es fastidioso lo pesado,
No volvamos al cántaro las nuezes.
Y lleven los Poetas su recado,
Porque no han de sonar los almirezes,
Para que ayunen unos y otros coman, 10870
Y dejen éstos lo que aquéllos toman.
 
XXXVI
Digo, pues, lo primero, que obligados
A la Música están en la edad mía
Muchos Poetas (como yo) menguados,
Cuyos versos se estiman todavía,
Precisamente por lo bien cantados,
Debiendo su valor a la harmonía
Que les prestan los Músicos Cantores,
A los quales de todo son deudores.
 
XXXVII
Y si los míos logren la ventura, 10880
De que los cante un Músico valiente,
No desconfío que hagan gran figura,
Y que echizen quizá a no poca gente,
Quando en la boca de una Criatura,
Que los estropia, y lee malamente,
Pierden toda la gracia, y la sazón,
Pareciendo peor de lo que son.
 
XXXVIII
Por lo demás razón no veo alguna
Para decir, que hoi bastará saber
Algo de canto para hacer fortuna. 10890
En la Música hai mucho que aprender,
Y es fuerza estar cortado en buena Luna
Sudor mucho, afanar, y posseer
Grande habilidad para encantar la gente,
Y assí es mui raro el Músico excelente.
 
XXXIX
Rara avis aora son los Farinellis,
Rara avis los Bernachis, y Amadores
Rara avis los canoros Monticellis,
Y otros, como éstos, célebres Cantores,
Assí como rara avis, sono quelli, 10900
Que hacen Dramas, y llámanse Pastores
De la Arcadia, en su Monte, o su Gimnasio,
Que puedan hoi hombrear con Metastasio.
 
XL
Mas, a decir verdad, temo algún tanto
Aver andado fuera de camino.
Pues los Músicos y Aves con su canto
Me divirtieron. Vuelvo a mi destino,
Y quien tenga que hacer un tanto quanto
Váyase luego; que si hace el desatino
De querer escuchar del Canto el resto, 10910
Quizá a su casa no andará tan presto.
 
XLI
Porque no imito a ciertos Oradores,
Que dicen, engañando al Auditorio:
Dos palabras, no más, caros Señores,
Y añaden en un tono precatorio:
Atención mis Amados Auditores,
A este egemplo, que a pocos es notorio:
Perdonad, y escucha[d] un raro caso
Que confirma lo dicho en este passo.
 
XLII
Dad oídos no más que a esta prueva, 10920
Con que acabo, que es bella; y el Oyente
Que le cree, un buen chasco al fin se lleva,
Y al Orador da al Diablo comúnmente.
Este embuste mi genio no le aprueva;
Pues, aunque soi pesado grandemente
Quien de la buena fe abusa, y me engaña
Irrita mi furor, mi rabia, y saña.
 
XLIII
Yo soi en esto de mejor hechura:
Soi pesado, es verdad, pero hablo claro.
Quien tuviere que hacer, seglar, o Cura, 10930
Parta quanto antes sin algún reparo,
Porque Dios sabe quánto esta lectura
Durará; y después que lo declaro
Lavo mis manos, y protesto a Dios,
Que si os queréis ir, la culpa tendréis Vos,
 
XLIV
Decía, pues, volviendo a nuestra historia,
Que dos vezes solía Elvira andar
(Lo que creo tendréis en la memoria)
En el año a la Aldea a respirar;
Y no, como otras muchas, a hacer gloria 10940
De arruinar su familia, y de[s]gastar
En dos meses con notable daño
Lo que gana el Marido en todo un año.
 
XLV
Porque mesa tener quieren abierta,
Y gran conversación las noches todas,
A que concurren, como es cosa cierta,
Los que perricos son de todas bodas:
La economía assí se desconcierta,
En obsequio de el luxo, y de las modas,
Y esto me duele mucho, pues gustara, 10950
Que cada qual de su interés cuidara.
 
XLVI
No condeno el gastar, ni puede ser,
Mas sí los gastos tan exorbitantes,
Que precisan a muchos a vender,
O a empeñar oro, plata, y diamantes.
Condeno a los que tienen que comer,
Y quieren reducirse a mendicantes,
Haciendo de magníficos Señores,
Pero a costa de sus Acreedores.
 
XLVII
Condeno, que hagan cosas arbitrarias 10960
Y que se hagan ridículos con todos,
Porque se olvidan de las necesarias,
Y parecer procuran de mil modos
Lo que no son, con invenciones,
Mereciendo por ello mil apodos
Aun de sus mismos hijos, quando crecen,
Y por su vanidad de hambre perecen.
 
XLVIII
Divertíase Elvira en la Campaña,
Y honor se hacía, mas con poco gasto,
Gracias a su prudencia, y a su maña. 10970
Su libertad gozava a todo pasto,
Sin sugeción alguna a gente estraña,
Enemiga del ozio (jamás casto)
Todo el tiempo que en Tulio no empleava,
Próvida a la labor le dedicava.
 
XLIX
Mas por aora sólo parlar quiero
De lo que con el Niño Tulio hacía.
Al rayar del albor del Sol primero
De la Casa al jardín le conducía,
Que ya tenía abierto el jardinero, 10980
Servida de una tal Doña María,
Aya del Niño y de Nación Tudesca,
Para hacerle gozar del aura fresca.
 
L
Todos sabéis, que el ayre fresco, y puro
Despeja la razón y entendimiento;
Por eso entre el verdor de un monte oscuro
Esplayavan las Musas su contento,
Y todo buen Poeta os asseguro,
Que entre el tumulto siempre está violento.
Díganlo el Ariosto, el Dante, el Taso, 10990
Y dígalo en España Garzilaso.
 
LI
El Ariosto verdaderamente
Con razón fue llamado Gran Poeta,
Y una corona de oro honró la frente
De el Taso, decretada en cierta Dieta;
De Garcilaso la canora mente
Se alzó con el renombre de discreta;
De Italia en fin las Musas y de España,
Se hicieron grandes siempre en la Campaña.
 
LII
Sus Geórgicas, y Églogas compuso 11000
En ella el gran Marón, el gran Virgilio,
Y de un insecto vil cantó el abuso,
Primero que de Creas el exilio.
En ella cantó Omero, o lo dispuso
De Achiles el furor, la ruina de Ilio,
Mas quiso antes cantar en Rimas llanas
La guerra de los Topos y las Ranas.
 
LIII
De Poetas sylvestres gran modelo
El Petrarca, hizo vida solitaria
A manera de Buho, o de Mochuelo, 11010
Como el Sorga lo sabe, en cuya varia
Amena orilla, quando más mozuelo
Se passeava con su dulze contraria
Y decir le solía: entre estas flores,
Cantaremos los dos nuestros amores.
 
LIV
Y aun Orazio decía, que es beato
Todo aquel, que con su amada Familia,
Distante de negocios, y del trato
En una amena Aldea, o breve Villa,
Huyendo de el bullicio, y de el boato, 11020
Entre gente vivir quiere sencilla,
Y entre flores, Campiñas, y ganados
Olvida pesadumbres y cuidados.
 
LV
La Campaña, como antes os decía,
Especialmente en próspera estación,
No sólo auyenta la melancolía,
Sino también despeja la razón;
Y olvidar hace la poltronería,
Infundiendo en las piernas comezón
De hacer mucho egercicio, por lo menos 11030
En días largos, claros, y serenos.
 
LVI
Y goza además de esso el privilegio
De mantener los cuerpos fuertes, sanos,
Por indulto Divino, y no ya Regio,
Como se ve en los míseros Villanos.
Y muchos dados ya por el Colegio
De Dotores por muertos, que en sus manos
Lo estarían mui luego ciertamente
En el Campo vivieron largamente.
 
LVII
Éste los da salud, mas no los cura 11040
Como cierto Dotor, que yo no quiero
Nombrar, de el qual Dotor es toda cura
Radical, aunque sea el mal más fiero,
Tanto, que todo enfermo se assegura
Contra todo accidente venidero.
Sin temor de que vuelva a la porfía,
Porque enterrado está al tercero día.
 
LVIII
Pero al Campo no assí; si la quartana
Te aflige, o bien la tos, parte a la Aldea,
Y al punto el puro Cielo o ya te sana, 11050
O a lo menos te alivia, y te recrea
Si en ella estás no más que una semana,
La experiencia dirá quán útil sea.
Mas si en ella murieres de contado
Será, porque assí estava decretado.
 
LIX
Pues al fin este es el sobrescrito
De los Dotores, quando muere alguno:
Dicen, que assí en el Cielo estava escrito,
Y que no escapa de morir ninguno.
Venga en ello, pues sé que está prescrito; 11060
Pero el consuelo júzgale importuno,
Porque aora se trata, como es llano,
De morir o más tarde, o más temprano.
 
LX
Lo primero: lograr más fácilmente
En la Aldea se ve, que en la Ciudad:
En aquélla se vive largamente
Con mayor robustez, y sanidad,
Como se observa más principalmente
En los que huyen de la ociosidad,
Y abandonan las sábanas temprano 11070
Igualmente en imbierno, que en Verano.
 
LXI
Assí lo hacía Elvira, que a la Aurora
Se alzava, y al Jardín a passear iba
Con Tulio mal despierto; y aunque llora
Llorar lo deja; y no por esso esquiva
Era con él, antes bien una Señora
Que lo amava con juicio, y con fe viva
De que era aquél el modo más seguro
De que fuesse hombre sano en lo futuro.
 
LXII
Yo no sé comprender lo que oy se usa 11080
De tener a los Niños todo el año
En una estrecha Cámara reclusa,
De su tierna salud en grave daño.
Quien lo hace assí, de la razón abusa
Haciendo que ayre y sol les sea estraño,
Como si el ayre fuera pernicioso,
Y el Sol fuera un Planeta venenoso.
 
LXIII
En un estrecho cuarto retirado,
Donde al ayre, ni al Sol se les da entrada,
Sino por algún vidrio, o encerado, 11090
La pobre Criatura está encerrada;
Y después os quejáis de que esmirriado
Salga el Niño. Valiente panpringrada.
Quando matarle pudo en la tal pieza,
El ayre corrompido, y la tristeza.
 
LXIV
Si embiarais vuestros hijos, o Señoras
Que están pálidos, flacos, y enfermizos;
Al ayre abierto por algunas horas,
Los vierais colorados, y rollizos,
Tocando con las manos sus mejoras 11100
Ni a vuestras hijas mendigar postizos
Colores las veríais por sus males,
Porque ellas los tendrían naturales.
 
LXV
Antes bien, si no fuerais tan poltronas
Vosotras mismas, y si, despejadas,
Las sábanas dejarais regalonas
Más presto, haciendo a pie algunas jornadas,
Palparían el bien vuestras personas,
Y seríais más bellas, y agraciadas,
Passando a vuestra tez clara, y serena 11110
El color de la rosa y azuzena.
 
LXVI
Tampoco sé por qué han de ir a Campaña
Padres y Madres, y dejar los hijos
A cargo en la Ciudad de gente estraña,
Que tal vez entre rústicos cariños
Los pegan una y otra mala maña.
Sólo sé, que son blancos los armiños,
Y, manoseados por un hombre prieto,
Poco a poco negrean con efeto.
 
LXVII
Después de aver passeado Elvira un rato 11120
En el Jardín con su querido hijo,
Se sentava en la yerva, y con recato
Desabrochava el pecho al escondrijo,
Tulio, que no era nada mentecato,
Se avalanzava a él con regocijo,
Y estrujando el pezón con su manita
Aplicava azia el mismo la boquita.
 
LXVIII
En el mismo acto de mamar, dormido
El gran Héroe de Arpino se quedava.
No era más dulze el sueño de Cupido, 11130
Quando su Madre Venus le arrullava.
Elvia entre tanto un libro divertido,
Que quando iba a passear siempre llevava
Leía, porque dada a la letura
Era ya desde que era Criatura,
 
LXIX
Mientras el Niño Tulio se alimenta,
Y Elvira en aquel libro está leyendo.
Una Criada fiel estava atenta
A evitar todo ruido, y todo estruendo;
Mas ya aquél se espereza, ya se tienta 11140
A bostezar. Qué digo? estoi ya viendo
Que está más listo ya, que está un lagarto
De mamar y dormir cansado, y harto.
 
LXX
Suspende Elvira entonzes la leyenda.
Abróchese, levántase, y va a casa,
Llevando a Tulio en brazos por su hazienda.
El fresco y egercicio hizo en la masa
De su cuerpo un especie de contienda
En los ácidos, de que ella no era escasa,
Que el lenguage vulgar llama prurito, 11150
Pero en el culto dícese apetito.
 
LXXI
Para dar, pues, vigor al cuerpo flaco
Una sopa almorzó con un Capón,
Y de el licor más puro que ama Bacco
Dos vasos se bebió por colación.
No almorzó más por no cargar el sacco,
Y por miedo a su débil complessión.
Assí vence el valor, y aun assí anula
Las graves tentaciones de la gula.
 
LXXII
Entonzes no se usava el Chocolate, 11160
Ni el Thé Chinese, ni el Caffé Africano.
No bebidas oriundas de Ternate,
Que vienen más allá del Occeano.
Este es de nuestro siglo disparate,
Pues todas ellas son, si viene a mano,
A par de nuestro vino, y su alegría,
Bazofia, suciedad, y porquería.
 
LXXIII
Y si alguno de gusto contrahecho,
El vino no le place, ni le agrada,
Que beba agua, y que le haga buen provecho, 11170
Mas pesarále al fin de la jornada,
Quando no haiga remedio a lo ya hecho,
Y si por ventolera, o caprichada
De beber a lo Grande, deja el vino,
Palpará que hizo un grande desatino.
 
LXXIV
Escrúpulo hará alguno de beber
Un vassito de vino, y sin temor
Un quartillo tal vez sabrá sorber
De chocolate, y más si es el mejor.
Y en vez de gusto, dame rabia ver 11180
A Mozalvetes llenos de calor,
Y a Vírgenes púdicas hacer gasto
De cálidas bebidas casi a pasto.
 
LXXV
Comer nuezes moscadas, pimentones,
Que la ardiente Parténope las vende,
Y a su tiempo engullirse salchichones,
Con todo aquello, que la sangre enciende,
Sus barrigas passando a ser fogones,
Cuyo ardor por la máquina se estiende,
El qual me temo mucho, y no me engaño, 11190
Que al fin produzga algún efeto estraño.
 
LXXVI
Pero a Elvira volvamos, que a su quarto
Con su hijo en los brazos se retira,
Cansado de mamar, de dormir harto:
Siéntase en un sitial, y en él respira,
Esperando que den las doce y quarto:
Va entonzes a comer, y no es mentira,
Ni Novela fingida, o embustera,
Sino historia mui fiel, y verdadera.
 
LXXVII
Porque en Novelas y en Romances: no 11200
se acostumbra comer, ni aun de ello hablar,
Ni a sus Héroes he visto apenas yo
Dar tiempo de comer, ni de cenar:
Cosa que siempre mucho me admiró,
Pues sin comer ninguno puede estar,
Ni hacer hazaña alguna qual conviene
Que en pie el saco vazío no se tiene.
 
LXXVIII
Y no obstante Ferrau, Tancredo, y otros,
Que boca, dientes, muelas y barriga
Tenían, mesmamente que nosotros, 11210
De comer escusavan la fatiga;
Pero estos nuestros tiempos ya son otros,
Ninguno hai ya, que aquella Escuela siga.
Nuestros bravos (inclusos los de Ronda)
Pares son de la tabla (olim) redonda.
 
LXXIX
Y hablando de los hombres lo primero,
En comer casi todos son valientes;
Hacer honor al plato y Cozinero
Suben las Damas con sus blancos dientes.
La templanza en un siglo placentero 11220
No reconoce amigos, ni parientes
Reducida a tratar Anacoretas,
Astrólogos, Beatas, y Poetas.
 
LXXX
Mientras Elvira en la Campaña estava
Quatro vezes comía cada día,
Y después, que los platos acavava,
De su poco apetito se dolía.
Almorzava, comía, merendava,
Cenava, y luego al sueño se rendía,
Por lo qual y tener ya el pancho harto 11230
Retirávase presto azia su quarto.
 
LXXXI
Expuesto estava a todos quatro vientos
En lo más elevado de la casa,
Para escusar tediosos cumplimientos,
Y registrar la gran campaña rasa.
En él soplava el Norte unos alientos,
Tan frescos, que aun en julio, quando abrasa
Más de el Sol y de el Can la unión ardiente,
Por poco tiritava allí la gente.
 
LXXXII
En aquel quarto Elvira de ordinario, 11240
Según lo que refiere nuestro Autor,
Tomar solía el sueño necesario,
Que no passava, hablando por mayor,
De nueve horas; y en aquel Sagrario
Por un motivo justo, y superior
El ingresso era a todos prohivido,
Salvo a la sierva, al Loro, y al Marido.
 
LXXXIII
Y es que entonzes el mundo era un agreste,
Que no sabía nada de crianza:
Con la Muger ni aquél, ni el otro, ni éste 11250
Tenían amistad, ni confianza,
Sino el Marido fiel, y ellas de aqueste
(Según el rito de la antigua usanza)
Estavan solamente enamoradas:
Selváticas al fin, y mal criadas.
 
LXXXIV
Sólo al uso atendían y a la rueca,
A hilvanar, a coser, y calzetear,
Como hace el día de hoi qualquier Batueca;
Si alguno se atrevía a juguetear
Con ellas o ya hacer alguna mueca, 11260
Con la rueca le echavan a passear;
No sabiendo qué cosa eran Amantes,
Chichisheos, Servientes, Cortejantes.
 
LXXXV
Estarse sola una muger hoi día
Se juzga ser en todo desgraciada:
Es preciso que tenga compañía
Ya esté en la cama, ya esté levantada,
No lo sufriera yo, si fuera mía,
Mas al Marido no se le da nada;
Sabe, que su muger es muger casta, 11270
O la supone tal, y esto le basta.
 
LXXXVI
Sabe, que no hai peligro ni aun remoto
De menos pura y limpia pretensión:
Ella es muger devota, él es devoto,
Y nada harán contrario a la razón.
Fuera de esso han passado ya aquel coto
De la edad más sugeta a la rebelión,
La qual, quando en tal término se halla,
Resiste a todo más que una muralla.
 
LXXXVII
Antes bien oy los mozos conversar 11280
Pueden ya con las jóvenes más bellas,
Sin riesgo de que puedan tropezar
En algún precipicio, ni ellos, ni ellas,
Porque su amor se queda en sólo hablar,
Y a más no pasa; puesto que de aquellas
Todos los atractivos, por fortuna,
No hacen en ellos impressión alguna.
 
LXXXVIII
Esto dicen no pocos con jactancia,
Después que en todo el mundo se ha estendido
Cierto ayre de tratar, que nació en Francia 11290
Acaso un poco libre y corrompido;
Pero ésta ya es doctrina vieja y rancia,
De la que dice un Sabio conocido,
Que aunque a muchos agrada, y es gustosa,
En la práctica es más que peligrosa.
 
LXXXIX
Mas yo a estos tales los pregunto luego,
Si fabricados son de alguna pasta,
Que, por decirlo assí, resiste al fuego?
O si la carne en ellos no contrasta
A la razón? Después de esto les ruego 11300
Me digan, con quál arte guardan casta
La mente en una vida disipada,
De escollos, y peligros circundada?
 
XC
Si son del mismo barro quebradizo,
De que fueron, y son todos los Santos,
Deven al conversar resvaladizo
Tener el miedo, que le tienen tantos,
Sin fiarse de aquel dicho postizo,
Mal entendido por los echa-cantos
De que ab assuetis non fit passio, cosa 11310
Errónea en lo moral, y escandalosa.
 
XCI
Porque aquélla ya specie, o ya impressión
Que (dicen) no los hacen los obgetos,
Demasiado se estampa en la ocasión,
Aunque entonzes no sienten sus efectos,
Por negar la costumbre la atención,
A lo que están los hombres más sugetos;
Y éstos el natural enseña lumbre,
Que se llaman pecados de costumbre.
 
XCII
Y algunas libertades arriesgadas, 11320
Que se usan con Casadas, y Donzellas
No las sufría Elvira, ni aun soñadas;
Porque no era Muger cierto de aquellas,
Que toleran acciones descaradas,
Y llaman vagatelas ellos, y ellas.
Assí a nadie admitía en todo el rato,
Que a Tulio daba el pecho, ni aun al Gato.
 
XCIII
Hacer quería mui privadamente,
Y a quatro ojos, no más; aquella hazienda,
Sin exponer jamás públicamente 11330
Lo que debe esconderse a quien no entienda,
Que no es género aquel, que llame gente
A comprarse o venderse en una tienda.
Quando más de una, con tal o qual pretesto...
No digo más; pues ya entendéis el resto.
 
XCIV
Verdad es, que este vicio no es moderno,
Pues Dante vio ya allá en cierto viage,
Rabiar a más de dos en el Infierno,
Por la desemboltura de su trage
Andando ya en Verano, ya en imbierno 11340
Con cierto inmodestíssimo equipage,
Es decir, tan desnudas, que aun a Misa
Muchas van poco menos que en camisa.
 
XCV
Y en cólera encendido, o bien en zelo,
A ciertas hembras, no las más honestas,
Las carmenó la lana, y peynó el pelo,
Como los peluqueros en las Fiestas;
Y aunque yo nunca llegue a aquel modelo,
Grito también a muchas imodestas:
Cubrid esso que debe estar cubierto; 11350
Grito y clamo, mas clamo en el desierto.
 
XCVI
En el desierto clamo, y grito en vano
Contra un abuso tan inveterado:
Pero viendo que al fin yo soi Cristiano
No me arrepiento de aver predicado.
Pesaríame sí, si por humano
Respeto vil me huviera acobardado,
Dejando de clamar con gran vehemencia
Contra las que atropellan la decencia.
 
XCVII
Quiérolas permitir (lo que no creo) 11360
que un pecho tengan todas de diamante
Impenetrable a todo impulso feo;
Pero será tan fuerte aquel Danzante
(Y más si es Petimetre o Chichisveo)
Que en un trage las ve tan provocante,
Y, que su desnudez curioso azecha,
Sin que en su corazón llegue a abrir brecha?
 
XCVIII
Todo esto cierto ya lo saben ellas,
O si ciegas no son, tarde o temprano
Lo conocen, y más las que son bellas. 11370
Un mirar sólo, un apretar de mano
Las hace ver, que triunfan sus centellas
De el pecho más brioso, y más ufano:
Triunfo de que están vanas, y orgullosas
Mas que a su tiempo llorarán rabiosas.
 
XCIX
Triunfo infeliz, que de cruel blasonas,
Quando cambias la más tranquila calma
En naufragio de mil y mil personas,
Que en dulze tempestad pierden el alma.
Dejemos, pues, que nuestras Amazonas 11380
Se empabonen con essa negra palma,
Que a tantos anegó; pero yo cierto
Temo, que ellas tampoco tomen puerto.
 
C
Tiempo vendrá, que deis estrecha cuenta
De el mucho mal que hicieron vuestras modas,
A un Dios severo, a quien en vano intenta
Nadie engañar, porque penetra todas
Las fraudes, que el humano ingenio inventa,
Mucho más que el Oráculo de Rodas.
O cómo entonces querríais aver sido 11390
Modestas con los trages y vestidos!
 
CI
Porque veréis que la hermosura es vana,
Vana la gracia, vana la apariencia,
Y sola es grande la Muger Cristiana,
Que a Dios temió, y amo con reverencia,
Pero a las que incitó moda profana
A vestir sin rubor, con indecencia
Mui caro costará el aver mostrado
Lo que debiera estar más reservado.
 
CII
Pero diréis, Señoras, que ya enfado 11400
Tocando vuestras cosas tan menudo,
Y que hablar mal del sexo es el bocado
Para mí más sabroso, asado, o crudo,
Y que falto al respeto acostumbrado
Con vosotras; que nunca estilo mudo,
Y en fin, que de las hembras sólo escrivo,
Sin tocar a los hombres en lo vivo.
 
CIII
Respondo a esto y digo lo primero,
Que uso la lima contra el seno vuestro,
Por ser notorio a todo el mundo entero, 11410
Que en él más vizios hai, que hai en el nuestro.
Fuera de esso, tanto es lo que os quiero,
Que por veros a todas sin siniestro,
Y modelos del puro Cristianismo,
Yo propio me olvido de mí mismo.
 
CIV
Y más aviendo oído a cien personas,
Que de aver en el mundo hombres perdidos
La culpa principal es de las Donnas,
Que encantan sus potencias y sentidos;
Y que si aquellas fueran Santurronas 11420
O menos provocantes sus vestidos,
Lo que toca a los hombres, todos quantos
Poco menos serían que unos Santos.
 
CV
La respuesta también os puedo dar,
Que Eurípides dio un tiempo allá en Atenas.
Púsose en cierto Drama a ponderar
De la Avaricia muchas cosas buenas,
Y la Cazuela comenzó a silvar.
Entonzes él sacó de las Escenas
La cabeza y gritó: sois mentecatos 11430
Que hasta el fin no sentencian los silvatos.
 
CVI
Sosegóse la Audiencia, y ya impaciente
Esperó el fin de el Acto. Un Comediante
Expuso el mucho mal que hace a la gente
La Avaricia en estilo fulminante,
Dixo que el Avariento realmente,
Verdugo de sí mismo, impío, y vergante,
Vivía entre zozobras, y tormentos;
Con lo qual todos fueron mui contentos.
 
CVII
Esperad, pues, que sea concluida 11440
Mi historia, poco más que comenzada,
Y veréis, como el cielo me dé vida
Que a todos tocará razión doblada.
Yo cubriré con todos la partida,
Sin quedar a deber a nadie nada;
Y si a vosotras di la preminencia,
Fue respeto, fue amor, y reverencia.
 
CVIII
Aora, pues, que ya he cumplido en parte
Con la atención debida y el respeto,
Quiero aplicarme a la segunda parte, 11450
Y tocando andaré tal qual defeto
De los hombres, y haré, pero sin arte
Un fiel estracto, y tal, que os prometo,
No perdonarme a mí desde esta hora
Y casi que iba a comenzar aora.
 
CIX
Pero ya estoi cansado y medio ronco
De un tan largo garlar; ya me parece,
Que me falta mui poco para tronco;
Ya el aliento se va, o se desvanece,
Y la lengua un sonido hace tan bronco, 11460
Como el rumor de el mar quando más crece;
Ya no puede sufrir el Auditorio,
Ni yo a mí mismo tanto parlatorio.
 
CX
Veo, que son larguíssimos mis Cantos.
Y veo, que también lo veis vosotros:
Crecen como los hongos entre cantos,
Como crecen las modas en nosotros.
A nada que me alargo veo tantos
Bostezos, quantos sois unos y otros,
Hartos todos de oír, y tolerarme, 11470
Yo de leer, vosotros de escucharme.
 
CXI
Tengo tanta materia entre las manos,
Que ser breve, aunque quiera, ya no puedo,
Y vosotros sois todos tan Cristianos
(La verdad se ha de decir sin miedo)
Tan corteses, tan buenos, tan humanos,
Que agravio haría (assí os lo concedo)
A vuestra gran bondad notoria y clara,
Si de ello un punto mi aprensión dudara.
 
CXII
Pero esta misma vuestra cortesía 11480
Me obliga a ser discreto, y limitado;
Y assí todos a Dios ha[s]ta otro día,
Porque la charla de oy ya se ha acabado.
Mañana haré una gran parladuría
Sobre Tulio, tal qual oy le he dejado
Es decir no durmiéndose en las pajas,
Sino arrullado en Cuna, y entre fajas.
Fin del Canto XIV

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