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Canto II



I
                Yo soi un hombre (y quien lo niega, miente)
Que cumplo mi palabra siempre, y quando
Me tiene cuenta, y no hai inconveniente.
Porque, andando a la Escuela en Villalpando,
Leí en un Libro, impresso en Benavente,
Que en un hombre de bien es contravando
No cumplir lo que a otro ha prometido.
Y assí voi a cumplir lo ofrecido.
 
II
Os prometí (y me alegro de averlo hecho)
Que una avíais de oír leyenda nueva, 770
A lo que en parte tengo satisfecho,
Dando en el primer Canto alguna prueba:
Aora, que descansé un poco en mi lecho,
Vuestra atención mi spíritu renueva,
Para seguir la comenzada Historia,
Mientras tenéis tan fresca la memoria.
 
III
Podréis de esta manera entender todos
lo que de Cicerón os he contado,
Y lo que en esta tarde en varios modos
Contaros pienso: aunque dirá un taimado 780
(Mordiéndose de risa entrambos codos)
Que bien puedo escusar este cuidado:
Porque de Cicerón, ni de su cuna
No he dicho tres palabras. ¿Qué es tres? ni una.
 
IV
Mas esto ha sido por inadvertencia,
Y casi casi contra el gusto mío;
Y assí de esta Poética licencia
Fue tanto mi dolor, que me entró frío.
Pero también merezco indulgencia;
Pues, si se mira bien, no fue valdío, 790
Ni por demás estuvo todo quanto
Se me antojó decir en aquel Canto.
 
V
Porque un Prólogo largo era preciso
Hacerle, fuesse en verso, fuesse en prosa.
Pues no puede aver Libro sin Aviso
Al Letor, y se aorra alguna cosa
En el verso, que en prosa es largo el guiso,
Fuera de ser un poco fastidiosa.
Y esto del Consonante, al más Parlero
Le hace dejar lo más en el tintero. 800
 
VI
Por tanto si mi Prólogo formado
Huviera en prossa, sabe Dios del Cielo,
Si estaría a estas horas acabado.
Quando ya tenéis todos el consuelo
De verle en media hora despachado;
Lo que no hacen jamás (dice Juanelo)
Aquellos habladores sempiternos
Que hacen en prossa Prólogos eternos.
 
VII
En los quales nos dicen cosas viejas,
Que todos saben, y son tan fastidiosos 810
Que hasta las más pacíficas orejas
Cansan, y a muchos de ellos por tediosos
Del Libro los arranco, y sus consejas
A oficios las aplico vergonzosos,
Pues, como dijo un Frayle Capuchino,
No hai papel, que no sirva a su destino.
 
VIII
Assí, pues, si mi Prólogo no fuere
Del gusto de tal qual de mis Letores,
Por mí, podrá hacer de él lo que quisiere,
Porque agradar a todos los humores 820
Nadie lo logra, aunque haga lo que hiciere.
Y entre tanto vosotros, mis Señores,
Haced cuenta que en este mismo punto
Doi principio a mi Historia, y a mi asunto.
 
IX
De Nápoles a Roma, a media vía
(Que es en nuestro Español medio camino)
Si no hai algún error de Geografía,
Huvo cierta ciudad, por nombre, Arpino,
Llamada assí de una Harpa o de una Arpía
En caso que no mienta el Calepino, 830
Y en ella a Cicerón parió su Madre,
El qual también fue hijo de su Padre.
 
X
Pero advertir contemplo necesario,
Que los que le engendraron; tales quales,
Eran hombre y muger, pues de ordinario
Nuestros Padres (aun oy) suelen ser tales.
Y de aquí se deduce el corolario,
Que tuvieron de Tulio los natales,
(Según los documentos, que nos rigen)
En Embra, y en Varón su propio origen. 840
 
XI
El nombre de los dos deciros quiero,
Pues sin Viscocho nunca yo me embarco,
Y porque no me trate de Embustero
Algún Émulo, cito aquí a Plutarco,
El qual llama (en idioma un poco huero)
Olbia a la Madre, y llama al Padre Marco
De manera que Olvia fue su Madre,
Y el buen Marco probablemente el Padre.
 
XII
Y porque el nombre de Olbia, aunque Romano,
Tiene alguna dureza en el oído, 850
Para hacerle más dulze, y más humano,
La llamaremos Elvia, que éste ha sido
Antiguo estilo, y uso mui anciano
De todo buen Poeta recivido,
Que ha de estropear las voces de otro clima,
Si no vienen al verso, o a la rima.
 
XIII
En esto sobresalen los Dramáticos,
Que suelen dar a un Griego Personage,
Nombre Español para mostrarse práticos
De las costumbres Griegas, y lenguage, 860
Burlándose de Críticos Gramáticos,
si los reprenden su libertinage.
Mas estos pecadillos son veniales,
Comparados con otros garrafales.
 
XIV
Pecan, dirélo assí, contra el decoro,
Contra lo verisímil, contra el Arte,
Y, a su cost[a], pudiera hacerme de oro,
Si en este punto yo me hiciera parte.
Mas no quiero, que alguno de su Coro
Piense, que fabricar mi Baluarte 870
Intento sobre ruinas de los otros,
Como lo hacen dos mil entre nosotros.
 
XV
Fuera de esso pudiéranme decir
Los Cómicos, al ver que los ataco,
Que ellos solos pretenden divertir
Al Pueblo, predicando para el saco,
Y que no han hecho voto de seguir
Las Reglas del Señor Horacio Flaco,
Especialmente siendo ya tan viejas,
Que sufrirlas no pueden las orejas. 880
 
XVI
Digo que en esto tienen mil razones,
Y de ellas me valdré con gentileza
Contra todos los Críticos bribones,
Que vengan a romperme la cabeza [:]
[Y]o no gusto de andar con citaciones;
Mi assunto es desterrar toda tristeza,
Y quedaré más hueco que Cervantes,
Como dé gusto a sabios y a ignorantes.
 
XVII
Como logre, Señores, divertiros,
Contento estoi; no quiero otra alabanza 890
Aunque todas las reglas haga giros;
En cada siglo se usa su mudanza,
Desde los Walsas, [Tulgas], y Ramiros.
Y si al próximo assierro por la panza,
De qué me servirá observar en parte
Ad amussim los Cánones del Arte?
 
XVIII
Sólo sé, que si leo alguna obrilla
Chistosa, dulce, bien escrita, y bella 900
Aunque encuentre quizá tal qual cosilla
Que no esté tan arreglada en ella,
No por esso me canso de aplaudilla,
Ni mucho menos dejo de leella.
Si hacéis esto conmigo, estoi contento,
Pues no soi codicioso, ni avariento.
 
XIX
Díjome cierto Amigo de Ferrara,
Que una Mozuela alegre, spiritosa,
Con tal qual defectillo en cuerpo y cara
Más le agradaba que otra mui hermosa. 910
Pues digo, que si en gruesso se repara
Esta Historia, si bien defectuosa,
Quien por esso la llame despreciable
Será una Criatura incontentable.
 
XX
Que yo también tal vez le escuso, y callo,
Quando sale a la luz un Libro nuevo,
Y algunas ciertas macas en él hallo,
Buscando el pelo que no tiene el huevo,
Me contento con poco, y digo: andallo;
Que una obra sin falta, tacha, o nevo, 920
Perfecta y absoluta in quarto modo,
Sólo la puede hacer quien lo hizo todo.
 
XXI
Antes tal vez (hablando en confianza)
Alabo los agenos disparates,
Paraque la prudencia, y la templanza
Disimulen y alaben mis dislates.
Vosotros, en conciencia, y en crianza
(Sino queréis os tengan por Orates),
Debéis hacer lo mismo con mis Cantos,
Pues tantas vezes, yo he alabado a tantos. 930
 
XXII
Pero aora me vuelvo un poco atrás,
Porque dejé una cosa que me importa:
No me voi a passear sin más ni más,
Y a Casa volveré por la más corta,
Que yo mido el camino con compás,
Como el buen Matemático Laporta,
Ni del Gran Marco Tulio diré cosa,
Que no se halle en el Texto, o en la Glossa.
 
XXIII
Debe el Letor también ser avisado,
Porque Elvia quede en su reputación, 940
Que con Marco se había ya casado,
En la común, y más cierta opinión.
His positis, se sigue de contado,
Que nació Marco Tulio Cicerón
De legítimo y santo matrimonio
De que da Juanbartolo testimonio.
 
XXIV
El qual, dando principio desde el huevo,
Como se dice, y como se requiere,
Dejando a Cicerón, que es tierno, y nuevo,
Quatro palabras antes nos refiere 950
De sus Padres, y en esto yo le apruebo,
Máximamente, quando el siglo quiere,
Que de ningún Héroe se use la alabanza,
Sinque entren sus Abuelos en la danza.
 
XXV
Marco, dice un papel de letra Gótica,
Nació en una ciudad, que fundó Marte,
Con más virtud, que tiene la betónica.
Gracia que el cielo a todos no reparte.
Aprendió la bella Arte Labradórica,
Y después aprendió a escribir con arte, 960
Tanto, que mereció alabanzas sumas,
Por una de las más gallardas plumas.
 
XXVI
Aprendió con su ingenio soverano
El idioma del Tybre, y el de Atena:
Madrugaba a estudiar por el verano,
Tanto que el pobre no dormía apenas,
Y viendo aquel talento más que humano
Para las Letras, que se llaman buenas,
Su Padre, que era cierto un buen Señor,
Le embió a tomar la borla de Doctor. 970
 
XXVII
A Bolonia partió, por darle gusto,
Y en menos de dos años fue un Legista
Tan grande, tan fornido, y tan robusto,
Que entró de los togados en la lista.
Dábale aquel estudio gran disgusto,
Como enfadó (según su Cronista)
Al Dante, y al Petrarca, y otros tales,
Que en la Fama son hombres inmortales.
 
XXVIII
Los quales siendo todos adornados
De un ingenio sutil, alto, profundo, 980
Y queriendo sus Padres que Avogados
Se hiciesen, por lo sabio, y lo facundo;
Ellos, del genio, y natural llevados,
Se hicieron admirar tanto en el mundo,
Logrando en él eterna inmortal fama,
Con el desprecio de lo que él aclama.
 
XXIX
No quisieron en Texto, Notas, Glossas
Perder, con la cabeza, la paciencia,
Sabiendo que hai mil Syrtes peligrosas
Ocultas en el mar de aquella Ciencia, 990
Y que en sus olas, siempre procelosas,
Naufragar suele el alma, y la conciencia,
Y del Foro quisieron escaparse,
Porque tenían gana de salvarse.
 
XXX
Y vivir escogieron con penuria
Haciendo versos, más que hacerse ricos,
Vendiendo clausulotas en la Curia,
Mentiras, trampas, cuentos y dichicos
Como saben hacerlo (Y no es injuria) 1000
Más de dos ignorantes, y Borricos.
Aunque hai Padres que de esto forman queja,
Bien que después se tiran de la oreja.
 
XXXI
Pero Marco, como era tan modesto,
Mientras vivió su Padre, a quien temía,
Al Código aplicóse, y al Digesto,
Aunque su inclinación lo resistía.
Por esso es bien que el Padre muera presto,
Para que el hijo siga su manía,
Y por quitarme de este inconveniente,
Hágole aora morir de un accidente 1010
 
XXXII
Muerto el Padre, razón será que muera
También la Madre, y étele que a un lado,
Con una y otra muerte verdadera
Una pesada carga de mí he echado,
Pues tengo para mí de esta manera,
Que el hablar de los dos será escusado,
Porque ya saben todos, y están ciertos,
Que oy no se habla palabra de los muertos.
 
XXXIII
Hecho ya Marco Dueño de sí mismo, 1020
Leyó a Boecio de Consolatione:
Con esso se libró de un parasismo.
Lloró un poco, y con un Dios los perdone,
Salió del día; que esto es Heroísmo;
Y luego a hacer su gusto se dispone,
Porque el viejo, y la vieja con sus faldas
Eran de grave peso a sus espaldas.
 
XXXIV
Libre, pues, de la carga, y hombre suelto,
Para hacerse inmortal, desde aquel día
enteramente se mostró resuelto
A ser Cofrade de la Poesía, 1030
Tanto, que su nombre andaba embuelto
En todos los certámenes que avía,
Y en hacer versos (dice un tal Leandro)
Era un Cid, un Roldán, un Alejandro.
 
XXXV
Y que Alejandro fuesse un gran Poeta
Es una proposición extraordinaria,
Digna de prueba; por ser cosa secreta,
Y a la fama común casi contraria.
Pruébola, pues; y con razón, que aprieta,
No aviendo en ella nada de arbitraria 1040
Porque siempre habló en verso aquel Monarca,
Si es que habló, como habla en el Petrarca.
 
XXXVI
Llegó Alejandro con bizarra pompa
Al sepulcro de Achiles, y llorando,
O Joven feliz (dixo)que tal Trompa
Lograste, que tu nombre va aclamando!
Y noto (porque nadie me corrompa)
Que el Petrarca, escribiendo, o ya dictando
Estos dos versos, los dejó rayados,
Como que no eran suyos, sino hurtados. 1050
 
XXXVII
Pero el Petrarca verdaderamente
Era mui delicado de conciencia;
Y si algunos Poetas realmente
Practicaran la misma diligencia,
Rayando lo que roban a la gente,
Pocos versos, ni en Roma, ni en Plasencia,
Ni en Turín, ni en Asturias, ni en Vizcaya,
Saldrían a la calle sin su raya.
 
XXXVIII
Y volviendo a Alejandro Magno, digo,
Que, sino huviera sido aquel Guerrero, 1060
De Apolo, y de las Musas tan amigo,
No huviera encomendado a aquel Platero,
Que de esmeraldas, grandes como un higo
El sepulcro cubriesse todo entero
De Homero, ni leído, como es fama,
Cien versos suyos, quando se iba a cama.
 
XXXIX
No huviera dado aquellos cien doblones
Al cantor, que le avía celebrado,
En versos valadíes, y chanflones;
Mas con pacto de ser luego ahorcado, 1070
Si volvía a hablar de él en sus Canciones.
Digno egemplo de ser oy imitado
Por muchísimos Grandes y Señores,
Con sus Panegiristas y Cantores.
 
XL
Fuera de esso, vosotros mis Oyentes,
Que todos sois Ingenios peregrinos,
Mil vezes oiríais a las gentes
De los versos hablar Alejandrinos,
Y siendo tan versados y eminentes
En Históricos Griegos y Latinos, 1080
Sabréis, que Alejandrinos se digeron
De Alejandro, o llamarse assí pudieron.
 
XLI
Volviendo a Marco, como llevo dicho,
Era Homero y Virgilio su lectura,
La Cítara y el Canto eran su nicho.
De sus versos, su garbo, y su estatura
se enamoró, por gusto, o por capricho
Una bizarra Dama, una Hermosura,
Id est Elvia, la qual sin declararse,
Estaba rebentando por casarse. 1090
 
XLII
Desde la misma cuna avía ella
Hecho voto formal de ser casada,
Como le suele hacer toda Doncella,
A excepción de tal qual, que es mui contada
Bien que en algunas, por su mala estrella,
El voto para en humo, para en nada.
Y ni en burlas, ni en versos (no lo invento)
Gustaba Elvia la hablassen de Convento.
 
XLIII
Decía, que el estado Monacal
Quando no hai vocación, era una muerte, 1100
Y abrazado una vez, no es racional
La que se queja de su triste suerte.
Como ella no quería ser Vestal,
Deseaba un Marido sano, y fuerte,
Hombre docto, y de gran Literatura,
Que lo demás (decía) poco dura.
 
XLIV
Era Elvia una boníssima Doncella
En Bolonia nacida y educada,
Y [aunque a la Escuela] no anduve con ella,
Sé, que en Latín y en Griego era versada; 1110
Y más de algún Doctor, quando iba a vella,
Volvía con la cara sonrojada:
Era afable, cortés, dulce, tratable,
Dama en fin Boloñesa; y más no se hable.
 
XLVI
Sobre la Patria de Elvia, sé que hai dudas;
Mas aora no es tiempo de averiguallas;
Las razones Cornutas, o Cornudas
Preciso me será desentrañallas,
Y si llego a la fiesta de San Judas,
Avriguaremos estas antiguallas; 1120
Mas será bien hacerlo a la memoria,
Si se olvida en el Cuento, o en la Historia.
 
XLVI
Cobró Elvia al buen Marco grande amor,
Porque era docto, sabio, y entendido;
Mas llegando a saber, que era Doctor,
Rabiaba por que fuesse su Marido.
Era dócil, y tierno, el buen señor,
Conque al Convite diose por vencido.
Pero antes hizo un rasgo de Romano:
Quitóse el guante, y la tocó la mano. 1130
 
XLVII
Dos Mujeres en paz, estando juntas,
No puede ser, y menos Suegra y Nuera;
Una tira estocadas, [otra puntas];
Esta quiere estar dentro, aquella fuera;
Una calla, otra grita, y en las juntas
Se maltratan a qual más Verdulera,
Diciéndose, encendidas como asquas,
Mutuamente los nombres de las Pasquas.
 
XLVIII
A la Nuera la Suegra eternamente
Maldice, y al que a su casa la trajo: 1140
La muerte se desean mutuamente
Ambas a dos, y anda revuelto el ajo:
El repelarse entrambas, es frequente;
Y Elvia, que era de spíritu marrajo,
Buscó un hombre sin Suegra, y sin prejuicio,
Dando esta prueba más de su buen juicio.
 
XLIX
Porque aquella, que sólo a su Marido
Tiene que contentar con su persona;
Manda en casa, anda holgada, y si hace ruido
No tiene quien la llame Picarona. 1150
Y vamos claros, que es un gran partido
Para qualquier muger, más si es Matrona,
Poder decir, estándose en la cama,
Soi Señora en mi casa, y soi el Ama.
 
L
Y Marco, hombre discreto, que sabía
Ser un tormento casi intolerable,
Una Muger insulsa, muda, y fría,
Siempre atada a una rueca perdurable,
Con Elvia se casó, cuya alegría,
Juicio, y agrado la hacían mui amable; 1160
Siendo Muger reñida con el ocio,
Por lo que hizo el buen Marco un gran negocio.
 
LI
Concluyóse el Tratado, o la Escritura
Aquella tarde, y al punto se casaron,
Sin presencia del Clérigo, ni Cura,
Porque estas ceremonias no se usaron
Hasta mucho después, ni a Criatura
Alguna, muerta o viva, convidaron,
Quedando ambos, sin estos accidentes,
Tan casados como unos Presidentes. 1170
 
LII
Esto sí que me gusta, y da contento,
Y no el modo de andar los dos penando;
Pues verdaderamente es un tormento
Passarse años enteros galanteando,
Rondando ya la Casa, ya el Convento,
Donde Filis está de amor rabiando.
Digo que no me gusta ciertamente
Tantos passos perder inútilmente.
 
LIII
Vuelvo a decir, que no me gusta nada
Aquel hablarse, aquel mirarse aleve, 1180
Ni el derretirse el atina enamorada
Como al fuego la cera, al sol la nieve,
Ni aquel tener tres años desmayada
La Niña, que por ti los vientos bebe:
Digo, Señores, dígolo clarito,
Que todo esto me enfada a mi infinito.
 
LIV
Mejor os estaría, o Mozalvetes,
Andar sueltos, como andan en el prado
Los Bueyes de los Frailes, y de los Pretes
Quando dejan el carro, o el arado. 1190
Mas ya que, como simples y pobretes,
La hermosa libertad os causa enfado,
Y por el yugo andáis echando el resto,
Lo que al fin se ha de hacer, hacedlo presto.
 
LV
Porque se pierde tiempo en los amores,
El alma, la salud, y la cabeza,
Y tal vez se da tiempo a otros Señores,
Para soplar la Dama, o bien la pieza
Sí el fruto a recoger los Labradores
No acuden en sazón; y con pereza 1200
Dan lugar a que otro se lo coja,
Quedan burlados, y se hallan con la hoja.
 
LVI
Y por moralizarlo un poquitico
(Bien que no sea ésta mi menestra)
Aquel ser el Faldero, o el Perrico
De una Joven hermosa, astuta, y diestra,
Aquel tonto arrimársela al ozico,
Y aquel parlar continuo a la fenestra,
Aquel tenerla siempre embelesada
(Repítolo mil vezes) no me agrada. 1210
 
LVII
Las lisonjas, los dichos amorosos,
Que más de un corazón vencieron casto,
Las miradas, y encuentros cariñosos
De los ojos, y más si a hacer el gasto
Entran también colores vergonzosos,
Suspiros, ayes y lágrimas a pasto,
Todo este tren, en una linda cara,
Aun al mismo Roldán le derribara.
 
LVIII
Es con todo esso caso mui estraño,
Que antes de contraer el matrimonio, 1220
No dure el galanteo mas de un año;
Dándose a solas mutuo testimonio
De un amor casto, puro, y sin engaño,
Cosa, que hace reír al mal Demonio,
Que al que anda entre la pez (y más si es Griega)
Dice el refrán, que algo se le pega.
 
 
LIX
Siempre se sientan juntos, pegaditos,
Con más seguridad que fuera justo;
juegan las manos, truecan de manguitos,
Dícense todo aquello que da gusto, 1230
Hai a la oreja ciertos secretitos,
Búscanse ellos los pies, y fingen susto,
Cuentan sueños ya falsos, o ya ciertos,
Que tuvieron estando mui despiertos.
 
LX
Juntos, y solos (más que el mundo ladre)
Van al Templo, al passeo, a la Visita,
Porque el bobo del Padre y de la Madre
Al Lobo le fiaron la Ovejita.
Y si a cosa mayor el tal Compadre
No se atreve, es por cierta razoncita, 1240
Aunque al cabo, cebándose aquel fuego,
Sabe Dios en qué para al fin el juego.
 
LXI
Padres y Madres, oídme una parola,
Que luego volveré a seguir el Testo:
Si tenéis una Hija, una Filiola,
Marido la buscad, y sea presto.
Jamás me la degéis con hombre sola;
Por ninguna ocasión, ningún pretesto;
Porque sólo unos pocos mentecatos
El tocino a guardar dan a los gatos. 1250
 
LXII
No la degéis tratar nunca a ninguno
Con familiaridad y confianza,
Que hacen perder mil vezes el ayuno,
Una buena ocasión, y una pitanza.
Ni que para casarse con alguno,
Trate con muchos (o necia esperanza!)
Como si una infeliz, mala simiente
Pudiera dar buen fruto comúnmente.
 
LXIII
Y aunque la ayáis hallado un buen esposo,
No por eso la Niña está segura. 1260
Hállase en un estado peligroso
Y sin gran precaución, es gran locura
Dejarla a la merced de un Can, de un Oso,
Y está perdido aquél que se assegura.
Quién da a guardar el queso a los Ratones?
Ni fía la bellota a los Lechones?
 
LXIV
Ni me digáis, por Dios, que han de tratarse
Los dos Amantes, para conocerse,
Y recíprocamente examinarse
Los defectos que pueden esconderse. 1270
Vagatelas! Después de enamorarse
Dos Mozos no es posible ya entenderse.
Pues los ciega el amor hasta el abysmo,
De que no se conoce uno a sí mismo.
 
LXV
Necios son verdaderamente aquellos mozos,
Que presumen tratando a las Mugeres,
Descubrir su enredos, sus embozos,
Sus tachas, sus pasiones, sus quereres:
Son todas unas simas, unos pozos
Más hondos, que es el Piélago de Hyeres, 1280
Y es un globo su pecho, cuyo centro
No hai rayo, que penetre tan adentro.
 
LXVI
Todas, o casi todas fuera de esso,
Tienen aquella gracia singular,
De que aquello que piensan con más sesso,
Es justamente lo que van a errar.
Y si a su discreción se deja el peso
O la elección del que han de desposar,
Veréis por la común aquel primor,
Conque las más escogen lo peor. 1290
 
LXVII
Ni hai que salirme con la pamplingada
De que son dos personas mui compuestas
Los dos Amantes, y no hai que temer nada
En punto a honor, ni a cosas poco honestas.
Esta es una valiente patochada:
El amor no repara en essas fiestas;
Que al amor (dixo el Sabio Antonio Reyes)
Quién le puso jamás freno, ni leyes?
 
LXVIII
A la mano tener sabrosa fruta
Rabiar de hambre, y guardar tanta abstinencia 1300
Como Tántalo: cosa es que se reputa
Por milagro de ayuno y continencia.
Marco y Elvia (esto es fuera de disputa)
No quisieron tener tanta paciencia,
Y si alguna tuvieron, fue mui poca,
Pues luego la metieron en la boca.
 
LXIX
En los sucesos prósperos y adversos,
Siempre se hicieron buena compañía:
Marco estaba en su quarto haciendo versos,
Elvia cuidando de la economía. 1310
Y aunque el Diablo metió chismes diversos
Para turbar su paz; un año y día
La gozaron sin riña, ni bochorno,
Con asombro de todo aquel contorno.
 
LXX
Es tradición constante, y aun es fama,
Que ganó Marco un bello Campo, el qual,
Viña del Papa Julio, hasta oy se llama
Y todo con aplauso universal.
Cuya Viña dejó cierta gran Dama
En Roma al que en el estado conjugal: 1320
Se conservasse en paz, y placentero
Con su Muger, un año y día entero.
 
LXXI
Ha muchos siglos que este Campo honrado,
Por falta de legítimo heredero,
A cierta pobre gente está arrendado,
Desde que Marco fue el Dueño postrero
Porque después ninguno le ha heredado.
Yo no sé, si esto es falso, o verdadero,
sólo sé, que conforme está oy el Mundo,
No hai que esperar que alguno herede el fundo. 1330
 
LXXII
La condición es imposible, o vana,
Considerada bien nuestra flaqueza:
Ya si fuesse no más que una semana,
Quizá heredara alguno aquella Pieza;
Mas conservarse un año en paz Cristiana,
Y un día (en nuestra edad) con fe, y firmeza
Un Matrimonio; si yo mismo lo viera,
(Confiesso la verdad) no lo creyera.
 
LXXIII
Convidados del Pueblo, y del Senado,
A Roma partió Marco con su Esposa, 1340
A tomar possessión de lo heredado.
Y al llegar, toda Roma presurosa,
Acudió con tropel alborotado,
A ver aquella unión tan portentosa,
Palpándolos la Plebe, y Cavalleros,
Para ver si eran Cuerpos verdaderos.
 
LXXIV
Los Casados, que más se apresuraron
Por verlos, y palparlos, quando vieron
Que eran de carne, mudos se quedaron,
Y al Cielo muchos de ellos se volvieron 1350
Llenos de admiración, y suspiraron.
Esto no puede ser, otros digeron,
O en el mundo a lo menos tal pareja:
Ni el ojo jamás vio, ni oyó la oreja.
 
LXXV
Tratóse Marco como un Duque en Roma,
Y passó algunos días divertidos,
Que aquel País se pega como goma
De todo forastero en el vestido,
Como tenga quatrines conque coma.
Y yo que estuve allí un año cumplido, 1360
De buena gana iría allá mañana,
Sino costara más que tener gana.
 
LXXVI
O bien que a la sazón no floreciesse
En aquella Ciudad la Poesía,
O que algunos zelillos a Elvia diesse
Marco (que será malicia mía),
O que aquel ayre no le confiriesse,
El hecho es, que passando un mes, y un día
Sé solo que no hai disputa ni contienda,
Se volvieron a Arpino, y a su hacienda. 1370
 
LXXVII
Estaba Arpino en una gran montaña,
O (si assí lo queréis) en un gran llano;
Allí seguía cada qual su maña,
Este iba tarde a Misa, aquel temprano,
Parecía el País de la Cucaña,
No avía en él imbierno, ni verano,
Gozábase una vida larga, y fuerte;
Pues se usaba vivir hasta la muerte.
 
LXXVIII
Reynaba en él eterna Primavera,
Producía el País malvas, y ortigas, 1380
Día y noche, en el Campo, y en la Era,
Trabajaban los hombres, como ormigas,
La pereza y el ocio odiado era,
Como odiamos nosotros las fatigas,
Y de Arpino (repito) la Campaña
Se llamaba el País de la Cucaña.
 
LXXIX
Nuestro Marco era un hombre mui activo,
Y se dio a cultivar sus possessiones:
Dejando a un lado lo speculativo;
A lo práctico dio sus atenciones, 1390
Y el Campo de Elvia, como Amante vivo,
Le cultivaba en todas ocasiones,
Mas Elvia padecía sus congojas,
Viendo que no brotaba flores, ni hojas.
 
LXXX
Ella tampoco mano sobre mano
Se estaba; porque no, no estaba ociosa;
Pero sabe mui bien el Hortelano,
Que ya esta, ya aquella, o la otra cosa,
Le quitan la cosecha de la mano,
Hasta que Marco al fin con generosa 1400
Resolución, al cabo de nueve años
Resarció a su muger todos los daños.
 
LXXXI
Elvia, passados estos en su Arpino,
Lleno el vientre sintió; y no fue de viento:
Hizo luego llamar a un Adivino;
Éste la dixo, que en aquel momento
Tenía un hijo ya, grande Latino,
Pues avía hecho a Plauto un bel Comento.
Quanto sería de Elvia el regocijo,
Díganlo las que están sin hija, ni hijo. 1410
 
LXXXII
Compararse, a mi ver, puede al Villano,
Que, viendo árida, y seca la Campaña,
Las plantas agostadas, muerto el grano,
Blasfema santamente, y aun se azaña;
Pero, oyendo algún trueno, aunque lejano,
Y más si ve que el agua al Campo baña,
Echa a passear toda melancolía,
Salta, brinca, y loquea de alegría.
 
LXXXIII
Assí en Elvia cesaron los afanes,
Quando el vientre de un hijo vio fecundo, 1420
Y no cabía ya en sus tafetanes.
Marco estuvo tan loco, y tan jocundo,
Que jugó con un Page a los hesanes,
Y aun dicen que cogió un Zorro profundo,
O a lo menos que estuvo a medios pelos:
Tanto ansiaban los dos por ser Abuelos!
 
LXXXIV
Que algún sueño tuviesse Elvia entretanto
Es natural, y hablando lo que siento,
Dudo, que al Texto falte aquí algún tanto,
Y yo añadir pudiera el suplemento. 1430
Que de sueño hai sobra, en todo quanto
Baña el sol, riega el agua, y sopla el viento.
Mas al Texto añadir algo, es constante,
Que es hacer sospechoso lo restante,
 
LXXXV
Y vosotros, benditos Correctores
De antiguos carcomidos manuscritos
Que por querer hacer de los Doctores,
Añadís disparates infinitos;
No anochezcáis con lóbregos errores
La luz de los claríssimos Escritos; 1440
Respetad como yo, si fuere dable,
La Antigüedad sagrada, y venerable.
 
LXXXVI
Venerad obsequiosos, reverentes
Sus Libros, y dejad los suplementos,
Pues he oído decir a Inteligentes,
Que los dislates los echáis a cientos:
Sólo con dejar libres sus corrientes,
Estaremos pagados, y contentos;
Y no digáis lo que ellos no pensaron:
Qué es pensar? ni siquiera lo soñaron. 1450
 
LXXXVII
Sueños son de mugeres vuestros sueños,
Y caso que huviesse Elvia algo soñado,
Aunque fuessen sucesos halagüeños
Ni Bartolo, hombre cuerdo, y assessado,
Ni menos yo (a pesar de mil empeños)
En la Historia lo huviéramos contado.
Y todo hombre de juicio ha de alabar,
Este prudente modo de pensar.
 
LXXXVIII
Elvia entre tanto estaba disponiendo
Todo lo que en el parto es necesario: 1460
Los pañales del niño iba cosiendo,
Y ya tenía lleno un buen Armario:
Lo passado y futuro previniendo
Días y horas contaba en el Lunario,
Teniendo de parir un ansia fiera,
Pues sería quizá la vez primera.
 
LXXXIX
Aquí sí, que venía bellamente
Referir las cautelas, que en efeto
Elvia tomó, como muger prudente,
Para no malograr el caro feto 1470
Mas no es para de Passo, o de repente
Un assunto tan serio, y tan discreto:
Es materia tan grave, y es tan vasta,
Que pide un Canto entero, y aun no basta.
 
XC
Mas ya siento decir a algún Compadre;
Señor Don Hablador, vamos con ello
Haga presto venir a la Comadre,
Y nazca Cicerón que quiero vello:
Pero, Señor Don Padre, o Doña Madre,
A un Niño noble, tierno, y más si es bello, 1480
Que ha de nacer desnudo, y sin camisa,
Hasta el Verano no le corre prisa.
 
XCI
Por esso voi a terminar el Canto
Porque quiero que nazca quietamente,
y mientras llega el tiempo, o entretanto
Voime yo a descansar bonitamente
Que a la verdad me siento un tanto quanto
Cansado ya de hablar a tanta gente;
Aunque más fatigadas a estas horas
Estarán, de callar, estas Señoras. 1490
 
XCII
Pues ninguno de Ustedes me diría,
Que descansasse, y que me fuesse a casa,
Porque estoi viendo el gusto, y la alegría
Con que oís esta Historia, y lo que passa.
Que a no ser esso, nadie reiría,
Y la risa a locura se traspassa;
Por lo mismo lo dejo por la posta,
Que sobrado reísteis a mi costa.
Fin del Canto II

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