Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

ArribaAbajo

Canto VIII



I
                La ingratitud es vicio abominable, 5350
Es un negro feíssimo pecado,
Tanto que a todos se hace imperdonable,
Y le detesta más el más malvado.
Es indigno del nombre respetable
De Racional quien de él está tocado,
Y el Ingrato da pruevas verdaderas
De ser más fiera que las mismas Fieras.
 
II
Aunque del hombre nacen enemigas,
Reconocidas son a sus favores;
Y muchas padecieron mil fatigas 5360
En defensa de sus benefactores.
Y no hai que hacerme cocos, ni hacerme higas,
Como que vendo rábanos por flores.
Quien no me crea a mí lea un poquito
A Cayo Plinio, Histórico erudito.
 
III
Leones verá allí, Tigres furiosos
Ser de sus bienhechores compañeros.
Serviciales, atentos, y obsequiosos
Como son los amigos verdaderos,
Y con nobles impulsos generosos, 5370
Despreciando ya ogueras, o ya aceros
Exponer, encrespada la melena,
Su propia vida, por salvar la agena.
 
IV
Perros verá fielmente agradecidos,
Que viendo muerto al Amo no comieron,
Hasta que al hombre, y al dolor rendidos,
Víctimas de su amor la vida dieron;
Predicando a los hombres entendidos
Con el egemplo, que los ofrecieron
El gran cuidado, y la gran solicitud, 5380
Con que deben huir la ingratitud.
 
V
Los pueblos más ferozes, e inhumanos
Por un horrible monstruo la tuvieron;
Pero nuestros Latinos, o Romanos
Ni aun de Ingratitud el nombre oyeron.
Ojalá que ignoraran los Cristianos
Lo que tan grandes hombres no supieron.
Mas por nuestra desgracia, ya esta Fiera
Doméstica se ha hecho y mui casera.
 
VI
Hoi es la ingratitud casi de moda, 5390
Poco menos que el pan de cada día,
Y el que te debe su fortuna toda
En vez de hacer por ti quanto podía,
Si el hacerlo un tantico le incomoda,
Manos, piernas, y pies te cortaría,
Y antes que sufrir él algún trabajo,
Tu cabeza pondría sobre un tajo.
 
VII
De deudor se transforma en tu enemigo;
Tu nombre despedaza, y mal te quiere,
Huye de verte, y de tratar contigo; 5400
Y más si el beneficio tuyo fuere
Superior a las fuerzas del amigo,
Que al Amigo, y al Asno el que quisiere
Guardar (dice un Filósofo machucho)
Nunca debe cargar, ni oprimir mucho.
 
VIII
Porque, si al uno carga demasiado,
Se echa desesperado con la carga
Y el otro prevarica, avergonzado
Al benéfico afán de mano larga,
Y esto de verse más y más cargado 5410
Se le hace cosa dura y mui amarga:
Piensa que el Bienhechor de mejor trato
Le está siempre diciendo: eres ingrato.
 
IX
Ánimo vil es éste. No assí el mío,
Que en punto a recivir, es generoso.
Quanto es mayor el don, cobra más brío.
Recivo un beneficio poderoso,
Y espero otro mayor de un pecho pío;
Porque no soi tan vil, ni vergonzoso,
Que no tengo por digna a mi persona 5420
(Si me la quieren dar) de una Corona.
 
X
A recivir estoi siempre dispuesto;
Que en tornar (dicen todos) no hai engaño:
Si tal vez no respondo al favor presto
Le tengo mui presente todo el año
Sobre mi corazón, y no hacen esto
Muchíssimos que visten fino paño:
Antes bien al Señor siempre le pido,
Que me libre de ser desconocido.
 
XI
Qualquiera otro baldón, qualquier suplicio 5430
Sufriré yo; primero que mancharme
Con tan negro borrón, tan feo vicio.
Quien no lo crea, podrá experimentarme,
Y verá, que a quien me hace un beneficio,
En mis versos procuro demostrarme
Agradecido, como es Santo y justo,
Alabándole mucho con gran gusto.
 
XII
Yo, pues, que a las Mugeres me protesto
Obligado, pues debo mi existencia
A una de ellas; si no lo manifiesto 5440
De otro modo, por falta de potencia,
Embido en alabarlas todo el resto,
Siempre que lo permite la conciencia,
Haciendo lo que puedo, o he podido,
De estimación, y gratitud movido.
 
XIII
Y aviéndose ofrecido la ocasión
De hablar de una a mi Auditorio junto,
De la Madre (esto es) de Cicerón,
No sé acabar, no acierto a poner punto.
Y aunque acaso os fastidie mi Sermón, 5450
Proseguir quiero tan glorioso assunto,
Y en describir sus dotes estenderme,
Pintando a Elvira, mientras Tulio duerme.
 
XIV
Ni se diga que salgo de mi tema,
Quando en hablar de Elvira soi prolijo,
Pues anuncian en todo buen sistema
Las prendas de la Madre las del Hijo,
Sabiendo todos ya aquel apotema:
Las encinas no dieron nunca miijo,
Ni (como cantó un Poeta viejo), 5460
Una Aguila jamás parió un conejo.
 
XV
Esta vida (quizá diráme alguno)
Si prosigue a este passo, no se acaba,
En cien años, ni aun en ciento y uno,
Bueno estaría yo, si oídos daba
A lo que dicen Pedro, Juan y Bruno.
Lo que sí es, que si yo me apresuraba
A subir un peñón del Apenino,
Me faltaba el aliento en el camino.
 
XVI
Sin duda que tenía gran cabeza, 5470
Y de las cosas gran discernimiento,
Aquél, a quien un hombre en la Bañeza
Daba de palos porque andaba lento.
Y diciéndole otro con presteza
Camina, y ahorrarás de palos ciento;
Mas él le respondió (era Italiano)
Signor no, che va sano chi va piano.
 
XVII
Alguno avrá, que me juzgue enamorado
De Elvira, quando tanto parlo de ella,
Y que bajo el nombre enmascarado 5480
De una Casada, cubro una Doncella,
Que es mi Pique, mi Chichis, mi Cuidado,
O (hablando a la francesa) que es mi Bella,
Buscando a una difunta por cubierta
De una, que come, bebe, y no es Tuerta.
 
XVIII
Yo no quiero decir lo que hai en esto:
Sólo diré, que aunque en hablar de Elvira
Sea un poco prolijo, seré honesto,
Y a nadie ofenderá mi tararira,
Porque aunque no me llamen Fray Modesto, 5490
Pero Clérigo sí. Con esta mira
Líbreme el Cielo, de que en mi leyenda
O Santa Honestidad a ti te ofenda.
 
XIX
Y a propósito al verbo Honestidad,
El qual vino a ponérseme en la punta
De la pluma, por gran casualidad.
Ya dixe que en Elvira estava junta
Honestidad suma a singular beldad.
Pues aora en Posdata, o por adjunta,
Quiero deciros por un fin mui Santo, 5500
Todo lo que sé de ella en este Canto.
 
XX
Cada día iba Marco descubriendo
Alguna nueva prenda, que encerrava
La bella alma de Elvira, y conociendo,
Que ella de freno no necesitava,
Puesto que por sí misma precaviendo
Los riesgos más remotos, no aguantava,
No ya que algún Morbín la manoseasse,
Mas di que un sólo dedo la tocasse.
 
XXI
Y este era entonzes, dicen varias Glossas, 5510
El proceder de toda Dama honesta,
Mas hoy no es moda el ser escrupulosas
Las Mugeres, y nuestro Autor lo atesta:
Tienen (dice) en otras cien mil cosas
Un pánico temor, pero no en ésta;
Porque hoi se ve que el bello sexo amable
Más de lo que es menester es manejable.
 
XXII
Yo sé que más de alguna con enfado
A la mano atrevida, que la toca
Echa de sí, y el rostro sonroseado 5520
Muestra el dolor que aquello le provoca;
Pero observo también por otro lado
Que algunas dicen esto a media boca:
Por esto la Muger, quando pelea,
Más que vencer, vencida ser desea.
 
XXIII
Hai motivo a lo menos de dudarlo
Viendo que algunas dan la escusa fría,
Que sus fuerzas no alcanzan a estorvarlo;
Y un cierto no sé qué de hipocresía,
Con que hacen ademán de repugnarlo 5530
Provando está a la luz del medio día,
Que aquella resistencia insuficiente,
En vez de resistencia, es aliciente.
 
XXIV
Yo no llevo en paciencia lo que a algunas
Veo sufrir en paz y con sosiego;
Id est ciertas caricias importunas,
Que un grande amigo mío (y no era Lego)
Caricias, con razón, llama Perrunas.
El Perro, en viendo al Amo, luego luego,
Por mostrarle su amor (es cosa de hecho) 5540
Con las dos zarpas se avalanza al pecho.
 
XXV
Nunca permitió Elvira ser tocada,
Aunque de esto jamás yo fui testigo.
Nunca se dejó dar una palmada,
Ni aunque un pellizco de el mayor amigo,
Ella tampoco, a fuer de Dama honrada,
Tocó a nadie, y yo sé que verdad digo,
Ni tocaría a un hombre esta Matrona,
Aunque el Rey la ofreciera su Corona.
 
XXVI
Hai Mugeres, que tienen un prurito 5550
En las manos, que le palpa un ciego,
Alentando al más tímido apetito,
A acompañarlas en el mismo juego.
Quisiera, que entendieran lo aquí escrito,
Sin declararme más; y assí las ruego
Que un porte tengan de hoi en adelante
Más grave, más señor, menos danzante.
 
XXVII
Ni gustava tampoco nuestra Elvira,
Que un hombre la mirasse fijamente:
Si alguno suspirava con la mira 5560
De explicarla su amor, ella, prudente,
Mostrava no entenderlo, y la pyra
De aquel fuego apagava prontamente,
Por no dar el más leve fundamento
De excitar un impuro pensamiento.
 
XXVIII
Sus cartas esconder Elvia savia,
Para no dejar ver a nadie el juego.
Si alguno se arrimava, y se atrevía
En voz baja, a dejar caer un ruego,
O a insinuarla lo mucho que sufría 5570
Por su amor, Ella, encendida en fuego,
Le arrojava de sí, y en un instante
Era un Volcán, un Etna su semblante.
 
XXIX
Y lejos de mostrarse compasiva
Si alguno declarava su tormento,
De gravedad se armava, tan esquiva,
Que abatía el más alto pensamiento,
O le mirava ayrada, y vengativa
Con tal resolución, con tanto aliento,
Que aquél, que de abrasado blasonava, 5580
O de frío, o de miedo tiritava.
 
XXX
Mas si alguno adelante su porfía
Llevava, sin querer dejar el puesto,
Ella se levantava, y luego huía,
Dejándole aburrido, porque en esto
A nadie de tropiezo ser quería.
Y en el caso que aora va propuesto
Quisiera yo (si se encontraren otras)
Que lo hicierais assí todas vosotras.
 
XXXI
Yo no sé si lo hacéis: sólo estoi cierto 5590
De que muchas conversan mui gustosas
Con quien saben las ama, y de concierto
Passan juntos semanas deliciosas.
Sé, que gustan de oír, que uno está muerto
Por ellas, y sé otras muchas cosas.
Como aquel complacerse en ver delante
De sus pies suspiroso a un tierno amante.
 
XXXII
Sé, que no siempre se conversa entre ellas
De cosas santas, y que no son pocas
Las que gustan de oír llamarse bellas, 5600
Ni las disuenan las palabras locas,
Con que las llaman Sol, Luna, y Estrellas.
Sé que algunas resisten como rocas
A ser tocadas; más no las dan enojos
Las licencias más libres de los ojos.
 
XXXIII
Ven, que alguno, qual perro perdiguero,
Que para la perdiz, sus ojos para
En cierta parte, que nombrar no quiero,
Y que Amor mientras tanto algo dispara.
Saben que el hombre es hyesca, ellas azero, 5610
Que el fuego fácilmente le prepara,
Y no obstante más de una está mui fresca
Arrimando aquel fuego azia la hyesca.
 
XXXIV
Mas en vez de echar agua en el tal fuego,
Le suplan quanto pueden y con gusto
Mirando están, cómo el Amante ciego
Se va abrasando. No las da algún susto
El daño que hacen; antes con sosiego
Se presumen un mármol mui robusto,
Y de la Honestidad Templo animado, 5620
Que jamás malo egemplo a nadie ha dado.
 
XXXV
Qué importará, que un corazón de hyelo,
[O] tengan ellas, o bien sea de nieve,
Insensible al amor, si un Mongibelo
Encienden en el pecho de ocho, o nueve?
Si fomentan un Etna en el Mozuelo
Con todo lo que impuro amor promueve.
Qué importa, que a la Vieja, Moza, o Niña
No le passe el amor de la basquiña?
 
XXXVI
Tan Ladrón es aquél, que tiene el saco, 5630
Como el que roba: lo que yo estoi viendo
Es, que un Petimetre, y un Bellaco
Siempre están junto a ellas discurriendo:
Bien está; no haiga apego; mas por Bacco
(Aun esto en cortesía permitiendo)
Yo las vuelvo a decir con su licencia,
Que no me gusta a mí tanta frequencia.
 
XXXVII
Sean todas Penélopes (lo passo)
Aunque alguno a Penélope condena;
Embauquen (como ella en otro caso 5640
Lo hizo) a sus Galanes; norabuena
Mas por guardar su honor (guardóle acaso
Que yo tragar no sé esta verengena)
Urdió una tela con ardid, y engaños,
Que acavarse no pudo en muchos años.
 
XXXVIII
Quando lo pudo hacer más fácilmente,
Y echarlos a passear el primer día,
Bastava recivirlos fríamente,
Y no querer oír su algaravía:
Bastava averlos dicho claramente, 5650
Que la cansava mucho su porfía.
Bastaba en fin que con semblante fiero
A todos los dixesse: No, No quiero.
 
XXXIX
Si a mirarlos Penélope a la cara
No se huviera dignado; si severa
Ruegos, suspiros, iras despreciara,
Sin dársela un comino, entonzes viera
Que todos la dejavan, y lograra;
Que el Universo entero la aplaudiera
Por su fidelidad, sin los emplastos 5660
De tantas telas, y de tantos gastos.
 
XL
Mas esto no quería hacerlo ella,
Aunque era tan juiciosa, y tan prudente,
Porque todos la decían, que era Bella,
Y estando acostumbrada a tratar gente,
Desde que comenzó a hablar siendo Doncella,
Esto la gustava grandemente,
Y no quería verse precisada
A tratar con el Gato, y la Criada.
 
XLI
Lo mismo veo hacer con mucho empeño 5670
A algunas, que conozco en la edad mía:
Aun las que no hablan más que parla un leño
Gustan de estar en grande Compañía,
Porque si no lo están, las carga el sueño
Y las parece gran discortesía
Dejarlas sola; y assí están rabiando
Sin quatro, o seis junto a ellas suspirando.
 
XLII
Y ya que de Penélope la tela
Tomé en boca, será bien que os diga
Ser un embuste (bien que es vagatela) 5680
Lo que se dice de la gran fatiga,
Que se tomaba la sagaz mozuela
(Siendo de la labor tan enemiga)
Quando de noche (dicen) deshacía
La tela trabajada por el día.
 
XLIII
El hecho es, que, estando día y noche
Con sus Cortejos siempre en grande fiesta
Y acompañada de ellos en el coche
Quando se iba a passear después de siesta
Divirtiéndose siempre a troche y moche; 5690
Tenía otras labores en la Testa,
Y en la tela (no siendo por ensalmo)
No pudo trabajar siquiera un palmo.
 
XLIV
Esto mismo (creédmelo, Señores),
Es lo que hacen también ciertas Mugeres
Con esas, que ellas llaman sus labores,
Todos su[s] gustos, si observarlos quieres,
Se reducen a oír hablar de amores;
Estas son sus delicias, sus placeres,
Y muchas tienen por trabajo estraño, 5700
Si acavan dos calzetas en un año.
 
XLV
Pero no es esto lo que más condeno,
Porque tampoco yo trabajo mucho.
Lo que a mí me parece nada bueno
(Y lo mismo dirá todo machucho)
Es aquel conversar de riesgos lleno;
A lo que viendo estoi, y a lo que escucho,
Con los hombres, con tonta confianza,
Como Aldonza Lorenzo, y Sancho Panza,
 
XLVI
Ya se acabó aquel tiempo en que un marido, 5710
Si viera que un Mozuelo avía tocado
Un dedo a su Muger, ya por perdido
Se daría, y por hombre desdichado.
Ya no se tiene por prodigio oído
Var[i]as vezes, y más vezes provado,
Que en lugar de perrillos inocentes
Retoza una Muger con sus sirvientes.
 
XLVII
Ya no estamos en tiempo, en que un Amante
Para hablar a su Niso, a la Criada
Deberá regalar un diamante, 5720
O con algún ardid abrir la entrada.
Hoi la puerta está franca; cada instante
Logrará audiencia pública, o privada,
Y para estar con ella sola a sola
Basta entrar sin decir una parola.
 
XLVIII
Ya se fue aquella edad escrupulosa,
Que condenava como cosa fea,
De mal egemplo, y mui escandalosa,
Que Marte visitasse a Citerea,
Nuestra edad no es edad tan melindrosa. 5730
Oy Acis puede estar con Galatea,
Sin que ninguno piense de ella cosa,
Que pueda hacer perjuicio a su decoro.
Porque ha vuelto a nacer el Siglo de oro.
 
XLIX
Volvió, repito, aquella edad felize,
Que tanto celebró más de un Poeta,
En que todo Pastor su Berenize
Tratable siempre la encontrava, y quieta!
Y si es verdad lo que un Autor nos dice
De aquella edad cabal, bella, y completa, 5740
Para igualarla en toda su apariencia,
Sólo falta a la muestra la inocencia.
 
L
La qual sabemos ya, que dura poco,
Entrando a sucederla la malicia.
Toda muger huía como el Coco
De tener con los hombres amicicia.
Y lo hacían según lo que aora toco,
Por conservar la Santa pudicicia,
Porque en materia tanto delicada
Ninguna precaución era sobrada. 5750
 
LI
Creían no poder impunemente
Con los hombres tratar el sexo flaco:
Por esto estaban solas comúnmente
Con la labor debajo del sobaco,
Y las criadas trabajando en frente;
Si alguna no lo hiciera, por Dios Bacco
Que unos palos tan fuertes llevaría
Que el más sordo quizá los oiría.
 
LII
Siendo esto assí, será porque ya aora
Las Mugeres no son de aquella pasta 5760
Y que entre tantos riesgos a toda hora
Toda Muger sabe guardarse casta,
Sin que la carne flaca y pecadora
Guerra haga a la razón, que la contrasta;
O que todas aquellas eran locas,
O que lo son las de hoi; salvo unas pocas.
 
LIII
Sí, Señores: nosotros somos locos;
Con más virtud que aquella que tenemos
Nos figuramos, a excepción de pocos.
Ni los daños que todos padecemos 5770
Nos hacen ser más cuerdos; y los cocos,
Que nosotros los hombres siempre hacemos
A las Mugeres jóvenes, y bellas
Las hacen, que más locas sean ellas.
 
LIV
En artificios todas son Maestras,
Y no se dan tan presto por vencidas.
Ya de estatuas de hyelo nos dan muestras,
Ya de metal al fuego derretidas.
De las feas no hablo: las más diestras
Son las lindas, las quales engreídas, 5780
Que podrán, se figuran vanamente,
Con el fuego jugar impunemente.
 
LV
Mas al fin los suspiros amorosos,
Las lisonjas, las vozes halagüeñas,
Hacen lo que hace el tiempo en los Colosos,
Y lo que el agua en las robustas peñas.
De sus efectos algo peligrosos,
Ya he dado en otra parte muchas señas,
Y no quiero inculcar viejas verdades
A las que amigas son de novedades. 5790
 
LVI
Conviene con todo eso, a honor y gloria
De la Verdad, lo que una vez se ha oído
Refrescarlo tal vez a la memoria,
Para evitar injurias del olvido.
Assí también se alarga más la Historia,
Y vuestro gusto está más divertido;
Pero si fuere tedio, no me atajo,
Porque al fin será menos mi trabajo.
 
LVII
Por tanto yo os vuelvo a repetir
Que este trato moderno vuestro es tal, 5800
Que no puede buen fruto producir
Según el parecer universal;
Pues todo hombre de juicio es de sentir,
Que en él se da ocasión a mucho mal.
Y mi Padre decía con razón:
La ocasión, y el dinero hacen Ladrón.
 
LVIII
Ya sabéis de los hombres la osadía,
Al caballo jamás tiran el freno,
Y crece hasta lo sumo su porfía,
Si un poco dócil hallan el terreno. 5810
Adelántanse tanto cada día,
Que aun lo poquito no sería bueno:
Si una Muger alarga un dedo a un loco,
El brazo entero le parece poco.
 
LIX
Pensad aora cómo andara el ajo,
Quando ellas compasivas, o ligeras,
Permiten algo más al furbo Majo.
Y, si viéndolas éste tan someras,
Le costará grandíssimo trabajo
El passar de las burlas a las veras, 5820
Malogrando el momento favorable?
Ello bien puede ser, pero no es dable.
 
LX
Yo ya sé, que el amable sexo, y bello
No es tan ruin como algunos le han pintado;
Sé, que está (y es preciso concedello)
De muchas bellas prendas adornado:
Su corazón, por lo común, el sello
De Noble tiene en sí mui estampado.
Mas sé también, si el fuego de Amor prende,
Que en un corazón noble más se enciende. 5830
 
LXI
Prende en él como en la hyesca el fuego,
Y ya de palabritas se alimenta,
Ya de un mirar; de un sonreír; el juego
Y el trato familiar más le fomenta
La llama passa a incendio, a furor ciego,
Que todo lo atropella, y si le alienta
De el fuelle del Infierno el soplo fuerte
Dura vivo el Volcán hasta la muerte.
 
LXII
Júzganse Salamandras las Mugeres,
Y que pueden burlarse con las brasas, 5840
Diciéndonos, que a todos sus placeres
Los manda la razón y ponen tassas.
De todas creerás, si las oyeres,
Que son Casandras dentro de sus Casas,
Sin notar, que Casandra aun en el Templo,
De que no están seguras las dio egemplo.
 
LXIII
Entre los Lobos nunca está segura
La oveja; y si la Cabra se encamina
Azia ellos, quién más me la asegura
De que no corra ciega azia su ruina? 5850
La Muger será honesta por ventura,
Mas la carne a no serlo siempre inclina,
Y decía allá un gire de Bearne
Casta es la Muger, sí; pero es de carne.
 
LXIV
No las agravio, no, quando en mis Cantos
Las pinto algo movibles, e incostantes:
repito lo que han dicho tantos S610
Para hacer los Maridos vigilantes.
Quien se embarcó encomiéndese a los Santos,
Que el mar siempre engañó a los Navegantes; 5860
Pero no fíe tanto en su Oración,
Que no atienda a la Vela, y al Timón.
 
LXV
Quiero decir, procuren tener lejos
A su Muger de todas ocasiones:
A fuera Chichisveos y Cortejos,
A fuera peligrosas diversiones.
Salomón nos descrive los manejos
de una Muger cabal en sus sermones.
Y sin embargo todo esto no hasta,
Quando no es la Muger de buena pasta. 5870
 
LXVI
Mas si alguna me lee, o si me escucha,
Qué cosas no dirá de mi persona,
Sin culpa tener yo poca ni mucha?
Allá se las avenga, si blasona
De discreta, prudente, y de machucha,
Con Juanbartolomé que lo pregona;
Que en estos versos yo, malos o buenos,
Ando, como anda un Niño en pies agenos
 
LXVII
Yo no hago más que traducir el testo,
Verde, o seco, como el Autor lo dice, 5880
Y no quiero cargarme (lo protesto)
Con lo que él diga mal, o escandalize.
Un huesso a roer duro yo me he expuesto,
Confiéssolo, y conózcome infelize,
Porque temo, Señoras, y me assusto
De averos quizá dado algún disgusto.
 
LXVIII
Quien compone de suyo correr deja
Su fantasía adonde se la antoja.
Lo que quiere callar de sí lo aleja,
Lo que escrivir, en el papel lo arroja. 5890
Mas quien se empeña desde rabo a oreja
En traducir un Libro, hoja por hoja,
Encuentra a cada passo mil enojos,
Que le hacen dar al Diablo sus antojos.
 
LXIX
Y como sé mui bien, Señoras mías,
Que de nadie gustáis ser motejadas,
Y que es crimen de lesa en nuestros días
Tocar a vuestras pieles delicadas;
Debiendo traducir mil picardías;
Que Juan Bartolo nos dejó estampadas, 5900
Estuve por quemar la tal Historia,
O a lo menos echarla en una Noria.
 
LXX
Porque aunque nuestro Autor la verdad diga,
Yo no quiero mezclarme en vuestras cosas.
La traducción no obstante es bien prosiga,
Pues confío que al fin reís gustosas,
Porque es hombre sincero en su fatiga,
Y es de esperar no calle las preciosas
Que al bello sexo adornan qualidades,
Superiores quizá a sus nulidades. 5910
 
LXXI
Entonzes sí, que con consuelo mío
Manejaré mi pluma en honor vuestro,
Y veréis todas, si caliente, o frío
En celebraros soi; ahora hado siniestro
Me ha empeñado en un trabajo impío;
Tan contrario a mi amor, y tal qual estro,
Que el sesso y juicio, por la rabia fiera
Perdido huviera ya, si le tuviera.
 
LXXII
Mas si aora me da tanto tormento,
Este empeño, este afán que ya he emprendido, 5920
Vendrá algún día en que me dé contento,
Y espero que seré compadecido.
Mi gran consuelo es éste, este mi aliento,
Y me daré por mui correspondido,
Si del trabajo, que he de hacer y he hecho
Sacar viere algún fruto, algún provecho.
 
LXXIII
Yo creo que sería menos mal
Si alguno se aplicara a esta Leyenda,
Que a la de un Libro medio heretical,
O desonesto, o Libro que no entienda. 5930
Y aunque no sea este Poema tal,
Que aspire a competir, ni lo pretenda
Con vuelos de otras aves más canoras
Puede (bien divertiros muchas horas.
 
LXXIV
Y no es esto mejor que murmurar
O hacer dos al amor de noche y día?
Y no será mejor que chacharear
Tres o quatro Mugeres a porfía,
Y en lo que ellas no entienden cucharear?
Leed, pues, este Libro, y a fe mía, 5940
Que aunque en todo no os dé gusto cumplido,
No os pesará, no, averle leído.
 
LXXV
Y si hiciere reír la Compañía,
No toda risa es mala, o reprehensible:
Elvira era una Señora honesta, y pía,
Y aun casi racional como es creíble,
Sin embargo se sabe, que leía
Tal qual Autor gracioso y apacible.
Y que eran para ella deliciosos
Los Poetas festivos, y piadosos. 5950
 
LXXVI
Los Libros de un Autor grato, y modesto
Tienen contento, alegre, y divertido
Al Letor: mas con ningún pretesto
Se sabe que jamás aya leído
Nuestra Elvira algún Libro poco honesto.
Y yo le doi un parabién cumplido,
De que, siendo muger, no aya gustado
De leer Libro alguno condenado.
 
LXXVII
Nunca quiso leer ciertas Novelas,
Ni Romances, ni Cuentos disonantes, 5960
Llenos de amor, y de otras bagatelas.
Sólo es fama, por vozes mui constantes,
Que de noche leía entre dos velas
El grazioso Quixote de Zervantes,
Y en Agosto, a la sombra de un gran toldo
El festivo Poema de el Bertoldo.
 
LXXVIII
A Lucrecio, ni oír nombrar quería,
Como a ningún Autor que de los Cielos
Hablasse mal. Si yo (decir solía)
Me viesse Emperador, O qué buñuelos 5970
De estos malditos Libros presto haría!
Sus Autores, sus Padres, sus Abuelos,
Metidos con sus Libros en una hoya
Arderían después como ardió Troya.
 
LXXIX
Ningún Libro leyó, que fuesse impresso
Sin licencia, o en sitio sospechoso.
Si Marco, que era hombre de gran sesso
No la decía: No, no es peligroso.
Y es que entonzes a Italia con exceso
Ciertos Libros en número copioso 5980
Venían, que llenavan a ignorantes
De ideas y principios disonantes.
 
LXXX
Aora daría yo una repasata
A ciertas curiosíssimas Señoras,
Que ciertos Libros sin Autor, ni data,
Leyendo están ad Laudes et per horas,
Y beben el veneno que las mata,
Disimulado en cláusulas sonoras,
Porque vienen de Tierras peregrinas,
Donde no son mui sanas las Doctrinas. 5990
 
LXXXI
Unos Libros con títulos brillantes,
Atestados de errores pestilentes,
Que vestidos en trages rozagantes,
Embocan la ponzoña a muchas gentes,
Y más si son curiosas, e ignorantes,
O necias presumidas de prudentes:
En estas se introduce hasta los huesos
La cicuta fatal de los impressos.
 
LXXXII
Y tanto más a prissa se produce,
Quanto brinda más dulce su veneno, 6000
Porque el brillante estilo le conduce
Hasta el alma, teniéndole por bueno,
Y mucho más si a lasismo reduce
A estar entre los vizios mui sereno.
Entonzes se hace irremediable el daño.
Cerrada toda puerta al desengaño.
 
LXXXIII
Perdónemelo Dios, antes quisiera
Que no supiesseis leer, o que los ojos
Perdierais; pues más cuenta os tuviera,
Que dejaros llevar de los antojos 6010
De leer ciertos libros, que en la hoguera
Estarían mejor, o entre manojos:
Libros vuelvo a decir, Libros malditos
Que con tinta infernal están escritos.
 
LXXXIV
Pero cuidado, que lo que hablo aora,
Con las Mugeres, igualmente lo hablo
Con los hombres; pues sé que a toda hora
A tales libros leer los tienta el Diablo.
Y alguno avrá, que su Moral perora
Por más puro Moral que el de S. Pablo, 6020
El Moral, digo, que a la Italia manda
Londres, Ginebra, Basilea, Clanda.
 
LXXXV
Mas qué digo el Moral? los dogmas puros
Aprender de la Fe presume en ellos;
Pero qué aprende? Errores tan obscuros,
Que como ciego está, no puede vellos.
Llega a dudar si hai Dios: a estos apuros
Le reducen sus mismos descabellos.
Y como ya su fe, en lo llano topa
Cree, sí, que hai un Dios, pero de estopa. 6030
 
LXXXVI
Un Dios ocioso, un Soverano inerte,
Que no atiende a los míseros mortales,
A quienes vienen por la ciega suerte
Igualmente los bienes, que los males.
Máximas impías que el Spíritu Fuerte
Siembra en libros dorados, con los quales
Haze más daño en simples corazones,
Que en las guerras han hecho los cañones.
 
LXXXVII
De Clérigos, de Frayles, y de Roma
Habían siempre mui mal como de apuesta, 6040
Y aquella gente, que a ser culta assoma,
Por hombres los aclama de gran testa
Porque la pez confunde con la goma,
Sin notar que ésta agrada, aquélla apesta,
Y los que juzga de un saber profundo
Vienen a ser la corrupción del mundo.
 
LXXXVIII
Presumen no creer a la carlona,
Y que en el huevo hallar saben el pelo;
Mas si el que hablare fuere una persona,
Que nació, o se crió allá en otro suelo, 6050
Ninguno chista, mientras él razona,
Por su boca creyendo, que habla el Cielo,
Si bien que es su doctrina impía, y perversa
De la que enseña el Cielo tan diversa.
 
LXXXIX
Ya sea que los gusta esta doctrina,
Porque da gran anchura a la conciencia,
Ya que la naturaleza al mal inclina
O no sino la vil concupiscencia;
A sus malos discursos, que son ruina
De tantos, y de tantas más credencia 6060
Se da, que a un Theólogo y Letrado,
Que sabe discernir lo que es pecado.
 
XC
De el Señor en el Campo, entre el buen trigo
Se siembra poco a poco la zizaña,
Y es quien la siembra aquel hombre enemigo
De que da fruto bueno la Campaña.
Al cabo la recoge algún amigo
Y a arrojarla en el fuego se da maña.
Pero de esto hablaré más otro día,
Que a Elvira se vuelve hoi la Musa mía. 6070
 
XCI
Si oía discurrir a un estrangero
Que errores insinuava ultramontanos,
Decíale con voz, y gesto fiero:
Essos vuestros discursos no son sanos
En otras bagatelas creer quiero,
Que venceréis quizá a los Italianos;
Pero no en Religión; pues sois vandadas
De ciegos locos, que andan a pedradas.
 
XCII
Y si el Monsiur a replicarla osaba,
Ella enojada mui claritamente. 6080
Añadía: no estoi acostumbrada
A oír hablar tan impía, y libremente
La puerta de mi casa está cerrada.
A quien assí discurre, y assí siente.
O Cielos! Y es possible que esta classe,
Que esta casta de Elviras se acabasse!
 
XCIII
Ojalá que estuvieran atestadas
Las Casas, los Palazios, las Ciudades
De Elviras, como lo eran las passadas!
No se verían no las novedades 6090
Que aora se ven, ni casi trastornadas
Las grandes de la Fe sacras verdades,
Y a los hombres entonzes esta vida
Más dulze les sería, y más querida.
 
XCIV
Sería entonzes el casarse un gusto,
Sería una cadena de placeres,
Y un hombre (por decirlo assí) robusto
Gustaría tener muchas mugeres
A la usanza de aquel tiempo vetusto
En que éstas moderavan sus quereres. 6100
Mas, por nuestra desgracia, ya es sabido,
Que hasta el nombre de Elvira se ha perdido.
 
XCV
Mas si su claro nombre se ha olvidado
No se olvide imitarla en sus acciones.
Hagan todas honor, y empeño honrado
De competirla en sus operaciones.
Siempre descubrirán en tal dechado,
Nuevas gracias, o sean perfecciones
Y al que Muger no tiene por fortuna,
Deseo (si hai más Elvias) que tome una. 6110
 
XCVI
Contento embío a casa y mui gozoso
Con este anuncio a todo aquel Spitero,
Que tenga vocación de hacerse Esposo.
Con tal que halle una Elvira qual yo quiero,
Téngase por feliz, y por dichoso,
Y guarde este tesoro verdadero,
Porque Elviras con estas calidades
No se encuentran en todas las Ciudades.
Fin del Canto VIII

Arriba