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El cine minoritario en Alemania

Sergio Ramírez





La semana pasada se ha celebrado en Hamburgo un congreso de empresas o sociedades que manejan salas de cine no adscritas a los grandes consorcios de distribución comercial: se trata de un cine minoritario, cine arte, o cine club, que no puede mantenerse sino a base de subsidios y que de ninguna manera representa un brillante negocio. ¿Qué exhiben estas salas? En primer término, esos films llamados de under-ground, producidos por jóvenes, en base a muy pocos elementos y con escasos recursos económicos, películas que enfrentan problemas sociales cotidianos: la desocupación, la escasez de viviendas, el sistema educativo; son hechos por jóvenes de talento, recién egresados de las academias cinematográficas, y que en la producción comercial no encuentran ninguna identificación personal. Como no se trata de cine-espectáculo, o de violencia, no atrae público grueso. Luego está el cine del tercer mundo, llegado de la periferia cultural a Europa, y que salvo contadas excepciones no se canaliza hacia las salas comerciales; son películas que se presentan con subtítulos, y no sometidas al costosísimo procedimiento del doblaje, lo cual les resta atractivo, pues el espectador común siempre prefiere oír en su propio idioma. También va a las pequeñas salas el cine-museo, los clásicos del cine que se presentan a través de retrospectivas organizadas didácticamente, y en los que las cadenas comerciales han perdido ya su interés lucrativo con el paso del tiempo. Y por último, el cine documental.

¿Quién asiste a estas pequeñas salas? ¿Quién compone este público minoritario? A través de la Repúblicas Federal, tanto en Berlín como en Hamburgo, en Munich como en Colonia, estos cines están localizados cerca de las universidades, o en los barrios habitados por estudiantes: he aquí el principal componente de este público; luego están los intelectuales, y de entre los ciudadanos medios, los que por una afición especial se interesan en este tipo de espectáculo.

El congreso de Hamburgo ha discutido entre otras cosas, la manera de incrementar el círculo de espectadores, o aficionados al cine club, y para ello ha abierto una nueva rama de presentaciones: la de los viejos noticieros. Este género de cine informativo, eliminado casi totalmente por la televisión, que puede suministrar noticias en vivo al instante, retorna ahora dentro de la ola de nostalgia por las décadas pasadas, que se vive en Europa. Los antiguos Movietone de Inglaterra, los noticieros de la UFA, los de la Metro, se muestran en la televisión en programas especiales, sobre todo los que se refieren a la época de la segunda guerra mundial, junto con el llamado cine de propaganda producido durante los años bélicos: un verdadero estilo de hacer cine, donde los acontecimientos sobre los que se pasa revista se ilustran con música heroica o romántica, como si se tratara de verdaderas dramatizaciones, y donde la voz del locutor es parte de ese mismo estilo, identificada ya por el público. Por otra parte, el noticiero se convierte en una verdadera fuente de interpretación histórica, y a través de ellos es posible calar política y culturalmente países y situaciones.

Las pequeñas salas de cine están por lo general ligadas a las cinematecas, que son instituciones que gozan del apoyo estatal; las cinematecas coleccionan no sólo filmes de largo metraje, sino todo tipo de material cinematográfico, puesto a disposición de salas comerciales, y también de círculos culturales y universidades. La Cinemateca Alemana, con sede en Berlín, y que funciona estrechamente ligada al Arsenal, una sala especializada en cine-club, es una de las más importantes del país; cercano a ella existe un patronato llamado «Amigos de la Cinemateca Alemana», que se preocupa por la organización de seminarios y ciclos educativos de cine clásico y del tercer mundo, y que tiene a su cargo cada año el Foro de Cine Juvenil dentro del Festival Berlinés.

El nuevo cine alemán, a pesar de su extraordinaria calidad (directores como Fassbinder, Herzog, Kluge, Lilienthal, están entre los mejores de Europa), se conserva aún dentro de esta categoría de cine minoritario; no es un cine de espectáculo, ni mucho menos comercial; se adhiere más bien a la tradición realista del cine de entreguerras, concebido y ejecutado por directores que en su mayoría tuvieron que huir de la persecución nazi. Este nuevo cine habrá de contribuir no sólo a la permanencia de pequeñas salas -o del cine minoritario- sino también a hacer de esta calidad minoritaria una nueva categoría de espectáculo, quizá cada vez de más amplios alcances.

Berlín, mayo de 1975.





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