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601

De quinar (comprar). Los quinquilleros se llaman quinaores de gumas y cacarelos.

 

602

Sicobar, de asaltar. Mague debe ser corrupción de mengue; literalmente significa duende.

 

603

Le dan el significado de testículos.

 

604

Esta es la forma propiamente gitana. Minchalar, parir.

 

605

Quilé, quilen, miembro.

 

606

Equivale a «En libertad me querías». Mestipé, mestipen, redención, rescate, liberación.

 

607

La traducción es difícil y parece enigmática. En el original de que la tomo dice el delincuente que la escribe: «Esta no la pongo claro; adivina tú». Se puede traducir literalmente del siguiente modo: «El día (chibé) más gracioso (barbaló) del año (breje) acobardé (¿men, apócope de menda, yo, y jindé, de jindama, miedo, cobardía?) a los toros (burel, toro); vi (apicharar, ver, percibir) la fraila (ar, art. la; arajay, fraile) y la cohabité» (pirabar, cohabitar).

 

608

DUI BUCHAS SOS MARARDELAN

Jes manús se chivó on la marmucha, chaló a la charipen on sos or manús de la dógi sobaba, le diñó yes chumendo on la sentallí y lo trinqueló entre ler murciá.

Daranó or manús de la dógi; se vedeló najando on la charipen, sat ler acais but espande y chalaos, najlé, la muí espandó sata tenerara or querló on la cacobi; la fila de muló, sobradaoso y sarsa ler baes pandalañis opré ler pumanes de desqueró pandalaor, y los murciá sicobaos, voltisaraos per nasti mucarse.-¿Per coin nu ustilas? ¡Ah! Per orsos marela. Penchabelo sos lo sinele per sos tuti diñe la mestipen.

On andalló tamuñi gao sinó. Tuques avillabas ustibelando or chepo de tucue day. Menda sinaba sosque tuques sinelas sat ler tamuñi orobreros, canguelos y ujarares. Tramistó ostiné adial sos tuques. Nastí sinaba or jambo chorró sinaba yes jere fendo sos nu camelaba, sos ne astisaba araquerar y dajirando de alalá nu pendabló: ¡Soscabelas estormenao!-Chalé e la estaripen pandó sat avel manuses de dógi y guillé al estardó. De oté avillelo. De oté sinelan mangue bal pariñó, mangues chijés, tasarós mangues buchás chorreás. Sinelo tucue patus persos te diñe la charniqué sat or crejete, tami nanai sinelo tucue bato peror prejeneto, ni per les jelenes. Menda ne astiselo jeler. Sinelo sata or vencrue de la majarí chanelaora sos tenerelo or estardó on tasaró mi arat.-Querela flima me diñaron yesqui i lil sosque mangaban tucue alangari. Nu neguisaré á livanarla y astisaba sugerelar panchardí nases on panchardí lirestro inadiales. Chanelé sos sinabas or manús de la dogi, y he avillao nanai sat urujanza de charnique, unga metosomia pendablarte sos sinela lachó la mariven. Or alangarí ne sinela yes furuné, sinela nejebar la puñí. Nanai tenereles tripasari per sos pene sata plastañí baró, sata chandó. On or caltrabó parruguela or manus, tami sequerela chanelaor. Menda he sinao tasaró on estardó: livanó on la currialí de la barandas; busnó de ler nasalé; bederó del salamito; jambo de la cangrí, pechislá, jamborrillo del jumisto de livanar; queraor de la jallipen; or sos liraba ler mule; chobaor de las gates: brisnó chando, larichipén; y yesqui chumi ajileré al tasabelaor ó buchí. He sinao tasaró sata sinastro, sat albirije, sat ducordansa, tamí di oropendolo bus sos metosomia grecar. Coin sat chorrós dronilla, chorró se querela. ¿Penchabarelas sos or alangarí sinela la charniqué? Nanai: sinela la mariven buter estongeri y soralí. ¿Chanelas sos or estardó ne sinela finibusterre? Resuñar or jil chorró sinela adial sos ne mucarle se chive on or drupos.

A ler dui buchas se acarean buyelar. Or tasabelaor ne muquela chivarse or jil on las purriá, tami el jil chorró retrequemí de beró marela el arat.

El texto original del artículo traducido se publicó en el periódico El Liberal el 10 de Abril de 1888. Dice así:

«LOS DOS VERDUGOS

...Un hombre penetró en la capilla, avanzó hacia el lecho en que el reo descansaba, le dio un beso en la frente y lo abrazó.

Extremeciose el reo y se incorporó rápidamente, los ojos muy abiertos y extraviados, la boca como si ya oprimiera el cuello el corbatín, lívido, sudoroso, y con las manos crispadas sobre los hombros de su opresor y los brazos rígidos en actitud de rechazar.

-¿Por quién me tomas?... ¡Ah!... por el verdugo. ¡Tal vez lo soy porque te di la vida!... En este mismo sitio fue... Tú venías devorando el pecho de tu madre. Yo estaba donde tú estás, con los mismos pensamientos, inquietudes y esperanzas. También desperté sobrecogido como tú. No era el verdugo; era un hombre que me abrazaba con emoción, que no acertaba a expresarse y que, balbuciente, me dijo: «Estás indultado». Salí de la cárcel y, en cuerda con otros delincuentes, fui al presidio. De allí vengo. De allí son mis canas, mis achaques, mi indiferencia y mi maldad. Soy tu padre, porque te engendré y te di el delito con la vida, pero no soy tu padre ni por el sentimiento, ni por el amor, ni por la ternura. Yo no puedo amar. Soy como el demonio de la Santa Doctora. Tengo el presidio en todo mi ser.

Hace poco me presentaron una solicitud llena de firmas en la que se pide tu indulto. Me negué a firmarla y podía haber puesto cincuenta nombres en distintos caracteres de letra. Supo que eras el reo y he venido, no con alientos de vida, sino con demostraciones de que es mejor la muerte.

El indulto no es un beneficio, es un recargo, una terrible agravante de la pena. No te extrañe que, me exprese con autoridad. En el presidio desaparece el hombre, pero se adquiere erudición. Yo lo he sido todo: escribiente de oficina, enfermero, practicante, sacristán, pasante de escuela, parihuelero, lavandero, ranchero, cabo de vara, abogado de poyete, y una vez ayudé al verdugo. Lo he sido todo a lo presidiario, de manera que teniendo aptitud y aun maestría en muchas artes, sólo tengo disposición para delinquir. «Quien con lobos anda a aullar se ensena.»

¿Crees que el indulto es la vida?... No: es la muerte más lenta y dolorosa. ¿Crees que el presidio no es el garrote?... Enrarecer el aire es lo mismo que impedir su entrada en los pulmones. Los dos efectos se califican de asfixia: asfixia por enrarecimiento o por estrangulación. El verdugo impide la entrada del aire en los pulmones; el ácido carbónico, verdugo de la atmósfera presidial, estorba la entrada del oxígeno en la sangre.»